Oh, how do you do, young Willy McBride?
Do you mind if I sit here down by your graveside,
and rest for a while in the warm summer sun?
I've been walking all day and I'm nearly done.
Desde inicios de 1916 los altos mandos militares de algunas de las potencias decidieron intentar operaciones grandilocuentes con tal de romper el empate. Pero las armas eran muy destructivas, los hombres usados como carne de cañón eran muchos, y sobre todo la soberbia, la incompetencia y el total desdĂ©n por la vida humana por quienes gobernaban naciones y comandaban ejĂ©rcitos era demasiada. La destrucciĂłn y la muerte podĂan ser tremendas; los avances, muy poco significativos, insuficientes para inclinar la balanza. Tengamos en cuenta que unas 11 millones de personas murieron en ese conflicto; de Ă©sas, 4 millones perdieron la vida en 1916. Para nunca olvidar los niveles demenciales que la presunciĂłn de los "asnos que comandaban a los leones", y continuando con nuestra conmemoraciĂłn del centenario de la Gran Guerra, les dejo un resumen de las acciones militares más importantes de aquel año y de sus catastrĂłficos resultados.
Las fuerzas en campo
Repasemos. La Primera Guerra Mundial se dio entre dos coaliciones de paĂses. Por un lado, las Potencias Centrales: el Imperio Alemán, el Imperio Austro-HĂşngaro, el Imperio Turco Otomano y el Reino de Bulgaria.
Por el otro, la Triple Entente o los Aliados: el Imperio Británico (que incluĂa a Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la India y otras colonias), el Imperio Ruso, la RepĂşblica de Francia y el Reino de Italia, más sus aliados menores, BĂ©lgica, Portugal, Serbia y Montenegro, a los que este año se unirĂa Rumania.
La RebeliĂłn de Pascua
Por el otro, la Triple Entente o los Aliados: el Imperio Británico (que incluĂa a Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la India y otras colonias), el Imperio Ruso, la RepĂşblica de Francia y el Reino de Italia, más sus aliados menores, BĂ©lgica, Portugal, Serbia y Montenegro, a los que este año se unirĂa Rumania.
La RebeliĂłn de Pascua
And I see by your gravestone you were only nineteen
When you joined the great falling in nineteen sixteen.
Well, I hope you died quick, and I hope you died clean.
En abril de aquel año la guerra se extendió hasta un "frente doméstico". Nacionalistas irlandeses pensaron que aquel momento, en que las fuerzas británicas estaban ocupadas con el conflicto en Europa, era bueno para declarar la independencia de Irlanda como una república. La insurrección armada duró solamente una semana, pues los 1,200 rebeldes no fueron problema para los 16 mil soldados británicos que las sofocaron.
Los enfrentamientos y las ejecuciones que les siguieron arrojaron un saldo 82 muertos entre los combatientes irlandeses, 143 entre los ingleses y 260 civiles que no la debĂan ni la temĂan. Casi nada, comparado con los nĂşmeros de muertos en cada batalla de las que se libraban en el continente, pero estos eventos, sumados a las recientes derrotas británicas en la guerra, ocasionaron pánico entre los ingleses, sobre todo porque se sabĂa que agentes alemanes habĂan colaborado con los rebeldes.
La caĂda de Kut
And did you leave a wife or a sweetheart behind?
In some loyal heart is your memory enshrined?
And though you died back in nineteen sixteen,
Ya les habĂa platicado de esta acciĂłn militar ocurrida en Mesopotamia, entre las tropas británicas e indias que se apostaron en la ciudad de Kut Al Amara, y las fuerzas turcas que les pusieron sitio. Todos los intentos por parte de los Aliados para liberar la ciudad terminaron en fracaso. Incluso los rusos habĂan intentado hacer pasar una fuerza por Persia, pero no llegaron ni cerca de Kut.
Los sitiados resistieron desde septiembre de 1915, pero el hambre y las enfermedades los hicieron capitular finalmente en abril de 1916. Ésta fue probablemente la mayor derrota para el ejĂ©rcito británico en toda su historia, y venĂa a pocos meses despuĂ©s de la vergonzosa retirada de GalĂpoli -en enero de este mismo año, en que un intento de invasiĂłn aliada habĂa sido repelido por los otomanos-, y casi al mismo tiempo que la rebeliĂłn irlandesa. Como se pueden imaginar, las situaciĂłn parecĂa desesperada.
Los sitiados resistieron desde septiembre de 1915, pero el hambre y las enfermedades los hicieron capitular finalmente en abril de 1916. Ésta fue probablemente la mayor derrota para el ejĂ©rcito británico en toda su historia, y venĂa a pocos meses despuĂ©s de la vergonzosa retirada de GalĂpoli -en enero de este mismo año, en que un intento de invasiĂłn aliada habĂa sido repelido por los otomanos-, y casi al mismo tiempo que la rebeliĂłn irlandesa. Como se pueden imaginar, las situaciĂłn parecĂa desesperada.
Hoy quiero centrarme en la "marcha de la muerte" que vino después, cuando los prisioneros británicos e indios fueron obligados a caminar desde Mesopotamia hacia campos de prisioneros en Anatolia. Un 70% de los ingleses, para nada preparados para resistir aquellos climas áridos e inclementes, murió en el trayecto, asà como un 30% de los indios. En total, el Imperio Británico perdió a 30 mil hombres, mientras que el Imperio Otomano perdió 10 mil.
La batalla de VerdĂşn
Quizá nada habla de la futilidad de la guerra como la Batalla de VerdĂşn, que se dio entre febrero y diciembre. El objetivo de su artĂfice, el comandante alemán Erich von Falkenhayn, era obligar a los franceses a desgastarse en la defensa del sistema de fortalezas de VerdĂşn. O eso dijo Ă©l tiempo despuĂ©s, porque en un principio afirmaba que tomarĂa las posiciones francesas con pocos problemas, pero cuando vio que la ofensiva se prolongaba sin visos de un final parece que cambiĂł su versiĂłn.
VerdĂşn no sĂłlo era importante desde el punto de vista estratĂ©gico, pues custodiaba las fronteras entre Francia y Alemania, sino que tenĂa un significado histĂłrico y simbĂłlico para los franceses, quienes alardeaban de que la fortaleza era impenetrable. Por eso cuando las hostilidades comenzaron no tardaron en escalar. Los franceses no podĂan permitirse perderla (Ils ne passeront pas! era el grito de guerra) y los alemanes no podĂan darse el lujo de no conquistarla, porque el honor se les iba en ello. Con cada bando decidido a no ceder ni un ápice, franceses y alemanes derramaron hombres y recursos en esta batalla que durĂł 300 dĂas.
VerdĂşn no sĂłlo era importante desde el punto de vista estratĂ©gico, pues custodiaba las fronteras entre Francia y Alemania, sino que tenĂa un significado histĂłrico y simbĂłlico para los franceses, quienes alardeaban de que la fortaleza era impenetrable. Por eso cuando las hostilidades comenzaron no tardaron en escalar. Los franceses no podĂan permitirse perderla (Ils ne passeront pas! era el grito de guerra) y los alemanes no podĂan darse el lujo de no conquistarla, porque el honor se les iba en ello. Con cada bando decidido a no ceder ni un ápice, franceses y alemanes derramaron hombres y recursos en esta batalla que durĂł 300 dĂas.
El tonelaje de bombas y artillerĂa usados por alemanes y franceses en la batalla no tuvo precedentes en la historia humana. Cuando los alemanes atacaron por sorpresa el 21 de febrero, iniciaron con un bombardeo que durĂł ocho horas y en el que dispararon no menos de dos millones de proyectiles sobre las posiciones francesas. Decenas de millones de proyectiles serĂan disparados en los casi diez meses que durĂł la batalla. Si bien la mayor parte de los soldados caĂdos en la Gran Guerra perdieron la vida por causa de la artillerĂa, en VerdĂşn las proporciones fueron inauditas: el 70% pereciĂł bajo las balas de los cañones.
Los alemanes arrojaron bombas, atacaron desde el aire, usaron gas contra sus enemigos. Obligaron a los franceses a concentrar valiosos recursos en la defensa de esta fortalezas. Consiguieron destruir los bosques que rodeaban la región y reducir muchas de las fortificaciones francesas a escombros. No menos de nueve aldeas francesas (Beaumont, Bezonvaux, Cumières, Douaumont, Fleury, Haumont, Louvemont, Ornes y Vaux) fueron arrasadas hasta sus cimientos, y de ellas no quedó piedra sobre piedra.
Pero al final, ¿quĂ© se logrĂł? Para cuando los alemanes por fin desistieron de su intento porque se dieron cuenta de que no podĂan seguir invirtiendo hombres y recursos en esto, las bajas entre ambas partes sumaban cerca de un millĂłn entre muertos, heridos y prisioneros. Aproximadamente 160 mil franceses y 140 mil alemanes murieron en una batalla sangrienta y destructiva que decidiĂł prácticamente nada.
Los alemanes arrojaron bombas, atacaron desde el aire, usaron gas contra sus enemigos. Obligaron a los franceses a concentrar valiosos recursos en la defensa de esta fortalezas. Consiguieron destruir los bosques que rodeaban la región y reducir muchas de las fortificaciones francesas a escombros. No menos de nueve aldeas francesas (Beaumont, Bezonvaux, Cumières, Douaumont, Fleury, Haumont, Louvemont, Ornes y Vaux) fueron arrasadas hasta sus cimientos, y de ellas no quedó piedra sobre piedra.
Pero al final, ¿quĂ© se logrĂł? Para cuando los alemanes por fin desistieron de su intento porque se dieron cuenta de que no podĂan seguir invirtiendo hombres y recursos en esto, las bajas entre ambas partes sumaban cerca de un millĂłn entre muertos, heridos y prisioneros. Aproximadamente 160 mil franceses y 140 mil alemanes murieron en una batalla sangrienta y destructiva que decidiĂł prácticamente nada.
Si los alemanes hubieran sabido que la Ăşnica vĂa de abastecimiento que tenĂan los franceses era la Voie SacrĂ©e (VĂa Sagrada), un continuo convoy de camiones que viajaban por una carretera completamente vulnerable a un posible ataque aĂ©reo, quizá la batalla habrĂa terminado más pronto y con menos muertes... O quizá no.
La batalla de Jutlandia
The sun shining down in this green fields of France
The warn wind blows gently and the red poppies dance
The tranches have vanished long under the plow
No gas, no barbwire, no guns firing now.
The warn wind blows gently and the red poppies dance
The tranches have vanished long under the plow
No gas, no barbwire, no guns firing now.
Aunque la Primera Guerra Mundial vio relativamente poca acciĂłn en alta mar, fue el escenario de la batalla naval más grande de la historia humana hasta ese momento, por el nĂşmero de naves de guerra que participaron y el tonelaje de artillerĂa que se disparĂł en ella. Se dio entre el Imperio Británico y el Imperio Alemán en las aguas frente a Jutlandia, en el Mar del Norte, entre el 31 de mayo y el primero de junio.
Los británicos habĂan establecido casi desde el principio de la guerra un bloqueo marĂtimo que tenĂa el objetivo de ahogar a Alemania, privándola de sus rutas de abastecimiento por mar. Sin embargo, en el campo de la guerra submarina los alemanes llevaban la delantera y establecieron una polĂtica de ataques indiscriminados contra cualquier embarcaciĂłn que se dirigiera hacia las Islas Británicas, aunque fueran barcos civiles o de paĂses no beligerantes.
La Flota de Alta Mar del Káiser tenĂa la intenciĂłn de sorprender a la Gran Flota de la Marina Real para destruir de ella lo más que pudiera y romper el bloqueo, pero los británicos interceptaron las comunicaciones de los alemanes y pudieron eludir a los submarinos, los cuales no tuvieron participaciĂłn alguna en la batalla de Jutlandia. Al medio dĂa del 31 de mayo, los alemanes y los británicos se encontraron antes de lo que los primeros tenĂan planeado
La Marina Real nunca habĂa sido derrotada, pero eso cambiĂł aquel dĂa. A pesar de que los alemanes sĂłlo contaban con 99 naves de batalla, frente a las 151 de los británicos, fueron los primeros quienes ocasionaron mayores daños a sus enemigos. Los británicos perdieron 14 naves; los alemanes, 11. Pero además, los británicos perdieron a más de 6,000 hombres, mientras que los alemanes contaron bajas de 2,500 hombres. En cuanto al volumen de material hundido, los británicos perdieron 113 mil toneladas, contra las 62 mil perdidas por los alemanes.
Sin embargo, la victoria táctica fue para los británicos. Temerosos de la Marina Real, los comandantes de la Flota de Alta Mar ordenaron la retirada de las aguas de batalla durante la noche; al amanecer, la flota de Su Majestad se encontrĂł dueña del mar. Si los alemanes se hubieran dado cuenta de la ventaja que tenĂan o si hubieran contado con el apoyo de su flota submarina, quizá la historia de la guerra habrĂa sido distinta...
La batalla del SommeLos británicos habĂan establecido casi desde el principio de la guerra un bloqueo marĂtimo que tenĂa el objetivo de ahogar a Alemania, privándola de sus rutas de abastecimiento por mar. Sin embargo, en el campo de la guerra submarina los alemanes llevaban la delantera y establecieron una polĂtica de ataques indiscriminados contra cualquier embarcaciĂłn que se dirigiera hacia las Islas Británicas, aunque fueran barcos civiles o de paĂses no beligerantes.
La Flota de Alta Mar del Káiser tenĂa la intenciĂłn de sorprender a la Gran Flota de la Marina Real para destruir de ella lo más que pudiera y romper el bloqueo, pero los británicos interceptaron las comunicaciones de los alemanes y pudieron eludir a los submarinos, los cuales no tuvieron participaciĂłn alguna en la batalla de Jutlandia. Al medio dĂa del 31 de mayo, los alemanes y los británicos se encontraron antes de lo que los primeros tenĂan planeado
La Marina Real nunca habĂa sido derrotada, pero eso cambiĂł aquel dĂa. A pesar de que los alemanes sĂłlo contaban con 99 naves de batalla, frente a las 151 de los británicos, fueron los primeros quienes ocasionaron mayores daños a sus enemigos. Los británicos perdieron 14 naves; los alemanes, 11. Pero además, los británicos perdieron a más de 6,000 hombres, mientras que los alemanes contaron bajas de 2,500 hombres. En cuanto al volumen de material hundido, los británicos perdieron 113 mil toneladas, contra las 62 mil perdidas por los alemanes.
Sin embargo, la victoria táctica fue para los británicos. Temerosos de la Marina Real, los comandantes de la Flota de Alta Mar ordenaron la retirada de las aguas de batalla durante la noche; al amanecer, la flota de Su Majestad se encontrĂł dueña del mar. Si los alemanes se hubieran dado cuenta de la ventaja que tenĂan o si hubieran contado con el apoyo de su flota submarina, quizá la historia de la guerra habrĂa sido distinta...
But here in this graveyard that's still no man's land
The countless white crosses in mute witness stand
To man's blind indifference to his fellow man
And a whole generation were butchered and damned
The countless white crosses in mute witness stand
To man's blind indifference to his fellow man
And a whole generation were butchered and damned
Una de las acciones militares más sangrientas y destructivas de toda la guerra y de la historia humana hasta su momento. Del desastre que significĂł el intento de británicos y franceses por romper las lĂneas alemanas es que proviene la expresiĂłn "Leones comandados por asnos". La ofensiva tuvo lugar entre julio y noviembre, en el área circundante al rĂo Somme que separaba las lĂneas alemanas de las francesas. NaciĂł de la mente de sir Douglas Haig, comandante de las fuerzas expedicionarias, quien se ganĂł el apodo de "El Carnicero".
Todo empezĂł a ir mal desde el primer dĂa. DespuĂ©s de haber bombardeado las trincheras alemanas durante 7 dĂas, el primero de julio los británicos enviaron una fuerza de 100 mil soldados para tomar por asalto las posesiones enemigas. Fue un desastre: los soldados británicos fueron recibidos por ráfaga tras ráfaga de ametralladora y perdieron a casi 20 mil de los suyos. Ésta fue la peor matanza en la historia del Imperio Británico.
Como de costumbre, la situaciĂłn fue mucho más difĂcil de lo que el wishful thinking de los comandantes les hizo creer. El avance de los franceses y británicos iba a un ritmo demasiado lento y costaba demasiadas vidas. Algunas unidades eran exterminadas casi por completo. Por ejemplo, el 11 de julio, el UndĂ©cimo BatallĂłn de East Lancashire perdiĂł a 584 de los 720 que lo conformaban. El dĂa quince, 3,000 hombres de la Primera Brigada Sudafricana ocuparon el Bosque de Delville (o, como ellos lo llamaban, Devil's Wood) y resistieron los feroces ataques de los alemanes. Cuando el batallĂłn fue relevado, sĂłlo quedaban 143 hombres. Durante las seis semanas entre julio y agosto en que los británicos enviaron a las fuerzas australianas y neozelandesas para tratar de capturar la posiciĂłn granja Mouquet, murieron 12 mil soldados.
Durante la Batalla del Somme la guerra escalĂł como nunca antes. Mucha de la imaginerĂa que normalmente asociamos con este conflicto (tropas atravesando desiertos de lodo, soldados disparando desde trincheras hediondas, ases del aire teniendo duelos de caballerĂa por encima de campos de batalla mucho menos románticos) provienen de esos dĂas de horror. Fue allĂ donde por primera vez se usaron los tanques; fue allĂ donde Manfred von Richtoffen, el mĂtico BarĂłn Rojo, forjĂł su leyenda; fue allĂ donde J.R.R. Tolkien viviĂł las experiencias que marcaron su vida y su obra.
En agosto, despuĂ©s del avance de los Alidos y sin conseguir el Ă©xito en VerdĂşn, Von Falkenhayn renunciĂł al mando del ejĂ©rcito alemán y fue reemplazado por Paul von Hindenburg y su mano derecha, Erich Ludendorf. Éstos adoptaron una nueva estrategia: retroceder y concentrar sus fuerzas para obligar a los Aliados a extenderse más allá de su capacidad y asĂ hacerlos sufrir más bajas de las que podrĂan soportar.
Pero si en septiembre una victoria aliada parecĂa posible, por lo menos en la imaginaciĂłn de los mandos militares, en octubre la llegada de las lluvias convirtiĂł los campos y bosques devastados por la artillerĂa en grandes lodazales. Los Aliados ahora tendrĂan que luchar cuesta arriba y enfrentar un clima desfavorable. El primero de octubre los británicos perdieron a 57 mil hombres entre muertos, heridos y prisioneros, en los combates en Le Transloy.
Tras casi cinco meses, tras 141 dĂas de bombardeos, asaltos, batallas aĂ©reas, combate cuerpo a cuerpo y los primeros usos de tanques en el frente, los Aliados lograron avanzar apenas unos 10 kilĂłmetros. El costo: 420 mil soldados británicos, 200 mil franceses y 500 mil alemanes. En total, más de un millĂłn de seres humanos perdieron la vida o quedaron heridos y mutilados para ganar esos 10 kilĂłmetros. Es por eso que el Somme se ha convertido en sinĂ©cdoque de la brutalidad y futilidad de la Gran Guerra.
Como de costumbre, la situaciĂłn fue mucho más difĂcil de lo que el wishful thinking de los comandantes les hizo creer. El avance de los franceses y británicos iba a un ritmo demasiado lento y costaba demasiadas vidas. Algunas unidades eran exterminadas casi por completo. Por ejemplo, el 11 de julio, el UndĂ©cimo BatallĂłn de East Lancashire perdiĂł a 584 de los 720 que lo conformaban. El dĂa quince, 3,000 hombres de la Primera Brigada Sudafricana ocuparon el Bosque de Delville (o, como ellos lo llamaban, Devil's Wood) y resistieron los feroces ataques de los alemanes. Cuando el batallĂłn fue relevado, sĂłlo quedaban 143 hombres. Durante las seis semanas entre julio y agosto en que los británicos enviaron a las fuerzas australianas y neozelandesas para tratar de capturar la posiciĂłn granja Mouquet, murieron 12 mil soldados.
Durante la Batalla del Somme la guerra escalĂł como nunca antes. Mucha de la imaginerĂa que normalmente asociamos con este conflicto (tropas atravesando desiertos de lodo, soldados disparando desde trincheras hediondas, ases del aire teniendo duelos de caballerĂa por encima de campos de batalla mucho menos románticos) provienen de esos dĂas de horror. Fue allĂ donde por primera vez se usaron los tanques; fue allĂ donde Manfred von Richtoffen, el mĂtico BarĂłn Rojo, forjĂł su leyenda; fue allĂ donde J.R.R. Tolkien viviĂł las experiencias que marcaron su vida y su obra.
En agosto, despuĂ©s del avance de los Alidos y sin conseguir el Ă©xito en VerdĂşn, Von Falkenhayn renunciĂł al mando del ejĂ©rcito alemán y fue reemplazado por Paul von Hindenburg y su mano derecha, Erich Ludendorf. Éstos adoptaron una nueva estrategia: retroceder y concentrar sus fuerzas para obligar a los Aliados a extenderse más allá de su capacidad y asĂ hacerlos sufrir más bajas de las que podrĂan soportar.
Pero si en septiembre una victoria aliada parecĂa posible, por lo menos en la imaginaciĂłn de los mandos militares, en octubre la llegada de las lluvias convirtiĂł los campos y bosques devastados por la artillerĂa en grandes lodazales. Los Aliados ahora tendrĂan que luchar cuesta arriba y enfrentar un clima desfavorable. El primero de octubre los británicos perdieron a 57 mil hombres entre muertos, heridos y prisioneros, en los combates en Le Transloy.
Tras casi cinco meses, tras 141 dĂas de bombardeos, asaltos, batallas aĂ©reas, combate cuerpo a cuerpo y los primeros usos de tanques en el frente, los Aliados lograron avanzar apenas unos 10 kilĂłmetros. El costo: 420 mil soldados británicos, 200 mil franceses y 500 mil alemanes. En total, más de un millĂłn de seres humanos perdieron la vida o quedaron heridos y mutilados para ganar esos 10 kilĂłmetros. Es por eso que el Somme se ha convertido en sinĂ©cdoque de la brutalidad y futilidad de la Gran Guerra.
La ofensiva BrusĂlov
And I can't help but wonder, oh Willy McBride,
Do all those who lie here know why they died?
Did you really believed them when they told you the cause?
Did you really believed them when they told you the cause?
Did you really believe that this war would end wars?
Entre junio y agosto el ejĂ©rcito del Imperio Ruso avanzĂł sobre territorios del Imperio Austro-HĂşngaro con una enorme ofensiva, concebida por el brillante general Aleksei BrusĂlov. Éste planeĂł el inicio del ataque con una serie de bombardeos rápidos y precisos sobre las lĂneas enemigas. Normalmente los bombardeos eran prolongados, lo que daba tiempo al enemigo de replegarse y prepararse para ulteriores ataques, además de que dañaba la Tierra de Nadie entre las lĂneas, por lo que resultaba muy difĂcil para los ataques avanzar a travĂ©s del territorio bombardeado.
La nueva estrategia de BrusĂlov resultĂł un Ă©xito rotundo; la lĂnea de los austro-hĂşngaros fue rota por completo y los rusos avanzaron a grandes pasos por la Galizia ucraniana. Entre otras mejoras tácticas, BrusĂlov creĂł unidades especiales de choque, compuestas por individuos con experiencia y bien entrenados, para atacar puntos dĂ©biles en las lĂneas austro-hĂşngaras, en vez de enviar grandes nĂşmeros de soldados a morir bajo la artillerĂa enemiga.
BrusĂlov habĂa aprendido que la guerra moderna era muy diferente a la decimonĂłnica, pero por desgracia fue de los pocos que lo hicieron. La importancia de las comunicaciones y de lĂneas de abastecimiento bien organizadas fue obviada por el alto mando ruso. El Ă©xito del avance de BrusĂlov lo alejĂł cada vez más de sus propias lĂneas, y además, tras barrer con el incompetente ejĂ©rcito austro-hĂşngaro tuvo que enfrentarse al eficiente ejĂ©rcito alemán, que no caĂa en las mismas estratagemas.
Por si fuera poco, el Ă©xito en cuanto a territorio ganado vino a un altĂsimo costo en vidas humanas, pues los rusos se estaban jugando el todo por el todo. Cuando el avance ruso llegĂł a su fin en agosto, el EjĂ©rcito Imperial habĂa perdido 500 mil hombres. Con todo, las pĂ©rdidas para las potencias centrales fueron mucho mayores: aproximada 1,3 millones de soldados entre muertos, heridos y prisioneros. Para colmo, el objetivo principal fracasĂł: el propĂłsito de la ofensiva rusa era coordinarse con la ofensiva británica y francesa en el Somme para romper de una vez por todas los ejĂ©rcitos de las Potenciaes Centrales, lo que obviamente no sucediĂł.
Las batallas del rĂo Isonzo
Este rĂo, que separaba los terrirtorios de Italia y Eslovenia (en el Imperio Austro-HĂşngaro) fue el escenario de no menos de doce batallas durante la Primera Guerra Mundial, de las cuales cinco (de la quinta a la novena) se pelearon en 1916, entre los meses de marzo y noviembre.
Esta batalla resulta excepcional porque fue un duelo de talentos entre dos de las mentes militares menos brillantes de la historia humana: el italiano Luigi Cadorna, artĂfice de la entrada de su paĂs a la guerra, y el austriaco Franz Conrad von Hötzendorf, el responsable de que Austria-HungrĂa invadiera Serbia e iniciara la guerra, un tipo tan soberamente estĂşpido que merecerĂa una entrada para Ă©l solito. Ambos se caracterizaban por pensar que la maquinaria de guerra moderna no contaba para nada y que lo importante era el valor y patriotismo de los soldados, por lo que no tenĂan empacho en lanzar oleadas tras oleadas de hombres jĂłvenes contra el fuego de las ametralladoras.
En marzo los italianos lanzaron una ofensiva, como era costumbre, mal planeada y peor ejecutada. No hubo un resultado claro, sino más bien fue otro de esos empates que nada lograron, pero costaron muchas vidas. Los italianos sufrieron 1,800 bajas, mientras los austriacos perdieron a 1,900 hombres, entre muertos y heridos.
La batalla de agosto fue la más exitosa para los italianos, lo cual es muy poco decir. Les costĂł 20 mil vidas, contra las 8 mil de los austriacos (8,500 hombres de ambos bandos murieron sĂłlo el 6 de agosto, en los combates en Doberdò), y lo Ăşnico que lograron fue tomar el control del paso a travĂ©s del rĂo, asĂ como conquistar la poblaciĂłn de Gorizia, en el lado esloveno. Con todo, se vendiĂł al pĂşblico como una gran victoria para Italia. Esperando repetir ese resultado, Cadorna ordenĂł otra ofensiva en septiembre, en la que se invirtiĂł una gran cantidad de recursos y se contaron 17 mil bajas para los italianos y 15 mil para los austriacos, pero no se logrĂł nada, en parte debido a que las lluvias desbordaron el rĂo y sus aguas inundaron las trincheras italianas.
Otro intento fallido se dio en octubre, con 25 mil bajas para cada uno de los bandos. Cadorna seguĂa terco con querer establecer posiciones del otro lado del rĂo y un Ăşltimo intento tuvo lugar en noviembre. Las bajas fueron catastrĂłficas: 39 mil para los italianos y 30 mil para los austriacos. Aunque estos Ăşltimos siempre tuvieron la mejor mano, no podĂan seguir perdiendo gente a ese ritmo, lo que provocĂł la intervenciĂłn de los alemanes, quienes sumaron sus fuerzas a las de sus aliados en las consiguientes batallas. Mientras tanto, miles de hombres jĂłvenes habĂan perdido la vida a orillas de rĂo Isonzo.
La Zona Roja de Francia
Finalmente, quiero mostrarles cĂłmo la guerra sigue teniendo efectos sobre el medio ambiente y la vida humana, aĂşn tras un siglo de que terminara. La Zona Roja en Francia recibe ese nombre porque es un sitio sumamente peligroso, que corresponde al área en la que se librĂł la batalla de VerdĂşn. La cantidad de explosivos, municiones y armas tĂłxicas usadas en esta zona durante la Primera Guerra Mundial la han convertido en un campo minado. Aunque en algunas partes alrededor del área se han establecido viviendas, granjas y hasta sitios turĂsticos, en su corazĂłn hay un área restringida.
Desde hace décadas los granjeros de los alrededores extraen toda clase de vestigios del conflicto: armas, cascos, ballonetas, incluso restos óseos de soldados olvidados. Y a veces, proyectiles y explosivos que en ese momento estallan, dañan los tractores y dejan aterrorizados a los campesinos.
Además, los quĂmicos usados en la fabricaciĂłn de armas y explosivos siguen contaminando el medio ambiente durante años, aĂşn despuĂ©s de que las bombas hubieran estallado. Por supuesto, los remanentes de los ataques con gas tĂłxico son de los elementos más contaminantes, y los que causan más muertes de los trabajadores del DĂ©partement du DĂ©minage, la dependencia del gobierno francĂ©s que aĂşn hoy, cien años despuĂ©s, se dedica a limpiar sitios de riesgo. De hecho, se calcula que terminar de limpiar la zona tomará varios siglos.
Entre los quĂmicos presentes en el suelo, el agua e incluso en los organismos vegetales y animales del lugar se encuentran plomo, mercurio, arsĂ©nico y zinc. ¿Lo peor? Los niveles de algunos de estos contaminantes siguen en ascenso y pueden permanecer en el ambiente por 10 mil años. Algunas áreas están tan contaminadas por los agentes tĂłxicos que se han convertido en extensiones desĂ©rticas, en las que casi nada puede crecer.
Los verdes campos de Francia...
La expresiĂłn "leones comandados por asnos" implica que los que están al mando eran idiotas, pero que los combatientes eran guerreros valerosos. Esta concepciĂłn es engañosa, pues quienes estaban en la lĂnea de fuego no necesariamente eran "leones", sino personas comunes y corrientes que fueron transformadas por la experiencia bĂ©lica, y asĂ como algunos sobrevivĂan y otros resultaban ser buenos para el combate, otros se quebraban, y nadie volvĂa a casa sin cicatrices, fĂsicas o emocionales. Los numerosos casos de shell shock, o neurosis de guerra, una forma de estrĂ©s postraumático que afectĂł a muchos soldados, da cuenta de que en realidad nadie está hecho para la guerra.
Las batallas del rĂo Isonzo
Well the suffering, the sorrow, the glory the shame,
The killing and dying, it was all done in vain.
Oh, Willy McBride, it all happened again,
And again, and again, and again, and again.
The killing and dying, it was all done in vain.
Oh, Willy McBride, it all happened again,
And again, and again, and again, and again.
Esta batalla resulta excepcional porque fue un duelo de talentos entre dos de las mentes militares menos brillantes de la historia humana: el italiano Luigi Cadorna, artĂfice de la entrada de su paĂs a la guerra, y el austriaco Franz Conrad von Hötzendorf, el responsable de que Austria-HungrĂa invadiera Serbia e iniciara la guerra, un tipo tan soberamente estĂşpido que merecerĂa una entrada para Ă©l solito. Ambos se caracterizaban por pensar que la maquinaria de guerra moderna no contaba para nada y que lo importante era el valor y patriotismo de los soldados, por lo que no tenĂan empacho en lanzar oleadas tras oleadas de hombres jĂłvenes contra el fuego de las ametralladoras.
En marzo los italianos lanzaron una ofensiva, como era costumbre, mal planeada y peor ejecutada. No hubo un resultado claro, sino más bien fue otro de esos empates que nada lograron, pero costaron muchas vidas. Los italianos sufrieron 1,800 bajas, mientras los austriacos perdieron a 1,900 hombres, entre muertos y heridos.
La batalla de agosto fue la más exitosa para los italianos, lo cual es muy poco decir. Les costĂł 20 mil vidas, contra las 8 mil de los austriacos (8,500 hombres de ambos bandos murieron sĂłlo el 6 de agosto, en los combates en Doberdò), y lo Ăşnico que lograron fue tomar el control del paso a travĂ©s del rĂo, asĂ como conquistar la poblaciĂłn de Gorizia, en el lado esloveno. Con todo, se vendiĂł al pĂşblico como una gran victoria para Italia. Esperando repetir ese resultado, Cadorna ordenĂł otra ofensiva en septiembre, en la que se invirtiĂł una gran cantidad de recursos y se contaron 17 mil bajas para los italianos y 15 mil para los austriacos, pero no se logrĂł nada, en parte debido a que las lluvias desbordaron el rĂo y sus aguas inundaron las trincheras italianas.
Otro intento fallido se dio en octubre, con 25 mil bajas para cada uno de los bandos. Cadorna seguĂa terco con querer establecer posiciones del otro lado del rĂo y un Ăşltimo intento tuvo lugar en noviembre. Las bajas fueron catastrĂłficas: 39 mil para los italianos y 30 mil para los austriacos. Aunque estos Ăşltimos siempre tuvieron la mejor mano, no podĂan seguir perdiendo gente a ese ritmo, lo que provocĂł la intervenciĂłn de los alemanes, quienes sumaron sus fuerzas a las de sus aliados en las consiguientes batallas. Mientras tanto, miles de hombres jĂłvenes habĂan perdido la vida a orillas de rĂo Isonzo.
La Zona Roja de Francia
Did they beat the drums slowly?
Did the played the fife lowly?
Did they sound the Death March,
As the lowered you down?
Did the band played the 'Last Post' in chorus?
Did the pipes played 'The Flowers of the Forest'?
Desde hace décadas los granjeros de los alrededores extraen toda clase de vestigios del conflicto: armas, cascos, ballonetas, incluso restos óseos de soldados olvidados. Y a veces, proyectiles y explosivos que en ese momento estallan, dañan los tractores y dejan aterrorizados a los campesinos.
Además, los quĂmicos usados en la fabricaciĂłn de armas y explosivos siguen contaminando el medio ambiente durante años, aĂşn despuĂ©s de que las bombas hubieran estallado. Por supuesto, los remanentes de los ataques con gas tĂłxico son de los elementos más contaminantes, y los que causan más muertes de los trabajadores del DĂ©partement du DĂ©minage, la dependencia del gobierno francĂ©s que aĂşn hoy, cien años despuĂ©s, se dedica a limpiar sitios de riesgo. De hecho, se calcula que terminar de limpiar la zona tomará varios siglos.
Entre los quĂmicos presentes en el suelo, el agua e incluso en los organismos vegetales y animales del lugar se encuentran plomo, mercurio, arsĂ©nico y zinc. ¿Lo peor? Los niveles de algunos de estos contaminantes siguen en ascenso y pueden permanecer en el ambiente por 10 mil años. Algunas áreas están tan contaminadas por los agentes tĂłxicos que se han convertido en extensiones desĂ©rticas, en las que casi nada puede crecer.
Los verdes campos de Francia...
La expresiĂłn "leones comandados por asnos" implica que los que están al mando eran idiotas, pero que los combatientes eran guerreros valerosos. Esta concepciĂłn es engañosa, pues quienes estaban en la lĂnea de fuego no necesariamente eran "leones", sino personas comunes y corrientes que fueron transformadas por la experiencia bĂ©lica, y asĂ como algunos sobrevivĂan y otros resultaban ser buenos para el combate, otros se quebraban, y nadie volvĂa a casa sin cicatrices, fĂsicas o emocionales. Los numerosos casos de shell shock, o neurosis de guerra, una forma de estrĂ©s postraumático que afectĂł a muchos soldados, da cuenta de que en realidad nadie está hecho para la guerra.
La guerra es locura. En nombre de la patria, de la raza o del honor, unos hombres envĂan a otros a matar y morir, a vivir una pesadilla que quienes no la han experimentado apenas pueden imaginar. La guerra es siempre un acto de los viejos contra los jĂłvenes, los ricos contra los pobres, los poderosos contra los anĂłnimos.
Hoy en dĂa los ajedrecistas de la destrucciĂłn siguen reclutando a jĂłvenes, convirtiĂ©ndolos en mártires inĂştiles o en ejecutores de atrocidades, enseñándoles a odiar a quienes nada les han hecho, todo con las promesas vacĂas de ideales abstractos, mientras ellos pemanecen seguros y cĂłmodos muy lejos del frente.
A lo largo de esta entrada les he puesto estrofas de la canciĂłn The Green Fields of France de Eric Bogle (aquĂ les pongo el cover de Dropkick Murphys), que trata precisamente de la tumba de un joven soldado irlandĂ©s caĂdo en la batalla del Somme en 1916. Conociendo la historia de aquel año podemos comprender mejor la letra y conmovernos. Lo más triste de recordar la demencia de la Gran Guerra es precisamente que todo volviĂł a pasar una y otra vez...
A lo largo de esta entrada les he puesto estrofas de la canciĂłn The Green Fields of France de Eric Bogle (aquĂ les pongo el cover de Dropkick Murphys), que trata precisamente de la tumba de un joven soldado irlandĂ©s caĂdo en la batalla del Somme en 1916. Conociendo la historia de aquel año podemos comprender mejor la letra y conmovernos. Lo más triste de recordar la demencia de la Gran Guerra es precisamente que todo volviĂł a pasar una y otra vez...
Principales fuentes consultadas:
- Easter Rising 1916
- The Tragedy of Kut
- 10 things you may not know about the Battle of Verdun
- What was the Battle of Jutland and why was it so important?
- The Battle of the Somme: 141 days of horror
- The Brusilov Offensive
- Eleven Battles of the Isonzo
- The 'Red Zone' in France
Este texto forma parte de la serie La
Gran Guerra, sobre el conflicto bélico mundial que formó el mundo moderno.
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