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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

miércoles, 5 de agosto de 2020

Lo que te han dicho de los movimientos sociales es falso


Hola, soy Maik. Hoy vengo a impartir una breve lecciĂłn de historia, y a invitar a unas reflexiones relevantes para nuestros tiempos. Usemos lo que sabemos sobre el pasado para comprender nuestro presente, que de eso se trata. Mira este cartĂłn:


 

Esta caricatura sobre Martin Luther King Jr. apareció en la década de los 60. En ella se insinúa que el carácter pacífico de su movimiento es falso y que su verdadera naturaleza es violenta. Qué curioso cuando, desde la escuela hasta la cultura pop y los memes de Internet, hacen énfasis en la estrategia no violenta de MLK como paradigma de lo que debe ser un movimiento social.

 

Ahora, mira esta caricatura sobre Black Lives Matter:

 


Cuando se habla de movimientos sociales de hoy, nunca faltan voces que tratan de compararlos con aquellos de antes. El feminismo de ayer, contra las locas feminazis de hoy. El pacífico Martin Luther King contra los vándalos de Black Lives Matter. La gloriosa Résistance antifascista de antaño, contra los peligrosos matones de Antifa. Aquellos movimientos, aquellas luchas del pasado, estuvieron bien, lo hicieron de la forma correcta, y pelearon por las causas justas. Las de hoy son malas imitaciones, indignas de la memoria de los héroes del pasado, que sólo traen caos y problemas, y que incluso pueden llegar a ser un peligro.

 

Pero basta estudiar un poco de historia para saber que las críticas que se hacen hoy en día contra distintos movimientos sociales, son básicamente las mismas que se hacían antaño. El guion ha cambiado poco; tan poco, que podemos tomar una caricatura anti-sufragista de inicios del siglo XX y una caricatura antifeminista de inicios del siglo XXI y ver que dicen básicamente lo mismo.

 

 

Hace un siglo decĂ­an estas cosas de las sufragistas: que querĂ­an destruir la familia, que querĂ­an tener supremacĂ­a sobre los hombres, que eran mujeres feas, antipáticas y poco femeninas. ¿Acaso no has escuchado que dicen exactamente lo mismo acerca de las feministas modernas? “Pero hay mujeres que critican el feminismo actual, aunque reivindiquen el clásico.” ¡Gran cosa! TambiĂ©n hubo mujeres que se oponĂ­an al sufragio femenino.

 


Algunas personas parecen creer que el movimiento sufragista consistiĂł solamente en marchas y protestas pacĂ­ficas, pero no fue asĂ­. Las sufragistas histĂłricas rayaron paredes, rompieron ventanas, irrumpieron en eventos pĂşblicos, vandalizaron edificios y en ocasiones se liaron a golpes con la policĂ­a.


 

Deja te cuento algo. En marzo de 1914 la sufragista Mary Richardson vandalizĂł la famosa pintura de Diego Velázquez, La Venus del espejo como una forma de protesta. Su mensaje era “se preocupan más por los derechos de una mujer pintada que por los de las mujeres reales”. El mensaje puede ser poderoso, pero en lo personal, ni me parece bien dañar una obra de arte, ni creo que este acto en particular haya servido de mucho para la causa.

 

Sin embargo, no creo que eso baste para deslegitimar un movimiento ni sus objetivos. Antes bien, conocer ésta y otras historias me ha servido para entender que lo más probable es que este tipo de cosas son casi inevitables. Para que tu movimiento triunfe, tienes que involucrar a toda la gente que puedas, y entonces no puedes controlar que todas las personas tengan buenas ideas o sean perfectamente disciplinadas, o que piensen todas exactamente igual que tú. De todos modos, el caso de Mary Richardson ha pasado como una anécdota curiosa, mientras que el movimiento sufragista cambió la historia. Así que cuando veo cosas que no me parecen bien en el marco de movimientos que por lo general apoyo, trato de recordar que, aunque criticarlos puede ser pertinente y válido, a fin de cuentas son inconveniencias menores, detalles en procesos mucho más trascendentes.


¿QuĂ© hay del pacifismo de Martin Luther King? Es cierto que Ă©l personalmente predicaba la no violencia como mĂ©todo de lucha, no sĂłlo por ser más efectiva, sino por ser moralmente superior. Sin embargo, aunque no aprobaba los disturbios como forma de protesta, los comprendĂ­a como expresiĂłn desesperada de un pueblo que no habĂ­a sido escuchado. Su actitud no era “quĂ© malos los revoltosos que arruinan nuestra lucha” sino “miren, esta violencia es el resultado de la injusticia, y si no queremos que haya más problemas asĂ­, hay que corregir la injusticia”. Además, no tenĂ­a control absoluto sobre todas y cada una de las personas que lo siguieron o participaron en sus manifestaciones, asĂ­ que no siempre podĂ­a evitar que las cosas se pusieran punk. Sin contar que nunca falta la gente externa que aprovecha la confusiĂłn para hacer desmadre.

 


Lo que es más, a pesar de que MLK era sĂşper estricto y disciplinado con esa de la no violencia y no darle causa a los criticones para berrear, ni a las autoridades para reprimir, de todas formas los medios y la opiniĂłn pĂşblica lo tachaban de extremista y alborotador, y a sus tácticas de provocativas. Como hoy, cuando atletas negros se arrodillan durante el himno nacional en forma de protesta; difĂ­cilmente se puede ser más pacĂ­fico que eso, pero a mucha gente le indigna la falta de respeto. Piensa: las marchas, los plantones y las huelgas son de lo más pacifista que hay, pero como interrumpen el tráfico y estorban a la gente, siempre son criticadas duramente por una buena parte del pĂşblico y los opinĂłcratas. ¡Pero Ă©sas eran precisamente las tácticas de Martin Luther King!

 


Eso sin mencionar que el movimiento del Dr. King no fue el Ăşnico que existiĂł en aquellos años. Desde Malcolm X a los Black Panthers, otros colectivos no renunciaron a usar mĂ©todos de confrontaciĂłn y acciĂłn directa para luchar contra la supremacĂ­a blanca. Todos ellos contribuyeron al cambio social que se dio en la dĂ©cada de los 60. De hecho, el contraste con los movimientos más “radicales” empujĂł a las autoridades a buscar entendimiento con el de MLK, que en comparaciĂłn parecĂ­a menos peligroso.

 

¿QuĂ© hay del movimiento por los derechos LGBTQ+? EmpezĂł como un disturbio contra la policĂ­a en Nueva York, e incluyĂł pedradas, saqueos y toda la cosa. Tampoco fue bien visto con buenos ojos por mucha gente: “maricas causando destrozos”. Piensa en eso cuando te escandalicen los atuendos del desfile del Pride. Si los movimientos sociales fueran aprobados por las mayorĂ­as desde un inicio, no serĂ­an necesarios; se dan precisamente para cambiar la visiĂłn que las mayorĂ­as tienen sobre un asunto, y esa lucha no siempre es sencilla, se enfrentan siempre al poder, y por lo general toma mucho tiempo.

 

En este video sobre la ciencia del activismo, Rebecca Watson nos explica que los movimientos de protesta pacĂ­ficos son más efectivos que los violentos para traer cambios sociales. Pero, ojo, que tambiĂ©n aclara que por la oposiciĂłn pacĂ­ficos vs violentos no se refiere a “marchas bien educadas” vs “protestas con grafitis y pedradas”, sino “protestas con o sin catorrazos” vs “insurrecciones armadas”. TambiĂ©n explica que los movimientos sociales que emplean tácticas incĂłmodas, que al gran pĂşblico pueden parecerles “extremas”, son en un principio impopulares, pero los que más posibilidades tienen de lograr cambios reales.

 

“Pero aquellos movimientos querĂ­an algo bueno, no las locuras que quieren los de ahora”, piensan algunos, o incluso, que la justicia ya se logrĂł con aquellas luchas y que ahora ya no hay nada que pedir. Pero mira, en aquel tiempo tambiĂ©n mucha gente pensaba que la sociedad ya era justa asĂ­ como estaba. Que era lo natural y correcto que las mujeres estuvieran subordinadas a los hombres, que las minorĂ­as raciales permanecieran segregadas y que la diversidad sexual fuera escondida. Y que, si ese orden se alteraba, las cosas se pondrĂ­an muy mal.

 

Cuando Mary Wollstonecraft empezĂł a publicar sus ideas feministas a finales del siglo XVIII, intelectuales varones dijeron que si su proyecto se llevara a cabo, la sociedad inglesa se desmoronarĂ­a. Un crĂ­tico comentĂł que, si las mujeres pedĂ­an igualdad de derechos, luego los animales tambiĂ©n lo harĂ­an. ¿No te parecen familiares esas acusaciones? Y lo mismo se dijo de las sufragistas a principios del siglo XX, y de las feministas de segunda ola en los 60 y 70. Las razones y objetivos de estos movimientos suelen presentarse de forma caricaturizada, como hombres de paja, para asustar al pĂşblico ante un escenario distĂłpico.

 


De Martin Luther King se dijo que era un comunista, agente de la UniĂłn SoviĂ©tica, que querĂ­a desestabilizar a los Estados Unidos. Los segregacionistas en los estados del sur aseguraban que los negros estaban contentos con el orden de cosas y que eran “agentes externos” los que los estaban alborotando. Lo mismo se dijo de Nelson Mandela en su lucha contra el Apartheid en Sudáfrica. Seguro muchos lo creĂ­an de verdad, quizá otros sĂłlo querĂ­an hacerlo creer, pero el caso es que en aquella Ă©poca cualquier movimiento social era tachado como parte del complot comunista internacional. Recuerda esto cuando hablen de conspiraciones malvadas que supuestamente controlan los movimientos sociales actuales para “destruir Occidente”. No, George Soros no financia Black Lives Matter.

 


Vayamos recapitulando. Existe cierto discurso recurrente, incluso dominante en ciertos medios, que quiere hacerte creer que:

 

a) Los movimientos sociales de antaño fueron perfectamente civiles y educados, cuando en realidad incluyeron tantas ventanas rotas y paredes pintadas como los de ahora.

 

b) Que los movimientos sociales de antaño lograron todo lo que tenían que lograr, cuando en realidad obtuvieron victorias decisivas, pero parciales, en una lucha por la justicia que continúa hasta nuestros días.

 

¿De quĂ© consiste todo esto? Primero, recuerda que, de fondo, el meollo de toda postura conservadora es mantener el statu quo, en especial preservar los privilegios y poder de quienes gozan de ellos. Recuerda tambiĂ©n que lo progresista y lo conservador dependen del contexto histĂłrico y social de cada situaciĂłn, y que es siempre relativo. Los movimientos del pasado tuvieron que luchar contra las corrientes conservadoras de ese momento, las que se resistĂ­an a la posibilidad de un cambio social, especialmente si ello significaba que un grupo perderĂ­a sus ventajas sobre otros.

 

Con mucho trabajo, la visiĂłn impulsada por estos movimientos, o por lo menos una parte de ella, fue imponiĂ©ndose, ya no como una demanda de cambio radical, sino como parte de una nueva normalidad. Se reconociĂł el derecho al voto de las mujeres, se hizo ilegal la segregaciĂłn racial, etcĂ©tera. El radicalismo de ayer es el sentido comĂşn de hoy. Ya convertidas en parte de la normalidad, el conservadurismo no podĂ­a seguir oponiĂ©ndose a estas conquistas (algunos todavĂ­a lo hacen, son los reaccionarios). Entonces su nueva meta es evitar a toda costa que ocurran más cambios. De modo que se vuelve necesario deslegitimar tanto los nuevos objetivos como los mĂ©todos de los movimientos, que creas que la igualdad ya se logrĂł, que pedir más es un despropĂłsito, y que “Ă©sas no son las formas”.

 

De la misma manera, cuando ponen, a manera de contraejemplo al activismo, historias de mujeres o miembros de grupos marginados que destacan profesionalmente, de lo que se trata es de mandar el mensaje de que el único esfuerzo válido es el de la superación personal, no el del cambio social. Porque es precisamente éste el que pone en peligro al statu quo.


 

Esto que estoy diciendo no necesariamente es una estrategia consciente por parte de cada persona que demuestra rechazo hacia estos movimientos. Más bien estoy explicando la función que cumplen estos discursos en el marco de la guerra cultural. Puse por ejemplos algunos de los casos más universalmente conocidos, referentes al contexto estadounidense y europeo (que nos es familiar por las películas y otros medios), pero aplica igual a los movimientos en nuestra América Latina. Creo que, a fin de cuentas, cuando se habla sobre feminismo, huelgas de trabajadores, protestas contra el racismo, o lo que fuere, lo que quiero decir con todo esto es:

 

1. Cuando escuches de un movimiento social que es sólo una bola de lunáticos que quieren destruirlo todo y colapsar la sociedad, piensa que exactamente lo mismo dijeron de movimientos históricos que ahora son canonizados.

 

2. Cuando el discurso sobre un movimiento actual se centre en los actos reprobables, recuerda que los movimientos del pasado incluyeron esa clase de cosas, y piensa que, aunque puedes no estar de acuerdo, es posible que no se trate de algo representativo del movimiento, ni que sea suficiente para deslegitimarlo por completo.

 

3. Cuando te digan que las demandas y objetivos de un movimiento son absurdas o peligrosas, recuerda que las demandas de movimientos en el pasado, como el voto femenino o el derecho a la no discriminaciĂłn, hoy son consideradas de sentido comĂşn, pero en su momento fueron radicales.

 


Esto no significa que debas caer en el efecto de Galileo: se rieron de Galileo y tenĂ­a razĂłn, pero no cualquier charlatán del que se rĂ­an tiene razĂłn. Más bien que no te quedes con una visiĂłn superficial de los movimientos actuales, que profundices un poco antes de casarte con una opiniĂłn. Es decir, pregĂşntate si la caracterizaciĂłn de estos movimientos que ha llegado hasta ti no es el equivalente a esas caricaturas con las que iniciamos esta entrada. Si la informaciĂłn que recibes viene del equivalente actual a los que en el pasado dijeron que el voto femenino o la mezcla de razas destruirĂ­an a la sociedad. PregĂşntate si, de haber vivido en tiempos de la esclavitud, habrĂ­as estado a favor o en contra de ella. A fin de cuentas, tarde o temprano, el cambio va a llegar, y cuando en el futuro mires a este momento ¿quĂ© pensarás?

 

Ésta es la primera de dos introducciones para hablar de movimientos sociales de hoy. En la próxima hablaremos de si en realidad son las élites gobernantes las que llevan a cabo el cambio social. Spoiler: NO.


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