Diarios de la pandemia es una bitácora de la crisis de Covid-19. Esta entrada es del 15 de junio de 2022.
“Es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar el fin del capitalismo.”
-Mark Fisher
Desde
hace mucho tiempo que las narraciones apocalĂpticas y postapocalĂpticas
nos acompañan; son de los subgéneros más populares de la ficción especulativa.
El problema es que la mayorĂa de ellas nos sirven muy poco para visualizar la
catástrofe que se nos viene encima si no actuamos rápido respecto a la crisis
climática.
En
la cultura pop contemporánea existen dos tipos de relatos básicos sobre el
apocalipsis. El relato apocalĂptico estándar trata del fin del mundo, o
por lo menos del colapso de la civilizaciĂłn humana tal como la conocemos. Este
final puede llegar en la forma de una muerte sĂşbita, un instante en el
que todos simplemente desaparecemos. El ejemplo más reciente es la pelĂcula Don’t
Look Up (2022): al final, los personajes se reĂşnen en una
Ăşltima cena a esperar a que un cometa destruya Tierra. La devastadora Melancholia
(2011) de Lars von Trier, también trata de un grupo de personas que esperan
el fin del mundo, que viene en la forma de un planeta que ha de chocar con el
nuestro. Similar premisa tiene When Worlds Collide (1951), sĂłlo
que aquà un puñado de supervivientes logra migrar a otro planeta.
En
la clásica cinta de Stanley Kramer On the Beach (1959), un
grupo de supervivientes de una guerra nuclear esperan pacientemente a que la
nube radiactiva los alcance y los mate a todos. En el cuento La Ăşltima
noche del mundo (1951) de Ray Bradbury, un matrimonio sabe, por alguna
razón misteriosa, que el mundo se acabará como una vela se apaga, irán a dormir
y no habrá mañana.
Lo
que tienen en comĂşn todas estas narraciones es que el fin del mundo se da en
un instante. Ni siquiera pasa mucho tiempo entre que los personajes se
enteran del peligro y toda la vida humana se extingue con un suspiro. Cuando
mucho, toma algo de tiempo, pero nunca más de algunas semanas o meses. Un dĂa
estamos haciendo nuestras cosas normales y al otro todo ha acabado. Hay mucha
melancolĂa, duelo, sentimiento de pĂ©rdida y el terror existencial de darnos
cuenta de que todas nuestras acciones, todos nuestros triunfos, errores y
atrocidades como humanidad no significan nada al final. Pero hay poco
sufrimiento. El fin llega en un parpadeo y ya no hay nada más, ni bueno ni
malo.
El
otro tipo de narraciĂłn es la postapocalĂptica. AquĂ nos presentan un
mundo en el que la civilizaciĂłn ya colapsĂł, y hay un regreso a la barbarie.
Muchas de las pelĂculas de zombis, las de Mad Max y la
nueva trilogĂa de Planet of the Apes tratan de esto. El mundo despuĂ©s
del fin del mundo es un lugar hostil y peligroso. Pero el problema es que estas
cintas subrayan la acciĂłn y aventura. En la ficciĂłn postapocalĂptica
podemos fantasear con volver a ser guerreros o aventureros, libres de las
constricciones y monotonĂa del mundo moderno.
Además,
casi nunca nos muestran el proceso por el que se llega a ese mundo salvaje. A
lo mucho, habrá una retrospectiva o prólogo que más o menos nos lo cuente. En
Ă©ste, veremos casi siempre que el proceso fue rápido: un dĂa hubo una
guerra mundial, o una plaga matĂł a la mayorĂa de la poblaciĂłn en cosa de meses,
o algĂşn otro desastre parecido. En Rise of the Planet of the Apes el
mundo está siguiendo su vida normal; en la segunda pelĂcula de la trilogĂa, Dawn
of the Planet of the Apes, ya estamos después del apocalipsis.
Algunas
pelĂculas de zombis se encuentran entre el apocalipsis y el postapocalipsis,
pues tratan de los primeros dĂas o semanas de la plaga zombi. Pero hasta en
ellas el fin del mundo ocurre de la noche a la mañana: un dĂa estás en tu
trabajo godĂnez, y al otro estás peleando con zombis para llegar a un refugio
con tus seres queridos. Tanto en 28 Days Later (2002) como
en The Walking Dead (2003-2019) los respectivos
protagonistas despiertan de un coma para encontrar un mundo ya infestado por
zombis. La gradual decadencia de la civilizaciĂłn, el desmoronamiento de
las instituciones, el paulatino aumento de la violencia y la escasez de
recursos, es algo que casi siempre nos ahorran. Y aunque las historias de
zombis, como otras sobre el apocalipsis, se centran en el horror y la tragedia,
siguen dándonos la fantasĂa de que tendremos la oportunidad de pelear con
monstruos para sobrevivir.
Cuando
pensamos en la crisis climática que ya estamos viviendo y la muy real
posibilidad de un colapso civilizatorio, para muchas personas sus
referentes pueden ser las ficciones apocalĂpticas. Pero Ă©stas en realidad no
nos sirven de mucho. Y esto por lo que hemos dicho: sus apocalipsis son sĂşbitos
y, si queda algo del mundo después, promete una vida de aventuras, un regreso a
una era romántica donde los valientes forjan su propio destino, libres de los
problemas del mundo moderno.
Me
temo que la mayorĂa de las personas, acostumbradas a las ficciones
apocalĂpticas y postapocalĂpticas no están visualizando correctamente cĂłmo
será nuestro “fin del mundo”, que no será tal. No habrá un momento en que
“todo se acabe”, no nos vamos a ir con una gran explosiĂłn que nos quite el
futuro, pero también nos libre de todo sufrimiento ulterior. No despertaremos
un dĂa para ver que la sociedad ha colapsado para salir a luchar por nuestras
vidas contra canĂbales y muertos vivientes.
No,
la realidad será mucho peor. Tendremos una lenta y dolorosa agonĂa,
nuestra vida se hará poco a poco cada vez más miserable. Entonces, quiero que
hagamos un ejercicio de imaginación para visualizar los años y décadas que
vienen. No en todo el mundo pasará de la misma forma ni a la misma velocidad;
los paĂses más desarrollados y las clases sociales más adineradas podrán
comprar más tiempo antes de verse afectados. Pero podemos dibujar un panorama
general.
Dependiendo
del lugar en el que vivas, podrás ver más
sequĂas, más huracanes, más inundaciones o más incendios forestales. Los
veranos serán más calientes, pero habrá todavĂa heladas extremas que de vez en
cuando azoten ciertos lugares. Las cosechas ya están
siendo afectadas; se está produciendo menos comida, por lo que los
precios de los productos agrĂcolas subirán, y habrá desabasto de algunos de
ellos. Lo mismo está pasando con los
productos de la pesca: simplemente el mar ya no rinde como antes. Como
consecuencia, los precios de todo van a subir en un efecto dominĂł.
Piensa
en crisis econĂłmicas como la de 2008, en inflaciones que hagan que tu mismo
salario te rinda para cada vez menos. Ésa
será otra consecuencia del cambio climático. Los precios de la gasolina, el
gas, la electricidad, etc. seguirán
subiendo. Cerrarán empresas, colapsarán industrias y muchas
personas perderán sus empleos. Verás un
aumento de la pobreza en tu localidad, acompañada de la mendicidad, el
crimen y la violencia. Es probable que llegue el momento en que no puedas
pagar más la renta o la hipoteca de tu hogar.
Si tienes auto, llegará el momento en el que ya no puedas mantener lleno el tanque de gasolina, y en ciudades diseñadas para estos vehĂculos, con malos sistemas de transporte pĂşblico, te unirás a miles de personas que padecen su ineficiencia. Si ya de por sĂ usas transporte pĂşblico, es seguro que sus precios subirán, sin que mejore la calidad del servicio.
Los
recortes frecuentes en el servicio de agua potable ya son una realidad en varios
lugares de mi paĂs, como Nuevo
LeĂłn y la Ciudad
de México. Con el tiempo se convertirán en la norma. Esto irá afectando
primero a los barrios más humildes, luego a los de modesta clase media y asĂ
sucesivamente. Habrá retrocesos sociales en materia de los
derechos de las mujeres y las minorĂas. Es probable que veamos a los
gobiernos locales, milicias privadas, grupos paramilitares extremistas o
cárteles del crimen organizado enfrentarse
con toda violencia por el control de recursos como fuentes de agua potable
o campos de cultivo.
Verás
miles o millones de refugiados, desplazados
por la guerra o los desastres naturales. Esto es ya una realidad en muchos
lugares. Pero pronto ya no sólo sabrás de ellos por las noticias; estarán en tu
paĂs, en tu ciudad. Quizá te toque ser uno de ellos.
Piensa
en los dos años de pandemia que acabamos de vivir. Incluso si tuviste buena
fortuna y no perdiste a un ser querido, estarás de acuerdo en que dos años de
encierro trastornaron tu vida y que no querrĂas que eso volviera a pasar
pronto. Pero el cambio climático exacerba
la apariciĂłn de nuevas enfermedades pandĂ©micas. PodrĂamos estar viviendo
situaciones como la del Covid-19 cada quince, diez o cinco años. Y no en todas correrás
la misma suerte.
No
estoy tratando de ser alarmista; todo esto de los que he comentado son
proyecciones de las que hablan los cientĂficos. Como he dicho antes, a
estas alturas negar o minimizar el cambio climático requiere ignorar todos los
datos y creer que existe una vasta conspiraciĂłn que involucra a la mayorĂa de
instituciones cientĂficas e instancias internacionales para engañarnos por
quién sabe qué. Dejando de lado a algunas personas a las que a lo mejor sólo
les falta informaciĂłn, la mayorĂa de estos individuos ya están más allá de todo
esfuerzo que podamos hacer por convencerlos.
Creo
que necesitamos dejar de tomar como referentes las ficciones apocalĂpticas; las
distopĂas nos serĂan más acertadas, pero en realidad deberĂamos ver hacia las
noticias de lugares que hoy se encuentran en estado de guerra o golpeados
por desastres naturales, y pensar que asà será nuestra normalidad dentro de
muy poco. No tendremos un final repentino y definitivo que nos libere de
nuestro sufrimiento, ni aventuras en un futuro salvaje. Nuestra debacle será
paulatina y miserable. Es por eso que actitudes como “de algo habrĂa que
morirse” o “ya no podemos hacer nada, sĂłlo queda disfrutar hasta el final”
son muy, pero muy estúpidas. No habrá una fiesta que terminará súbitamente, ni
tendremos tiempo de sentarnos a una última cena o meter a nuestros niños a la
cama y despedirnos antes de que todo acabe.
Cuando
se habla de los escenarios probables que se darĂan de no actuar para
contrarrestar el cambio climático, siempre surge un tipo muy particular tipo de
individuo que dice “¡esto nos han estado diciendo desde hace años y no ha
pasado nada!”. El “no ha pasado nada”, viene de esa misma falta de
comprensiĂłn, de creer que, como el mundo “no se ha acabado” todavĂa, entonces
las predicciones eran pura exageraciĂłn. Pero es que los cientĂficos siempre han
estado hablando de procesos lentos que habrĂan de tomar dĂ©cadas, y todo
lo que ha estado pasando ha ocurrido dentro de los márgenes de los plazos
proyectados. El aumento de las temperaturas promedio a nivel global, los
fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, la acidificación de los
ocĂ©anos, la muerte de los arrecifes, la apariciĂłn de nuevas enfermedades… Todo
ha estado cumpliéndose más o menos según lo predicho; lo que pasa es que mucha
gente no ha entendido qué es lo que se predice.
Hoy en dĂa hay muchas cosas que podrĂan hacerse, a nivel local, nacional o global, pero simplemente no hay voluntad polĂtica para ello. Eso quiere decir que nosotros, las personas comunes, tendremos que exigirlo y luchar por ello. Pero para eso tendremos primero que aprender quĂ© es lo que está pasando y por quĂ©, quĂ© consecuencias tendrá y quĂ© acciones realmente nos pueden ayudar. Y no hay tiempo que perder; cada dĂa cuenta. Para eso he preparado algunas listas de reproducciĂłn de muy buenos canales educativos y de divulgaciĂłn cientĂfica:
Todo
lo que hemos dicho sobre la lenta agonĂa implica que tampoco llegaremos a un
punto en el que todo sea tan horrible que nuestras acciones no determinen si
las cosas mejoran o empeoran. Quiero decir que, hasta cuando el escenario
parezca más distĂłpico, todavĂa habrá cosas que podremos hacer para evitar que
se ponga peor. El “ya no se puede hacer nada” es lo que quieren que creamos
quienes no desean que hagamos nada. O sea, y esto es lo más importante: no
existirá una situación en la que podremos deshacernos de nuestra
responsabilidad colectiva de actuar.
Este texto, como otros, fue publicado con anticipación para mis mecenas en Patreon. Tú también puedes recibir adelantos cada semana y ayudarme a expandir este proyecto con una suscripción mensual. También tengo estos otros textos que puedens er de tu interés:
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