¿Por qué Internet está lleno de imbéciles? - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Por qué Internet está lleno de imbéciles?


-Si viniera un viajero del tiempo y te preguntara qué es lo más desconcertante de nuestra época, ¿qué le dirías?
-Tengo en mi bolsillo un dispositivo capaz de acceder a prácticamente todo el conocimiento, ciencias y artes, de la humanidad. Lo uso para ver fotos de gatos y discutir con desconocidos.

Chiste de Internet

Es tan conocido que hasta hacer chistes sobre ello es lugar común: Internet está lleno de imbéciles. No hay mejor manera de comprobarlo que echarle un vistazo a casi cualquier sección de comentarios de casi cualquier sitio de noticias, blog o video de Youtube. Por todas partes hay gente que pontifica sin tener una puta idea de lo que se habla, evidenciando su ignorancia y falta de raciocinio, pero eso sí, bien pinche segura de lo que dice. Eso ya sería suficientemente malo, pero el problema no es sólo eso, sino que además de decir tonterías las dicen con toda pasión, agresividad y falta hasta de los modales más básicos. Con mala ortografía, para acabarla de amolar.

Jaque mate, ateos.

¿Por qué sucede esto? Bueno, nuestra primera respuesta nos lleva a aplicar al género humano la famosa Ley de Sturgeon: el 90 por ciento de lo que sea es basura. O sea, lo que pasa es que el mundo, no Internet, está lleno de idiotas. Bueno, pero si es así ¿por qué entonces parece que todos están en Internet?

Empezaré por responder a una pregunta un tanto distinta ¿por qué nos comportamos como idiotas en Internet? Hablemos de la gente con falta de modales, o sea los cretinos y majaderos. Fuera de aceptar que gran parte de la humanidad está compuesta por patanes irremediables y que Internet es el medio ideal para trolls que sólo están ahí por joder, creo que la falta de modales generalizada se puede explicar por la distancia y el anonimato. Verán, por lo general no nos metemos en acaloradas discusiones con gente en vivo, y menos hasta llegar al intercambio de insultos. Si se trata de alguien a quien conocemos y con quien tenemos que convivir regularmente, como un vecino o un compañero de trabajo, por más mal que nos caiga y por más en desacuerdo que estemos con lo que dice, es raro que vayamos a alcanzar el mismo nivel de "debate" altisonante al de cuando nos metemos a foros de discusión. A lo mejor tratemos de hacerle ver nuestro punto de vista, pero no llegará al intercambio de gritos, insultos y comentarios sarcásticos. Si lo hiciéramos, la convivencia con esa persona sería muy difícil de llevar. Es más, si es un desconocido el que está diciendo tonterías, lo más probable es que no le demos importancia y sigamos nuestro camino.

Piénsese en la cotidiana actividad de manejar el auto. Desde que existen los automovilistas éstos han manifestado su desprecio por sus peores enemigos: los otros automovilistas. Cuando alguien se nos atraviesa, o no avanza a tiempo con el verde, o casi se pasa un alto cuando estamos a punto de cruzar, una reacción común es mentarle la madre (o tocar el cláxon con sentido equivalente). Pero por lo general no nos ponemos así si caminando chocamos con un transeúnte, y a la mayoría de las personas un "usted disculpe" sería suficiente. Menos aún nos pondríamos agresivos si esa persona que hace alguna tontería es nuestro conocido, ya sea que vayamos en auto o a pie.

¡Coooño!

Puede ser que esto se explique porque en persona vemos claramente que el otro es un ser humano como uno mismo, mientras que en el coche es sólo una figura borrosa dentro de una máquina, y de la que lo único que sabemos es que acaba de hacer algo que nos rompe las bolas. De la misma manera tratamos a la gente de Internet. Ni siquiera los visualizamos como seres de carne y hueso, sino como pendejos con algún avatar mamón que dijo algo con lo que no estamos de acuerdo. Tanto el conductor que se te atravesó por no fijarse en el auto, como el que manifiesta sus pendejadas en la red podrían ser muy buenas personas, y hasta convertirse en nuestros amigos si los conociéramos en otra situación. Pero sólo vemos en ellos a un auto atravesado y a un comentario estúpido. De ahí que sea tan fácil agredir.

También puede ser porque instintivamente sabemos que si nos ponemos muy berracos la cosa podría llegar a los golpes y la mayoría de las personas civilizadas prefiere evitar eso. Decía Conan el Bárbaro (sí, estoy a punto de citar a Conan el Bárbaro) que entre los bárbaros es muy importante la cortesía; es decir, que entre bárbaros no te pones a insultar a nadie a la ligera, porque sabes que tendrás que respaldar tus insultos con la espada. En cambio, los hombres civilizados se insultan con mucha facilidad y a la primera de cambio, sin temer por su vida cada vez que lo hacen. Cuando nos portamos como trolls en Internet, sabemos que no va a tener consecuencias: nadie nos va a pegar ni retar a duelo; ninguna relación que nos importe se va deteriorar. A lo mucho, si la persona del otro lado de la línea de fibra óptica nos molesta demasiado, podemos cortar la conversación e irnos a ver hentai de tentáculos. 

Anda, te reto a cuestionar SU opinión sobre Interstellar

Suficiente con los cretinos y los majaderos. Ahora trataré de los que creen que han dado con la idea más inteligente de la vida, aunque en realidad sólo piensan pendejadas y no tienen idea de lo que están diciendo, pero están muy seguros de sí mismos. Pues bien, este fenómeno tiene una explicación científica: es el efecto Dunning-Kruger

Miren ustedes, desde 1999 los doctores Dunning y Kruger, del departamento de psicología de la Universidad de Cornell (en Ithaca, Nueva York), condujeron una serie de experimentos y tests sobre destrezas mentales y conocimientos, e hicieron un hallazgo revelador. Resulta que las personas con más bajos índices en habilidades de lógica, gramática o matemáticas, o en conocimientos sobre determinado tema, tienden a creer que sus destrezas y conocimientos son muy buenos. Por otro lado, las personas con mayor habilidad y conocimientos tienden a subestimarse.

¿Por qué pasa eso? Bueno, pues porque para darte cuenta de cuándo una destreza intelectual es baja, o cuando los conocimientos son insuficientes, necesitas tener esa habilidad y esos conocimientos. ¿Cómo sabes que tu respuesta es equivocada, si no tienes los conocimientos y las habilidades para dar la respuesta correcta? En cambio, las personas que ya han desarrollado esas habilidades y ya han comenzado a adquirir esos conocimientos, saben que aún les queda mucho por aprender. Esto explica por qué gente sin saber de lo que está hablando se pone a pontificar como si tuviera la verdad absoluta, por qué personas que no pueden razonar de la forma más básica creen que están lanzando un argumento demoledor, por qué hay gente que cree que puede derribar una teoría científica bien establecida con retórica, y por qué Eugenio Derbez cree que es un genio de la comedia. ¿Cómo van a saber que están diciendo pendejadas si no tienen los conocimientos para reconocer las pendejadas (que si los tuvieran no las dirían, obvio)?


Pues Donning y Kruger descubrieron científicamente algo que los grandes sabios han sabido de forma intuitiva. Sólo piensen en citas como "La verdadera sabiduría consiste en reconocer la propia ignorancia" (Sócrates); "La ignorancia engendra mayor confianza que el conocimiento" (Charles Darwin); "Uno de los aspectos más dolorosos de nuestros tiempos es que los estúpidos están muy seguros de sí mismos mientras los inteligentes están llenos de dudas" (Bertrand Russell); "El mediocre no conoce nada mejor que sí mismo, pero el talentoso reconoce al genio" (Sherlock Holmes); y por supuesto "No hay nada más peligroso que un pendejo con iniciativa" (aforismo popular).

Entonces, el mundo está lleno de ignorantes que se creen más verga que los demás. El problema es que además a menudo llegan a posiciones de poder, desde profesores en un salón de clases, a locutores de televisión, a legisladores en el congreso del país más poderoso del mundo, sitios en los que su ignorancia hace mucho, pero mucho daño. Sí, sé que es una situación desoladora; relajémonos todos con esta foto de Ryan Gosling sin camisa:

De nada.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo lo anterior con los Internetz? Bien, como ya establecimos, el mundo está y siempre estará lleno de idiotas. Lo que ha cambiado es que antes de Internet no estábamos expuestos a la estupidez de los demás. Ahí estaban los tontitos, atendiendo sus asuntos, felices de la vida, y no teníamos ni que enterarnos de lo que pensaban de las cosas importantes como ciencias, política o arte. Como cada quien se comunicaba sólo con sus amigos, familiares y conocidos, y además la mayoría de las interacciones humanas son de los más frívolas y se limitan a la small talk, las probabilidades de que nos pusiéramos a discutir de forma interminable con perfectos desconocidos que niegan el Holocausto eran prácticamente nulas. Ahora, en Internet, donde cualquiera puede expresar cualquier cosa, es inevitable que nos topemos con todas las estupideces que la mente humana sea capaz de concebir, así sea en forma de comentarios en Facebook, videos de Youtube o entradas de blog.

¿Esto es negativo? Sí, pero también es señal de que tenemos la oportunidad de algo positivo. Verán, Internet es el medio de comunicación masiva más democrático y menos autoritario de cuantos han existido hasta ahora... Aclaro que "el más democrático" no quiere decir que lo sea totalmente, pues sigue siendo privilegio de clases medias y altas en la mayoría de los países del mundo, sólo digo que nunca había habido otro que lo fuera tanto.

A veces parecería demasiado democrático...

Antes eran poquísimas las personas que podían expresar sus ideas en los medios masivos de comunicación. Escritores, periodistas, intelectuales de prestigio, celebridades varias, políticos, expertos y demás eran los que gozaban de acceso a un pódium desde el cual podían impartir sus ideas y el resto del público simplemente los escuchaba. Si la gente común los reverenciaba, los repudiaba o simplemente no entendía de qué coño hablaban daba igual, porque la comunicación era unidireccional, sin más retroalimentación que quizá el rating o las ventas editoriales; sólo quienes tenían acceso a los medios contestaban a los que tenían acceso a los medios.

Eso no es todo. A un nivel más íntimo, pequeño y personal también se daban comunicaciones más o menos unidireccionales en las que no había más remedio que aceptar lo que decía alguna figura de autoridad: el profesor, el profesionista experto, el sacerdote, los padres del familia... Eso no quitaba que cada quien pudiera tener sus propias ideas, pero no había mucha oportunidad para hacerlas conocer o para llevarle la contraria públicamente a la figura de autoridad. Es decir, la estructura de la transmisión social del conocimiento estaba completamente jerárquica.

¡Porque lo digo yo! ¡Y yo tengo el megáfono, chingaos!

Eso llevó a que nuestro criterio de veracidad fuera durante mucho tiempo la autoridad de quien hablaba. Si lo decían el comentarista del noticiero, el científico entrevistado, el profesor ex cathedra, o el sacerdote desde el púlpito o mamá "porque yo lo digo", debía ser verdad. Y eso nos dejaba muy satisfechos a la mayoría. Vivíamos en un autoritarismo cognoscitivo (me acabo de inventar el término para sonar inteligente).

Pero Internet mató a esa autoridad; precisamente porque lo que dice el columnista del New York Times no es más accesible que lo que dice el videoblogger de Youtube; el prestigio y fama del medio aún cuenta, pero prácticamente ambos discursos están al alcance de cualquiera que tenga acceso a Internet y conozca el idioma. Estaríamos avanzando hacia una estructura de transmisión social del conocimiento cada vez más anárquica.

Este señor (que escribe en un medio conservador, obvio) dice que le asusta el prospecto de una "muerte de la expertise: un colapso, impulsado por Google, Wikipedia y blogs, de toda línea divisoria entre profesionales y legos, entre maestros y estudiantes, entre conocedores y suponedores, entre aquéllos que tienen algún logro en determinada área y aquéllos que no".


Uy, calmado, mi apocalíptico amigo. El escenario parece oscuro, pero no es para tanto. Lo que está colapsando no es la autoridad del experto, es que estamos en una época en la que al experto ya no le bastará ostentar un título, sino demostrar que se sabe de lo que se habla, que tiene algo valioso que aportar. Para el que escucha ya no bastará sólo decir "sí, señor", sino que tendrá que ser capaz de distinguir si quien habla está diciendo algo de valor.

Miren, el problema es que, habiendo sido educados para no tener otro criterio de veracidad que el de la autoridad, no tenemos de dónde agarrarnos ante la marejada de información a la que estamos expuestos todo el tiempo. No fuimos educados para pensar críticamente, para analizar qué tan razonable o factible o confiable es aquella información que nos llegaba, sino para aceptarla porque provenía de una figura de autoridad. Pero cuando la autoridad ha sido desbancada, estamos inermes ante los disparates de los antivacunas o de los negacionistas del cambio climático o de los conspiranoicos de todo tipo, que pueden llegar a sonarnos sensatos porque no sabemos mejor.

Lejos estoy de esa posición relativista extrema del anarquismo epistémico posmó que sostiene que todo conocimiento es válido desde el punto de vista de cada quien, pues eso viene a ser equivalente a decir "mi ignorancia es tan buena como tu conocimiento". No, hay hechos y hay falsedades y hay estupideces. Lo que tenemos hoy en los Internetz son a miles de personas incapaces de identificar entre un argumento válido y otro falaz; entre un hecho y una opinión; entre mentiras confortables y verdades incómodas; entre gente que sabe de lo que habla y gente que dice cosas que nos gusta escuchar. Como también es nueva la libertad de difundir la información que queramos, no tenemos ni idea de cómo usar esa libertad responsablemente. En palabras de V, esto no es anarquía, es caos.


Pero sí que simpatizo con una postura anarquista racionalista y que reconoce sus orígenes en la Ilustración. Toda autoridad, todo afán de que un ser humano tenga poder sobre otro ser humano, es arbitrario e irracional, pero existe una forma de autoridad que debe reconocerse: la que otorgan los conocimientos. Es decir, uno acepta la guía (no el dominio) de una persona que sabe más que uno sobre un tema o área en particular; así aceptamos la guía del médico en asuntos de salud, o de un profesor en cuanto a la materia que imparte, o de nuestros padres que tienen más experiencia en la vida, o de cualquier persona de la que podamos darnos cuenta que sabe de lo que habla.

¡Ojo! Es fácil caer en la falacia de autoridad, o en las feas implicaciones del experimento de Milgram. Por eso es importante señalar que de lo que se trata no es acatar ciegamente lo que dice una autoridad; no se trata de creer, obedecer y seguir lo que dice alguien porque tiene el título de médico o profesor o porque nos engendró. Lo que necesitamos es ser lo suficientemente sensatos y racionales, tener el suficiente criterio y los conocimientos para darnos cuenta de quién sabe sobre lo que dice y quién no. Después de todo, se pueden encontrar a blogueros que dicen cosas mucho más sensatas que columnistas de medios prestigiados, y poco importan los títulos y posiciones privilegiadas, y sí importan mucho la calidad de las ideas.

En ello radica la fortaleza de Internet, pero también su riesgo. Nos han educado para creer lo que dice la autoridad, el profesor, el libro de texto; no para tener el criterio de saber dónde está la razón. Nunca habíamos tenido que saber cómo elegir nuestras fuentes de información porque nunca habíamos tenido la necesidad: había muy pocas opciones. Ahora, ante una marejada de información proveniente de todas partes, no sabemos cómo distinguir la información de la desinformación, las ideas valiosas de la estulticia, la ciencia de la magufería.


Entonces necesitamos una educación que enseñe no únicamente a aceptar los conocimientos que viertan sobre nosotros los maestros y los libros, sino una educación que enseñe a pensar críticamente, a distinguir entre el conocimiento y la basura. Tampoco estoy de acuerdo con afirmaciones apocalípticas de los entusiastas de la tecnología que dicen que el conocimiento está muerto y caduco, que ya no es necesario saber nada porque todo está en Internet. Eso es una estupidez. Sin conocimiento no puede haber reflexión ni innovación; si las personas no saben por lo menos alguna cosa sobre un tema, no podrán detectar dónde está la paja y dónde el contenido valioso. No es una dicotomía entre educar para retener información o educar para el pensamiento crítico y la creatividad: se necesita todo; y de hecho el pensamiento crítico y la creatividad son imposibles si no hay conocimientos de los cuales partir.

Quizá no podamos quitarle la imbecilidad a los imbéciles, pero podemos alejar a las personas inteligentes de las ideas estúpidas. Dado que Internet lo hacemos todos, cada quien puede contribuir a quitarle un poco de su imbecilidad congénita. Por ejemplo, ahora que ya sabes de qué se trata el efecto Donning-Kruger, quizá te has puesto a pensar si no habrá algún tema o área sobre el que creías conocer mucho, pero del que valdría la pena revisar qué tanto sabes realmente (a mí me pasó). Quizá en un par de generaciones, con la educación adecuada y con mayor práctica en el uso de la inmensa libertad que significa Internet (es decir, si antes no perdemos esa libertad a manos del Gran Hermano), este medio llegue a ser un poco menos estúpido.


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10 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

¡Excelente! Compartiré tu entrada.

Sr. Polinomio dijo...

Cual es su opinión de InterStelar? Vale la pena ir a verla?

Oliver dijo...

¡Magnífico Artículo!

freivaj dijo...

Muy buen post.

Ahora puedo irme tranquilo a seguir viendo gifs de gatitos.

AM dijo...

De nuevo te has lucido Ego. A veces uno tiene tanta prisa por responder al internet que no se toma un minuto para razonar. Hay que aprender aponerle el freno.
Y alabemos a Conan , el sabio.

Maik Civeira dijo...

Gracias a todos por sus comentarios :)

Interstellar: https://www.facebook.com/MaikEgosumQuisum/photos/pb.166462546765214.-2207520000.1417494470./746679595410170/?type=3&theater

Sir David von Templo dijo...

¿Llevarle la contraria a Conan? Soy idiota ¡No suicida!

Excelente entrada Ego. Esperemos que entre más gente sea consciente del efecto Dunning-Krueger, más gente sea capaz de educarse un poquito más...

Saludos.

Anónimo dijo...

Jake mate, ateos

Susana Calette dijo...

Aunque en algunas ideas no coincidimos mis respetos y admiración por todo lo que escribes. Con los temas de "ideología de genero", homofobia y feminismo tengo que aceptar que últimamente he perdido la paciencia con algunos imbeciles que entran a opinar a mis posts con ideas bastante retrogradas. Hace poco le dije a uno que era un pendejo y lamento mucho mi manera de actuar, nunca antes lo había hecho. Nunca deberíamos de perder la capacidad de razonar, sin importar el problema en cuestión. Saludos y gracias.

Maik Civeira dijo...

Hola, Susana, gracias por leer y comentar :) De lo último te comento, que no todos siempre se merecen el esfuerzo de razonar, jajaja. A veces sí hay que mandar alv a la gente, sobre todo si te están fastidiando y no tiene caso seguir apelando a una inteligencia que quizá no tengan :v Saludos.

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