Una vez, justo antes de salir de vacaciones, tuvo lugar un concurso de oratoria interno en la escuela. Como soy el profesor de español, me encomendaron entrenar a la joven y los dos jóvenes de secundaria que concursarían. Mi experiencia en oratoria es de poca a nula, por lo que después de dos o tres sesiones, insté a las autoridades escolares para que escogieran a una maestra con mayor experiencia para la parte de la oratoria en sí, lo cual hicieron.
Mientras tanto, como en eso de la ensayística sí tengo algo de experiencia, me quedé con la parte de la redacción de los discursos. Ahora bien, quiero aclarar que estos discursos son enteramente de los chicos que después los enunciarían en el concurso. Ellos escogieron sus temas y elaboraron los primeros borradores. Al principio sólo los ayudé a aterrizar sus ideas; después me pasaron los textos en digital y les corregí la ortografía y la redacción, y añadí algunos ejemplos para ilustrar lo que ellos decían y para completar el tiempo requerido. Pero en realidad los discursos son de ellos.
En fin, su participación y sus mismos discursos me parecieron tan admirables que aquí se los comparto. Seguramente pondrán a varios de ustedes a echar coco.
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Rafael Reveles
Rafael Reveles
Hace más ruido un
hombre gritando que cien mil hombres callados
José de San Martín
Buenos días estimado
jurado, señoras y señores e invitados que nos acompañan. El día de hoy he
venido hasta este podio para traerles un mensaje muy importante que nos afecta
a todos y cada uno de nosotros: el derecho a la libre expresión.
El derecho a la libre
expresión es uno de los muchos derechos que nos respaldan. Este es, sin duda,
uno de los más especiales ya que es esencial para la lucha pro-respeto y la
promoción de los derechos humanos.
Cierto día escuché
una historia acerca de un hombre sabio que tuvo la ocurrencia de expresar su
opinión acerca del gobierno. Lamentablemente, nuestra historia termina con una
horca y un verdugo. ¿Por qué? Porque el peor temor de la tiranía y el mal
gobierno es un poder mayor, el de nuestra voz. Por ende podemos afirmar que
tenemos un escudo, un arma, que nos da seguridad y nos protege contra esa
corrupción, contra ese gobierno tirano, que se entierra como una espina sobre
la llaga y crece como la mala hierba. Es hora de levantar la voz y decirle a
todos esos tiranos ¡ALTO!¡No nos silenciarán más! Porque el silenciar a su
pueblo no es mas que activar una bomba de tiempo y uno se puede acostumbrar al tic tac pero si algo sé, es que algún
día, después del tac vendrá el boom.
En la actualidad
enfrentamos un gran problema con respecto a este tema, pues a pesar de estar
vigente nuestra libertad de expresión, los mismos que antes nos callaron hoy
han dado un nuevo giro a su estrategia, en vez de silenciarnos a la fuerza nos
han hecho demeritar la libertad de expresión dándole una importancia mínima,
hemos llegado a un punto en el que la gente pierde sus principios básicos para
opinar, nos hemos sumido en la ignorancia, nuestra cultura ha ido decreciendo
con una rapidez que asusta. Porque, ¿cómo podemos externar lo que nos aqueja,
si no sabemos nuestro padecer? La información es un poder y es nuestra
obligación externar el conocimiento que se nos ha conferido, por que como se
dice “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad“.
No debemos dejarnos
llevar por lo que oímos o por lo que “se dice“; en cambio debemos investigar y
buscar la opción que nos favorezca mas a todos.
Es común pensar
acerca de todos los problemas que nos afectan a todos y podríamos decir “ojalá
que algo cambie“o “esperemos que alguien haga algo“, pero sabemos que si queremos
algo hay que hacerlo nosotros; si en realidad queremos un cambio debemos
empezar alzando la voz, opinando, intentando entender, pero sobre todo permanecer
unidos y triunfar. No estamos aquí por azar todos tenemos un propósito y un
fin.
En este preciso
momento estoy consciente de muchas cosas que nos afectan a todos, este día no
estoy aquí para decirlo, pero lo hare algún día, por que estoy convencido de
que es mi deber. No esperemos a ver el cielo caer, pongamos énfasis en externar
nuestras ideas. Porque, ¿Qué seria de nuestro mundo sin los grandes héroes que
nos regalaron su opinión? ¿Qué sería de nuestro mundo sin un Gandhi o un Martin
Luther King? ¿Seremos acaso libres sin pedir la libertad?
Señoras y señores,
¡defiendan su libertad de expresión! Y sobre todo, ¡úsenla! ¡Úsenla para
denunciar lo que está mal! ¡Úsenla para promover las buenas ideas, las
soluciones a nuestros problemas! ¡Úsenla para combatir la ignorancia, a
frivolidad, la corrupción y la tiranía!
El día de hoy espero haber despertado en ustedes la
importancia que tiene la libertad de expresión en nuestras vidas, porque todo
lo que hacemos no sólo nos afecta a nosotros, también afecta a los demás;
piensen en sus hijos esos pequeños retoños que sin nuestra voz no serán mas que
presas delante de una fiera. Luchemos, señores, ¡LUCHEMOS! Por un mejor futuro,
un futuro en el que todo sea armonía y amor.
LA EDUCACIÓN QUE REALMENTE IMPORTA
David Vega
La verdadera educación, lo mismo de la juventud que
de todas las demás edades de la vida, no consiste en reprender, sino en hacer
constantemente lo que se diría a los demás al reprenderlos.
Platón
Buenos días, señoras y señores del jurado, autoridades
académicas aquí presentes, y demás invitados a esta justa de las ideas.
Hoy he decidido romper el silencio. Hoy he decidido
gritar muchas cosas de las que llevo dentro. Hoy he decidido gritar a los
cuatro vientos, ¡Basta ya! Basta ya de engaños, de corrupción, de faltas a la
integridad.
¿Qué pasa hoy en día con la educación? Claro que hay que
valorar las clases de la escuela: matemáticas, español y ciencias... Pero, ¿y
qué hay con lo demás? ¿Qué hay con aquella educación que más importa, la que
forma personas? ¿Qué hay con eso que sólo podemos aprender mediante el ejemplo?
Hoy he decidido romper el silencio, y protestar. Sí, yo
protesto, protesto ante todos ustedes,
los adultos por esa imagen que han puesto a nosotros los jóvenes. ¿Quién
de ustedes no se ha expresado o pensado más de una vez, caracterizándonos como apáticos,
irresponsables o rebeldes?
¡Mentira! Si algo caracteriza a la juventud de hoy es su
desbordante energía. Un joven quiere y debe probar sus fuerzas, salir adelante,
abrirse camino en la obscuridad del mundo que le ha tocado vivir.
Pero, ¿dónde está el ejemplo que nos dan, para apartar
las tinieblas de nuestro camino? ¿Saben
ya de lo que estoy hablando? ¿Quién sabe hoy en día lo que es la educación, la
integridad? ¿Quién puede mostrarnos cómo vivir bien? ¿En qué escuela dan clases
para ser una mejor persona?
¿Apáticos nosotros? ¿Y qué nos han enseñado ustedes
cuando se quedan como si nada ante la corrupción, la violencia y la pobreza que
afectan nuestro mundo? ¿Irresponsables? ¿Qué nos enseñan ustedes cuando faltan
a sus deberes como padres, como esposos, como ciudadanos? ¿Rebeldes? ¿Y cuando
ustedes se rebelan contra las reglas y las leyes más sencillas, porque así
parece que conviene?
Los adultos nos dicen que hay que ser honestos, que hay
que tratar a todos como nos gusta que nos traten, que hay que respetar los
valores de la familia y atesorar la amistad. Pero luego los vemos traicionando
esos mismos valores cuando se trata de buscar provecho para sí mismos. Los
vemos violar las reglas, hacer trampa y hacerse de la vista gorda. ¿Lo niegan?
¿Cuántas veces les han dicho a sus hijos que no deben mentir? ¿Y cuántas otras
los han incitado a hacerlo? “Dile al señor que eres más chico para que nos salga
barato el boleto.” “Diremos que te enfermaste para que podamos irnos de viaje.”
Con esta forma de hacer las cosas, ¿qué clase de personas esperan formar?
Por un lado nos predican valores muy bonitos. Pero la
verdad es que en este mundo, como lo han hecho ustedes, el que sigue siempre
las reglas, el que respeta a los demás, el que es generoso, es tachado de
“bobo”, mientras que aquél que se pasa por alto las leyes, que se aprovecha de
sus vecinos, que pasa por encima de quien tenga que pasar para alcanzar una
idea corrupta de éxito, es admirado como “el triunfador”. Sí, “no robarás” es
un mandamiento, pero “el que no transa no avanza” parece ser la regla de oro.
Si nos enseñan que esos valores tan sagrados pueden ser
violados o pasados por alto según conviene, ¿dónde está el límite? ¿Dónde está
el límite entre mentirle a un maestro y mentir en una declaración fiscal?
¿Dónde está el límite entre violar una regla de tránsito y violar las leyes de
la Constitución?
Estamos acostumbrados a engañarnos a nosotros mismos,
diciéndonos que sólo hacemos lo que nos conviene, así como lo hace todo mundo,
para tener una mejor vida. Pero así es como nos llevamos una mentira tras otra,
una traición tras otra, y terminamos manchando lo que hay de bueno en nosotros,
sintiendo una culpabilidad terrible en nuestro interior, o perdiendo por
completo la conciencia. Cambiemos eso y seamos el tipo de personas que necesita
este mundo para prosperar, ciudadanos honestos con nuestros semejantes y
especialmente con nosotros mismos.
¡Basta ya! ¡Basta de no educarnos con lo que importa
realmente! Basta ya de buscar los valores en donde no los hay. Hoy he decidido
gritar a los cuatro vientos que todos; sí, todos nos merecemos otra
oportunidad; otra oportunidad para continuar con nuestras vidas enseñando y
aprendiendo lo que más importa; enseñando y aprendiendo a ser íntegros y lo más
honestos posible; sacar nuestra lamparita en este oscuro mundo e iluminar
nuestro propio camino y así encontrar lo que en realidad importa: vivir en
amor, en armonía y especialmente sintiéndonos honrados de hacerlo, ayudando a
traer el cambio, sin importar que los cínicos piensen que somos ingenuos o
idealistas.
Hay que dejarnos gritar este mensaje… y escucharlo
nosotros mismos, siendo honestos, para darnos cuenta de la importancia de la
integridad y de los valores, y así poder educarnos y educar con la verdad, una
verdad que nos llevará a ayudarnos y a ayudar a los otros, una verdad que nos
llevará a una mejor vida, a un mejor mundo. Ya es hora de comprometernos a
enseñar lo que son realmente el respeto y la integridad, no quedarnos con sólo
engaños, hipocresía, disfraces que la sociedad nos ha llevado a usar, para
sentirnos bien con nosotros mismos a base de mentiras.
Hoy he decidido decirles a todos ustedes que el momento
de actuar es ahora… no mañana, ni la próxima semana, ni después ¡Ahora! El conjunto de experiencias de ustedes, los
adultos, nos pueden ayudar si lo comparten sin juzgarnos y, estableciendo una
buena comunicación entre nosotros, nos mostraremos mutuamente un nuevo camino
para recorrer. Uno con más luz y menos tinieblas.
Hoy invito a cada uno de ustedes a ir mucho más allá, ahí
dentro donde sólo uno puede llegar, los invito a descubrir todo eso que sólo
ustedes saben que tienen para dar y poder construir un mundo mejor.
Hoy hay que dejarnos decir lo que tenemos que decir,
escucharlo y creérnoslo, para ver si así nos damos cuenta de lo importante que
hay para valorar y así tener el valor suficiente para hacer el cambio.
Los días pasan y yo sigo escuchando
una pequeña voz en mi mente que me dice que es momento de hablar. Hoy he
decidido escuchar a esa voz para poder decirles a todos ustedes lo que podemos
hacer, cambiar la educación, o tan solo agregarle lo que sea necesario para
tener una mejor vida. Y ahora que el viento lleve el mensaje para transmitirlo
a todo el mundo.
Gracias.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS JÓVENES
EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
Alondra de la Rosa
Por la ignorancia se
desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad.
Diego Luis Córdova,
pensador colombiano
Mis más cordiales saludos,
maestros, maestras, jurado, compañeros, y público presente el día de hoy. He
venido para hablarles de un asunto de suma importancia para nuestra actualidad.
¿Qué responsabilidades
tenemos los jóvenes en el México contemporáneo? Hay muchas respuestas para esta
pregunta; una de ellas se puede resumir en una palabra: educación. La
educación, que desarrolla las cualidades del ser humano al máximo, que lleva a
los pueblos hacia el futuro y el progreso; ese complejo ideal que es a la vez
derecho y obligación.
¿Derecho? Se ve y se lee a
menudo en los medios que muchos jóvenes dejan la escuela. Pero no lo vean en la
tele; salgan a la calle y cuenten cuántos jóvenes ven de 19, 15, 12 hasta de 10
años que trabajan. Estamos acostumbrados a ignorar estas realidades incómodas,
pero aunque sea por un día, salgan y cuenten a los muchachos y jovencitas que
deberían estar en la escuela, pero no están ahí, y yo les digo que no van a
poder sacar cuentas. ¿Saben por qué? Porque son incontables. Ahora imaginen cuántos
jóvenes que trabajan hay Mérida, en el estado, en el país. Dense cuenta: ¡es
una realidad!
No es como el niño pequeño
que teme a un monstruo que vio en la tele, pero que tiene a su mamá para
decirle que no existe. ¡Este monstruo en real! ¡Y sólo un necio vendrá a
decirles que no existe! La mayoría de los niños que entran a la primaria no
llegan ni a la prepa. ¿Por qué?
Hay varias razones para
esto. Una de ellas es jóvenes que prefieren trabajar, que a la primera oferta
de trabajo van tras ella como un perro a un hueso. Ellos son jóvenes que ya quieren
ganar su dinero (y gastarlo como ellos quieran), crecer y ser independientes.
“¡Qué irresponsables!”, pensarán ustedes “¡Qué ingenuos!”.
Pero en esto no toda la
culpa se dirige a ellos. ¿Cómo convences a un adolescente que pase los
siguientes 10 años de su vida sentado en un aula, cuando podría empezar a ganar
dinero ahora? ¿Cómo lo convences de que esa espera vale la pena cuando muchos
profesionistas con carrera y título están desempleados o subempleados? ¿Cómo lo
apartas de la tentación de vivir sólo el aquí y el ahora, cuando en un país con
crisis y violencia el mañana es incierto? ¿Cómo los convencemos de volver a la
escuela, cuando muchas de ellas tienen mala infraestructura, maestros mal
preparados y programas mal hechos?
Pero si algunos adolescentes
abandonan sus estudios por voluntad, hay muchos otros en que lo hacen por
necesidad. Aquí en México hay mucha pobreza, desgraciadamente, y es un problema
que ha existido desde hace muchos años y muchos jóvenes, aunque lo quisieran,
no podrían estudiar porque necesitan mantenerse a ellos mismos y a veces hasta
a sus familias.
¿Y qué hay de los
adolescentes que lo tienen todo, que no tienen que trabajar porque a sus padres
les alcanza el dinero, que tienen acceso a las mejores escuelas de paga, a los
mejores recursos, a Internet, a libros…? ¿Cuál es su excusa? Lo tienen todo y
no lo aprovechan. Dejan a un lado lo que es importante, de lo que depende su
futuro, por cosas que sólo los satisfacen al momento. Esto incluye la vida
social, los juegos, y hasta los vicios y adicciones, entre otras cosas.
El día de hoy la tecnología hace
cosas increíbles: teléfonos con wifi, cuadros touch y hasta conciertos con
hologramas. Y sí, son maravillosas; y sí, todo padre querrá que sus hijos
tengan lo mejor… Pero, ¿vale la pena si los jóvenes se desvelan toda la noche
para pasar el próximo nivel de un videojuego? ¿Les compran iPhones a sus hijos
para que se la pasen en las redes sociales en vez de atender a clases y hacer
su tarea? ¿Y qué pasa con el muchacho que se va toda la noche de fiesta? Se la
pasa saliendo todo el tiempo y no se interesa por su educación. ¿Y qué hay con
el que cae en el alcohol, en las drogas? ¿Es que jamás tendrá un alto?
Después los papás reclaman a
las escuelas por las bajas calificaciones de sus hijos. Pero ¿y cuando dejó de
hacer la tarea por jugar los videojuegos que ustedes les compraron? ¿Cuando no
estudió por irse de fiesta con el dinero que ustedes le dan casi sin límites?
¿Cuando faltó a clases porque ustedes se los llevaron a Disneylandia a medio
año escolar? ¿Eso a quién se lo reclaman?
Mamás, papás: sus hijos no
necesitan unas vacaciones de lujo, ni la última consola de videojuegos, ni que
les den gastadas millonarias; lo que realmente necesitan son figuras de
autoridad, guías que les hagan darse cuenta de las cosas importantes de la
vida, que los preparen para el futuro.
“Ah, bueno, pero esto no es
mi culpa”, pensarán algunos de ustedes “Yo sí atiendo bien a mis hijos”. Quizá
como individuos no todos podamos ser culpados, pero como sociedad todos somos
responsables.
En primer lugar, el adolescente:
no se puede hacer nada sin que los jóvenes estén dispuestos a esforzarse y
estudiar, que se dé cuenta de lo importante que es. En segundo, los adultos:
apoyen a sus hijos y hagan lo imposible para que pueda ir a la escuela, y si ya
va a ella, que la aprovechen. En tercer lugar, el gobierno: necesitamos su
apoyo con escuelas públicas, becas para alumnos de escasos recursos y para que
todos puedan estudiar; y como ciudadanos debemos exigirle todo esto a los que
quieren gobernarnos.
¡Padres, ustedes como autoridades
deben enseñarles a terminar todo lo que empiezan! ¡Les deben enseñar a
conseguir sus metas! Porque ustedes, padres, con la experiencia de la vida, ¿creen
que si sus hijos se quedan quietos sin hacer nada útil solitos van a alcanzar
sus sueños?
Muchachos, ¡no se queden
callados! ¡Exijan que les lleven a la escuela! ¡No es sólo una obligación, sino
un derecho que cada joven debe recibir y cumplir! ¡Levanten su voz para obtener
lo que merecen por derecho!
Me despido con una historia
que encierra una reflexión final. Una noche un joven fue a un concierto de
piano. Al escuchar al talentoso pianista el joven quedó encantado de su arte, y
cuando terminó el concierto, se le acercó y le dijo: “Yo entregaría toda mi
vida por tocar como tú”. Y él le respondió: “pues eso hice, entregué toda mi
vida para tocar como lo hice esta noche”.
Gracias.
Más para reflexionar sobre la educación y la sociedad del conocimiento:
3 comentarios:
Vaya si que resulta interesante y gratificante, pude notar en su discurso el entusiasmo de un joven, casi niño, no sé en qué momento perdemos todo eso al convertimos en adultos. Me impactaron los tres, pude sentir en el primer discurso un aire de inconformidad increíble, de esas sensaciones que hacen que el mundo gire! Gracias por compartirlo!
El primero tiene la extensión justa, aunque se me hizo medio mañoso el punch-line de Spiderman (totalmente valido, eso sí).
El segundo me gusta como empieza, pero al extenderse se siente un poco redundante.
El tercero es el mejor y acierta en todos los clavos.
Saludos.
BUENA ELECCION, BUENA TEMATICA DE CADA UNO DE LOS DISCURSOS, EXPONE LA INCONFORMIDAD QUE DEBE CONTENER CADA DISCURSO, PERO TAMBIEN EL CUESTIONAMIENTO Y LA EXIGENCIA DE ATENCION, GRACIAS POR COMPARTIR.
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