Antes de leer esta entrada quizás te interesaría leer las anteriores que he escrito sobre este movimiento:
- Yo Soy 132
- #YoSoy132: Logros, críticas y pendientes
- Declive y caída de Televia y el PRI: #YoSoy132
- Y cuando desperté, el Dinosaurio había regresado
El triunfo de Enrique Peña Nieto en las elecciones del
pasado 1º de julio fue un duro golpe para quienes aspiramos a vivir en una
democracia verdadera. Un golpe hasta emocional (confieso que derramé unas
lágrimas de furia, decepción e impotencia). Me parece que fue también un golpe
para el #YoSoy132 porque, aunque el movimiento se manifestara como apartidista
y pretendía trascender la democracia, lo
cierto es que ninguno de los que ha participado en él habría querido este
resultado.
Creo que a raíz de este golpe el movimiento quedó un poco
desorientado. Sí, había reiterado muchas veces que su intención era trascender
las elecciones, pero no parecía tener un plan claro sobre qué hacer después de
las mismas, menos si ganaba Peña Nieto. Entonces, muchas personas dentro del
movimiento se concentraron en acumular evidencias de las irregularidades de la
elección, y aún más, en muchos casos hasta hubo pronunciamientos sobre no
reconocerlas.
[Aquí hago un paréntesis para recordar que por su misma
naturaleza horizontal y descentralizada, prácticamente cualquier persona se
puede decir 132, si siente compartir sus ideales; no es un club exclusivo y
nadie lleva registro de sus miembros, así que es muy difícil saber cuándo una
declaración o acción es “oficial”, si es que existe tal cosa, especialmente en
los estados lejanos a la capital.]
El mes pasado, el #YoSoy132 de Yucatán (o quizá sea más
justo decir “de Mérida”), organizó una serie de Jornadas Olímpicas por la
Democracia, con la intención de definir cuál sería el rumbo del movimiento. Estas
jornadas se llevarían a cabo durante tres viernes consecutivos en un parque
local.
A la primera jornada asistieron alrededor de treinta
personas, si mi estimación y mi anumerismo no me traicionan. Se discutió acerca
de las acciones que seguirían. La discusión se centró en el tema de los medios
de comunicación. Unos decían que había que exigirles mejores contenidos; otros
que había que educar a las masas para saber discriminar entre el contenido
basura y el de calidad. Ya se estaba hablando de hacer “misiones” a los pueblos
para enseñarle a la gente cómo no había qué ver telenovelas, cuando la
intervención de un compañero nos puso de golpe los pies en la tierra: éramos
como treinta personas. ¿Cómo pensábamos lograr lo que nos proponíamos siendo
tan pocos?
Muchos coincidimos en que el compañero tenía razón: antes de
querer salvar al mundo debíamos consolidarnos como un equipo, como un
movimiento. De entrada, muchos ni nos conocíamos entre nosotros más que de
cara. ¿Cómo podíamos pretender luchar juntos sin antes estrechar lazos de camaradería?
¿Cómo transformar a un país si realmente no éramos una comunidad? Entonces
quedamos en que nuestro propósito inmediato era revitalizar el movimiento:
invitar gente, organizar células en las universidades, etcétera.
Pero a la siguiente jornada sólo asistimos como siete
personas. Estuvimos platicando mucho, pensando en cómo llamar la atención de la
ciudadanía, que vieran que el movimiento aún tenía razón de existir. Para eso
acordamos que la siguiente jornada fuera “cultural”, o sea realizar actividades
creativas e invitar a las personas a hacerlo, para así llamar la atención de
las personas y difundir los mensajes e ideas del movimiento.
Pero la siguiente jornada no sucedió nada de eso. De los que
habían asistido a la segunda, sólo tres nos aparecimos en la tercera. Había
unos cuantos más y, sobre todo, gente del Movimiento Contra la Imposición (MCI).
La única actividad cultural que hubo fue que alguien puso a todo volumen un
podcast de Olallo Rubio. Por su parte, esos mismos el MCI lograba juntar más
gente para sus eventos y manifestaciones. Aún lo hace.
¿Qué había pasado? Creo que la muchas personas estaban
concentradas en los resultados de las elecciones y la impugnación de los
mismos, y por lo tanto, estaban más interesadas en acciones que tuvieran un
objetivo concreto a corto plazo, precisamente como las MCI, que en las aún ambiguas
e indefinidas del 132 local. Es comprensible: muchas personas, sobre todo los
jóvenes, estaban, y está, decepcionados
y molestos. Se sienten traicionados por las instituciones y por el mismo pueblo
que votó por el PRI. En tal estado de ánimo, es más fácil apelar a sus
emociones llamando a concentrase en estas elecciones, en este presidente
impuesto por este partido político corrupto, que tratar de llamar su atención
hacia la democracia como ideal.
Pocos días antes del fallo de TRIFE el #YoSoy132 capitalino
emitió una alerta respecto al fallo. Como todos sabíamos que ese fallo sería a
favor de Peña Nieto y de validar las elecciones y a nadie en el movimiento le
caía bien la idea, parecían estarse preparando para una ardua y larga lucha
contra los resultados de esta elección, a la manera en que los simpatizantes de
Andrés Manuel López Obrador lo habían hecho en 2006.
Sucedió lo esperado: el TRIFE validó la elección. ¿Qué sigue
ahora? Algunos grupos ya están alineándose en movimientos contra la imposición,
y sin duda muchos individuos que participaron en el #YoSoy132 participarán en
ellos. Miembros del 132, entre otros grupos participaron en una marcha nacional
contra esa imposición el pasado sábado 2 de septiembre. Una segunda gran marcha
se planea para el 15 de septiembre, según tengo entendido, y esta misma noche
hay quienes planean hacer un apagón en protesta por Peña Nieto.
Pero el #YoSoy132, como tal, ¿hacia dónde debe ir? En este
sentido, me permito dar mi opinión personal, no sin antes reiterar que hablo
sólo por mí, alguien que ha participado en algunas marchas y algunas asambleas
(y que vive en el culo del país), no a nombre del movimiento. Para empezar, sostengo
lo que dije después de las elecciones en mi entrada Y
cuando desperté, el Dinosaurio había regresado, y expando esas mismas
ideas:
Concentrarse en el conflicto post-electoral sería un
desgaste inútil de energías. A los ojos de México, el 132 quedaría como lo que
muchos han acusado desde el principio: ser la fuerza de choque de López
Obrador. Daría la impresión de que sus
miembros creen que en este país no se puede lograr nada, a menos que alguna “persona
adecuada” llegue al poder, o que el hecho de que la “peor persona posible” se
siente en la silla presidencial matará de inmediato todas las esperanzas.
Pero tales visiones no son compatibles con la democracia
verdadera, ni con el ideal de empoderamiento de la ciudadanía, de recuperar el
poder que han concentrado partidos, corporaciones y demás, ideal que
caracterizó al movimiento desde un inicio. Este proceso electoral ya quedó en
el pasado, la lucha por el mismo corresponde a los partidos políticos, a sus
candidatos y a sus seguidores si ellos así lo quieren, no al #YoSoy132.
El #YoSoy132 no puede hacer suyas las causas de ningún
partido político o candidato, por más que en otras esferas de sus vidas los
miembros de este movimiento puedan simpatizar con ellos. No es que esté mal que
partidos y políticos tengan bases ciudadanas que los apoyan; incluso el
#YoSoy132 puede dialogar con tales grupos y cooperar cuando tengan objetivos en
común. Pero sumarse activamente a la
agenda de un partido o personaje, hacer de eso nuestro objetivo principal,
desvirtuaría al movimiento de inmediato, y mataría de un golpe lo que al hace
al #YoSoy132 auténtico, moderno, excepcional y parte de los movimientos
pro-democracia a nivel mundial: su base ciudadana, su horizontalidad y su
apartidismo.
Temo que si el 132 se enfrasca en esta cruzada, perderá
respeto, legitimidad y dignidad, le dará argumentos a sus maliciosos críticos,
y los miles de jóvenes que espontáneamente participaron (participamos) en él,
se verán ahuyentados o desilusionados, y al final ya sólo quedarían los fans de
AMLO y los “manifestantes de oficio” de toda la vida.
El problema es que, así creamos que las elecciones fueron
limpias, o que cada institución vinculada con el proceso electoral está
corrompida hasta la médula, el hecho es que Enrique Peña Nieto va a ser el
próximo presidente de México. Eso no significa que debamos dejar a Peña Nieto
hacer lo que le dé la gana, ni “quedarnos con los brazos cruzados”. Una ciudadanía
democrática nunca debería hacer eso, sea quien sea el presidente.
Tenemos que convertir a EPN en el presidente más vigilado en
la historia de México, tenemos que organizarnos para resistir los actos de
corrupción y autoritarismo que seguramente vendrán, prepararnos para bloquear
sus políticas entreguistas y nocivas para el país; y sobre todo, ser
propositivos: no sólo luchar contra lo que no queremos que se haga, sino a
favor de lo que sí queremos que se haga.
Podemos y debemos recordar a Peña Nieto (y a México, y al
mundo), todos los días de su mandato, que sabemos que las elecciones no fueron
limpias, que es un tramposo y un corrupto, que sus acciones autoritarias no han
caído en el olvido; podemos vigilarlo y constreñirlo, criticarlo y ridiculizarlo,
hasta que maldiga el día en que decidió participar en la política. Pero no
podemos olvidar la parte constructiva del movimiento.
Tenemos en México, salvo honrosas excepciones, una izquierda
dogmática, visceral, jerárquica, conspiranoica y carente de autocrítica, que se
quedó anclada en la Guerra Fría (y la derecha mexicana no está nada mejor). Si el #YoSoy132
se va a definir como de izquierda, como algunos lo catalogan, debe constituir
una izquierda moderna, racional, ilustrada, plural, progresista, capaz de
dialogar y, sobre todo, independiente de los partidos y del Estado. Si, como
algunos han declarado, el 132 va a definirse como un movimiento más allá de las
izquierdas y las derechas, tanto mejor, y tanta mayor es su responsabilidad de
dejar caer los lastres ideológicos que han estancado el pensamiento y la acción
política en nuestro país desde hace décadas.
Hace falta elevar el nivel intelectual del debate político... |
Creo que para muchas personas del 132, la mayoría incluso,
hacer este tipo de aclaraciones es innecesario. De hecho, no hace mucho se
publicaron algunas declaraciones muy sensatas por parte de voceros del
movimiento:
Lejos de hacer cuentas alegres sobre su capacidad para revertir la decisión del Trife, #YoSoy132 ha reflexionado sobre su fuerza real en esta coyuntura. En el balance político que efectuó durante su octava Asamblea General Intrauniversitaria señaló: “Hemos estado tan preocupados en invalidar las elecciones que no hemos considerado en primer lugar si podemos hacerlo”. Y añadió: “La situación nos está rebasando; ha ocurrido una baja en la participación, pues se cree que se está cumpliendo un programa que no ha emanado desde el movimiento mismo”.
Existe consciencia y autocrítica, disposición a analizar lo
que se hace, lo que funciona y lo que no. Eso me llena de optimismo. Pero de
todas formas, para algunas otras personas estas palabras no vienen de más.
Tras
las elecciones y sobre todo en los días alrededor del fallo del TRIFE había
mucha volubilidad, por lo menos en las redes sociales, no sólo entre las
personas en que era esperable (los seguidores más fanáticos de AMLO), sino en
foros y grupos del 132.
En particular, aquí en Yucatán, el #YoSoy132 local prefirió
dejar atrás lo de las elecciones y empezar a pensar en lo que sigue. El
Movimiento Contra la Imposición surgió por esos días con el objetivo principal
a corto plazo de impugnar las elecciones, una causa por la que tienen todo el
derecho del mundo de luchar. MORENA y los partidos de izquierda, obviamente,
iban por el mismo camino. Muchas personas que habían participado en los eventos
del 132 antes de las elecciones eran miembros de MORENA, y muchos también
pasaron a engrosar las filas del MCI.
De hecho, creo que no está peleado que una persona pueda
estar en dos o más colectivos a la vez, siempre y cuando se entienda que los
objetivos, métodos y estrategias de uno no son necesariamente los del otro, es
decir, que cuando yo estoy en el #YoSoy132 no puedo esperar de mi grupo ni
mucho menos exigirle que luche por los mismos objetivos que MORENA, o
viceversa.
Supe, en una reunión del 132, que algunos miembros del MCI y
de MORENA nos tacharon de cobardes y torzones por no unirnos a la causa de invalidar
la elección. Preocupado por la posibilidad de caer en sectarismos, suspicacias
y divisiones, decidí colgar, con las mejores intenciones del mundo, esta imagen en Facebook:
En realidad, primero puso una versión (que ya no tengo), en la que señalaba que una de las diferencias era que el MCI estaba ligado a partidos políticos de izquierda. Se armó la gorda, y casi de inmediato me atacaron por hacer
énfasis en ese punto. Esa me pareció una observación
justa, así que retiré esa imagen e hice la versión más neutral que ustedes pueden ver.
Eso no me salvó de recibir más ataques, tanto en la página
del #YoSoy132 Yucatán, como en la de las Jornadas Olímpicas por la Democracia. Aunque
el mensaje era sobre colaborar a pesar de las diferencias, se me acusó de
querer subrayar las diferencias, que no deberían ni existir, pues el objetivo
de ambos grupos debía ser el mismo. Toda diferencia, timidez o cobardía, nos
debilitaría: necesitábamos estar unidos sin chistar. Incluso algunos afirmaron
que yo no podía ser del 132 al expresarme de esa manera, mientras que otros
reiteraron que el 132 yucateco era una vergüenza por no “seguir” al #YoSoy132 “nacional”
(capitalino, en realidad).
Sobre esto último, creo que estas personas no entendieron
que parte esencial del #YoSoy132 era la horizontalidad y la descentralización.
No puede compaginarse eso con obedecer una asamblea en el centro de la
República, sobre todo teniendo en cuenta las particularidades del estado de
Yucatán. Cada célula toma sus propias decisiones y sigue su criterio.
Sobre eso de “hay que estar unidos” (que por otra parte, no
me lo expresaron como un “hay que estar unidos, amigo”, sino un “hay que estar
unidos, idiota”), les recuerdo lo siguiente: desde que Felipe Calderón llegó a
la presidencia con escasa legitimidad, y sobre todo desde que inició su
desastrada guerra contra el crimen organizado, insistió en hacer llamamientos a
la unidad, en decir que debemos olvidar nuestras diferencias y trabajar juntos
como un solo país. Pero lo que este mensaje en apariencia bien intencionado
significa en realidad es “ustedes olviden las diferencias que tienen conmigo,
renuncien a su ideología, a sus principios y a su proyecto; y únanse al mío sin
rechistar y sin disentir; cualquiera que no lo haga es un mal mexicano que no
sabe unirse”.
Ésta es la misma falsa idea de unidad que expresan quienes
acusan al #YoSoy132 de Yucatán de ser torzones, zacatones y demás: “unámonos,
pero de la forma en que yo lo digo”. Esto es falaz, porque la unidad no nace de
ignorar o suprimir las diferencias, sino del diálogo desde las diferencias.
Deshacerse en insultos y descalificaciones contra quien piensa diferente no va
ayudar en nada a la causa, sobre todo si se trata igualmente de personas a las
que, como a ellos, repugnan tantas cosas de este proceso electoral y de la
mafia que salió beneficiada por el mismo. Así no se crea unión, sino todo lo
contrario.
Incluso algunos grupos ya están
llamando a las armas, bajo el argumento de que “la vía pacífica no
funcionó” y que “ya no hay otra alternativa”. En ese mismo enlace, a quienes opinaron que la
vía armada era simplemente una mala idea, los partidarios de tal iniciativa no
esperaron para deshacerse en insultos (sic):
REVOLUCION PACIFICA, no mamen, si cuando son las marchas luego luego se largan a sus casas, en la toma a televisa estaban mejor en el desmadre que a lo que les correspondia, pobres cobardes pendejos, LA REVOLUCION PACIFICA es un concepto utilizado por los debiles, los cobardes y los webones. Este pais con todos los defectos que quieran, se ha construido a base de sangre y sacrificios, no con revoluciones pacificas, creen ser muy listos pero estan igual de pendejos que los priistas, se les metio en la cabeza que todo lo radical y violento es malo, y ni siquiera tienen un poco de cerebro para hacer un analisis de porque vale la pena. Si es por ustedes, van a hacer marchas hasta el puto 1 de diciembre de 2018 cuando suba el sucesor de PEÑA, ANIMO MEXICANOS, no nos dejemos convencer por los cobardes, los cobardes no han construido el pais, los cobardes no tienen el valor ni el espiritu de sacrificio ni las ganas para hacer algo, y nunca nadie conoce a los cobardes porque su existencia pasa desapercibida,
Dejemos de lado que quienes escriben estos mensajes son
muchachitos de clase media sentados frente a sus computadoras, sin más
experiencia en combate que Call of Duty.
Este tipo de expresiones nace de la visceralidad pura, de la reacción emocional
sin reflexión. Del mismo sentimiento de desesperanza nace la actitud derrotista
y apocalíptica de “ay, ya nada sirvió para nada”.
Veamos, el #YoSoy132
lleva en esto desde mayo, es decir, menos de cinco meses. ¡Cinco meses! ¿Saben
cuánto tiempo tomó la lucha de Mahatma Gandhi? ¿La de Martin Luther King? ¿La
de Harvey Milk? ¿Saben cuánto tiempo han estado luchando en nuestro país
diversos grupos a favor de los derechos de la mujer o de la protección del
medio ambiente? ¡AÑOS! Luchan años para ir logrando poco a poco resultados
sólidos que permanecen. ¿Qué les parecería si cualquiera de ellos hubiera dicho
“bueno, ya llevo cinco meses en esto y aún no he logrado mi objetivo; me largo
a llorar a mi casa” o “no queda más que tomar las armas”? Pensar que con cinco
meses de marchas y plantones se iba a conseguir todo lo que se deseaba es
infantil, pero amargarse o ponerse punketo porque no fue así, es simplemente
estúpido.
Además, el #YoSoy132 sí logró resultados nada despreciables
en el marco del proceso electoral: consiguió que se transmitiera el segundo
debate en cadena nacional, propició una inmensa participación de ciudadanos
como observadores electorales y, sobre todo, organizó el primer debate
ciudadano (mucho mejor que los del IFE), que constituye un hito para la
democratización del país. Nada mal para menos de cinco meses.
Hay que mantener la mente fría. Actitudes intolerantes,
llamamientos a la violencia y la convicción de que sólo se puede progresar
dándole el poder a un Caudillo Adecuado son tan incompatibles con la democracia
como la compra de votos y la manipulación mediática. Creo que esto lo saben la
mayor parte de los #YoSoy132, pero hay muchos despistados por ahí, dentro y
fuera del movimiento.
Puede haber algunos detalles del #YoSoy132 que no quedan muy
claros para todo el mundo, o que pueden variar de región a región, de una
célula a otra y de persona a persona, pero todos podemos estar seguros de estar
unidos por unos cuantos principios básicos: desde un inicio el 132 se definió
como un movimiento ciudadano, apartidista, pacífico y prodemocrático. Quienes no entienden o se niegan a aceptar estos
principios, pueden proseguir su lucha por su propio camino, pero no es justo
que le reclamen al 132 por seguir los ideales que le dieron vida.
La juventud es el motor del 132, y ser jóvenes significa que
tenemos ideales, energías, entusiasmo, mentes abiertas y que aún no nos hemos
corrompido por el cinismo que sumió en la apatía a muchas personas de
generaciones anteriores. Pero también significa que aún tenemos mucho que
aprender, tanto de la experiencia, como de las lecturas y del diálogo con los
otros. Por eso no podemos cerrarnos bajo el candado de ningún dogma. Por otra
parte, El #YoSoy132 tiene la obligación moral de demostrar la decencia y
civilidad que le exige a sus adversarios, y eso deja fuera de la cuestión
cualquier forma de intolerancia o violencia.
No es tiempo de caer en pesimismo y derrotismo apocalíptico.
No es como si la sociedad civil mexicana estuviera tan indefensa ante el
gobierno que su libertad dependiera completamente
de quien se sienta en la silla presidencial. Hay una esperanza muy real:
Peña Nieto llegará a la presidencia con menos legitimidad
incluso de la que había tenido Calderón, incluso con la gran diferencia de
votos, y afectado por un grave desprestigio nacional e internacional (y un
desgaste que ya se deja ver). El PRI no regresa con el mismo poder de antes:
existen dos partidos de oposición igual de sólidos que él, además de diversas
organizaciones no gubernamentales, asociaciones civiles, movimiento sociales y
medios de comunicación críticos que no le permitirán tan fácilmente salirse con
la suya.
Más aún, puede ser que muchas personas, en su ignorancia o
su egoísmo, hayan vendido su voto por una despensa. Pero no es con los que
“votan y se van” y se retiran del panorama político hasta la próxima campaña
con los que tendrá que lidiar el gobierno de Peña Nieto; tendrá que vérselas
con los ciudadanos interesados en la política y comprometidos con la
participación social, con acceso a mejores y más confiables fuentes de
información, con educación y sentido crítico, una ciudadanía que ya no le cree
más al PRI o a Televisa, que tiene la construcción de una democracia verdadera
como uno de sus ideales. Principalmente, jóvenes de clase media urbana, pero
también personas de todas las edades y estratos sociales.
...Y ella. |
Clase media, es decir, de medianos recursos económicos, y
también medianamente ilustrada. Por lo
menos medianamente ilustrada, pero también apenas medianamente ilustrada. Este último punto es muy importante. Repito: Ser jóvenes significa que
tenemos mucha energía y entusiasmo, y que nuestros ideales no han sido
corrompidos por el cinismo, pero también significa que tenemos mucho que
aprender. Los jóvenes (y los no tan jóvenes) del 132 deben seguir aprendiendo, seguir
instruyéndose, deben obtener información y difundirla, practicar y promover los
valores de la democracia, contribuyendo así a la conformación de una verdadero
cultura cívica moderna. En un país de ignorantes, con un gobierno oscurantista,
cultivarse y cultivar a los otros es un acto revolucionario (por eso después de
las elecciones, mi primera entrada sobre la
difusión del conocimiento).
Durante décadas se nos hizo creer que estábamos atomizados
como individuos, que cada quien debía buscar su propio beneficio. Pensamos que
aquéllos con un mínimo de consciencia éramos un puñado, unos pocos. El 132 nos
demostró que no era así, que somos cientos, miles de mexicanos de todas las
edades y clases sociales los que queremos un cambio, que repudiamos a los
intereses mezquinos de corporaciones omnipotentes y partidos políticos
corruptos que socavan nuestra democracia.
A partir de estas
elecciones y de este movimiento se han puesto sobre la mesa de discusión
asuntos que hasta hace poco se había dado por sentado (como la omnipotencia de
las televisoras). También muchas personas
que hasta entonces estaban sólo levemente interesadas en la política del
país, lo están ahora. Podemos aprovechar esta situación para seguir debatiendo,
seguir informando e informándonos, no dejar que este interés se diluya, porque
es una característica necesaria para una ciudadanía democrática.
Y muy importante: tampoco hay que desaprovechar el contexto
internacional que estamos viviendo. Desde la Primavera Árabe a Occupy Wall
Street, desde los Indignados Españoles al Movimiento Estudiantil en Chile,
pasando por WikiLeaks y Anonymous, todos
estos movimientos tienen algunos rasgos importantes en común con el 132.
Más allá de estar protagonizados principalmente por jóvenes y de haber hecho de
Internet y las redes sociales una herramienta fundamental, tienen en común que
son movimientos de la sociedad civil en contra de los poderes fácticos que
quieren controlar sus vidas, ya sean dictadorzuelos, bancos, corporaciones,
partidos políticos o televisoras, ya sea en nombre de la patria, la religión,
el orden, el progreso, el libre mercado o la ideología.
Es por eso que creo que #YoSoy132, para trascender, debe ser
concebido como algo más que un movimiento organizado específicamente para
ciertas acciones, en ciertos momentos o por ciertas personas. No digo que deje
de ser un movimiento, sino que además se reconozca que ahora es más que eso: un
sentimiento, una actitud ante el mundo en que nos tocó vivir. #YoSoy132 tiene que convertirse en algo más
que un fenómeno coyuntural: debe convertirse en un fenómeno generacional.
Esta generación puede ser la que contribuya a transformar de
manera profunda ciertos aspectos de nuestra cultura de forma que la hagan propicia
para construir una democracia plena. Podemos ser la generación que rechace como
valores el conformismo, la mediocridad, el individualismo extremo y la
competencia feroz; la generación que en cambio adopte como suyos los valores de
la cooperación, la solidaridad y la participación ciudadana; podemos ser la
generación que se niegue a aceptar la corrupción, el nepotismo y el abuso de
poder bajo la excusa de que “es que así son las cosas en todas partes, así
siempre han sido y siempre serán”; podemos ser la generación que supere
anquilosados conceptos de “izquierdas” y “derechas”; que deje atrás los
caudillismos y partidismos.
Ese sentimiento, esa actitud generacional deben permanecer
con nosotros como impulsos que guíen nuestras vidas a lo largo de los años y
nuestras diferentes actividades. Incluso cuando el momento efervescente de
marchas, manifestaciones masivas y asambleas multitudinarias queden atrás,
debemos continuar, en todos los aspectos de nuestra vida, profesando,
practicando y cultivando los valores que han caracterizado a este movimiento
desde sus orígenes, porque la construcción de una democracia no es algo de un
día, o de un año, sino de toda la vida.
Es por eso que, suceda lo que suceda y aunque pase el tiempo
que yo soy, y seguiré siendo, 132.
Esta entrada forma parte de la serie Crónica de una transición, sobre las campañas y elecciones presidenciales de 2012 y los movimeintos sociales a su alrededor.
8 comentarios:
Confieso que después de estas semanas posteriores a las elecciones, si sentí amargura y valemadrismo por todo este proceso, pero ya después de leer y analizar, tienes razón en ese punto: hay que seguir adelante, vigilar a EPN (y a quiénes le siguen) para evitar que haga de las suyas y, además, hacer todo lo posible por compartir esta revolución de conciencias que estamos viviendo.
Saludos.
Tengo entendido que se declaran "apartidistas" pero curiosamente a todos y cada uno de quienes les he preguntado por quien votaron, me respondieron que por amlo. No hubo una sola excepción.
Esta bien que se pronuncien contra la imposición, pero ¿por que quieren imponer a amlo?
Lo que me da que pensar que si amlo hubiera ganado las elecciónes, el 132 sería (como pienso que lo es) su club de fans fanáticos.
Sin embargo estoy consciente de que no todos son fanáticos y se puede dialogar con algunos (muy pocos).
Te hago la misma pregunta:
¿A que candidato presidencial apoyaste/apoyas?
Saludos.
@Anónimo:
Creo que la mayoría de los que están en el 132 votaron por AMLO (también sé de algunos que anularon su voto). Ya sea porque fueran sus seguidores desde antes, como porque (como en mi caso), lo consideraban la menos peor de las opciones, no la opción ideal.
Yo mismo y muchos otros habían sido muy críticos del Peje (me siento más cómodo diciendo Peje) y pensábamos seguirlo siendo en caso de que ganara. De hecho, ahora que perdió, creo que lo mejor que le podría pasar a la izquierda mexicana es que el señor se retirara a su rancho de nombre tan bonito y abrir paso a una izquierda más moderna.
Expongo mis razones para votar por el Peje aquí:
http://egosumqui.blogspot.mx/2012/04/sobre-opciones-estupidas-de-voto.html
Nada de eso significa que el movimiento fuera pro-AMLO (aunque algunos al principio pensaron que así fuera). Es decir, el movimiento no llevaría a cabo acciones para favorecerlo como candidato, y basándome en ese principio es que insisto en que hay que dejar atrás lo de las elecciones, y marcar la diferencia entre el 132 y los movimientos contra la imposición.
Como tú señalas, eso de "imponer a AMLO" es una incongruencia, una en la que el movimiento no debe caer si quiere conservar su legitimidad. Porque aunque digan que sólo quieren anular la elección y que se repita, esta vez de manera limpia, yo sí sospecho que guardan una esperanza de que en esa "segunda ronda" salga ganador el Peje.
En fin, esta entrada pretende ser un llamado a la sensatez, antes de que se pierda por completo.
Que tal Ego.
Leo tus post desde hace algún tiempo, y creo que es la primera vez que te noto confundido, puedo estar mal, pero creo que intentas convencerte tu solo, es evidente que muchas cosas se han dejado de hacer y otras tantas se han permitido, ninguno de nosotros es inocente de lo que esta pasando. Me agrada la manera que tienes de tratar los temas y exponer las cosas de manera que podamos formar nuestra propia opinión y también como expones tus opiniones sobre la cultura popular, pero en la entrada de hoy algo me causo desconcierto: "hacer 'misiones' a los pueblos para enseñarle a la gente cómo no había qué ver telenovelas". Me recordó la historia de la culebra y el hombre, considero que hay un problema muy agrande en tratar de "hacer el bien".
@Emmanuel: Pues sí, eso de "hacer misiones" lo puse entrecomillado, expresado con cierto sarcasmo y justo antes de que nos regresaran a la tierra. Lo de "hacer misiones" lo dijo un chico, y sí, creo que nos dimos cuenta de que era bastante arrogante y pretencioso. Por eso insisto en la parte de que aún tenemos mucho que aprender.
Gracias por tus comentarios. ¡Saludos!
Mi estimado Ego...
La época electoral (y sus circunvecinas) suelen ser de apogeo emocional, más que racional. Muchos argumentos, a favor y en contra de cada uno de los candidatos, tenían más que ver con el apego/desapego de la fuente, que con una valoración objetiva de sus capacidades o retos.
El movimiento 132 (como le ocurrió a la movilización post-temblor del 85') tuvo las grandes virtudes de ser espontáneo, juvenil y con un aire esperanzador. Sin embargo, (como también le ocurrió a aquel), va muriendo conforme el objetivo se alcanza (o no), y más aún cuando otros grupos pretenden apropiárselo.
Existen dos grandes problemas de base: el movimiento espontáneo surge como respuesta al momento electoral, por lo que su persistencia después de las elecciones, fuera cual fuere el resultado, queda sujeta a la capacidad del movimiento a dejar de ser espontáneo y convertirse en articulado, con un objetivo que lo trascienda (a sí mismo y al momento que le dió origen).
Pero el problema más fuerte es la coyuntura que le da razón: es una crítica específica a una persona, a un candidato y a un partido. Entonces no pueden llamarse "apartidistas". En realidad quieren decir "somos democráticos y señalamos a quien creemos que no lo es", pero eso son dos terrenos distintos...
Justo esa dicotomía en su definición hacen al grupo tan fácil presa de otros depredadores ideológicos. Decir "Soy apartidista, pero estoy en contra del PRI y de Peña Nieto", linda peligrosamente con la esquizofrenia, de ahí la importancia de "elevarse" por encima del plano partidista.
Creo que lo haces muy bien al final, cuando planteas una sociedad educada, más alerta, más responsable de su propio sistema de gobierno y, por tanto, más crítica. Aspirar a eso es ponerse un objetivo trascendente y, sin duda, mucho más elevado que criticar un gel de cabello o unas canas alocadas...
Abrazo Ego!
G.
@Georgells: Muchas gracias por tus comentarios. Son tan buenos que, si no te molesta, los compartiré en FB. Saludos!
Ego
Como siempre, muy interesante nota. Clara y precisa. Coincido con ella, pero me gustaría agregar/enfatizar unas cuestiones.
Sí, el 132 debe quedar como una suerte de "ethos" o marca generacional. Y debe reconocer varias cosas, por ejemplo, que es un movimiento social y que, como dices, las cosas llevan tiempo. Pero también que los movimientos suelen ser más o menos puntuales sobre algún problema (p. ej., mov. feminista, ambientalista, vivienda, etc.). Afortunadamente, en el país, como dices, tenemos distintos movimientos sociales que están dando al lucha. Creo que el 132, dado su carácter estudiantil y su coyuntura, quedará como esa marca generacional, pero también puede focalizarse en una lucha, como lo es la de los medios de comunicación. A pesar de que la cosa está difícil, tampoco soy fatalista, y es momento de pasar de la crítica (aunque ésta deba permanecer siempre, siempre) a las acciones positivas y propositivas, a seguir trabajando en la articulación con organizaciones de la sociedad civil, académicos y otros sectores de la sociedad (no hay que descartar incluso a políticos), para, por ejemplo, elaborar una propuesta de reforma o ley en materia de medios de comunicación, de la creación de nuevos y diferentes espacios comunicativos, entre otras acciones. En Yucatán creo que nos falta mucho este trabajo de articulación y gestación de propuestas. Además, creo que sí las acciones se tornan más positivas y propositivas, la percepción de la sociedad en torno al movimiento puede cambiar de manera favorable. Ya no se trataría simplemente de decir "eres un idiota por ver televisa", sino, "así está la situación con los medios y tenemos esta propuesta, ¿cómo ven?".
Todo esto me parece urgente debido a uno de los puntos que señalas: el PRI regresa, aunque no en las mismas condiciones que antes. Creo que aquí no soy tan optimista: los otros dos partidos están pasando por fuertes crisis, las reformas estructurales vienen amenazantes, la criminalización y represión a los movimientos sociales es del todo plausible, y el gobierno de Peña no se ve muy abierto a dialogar con ellos. Así que necesitamos continuar con la organización y con la elaboración de propuestas. Los que gobiernan (formalmente y de facto) están organizados, nosotros también debemos estarlo.
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