Introducción
Existen ciertas situaciones en las que uno puede juzgar de forma sencilla e inmediata quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Las llamamos "fantasías infantiles" e incluyen los cuentos de hadas, los cómics de superhéroes, las series de TV policiacas, las sagas heroicas como El Señor de los Anillos y Star Wars, y en general casi toda la cultura mediática con la que nos evadimos y relajamos. Por desgracia, estas situaciones son enteramente ficticias.
En el mundo real, por el contrario, y en particular en el ámbito de la política, es con frecuencia harto difícil, definir con sencillez dónde están los malos y dónde los buenos, y sólo las personas que se aferran a un esquema proveniente de las fantasías infantiles antes mencionadas pueden juzgar, sin dudar ni un poquito de sus propio criterio, sin siquiera preocuparse por tratar de entender todos los aspectos de una situación, quién es el bueno y quién es el malo en un conflicto político. Por desgracia, ésa parecería ser la opción de la mayoría de los mexicanos.
Es comprensible: es más fácil, rápido y cómodo emitir un juicio a la ligera que tratar de comprender la complejidad de un asunto multifacético. Así, siempre se vuelve más tentador echar mano de nuestra ideología prefabricada que analizar las situaciones complejas, y empezar a acusar a los otros de "malditoooooos [inserte aquí chairos, comunistas, fascistas, imperialistas o lo que sea]" y cerrarse totalmente a cualquier discurso que no esté de antemano en concordancia con nuestros prejuicios.
Veamos la historia, por ejemplo. En la primaria nos la enseñan como un asunto de buenos y malos, y aunque los libros serios de historia (fácilmente conseguibles en cualquier librería, pero poco leídos por el gran público) sí tratan de exponer la complejidad de los hechos, en general la cultura mediática (en especial el cine) refleja esta concepción del pasado como una lucha entre el bien y el mal. Ahora, chequen a cierto tipo de revisionistas históricos, aquéllos que quieren "desmentir mitos" del pasado, como los hispanistas mexicanos, o los que antijuaristas / antirrevolucionarios, los pumas capitalistas, los mitófagos o los negacionistas del Holocausto. Esas personas no proponen un análisis profundo de la complejidad histórica, sólo quieren sustituir una interpretación simplista y maniquea (X es bueno, Y es malo), con su propia interpretación simplista y maniquea (X es malo, Y es bueno).
Lo mismo va para muchos "medios alternativos", voceros de la conspiranoia, o casi cualquier gente que comenta en Internet: a una interpretación simplona y maniquea "mainstream" proponen como alternativa una interpretación simplona y maniquea opuesta. Esta postura de "nosotros los buenos, los otros los malos" es dolorosamente típica entre los mexicanos cuando se da algún conflicto de naturaleza política.
Pero la política es un asunto mucho más complejo que simplemente "buenos contra malos". De entrada existen diversos grupos de poder: partidos políticos, corrientes al interior de esos partidos, niveles de gobierno, sindicatos, organizaciones criminales, corporaciones, medios de comunicación, think tanks, ONG's, grupos activistas y muchos más. Todos ellos tienen sus propias agendas e intereses, hacen y deshacen alianzas, conquistan cotos de poder y los pierden. Muchos de los conflictos políticos que vemos en nuestro país son en principio (aunque pueden ser también más que eso) luchas entre diversos grupos por dichos cotos de poder. Caer en la división de "los buenos y los malos" es ingenuo, y la ingenuidad puede tornarse peligrosa.
Aclaro: Esto no quiere decir que uno deba adoptar una posición cómoda de no juzgar ni meterse en asuntos públicos. Yo sí creo que hay situaciones en las que el triunfo de un grupo tendría como resultado un escenario más justo y positivo que en el caso contrario. Lo que digo es que para llegar a esas conclusiones es importante hacer análisis profundos y que ello no es fácil.
En la imagen: Política. Descripción gráfica. |
Como ejemplo de este principio, tenemos el conflicto magisterial en torno a la llamada "reforma educativa". Los individuos más despistados, aquellos que se informan mediante alguna de las dos grandes televisoras o algún otro medio afín a la posición del gobierno, comparten feliz y acríticamente la interpretación simplista y maniquea oficial: los maestros son unos huevones desmadrosos que no quieren que los evalúen ni quieren perder sus privilegios y por eso hacen tanto berrinche.
Quienes, por otro lado, se afilian a una postura izquierdosirijilla tienen por su parte la interpretación simplista y maniquea que nace del principio moral de estar en contra del gobierno por default: que el gobierno quiere privatizar la educación y que los maestros son unos mártires / superhéroes que se se les están oponiendo, así que TODXS deberíamos apoyarlos y hasta la victoria siempre.
(Yo mismo acabo de hacer sendas caricaturas de ambas posturas, cuando en realidad hay muchas otras, pero como éstas son las que más ruido hacen, nos servirán para nuestros propósitos ilustrativos.)
Así que, para demostrar que este asunto es más complicado de lo que muchos piensan y que por lo tanto hay que ser muy cuidadosos a la hora de emitir un juicio, veamos algunos puntos importantes de la reforma educativa y el conflicto magisterial que ha surgido a raíz de la misma. Desde luego, éste no es un espacio ni yo soy el tipo adecuado para hacer una análisis realmente pro como mis queridos contertulios se merecen (para eso les traigo muchos enlaces), pero sí es una probadita que nos permitirá tener una visión más amplia. En fin, comencemos por aclara algunos puntos.
¿En qué consiste la reforma educativa? Una explicación muy buena la pueden encontrar en este artículo de Sopitas, pero claro, siempre es mejor irse a las fuentes originales, y si aguantan el lenguaje árido y monótono de la oficialidad, pueden leer el texto íntegro de la reforma.
Bueno, de entrada, no se trata de una reforma educativa, sino de una reforma estructural o laboral. Es decir, no toca aspectos fundamentales para la educación, como los programas de estudios o el presupuesto que se invierte en educación. Se trata sólo de los profesores, de su contratación y permanencia, y de la evaluación y administración de sus empleos. Veamos:
La Ley General de Educación:
- Establece
el Sistema de Información y Gestión Educativa encargado de realizar censo
de escuelas, profesores y alumnos, apoyado por el INEGI.
- Incluye
disposiciones como prohibir cobro de cuotas en educación básica o media
superior.
- Faculta al Estado a la inspección de escuelas privadas
La Ley para el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación:
- Tendrá
la facultad de evaluar la calidad, desempeño y resultados del sistema
educativo nacional en la educación básica y media superior.
- Tendrá
atribuciones para evaluar el desempeño y resultados del Sistema Educativo
Nacional, el director (del INEE) será designado por el presidente.
- Sustituir
la Carrera Magisterial, terminar con la asignación discrecional de plazas
, corresponderá a las autoridades educativas administrar la asignación de
éstas.
- Encargado de hacer los lineamientos a los que se sujetarán las autoridades educativas para evaluar el ingreso al servicio docente, la promoción, y la evaluación del desempeño docente y de quienes ejercen funciones de dirección y de supervisión.
La Ley del Servicio Profesional Docente:
- Los
profesores que ya tengan el nombramiento definitivo, serán evaluados,
tienen tres intentos para pasar, sino pasan los mandarán a otra área o les
pedirán que se jubilen.
- Para
concursar una plaza docente quienes resulten elegidos tendrán un periodo
de inducción y serán evaluados cada año para determinar si cumplen o no
con los estándares requeridos, caso contrario, “se darán por terminados
los efectos de su nombramiento”.
- Incluye
sanciones para despedir a los maestros que falten a laborar tres días
consecutivos sin justificación, o tres veces al mes.
- La
evaluación magisterial, será obligatoria para todos los maestros; no
pactable. (en la última evaluación nacional reprobó el 75% de los
maestros).
- La Evaluación para los Docentes no consiste en un “examen” de conocimientos al final de cada ciclo escolar, sino en distintas variables: asistencia al trabajo, méritos, desempeño, exámenes psicológicos y clínicos.
Como ven, ninguno de estos puntos toca a la educación en sí, sólo a la gestión de la educación. ¿Por qué esto molesta a los maestros? Porque con esta reforma se está vendiendo el discurso de que los problemas de la educación en México son exclusivamente culpa de los maestros (y con los plantones, los maestros han dado más razones para que dicho discurso tenga credibilidad, ¿eh?).
El gobierno y los medios afines a sus posturas está satanizando a los maestros como si no hubiera otras causales de la deficiencia educativa en nuestro país: desde infraestructura inadecuada, pocos recursos, programas obsoletos, libros plagados con errores factuales y de escritura, funcionarios corruptos y en general una cultura mexicana que le tiene fobia a todo lo que sea intelectual. Al culpar exclusivamente a los profesores, gobierno y sociedad se están lavando las manos de su responsabilidad frente al deficiente funcionamiento de la educación en México. Se ha encontrado un chivo expiatorio muy cómodo.
Y aunque la reforma administrativa de la labor pudiera ser positiva, ésta por sí sola no va a solucionar los problemas educativos en nuestro país. Por otro lado, aunque la reforma no alcance a solucionar por sí misma los problemas en México, ésta puede ser positiva (sí, dije lo mismo, pero al revés). Es decir, puede que sea insuficiente, pero ¿por qué estar en contra de ella?
¡Uay! ¿Es eso cierto? Ésa es la cantaleta que repiten los profesores marchistas y sus seguidores en las redes sociales. Que todo esto es parte de un complot para privatizar la educación. Es muy extraño, sobre todo teniendo en cuenta que en NINGÚN PUNTO de la reforma se habla de privatización. Vamos, ni siquiera se habla de permitir la inversión de empresas privadas y/o extranjeras como en el caso de la reforma energética y Pémex. Entonces, ¿a qué se refieren con eso de privatizar la educación?
Ah, pues dos cosas. Una, es que ésta reforma significa una "privatización ideológica". Un momento, ¿qué? Sí, que esta reforma tiene como propósito educar a niños que en el futuro sean productivos para el medio corporativo; se trata de formar empleados y gerentes, no de educar a ciudadanos críticos capaces de construir democracia.
¿De veras? ¿Era eso lo de la privatización? ¡No mamar! Bueno, uno puede estar en contra de esa visión de la educación (yo lo estoy, ciertamente), pero en realidad ésta ha sido la filosofía dominante desde que se creó el concepto de educación pública en los albores de la Revolución Industrial. De hecho, así como está ahora, la educación pública no está formando ciudadanos críticos capaces de construir una democracia, pero además tampoco está formando gente capacitada y eficiente para el mundo laboral.
De cualquier forma, ése es otro debate (es que en este asunto hay muchos debates y subdebates; les dije que era compleja la cosa). Eso no es privatizar la educación. Que los maestros y sus fanses en las redes sociales anden proclamando que va a ver "privatización", sin especificar a qué se refieren es deshonesto. Es alarmar a la población con información a medias para buscar su apoyo. Eso no se vale. Y añadir por lo bajo "es que es privatización ideológica" no lo hace menos amarillista. Es como si yo me parara en la calle a gritar que Fulanito es culpable de homicidio y lo publicara por todas partes, pero cuando alguien me preguntara a qué me refiero con "homicidio" le dijera "ay, es que habló mal de Menganito y lo calumnió; eso cuenta como 'homicidio moral', no"?
El otro punto que se ha tomado como base para hablar de una pretendida privatización de la educación es uno que sí se encuentra de hecho en el texto oficial de la reforma y que habla de la autonomía de las escuelas en cuanto a la forma de gastar su presupuesto. Este asunto ha sido tomado (y vendido) por el movimiento magisterial como que ello significa que ahora serán los padres de familia, maestros y directores tendrán que desembolsar de su propio dinero para los gastos del plantel educativo. De esa forma, la educación gratuita se acabaría. Sin embargo, ello no se infiere del texto de la reforma:
Ahora bien, la explicación oficial al ligeramente ambiguo texto es que el gobierno seguirá (obviamente) proporcionando dinero a las escuelas, pero que serían los directores, maestros y padres de familia quienes, en conjunto, decidirían cómo invertir ese presupuesto. Nada dice de aumentar los actualmente insuficientes presupuestos, desde luego y ya ahora es muy común que la comunidad tenga que aportar de su dinero para apoyar a las escuelas porque simplemente el dinero que aporta el gobierno no alcanza.
El movimiento magisterial, por su parte, señala que el texto es bastante ambiguo como para asumir que dice lo que ellos se imaginan que dice, lo que me parece un caso delirante de exégesis subjetiva, o como dicen en mi pueblo "buscarle tres pies al gato". Su propósito es, una vez más, alarmar a la población para sumar apoyo a su causa y jalar agua a su molino.
¡¿Hey, pero que es esto?! Ah chinga, parece ser que la Secretaría de Educación de Veracruz hace no mucho se negó a darle mantenimiento a una escuela, con el argumento de que, ahora por la reforma, esos gastos le corresponden a los padres de familia. La negligencia de las dependencias de gobierno con las necesidades de las escuelas no nada nuevo, pero ahora se apoyan en lo que dice el texto de la reforma. Vaya, pues parece ser que en efecto el texto es lo suficientemente ambiguo como para que se le dé una interpretación en ese tenor. ¿O será que la insistencia de los profesores en esa interpretación fue lo que propició que la SEV se lo tomara de esa manera? Mucho trabajo tendrá que hacer el gobierno federal para indicar que no es así... Pero no los veo haciéndolo, por cierto.
"¡Los maestros no se quieren evaluar!"
Uno de los ataques más frecuentes en contra del movimiento magisterial se basa en su negativa a ser evaluados. "El que nada debe, nada teme", reza el viejo y conocido refrán. La duda es bastante razonable: ¿por qué no querrían los maestros someterse a una evaluación a menos que tuvieran miedo de reprobarla?
Aquí el movimiento tiene algunas respuestas que varían en grado de satisfacción: una de ellas es un inmenso tu quoque: "¿que evalúen a los políticos también?" ¿Saben ustedes? Esa me parece una demanda muy justa: estaría bueno que se evaluara a los senadores, diputados, ejecutivos y otros funcionarios públicos, de elección popular o no (aunque se me hace difícil imaginar en qué consistiría ese instrumento de evaluación).
Pero eso no es un argumento válido en contra de la evaluación a los maestros. Que debiera aplicarse evaluación a los políticos no quita que sería buena idea evaluar a los maestros. Con respuestas como ésa, le movimiento magisterial aparece muy obvio queriendo desviar la atención del asunto hacia otro lado sin discutir qué habría de malo en evaluarlos a ellos, lo que aumenta la sospecha de que ellos simplemente tienen miedo de reprobar.
Otro de los argumentos es que México es un país muy diverso como para una evaluación estandarizada. Por Cthulhu que no entiendo ese punto, sobre todo cuando ya se explicó que la evaluación no consiste en un “examen” de conocimientos al final de cada ciclo escolar, sino en distintas variables: asistencia al trabajo, méritos, desempeño, exámenes psicológicos y clínicos. Ahí sí que me perdonen, pero no veo cómo la diversidad de México haría necesario que la asistencia al trabajo y el desempeño se calificaran de forma distinta.
Abro un paréntesis para tratar un tema levemente relacionado: Algunos parecen confundir las evaluaciones como las propone la reforma, y las evaluaciones tipo ENLACE y PISA, con las que también están en desacuerdo. He leído argumentos en las redes sociales que dicen que estas evaluaciones reducen la educación a una preparación para pasar exámenes, y que no se promueven el pensamiento crítico y la creatividad, verdaderos objetivos de la educación. Señalan que concentrarse en estas evaluaciones es ponerse al servicio del imperialismo y el neoliberalismo encarnados en la organización internacional que las promueve y aplica: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Es chistoso que esas mismas personas que se rasgan las vestiduras y miran la prueba PISA (y su equivalente nacional, la ENLACE) como una amenaza en contra de la educación verdadera y la soberanía nacional, meses antes elogiaban el sistema educativo de Finlandia y decían que debemos ser más como este país, que tiene las calificaciones más altas... ¡Precisamente en la prueba PISA! Y si sabemos que andamos muy mal en educación, lo cual es más que vergonzoso, es gracias también a las pruebas PISA y ENLACE.
PISA evalúa habilidades matemáticas y de lectoescritura, además de conocimientos declarativos sobre ciencias. Ciertamente no mide el pensamiento crítico ni la creatividad (creo que diseñar, aplicar y evaluar a nivel mundial una prueba que midiera estas cualidades sería muy difícil, si no imposible), pero eso no significa que el preocuparse por pasar esas pruebas vaya a eliminar el interés de las escuelas en desarrollar otras capacidades intelectuales. Por el contrario, difícilmente alguien que no fuera redomado idiota negaría que las habilidades matemáticas y lenguaje son herramientas fundamentales para desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad.
Tengo la enorme fortuna de impartir clases en la preparatoria privada mejor calificada del estado según la prueba ENLACE, y que además es prestigiada y reconocida por su tradición humanista y excelencia académica. Pero como esas pruebas nos dejan a la mayoría de los mexicanos como un montón de analfabetas anuméricos, muchos le temen a ENLACE y PISA, desde profesores y alumnos hasta funcionarios, y sin olvidar a las escuelas hippies tipo "Bueno, nuestros alumnos no saben leer, escribir ni contar muy bien, pero tienen un huertito orgánico, una muy alta autoestima y son muy felices cantanado Kumbayá."
Bueno, pero volviendo a nuestro tema, ¿hay alguna razón válida que tengan los profesores para oponerse a la evaluación? Me parece que hay una: los profesores temen que se usen estas evaluaciones como instrumentos de control por parte de las autoridades para condicionar su permanencia en el trabajo a una obediencia absoluta.
Vamos por partes, ¿sabe usted por qué motivo surgieron esas prerrogativas fantásticas de las que gozan los profesores, tales como las plazas vitalicias y el hecho de que no puedan ser despedido por casi nada que sea menos que cometer un delito de oficio? Por un motivo bastante loable: proteger la libertad de cátedra. La idea tras estas prerrogativas era proteger al profesor de perder su empleo porque lo que dijera en clase o porque sus actividades políticas fuera del aula pudieran incomodar a las autoridades. Claro, esto mismo protege a maestros buenos para nada que no pueden ser despedidos aunque sean incompetentes o corruptos.
Ahora los maestros temen que las autoridades puedan usar las evaluaciones como pretexto para perjudicarlos en el trabajo por asuntos ajenos a éste, como amistades o enemistades con funcionarios, por estar envuelto en actividades políticas incómodas, o cosas por el estilo. Los maestros incompetentes y corruptos también temen por esta situación, porque hasta este momento habían gozado de mucha tranquilidad. Es decir, la reforma tiene atemorizados tanto a justos como a pecadores: los deja vulnerables a las arbitrariedades de la autoridad. Lo cual nos lleva a un punto importante:
Bueno, pero volviendo a nuestro tema, ¿hay alguna razón válida que tengan los profesores para oponerse a la evaluación? Me parece que hay una: los profesores temen que se usen estas evaluaciones como instrumentos de control por parte de las autoridades para condicionar su permanencia en el trabajo a una obediencia absoluta.
Vamos por partes, ¿sabe usted por qué motivo surgieron esas prerrogativas fantásticas de las que gozan los profesores, tales como las plazas vitalicias y el hecho de que no puedan ser despedido por casi nada que sea menos que cometer un delito de oficio? Por un motivo bastante loable: proteger la libertad de cátedra. La idea tras estas prerrogativas era proteger al profesor de perder su empleo porque lo que dijera en clase o porque sus actividades políticas fuera del aula pudieran incomodar a las autoridades. Claro, esto mismo protege a maestros buenos para nada que no pueden ser despedidos aunque sean incompetentes o corruptos.
Ahora los maestros temen que las autoridades puedan usar las evaluaciones como pretexto para perjudicarlos en el trabajo por asuntos ajenos a éste, como amistades o enemistades con funcionarios, por estar envuelto en actividades políticas incómodas, o cosas por el estilo. Los maestros incompetentes y corruptos también temen por esta situación, porque hasta este momento habían gozado de mucha tranquilidad. Es decir, la reforma tiene atemorizados tanto a justos como a pecadores: los deja vulnerables a las arbitrariedades de la autoridad. Lo cual nos lleva a un punto importante:
Como les decía más arriba, los conflictos políticos suelen ser en el fondo una lucha por cotos de poder, una competencia entre grupos que quieren dominar o impedir ser dominados, y el conflicto magisterial no es una excepción.
Los sindicatos en México han sido en su mayoría desde el Maximato instrumentos de control del PRI. A través de la cooptación, la coerción y los líderes charros, los gobiernos priistas mantuvieron bajo control a los diferentes sectores de la clase trabajadora. El gobierno sólo tenía que mantener contentos a los líderes y altos funcionarios con toda clase de prvilegios ridículos, y así asegurarse que los trabajadores se mantuvieran en línea. Los intentos de sindicalismo independiente eran aplastados, a menudo violentamente, y de ahí que en nuestro país el sindicalismo esté tan desprestigiado a los ojos de mexicano común, para quien "sindicato" es sinónimo de "mafia". Desde el punto de vista de los trabajadores y profesionistas que no se encuentran protegidos por ningún sindicato, éstos parecen gozar de privilegios absurdos e injustificables.
Con la caída del PRI en 2000 y el fin del presidencialismo, organizaciones que otrora servían como instrumentos para el gobierno, adquirireron mayor poder y autonomía. Algunos, como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), pasaron de obedecer al gobierno a negociar con él como iguales, incluso a chantajearlo y amenazarlo. Y ya desde 1979 existía la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE, que se pronuncia exactamente igual que SNTE, a menos que seas español), una organización sindical alternativa que desde el inicio ha sido bastante incómoda para el gobierno.
Pero el PRI está de vuelta en la presidencia y requiere volver a poner bajo su control a dichas organizaciones. El encierro de Elba Esther Gordillo y su sustitución por el nuevo patiño más complacientem, Juan Díaz de la Torre, como líder del SNTE, fue un primer paso (el gobierno de Enrique Peña Nieto no tiene interés alguno en perseguir la corrupción, que si así fuera, se habría ido primero contra Carlos Romero Deschamps, el gangsnteril líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros).
El siguiente paso era controlar a los trabajadores de la educación. Con medidas como las que se proponen en la "reforma educativa", el gobierno adquiere la facultad de decidir sobre la contratación, despido y continuidad de los trabajadores de la educación. De eso se trata todo esto. Escuchemos las palabras del Dr. Manuel Gil Antón, investigador del Colegio de México:
Nótese también que el proyecto gubernamental de censar las escuelas viene después de que se aplique la reforma; ¡habrase visto que primero se aplique una solución y después se haga un estudio del problema! Así, las promesas que los spots del gobierno repiten acerca de que va a mejorar la calidad de la educación van a quedarse sin cumplir, porque no interesa cumplirlos, porque no se están asignando más recursos, ni mejorando la infraestructura, ni revisando los programas.
Nótese también que el proyecto gubernamental de censar las escuelas viene después de que se aplique la reforma; ¡habrase visto que primero se aplique una solución y después se haga un estudio del problema! Así, las promesas que los spots del gobierno repiten acerca de que va a mejorar la calidad de la educación van a quedarse sin cumplir, porque no interesa cumplirlos, porque no se están asignando más recursos, ni mejorando la infraestructura, ni revisando los programas.
Y las predicciones alarmistas de quienes aseguran que con esta reforma va a colapsar la educación pública tampoco tienen sustento: la educación en México ya se está yendo a la mierda de todas formas, y de todas formas no está fomentando el pensamiento crítico, ni la creatividad. Es una reforma laboral y prácticamente lo único que va a cambiar son las relaciones laborales entre el magisterio y el gobierno. En este panorama, apresurarse a ponerse del lado de los maestros o del gobierno no parece muy sensato. Excepto que...
No es sólo una lucha por el poder.
No se puede negar que hay muchos profesores incompetentes y corruptos en la educación pública, y que en buena medida la reacción del magisterio contra la reforma tiene en vista no perder privilegios, y no ceder al gobierno el enorme poder que implica la facultad de contratar y despedir profesores. De ahí que se hayan dado casos de profesores chantajeados y coercionados para participar en las manifestaciones (como maestro, uno se va enterando de estas cosas, pero no tengo una fuente para compartirles, de modo que no tienen que creerme). Todo ello hace difícil que uno se identifique con la causa de los maestros o que crea que realmente están luchando por los derechos de todos y no por los privilegios propios. Máxime cuando defienden su causa con exageraciones y falsedades, como las que analizamos más arriba, o adoptan ellos y sus simpatizantes posturas intransigentes y maniqueas del tipo "estás conmigo o eres mi enemigo".
Pero, como escribí en una entrada titulada No es sólo la escuela, nos quejamos de los maestros, porque muchos de ellos son personas con poca preparación, mediocres y hasta corruptos, que se gastan los días protestando para que no les quiten plazas hereditarias, no les hagan evaluaciones ni los obliguen a tomar cursos de formación continua. Pero como con el caso de los políticos corruptos, los maestros mexicanos no nos son impuestos por una potencia extranjera ni son depositados en nuestras escuelas por naves extraterrestres: surgen de nuestra misma sociedad, son producto de nuestro mismo sistema educativo, de nuestra misma cultura de la conchudez, el gandallismo, la mediocridad intelectual y el desdén hacia el conocimiento.
Los medios de comunicación que están coludidos con el gobierno (ya saben: Televisa, TV Azteca, Milenio...) han aprovechado muy bien nuestra tendencia nacional de lavarnos las manos y echarle la culpa de todo malo a otros, y ha satanizado a los maestros. El nivel de odio, que llega al racismo y a las demandas de que se use violencia contra los maestros, es indignante: como la llamó Juan Carlos Romero, es la cólera de los imbéciles.
El discurso racista y de clase que hemos leído en estos días tiene efectos y razones más profundos que la crispación por las interrupciones y bloqueos; hay en la ausencia de matices, una necesidad de marcar distancia desde una posición superior, negándoles a los que se desprecia la categoría que tienen (los que protestan no son profesores, porque ningún profesor verdadero haría cosas así) o bien, asumiéndose como modelo (los que sí trabajamos, los que sí queremos que el país progrese). "La cólera de los imbéciles llena el mundo", decía una frase del escritor francés George Bernanos que en 1938 reflejaba su asco moral por quien en nombre de la ideología personal justificaba atrocidades contra los otros.
No se puede ignorar que las acciones de los maestros le han dado material de sobra a quienes quieren satanizarlos. En las manifestaciones se encuentran a los típicos acarreados que no saben ni porqué están ahí. Ha habido grupos de profesores que cometen actos de vandalismo. Y no menos importante: han causado graves afectaciones a terceros, incluyendo serios problemas para los comerciantes, personas que ni la debían ni la temían. Y aunque los maestros puedan decir, no sin razón, que la manifestación es un derecho, me parece necio hasta estulticia que no quieran darse cuenta de que como estrategia las marchas y los plantones les han resultado contraproducentes. Sufren del mismo problema que otros movimientos de izquierda en el país: creen que su causa es tan obvia y evidentemente justa que cualquier persona honesta y consciente la apoyará sin chistar, al grado que cualquier autocrítica se hace innecesaria.
Pero por otro lado, en buena medida el movimiento magisterial no surge solamente por la imposición de la reforma. Desde el punto de vista de muchos profesores honestos y trabajadores, ellos llevan años haciendo grandes esfuerzos por sus alumnos, en condiciones muy adversas, en un país que no reconoce ni valora su trabajo. Para colmo de males, ahora amenazan con quitarles lo único que creían que estaba a salvo: un empleo seguro (algo valiosísimo en un clima de inseguridad económica y desempleo). Y es que fuera de algunas prerrogativas que son a todas luces indefendibles (como las plazas heretidarias, intercambiables o vendibles), de todos modos no son todos los profesores los que gozan de ellas, y la docencia no deja de ser un trabajo muy difícil, exigente y mal pagado.
Esto de la reforma es para muchos el colmo de una serie de abusos y negligencias de años por parte del gobierno, que ahora los culpa de todos los males de la educación y los amenaza con dejarlos sin empleo. El conflicto de la reforma educativa da la oportunidad perfecta para que se discuta públicamente de los muchísimos problemas de fondo que hay tras el rezago educativo en México. De ahí que haya tantos profesores dispuestos a luchar. Y por cierto, es mentira que la CNTE no tenga una contrapropuesta educativa: la tiene. Uno puede estar en contra de ella o a favor, pero es una mentira flagrante decir que no la hay.
Finalmente, no podemos separar el conflicto magisterial con la situación general del país, que tiene a mucha gente descontenta: un gobierno federal cuya legitimidad ya es de por sí puesta en duda por una buena parte de la ciudadanía y que insiste en imponer reformas impopulares tras reformas impopulares (mientras escribo estas líneas, se aprueba la reforma energética que permitirá a compañías extranjeras lucrar con el petróleo mexicano); una situación de violencia e inseguridad terribles, que ha llevado al surgimiento de milicias armadas y guerrillas donde el Estado ya no tiene el poder o la voluntad de proteger a vida y la propiedad de los ciudadanos; una economía que no crece ni siquiera al ritmo de las proyecciones más modestas hechas por el mismo gobierno; escándalos de impunidad flagrante frente a los que el gobierno simplemente se hace pendejo; el regreso del estilo del PRI jurásico (hasta en gobiernos de otros partidos) y su política autoritaria, incluyendo proyectos de ley que amenazan con criminalizar la protesta pública en distintas entidades federativas...
En esta situación no es de extrañarnos que muchos que no son maestros vean en la coyuntura del movimiento magisterial una salida para expresar su frustración contra la situación actual, y de ahí que haya mucho apoyo a la CNTE, incluyendo movimientos similares, asociados o paralelos, en diversas entidades del país (aquí en Yucatán hay uno). También es mentira que el movimiento magisterial no cuente con el apoyo de los padres de familia; hay casos en los que sí lo tienen.
Uno puede simpatizar o no con las causas, objetivos y medios de un movimiento social de protesta; se puede argumentar que sus diagnósticos de la problemática nacional son erróneos, que sus soluciones propuestas no van a traer nada bueno, o que sus métodos no van a llevar a los resultados esperados. Pero hay que reconocer que el descontento social no surge de la nada. No se puede hacer de cuenta que el país está de maravilla y que de no ser por algunos chairos huevones e inútiles que hacen desmadre por mamadas, las cosas marcharían sobre ruedas. Los factores que tienen a tantas personas frustradas, indignadas, incluso furiosas, ahí están, y no se irán sólo por decir que esas personas están idiotas. El descontento social es algo muy peligroso si no se atiende, y sospecho que a lo largo de este sexenio seguirán surgiendo conflictos como el magisterial si el gobierno de Peña Nieto se mantiene en su plan de gobernar como si le hubieran dado pase libre para hacer lo que le dé la gana.
En conclusión, ¿qué es el conflicto magisterial? Es el intento de un gobierno bastante criticable y criticado por recuperar el poder sobre los trabajadores de la educación, y el intento de agrupaciones bastante desprestigiadas de mantener sus privilegios. Pero es también la lucha legítima de trabajadores honestos que ven peligrar sus derechos laborales. Pero es también una muestra de la izquierda trasnochada, maniquea e intransigente que no evoluciona ni en sus métodos ni en su discurso. Pero es también la expresión del racismo y el clasismo que imperan aún en la sociedad mexicana. Pero es también la oportunidad de los porros de siempre para hacer desmadre o fungir como acarreados. Pero es también una manifestación del legítimo descontento que ha causado la situación política, social, económica, educativa y de seguridad en este país, y de que el orden político actual deja muy pocos cauces para expresar ese descontento. Pero es también una muestra de la incapacidad de la oposición de construir frentes comunes para expresar su inconformidad y evitar diluirse en una multitud de luchas sectarias, de cada quien peleando por los intereses de su "tribu". Y es todavía más.
Y hay desinformación y calumnias por ambas partes.. |
En fin, este asunto es más complejo de lo que parece a simple vista. Precisamente por ello decidí tomarlo como ejemplo, pues ilustra muy bien como los temas políticos de nuestro país tienen más matices y aristas de los que caben en las visiones simplistas. Espero que este largo debraye sirva como invitación para siempre investigar y reflexionar sobre tales asuntos antes de comprometerse con una postura; es necesario que empecemos a hacerlo si queremos mejorar la cultura política de nuestro país.
En la próxima entrada tomaré un tema de política internacional, para que veamos que estos asuntos tampoco son fáciles de abordar.
Esta entrada forma parte de la serie Crónica del Mirreynato, una historia del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto y todo lo que ocurrió a su alrededor
4 comentarios:
Muy buena tu entrada, sobre todo lo que abordas al inicio. En efecto, ese afán de inculcarnos el blanco/negro y no enseñar que todo en el mundo se mueve en espectro de grises es sin duda algo que influye en los conflictos del adulto.
Y este pleito de los maestros y la reforma es buen ejemplo de ello. Lo digo de nuevo: por algo no me uno a facciones radicales, pues una suele estar tan equivocada y ciega como su contraparte.
A los pseudoizquierdosos que canturrean una y otra vez frases con los términos "privatización" y demás, si les pides que te definan lo que es realmente privatizar y qué ramificaciones tiene, no saldrá de la definición escueta que ha visto en panfletos improvisados o escuchado en discursos de tal o cual individuo aferrado a un microfono.
La revolucion y cambio deben basarse en el nivel intelectual estratégico, no en violencia y vandalismo. En otros paises se ha logrado mayor cambio con acción ciudadana inteligente en cuestiones sociales y politicas. Mexico puede lograr lo mismo, si se empieza a luchar a través de los canales adecuados.
Uf, no estoy tan pendejo, tocas los puntos que argumento para motivar al prójimo a pensar: eso de las marchas como estrategia es joderse el apoyo de la sociedad, que la tal reforma tiene un trasfondo de lucha de poder que en nada cambia la situación educativa del país y que sin importar si los apoyas o no, no ver que en el fondo yace un grave descontento social es harto peligroso para la sociedad.
Larga tu entrada pero muy buena.
No sé si el autor evita deliberadamente o ignora la historia del magisterio mexicano y por lo tanto no muestra la información completa, pero creo que, al omitir un aspecto tan fundamental de la historia que ha forjado a nuestra nación, este texto "didáctico" adolece de la parcialidad que tanto dice criticar. Una exposición sobre este tema que evita hablar de la historia del magisterio mexicano, de la APPO y de la represión que sistemáticamente los maestros han sufrido cada vez que tratan de formar una organización independiente del corporativismo priista sindical (el llamado "charrismo"), no es en realidad un análisis completo ni objetivo de la reforma educativa. Y una exposición que no estudia ni explica de qué manera se inserta la reforma educativa en el panorama internacional, específicamente en las exigencias de las instituciones financieras internacionales, y por qué, tampoco explica todo lo más importante.
Memoria: El propósito de esta entrada no es hacer un análisis histórica del movimiento magisterial (no se puede en este espacio), sino ilustrar cómo los conflictos políticos tienen muchas más aristas de las que aparentan.
Sospecho que lo que le molesta no es mi supuesta parcialidad, sino el hecho de que yo no me pongo de forma incondicional y sin reservas de la parte con la que usted simpatiza.
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