Introducción
"La historia la escribe quien la gana", reza el viejo y conocido refrán Y en efecto, difícilmente al que pierde le toca escribir la historia, quedando muerto, oprimido o sin nada que decir. Entonces suele pasar que al ganador le dará por poner aquel conflicto como una lucha entre el bien y el mal, en la cual, obviamente, el ganador representaba el bien y así.
Ah, pero que "la historia la escriba quien la gana", no implica automáticamente que el historiador esté mintiendo y que el que aparece con una versión "alternativa" esté por ello en lo cierto. Y que los ganadores se vean a sí mismos como los buenos, no implica que la realidad fuera justo lo contrario, o sea que los ganadores fueran los monstruotes y los perdedores las inocentes víctimas. Es decir, volviendo al principio sobre el que reflexionábamos la vez pasada, eso de "buenos contra malos" está bien en las películas de Disney, pero no chambea en un análisis de la realidad social, política o histórica del mundo.
Claro, por lo general cuando se trata de un caso en el que las fuerzas militares de una nación invaden otra, será relativamente fácil determinar, según el derecho internacional, pero también según nuestra ética contemporánea, que el país que se está defendiendo tiene derecho a hacerlo, mientras que el país atacante es el que está en falta. Pero no siempre es así de fácil, y además de todas formas no es lo mismo hablar de agresores y defensores que de buenos y malos.
Si los niños apoyan al Eje, es que deben ser los buenos... |
Veamos, la Segunda Guerra Mundial es quizá el conflicto internacional en el que es más fácil determinar qué bando era el agresor y quién estaba jugando a la defensiva, y ciertamente el fascismo era un peligro para toda la humanidad que debía ser derrotado. Sin embargo, como les platiqué en esta entrada, aún este caso es bastante complicado, si tenemos en cuenta que durante la guerra se hicieron y deshicieron alianzas que poco tenían que ver con el idealismo y mucho con la conveniencia, además de que ambos bandos cometieron indiscutiblemente crímenes de guerra (aunque lejos están los crímenes cometidos por los Aliados de los que cometió el Eje). Es muy bueno que haya sido derrotado el Eje, y admiro la valentía e integridad de soldados, generales, guerrilleros, líderes, científicos, y jefes de Estado que contribuyeron a esa derrota. Pero ni así es tan sencillo reducir la 2GM a un asunto de buenos contra malos.
Es decir, uno puede observar quién está agrediendo, quién está cometiendo crímenes de guerra, quién se está defendiendo, quién tiene como objetivos ideales positivos como la democracia, los derechos humanos, el fin de la esclavitud o el derribo de una tiranía. Y claro que hay personajes, individuos y grupos que aunque no estén exentos de vicios y defectos merecen nuestra admiración, y otros que merecen nuestro repudio. Pero de entrada, para llegar a estas conclusiones uno requiere de información y análisis atentos. Y para continuar, en muchos casos de conflicto internacional (la mayoría en la historia de la humanidad), poco o nada tienen que ver los ideales y de lo que se trata es de luchas por el poder entre dos o más grupos.
Quizá el conflicto internacional más relevante de este 2013 que se acaba sea la guerra civil en Siria. El caso parece ser completamente desconocido por la mayoría de los mexicanos, y los pocos interesados se van por el camino fácil de simplemente decir que esto es sobre los malvados gringos tratando de apropiarse de una nación pequeñita, como suelen hacer. Pero esta situación es, como sucede con frecuencia, más complicada de lo que piensas.
Los orígenes del conflicto en Siria se pueden rastrear, como casi todo lo importante en la historia contemporánea, hasta las guerras mundiales. Tras la Primera Guerra Mundial, con la caída del Imperio Turco Otomano, el próximo Oriente quedó fragmentado y dividido entre las potencias vencedoras, particularmente Gran Bretaña y Francia. Esta división se hizo de forma más bien arbitraria, sin tener en consideración las características lingüísticas, religiosas o étnicas de la población a la que se estaban repartiendo, y una consecuencia de ello son los conflictos entre poblaciones como los que se siguen dando hasta la fecha. A Francia le tocó Siria, por cierto.
Tras la Segunda Guerra Mundial los imperios coloniales de Francia y Gran Bretaña quedaron tan maltrechos que solitos se fueron desintegrando en las décadas siguientes. Los antiguos protectorados y territorios de estas potencias europeas fueron convirtiéndose en países independientes. Tal fue el caso de Siria, que alcanzó su independencia en 1944, cuando la guerra no había terminado. A lo largo de los años sucesivos, Siria ha tenido una historia de constantes golpes de Estado y conflictos internos, hasta 1970, año en que Hafez al-Assad tomó el poder (con un golpe de Estado, para no perder la costumbre).
Nixon y Assad papá |
A la muerte de Assad, en el año 2000 su hijo Bashar ocupó su lugar. Los Assad han gobernado el país como una dictadura con la ambición de convertirse en una dinastía. Trajeron estabilidad a Siria, así como la modernización del país, pero a cambio la dictadura oprimía a la población, negaba las libertades civiles más fundamentales (expresión, asociación, imprenta), segregaba a los grupos minoritarios y aplastaba brutalmente cualquier forma de disidencia u oposición.
Es decir, muy como suelen ser las dictaduras de ese estilo, de hombres fuertes que traen "orden y progreso" a un país caótico. Y es aquí cuando empezamos a hablar de la sobresimplificación de las cosas, pues tratándose de dictadores es que llegan los simploncitos de izquierda y de derecha a cometer una de sus falacias favoritas, el cherry picking. Esa falacia consiste en tomar únicamente la información o datos que favorecen nuestras preconcepciones e ignorar las que los contradicen.
Tratándose de dictadores, los chairos y los derechairos lo hacen todo el tiempo: hablan de las cosas "positivas" de los regímenes que les simpatizan e ignoran o minimizan (o hasta niegan de plano) las negativas. Y con los dictadores que les caen mal, hacen justo lo contrario.
Fragmento de un cómic de Stalin contra Hitler usando poderes mágicos. Porque YOLO. |
Juguemos a un juego divertido. Aquí van ejemplos clásicos de cherry picking sobre dictadores. Adivine usted si quien lo dijo es un chairo o un derechairo.
"Pues sí, había algunos campesinos explotados y eso, pero a México le iba muy bien con Porfirio Díaz. Él había modernizado el país y éramos hasta potencia mundial."
"Pues sí con el franquismo y todo eso de los muertos y la falta de libertades, pero caray, es que la república era un desmadre, y el generalísimo mantuvo bien a España, eso no lo pueden discutir."
"Pues sí, no hay libertad de expresión en Cuba y podrá ser que en Cuba no tengan abundancia material, pero hay educación y salud pública para todos."
"Pues sí, la dictadura de Pinochet mató a muchas personas, pero meh, eran revoltosos que iban a desestabilizar al país. Además con Pinochet Chile creció económicamente y Allende se estaba llevando al país al desastre."
"Pues sí, Gaddafi era un dictador, pero era socialista y a Libia le iba muy bien económicamente bajo su gobierno; uno de los PIB más altos en África."
"Pues sí, el dictador de Corea del Norte gobierna con puño de hierro y se justifica mediante una mitología mesiánica y el país está atrasado económica y socialmente, pero lo importante es que el país es comunista y enemigo del imperialismo yanqui. Además, sus niños tocan muy bien el piano, ¿qué más necesita saber?"
Si sus respuestas fueron derechairo, derechairo, chairo, derechairo, chairo, chairo, no tiene la menor importancia, pues todos los ejemplos de cherry picking son intercambiables ya que la estupidez no conoce ideología.
Más directamente, el conflicto sirio inicia con otro acontecimiento internacional que también fue sobresimplificado por el opiniólogo amateur de Internet promedio: la Primavera Árabe, a la que muchos derechosos despistados veían solamente como una explosión de caos generado por el extremismo islámico, y a la que muchos izquierdosos trasnochados veían como un complot de Estados Unidos para quedarse con el petróleo del Medio Oriente. A este tema, con todo y respuestas a ambas visiones simplistas, he dedicado muchísimas páginas, pueden ver un índice / compilación aquí, o pueden concentrarse en el último texto que escribí al respecto.
Básicamente, la Primavera Árabe fue una oleada de movimientos sociales iniciados en Túnez a finales de 2010, cuando buena parte de la población de ese país inició una serie de protestas en contra del dictador Ben Ali. A lo largo del año siguiente, inspirados tras la caída de Ben Alí, surgieron movimientos similares por todo el mundo árabe. Las consecuencias han sido diversas, desde una relativamente tersa transición democrática en Túnez, y cambios en las leyes y el gobierno de varios países, hasta una revolución armada en Libia que provocó una intervención de la OTAN, pasando por una crisis política que dejó el vacío de poder en Egipto y la guerra civil en Siria, que es la que nos truje.
Ahora bien, desde el fin de los colonialismos europeos, Occidente ha tratado el tema del Medio Oriente como una dicotomía entre las dictaduras militares laicas, o la teocracia islámica radical. Así, Estados Unidos y Europa han apoyado en múltiples ocasiones los regímenes dictatoriales de diversos caudillos en los países árabes, con tal de que así se mantenga a raya al fundamentalismo islámico y se preserven el orden y al estabilidad. Entre esos dictadores estaban Ben Ali, Mubarak, Assad y el mismo Gaddafi, que desde hacía bastante tiempo había dejado de lado su oposición a Occidente (fundamentada en un socialismo árabe bastante extravagante), contrario a las concepciones de la izquierda trasnochada, que se lo imaginaban como un campeón del anti-imperialismo.
La Primavera Árabe hizo tambalear el orden de cosas en Medio Oriente, porque se trataba de un fenómeno protagonizado principalmente (que no exclusivamente) por jóvenes estudiantes de clase media urbana con valores laicos y democráticos, lo que era algo inédito en la historia de región. Estados Unidos y Europa reaccionaron bastante tardíamente a lo ocurrido en Túnez y Egipto, que tomó por sorpresa a todo el mundo cuando las protestas pacíficas derribaron a sus respectivos dictadores. Meses antes de que iniciaran los disturbios, por ejemplo, Hillary Clinton hablaba maravillas de Gaddafi y Nicolas Sarkozy se tomaba fotos con él. Cuando la nueva situación se reveló, las potencias occidentales decidieron que lo mejor era sacrificar a sus aliados incómodos y tratar de dirigir la Primavera Árabe de forma que conviniera a sus intereses. De ahí la intervención de la OTAN en Libia, pero ésa es otra historia.
Verán, mientras que en Túnez y Egipto los dictadores cayeron rápidamente y con poca violencia (relativamente hablando), en Libia se desató una guerra civil. El caso de Siria es muy similar, y por las mismas razones: primero, que tanto Gaddafi como Assad se aferraron al poder y estuvieron dispuestos de inmediato a usar la fuerza para reprimir a la oposición; segundo, que tanto Gaddafi como Assad contaban realmente con mucho apoyo por parte de una buena parte de la población de sus países, así como del ejército. De hecho, cuando en los primeros meses de 2011 empezaron las manifestaciones en contra de la dictadura de Assad, se realizaron otras en favor del mandatario.
Combinando la represión brutal del régimen de Assad, y los enfrentamientos entre sirios anti-gobierno y pro-gobierno, lo que inició como un movimiento mayoritariamente pacífico y ciudadano, fue escalando en violencia hasta convertirse en guerra civil cuando parte de las fuerzas armadas se pasaron con la oposición y empezaron a aparecer armas de "no sabemos dónde". Y así, la Primavera vino a valer madres...
Aquí es donde la cosa se pone fea para los Sirios, porque una vez iniciada la guerra civil, entraron al mitote grupos fundamentalistas islámicos provenientes de países árabes vecinos. De pronto no había una sola oposición al gobierno, sino diversos grupos, cada quien con sus propósitos y agendas. Y de todos los lados ha habido reportes de crímenes de guerra, ataques contra civiles, violaciones y torturas. La tragedia humana es enorme, con 55 mil muertos sólo este año, poblaciones arrasadas y decenas de miles de desplazados.
Pero la cosa se complicó aún más cuando se reportó que el gobierno de Assad había utilizado armas químicas en contra de civiles como parte de sus acciones para acabar con la insurgencia. Esto no es poca cosa: las armas químicas fueron usadas a gran escala por última vez en la Primera Guerra Mundial. Resultaron ser tan abominables que las naciones del mundo se pusieron de acuerdo para no usarlas jamás, y hasta ahora, salvo minoritarias excepciones, se ha mantenido.
Sí, en la Segunda Guerra Mundial hubo bombardeos indiscriminados contra ciudades habitadas por civiles inocentes, se exterminó a 6 millones de personas en campos de concentración y se arrojaron dos bombas atómicas sobre Japón, pero ni Hitler se atrevió a romper el tabú sobre las armas químicas. Y las guerras más recientes han visto toda clase atrocidades: minas personales, uranio empobrecido y el uso de napalm y agente naranja (que estrictamente hablando, no son armas químicas) por parte de EUA en Vietnam, pero la prohibición de armas químicas se siguió respetando.
Cuando el gobierno de Assad violó el tabú y utilizó armas químicas contra su población, Estados Unidos puso el grito en el cielo. Hasta ese momento no había intervenido más que pasando apoyos bajo el agua a los rebeldes (mientras Rusia le pasaba apoyo abiertamente a la dictadura... más abajo volvemos con eso), pero ahora se presentaba un gran dilema: la comunidad internacional no podía dejar pasar como si nada el asunto; si lo hacía, otros gobernantes en otros lugares del mundo podían verse alentados a hacer lo mismo, y las tragedias humanitarias se multiplicarían. Era imperativo mantener el tabú.
Entonces, Estados Unidos empezó a planear un ataque contra Siria para castigar al régimen de Assad. Esto es importante: no se habló (por lo menos no públicamente) de invadir Siria o derrocar a Assad; tampoco se trataba de salvar vidas humanas (si Assad quería matar a su gente con metralla, adelante) ni de poner fin al conflicto, sino de llevar a cabo alguna acción punitiva que disuadiera al dictador y a cualquier otro del uso de armas químicas.
Pero las cosas no iban a estar tan fáciles para Estados Unidos. Había cuestionamientos legítimos, como ¿por qué le correspondería a EUA el papel de policía mundial? Además, tras la guerra en Irak emprendida por Bush con mentiras descaradas como pretexto, era natural que hubiese desconfianza hacia las verdaderas intenciones de la potencia americana. Por último, pero no menos importante, estaba Rusia.
La Rusia de Vladimir Putin es aliada del régimen de Assad, junto a países anti-yanquis como Irán y Corea del Norte. Rusia amenazaba con impedir los planes de Estados Unidos para castigar a su aliado. Con su poder de veto, podía bloquear que una resolución de la ONU sancionara una intervención internacional en Siria. Estados Unidos habría tenido que actuar sin el respaldo de las Naciones Unidas, como lo hiciera en Irak. Finalmente, la retórica bélica de Putin, que es un bravucón de primera, hacía parecer el conflicto como un regreso a los días de la Guerra Fría. Vaya que era un problemilla muy complicado.
Es aquí cuando surgen las interpretaciones simplonas y simplistas que muchos mexicanos vertieron en las redes sociales y en los comentarios de los sitios noticiosos (las páginas de comentarios son el mejor lugar para darse cuenta de la mierda que trae la gente en el cerebro). La interpretación predecible del típico mexicano que no entiende ni madres de historia o de geopolítica, pero que tiene por principio incuestionable que los gringos son los malos, era que Siria era un país admirable y estable hasta que los malvados gringos empezaron a sabotearlo con la Primavera Árabe (que siempre ha sido un complot de ellos), que Assad era un campeón del antiimperialismo y que por eso lo querían joder.
Básicamente, la Primavera Árabe fue una oleada de movimientos sociales iniciados en Túnez a finales de 2010, cuando buena parte de la población de ese país inició una serie de protestas en contra del dictador Ben Ali. A lo largo del año siguiente, inspirados tras la caída de Ben Alí, surgieron movimientos similares por todo el mundo árabe. Las consecuencias han sido diversas, desde una relativamente tersa transición democrática en Túnez, y cambios en las leyes y el gobierno de varios países, hasta una revolución armada en Libia que provocó una intervención de la OTAN, pasando por una crisis política que dejó el vacío de poder en Egipto y la guerra civil en Siria, que es la que nos truje.
Ahora bien, desde el fin de los colonialismos europeos, Occidente ha tratado el tema del Medio Oriente como una dicotomía entre las dictaduras militares laicas, o la teocracia islámica radical. Así, Estados Unidos y Europa han apoyado en múltiples ocasiones los regímenes dictatoriales de diversos caudillos en los países árabes, con tal de que así se mantenga a raya al fundamentalismo islámico y se preserven el orden y al estabilidad. Entre esos dictadores estaban Ben Ali, Mubarak, Assad y el mismo Gaddafi, que desde hacía bastante tiempo había dejado de lado su oposición a Occidente (fundamentada en un socialismo árabe bastante extravagante), contrario a las concepciones de la izquierda trasnochada, que se lo imaginaban como un campeón del anti-imperialismo.
La Primavera Árabe hizo tambalear el orden de cosas en Medio Oriente, porque se trataba de un fenómeno protagonizado principalmente (que no exclusivamente) por jóvenes estudiantes de clase media urbana con valores laicos y democráticos, lo que era algo inédito en la historia de región. Estados Unidos y Europa reaccionaron bastante tardíamente a lo ocurrido en Túnez y Egipto, que tomó por sorpresa a todo el mundo cuando las protestas pacíficas derribaron a sus respectivos dictadores. Meses antes de que iniciaran los disturbios, por ejemplo, Hillary Clinton hablaba maravillas de Gaddafi y Nicolas Sarkozy se tomaba fotos con él. Cuando la nueva situación se reveló, las potencias occidentales decidieron que lo mejor era sacrificar a sus aliados incómodos y tratar de dirigir la Primavera Árabe de forma que conviniera a sus intereses. De ahí la intervención de la OTAN en Libia, pero ésa es otra historia.
Verán, mientras que en Túnez y Egipto los dictadores cayeron rápidamente y con poca violencia (relativamente hablando), en Libia se desató una guerra civil. El caso de Siria es muy similar, y por las mismas razones: primero, que tanto Gaddafi como Assad se aferraron al poder y estuvieron dispuestos de inmediato a usar la fuerza para reprimir a la oposición; segundo, que tanto Gaddafi como Assad contaban realmente con mucho apoyo por parte de una buena parte de la población de sus países, así como del ejército. De hecho, cuando en los primeros meses de 2011 empezaron las manifestaciones en contra de la dictadura de Assad, se realizaron otras en favor del mandatario.
Muestras de apoyo a Assad |
Combinando la represión brutal del régimen de Assad, y los enfrentamientos entre sirios anti-gobierno y pro-gobierno, lo que inició como un movimiento mayoritariamente pacífico y ciudadano, fue escalando en violencia hasta convertirse en guerra civil cuando parte de las fuerzas armadas se pasaron con la oposición y empezaron a aparecer armas de "no sabemos dónde". Y así, la Primavera vino a valer madres...
El conflicto en Siria es una tragedia humana que requiere de la intervención de la comunidad internacional
Aquí es donde la cosa se pone fea para los Sirios, porque una vez iniciada la guerra civil, entraron al mitote grupos fundamentalistas islámicos provenientes de países árabes vecinos. De pronto no había una sola oposición al gobierno, sino diversos grupos, cada quien con sus propósitos y agendas. Y de todos los lados ha habido reportes de crímenes de guerra, ataques contra civiles, violaciones y torturas. La tragedia humana es enorme, con 55 mil muertos sólo este año, poblaciones arrasadas y decenas de miles de desplazados.
Pero la cosa se complicó aún más cuando se reportó que el gobierno de Assad había utilizado armas químicas en contra de civiles como parte de sus acciones para acabar con la insurgencia. Esto no es poca cosa: las armas químicas fueron usadas a gran escala por última vez en la Primera Guerra Mundial. Resultaron ser tan abominables que las naciones del mundo se pusieron de acuerdo para no usarlas jamás, y hasta ahora, salvo minoritarias excepciones, se ha mantenido.
Sí, en la Segunda Guerra Mundial hubo bombardeos indiscriminados contra ciudades habitadas por civiles inocentes, se exterminó a 6 millones de personas en campos de concentración y se arrojaron dos bombas atómicas sobre Japón, pero ni Hitler se atrevió a romper el tabú sobre las armas químicas. Y las guerras más recientes han visto toda clase atrocidades: minas personales, uranio empobrecido y el uso de napalm y agente naranja (que estrictamente hablando, no son armas químicas) por parte de EUA en Vietnam, pero la prohibición de armas químicas se siguió respetando.
Cuando el gobierno de Assad violó el tabú y utilizó armas químicas contra su población, Estados Unidos puso el grito en el cielo. Hasta ese momento no había intervenido más que pasando apoyos bajo el agua a los rebeldes (mientras Rusia le pasaba apoyo abiertamente a la dictadura... más abajo volvemos con eso), pero ahora se presentaba un gran dilema: la comunidad internacional no podía dejar pasar como si nada el asunto; si lo hacía, otros gobernantes en otros lugares del mundo podían verse alentados a hacer lo mismo, y las tragedias humanitarias se multiplicarían. Era imperativo mantener el tabú.
Entonces, Estados Unidos empezó a planear un ataque contra Siria para castigar al régimen de Assad. Esto es importante: no se habló (por lo menos no públicamente) de invadir Siria o derrocar a Assad; tampoco se trataba de salvar vidas humanas (si Assad quería matar a su gente con metralla, adelante) ni de poner fin al conflicto, sino de llevar a cabo alguna acción punitiva que disuadiera al dictador y a cualquier otro del uso de armas químicas.
Pero las cosas no iban a estar tan fáciles para Estados Unidos. Había cuestionamientos legítimos, como ¿por qué le correspondería a EUA el papel de policía mundial? Además, tras la guerra en Irak emprendida por Bush con mentiras descaradas como pretexto, era natural que hubiese desconfianza hacia las verdaderas intenciones de la potencia americana. Por último, pero no menos importante, estaba Rusia.
El conflicto en Siria es como un capítulo atrasado de la Guerra Fría
Assad Jr. y Putin |
La Rusia de Vladimir Putin es aliada del régimen de Assad, junto a países anti-yanquis como Irán y Corea del Norte. Rusia amenazaba con impedir los planes de Estados Unidos para castigar a su aliado. Con su poder de veto, podía bloquear que una resolución de la ONU sancionara una intervención internacional en Siria. Estados Unidos habría tenido que actuar sin el respaldo de las Naciones Unidas, como lo hiciera en Irak. Finalmente, la retórica bélica de Putin, que es un bravucón de primera, hacía parecer el conflicto como un regreso a los días de la Guerra Fría. Vaya que era un problemilla muy complicado.
Es aquí cuando surgen las interpretaciones simplonas y simplistas que muchos mexicanos vertieron en las redes sociales y en los comentarios de los sitios noticiosos (las páginas de comentarios son el mejor lugar para darse cuenta de la mierda que trae la gente en el cerebro). La interpretación predecible del típico mexicano que no entiende ni madres de historia o de geopolítica, pero que tiene por principio incuestionable que los gringos son los malos, era que Siria era un país admirable y estable hasta que los malvados gringos empezaron a sabotearlo con la Primavera Árabe (que siempre ha sido un complot de ellos), que Assad era un campeón del antiimperialismo y que por eso lo querían joder.
Y ninguna persona consciente negaría los crímenes contra la humanidad que ha cometido el imperialismo yanqui, pero eso no significa que cualquiera que se oponga a los gringos malos, debe ser el bueno, porque esto no es un episodio de las Crónicas de Narnia. Aunque un gobierno se resista al imperialismo, eso no lo convierte automáticamente en un buen gobierno, ya sea para su propia ciudadanía, o para naciones vecinas. Pero parece que para cierta esquizofrénica izquierda mexicana, detallitos como democracia, derechos humanos, libertades civiles, laicismo y equidad de género carecen de importancia siempre y cuando se cumpla lo importante, que es estar en contra de los gringos. De ahí su absurda admiración y simpatía hacia dictadorzuelos en distintas partes del mundo. Caray, yo me he topado con gente que se dice de izquierda y con toda seriedad te argumenta que si los nazis eran enemigos de EUA, entonces no debían ser tan malos, y la mala fama que tiene el pobre de Hitler es culpa de la propaganda de los malvados gringos. Verdá de Dios.
Con el conflictio sirio, diversas teorías de la conspiración florecieron (as usual), incluyendo voces que negaban que hubiera habido ataques con armas químicas (esta negación se basaba, claro está, en que los gringos son lo malos) cuando todos los reportes lo confirmaban, u otras aduciendo que lo que Estados Unidos querían era el petróleo sirio (cuando casi ni hay petróleo en Siria, o de plano que el país árabe era una utopía y ejemplo de resistencia contra el New World Order hasta que los gringos malos empezaron a desestabilizarla.
El involucramiento de Rusia funcionó como guía de quienes opinan todo con base en una ideología prefabricada. En sus mentes ya tenían muy fija la idea de que los rusos son los buenos y los gringos los malos, así que si Rusia estaba a favor del gobierno de Assad y en contra de la intervención estadounidense, debía ser por algo.
Caray, ¿cómo explicarles a algunas personas que durante las décadas de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética ambas potencias practicaron el imperialismo, ambas cometieron crímenes de guerra, ambas violaron la autonomía de otras naciones, ambas armaron a grupos terroristas y, en fin, ambas cometieron toda clase de barbaridades? Es difícil, cuando de ambas partes les da por hacer cherry picking, e ignorar, minimizar o justificar las atrocidades cometidas por el bando al que le van: no importa los crímenes que se comentan, porque lo hacen en nombre de la "Ideología Verdadera".
Pero (y me siento hasta tonto por tener que decirlo) la Guerra Fría no fue (ninguna lo es) una lucha entre el bien y el mal, y quien así lo piense debería dejar de ver caricaturas y ponerse a leer serios análisis de historia. Era una lucha por el poder. Y el conflicto sirio, que se antoja como una especie de capítulo atrasado (como un especial de reencuentro) de la Guerra Fría, es justamente lo mismo: un escenario en el que dos potencias se disputan un coto de poder. A Estados Unidos no lo mueve el deseo de salvar vidas en Siria (como dije, no le importa que mueran los sirios a balazos) sino de mantener su posición como árbitro mundial y procurar que este tipo de problemas no se salga de control. Y Rusia no protege al criminal régimen sirio por buena onda, sino por mantener su poder e influencia en la región, y por chingar a Estados Unidos (la misma razón por la que un régimen como el Putin, que reprime la libertad de expresión, dio asilo a Edward Snowden... en nombre de la libertad de expresión).
Afortunadísimamente, el conflicto se resolvió (la parte de las armas químicas, quiero decir; la guerra civil continúa cobrando vidas) de forma inesperada: Estados Unidos, Rusia, Siria y la ONU llegaron a un acuerdo: Siria, con la asesoría y padrinazgo de Rusia, entregaría su arsenal de armas químicas y lo pondría a disposición de la comunidad internacional. Estados Unidos pudo presentar esto como un triunfo de la presión que ejerció para salvaguardar la prohibición de las armas químicas; Rusia mantendría intacto a su aliado y Siria se salvaría de una intervención militar. Todos salieron ganando... excepto la gente que sigue murieron en Siria, claro está.
Con el conflictio sirio, diversas teorías de la conspiración florecieron (as usual), incluyendo voces que negaban que hubiera habido ataques con armas químicas (esta negación se basaba, claro está, en que los gringos son lo malos) cuando todos los reportes lo confirmaban, u otras aduciendo que lo que Estados Unidos querían era el petróleo sirio (cuando casi ni hay petróleo en Siria, o de plano que el país árabe era una utopía y ejemplo de resistencia contra el New World Order hasta que los gringos malos empezaron a desestabilizarla.
Lo chistoso es que los conspiranoicos nunca hablaron de lo maravillosa que era Siria, hasta que los malvados gringos se quisieron meter con ella. (PD: el punto 4 es mi favorito) |
El involucramiento de Rusia funcionó como guía de quienes opinan todo con base en una ideología prefabricada. En sus mentes ya tenían muy fija la idea de que los rusos son los buenos y los gringos los malos, así que si Rusia estaba a favor del gobierno de Assad y en contra de la intervención estadounidense, debía ser por algo.
Caray, ¿cómo explicarles a algunas personas que durante las décadas de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética ambas potencias practicaron el imperialismo, ambas cometieron crímenes de guerra, ambas violaron la autonomía de otras naciones, ambas armaron a grupos terroristas y, en fin, ambas cometieron toda clase de barbaridades? Es difícil, cuando de ambas partes les da por hacer cherry picking, e ignorar, minimizar o justificar las atrocidades cometidas por el bando al que le van: no importa los crímenes que se comentan, porque lo hacen en nombre de la "Ideología Verdadera".
Pero (y me siento hasta tonto por tener que decirlo) la Guerra Fría no fue (ninguna lo es) una lucha entre el bien y el mal, y quien así lo piense debería dejar de ver caricaturas y ponerse a leer serios análisis de historia. Era una lucha por el poder. Y el conflicto sirio, que se antoja como una especie de capítulo atrasado (como un especial de reencuentro) de la Guerra Fría, es justamente lo mismo: un escenario en el que dos potencias se disputan un coto de poder. A Estados Unidos no lo mueve el deseo de salvar vidas en Siria (como dije, no le importa que mueran los sirios a balazos) sino de mantener su posición como árbitro mundial y procurar que este tipo de problemas no se salga de control. Y Rusia no protege al criminal régimen sirio por buena onda, sino por mantener su poder e influencia en la región, y por chingar a Estados Unidos (la misma razón por la que un régimen como el Putin, que reprime la libertad de expresión, dio asilo a Edward Snowden... en nombre de la libertad de expresión).
Clásica doble moral de la cerrazón ideológica |
Afortunadísimamente, el conflicto se resolvió (la parte de las armas químicas, quiero decir; la guerra civil continúa cobrando vidas) de forma inesperada: Estados Unidos, Rusia, Siria y la ONU llegaron a un acuerdo: Siria, con la asesoría y padrinazgo de Rusia, entregaría su arsenal de armas químicas y lo pondría a disposición de la comunidad internacional. Estados Unidos pudo presentar esto como un triunfo de la presión que ejerció para salvaguardar la prohibición de las armas químicas; Rusia mantendría intacto a su aliado y Siria se salvaría de una intervención militar. Todos salieron ganando... excepto la gente que sigue murieron en Siria, claro está.
El propósito de esta entrada no es comprender en su totalidad el complejo asunto de Siria, sino mostrar que el asunto de Siria es complejo, como lo son la mayor parte de los conflictos geopolíticos. Estuve siguiendo el tema sirio en diversos medios de información a lo largo de los meses (y he estado más o menos pendiente de lo que pasa por allá desde 2011, en que empezó la Primavera Árabe). Pero les dejo a continuación algunos de los mejores textos que resumen la información y dan un panorama general de la situación:
- Animal Político: ¿Qué pasa en Siria? y ¿Qué, quién, cuándo, cómo y por qué de un ataque a Siria?
- Principia Marsupia: ¿Quiénes son los buenos y los malos en la guerra de Siria?
- The Washington Post: Syria: The very, very basics y 9 questions about Syria you were too embarrassed to ask
El mundo no basta
Parece que a muchos mexicanos los asuntos internacionales los tienen sin cuidado, más que para opinar con el dogma de que los gringos son malos y que cualquiera que les dé lata son los buenos. En una ocasión, los comentaristas del muy recomendable programa de análisis político Primer plano, declararon al aire que su público les ha pedido que no traten asuntos internacionales, sino que se concentren en México. Como a un alumno de prepa, tuvieron explicar que los asuntos internacionales también son importantes. Cuando estuve en las reuniones del Yo Soy 132 insistí en la importancia de insertar el movimiento en el contexto mundial de otros movimientos juveniles pro-democracia, desde los Indignados españoles hasta Occupy Wall Street, pero muchos de los compañeros simplemente no estaban interesados en ello.
Nos hace falta a los mexicanos superar nuestro provincianismo y hacer consciencia de que ahora vivimos en un mundo cada vez más globalizado, en el que lo le pasa a un país interesa y afecta a los demás países. Y sobre todo, debemos dejar de lado las interpretaciones simplistas y maniqueas de lo que pasa en nuestro propio país y en el mundo. Es importante investigar, informarse de diversas fuentes con distintos puntos de vista, y no quedarse con una sola historia. Hay que estar más informados y menos opinionados. Pues, como hemos visto en estas dos entradas, el mundo es más complicado de lo que piensas.
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3 comentarios:
Muy buen artículo: imparcial y expresado de manera sencilla para que algún curioso quede "enganchado" hasta el final. No te desanimes en seguir divulgando amenamente sucesos que influyen el curso de la humanidad. Siempre habrá alguien que querrá conocer y entender...
Me ha gustado bastante. Y mehace entender mejor la politica de Mexico. Ahora me toca ir a mi resolver la politica de mi país: hay elecciones mañana y aunque ninguna de las dos opciones me gusta demasiado, una es bastante más preferible que la otra.
Tu manera tan amena de narrar los hechos hace que sea imposible dejar de leerte. Gracias Mike!
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