Una vez más ha llegado el Dos de Octubre y, como es usual, las redes sociales y (en menor medida) las calles, se llenan de expresiones alusivas a la Matanza de Tlatelolco, sucedida un día como hoy de 1968*. Estas expresiones incluyen la conmemoración de los hechos, la solidarización con las víctimas de la matanza, la indignación ante el crimen y la impunidad que continúa y, alguna vez, la celebración de los ideales del Movimiento Estudiantil. Por supuesto, la más socorrida de esas expresiones es la consigna "Dos de Octubre no se olvida".
Pero, ¿qué significa realmente esta frase? ¿Qué es lo que se recuerda, lo que no se olvida? La matanza, como crimen, debe recordarse desde luego, pero ese "no se olvida" ¿es sólo indicar que se recuerda que alguna cosa pasó en esa fecha, como se recuerda cualquier otro dato histórico que nos sirva para contestar un examen o una trivia?
¿Ha derivado en sólo una frase vacía, en una consigna que se repite automáticamente sin que se entienda lo que implica? ¿En un equivalente a la efigie del Che, símbolo inocuo de rebeldía normalizada luciendo solemne en pechos que al día siguiente usarán playeras Polo con la misma comodidad? ¿En un pretexto para dejar salir impulsos destructivos en nombre de la lucha contra el sistema cuando no se entiende ni de qué se trata la lucha o en qué consiste el sistema?
La misma matanza, ¿qué significa en nuestra memoria? ¿No habremos fetichizado el martirio? Un poco como en aquellas vetustas publicaciones religiosas que hablaban de los tormentos sufridos por los santos a manos de paganos y herejes. El sufrimiento del mártir lo hacía virtuoso y no era necesario conocer nada más; bastaba saber que había sido torturado a manos del Mal y eso debía ganarle nuestra simpatía y veneración. Quizá así hemos hecho con Tlatelolco, concentrándonos en la matanza como Mel Gibson se concentra en la Pasión del Cristo; hemos construido un martirologio secular en el que poco importan los ideales y las causas, sino esa mezcla de morbo y admiración que provoca el sufrimiento del inocente.
La comprensión de las causas del movimiento, sus fines, sus métodos, sus estrategias, su impresionante diversidad, complejidad y amplitud, la crítica necesaria para entender lo que tenía de noble y de fallido, ¿dónde quedan? Sin ello se pierde la oportunidad de aprender de este suceso histórico y nos quedamos sólo con fetiches.
Algunos jóvenes usan apenas el recuerdo, las consignas, los logos, de la forma más superficial y fatua imaginable, expresando más una furia juvenil que una indignación moral, más insubordinación adolescente que rebeldía social. Y algunos viejos sentencian que aquél fue EL movimiento, que aquellos fueron LOS años, condenando cualquier intento posterior, olvidando que la ingenuidad y la contradicción son inevitables en movimientos protagonizados por jóvenes, como alguna vez fueron ellos. Ahí tienen a Luis González de Alba, que hoy por hoy dedica menos tinta a criticar al gobierno de la que usa para criticar a los que critican al gobierno.
¿O acaso ese "no se olvida" se ha convertido ya en una frase más del discurso patriotero oficial, adepto a apropiarse de las figuras y hechos históricos para legitimarse? Como decir "¡Viva la Independencia!" aunque la autonomía nacional es, por decir lo menos, incompleta. Como decir "¡Viva la Revolución!" aunque logros sociales alcanzados tan costosamente por ella se estén echando hacia atrás poco a poco.
Decir "Dos de octubre no se olvida" y nombrarlo día de duelo nacional y poner las banderas a media asta, aunque los perpetradores del crimen sigan impunes y participando de los privilegios del poder; aunque matanzas y otros actos de violencia como torturas, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias sigan cometiéndose por parte del gobierno en contra de los mexicanos.
O quizá precisamente por eso. Debemos decir "no se olvida", porque sabemos que no es un asunto del pasado remoto, no es sólo una cuestión de consciencia histórica y de lo que podamos aprender de eventos pretéritos. Siguen con vida los familiares y amigos de los caídos; siguen con vida muchos de los que fueron detenidos, encarcelados y torturados. Y siguen vivos los asesinos. Sigue vivo el mismo sistema corrupto que perpetró, celebró y luego quiso hacernos olvidar el crimen.
Sería incorrecto e injusto decir que vivimos en el mismo país de 1968. Muchos avances en cuanto a democracia y derechos humanos se han logrado desde entonces. Pero muchos de los aspectos más horrendos del gobierno mexicano siguen ahí. Esa misma corrupción y ese mismo autoritarismo contra los que se levantó el Movimiento Estudiantil; esa misma brutalidad y ese mismo desdén por la vida que guió al gobierno a cometer la matanza.
Tenemos casos recientes como el fusilamiento sumario de 22 presuntos delincuentes a manos del ejército en Tlatlaya, o la desaparición de más de 40 estudiantes en Iguala llevada a cabo por policías municipales. O no tan recientes como la violencia sexual cometida contra mujeres en San Salvador Atenco (2006), o la matanza de campesinos en Acteal (1997) a manos de paramilitares a las órdenes del gobierno de Chiapas. O las diversas leyes que criminalizan la protesta, limitan la libertad de expresión o pretenden impedir el surgimiento de nuevos movimientos sociales. Lo cierto es que Tlatelolco sigue siendo la carta de presentación del PRI; si el Dos de Octubre de verdad no se olvidara, nunca habría regresado a Los Pinos.
Hoy es importante decir "No se olvida", porque olvido es precisamente lo que conviene a los criminales. No debe ser un slogan vacío, ni una frase trillada. Debería ser dicha con entendimiento de lo que fue el 68, tanto la masacre como el movimiento mismo; debería ser dicha con compromiso a mantener en verdad viva la memoria sobre el pasado y la consciencia sobre el presente; debería ser dicha como un acto de rebeldía contra esa misma inercia que quiere imponer el olvido porque la memoria incomoda.
*Información y antecedentes históricos
Para los no mexicanos (o los mexicanos que no están enterados), una explicación exageradamente breve y simplificada de los hechos: en 1968 surgió en la Ciudad de México un Movimiento Estudiantil de enorme envergadura. Empezó como una protesta contra la brutalidad policiaca tras un episodio en el que el cuerpo de granaderos intervino para sofocar una pelea entre dos grupos de estudiantes. Los granaderos golpearon y arrestaron a personas que no tenían nada que ver con la situación, incluso entrando a las instalaciones de una escuela, donde violentaron a maestros y estudiantes.
Las protestas contra estos acontecimientos fueron respondidas por el gobierno con mayor represión. El movimiento creció más hasta convertirse en un fenómeno social muy complejo, en el que había desde quienes pedían el fin del autoritarismo y una mayor apertura democrática hasta quienes promovían una revolución socialista; desde quienes usaban métodos pacíficos hasta quienes promovían y usaban la violencia. Protestas, plantones y manifestaciones se extendieron desde julio hasta septiembre de 1968. Represión, desapariciones y asesinatos fueron la respuesta del gobierno. La noche del 2 de octubre, al terminar un mitin masivo en la Plaza de Tlatelolco, el ejército mexicano, bajo las órdenes del gobierno, abrió fuego contra los manifestantes, matando alrededor de 300 personas y deteniendo a más de mil.
Para conocer más del tema, recomiendo los documentales:
Y estos libros, que ofrecen puntos de vista variados, a veces complementarios y en ocasiones contradictorios:
- La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska
- Los días y los años de Luis González de Alba
- 1968: La historia también está hecha de derrotas de Pablo Gómez
- 1968: Largo camino a la democracia de Gilberto Guevara Niebla
Más sobre 1968, en México y el mundo, en este blog:
3 comentarios:
Completamente de acuerdo contigo, me he dado cuenta platicando con varias personas (entre ellas chavos que van a las manifestaciones del 2 de Octubre hoy en día) y de lo único que se recuerdan es de "LA matanza" pero no saben el porque paso, porque la gente estaba ese día en ese lugar, el porque luchaban y se querían hacer escuchar...
A los mexicanos nos falta mucha mucha MUCHA memoria histórica, como tu bien escribiste, si no se olvidara como dicen, un partido que durante más de 70 años demostró ser autoritario, corrupto e ineficiente no hubiera vuelto al poder como lo hizo hace un par de años.
Muchos dicen "no se olvida" pero la verdad es que ya olvidaron(o no saben) todo lo que mencione anteriormente, espero que de entre todo el desmadre que se genera surja gente que si sepa pensar lógicamente y esté abierta al dialogo y al nuevo conocimiento, en fin, días para reflexionar en verdad...
Muchos lo dicen como un eslogan comercial, como el estribillo de una canción que ni entienden, lo que les importa es seguir a alguien o algo. Y como dices, al mexicano le falta memoria. Y adecuada respuesta. Tal vez el hecho en general no se olvida, pero los ideales de fondo los sepultaron hace mucho.
Regresé, y regresó el no-blog de Ene. Un gusto leerte de nuevo. :)
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