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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 23 de diciembre de 2016

Las rebeliones se fundan en la esperanza


Rogue One, la primera película de Star Wars que no forma parte de los Episodios (si descontamos las ahora apócrifas películas de los Ewoks) cerró un año lleno de secuelas, refritos y adaptaciones de cómics y videojuegos. ¿Cómo justifica su existencia la octava película de una saga que ha estado presente desde 1977? ¿Corremos el riesgo de que Star Wars, uno de los íconos más grandes de la cultura pop del siglo XX, se convierta en algo rutinario, como el Universo Cinemático de Marvel, que cada año nos entrega dos o tres capítulos entretenidos pero irrelevantes? Bien, yo creo que esta cinta se justifica porque Rogue One no sólo es, a mi criterio, la mejor película de Star Wars desde la Trilogía Original, sino que es justo la que esta generación necesita.

La comparación con El despertar de la Fuerza es inevitable, y tengo que empezar por decir que aunque el Episodio VII me gustó bastantito, tampoco me entusiasmó mucho que digamos. Es demasiado igual a Una nueva esperanza, está llena de agujeros argumentales (“misterios” innecesariamente crípticos, propios del creador de Lost) y, sobre todo, al plantear que nuestros personajes siguen haciendo más o menos lo mismo en un escenario casi idéntico 30 años después, vuelven irrelevante todo lo que pasó en la Trilogía Original, todas las luchas, las victorias y los sacrificios.

Rogue One, en cambio¸ nos cuenta una historia importante. Quizá no imprescindible: realmente no necesitamos saber cómo los rebeldes se robaron los planos de la Estrella de la Muerte, pero vaya que nos gustaría saberlo.[1] Así, en vez de expandir innecesaria y artificialmente una historia que ya estaba concluida (la nueva trilogía), o de desperdiciar con una narrativa torpe la oportunidad de conocer un pasado que sí era relevante (la trilogía de precuelas), Rogue One nos coloca en tiempos de la saga original, para mostrarnos aspectos poco explorados de un universo inmenso lleno de posibilidades.


Lo que hace Rogue One para los fans de Star Wars es precisamente eso: mostrarnos otra cara de algo que ya conocíamos y amábamos. Nos muestra la Guerra Civil Galáctica ya no desde el punto de vista de la princesa y el caballero Jedi, de los Sith y los altos oficiales del Imperio, sino desde el ángulo de los rebeldes anónimos, esos que veíamos morir sin gloria en las batallas de Yavin, Hoth o Endor. Rogue One baja a Star Wars al nivel de la calle, literalmente, y nos muestra que la guerra siempre es un asunto sucio, en que hasta “los buenos” se ven obligados a llevar a cabo acciones moralmente cuestionables, y en que los inocentes pueden quedar atrapados en el fuego cruzado. La realización de las secuencias de batalla parecen salidas de películas bélicas y de inmediato traen a la mente nombres como Vietnam o Irak, y he allí uno de los más grandes aciertos de la dirección de Garreth Edwards.

Visualmente, recupera la estética de la Trilogía Original (aunque, para ser justos, eso ya lo había hecho El despertar de la Fuerza). De nuevo estamos en una Galaxia en la que se ven las huellas de décadas, siglos y milenios de historia, expandiéndose mucho más allá de lo que actualmente nos están narrando; ahí están las ciudades atestadas y las grandes extensiones con apenas algunos habitantes; mundos en la que la tecnología, los edificios y la indumentaria de los personajes, en su suciedad y su imperfección, crean la ilusión de vida, de que en este mundo se ha vivido, se ha luchado, se ha padecido o triunfado, en contraste con el aspecto flamante, pulcro y estéril de la trilogía de precuelas.

¿La gran debilidad de Rogue One? Sus personajes. Planos, poco dibujados, sin un arco que nos permita verlos evolucionar. Con cierta simpatía, pero sin mucho carisma, ni mucha química entre ellos tampoco. Es una novedad y un progreso que la protagonista sea una mujer, pero hasta Jyn Erso (interpretada por Felicity Jones) es el cliché del personaje sufrido que ha caído en el cinismo y que redescubre el significado de la vida al entregarse a una causa noble. Hasta el villano principal es bastante blandengue, pero bueno, igual es que está a la sombra de un inesperado Tarkin y de un glorioso Darth Vader. Quizás el personaje más memorable de la cinta sea el cáustico droide K-2SO, interpretado por Alan Tudyk.

Sin embargo, creo que esa debilidad queda compensada porque me parece que la intención de la cinta no es tanto caracterizar a cada personaje individual sino darnos un retrato de la Rebelión en su conjunto: así vemos a los “radicales” de Saw Gerrera (Forest Withaker) que no temen usar métodos drásticos, pero efectivos, para enfrentarse al Imperio; al temerario Cassian Andor (Diego Luna), que hace el trabajo sucio de la Rebelión; al desertor Bodhi Rook (Riz Ahmed), que ha visto demasiados horrores y busca la redención; a los restos de la antigua religión Jedi, el cínico Baze Malbus (Jian Wen) que ha perdido la fe, y su camarada Chirrut Îmwe (Donnie Yen) que se aferra a ella. La próxima vez que vean Una nueva esperanza, al aparecer en pantalla el texto inicial, notarán que ahora tiene una mayor carga emotiva. El Imperio es aún más aborrecible, la Estrella de la Muerte es aún más aterradora, y los sacrificios que han sido necesarios para que al final, rayando, Luke Skywalker logre destruirla, hacen esa victoria todavía más significativa. En otras palabras, Rogue One enriquece la saga de Star Wars.


Pero aunque esta cinta está llena de referencias y conexiones a las películas originales y al Universo Expandido (chequen los cameos de los personajes de la serie Rebels), la película es perfectamente disfrutable para los no iniciados. Incluso me parece un excelente primer acercamiento a la saga, si tienen alguna amistad que no sepa nada de ella.

Sobre todo, Rogue One es, como dije al principio la película de Star Wars que esta generación necesita (y que, sin saberlo, yo había deseado ver durante años). En un ambiente en el que crece el odio y el autoritarismo gana terreno, nos presenta la lucha de un grupo de marginados (los personajes principales pertenecen a alguna minoría étnica y están liderados por una mujer), contra una tiranía fascista compuesta por militares que son hombres blancos. Los mismos escritores de la cinta, Chris Weitz y Gary Whitta, tuitearon al respecto el mismo día de la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos, y la relevancia política de esta cinta quedó de manifiesto cuando los blancos supremacistas de la alt-right llamaron a un boicot en su contra por considerarla “propaganda feminista y racismo contra los blancos”.

Rogue One, la película más adulta y sombría desde El Imperio contraataca, la que no tiene mascotas adorables para vender a los niños ni historias de amor forzadas, es la que esta generación necesita porque nos recuerda que las revoluciones se fundan en la esperanza, esperanza de que no serán en vano los sacrificios de quienes no vivirán para ver la victoria, esperanza de que la tiranía puede ser derrotada y un mundo mejor puede construirse, esperanzas que pueden derrotar a la apatía y al miedo.



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[1] En el Universo Expandido había toda una serie de historias “oficiales”, a menudo contradictorias, sobre cómo habría sucedido esto. Ninguna es tan buena o tan interesante como Rogue One

12 comentarios:

Sexto Empirico dijo...

Muy interesante tu comentario. Disfrute la película. Debo defender a las precuelas porque los episodios I y III son la razón de que vea Star Wars. Así, agregaría que el mensaje de las precuelas también es necesario para nuestra generación; porque aunque tal vez no haya sido bien narrado, pose una advertencia sobre cómo caen las repúblicas que, creo, no ha sido debidamente valorada por muchos. Ojalá algún día un loco visionario escritor de House of Cards haga un spin off de la vida de Palpatine. Hay un video muy bueno en YouTube que compara a Palpatine y a Trump https://m.youtube.com/watch?v=g75slyNZKjI

Anónimo dijo...

Pues a no co, ¿que es? ¿Eh? ¿Por? ¿Pero que paso? No mas.

Maik Civeira dijo...

A mí también me gustan las precuelas. Creo que a pesar de la torpeza tienen cosas muy rescatables. Y Episodio III me parece digno de la Trilogía Original.

AM dijo...

A mi me gustó tambien, más que la anterior. Veremos si mantienen el liston con la de han Solo. Y que buena explicación le dieron a la falla de la estrella de la muerte. Ahora sabemos que fue sabotaje.

Jacob dijo...

PELIGRO DE SPOILERS

Sí, es muy buena. Dejando de lado los personajes aburridisimos, los diálogos penosos, el montón de momentos cliché (la muerte de Garen me pareció insoportable) y ese Grand Moff Tarkin que parecía salido de una cutsecene de un juego de PS2.

Anónimo dijo...

Ego, ¿sabias que, según el historiador Jaime Manuel Alvaro Menendez, Miranda y Bolívar podrían ser considerados como precursores del "Dúo Dinámico"?

Anónimo dijo...

La historia me parecío muy árida al principio, aunque al final mejora. Lo que no me agradó mucho fue la versión digital del gobernador Tarkin. De inmediato me dí cuenta que el personaje había sido generado por comuputadora.

Después de la muerte de Carrie Fisher se informó que ya habían grabado el episodio VIII. Lo que no se sabe es que vaya a pasar con su personaje en el episodio IX. Yo deseo que no vuelvan a mostrar una princesa Leia virtual con los mismos espantosos efectos especiales.

Luis M. Rebollar dijo...

OK, me convence tu discurso sobre el "compromiso" político de esta peli, pero no puedo por menos que pensar cínicamente cómo casa con el hecho de que sea, no solo ya una producción de Hollywood, sino un prodcuto de la Disney. ¿Qué me/nos estamos perdiendo? ¿Por dónde no está metiendo doblada toda la carga ideológica que les interesa a los ricos accionistas detrás de la/s empresa/s que ha producido esta cinta¿ ¿O la de los propios artistas que, como profesionales liberales con acceso a grandes cantidades de pasta, sería sorprendente que no resultasen más bien inmobilistas?

Maik Civeira dijo...

Te respondo con unos extractos de mi entrada sobre el estudio de la cultura pop:

"En esa gran enciclopedia colectiva que es TV Tropes existe una entrada de un fenómeno conocido como “The man is sticking it to the man”, que se podría traducir como “El sistema se está chingando al sistema”. Se refiere a que a menudo el establishment convierte a la rebeldía y sus símbolos en productos de consumo capitalista. Pero también advierte que las mentes creativas detrás de las obras que se venden como cultura pop no son parte del establishment, sino muchas veces personas igual de críticas con él que logran introducir sus mensajes de rebeldía en esos productos, que los amos corporativos dejan pasar porque, resulta, son muy taquilleros."

http://egosumqui.blogspot.mx/2016/01/por-que-estudiar-la-cultura-pop.html

Luis M. Rebollar dijo...

Muchas gracias por responder, Maik. He descubierto tu blog hoy, así que ya iré leyendo entradas anteriores (tiempo mediante). Lo que comentas va en la línea de algo que le aí a Michael Moore hace años explicando por qué podía seguir trabajando en tv en lugar de ser censurado. Se entiendo entonces que identificas tal fenómeno con lo que ocurre con Rogue One, lo que me parece perfecto y celebro, aunque echo en falta un análisis más profundo de por qué es el caso, que descarte la presencia de otros discursos combinados que al final subviertan lo que sí has detectado. Digo que estaría bien hacer el análisis, ¿eh?, no es una indirecta para que lo hagas ni nada. :D

Maik Civeira dijo...

Hola. Hice un análisis un poco más detallado de la política en Star Wars aquí, por lo que no consideré necesario profundizar en esta entrega:

http://egosumqui.blogspot.mx/2013/05/ideologia-y-politica-en-star-wars-la.html

Sexto Empirico dijo...

Me parece curioso eso que mencionas sobre "digno" de la trilogía original. Tal vez es porque crecí en otra época, pero mi idea de SW siempre ha tenido las precuelas en el núcleo de lo que significa SW. Sobre la descripción que haces del aspecto "estéril" de las precuelas, siempre he pensado que es una manera en que Lucas transmite la sensación de la añoranza con que los rebeldes que luchan contra el Imperio recuerdan la grandeza idealizada (y probadamente falsa) de la República. El aspecto limpio de las Precuelas en este sentido tiene una razón sería de ser dentro de la propia narración y la idea de que estamos escuchando una historia de tiempos legendarios, cuando se suponía que todo era mejor. Los diálogos caballerescos, la orden Jedi estoica, todo contribuye a transmitirme esa sensación de ver un mundo de leyendas. Por eso me gustan tanto esas tres películas y creo que aportan mucho a mi experiencia de la historia Galáctica.

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