Antes de Grecia y Roma, Parte II: Egipto - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

lunes, 4 de septiembre de 2023

Antes de Grecia y Roma, Parte II: Egipto


Parte I: Mesopotamia

¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en Egipto? Claro, las pirámides, la Esfinge y otros monumentos; las momias en sus sarcófagos, a lo mejor Cleopatra y la canción de las Bangles. Pero la civilización egipcia es mucho más que eso; estamos hablando de una las más longevas de la historia, con una trayectoria que se extiende a lo largo de más de tres mil años y con 31 dinastías de faraones.

 

Egipto (o Kemet, en su lnegua nativa) se desarrolló en el noreste de África, a orillas del río Nilo, en una franja de territorio extremadamente fértil; su cauce era usado como una carretera para la comunicación y el comercio, y sus crecidas regulares dotaron a la civilización egipcia de gran estabilidad, y quizá es ésa la clave de que haya perdurado tanto. Las fronteras naturales de Egipto eran el desierto de Libia al oeste, el mar Rojo al este, el mar Mediterráneo al norte y el macizo de Etiopía y el desierto de Nubia al sur.

 

Recordemos nuestro escenario

Tradicionalmente, el territorio se divide en dos: el Bajo Egipto al norte y el Alto Egipto al sur. ¿Por qué al revés? Bueno, pues porque en el sur están las tierras de colinas y montañas, mientas que el norte, cercano al mar, tiene las tierras bajas. Es sencillo.

 

Las tierras que llegaríamos a conocer como Egipto han estado habitadas desde el Paleolítico, y fue precisamente ahí donde se dio uno de los focos de la Revolución Neolítica con el desarrollo de la agricultura y la consecuente sedentarización, unos 10,000 años antes de Cristo. A partir de entonces empezaron a aparecer las primeras aldeas que con los milenios llegaron a convertirse en ciudades y luego en reinos. Para el 5000 a.C. ya había trabajos de irrigación para los campos de cultivo, y para el 3200 a.C. hay evidencia de metalurgia, comercio y escritura jeroglífica. Hey, más o menos de esa época data la escritura cuneiforme de los sumerios.

 


Iniciamos nuestro relato en el Periodo Arcaico (siglos XXXII-XVII a.C.), en el que se unifican los reinos del Bajo Egipto y del Alto Egipto bajo el poder de un solo faraón, Menes o Narmer, originario de la ciudad de Tinis, uno de los asentamientos más antiguos de la región, fundador de la primera dinastía y de la fabulosa ciudad de Menfis, alrededor del 3100 a.C.

 

En este periodo se desarrolló una sociedad estratificada con aparatos administrativos de gobierno cada vez más complejos, y se establecieron relaciones comerciales, diplomáticas o de dominio con diferentes pueblos de África y el Medio Oriente. Se fue configurando la religión egipcia, al mezclarse los diferentes cultos a dioses locales.

 


También surgió por esos siglos el papiro, se desarrolló la escritura jeroglífica y nació la costumbre de enterrar a los monarcas en mastabas, grandes estructuras rectangulares. Eran construidas con ladrillos de adobe, pero con el tiempo se fueron haciendo más grandes y de piedra. La muerte y el más allá eran importantísimos para los egipcios; creían que el alma perduraría mientras el cuerpo se conservara, y de ahí la costumbre de momificar a los muertos, e incluso a sus mascotas.

 

De esta época sobresale la reina Neithotep, la viuda de Narmer, quien reinó como monarca y al morir fue enterrada en una gran mastaba con muchos honores. Debió vivir en el siglo XXXI a.C., lo que la hace la primera reina de la historia cuyo nombre nos ha llegado hasta hoy.

 

Narmer representado sojuzgando a sus enemigos

Seguimos hacia el Imperio Antiguo (siglos XXVII-XXII a.C.), que inició con el ascenso de la tercera dinastía tras una guerra civil que sirvió para cimentar el poder central del faraón. En época se establece como capital Menfis, una de las ciudades más importantes de la historia egipcia.

 

Por esos años los egipcios miraron el desierto y se dijeron “Hmm, ¿saben qué le hace falta a este lugar? ¡Unos pinshis triangulotes!”, y así empezó la construcción de pirámides. Al parecer fue gracias a la inventiva de Imhotep (aprox. 2690-2610 a.C.), el llamado “Da Vinci egipcio”, un genio absoluto que dominaba de tal forma las diferentes ramas del saber que tras su muerte fue deificado. Imhotep ideó la construcción una pirámide escalonada para su jefe, el faraón Djoser, edificando mastabas concéntricas unas sobre otras. El resultado fue la famosa pirámide escalonada de Saqqara. Y sí, fue éste Imhotep quien dio su nombre al villano de La Momia.

 

La pirámide de Saqqara

Con eso inició la tradición de enterrar a los faraones en esas enormes estructuras. incluyendo las tres grandes pirámides de Guiza, los edificios egipcios más famosos del antiguo Egipto. Fue Keops (que reinó entre 2589 y 2566 a.C.), quien hizo construir la mayor de todas, el edificio más alto del mundo durante 3,800 años y la única de las siete maravillas del mundo antiguo que sigue en pie.

 

En la misma meseta, su hijo el faraón Kefrén hizo construir su propia pirámide, además de la famosa Esfinge, alrededor del 2500 a.C. Para tener contexto, por esos mismos años las ciudades-estado de Sumeria estaban floreciendo en libertad. Los siguientes faraones del Imperio Antiguo también fueron grandes constructores de templos y tumbas, pero ninguna superó a la Gran Pirámide de Keops ni al complejo arquitectónico de Guiza.

 

La Esfinge y la pirámide de Keops

En aquel periodo surgieron diferentes profesiones cada vez más especializadas, para una sociedad cada vez más compleja y dividida en clases. La palabra escrita se usaba tanto para la eficiente burocracia como para los textos sagrados y las obras literarias. Los egipcios continuaron siendo pioneros en las ciencias, como la astronomía, las matemáticas, la química y las diferentes ramas de la medicina. También inventaron el maquillaje y toda una cultura alrededor de los cosméticos. El senet, uno de los juegos de mesa más antiguos que se conocen, data por lo menos del 2650 a.C. y los egipcios eran también asiduos a diferentes deportes.

 

Esta etapa terminó con una época de crisis políticas y sociales. El poder del faraón se debilitó ante el de la casta sacerdotal y la autonomía de los nomarcas, gobernantes regionales (no, no soy disléxico; de verdad quise decir “nomarcas”, y no “monarcas”). Una sequía y las subsiguientes hambrunas debilitaron ulteriormente al reino. Parece ser que la última gobernante de este periodo fue la implacable reina Nitocris (reinado: 2183-2171 a.C.), la última de la sexta dinastía, quien enfrentó múltiples conspiraciones en su contra y, según la leyenda, acabó suicidándose para no caer en manos de sus enemigos. Sin embargo, la existencia histórica de esta reina no está del todo confirmada.

 

La vida en el Imperio Antiguo

Así inicia el primer periodo intermedio, en el que durante casi dos siglos Egipto se sumió en el caos; el poder del faraón era casi nulo, y cada nomo (gobierno provincial) iba más o menos a su bola. Las tumbas de los faraones fueron saqueadas.

 

Hacia el final de este periodo, dos poderosas dinastías emergieron del caos; una con base en Heracleópolis, en el norte, y la otra en Tebas, en el sur. Se enfrentaron por el control del país, lo que culminó con el triunfo de los faraones tebanos; Egipto se había reunificado otra vez para el 2040 a.C.

 

El artífice de esta reunificación Mentuhotep II (reinado: 2060-2009 a.C.), con quien inicia el Imperio Medio (siglos XXI-XVII a.C.). Este farón convirtió a su natal Tebas, la llamada “ciudad de las mil puertas”, en la nueva capital de su imperio. Por esa misma época, las ciudades-estado sumerias experimentaban un renacimiento tras el colapso del Imperio Acadio.

 

Reconstrucción artística del templo de Karnak

En esta época se empezó a construir el complejo de templos de Karnak, grandes proyectos agronómicos como diques y canales, fortalezas fronterizas y otras maravillas que han llegado hasta nuestros días. Fue sin duda una etapa de esplendor artístico que nos dejó una obra literaria muy importante, la Historia de Sinuhé (aprox. 1800 a.C.)

 

Por esos siglos Egipto estableció relaciones con las ciudades-estado de Fenicia, los pueblos semíticos del Levante, la civilización minoica de Creta, los nubios del actual Sudán y el reino de Punt en la actual Somalia. A finales de esta época, parece ser que recibió una inmigración masiva de pueblos semíticos del Levante, algunos de cuyos miembros llegaron a ocupar puestos de poder en el gobierno egipcio, lo que habría dado lugar a la leyenda bíblica de José.

 

Esta etapa terminó con nuevas crisis y fragmentaciones, a las que siguió la invasión de los hicsos, uno de esos pueblos levantinos que había estado penetrando desde hacía tiempo en Egipto. Los hicsos tomaron el control del Bajo Egipto, con lo que inicia el segundo periodo intermedio (1700-1550 a.C.), introdujeron los caballos y los carros de guerra, pues los egipcios hasta entonces sólo tenían asnos y bueyes como animales de carga y tiro. También fueron los hicsos quienes introdujeron los arcos compuestos y la khopesh, una espada curva de bronce que se ha convertido en el arma más relacionada con los egipcios.

 

Batalla entre egipcios e hicsos

En el Alto Egipto, mientras tanto, siguió bajo poder príncipes tebanos los cuales se batieron contra los hicsos de norte durante ese siglo y medio. Al final, lograron echar a los extranjeros a mediados del siglo XVI a.C., bajo el liderazgo de Amosis I (reinado: 1575-1550 a.C), quien por cierto fue el último faraón en ser enterrado bajo una pirámide, aunque ya para esa época eran pequeñas, chafitas y se desmoronaban muy fácil.

 

La expulsión de los hicsos podría ser el origen de otro relato bíblico, el del Éxodo, ya que otros pueblos semíticos fueron echados junto con los hicsos. Además, parece ser que por esos años hizo erupción el volcán que acabó con la civilización minoica, y las consecuencias de tal desastre (terremotos, maremotos, nubes de humo y cenizas, clima extremo) podrían explicar la historia de las Plagas de Egipto narradas en la Biblia. Pero ésas son especulaciones.

Egipto durante el Imperio Nuevo

 

El Imperio Nuevo (1550-1069 a.C.) inicia con la restauración del poder nativo. Éste fue el periodo de mayor grandeza y poder internacional para Egipto, y su inicio coincide con el establecimiento de la Dinastía Casita de Babilonia. Los faraones se dieron cuenta de que no podían garantizar la seguridad de su reino si no controlaban el Levante. El mayor conquistador fue el faraón Tutmosis I (1530-1517 a.C.) que expandió su territorio por Asia y África, desde el actual Sudán en el sur hasta Canaan, Fenicia y parte de Siria en norte y oriente. Fue el primer faraón egipcio en alcanzar el Eúfrates.

 

En este periodo los faraones comienzan a enterrarse en el Valle de los Reyes, cerca de Tebas. De pirámides, nada, que eso era cosa del pasado. De inicios de esta etapa datan también las primeras versiones del Libro de los Muertos (siglo XVI a.C.), que reúne las creencias y rituales alrededor de la muerte y la transición a la otra vida.

 

El Libro de los Muertos

De esta época sobresalen grandes monarcas como la reina Hatshepsut (reinado: 1498-1483), que gobernó con el título de faraón, con todos los honores masculinos, y que fue una gran constructora y diplomática.

 

También es interesantísima la historia del hereje Akenatón (reinado: 1350-1334 a.C.) quien intentó sustituir el politeísmo clásico egipcio por una suerte de monoteísmo basado en el culto al dios del sol Atón. No olvidemos a su esposa, Nefertiti, quien fue clave en el establecimiento al culto de Atón. Su legendaria belleza ha quedado inmortalizada en el busto esculpido en su honor, que aún conserva mucho de su color original.

 

Nefertiti

Eso de sustituir a todos los dioses no gustó ni al pueblo ni a la casa sacerdotal, por lo que el hijo de Akenatón y Nefertiti, el rey adolescente Tutankamón (reinado: 1334-1325 a.C.) restauró el culto a los dioses. Su tumba, la mejor preservada de la antigüedad egipcia, nos ha dado invaluable información sobre esa época.

Sobre todos los faraones, destaca Ramsés II (reinado: 1279-1213 a.C.), el faraón más poderoso de la historia, gran conquistador y constructor por igual. Cuando aparecieron los pueblos del mar en la zona, Ramsés los derrotó y los obligó a formar parte de sus tropas. También acumuló victorias contra los libios, los nubios y los sirios. Tras una guerra contra el Imperio Hitita, Ramsés firmó con ellos el primer tratado de paz de la historia, el Tratado de Kadesh, en el 1259 a.C. La reina Nefertari fue de gran influencia para llegar a este acuerdo, pues ella dirigió cartas diplomáticas a los reyes hititas y participó activamente en la negociación. Ramsés levantó para ella la tumba más bella de Egipto.

 

Parece ser que Ramsés era un megalómano, obsesionado con ser recordado por toda la eternidad. Eso lo llevó a ordenar que se levantaran montones de estatuas suyas, y hasta usurpó estatuas de otros faraones poniéndoles su nombre. Fundó una nueva capital y la bautizó en su honor, Pi-Ramsés. A él también debemos el templo de Abu Simbel, una ampliación del complejo de templos de Karnak y el Ramesseum.

 

Ramsés representado dominando a sus vecinos: nubios, libios y sirios

Ninguna civilización de la Antigüedad puede compararse con Egipto. Ninguna construyó cosas tan grandes, ni creó un aparato de administración tan sofisticado, ni controló una región tan vasta durante tanto tiempo. Cuando el Imperio Antiguo ya tenía pirámides, la mayor parte de la humanidad seguía viviendo en el Neolítico. Cuando los imperios hitita y babilonio se convirtieron en potencias, Egipto ya era viejo.

 

Algo que sobresale de la civilización egipcia fue su estabilidad y continuidad. A lo largo de tres mil años cambió relativamente poco en cuanto a su cultura, expresiones artísticas, estructuras de gobierno, creencias religiosas o costumbres en general. Vimos los tres imperios egipcios con sus dos periodos intermedios. ¿Se fijaron en las fechas? Cada uno de esos imperios duró unos 500 años, el doble de lo que Estados Unidos ha existido como un país independiente.

 

El templo de Abu Simbel

Y oigan, toda esta historia de auge y caída, crisis y esplendor, ocurrió en la Edad del Bronce. ¿captan? Grecia todavía no era Grecia y Roma ni existía cuando el glorioso Imperio Nuevo terminaba entre el 1200 y el 1100 a.C. con el Colapso de la Edad del Bronce por causa de los continuos ataques de los pueblos del mar. Egipto sobrevivió mientras otras civilizaciones (como su rival, el Imperio Hitita) desaparecían, pero a partir del 1069 a.C. se sumió en una crisis profunda, con todas las disrupciones y grandes movimientos masivos que vinieron con ello.

 

Inicia así la Edad del Hierro, durante la cual Egipto pasaría por siglos de crisis, fragmentación y conquistas por parte de pueblos extranjeros. Empezando por los libios, un pueblo de pastores nómadas del norte de África, que toda la vida habían sido vecinos de los egipcios. Aprovecharon la crisis del país del Nilo y tomaron el poder en la parte norte entre el 945 y el 744 a.C.

 

Los faraones nubios de la Dinastía XXV

Luego vinieron los nubios, del reino de Kush. También habían sido vecinos de toda la vida de los egipcios, quienes los habían sometido durante siglos para explotar sus minas de oro. Fue el rey Piye quien conquistó Egipto hacia el 744 a.C., y sus sucesores establecieron la famosa Dinastía XXV, la de los faraones negros, que gobernó hasta el 664 a.C. Los faraones kushitas expulsaron a los libios, reunificaron el país y reestablecieron el orden. Ellos volvieron a poner de moda la construcción de pirámides, que mantuvieron incluso después de que perdieran Egipto a manos de los asirios. Hoy en día hay más pirámides en lo que fue Kush (en el actual Sudán) que en Egipto. Hemos hablado con más detalle del reino de Kush en la serie sobre las grandes civilizaciones de África. Por cierto, más o menos una década antes de que iniciara el reinado de Piye, nacía en Italia una pequeña ciudad llamada Roma.

 

Como les adelanté, los asirios fueron los siguientes en llegar. El Imperio Neoasirio estaba en su apogeo cuando conquistó Egipto en el 677 a.C., expulsando del poder a los nubios, que volvieron a su patria de Kush. El dominio asirio no duró mucho; el faraón Psamético I (664- 610 a.C.), mantuvo buenas relaciones con el Imperio, a tal punto que pudo reestablecer la autonomía egipcia. Los asirios, por su parte, perdieron su imperio en el 609 a.C., ante una alianza entre Babilonia y Media.

 

Pero en el lejano Irán surgía una nueva potencia: Persia. A partir del 550 a.C., los persas aqueménidas formaron un vasto imperio que en poco tiempo se hizo con el control de todo el Medio Oriente. El rey persa Cambises II (reinado: 530-522 a.C.) emprendió la conquista de Egipto. Cuenta la leyenda que en la Batalla de Pelusio los persas arrojaron gatos contra los egipcios, quienes, al considerar sagrados a estos animales, no podían disparar sus flechas contra los invasores. Así, en el 525 a.C., Egipto pasó a formar parte del Imperio Persa Aqueménida.

 

Batalla de Pelusio

Acuérdense que para esta época la mitad de la historia humana desde la invención de la escritura ya había ocurrido. Además, un poco más tarde, la ciudad de Atenas, en la Hélade, iniciaría un curioso experimento llamado “democracia”.

 

Hubo un breve periodo de independencia para Egipto entre el 404 y el 343 a.C., tras el cual volvió a poder persa, y así permanecería hasta el 332 a.C., en que el antiguamente esplendoroso país del Nilo fue conquistado por Alejandro Magno. Y fin. Egipto nunca más volvería a ser una nación independiente y siempre formaría parte de otros imperios.

 


A lo mejor ahora se están preguntando: “Oigan, ¿y Cleopatra?”. Bueno, pues ella no entra en este cuento, porque estamos contando la historia del mundo antiguo antes de que llegaran los griegos y romanos. Resulta que Cleopatra era descendiente de Ptolomeo, uno de los generales de Alejandro y el que se quedó con el gobierno de Egipto tras la muerte del conquistador macedonio. 


Cleopatra fue la última gobernante de la Dinastía Ptolemaica, que gobernó Egipto por casi 300 años. En escala egipcia, no es mucho tiempo, pero piensen que tres siglos es lo que separa a, digamos, Sor Juana de Elena Garro. 


Cleopatra vivió del 70 al 30 a.C., justo en la época en la que Roma pasaba de ser una república a un imperio, y tras su muerte Egipto pasó a formar parte de los dominios romanos.

 

Les dejo este dato para reflexionar: Cleopatra nació 2,500 años después del reinado de Keops. Eso significa que ella vivió más cerca de nuestra época que de los egipcios que levantaron las pirámides.

 

La próxima clase hablaremos de una región del mundo de la que no se nos enseña suficiente: Anatolia. ¡Nos vemos!

 

CONTINUARÁ…

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