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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

miércoles, 13 de enero de 2016

La literatura de las ideas


¿Por quĂ© leer ciencia ficciĂłn? Esta pregunta se me presentĂł cuando preparaba una clase sobre este gĂ©nero para el curso de historia de la literatura que impartĂ­ en un bachillerato. ¿Cuál es el punto de dedicarle nuestra atenciĂłn a historias que sabemos que no son reales? A partir de aquella clase preparĂ© una presentaciĂłn que despuĂ©s evolucionĂł en conferencia y que he estado retrabajando una y otra vez desde hace poco más de un año. AquĂ­ les ofrezco algunas respuestas.

A la ciencia ficciĂłn se le ha llamado "la literatura de las ideas". No que no haya ideas en toda la literatura, claro está, pero es en este gĂ©nero en el que las Ă©stas tienen un papel central. Es decir, si en otras formas de creaciĂłn elementos tales como el manejo del lenguaje prosĂ­stico, la psicologĂ­a de los personajes, la representaciĂłn de la realidad social o la experimentaciĂłn con la estructura narrativa pueden tener papeles protagĂłnicos, en la ciencia ficciĂłn las ideas se encuentran al centro. 

Esto no significa que aquellos otros elementos queden necesariamente descuidados (no lo están en los mejores autores), aunque es cierto que en mucha de la ciencia ficción clásica sucede: Isaac Asimov es un ejemplo primordial, pues sus personajes suelen ser planos y su estructura muy lineal. Lo que sucede es que aquí la especulación, la exploración de conceptos variados, los experimentos mentales, la creación de mundos, las alegorías sobre la realidad presente y el afán de llevar premisas hasta sus últimas consecuencias, por lo general tienen un mayor peso que los demás. La ciencia ficción es por lo tanto, literatura que hace pensar, que desencadena reflexiones y cavilaciones que pueden ser el inicio de un viaje, incluso de una revolución de la propia mente. Cierto que toda la gran literatura (y todo el gran arte) puede hacer esto, pero en la ciencia ficción es precisamente su punto fuerte.


Mucho se discute sobre el origen de la ciencia ficciĂłn y cuál puede ostentar el tĂ­tulo de LA primera obra del gĂ©nero, pero lo cierto es que, como todo, ha tenido una lenta evoluciĂłn desde la mitologĂ­a y las alegorĂ­as filosĂłficas. En lo personal, considero que no hay ciencia ficciĂłn sin ciencia, y que las primeras obras a las que podemos dar inequĂ­vocamente el nombre son aquellas que surgieron en el contexto de la revoluciĂłn cientĂ­fica, es decir, el siglo XVII. La Nueva Atlántida  de Francis Bacon y el Sueño AstronĂłmico de Johannes Kepler, como muchĂ­simas obras de ciencia ficciĂłn que les siguieron, tenĂ­an el propĂłsito de presentar y explorar ideas cientĂ­ficas y filosĂłficas. 

Es en esa capacidad para desencadenar el pensamiento reflexivo, creativo y analĂ­tico, en donde se nota con mayor fuerza la influencia de la ciencia ficciĂłn en la cultura. Dejemos de lado la capacidad predictiva del gĂ©nero: cuando un autor adivina quĂ© nuevas tecnologĂ­as pueden surgir o cĂłmo Ă©stas impactarán la sociedad puede ser impresionante, pero vieran ustedes que no muy a menudo los escritores le atinan a lo que predicen, y en realidad poco importa si es asĂ­. 

Obviamente, mucha de la tecnología de la que disfrutamos actualmente existió como mera especulación en la literatura durante mucho tiempo, desde la inteligencia artificial hasta los viajes espaciales. Pero más importante es que algunos conceptos útiles para comprender la realidad fueron introducidos al imaginario colectivo a través de la ciencia ficción, ya sean en el campo de la tecnología (como la palabra robot, introducida por Karel Capek en una novela de 1920) o en el del lenguaje político (como la neolengua o el doblepensar de George Orwell en 1984).


Pero importa sobre todo que vivimos en un mundo de ciencia ficciĂłn, en el que adelantos apenas imaginados por algunos visionarios (Arthur C. Clarke describiĂł algo muy parecido a Internet) afectan profundamente nuestras vidas a nivel individual y colectivo. Vivimos en un mundo en el que se discute con toda seriedad cĂłmo será posible colonizar Marte y en quĂ© momento ocurrirá la Singularidad (es decir, cuando la inteligencia artificial adquiera conciencia de sĂ­ misma). La premisa primordial de toda obra de CF es ¿QuĂ© pasarĂ­a si...? Desarrollar la capacidad de imaginar escenarios variables y sus consecuencias es vital en un mundo en el que el cambio es constante y lo imposible se va haciendo realidad.

Esas posibilidades no son necesariamente tecnolĂłgicas; pueden ser sociales. Las utopĂ­as y distopĂ­as (formas básicas del gĂ©nero, desde el Renacimiento) nos han mostrado los mundos con los que soñamos y las posibles realidades a las que tememos. Una de las maestras, Ursula K. Le Guin, imaginĂł cĂłmo podrĂ­a funcionar una sociedad anarquista a nivel planetario, o una civilizaciĂłn sin gĂ©neros. La ciencia ficciĂłn brinda conceptos que estimulan la imaginaciĂłn y la alientan hacia la osadĂ­a; poco importa si todos ellos resultan aplicarse al mundo real, lo trascendente es que nos mantienen pensando, soñando, imaginando. 

La ciencia ficción se ha alimentado de los conocimientos científicos disponibles en tiempos de cada autor, pero también han inspirado a muchos futuros científicos, pues no han sido pocos de ellos los que han crecido leyendo el género. Konstantin Tsiolkovski, el padre de los cohetes modernos, fue siempre un declarado fan de Julio Verne y Carl Sagan, el mayor divulgador del siglo XX, siempre mencionó el impacto que las novelas de John Carter de Marte tuvieron en su imaginación infantil, dirigiéndolo hacia el estudio de la astronomía.


Los ejemplos de personas que encontraron inspiración la CF son muchísimos, pero me gustaría reparar en un caso espectacular: Star Trek. Estrictamente hablando, aquí nos salimos del terreno de la literatura, pues se trata de una serie de televisión, si bien una que fue aclamada por los grandes del género, y en la que colaboraron algunos escritores consagrados: muchos episodios eran prácticamente muy buenos cuentos de ciencia ficción. Pues esta serie cuenta entre sus fans a científicos de la talla de Stephen Hawking, quien hasta tuvo la oportunidad de aparecer en un episodio de The Next Generation.

Leonard Nimoy, el famoso Sr. Spock, contaba que a veces cientĂ­ficos profesionales, seguidores de la serie, se le acercaban para discutir con Ă©l cuestiones complejas, esperando que, como oficial cientĂ­fico del Enterprise, entendiera de estos temas. El actor, por supuesto, no sabĂ­a de que hablaban, pero por amabilidad (y por los lulz) se ponĂ­a muy serio y les seguĂ­a el juego.

Arriba: cientĂ­ficos de la NASA durante el lanzamiento del Mariner, en 1967
Abajo: Stephen Hawking jugando al pĂłker con Einstein, Newton y Data, en 1993

Pero la inspiraciĂłn va más allá de las ciencias. Nichelle Nichols, quien interpretaba a la oficial de comunicaciones del Enterprise, Nyota Uhura, fue la primera mujer afroamericana en tener un papel principal en una serie de TV estadounidense. Además, fue la primera en protagonizar uno de los primeros besos interraciales en televisiĂłn. Eso ya era de por sĂ­ inspirador, pero hubo más. La actriz y cantante quiso unirse al movimiento de Martin Luther King quien, resulta, era un gran admirador de Star Trek. King le dijo que no abandonara la serie, pues su papel era muy importante como sĂ­mbolo  para la lucha por los derechos civiles de las personas negras. Nichols siguiĂł su consejo. Muchos años despuĂ©s, Mae Jemison se convirtiĂł en la primera mujer afroamericana en viajar al espacio, y siempre citĂł a Uhura como su primera inspiraciĂłn.

Nyota Uhura (Nichelle Nichols) y la astronauta Mae Jemison

Hay un botón de muestra más que quisiera presentarles. No hace mucho, el escritor británico de Neil Gaiman viajó a China para asistir a la primera convención de ciencia ficción en la historia de este país. Durante muchos años la ciencia ficción había sido vista con malos ojos por el gobierno comunista chino como un género potencialmente subversivo, y Gaiman lo sabía, de modo que se acercó a un funcionario y le preguntó por curiosidad a qué se debía que el gobierno ahora se había decidido no sólo a permitir una convención, sino a organizarla.

El funcionario respondió que los chinos eran muy buenos para copiar la tecnología de otros países. La veían, la analizaban y podían producirla a mucho menor precio. Pero no eran buenos innovando. La creatividad original les fallaba mucho. Así que unos años antes habían enviado unos analistas a Silicon Valley y al indagar sobre qué leían los técnicos de las empresas de vanguardia, se toparon con que todos ellos habían sido lectores de ciencia ficción en su infancia. El gobierno chino ahora quería preparar generaciones capaces de innovar, y para ello empezaba a impulsar la lectura de ciencia ficción entre los niños y los jóvenes.


Doy una razón más para tomarse la ciencia ficción en serio. En 1959 el científico y novelista C.P. Snow advirtió que uno de los grandes problemas de la civilización occidental contemporánea es que su vida intelectual se encontraba dividida en dos culturas: la científica y la de las humanidades, muchas veces ininteligibles entre sí, que se miran con desdén o desconfianza. Pues bien, la ciencia ficción puede ser uno de los puntos de encuentro entre ambas culturas, pues desde siempre ha sido el territorio de literatos apasionados por la ciencia, de científicos apasionados por la literatura y de los lectores apasionados por ambas. La ciencia ficción puede ser una herramienta para acercar estas dos tradiciones que han estado divergiendo en los últimos siglos.

Pero más allá de todas estas razones prácticas, quizá lo más importante de la ciencia ficción es que es asombrosa. Es una fuente inagotable de maravillas, de ensueños y fantasías. Es un tipo de literatura que te hace soñar, que te hace viajar y, finalmente, que te hace disfrutar de la lectura. Y sobre todo, que las grandes obras de ciencia ficción son en sí mismas grandes obras de la literatura, punto.

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3 comentarios:

edithblacksoul dijo...

Me gustaron tus respuestas.

Me gustaría agregar, e igual es algo que tú ya has pensado o se puede intuir de tu texto, pero no lo mencionas explícitamente y siempre me ha parecido algo fascinante y es el que la ciencia ficción, al describirnos mundos "no existen", hace el truco de alejarnos de nuestros prejuicios y vemos ideas y posibilidades de mundos y realidades con algo más de objetividad y nos damos cuenta de "verdades reales".

Me gusta mucho una cita de Ursula K. Le Guin de un texto en el que dice que ella usa mentiras para contar la verdad:

"Claro, la gente en ella (su novela, La mano izquierda de la oscuridad) son andróginos, pero eso no significa que yo esté prediciendo que en un milenio o algo así vamos a ser andróginos, o anunciando que pienso que deberíamos ser andróginos. Simplemente estoy sugiriendo (en el peculiar, furtivo e hipotético estilo inherente a la ciencia ficción) que si nos miras en ciertos momentos raros del día, bajo ciertas condiciones, realmente ya lo somos."

Maik Civeira dijo...

Gracias por leer, y gracias por la cita de Le Guin :)

AM dijo...

Ufa, gracias por repostear esto en facebook. Se me paso en su momento, por lo general estoy más atento a tus entradas.P
Aca si voy a estar de acuerdo con los chinos, la CF puede ser bastante suversiva a veces de manera bastante imperceptible.

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