¿Por quĂ© leer ciencia ficciĂłn? Esta pregunta se me presentĂł cuando preparaba una clase sobre este gĂ©nero para el curso de historia de la literatura que impartĂ en un bachillerato. ¿Cuál es el punto de dedicarle nuestra atenciĂłn a historias que sabemos que no son reales? A partir de aquella clase preparĂ© una presentaciĂłn que despuĂ©s evolucionĂł en conferencia y que he estado retrabajando una y otra vez desde hace poco más de un año. AquĂ les ofrezco algunas respuestas.
A la ciencia ficciĂłn se le ha llamado "la literatura de las ideas". No que no haya ideas en toda la literatura, claro está, pero es en este gĂ©nero en el que las Ă©stas tienen un papel central. Es decir, si en otras formas de creaciĂłn elementos tales como el manejo del lenguaje prosĂstico, la psicologĂa de los personajes, la representaciĂłn de la realidad social o la experimentaciĂłn con la estructura narrativa pueden tener papeles protagĂłnicos, en la ciencia ficciĂłn las ideas se encuentran al centro.
Esto no significa que aquellos otros elementos queden necesariamente descuidados (no lo están en los mejores autores), aunque es cierto que en mucha de la ciencia ficciĂłn clásica sucede: Isaac Asimov es un ejemplo primordial, pues sus personajes suelen ser planos y su estructura muy lineal. Lo que sucede es que aquĂ la especulaciĂłn, la exploraciĂłn de conceptos variados, los experimentos mentales, la creaciĂłn de mundos, las alegorĂas sobre la realidad presente y el afán de llevar premisas hasta sus Ăşltimas consecuencias, por lo general tienen un mayor peso que los demás. La ciencia ficciĂłn es por lo tanto, literatura que hace pensar, que desencadena reflexiones y cavilaciones que pueden ser el inicio de un viaje, incluso de una revoluciĂłn de la propia mente. Cierto que toda la gran literatura (y todo el gran arte) puede hacer esto, pero en la ciencia ficciĂłn es precisamente su punto fuerte.
Mucho se discute sobre el origen de la ciencia ficciĂłn y cuál puede ostentar el tĂtulo de LA primera obra del gĂ©nero, pero lo cierto es que, como todo, ha tenido una lenta evoluciĂłn desde la mitologĂa y las alegorĂas filosĂłficas. En lo personal, considero que no hay ciencia ficciĂłn sin ciencia, y que las primeras obras a las que podemos dar inequĂvocamente el nombre son aquellas que surgieron en el contexto de la revoluciĂłn cientĂfica, es decir, el siglo XVII. La Nueva Atlántida de Francis Bacon y el Sueño AstronĂłmico de Johannes Kepler, como muchĂsimas obras de ciencia ficciĂłn que les siguieron, tenĂan el propĂłsito de presentar y explorar ideas cientĂficas y filosĂłficas.
Es en esa capacidad para desencadenar el pensamiento reflexivo, creativo y analĂtico, en donde se nota con mayor fuerza la influencia de la ciencia ficciĂłn en la cultura. Dejemos de lado la capacidad predictiva del gĂ©nero: cuando un autor adivina quĂ© nuevas tecnologĂas pueden surgir o cĂłmo Ă©stas impactarán la sociedad puede ser impresionante, pero vieran ustedes que no muy a menudo los escritores le atinan a lo que predicen, y en realidad poco importa si es asĂ.
Obviamente, mucha de la tecnologĂa de la que disfrutamos actualmente existiĂł como mera especulaciĂłn en la literatura durante mucho tiempo, desde la inteligencia artificial hasta los viajes espaciales. Pero más importante es que algunos conceptos Ăştiles para comprender la realidad fueron introducidos al imaginario colectivo a travĂ©s de la ciencia ficciĂłn, ya sean en el campo de la tecnologĂa (como la palabra robot, introducida por Karel Capek en una novela de 1920) o en el del lenguaje polĂtico (como la neolengua o el doblepensar de George Orwell en 1984).
Pero importa sobre todo que vivimos en un mundo de ciencia ficciĂłn, en el que adelantos apenas imaginados por algunos visionarios (Arthur C. Clarke describiĂł algo muy parecido a Internet) afectan profundamente nuestras vidas a nivel individual y colectivo. Vivimos en un mundo en el que se discute con toda seriedad cĂłmo será posible colonizar Marte y en quĂ© momento ocurrirá la Singularidad (es decir, cuando la inteligencia artificial adquiera conciencia de sĂ misma). La premisa primordial de toda obra de CF es ¿QuĂ© pasarĂa si...? Desarrollar la capacidad de imaginar escenarios variables y sus consecuencias es vital en un mundo en el que el cambio es constante y lo imposible se va haciendo realidad.
Esas posibilidades no son necesariamente tecnolĂłgicas; pueden ser sociales. Las utopĂas y distopĂas (formas básicas del gĂ©nero, desde el Renacimiento) nos han mostrado los mundos con los que soñamos y las posibles realidades a las que tememos. Una de las maestras, Ursula K. Le Guin, imaginĂł cĂłmo podrĂa funcionar una sociedad anarquista a nivel planetario, o una civilizaciĂłn sin gĂ©neros. La ciencia ficciĂłn brinda conceptos que estimulan la imaginaciĂłn y la alientan hacia la osadĂa; poco importa si todos ellos resultan aplicarse al mundo real, lo trascendente es que nos mantienen pensando, soñando, imaginando.
Pero importa sobre todo que vivimos en un mundo de ciencia ficciĂłn, en el que adelantos apenas imaginados por algunos visionarios (Arthur C. Clarke describiĂł algo muy parecido a Internet) afectan profundamente nuestras vidas a nivel individual y colectivo. Vivimos en un mundo en el que se discute con toda seriedad cĂłmo será posible colonizar Marte y en quĂ© momento ocurrirá la Singularidad (es decir, cuando la inteligencia artificial adquiera conciencia de sĂ misma). La premisa primordial de toda obra de CF es ¿QuĂ© pasarĂa si...? Desarrollar la capacidad de imaginar escenarios variables y sus consecuencias es vital en un mundo en el que el cambio es constante y lo imposible se va haciendo realidad.
Esas posibilidades no son necesariamente tecnolĂłgicas; pueden ser sociales. Las utopĂas y distopĂas (formas básicas del gĂ©nero, desde el Renacimiento) nos han mostrado los mundos con los que soñamos y las posibles realidades a las que tememos. Una de las maestras, Ursula K. Le Guin, imaginĂł cĂłmo podrĂa funcionar una sociedad anarquista a nivel planetario, o una civilizaciĂłn sin gĂ©neros. La ciencia ficciĂłn brinda conceptos que estimulan la imaginaciĂłn y la alientan hacia la osadĂa; poco importa si todos ellos resultan aplicarse al mundo real, lo trascendente es que nos mantienen pensando, soñando, imaginando.
La ciencia ficciĂłn se ha alimentado de los conocimientos cientĂficos disponibles en tiempos de cada autor, pero tambiĂ©n han inspirado a muchos futuros cientĂficos, pues no han sido pocos de ellos los que han crecido leyendo el gĂ©nero. Konstantin Tsiolkovski, el padre de los cohetes modernos, fue siempre un declarado fan de Julio Verne y Carl Sagan, el mayor divulgador del siglo XX, siempre mencionĂł el impacto que las novelas de John Carter de Marte tuvieron en su imaginaciĂłn infantil, dirigiĂ©ndolo hacia el estudio de la astronomĂa.
Los ejemplos de personas que encontraron inspiraciĂłn la CF son muchĂsimos, pero me gustarĂa reparar en un caso espectacular: Star Trek. Estrictamente hablando, aquĂ nos salimos del terreno de la literatura, pues se trata de una serie de televisiĂłn, si bien una que fue aclamada por los grandes del gĂ©nero, y en la que colaboraron algunos escritores consagrados: muchos episodios eran prácticamente muy buenos cuentos de ciencia ficciĂłn. Pues esta serie cuenta entre sus fans a cientĂficos de la talla de Stephen Hawking, quien hasta tuvo la oportunidad de aparecer en un episodio de The Next Generation.
Leonard Nimoy, el famoso Sr. Spock, contaba que a veces cientĂficos profesionales, seguidores de la serie, se le acercaban para discutir con Ă©l cuestiones complejas, esperando que, como oficial cientĂfico del Enterprise, entendiera de estos temas. El actor, por supuesto, no sabĂa de que hablaban, pero por amabilidad (y por los lulz) se ponĂa muy serio y les seguĂa el juego.
Pero la inspiraciĂłn va más allá de las ciencias. Nichelle Nichols, quien interpretaba a la oficial de comunicaciones del Enterprise, Nyota Uhura, fue la primera mujer afroamericana en tener un papel principal en una serie de TV estadounidense. Además, fue la primera en protagonizar uno de los primeros besos interraciales en televisiĂłn. Eso ya era de por sĂ inspirador, pero hubo más. La actriz y cantante quiso unirse al movimiento de Martin Luther King quien, resulta, era un gran admirador de Star Trek. King le dijo que no abandonara la serie, pues su papel era muy importante como sĂmbolo para la lucha por los derechos civiles de las personas negras. Nichols siguiĂł su consejo. Muchos años despuĂ©s, Mae Jemison se convirtiĂł en la primera mujer afroamericana en viajar al espacio, y siempre citĂł a Uhura como su primera inspiraciĂłn.
Hay un botĂłn de muestra más que quisiera presentarles. No hace mucho, el escritor británico de Neil Gaiman viajĂł a China para asistir a la primera convenciĂłn de ciencia ficciĂłn en la historia de este paĂs. Durante muchos años la ciencia ficciĂłn habĂa sido vista con malos ojos por el gobierno comunista chino como un gĂ©nero potencialmente subversivo, y Gaiman lo sabĂa, de modo que se acercĂł a un funcionario y le preguntĂł por curiosidad a quĂ© se debĂa que el gobierno ahora se habĂa decidido no sĂłlo a permitir una convenciĂłn, sino a organizarla.
El funcionario respondiĂł que los chinos eran muy buenos para copiar la tecnologĂa de otros paĂses. La veĂan, la analizaban y podĂan producirla a mucho menor precio. Pero no eran buenos innovando. La creatividad original les fallaba mucho. AsĂ que unos años antes habĂan enviado unos analistas a Silicon Valley y al indagar sobre quĂ© leĂan los tĂ©cnicos de las empresas de vanguardia, se toparon con que todos ellos habĂan sido lectores de ciencia ficciĂłn en su infancia. El gobierno chino ahora querĂa preparar generaciones capaces de innovar, y para ello empezaba a impulsar la lectura de ciencia ficciĂłn entre los niños y los jĂłvenes.
Doy una razĂłn más para tomarse la ciencia ficciĂłn en serio. En 1959 el cientĂfico y novelista C.P. Snow advirtiĂł que uno de los grandes problemas de la civilizaciĂłn occidental contemporánea es que su vida intelectual se encontraba dividida en dos culturas: la cientĂfica y la de las humanidades, muchas veces ininteligibles entre sĂ, que se miran con desdĂ©n o desconfianza. Pues bien, la ciencia ficciĂłn puede ser uno de los puntos de encuentro entre ambas culturas, pues desde siempre ha sido el territorio de literatos apasionados por la ciencia, de cientĂficos apasionados por la literatura y de los lectores apasionados por ambas. La ciencia ficciĂłn puede ser una herramienta para acercar estas dos tradiciones que han estado divergiendo en los Ăşltimos siglos.
Pero más allá de todas estas razones prácticas, quizá lo más importante de la ciencia ficciĂłn es que es asombrosa. Es una fuente inagotable de maravillas, de ensueños y fantasĂas. Es un tipo de literatura que te hace soñar, que te hace viajar y, finalmente, que te hace disfrutar de la lectura. Y sobre todo, que las grandes obras de ciencia ficciĂłn son en sĂ mismas grandes obras de la literatura, punto.
Los ejemplos de personas que encontraron inspiraciĂłn la CF son muchĂsimos, pero me gustarĂa reparar en un caso espectacular: Star Trek. Estrictamente hablando, aquĂ nos salimos del terreno de la literatura, pues se trata de una serie de televisiĂłn, si bien una que fue aclamada por los grandes del gĂ©nero, y en la que colaboraron algunos escritores consagrados: muchos episodios eran prácticamente muy buenos cuentos de ciencia ficciĂłn. Pues esta serie cuenta entre sus fans a cientĂficos de la talla de Stephen Hawking, quien hasta tuvo la oportunidad de aparecer en un episodio de The Next Generation.
Leonard Nimoy, el famoso Sr. Spock, contaba que a veces cientĂficos profesionales, seguidores de la serie, se le acercaban para discutir con Ă©l cuestiones complejas, esperando que, como oficial cientĂfico del Enterprise, entendiera de estos temas. El actor, por supuesto, no sabĂa de que hablaban, pero por amabilidad (y por los lulz) se ponĂa muy serio y les seguĂa el juego.
Arriba: cientĂficos de la NASA durante el lanzamiento del Mariner, en 1967 Abajo: Stephen Hawking jugando al pĂłker con Einstein, Newton y Data, en 1993 |
Pero la inspiraciĂłn va más allá de las ciencias. Nichelle Nichols, quien interpretaba a la oficial de comunicaciones del Enterprise, Nyota Uhura, fue la primera mujer afroamericana en tener un papel principal en una serie de TV estadounidense. Además, fue la primera en protagonizar uno de los primeros besos interraciales en televisiĂłn. Eso ya era de por sĂ inspirador, pero hubo más. La actriz y cantante quiso unirse al movimiento de Martin Luther King quien, resulta, era un gran admirador de Star Trek. King le dijo que no abandonara la serie, pues su papel era muy importante como sĂmbolo para la lucha por los derechos civiles de las personas negras. Nichols siguiĂł su consejo. Muchos años despuĂ©s, Mae Jemison se convirtiĂł en la primera mujer afroamericana en viajar al espacio, y siempre citĂł a Uhura como su primera inspiraciĂłn.
Nyota Uhura (Nichelle Nichols) y la astronauta Mae Jemison |
Hay un botĂłn de muestra más que quisiera presentarles. No hace mucho, el escritor británico de Neil Gaiman viajĂł a China para asistir a la primera convenciĂłn de ciencia ficciĂłn en la historia de este paĂs. Durante muchos años la ciencia ficciĂłn habĂa sido vista con malos ojos por el gobierno comunista chino como un gĂ©nero potencialmente subversivo, y Gaiman lo sabĂa, de modo que se acercĂł a un funcionario y le preguntĂł por curiosidad a quĂ© se debĂa que el gobierno ahora se habĂa decidido no sĂłlo a permitir una convenciĂłn, sino a organizarla.
El funcionario respondiĂł que los chinos eran muy buenos para copiar la tecnologĂa de otros paĂses. La veĂan, la analizaban y podĂan producirla a mucho menor precio. Pero no eran buenos innovando. La creatividad original les fallaba mucho. AsĂ que unos años antes habĂan enviado unos analistas a Silicon Valley y al indagar sobre quĂ© leĂan los tĂ©cnicos de las empresas de vanguardia, se toparon con que todos ellos habĂan sido lectores de ciencia ficciĂłn en su infancia. El gobierno chino ahora querĂa preparar generaciones capaces de innovar, y para ello empezaba a impulsar la lectura de ciencia ficciĂłn entre los niños y los jĂłvenes.
Doy una razĂłn más para tomarse la ciencia ficciĂłn en serio. En 1959 el cientĂfico y novelista C.P. Snow advirtiĂł que uno de los grandes problemas de la civilizaciĂłn occidental contemporánea es que su vida intelectual se encontraba dividida en dos culturas: la cientĂfica y la de las humanidades, muchas veces ininteligibles entre sĂ, que se miran con desdĂ©n o desconfianza. Pues bien, la ciencia ficciĂłn puede ser uno de los puntos de encuentro entre ambas culturas, pues desde siempre ha sido el territorio de literatos apasionados por la ciencia, de cientĂficos apasionados por la literatura y de los lectores apasionados por ambas. La ciencia ficciĂłn puede ser una herramienta para acercar estas dos tradiciones que han estado divergiendo en los Ăşltimos siglos.
Pero más allá de todas estas razones prácticas, quizá lo más importante de la ciencia ficciĂłn es que es asombrosa. Es una fuente inagotable de maravillas, de ensueños y fantasĂas. Es un tipo de literatura que te hace soñar, que te hace viajar y, finalmente, que te hace disfrutar de la lectura. Y sobre todo, que las grandes obras de ciencia ficciĂłn son en sĂ mismas grandes obras de la literatura, punto.
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3 comentarios:
Me gustaron tus respuestas.
Me gustarĂa agregar, e igual es algo que tĂş ya has pensado o se puede intuir de tu texto, pero no lo mencionas explĂcitamente y siempre me ha parecido algo fascinante y es el que la ciencia ficciĂłn, al describirnos mundos "no existen", hace el truco de alejarnos de nuestros prejuicios y vemos ideas y posibilidades de mundos y realidades con algo más de objetividad y nos damos cuenta de "verdades reales".
Me gusta mucho una cita de Ursula K. Le Guin de un texto en el que dice que ella usa mentiras para contar la verdad:
"Claro, la gente en ella (su novela, La mano izquierda de la oscuridad) son andrĂłginos, pero eso no significa que yo estĂ© prediciendo que en un milenio o algo asĂ vamos a ser andrĂłginos, o anunciando que pienso que deberĂamos ser andrĂłginos. Simplemente estoy sugiriendo (en el peculiar, furtivo e hipotĂ©tico estilo inherente a la ciencia ficciĂłn) que si nos miras en ciertos momentos raros del dĂa, bajo ciertas condiciones, realmente ya lo somos."
Gracias por leer, y gracias por la cita de Le Guin :)
Ufa, gracias por repostear esto en facebook. Se me paso en su momento, por lo general estoy más atento a tus entradas.P
Aca si voy a estar de acuerdo con los chinos, la CF puede ser bastante suversiva a veces de manera bastante imperceptible.
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