Es julio de 2025. Hemos visto ya Superman de James
Gunn, la más reciente aventura cinematográfica del Hombre de Acero y la primera
entrega del nuevo Universo DC en el cine. Y claro, como fan del Último Hijo de
Kryptón, tengo mucho que decir al respecto; tan es así, que tuve que dividir el
presente mamotreto en dos partes. Esta primera entrega tratará del lugar que
tiene en el momento cultural actual, como película de Superman y en la
evolución del cine superheroico, así como de los temas “controvertidos” que han
rodeado a la cinta.
La segunda parte tratará de qué me pareció la película, y
qué se puede decir de las diferentes decisiones que tomó Gunn en su realización.
Para que no se queden con la duda, les adelanto que, en pocas palabras, me
gustó mucho. Es en verdad como un cómic filmado. Yo estaba muy nervioso al
respecto, pues no le tenía mucha confianza a Gunn con mi superhéroe favorito y
porque soy uno de esos apólogos de la obra de Snyder que sí se bañan y han
besado chicas. Pero al mismo tiempo, yo quería que esta fuera una buena
película, y no me decepcionó en lo absoluto. Lo mejor de todo es que fui a
verla con mis hijos y con mi papá; un momento especial para compartir.
Ahora sí, vamos al innecesariamente largo análisis (si ya
saben cómo soy, para qué me invitan). ¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Son un
montón de espóilers!
1) GUNN, JAMES GUNN
Voy a empezar por lo negativo, porque despotricar es lo más
divertido: no me gusta la obra ni el estilo de James Gunn. Sobre todo,
no soporto su sentido del humor. Eso sí: he escuchado a personas inteligentes,
cuya opinión aprecio, hablar de por qué a ellas sí les gusta, así que ya no
digo que el señor sea malo, sólo aclaro que no es mi estilo. Y quizá yo soy el
que está mal, y todos sus índices en Tomatazos están lo correcto, pero
me parece uno de los realizadores más sobrevalorados de nuestro tiempo. Es que
lo tratan como este gran auteur brillante y creativo que logra imprimir
su sello personal aun trabajando dentro de franquicias ultracomerciales, cuando
lo que yo veo es un tipo que constantemente se repite a sí mismo. El
mismo tipo de dinámicas entre personajes, el mismo tipo de diálogos, la misma
estructura en cuanto secuencias de acción se ve en todas sus películas. Que es
lo mismo que, con justa razón, se dice de Zack Snyder, pero por algún motivo a
Gunn se lo perdonan.
Algunas personas acusan a Gunn de nepotismo, y creo que algo
de razón llevan: le da trabajo a su hermano, a su esposa y a todos sus amigos.
Ya perdí el rastro de cuántos personajes Sean Gunn está encarnando
actualmente en DC. Y podríamos argumentar “oh, es que eran los mejores
actores para el papel”, y eso es verosímil algunas veces, pero ¿todas? ¿De
verdad no hay nadie más que su misma pandilla de siempre? Que, bueno, otros
directores hacen lo mismo, pero creando personajes nuevos, muchas veces
teniendo en cuenta a quién de sus amigos le darán el papel. En este caso son
personajes preexistentes, ¿me van a decir que siempre las mejores opciones
están entre su camarilla?
Luego demuestra cierta egolatría. El tipo reseteó el
universo DC, pero las obras que casualmente decidió salvar son las que
dirigió y produjo: The Suicide Squad y Peacemaker (que grosso modo,
siguen siendo canon). Como diciendo: “nada de lo anterior merece ser
preservado, excepto lo que yo hice”. Y a lo mejor tiene razón, no lo sé, pero
cae mal: ¿es realmente la persona adecuada para juzgar eso? Para colmo, inició
el nuevo Gunnverse con Creature Commandos, una serie animada que es
básicamente lo mismo que esas otras dos, las cuales a su vez son
básicamente lo mismo que Guardians of the Galaxy pero más edgy: equipos
de bichos raros inadaptados que actúan como si se odiaran, pero en el fondo tienen
buen corazón y se vuelven familia.
Dicho lo anterior, agradezco profundamente que Gunn se
haya refrenado al evitar la mayoría de sus clichés en Superman. No
todos, pero sí la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, la dinámica de
“personaje seriesote de pocas palabras que tiene que convivir con personaje
dicharachero e impertinente” se presenta aquí, en las escenas con Mr. Terrific.
La dinámica de “personajes que hacen equipo, pero actúan como si se odiaran” se
da con la Justice Gang. No podía faltar la musicalización con canciones pop, y
concretamente el plano-secuencia de acción al ritmo de una rolita, tal como lo
hizo en Guardians of the Galaxy. Terrific enfrentando a múltiples
enemigos con sus esferas, ¿no les recordó a Yondu con su flecha en la segunda
película de los Guardianes?
Y aunque se me hizo muy satisfactorio que Krypto se madreara
a Luthor al final, casi al instante me recordó la putiza que Hulk le puso a
Loki en la primera de Los Vengadores, con todo y la interrupción al
villano a mitad de un discurso megalómano. Que mira que repetirte a ti mismo da
grima, Gunn, pero encima repetir a Joss Whedon…
Bueno, al menos el único personaje que es
inverosímilmente imbécil es Eve Teschmacher, lo cual viene de origen y es
adecuado para ella. No se siente como las otras adaptaciones de Gunn, en las
que dos de cada tres personajes actúan y hablan como si tuvieran deficiencias
cognitivas.
He estado siendo quisquilloso, pero la verdad es que,
reitero, Gunn evitó caer en sus clichés más fastidiosos la mayor parte del
tiempo. En cambio, hace gala de sus fortalezas, como su siempre creativa
dirección de cámara y su capacidad para hacer que personajes pocos conocidos
nos importen. La verdad es que casi todo lo demás de esta película me gustó, y
mucho, sobre todo porque es una peli que trata a Superman con mucho amor y
mucho respeto.
2) TOMÁRSELO EN SERIO
¿Qué significa tomarse una historia de superhéroes en
serio? No es, como muchos piensan, quitarle todos los elementos
fantásticos, por más absurdos que puedan parecer. Ni siquiera me refiero a
quitarles todo el humor. Para mí, tomar a los superhéroes en serio, significa
que, por más exagerada o tontorrona que puedan ser sus historias, nunca haya
burla ni menosprecio hacia los personajes, sus sentimientos, sus luchas o
sus valores.
Significa que, si el héroe está triste, o tiene miedo o está
inspirado, la narración logre transmitir esas emociones y hacernos empatizar.
Que, si está peleando por su vida, la historia te haga sentir que de verdad
corre un riesgo, aunque en el fondo sepas que no puede haber otra conclusión
más que su victoria. Que, aunque el plan del supervillano sea inverosímil, la
historia esté narrada de tal forma que se pueda sentir su malevolencia y el
peligro que corren los héroes, sus seres queridos y el mundo.
Eso es lo que ha faltado en muchas de las películas de
Marvel. Los momentos de sinceridad emocional o de heroísmo son interrumpidos
por chistes estúpidos. Los elementos fantásticos más clásicos de los cómics son
señalados por los mismos personajes, que apuntan, con un guiño hacia el público
“Qué ridículo es esto, ¿no?”. Sí, ya sabemos que los nombres de superhéroes y
supervillanos a veces son medio cutres, no es necesario comentarlo jocosamente
en cada película. Es como si los realizadores pensaran que con lo que están
trabajando es una tontería que no merece ser tomada en serio, ni
por ellos mismos ni por el público.
Creo que el ejemplo más ofensivo lo proveen las Thor
de Taika Waititi, quien públicamente ha expresado su desdén por los cómics
del héroe asgardiano y que sólo hizo esas películas para tener dinero y hacer
sus propios proyectos. En Ragnarok Thor pierde a sus amigos y su mundo,
pero la película está tan ocupada haciendo chistes pendejos que no te deja sentir
el peso de estos sucesos. ¿Qué vas a sentir? Al cabo todo es una tontería.
Todavía en Love and Thunder se burla directamente de la muerte de esos
amigos porque “nadie se acuerda de su nombre” y tiene el atrevimiento de poner
en boca de alguien “¡siempre matan a la mitad de los asgardianos!” a manera de
chiste. Un desdén similar expresó en su momento Joel Schumacher con sus
películas de Batman, razón por la cual no pueden gustarme, aunque hoy en día
las quieran revalorar como joyitas camp.
Por su parte, en ocasiones la trilogía de Batman de Nolan y
el nuevo Batverso de Matt Reeves pecan en el extremo opuesto. El no darle a
Selina Kyle una máscara de gato, o el cambiar de nombres a Edward Nygma y
Oswald Cobblepot no hace más seria ni más realista tu obra. Es sólo una
confesión de que te avergüenza una parte del material que estás adaptando.
Nótese la diferencia de enfoque con la trilogía de Spider-Man
de Sam Raimi. Tienen mucho humor, y pasan cosas bien absurdas, pero cuando
ocurre algo que le rompe el corazón a Peter Parker, lo acompañas en su dolor;
cuando nuestro querido Trepamuros demuestra su heroísmo, te entusiasmas. Ni le
cambian el nombre a Otto Octavius ni se detienen a media película para reírse
porque no parece un nombre real.
Yo temía que algo así fuera a pasar con este Superman; que
se sintiera como una, como algo sacado de la serie animada de Harley
Quinn. Ciertamente, los anteriores proyectos de Gunn en DC podrían
pertenecer a ese mismo universo, por el tono, el tipo de historias que cuenta y
los personajes que la protagonizan. Y miren que a mí me gustó mucho Harley
Quinn, es sólo que cansa ya que todo sea parodia edgy.
Afortunadamente no fue ése el caso de Superman.
Aunque la película es muy colorida, completamente fantasiosa y más chistosa que
dramática, Gunn se tomó en serio a Superman. A él lo trató con
todo respeto, como un hombre fundamentalmente bueno, aunque no exento de
defectos (cierta ingenuidad, por ejemplo), alguien capaz de derribar montañas,
pero cuyo corazón puede romperse tan fácil como el de cualquiera. Se exaspera
cuando es cuestionado por Lois, siente empatía por el monstruo gigante que
amenaza su ciudad, se desconcierta cuando se le revela el propósito con el que
sus padres lo enviaron a la Tierra… Toda esta emotividad es planteada con total
sinceridad, sin ironías ni burlas al personaje, sin que se interrumpa con
chistes escatológicos. Y es así como debe ser.
3) MUNDO BIZARRO
Superman puede ser muchas cosas… Permítanme reformular eso…
Superman tiene una esencia, un núcleo de características distintivas, que
siempre son los mismos: su bondad, su compasión, su valentía, su capacidad para
inspirar lo mejor en los demás. Pero las historias que protagoniza Superman
pueden ser muy diversas. Pueden ser realmente oscuras y violentas; o pueden
ser más ligeras y chistosonas; también pueden ser completamente fantásticas, o
más ancladas en la realidad. Nada de ello determina que una historia sea buena
o no; de hecho, hay espacio para todas ellas.
En lo personal, prefiero las historias que Superman que
no son TAN fantasiosas, que se sienten un como que, fuera de superhéroes,
supervillanos y eventuales ejércitos extraterrestres, ocurren en el que es
básicamente nuestro mundo. Prefiero también un Superman con los poderes más
moderados, y sin una superfamilia tan grande. Es decir, soy hijo de la
interpretación de John Byrne en The Man of Steel (1986), y de Superman:
The Animated Series (1996-2000). Pero eso no quiere decir que no pueda
disfrutar las historias de Superman que son completamente fantásticas y
alocadas, llenas de alienígenas, magia, monstruos y perros voladores.
Muchas de sus mejores historias son justo así. Para no ir más lejos: All-Star
Superman de Grant Morrison (2005-2008).
Creo que es natural que Superman (1978) de Richard
Donner se fuera por un enfoque realista; tenía todo el sentido del mundo en
el momento en el que salió. Para empezar, los efectos especiales de la época no
habrían permitido trasladar todas las cosas fantasiosas que se veían en un
cómic de esos años. Además, la mayor parte del público de cines no era lector
de cómics; algo demasiado fantástico les parecería muy difícil de digerir. Por
eso mismo fueron así la mayoría de las películas de superhéroes durante
muchas décadas. Casi todas partían de tomar el mundo contemporáneo, y adaptar
las ideas y conceptos principales del cómic a nuestra realidad, preguntándose: “¿Cómo
serían los héroes y villanos si en verdad existieran en el mundo de hoy?”
Pero los tiempos han cambiado mucho en más o menos los
últimos 15 años, en el especial gracias al Universo Cinemático de Marvel. La
primera Iron Man (2008) seguía esa misma línea de hacer adaptaciones
realistas con todo lo fantástico atenuado; en su primera fase, Marvel
decidió convertir a los dioses asgardianos en seres extraterrestres con
tecnología avanzadísima. Pero para el clímax que fue Endgame (2019), el MCU
ya contaba con tecnología imposible, magia y hechicería, dioses auténticos,
viajes en el tiempo, naciones futuristas secretas, imperios galácticos,
inteligencias artificiales, reinos cuánticos y muy poco después ya estarían
incluyendo multiversos.
Con un público ya acostumbrado a las extravagancias
comiqueras, James Gunn ya no se veía obligado a anclar la narrativa
superheroica en el realismo. Así, pudo llenar su película con otros muchos
seres superpoderosos, dimensiones de bolsillo, clonación, robots conscientes,
ciencia loca, mutantes, kaijus, etcétera. Tampoco era necesario iniciar con una
historia de origen, ni para Superman mismo, ni para explicar por qué en su
mundo la llegada de una pulga extraterrestre es un problema de casi todos los
días.
He leído mucho que esta interpretación se inspira en la
Edad de Plata de los cómics (más o menos las décadas de los 50 y 60), por
lo fantasioso y optimista del tono. Pero no es necesario ir tan lejos: la
mayoría de los cómics de Superman han sido siempre así. Como dije, sentí que la
peli era una historieta contemporánea llevada al cine. De veras: tomen
cualquier título reciente del Azulote y podrán comprobarlo. Además, este
Clark humano e imperfecto no es propio de la Era de Plata, sino de la
modernidad (más o menos de los 70 en adelante). También es fundamentalmente
moderna la introducción de temas sociales y políticos.
4) ¿SUPERWOKE?
“Superman siempre ha sido progre...” Ok, esa afirmación no
es del todo exacta. En muchas ocasiones Superman ha sido muy conservador,
dependiendo de la época y el autor. Digo, ha existido por casi 90 años y ha
pasado por centenares de manos distintas. Pero sí podemos decir sin titubeos
que la política ha sido parte de los cómics de Superman desde
un inicio hasta nuestros
días. La única excepción es precisamente la Edad de Plata; fuera de esas
décadas no es tan difícil hallar cómics en los que temas políticos, incluso
controversiales, sean el centro de la historia. ¡Hay muchos que quisiera
analizar en luengos ensayos como éste! El punto es que, muy a menudo (la
mayoría de las veces, me atrevo a decir), las posturas expresadas en las viñetas
de Superman han sido bastante progresistas, al menos en relación a la
época en que salieron.
Entonces, cualquiera que venga a decir que Superman “se
volvió progre” es un ignaro que no sabe de lo que habla, o un idiota que leyó
los cómics y no los entendió o, más probablemente, un charlatán tratando de
ganar clicks vendiendo ira vacía, y de paso apoyando la narrativa de “¡el
progresismo lo está destruyendo todo!” que por desgracia convence a las
personas más tontas. Lo bueno es que el éxito rotundo que está teniendo la
película exhibe a estos llorones como los papanatas que son.
Ahora bien, ¿es la película de James Gunn progre? Sí, en
general sí. Y lo hace siguiendo lo que ya hemos visto en los cómics y otras
adaptaciones. Si algo le agradezco a Gunn que no puso nada que se sienta ajeno
al Azulote o a su mundo.
El conflicto entre
Superman y Lex Luthor siempre ha sido entre cosmovisiones y sistemas de
valores diametralmente opuestos, pero también tiene un componente de clase:
Luthor es un multimillonario mientras que Clark Kent es un periodista de origen
campesino. Relacionar a Luthor con magnates del mundo real tampoco es nuevo:
John Byrne ya se había inspirado en algunos rasgos de Donald Trump cuando
rediseñó al personaje en los 80 (y eso fue mucho antes de que el hombre naranja
se revelara como un fascista con aspiraciones dictatoriales). El Luthor de
Jesse Eisenberg en Batman v. Superman trata de canalizar a los
tecnomillonarios contemporáneos, además de que estoy seguro de que el actor
fue por haber interpretado a Mark Zuckerberg en The Social Network.
Así pues, que el Luthor de Nicholas Hoult en la nueva
película se sienta como una versión inteligente, pero igualmente mezquina y
ególatra, de Elon Musk, no es ni casualidad ni algo ajeno a la tradición
comiquera. Que Luthor usara los medios de comunicación y las redes sociales
para sembrar desinformación y odio contra Superman tampoco es nuevo; es parte
central del clásico Superman: Birtright (2003-2004). Que Gunn se burla
de los haters y los pone como monos furiosos tecleando bajo el control del villano
no es muy sutil, pero es una buena caracterización de cómo los millonarios
tienen adoctrinados a un montón de idiotas para repetir estupideces
anti-progre.
Pero ustedes no necesitan les diga esto. Lo que realmente
quieren es que aborde lo que ha sido el centro de la polémica: el conflicto
entre las naciones ficticias de Boravia e Jarhanpur. Muchas personas han
querido leer en él una denuncia del genocidio que Israel ha estado cometiendo
en Palestina desde hace décadas, pero que se recrudeció en los últimos dos años
y que se ha convertido en el crimen contra la humanidad más grande nuestra
época, con más de 50 mil muertes (en su mayoría civiles, y sobre todo niños).
Ciertamente, la película admite esa lectura. 1) Se
menciona que Boravia, como Israel, es aliado de Estados Unidos desde hace
décadas. 2) Los habitantes de Jarhanpur son personas racializadas, mientras que
los de Boravia son todos blancos. 3) El medio ambiente y la vestimenta de la
gente de Jarhanpur remiten al Medio Oriente. 4) Tenemos la agresión de un
estado militar y tecnológicamente poderoso contra uno prácticamente indefenso y
la escena de personas defendiéndose con palos y piedras contra tanques modernos
nos remite a la imaginería del conflicto israelí-palestino. 5) Boravia es
apoyada por Lex Luthor, así como Israel recibe apoyo de muchas empresas
occidentales y en particular de los tecnomillonarios. 6) El plan del gobierno
de Boravia es llevar a cabo un genocidio para ocupar el territorio de
Jarharpur, mientras que el apoyo que recibe de Luthor será pagado con la mitad
del territorio, justo como Donald Trump quiere convertir a Gaza en un
desarrollo turístico tras la limpieza étnica (plan que ya
está en marcha). 7) El presidente de Boravia guarda cierto parecido físico
con Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel.
Ahora bien, algunos de estos puntos pueden ser coincidencia,
sobre todo el último. En lo personal creo que el actor Zlatko Buric fue elegido
por su papel anterior más prominente: como un decadente oligarca ruso en Triangle
of Sadness (2022). Y es que, así como cabe la denuncia a Israel, también me
parece obvia la satanización de Rusia. El país eurasiático ha sido el
enemigo por excelencia en la ficción gringa, y en particular los cómics de
superhéroes, incluso después del fin de la Guerra Fría. No son pocos los
villanos clásicos que, o son de plano rusos, o están codificados como europeos
orientales. Boravia está claramente diseñada siguiendo esa línea.
El actual conflicto Rusia-Ucrania es la otra guerra
que ha ocupado la atención del mundo en los últimos años, y allí también
tenemos a un gigante militarista atacando a una nación más pequeña. La derecha
(y alguna izquierda muy estúpida) simpatiza con Rusia en su invasión a Ucrania,
mientras ésta última tiene la simpatía de liberales y una parte de la
izquierda. En contraste, la causa pro-palestina es por lo general de
izquierdas; los liberales se hacen tontos con el asunto, mientras la
derecha se dedica a hacer negacionismo o de plano apología del genocidio. Para
complicar las cosas, tanto Ucrania como Israel tienen el apoyo de los gobiernos
de Europa y Estados Unidos (porque la geopolítica se guía menos por valores e
ideologías que por intereses estratégicos, nenes).
Lo que yo creo es que Gunn tomó inspiración de ambos
conflictos. Como el apoyo abierto a Palestina es polémico y puede llevar
a censuras y sanciones, Gunn hizo su película de tal forma que esa
interpretación fuera plausible, pero inevitable. En caso de controversia, el
cineasta siempre podría apuntar a Rusia-Ucrania, y quedar en una postura mucho
más fácil de digerir para el mainstream occidental. Así, la denuncia a
Israel en Superman es más bien tibia y ambigua.
Además, las acciones de Superman y de la Justice Gang puede
leerse como propaganda a favor de las intervenciones estadounidenses en
otros países. Si hay tipos malos en algún lado, es nuestro deber ir a
detenerlos, sin importar lo que digan los gobernantes electos o el derecho
internacional. Otra cosa sería su Superman hubiera detenido al ejército gringo
de invadir otro país, que escenarios así no le habrían faltado.
Es curioso que literalmente todas las entregas del
Universo DC de James Gunn hasta ahora tratan sobre conflictos en otros
países. Era Corto Maltese en The Suicide Squad y Peacemaker,
Polokistan en Creature Comandos, Bavaria y Jarhanpur en Superman.
Como Gunn recicla las mismas ideas cada vez que hace algo, empecé a notar un
patrón. Todos esos países ficticios son retratados con puros estereotipos de
caricatura. Siempre tienen costumbres extrañas, atrasadas o barbáricas,
líderes no democráticos, hablan con acentos exagerados y están ávidos de imitar
la cultura gringa.
Aunque a veces Gunn pareciera que el intervencionismo
estadounidense es malo, los habitantes de estos países nunca tienen ni voz
ni voto en lo que les sucede. Invadirlos, dar un golpe de Estado, asesinar a
sus líderes, o dejarlos en paz, son todas opciones en manos de los héroes (o
antihéroes) gringos, y los locales sólo son villanos de caricatura o víctimas
pasivas. En cualquier caso, esas poblaciones están ahí para ser asesinadas en
masa, ya sea por los héroes o por los villanos, sin que sepamos nada de ellos
ni nos importen gran cosa.
Incluso los ciudadanos de Jarhanpur, retratados con empatía,
son estereotipos de “país tercermundista” y víctimas esperando a ser salvadas
por los gringos. Es más, ese momento en que el niño alza la bandera de
Superman, aunque a muchos se les hizo inspirador y nosequé, a mí me dio grima
por lo problemático que resulta: he aquí un niño negro rezando por un
salvador blanco.
Es decir, nada de eso es progre; al contrario, es un
retroceso a algunos de los clichés más rancios de la cultura pop gringa. Por
eso creo que le dan demasiado crédito a Gunn y a su supuesto progresismo.
¡Pero, hey! Estamos hablando de una obra de cultura pop
de lo más mainstream, que está teniendo un gran éxito en taquilla, y que
está haciendo a las personas hablar de un montón de temas, desde el genocidio
en Gaza hasta la adopción de perritos de la calle. Eso no es poca cosa, y que
no sea tan radical como quisiéramos no significa que no sea un logro
importante. Yo estoy muy contento con esto.
5) RESTAURAR EL SNYDERVERSE
Contrario a lo que dicen muchos fans, yo no creo que Snyder
haya “traicionado” a Superman de forma alguna. Su interpretación del personaje es
algo heterodoxa, pero no inaudita. Tanto la aproximación más sombría como
las metáforas mesiánicas tenían precedencia en los cómics. El tono realista ya
estaba pasando de moda cuando inició el Snyderverso, pero dominaba apenas unos
años antes, cuando la trilogía del Caballero Oscuro de Christopher Nolan estaba
en su apogeo, y en su momento tenía sentido querer diferenciarse del estilo de
Marvel. Yo creo que hay lugar en este mundo tanto para el Superman de Snyder
como para el de Gunn.
Creo que la obra de Snyder y la de Gunn han tenido la mala
suerte de encontrarse en medio de una guerra cultural entre
progres/wokes/sjw y fachos/reaccionarios, y que ambos bandos han exagerado los
rasgos ideológicos en ellas para condenarlas o celebrarlas. Como dije en un
ensayo sobre el Snyderverse, no hay gran cosa en la obra de Zack Snyder en
DC que la haga particularmente derechista (menos todavía fascista), al menos en
comparación con la superproducción hollywoodense de patadas y explosiones
promedio.
Decía también que esto de considerar que el estilo
oscuro-sórdido-violento es derechoso, y el colorido-optimista-chistosón es
progre, no es más que un efecto colateral de las guerras culturales. Añado que,
aunque esta conexión no sea categórica tampoco es completamente
arbitraria. Tiene que ver con la idea de masculinidad que se ha estado
cultivando en los espacios de la derecha internetera, que considera que la
verdadera hombría se manifiesta con la agresividad y la violencia física. Para
estos adoctrinados, la única emoción que un “macho alfa” puede demostrar con
vehemencia es la furia. Otras emociones, como la tristeza, la alegría y la
compasión son consideradas afeminadas. Un “hombre de verdad” no puede mostrar
ningún tipo de debilidad, ni física ni emocional, y para estos gaznápiros la
emotividad y la preocupación por los demás son debilidades. Todavía peor, la
derecha contemporánea está llevando a cabo una campaña en contra
de la empatía como un valor social. ¿Y cuál es el rasgo más definitivo de
Superman si no su enorme empatía?
Así, aunque interpretaciones de Superman como la de Zack
Snyder no necesariamente promueven valores fachos, sí son, de forma
superficial, compatibles con ellos. De forma superficial, pues de fondo los
valores de Superman siempre son los mismos. La diferencia es que el de Snyder
rara vez sonríe, menos aun llora, y en cambio sí se muestra muy a menudo
encabronado y con el ceño fruncido. Encima, esa película lo muestra menos como
protector que como guerrero.
Cuando ves a gentuza que contamina la nerdósfera con sus
ideas rancias, tipo Punisher Rorschach y El Geek de Acero, te das cuenta de que
el Superman que ellos quieren es
Homelander. Y si de verdad estuvieron leyendo cómics del Azulote en todos
estos años, lo hicieron de la forma más banal posible, poniendo atención sólo a
los trancazos y proyectando en uno de los personajes más nobles de la ficción
sus propias fantasías de poder.
Del otro lado, también siento que muchas de las críticas
a Snyder son bastante injustas. Sus películas sufren un escrutinio
exagerado para dictaminar cada aspecto, cada decisión, como si fuera parte deliberada
de la construcción de un discurso fascista. Es como si algunos hubieran
entendido que para ser progres había que odiar a Snyder. No quiero hacer una
falsa equivalencia: los snyderfans reaccionarios son mucho peores en sus
acciones troleras y en su ideología de odio. Pero los snyderhaters también
pueden llegar a ser bastante tóxicos y obtusos a su manera.
Mire, joven, en antropología existe un concepto
denominado cismogénesis, que se refiere al proceso por el que los
grupos sociales se divide y diferencian, definiéndose los unos en oposición a
los otros. Es decir, un grupo de personas A es rival del grupo de personas B;
los A observan que el grupo de personas B usan mucho el color azul, y empiezan
entonces a usar el rojo para marcar su propia identidad; los B se dan cuenta de
esto, y comienzan a usar más el azul para reafirmar la diferencia… Y así, y
así. El ejemplo es una tontería, pero ustedes entienden el punto. Y bueno, yo
creo que eso es justo lo que ha pasado con la obra de Snyder y la de Gunn.
Es más, a estas alturas no creo que a los snyderfans más
ruidosos ni siquiera les guste tanto la obra de Zack, y mucho menos las
otras historias de superhéroes. Creo que sienten de forma visceral que tienen
que defender a Snyder y atacar todo lo demás como parte de su inacabable
batalla contra los progres.
Lo que debemos aceptar es que, para bien o para mal, el
universo creado por Zack Snyder está completamente muerto, y sólo sus
fanáticos más alucines guardan alguna esperanza de que pueda resucitar. Espero
que en el futuro, cuando todo este mame haya pasado, puedan ser revaloradas. Por
ahora nos queda cambiar la página…
CONTINUARÁ…
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