Este diciembre se han cumplido
cinco años de la presidencia de Enrique Peña Nieto. Siendo sinceros, yo tenĂa
la esperanza de que no durara tanto, pero ya ven. He procurado hacer la crĂłnica
de lo mal que nos ha ido durante este sexenio que va en la recta final.
Para seguir con esa tradiciĂłn hoy
les presento aglunos puntos por los que deberĂamos estar escandalizados,
indignados y encabronados con la clase polĂtica mexicana. Porque no todo es
culpa de Peña, claro está. Es más, tambiĂ©n deberĂamos estar decepcionados de
nosotros mismos, que como sociedad civil nos hemos sabido organizarnos para crear
una mejor cultura polĂtica y reconstruir el tejido social.
Pero antes, un repaso rápido por
estos últimos cinco años:
No hay muchĂsimo de nuevo que
decir. Las mismas tendencias de las que ya hemos hablado en resĂşmenes
anteriores han seguido acentuándose a lo largo de este año: corrupción
gubernamental, crecimiento de la desigualdad econĂłmica, aumento de la violencia
delictiva en general, y de la violencia de género en particular, y violaciones
a los derechos humanos por parte de autoridades que no sienten que deban rendir
cuentas.
I. A los mexicanos nos explotan
MĂ©xico es un paĂs con un alto
Ăndice de desigualdad econĂłmica: el 10% más rico posee tanta riqueza como el
70% más pobre. Las medidas para paliar la desigualdad son insuficientes y a
este ritmo tardarĂamos otros 120 años para remediar el problema [
aquĂ].
Un 70% de los mexicanos ve con suma desesperanza el futuro del paĂs, el más
desesperanzado de América Latina después de Venezuela [
aquĂ].
Esto se da como parte de un
fenĂłmeno global generalizado, producto del dogma ideolĂłgico impuesto desde hace
algunas dĂ©cadas a la economĂa, cuyo propĂłsito era precisamente permitir que los
ricos acumularan más riquezas. No es de extrañar que los Millennials sean la
primera generación desde la Segunda Guerra Mundial que tendrá una vida adulta
menos prometedora que la de sus padres [
aquĂ].
Los adalides de la libre
competencia aseguran que si hay mexicanos que ganan menos es simplemente porque
lo que hacen vale menos. Pero resulta que los mexicanos somos de los que más
horas trabajan en el mundo. Un mexicano trabaja 875 horas más al año que un
Alemán. Además, los mexicanos tenemos menos dĂas de vacaciones al año. Para
ganar el derecho a tener un mes de vacaciones tendrĂas que laborar por 30 años.
Mientras tanto, un francés sólo tiene que trabajar un año para recibir el
derecho a un mes de vacaciones pagadas. Pero, a pesar de todo producimos menos
riqueza que un alemán o un francĂ©s… ¿quĂ© pasa? [
aquĂ
y
aquĂ].
Algunos dicen que trabajamos
mucho, pero que no trabajamos
bien, que seguro la mayorĂa se la pasa
en la oficina todo el dĂa, pero perdiendo el tiempo en el chisme, las redes
sociales y la comida chatarra. Quizá, pero si es asà la cosa, si nos la pasamos
echando la hueva, ¿cĂłmo es que los mexicanos somos de los trabajadores más
estresados y agobiados del mundo? El 75% de nuestros compatriotas padece
sĂndrome de fatiga por estrĂ©s laboral [
aquĂ].
A pesar trabajamos más horas,
descansamos menos dĂas y estamos más agobiados incluso que los chinos y los
estadounidenses, los sueldos en MĂ©xico son de los peores de la OrganizaciĂłn
para la CooperaciĂłn y el Desarrollo EconĂłmico (OCDE). Mientras que la paga por
la mano de obra en un paĂs promedio es de 50 dĂłlares, en MĂ©xico es de menos de
15; incluso por debajo de otros paĂses que se consideran “baratos” y cuyas
economĂas son más pequeñas que las nuestra, como Chile [
aquĂ]. Y aunque el
desempleo se ha reducido, esto ha sido a costa de una precarizaciĂłn del
trabajo; o sea, que hay más trabajos, pero cada vez peor pagados. La cosa está
tan mal que sólo un 21% de los mexicanos alcanzan a comprar una canasta básica
con su sueldo. [
aquĂ].
Ya hemos dicho que “los que ricos
son ricos porque trabajan más, mientras que los pobres son pobres por flojos o
tontos” es un mito que se ha sido desmentido en decenas de estudios
socioeconĂłmicos [
aquĂ].
La realidad es que si los trabajadores mexicanos producen menos es precisamente
porque nos tienen en las oficinas, fábricas, talleres, maquiladoras y demás,
por más horas a cambio de menos dinero, en un estado de estrés y agotamiento
constantes que termina por afectar nuestro desempeño.
II. MĂ©xico misĂłgino
Hace unos meses, el feminicidio
de la joven Mara Fernanda por parte de un conductor de Uber causĂł una oleada de
indignaciĂłn en MĂ©xico, lo que resonĂł en el mundo de habla hispana [
aquĂ].
Desafortunadamente, el caso no es excepcional. De hecho, los casos de
feminicidios en México han aumentado, como también ha aumentado el porcentaje
de los mismos que quedan impunes. En promedio, 5 mujeres son asesinadas en
MĂ©xico todos los dĂas; unas 6,500 perdieron la vida de forma violenta entre
2013 y 2015 [
aquĂ].
El fenĂłmeno va aunado al hecho de
que la cultura machista, que culpabiliza a la vĂctima y normaliza el crimen,
permea las instituciones encargadas de impartir justicia, pues la mayorĂa de
los jueces carece de nociones básicas de perspectiva de género [
aquĂ y
aquĂ].
No se trata solamente de casos
aislados; las mujeres son vĂctimas de un sistema cultural a la vez que econĂłmico
y polĂtico, pues a la violencia de gĂ©nero se suman la explotaciĂłn y la
corrupciĂłn gubernamental. Los casos de la trata de mujeres son el mejor ejemplo
de ello. Mujeres, especialmente jĂłvenes, son raptadas y obligadas a
prostituirse por cárteles del crimen organizado.
En este escenario, la exsenadora
panista Rosi Orozco ha monopolizado el activismo en contra de la trata, cuando
lo que en realidad ha construido una red de influencias que le permiten sobornar
o chantajear actores polĂticos y obtener fondos pĂşblicos millonarios, sin hacer
nada en contra del delito que supuestamente combate [
aquĂ].
La misoginia no se expresa
solamente en estos casos más obviamente violentos. México va de mal en peor en
materia de equidad: la brecha de género está hoy por hoy en su nivel más alto
desde 2013. Esto ha llevado que el Foro EconĂłmico Mundial degradara a MĂ©xico de
la posiciĂłn 66 a la 81 (de 144 paĂses) en la escala de equidad de gĂ©nero. En
AmĂ©rica Latina, MĂ©xico ocupa el lugar nĂşmero 20 de 24 paĂses, por debajo no
sĂłlo de los paĂses más desarrollados de la regiĂłn, como Argentina o Chile, sino
superado también por Belice, El Salvador, Venezuela, Cuba y Bolivia [
aquĂ
y
aquĂ].
¿Ahora entienden por quĂ© las
mujeres en MĂ©xico están tan molestas? ¿Seguirán los necios diciendo que la
igualdad de gĂ©nero ya se logrĂł? ¿O captarán por quĂ© hay tantas feministas
indignadas y en pie de lucha?
III. CorrupciĂłn internacional
Resulta que los mexicanos somos
los más corruptos de América Latina. El 51% de nuestros conciudadanos ha
admitido haber pagado sobornos a alguna autoridad. Esto habla muy mal de
nosotros: ¿cĂłmo podemos esperar que nuestros polĂticos sean honestos si
nosotros como ciudadanos? Pero luego entendemos que no se trata de simple
malignidad por parte de los mexicanos: la mayorĂa de los sobornos del ciudadano
comĂşn se da en la prestaciĂłn de servicios, como en escuelas, centros de salud y
documentaciĂłn personal. En otras palabras, la mayorĂa de los mexicanos se ven
obligados a pagar “mordidas”, porque de otra manera no reciben los servicios
que necesitan. El aparato estatal es tan ineficiente que sĂłlo funciona a base
de palancas y sobornos [
aquĂ].
No se trata de minimizar la
responsabilidad del mexicano promedio. Uno tiene el deber cĂvico de ser honesto
para construir una mejor sociedad. Pero también es ingenuo esperar que
simplemente con mantener las manos y la conciencia limpias el problema de la
corrupciĂłn polĂtica institucional se resolverá. Es necesario exigir rendiciĂłn
de cuentas y castigo para los infractores, no sĂłlo entre quienes son
funcionarios pĂşblicos, sino entre los empresarios ricos. Porque, ultimadamente,
la corrupción que más nos daña a todos no es la de quien le pagó un dinerillo
al policĂa para evitar una infracciĂłn, sino la del alcalde que negociĂł con el
empresario constructor cĂłmo se dividirĂan el moche de un proyecto de obra
pĂşblica sobrepreciado.
Ya habĂamos visto que MĂ©xico está
padeciendo la generación de gobernadores más corrupta de su historia, y que la
inmensa mayorĂa vienen del PRI [
aquĂ y
aquĂ].
Pero la corrupciĂłn va más allá de lo local y lo estatal. PolĂticos y
empresarios mexicanos forman parte de redes de corrupción, tráfico de
influencias, lavado de dinero y evasiĂłn de impuestos que trascienden las
fronteras.
Ya lo habĂamos visto en el caso
de los Panamá Papers y los Bahama Leaks, y ahora tenemos los Paradise Papers [
aquĂ,
aquĂ
y
aquĂ].
Estos escándalos revelaron la existencia de paraĂsos fiscales en los que los
más ricos del mundo tienen sus fortunas para evitar pagar impuestos en sus
propios paĂses. Aunque el asunto es turbio, no es del todo ilegal. Lo que sĂ es
que es una canallada: los más ricos se libran de pagar impuestos, mientras que
las clases medias y bajas están cautivas por el régimen fiscal. Las inmensas
cantidades que los ya de por sĂ asquerosamente ricos dejan de pagar en
impuestos podrĂa haber servido para mejorar los servicios de educaciĂłn, salud y
seguridad. La riqueza no es solo producto del esfuerzo individual, sino de las
condiciones sociales; al evadir impuestos, estos millonarios están dejando de
contribuir a las sociedades a las que deben su fortuna.
Más grave y trascendente (y menos
discutido) ha sido el caso Odebrecht. Qué mejor que este
artĂculo de El PaĂs para
resumirlo:
“En junio de 2015,
la policĂa brasileña encargada de investigar la macrotrama corrupta de la
petrolera estatal Petrobras arrestaba, en su lujosa casa de SĂŁo Paulo,
a uno de los empresarios más poderosos de Brasil, Marcelo Odebrecht, quien
al final aceptĂł cantar y delatar a cambio de rebajar diez
años la condena (de 19 años). Con él, otros 77 altos cargos de la empresa se
prestaron tambiĂ©n a dar nombres, fechas y cuantĂas a la policĂa a cambio de
años de libertad.
Además de pedir
perdón públicamente, la empresa también se avino a pagar la mayor multa
impuesta a una compañĂa acusada de corrupciĂłn: 3.500 millones de dĂłlares,
repartidos entre los Gobiernos de Brasil, EE
UU y Suiza (paĂses
que también investigaban a Odebrecht por sus prácticas corruptas). A cambio,
dejaba de estar proscrita y volvĂa a poder concursar a obras pĂşblicas, su
principal fuente de ingresos.Pero una vez que las investigaciones se hubieron
puesto en marcha, nada iba a impedir que el torrente de revelaciones siguiera
arrasándolo todo. Desde EE UU y pasando por las fiscalĂas locales, ya afecta,
fuera de Brasil, al presidente colombiano Juan Manuel Santos y a varios
expresdientes de PerĂş, incluso ha rozado al mexicano Felipe CalderĂłn.
‘Odebrecht empleĂł
una secreta, pero totalmente funcional, unidad de negocios de la empresa –un
departamento de sobornos, por decirlo de alguna manera– que sistemáticamente
pagĂł cientos de millones de dĂłlares para corromper a funcionarios del Gobierno
en paĂses de los tres continentes’, afirmĂł en diciembre de 2016 Sung-Hee Suh,
fiscal general asistente de la DivisiĂłn Criminal del Departamento de Justicia
norteamericano.”
Independientemente de la menciĂłn
al expresidente Calderón, quien ha resultado más enlodado por este escándalo ha
sido el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya. El exdirector de Odebrecht en
MĂ©xico, y uno de los arrestados por la policĂa brasileña, Luis Alberto de
Meneses Weyll, ha denunciado a Lozoya como
uno de varios funcionarios de Pemex que recibieron un total de 10 millones 500
mil dĂłlares en sobornos [aquĂ].
El caso de Lozoya es importante,
dado que el sujeto es muy cercano al presidente Peña Nieto y, como colaborador
en su campaña electoral, uno de los principales responsables de haberlo llevado
hasta la presidencia. De nuevo, el presidente se ve más que rozado, embestido
por las evidencias de corrupciĂłn de la gente que lo rodea.
Pero peor aun es la descarada
impunidad con la que este caso se ha desarrollado en MĂ©xico. Mientras en otros
paĂses de AmĂ©rica Latina han rodado cabezas, en el nuestro el silencio es casi
absoluto; no sĂłlo no hay arrestos, ni siquiera hay cargos formales. Lozoya
hasta se da el lujo de amenazar con demandas a quienes simplemente repiten lo
que los medios internacionales están señalando en su contra [
aquĂ
y
aquĂ]. Quizá es que
estamos tan perdidos entre tanto escándalo que cada uno silencia al anterior y
terminamos acostumbrándonos a la jodidez en la que nos tienen los poderosos.
IV. Más poder al poder
El propĂłsito de la guerra,
decĂa
Hugo Zemelman, es mantener un constante estado de excepciĂłn que le permita
al ejecutivo gobernar por decreto pasando por encima de las instituciones
democráticas. A nivel internacional, esto se ha dado con la guerra contra el
terrorismo encabezada por los Estados Unidos. A nivel de MĂ©xico, con la guerra
contra el narco encabezada por CalderĂłn.
Ya les habĂa mostrado la gráfica
que muestra el Ăndice de asesinatos en MĂ©xico. AquĂ se puede ver cĂłmo habĂa
habido una paulatina reducciĂłn de los homicidios a lo largo del siglo XX (una
tendencia global, por cierto), pero que justo en 2007, con el inicio de la
guerra calderonista, la violencia se disparó. A diez años de que iniciara esta
guerra las cosas no han mejorado en lo absoluto: ni hay menos drogas llegándole
a nuestros hijos y la violencia sĂłlo se pone peor.
De hecho, 2017 superĂł todos los
récords en homicidios de años anteriores, incluyendo al más violento anterior,
que habĂa sido el 2011. Solamente el pasado mes de octubre fue el más violento
en 20 años, registrando más de 2,300 homicidios [
aquĂ
y
aquĂ].
¿Por quĂ© nos va tan mal? ¿Es porque el gobierno no ha tenido la suficiente mano
dura? No, es porque todo este mitote estuvo hecho con las patas desde un
principio, como nos lo explica un análisis del
New York Times [
aquĂ].
Aunque el origen de la crisis se remonta a hace 20 años, es decir, mucho antes
del sexenio de CalderĂłn, durante su mandato se privilegiaron acciones a corto
plazo y todo ello provocĂł mayores problemas a largo plazo:
“La soluciĂłn del
problema parece obvia: tener un cuerpo policial y procuradores de justicia
sĂłlidos, supervisados por polĂticos a quienes los ciudadanos exijan rendir
cuentas, podrĂa acabar con el vacĂo en el que florecen las bandas de
delincuencia y los funcionarios corruptos. En vez, el desorden y la violencia
han aumentado.”
Ante este panorama se perfila la
Ley de Seguridad Interior, que regulariza el actuar del ejército mexicano en
sus funciones de policĂa. En efecto, desde hace 10 años las fuerzas armadas han
estado haciendo las veces de agencias policiacas, dado que estas instituciones
se encontraban rebasadas o infiltradas por el crimen organizado. El problema:
el ejĂ©rcito no está capacitado para tales funciones y no existĂa un marco legal
que justificara su actuar. La respuesta viene en esta ley, recientemente
aprobada por la Cámara de Diputados, la cual se puede resumir en ocho puntos [
aquĂ]:
- El presidente tendrá la facultad de ordenar la intervención del ejército
en zonas en las que se considere que existen amenazas a la seguridad interior.
- Al expedir una Declaratoria de ProtecciĂłn a la Seguridad Interior debe
tener el “visto bueno” del Consejo de Seguridad Nacional, pero a la ComisiĂłn
Bicameral de Seguridad Nacional y a la ComisiĂłn Nacional de los Derechos
humanos sĂłlo tendrĂa que hacerles una “notificaciĂłn”.
- Con todo, si el presidente cree que asà lo amerita, podrá ordenar la
intervenciĂłn inmediata del ejĂ©rcito, pasando por alto el mĂnimo protocolo
mencionado antes.
- Eso sĂ, dice que las acciones de las fuerzas armadas deberán respetar
rigurosamente los derechos humanos…
- A menos que la perturbaciĂłn a la paz pĂşblica sea tan grave que para
atenderla se requieran suspender los derechos; entonces, ni modo, habrá que
hacerlo (pero apegados a la ConstituciĂłn).
- Esto es lo sabroso: si hay movilizaciones de protesta social que no se
consideren “pacĂficas”, se podrán tomar como amenazas a la seguridad interior.
- De antemano debe fijarse cuánto durará la intervención del ejército, que
no podrá durar más de un año… A menos que el presidente decida que el plazo se
debe aumentar porque todavĂa existan la amenaza. O sea, que esta ley pone todos
los lĂmites, pero deja a la discreciĂłn del presidente cĂłmo y cuándo es válido
pasarse esos lĂmites.
- Durante la emergencia, las fuerzas armadas podrán recolectar la
informaciĂłn que crean pertinente… Lo cual incluye el espionaje a ciudadanos.
Diversas organizaciones no
gubernamentales, la ComisiĂłn Nacional de los Derechos Humanos, la ComisiĂłn
Interamericana de los Derechos Humanos y hasta un grupo de exrelatores de las
Naciones Unidas han alertado en contra de esta ley [aquĂ,
aquĂ
y aquĂ].
Básicamente esta ley permitirĂa mayores violaciones contra los derechos humanos
por parte del ejército (que tiene un historial terrible al respecto), significa
la renuncia a hacer funcionar las agencias policiacas para en vez de ello recurrir
a las fuerzas armadas y no ayudarĂa a mitigar el problema de la violencia en el
paĂs, sino que antes bien servirĂa para escalarla [aquĂ
y aquĂ].
Simplemente darle poder a las
instituciones de gobierno, no ha traĂdo nada bueno. Recordemos el caso (bastante
reciente, pero enterrado por otros escándalos) que se llamĂł #GobiernoEspĂa. El
gobierno de Peña Nieto (a través del secretario del Consejo Técnico de
Seguridad Nacional, Tomás Zerón de Lucio) contrató el infame software
Pegasus de la igualmente infame empresa
italiana Hacking Team, que le permitĂa espiar a los ciudadanos de forma ilegal.
¿Lo usaron para vigilar a los criminales? No, lo usaron para espiar a
activistas sociales, rivales polĂticos y periodistas incĂłmodos, que fueron tratados
como enemigos del Estado. Lo peor: este chistecito nos costĂł 32 millones de
dĂłlares [
aquĂ,
aquĂ
y
aquĂ].
Hemos visto que cuando el
gobierno comienza a amasar más poder, no es porque planee usarlo para
protegernos, sino para protegerse a sĂ mismo. Se trata de mantener sus
privilegios, sus riquezas, su capacidad de actuar impunemente, de preservar el
sistema polĂtico del que se benefician. Ya lo dice sabiamente la canciĂłn: “si
le das más poder al poder, más duro te van a venir a coger”.
Esta entrada forma parte de la serie Crónica del Mirreynato, que aborda la historia del sexenio de Enrique Peña Nieto y todo lo que sucedió a su alrededor
2 comentarios:
La Ăşltima secciĂłn me recordĂł este video-meme que hice
https://www.reddit.com/r/mexico/comments/7i7jh6/video_filtrado_de_la_votaci%C3%B3n_de_la_ley_de/
Me parece que existe otra explicaciĂłn al problema de la narco-delincuencia. Y Ă©sta la ha aportado el Dr. Carlos Fazio, analista geopolĂtico de AmĂ©rica Latina. Dice que vivimos en un Estado de ExcepciĂłn (en su libro "Estado de Emergencia"), donde el gobierno tiene la encomienda de Washinghton de entregar el paĂs en manos extranjeras, pero sin habitantes, en el contexto de una recolonizaciĂłn y ocupaciĂłn integral de MĂ©xico y sus recursos.
De ahà entonces, que los programas extraterritoriales de la CIA en México ("Fast & Furious", "Open Receiver" y "White Weapon", entre los que sabemos), no son una mera casualidad, ni un intento por infiltrarse a las redes delincuenciales. Forman parte, por el contrario, de una "guerra asimétrica" de ocupación.
http://www.jornada.unam.mx/2016/09/30/opinion/023a1pol
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