Izquierda asesina. Derecha asesina. - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

martes, 23 de septiembre de 2025

Izquierda asesina. Derecha asesina.

Esta entrada fue publicada con una semana de antelación para mis mecenas en Patreon



El pasado miércoles 10 de septiembre de 2025 el influencer de derechas Charlie Kirk fue asesinado en Utah. Ríos de tinta digital se han derramado desde entonces. No pretendo subirme a ningún tren del mame; estoy muy cansado de esta mierda, y no quiero seguir gastando energía en hablar de la vomitiva política del país más estúpido en la historia de la civilización humana. Mientras medio Internet continúa discutiendo sobre la muerte de un solo hombre, decenas de personas son asesinadas cada día en Gaza.  Habría pasado de largo este asunto si no fuera que ha capturado la discusión más allá de las fronteras y los idiomas.

 

No puedo celebrar el atentado contra la vida de Kirk. No creo que queramos vivir en un mundo en que la única forma de acallar a quien difunde el odio sea con violencia asesina. En un país que no estuviera tan deteriorado por años de discurso extremista, Kirk ni siquiera habría tenido un público y, de haberlo tenido, ninguna institución decente le habría concedido jamás una plataforma. Pero tampoco voy a fingir que siento lástima por él, ni a dejar de señalar que era un individuo horrible cuyo discurso contribuyó, directa o indirectamente, a los actos violentos que voy a enlistar aquí.

 

Tampoco me interesa discutir si alguna vez es ético burlarse de la muerte de una persona. Me preocupa menos la moralidad o inmoralidad de hacerlo que el riesgo que implica mandar el mensaje desde la izquierda, de que estamos listos para los balazos. ¿Lo estamos? Quién sabe, pero la derecha lo ha estado desde hace tiempo. Luego volveremos a ello.

 

El punto de señalar lo que sigue es arrojar un tu quoque; no quiero decir “como ustedes lo hacen, está bien que los otros lo hagan”. Lo que quiero es ilustrar cómo funcionan el discurso y la mentalidad de la extrema derecha contemporánea y contrarrestar algunas narrativas que están circulando.

 

Para empezar: es mentira que la izquierda sea la parte más violenta e intolerante en esta guerra ideológica, como la derecha quiere hacernos creer. Por su parte, el liberalismo centrista quiere convencernos de que tenemos un problema de polarización. No, tenemos un problema de extremismo de derechas, de conservadurismo radicalizado, fascismo, o como le quieran decir. Sí, en abstracto todos los extremos son malos, pero en la realidad es un extremo (o una familia de extremos) lo que está provocando toda esta violencia.

 

DERECHA ASESINA 


La siguiente lista incluye sólo algunos de los casos más notorios de terrorismo de derechas en Occidente. Claro, la mayoría de los casos ocurrieron en Estados Unidos, porque ese país es el epicentro de la extrema derecha contemporánea, y porque está lleno de armas y de orates. Marcar una línea para empezar a contar es difícil, pero he escogido 2011 porque entonces tuvo lugar un tiroteo en Noruega que inspiraría otros atentados similares en los años por venir.

 

2011:

 

En julio, un neonazi asesinó a 77 personas en Noruega en un frenesí asesino, con la intención de combatir la “islamización de Europa” y el “marxismo cultural”.

 

2012:

 

En agosto, un supremacista blanco abrió fuego en un templo Sikh en Wisconsin, matando a cinco e hiriendo a otros cuatro practicantes.

 

2014:

 

En mayo, un incel llevó a cabo un tiroteo en el que mató a seis personas e hirió a otras 14 en Isla Vista y Santa Bárbara, California. En su manifiesto, aseguraba que había llegado e “Día de la Retribución” contra las feministas y las mujeres en general. Encontraría imitadores en los años por venir.

 

2015:

 

En junio, un blanco supremacista asesinó a nueve afroamericanos que asistían a misa en una iglesia metodista en Charleston, Carolina del Sur. Según el propio manifiesto del tirador, se había radicalizado tras leer sobre “crímenes de negros contra blancos” en el sitio web del Concejo de Ciudadanos Conservadores.

 

En julio, un tirador de extrema derecha mató a dos personas e hirió a nueve otras antes de quitarse la vida en un cine de Lafayette, Lousiana.

 

En octubre, un tirador incel mató a nueve personas en un campus de Oregón. Antes había manifestado odio a los hombres negros y a las mujeres, a quienes culpaba por su soledad.

 

En noviembre un fanático provida abrió fuego en una clínica de Planned Prenthood, asesinando a tres personas e hiriendo a otras nueve.

 

2016: 

 

En junio Jo Cox, parlamentaria británica, fue asesinada por un neonazi inglés al grito de “¡Britania primero!” en Bristall, Inglaterra.

 

En julio un chico de 18 años radicalizado en línea con ideas racistas y xenófobas, abrió fuego contra migrantes de origen inmigrante en un McDonald’s de Munich. Mató a 10 e hirió a 36. Irónicamente, el atacante era de ascendencia iraní.

 

Fuente: The Washington Post

2017:

 

En agosto se llevó a cabo el rally “Unite the Right”, en el que un supremacista blanco arremetió con su automóvil contra manifestantes antifascistas, asesinando a una mujer e hiriendo a otras 28 personas.

 

2018:

 

En abril, en Toronto, un conductor embistió su van contra los peatones, matando a 11 personas e hiriendo a otras 15. El perpetrador se identificaba como incel y admiraba al asesino de Isla Vista.

 

En octubre, un supremacista, citando la teoría conspiratoria del “gran reemplazo”, según la cual los judíos conspiran para reemplazar a la raza blanca, asesinó a 11 personas e hirió a 6 más en una sinagoga en Pittsburgh.

 

Entre octubre y noviembre, un fanático de Donald Trump envió 16 paquetes explosivos contra miembros del Partido Demócrata y críticos notables del entonces presidente. El FBI logró recuperar todos los paquetes y ninguno cumplió su propósito.

 

En noviembre, un incel mató a dos mujeres e hirió a otras cuatro y a un hombre, en un tiroteo misógino en Florida. El tirador se había inspirado en los ataques de California y también expresó odio a los negros y los inmigrantes.

 

2019:

 

En marzo, un fanático de extrema derecha perpetró un tiroteo, que transmitió en vivo, en una mezquita en Nueva Zelanda, matando a 51 personas e hiriendo a otras 89. El asesino aseguró que luchaba contra el reemplazo de la gente blanca y la expansión del Islam.

 

En abril, un supremacista que acusaba a los judíos de estar perpetrando a un “genocidio blanco”, abrió fuego en una sinagoga en California, asesinando a una mujer e hiriendo a otras tres personas. Se había inspirado por el ataque en Nueva Zelanda.

 

En agosto, un supremacista blanco mató a tiros a 23 personas en El Paso, Texas, alegando que quería detener la invasión de inmigrantes hispanos a Estados Unidos.

 

2020:

 

En febrero, un tirador de extrema derecha mató a 9 personas de origen inmigrante en dos bares de shishas en Hanau, Alemania.

 

En mayo, otro incel, inspirado por los ataques de Isla Vista, perpetró un tiroteo en Glendale, Arizona. Hirió a algunas personas, pero no logró matar a nadie.

 

En octubre, el FBI anunció la captura de 13 hombres que planeaban secuestrar a Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan. Los sujetos pertenecían a una milicia paramilitar de extrema derecha llamada Wolverine Watchmen, que quería defender al país del “comunismo” impulsado por el partido Demócrata.

 

2021:

 

El 6 de enero, una turba de fanáticos de Trump, que negaban la validez de las elecciones presidenciales, tomó por asalto el Capitolio, amenazando de muerte a varios políticos. Dos personas perdieron la vida en el ataque y 147 fueron heridas. Aunque varios de los que participaron fueron juzgados y encontrados culpables de varios delitos por este acto, Donald Trump los indultó al volver a la presidencia y así pudieron salir de prisión.

 

Fuente: Al Descubierto

2022:

 

En mayo un supremacista blanco transmitió en vivo el tiroteo que llevó a cabo en Búfalo, NY, en el cual asesinó a 10 personas, todas afroamericanas. Su manifiesto hablaba también de la teoría del “gran reemplazo”.

 

En octubre un extremista de derechas abrió fuego contra un negocio gay en Bratislava, Eslovaquia. Mató a dos personas e hirió a una más. El tirador se había radicalizado en 4chan

 

Ese mismo mes, un hombre irrumpió en la residencia de legisladora Demócrata Nancy Pelosi, con la intención de secuestrarla. En cambio, halló y atacó a su esposo Paul con un martillo, causándole heridas graves. Este hombre tenía un blog en el que difundía ideas de la alt-right y Gamergate, promovía las teorías conspiratorias de QAnon y expresaba simpatía por Jordan Peterson, entre otros tópicos de derecha.

 

En noviembre, un chico de 16 que se había vuelto neonazi en línea realizó un tiroteo escolar en Aracruz, Brasil. Cuatro personas murieron y otras 12 fueron heridas.

 

2023:

 

En mayo, un hombre de 33 años mató a ocho personas e hirió a otras siete en un centro comercial de Allen, Texas. Había abrazado ideas nazis e incel, y sus redes sociales estaban llenas de discurso de odio contra las mujeres, los judíos y las minorías raciales.

 

En agosto, un supremacista blanco mató a tres personas en Jacksonville, Florida.

 

2025:

 

En junio, la legisladora del Partido Demócrata Melissa Hortman y su esposo fueron asesinados a tiros en Minnesota. Cuando el tirador fue capturado, se le encontró una lista de 70 personas a las que planeaba asesinar, principalmente políticos Demócratas y activistas proaborto.

 

El 10 de septiembre, el mismo día del asesinato de Charlie Kirk, un chico de 16 años perpetró un tiroteo en su escuela, donde hirió gravemente a dos compañeros de clase antes de quitarse la vida. En sus redes sociales se encontró contenido supremacista.

 

En cambio, si quieren ponerse a buscar atentados terroristas desde la izquierda en ese mismo lapso de tiempo van a encontrar menos casos de los que puedan contar con una mano. Después de la violencia de derechas, en proporción le sigue el terrorismo islámico. Seguro la derecha querría achacarlos también a la izquierda, porque no pueden distinguir entre ser un fundamentalista islámico y ser una persona en contra de la discriminación por islamofobia. También querrán achacar a la izquierda dos o tres tiroteos escolares llevados a cabo por personas trans (entre MILES perpetrados por hombres cisgénero) porque no les da el coco para entender la diferencia entre no querer que se violente a una persona y permitir que esa persona violente a todas las demás. Y todo lo anterior dejando de lado que, desinformación aparte, parece ser que el asesino de Kirk ni siquiera era un izquierdista, sino un fascista todavía más extremo que el finado.

 

DOBLES Y TRIPLES ESTÁNDARES


Desde que la extrema derecha se reunió en Charlottesville a cantar “¡Los judíos no nos reemplazarán!” se ha hablado del terrorismo estocástico. En pocas palabras, consiste en satanizar a ciertas personas o grupos, incitando a la violencia de forma indirecta, a través de plataformas de amplio alcance, lo que lleva a que, tarde o temprano, alguien decida tomar cartas en el asunto y atacar directamente. Funciona así: la conspiranoia de “los judíos están promoviendo la inmigración, la homosexualidad y el aborto para acabar con la raza blanca” se difunde en medios de comunicación de forma impune, incluso por parte de figuras de alto perfil, y sólo es cuestión de tiempo para que ocurran atentados como varios de los que he listado.

 

Durante años, la derecha ha negado que se pueda hablar de terrorismo estocástico. Ha dicho que era sólo un ardid de la izquierda para limitar la libertad de expresión. Pero tras el intento de asesinato contra Donald Trump en julio de 2024, la derecha empezó a decir que la izquierda, al satanizar al magnate naranja, era responsable de esa violencia. El mismo tópico se repitió, con mayor vehemencia, tras el asesinato de Kirk.

 

Mientras, Donald Trump puede decir esto de sus oponentes políticos:

 

"Nos comprometemos con ustedes a eliminar a los comunistas, marxistas, fascistas y a los matones de la izquierda radical que viven como alimañas dentro de los confines de nuestro país”.

 

Cuando la legisladora Melissa Hortman y su esposo fueron asesinados, Trump no le dirigió a su familia ni siquiera una llamada telefónica. Mientras, Kirk, quien no era más que un influencer, mereció que las banderas en los edificios públicos se colgaran a media asta y el vicepresidente Vance fue uno de los que cargó el ataúd en su funeral. La semana pasada, un servicio cívico religioso espectacular se llevó a cabo para honrar la memoria de alguien que, en vida, ni siquiera era tan importante ni tan admirado en los círculos de la derecha. Ahora, hasta en México y América Latina se le alaba como si hubiera sido un gran líder, un héroe, y no sólo otro charlatán que promovía ideas reaccionaras, como muchos que pululan por las redes sociales.

 

Los derechistas que hoy se rasgan las vestiduras y piden una guerra civil contra la izquierda por el asesinato de Kirk, se burlaron abiertamente de los ataques contra Pelosi y Hortman. Son los que llenan de “me divierte” las notas que hablan de violencia contra las personas trans o de las matanzas en Palestina, los que se regodean y hacen memes sobre la deportación y encarcelación de migrantes.

 


Y, de nuevo, no estoy tratando de decir “como ustedes lo hicieron, entonces está bien que lo hagamos nosotros”. Es que quiero que quede muy claro cómo opera la lógica de la derecha radical. Podríamos estar aquí días y días señalando la disociación entre el discurso de la derecha y los hechos del mundo real; podemos presentar ejemplo tras ejemplo del doble rasero con el que miden todo. Pero nada de eso hará mella en ellos. Ya encontrarán la manera de negar o racionarlo todo, o simplemente demostrar que no les importa. Ni la honestidad intelectual ni la congruencia ética son sus prioridades. El triunfo total sobre sus enemigos es el objetivo, y todo lo demás es instrumental.

 

No digo que sea inútil señalarlos ni que haya que dejar de hacerlo. Al mentiroso, al hipócrita, hay que seguir gritándole, frente a todo el mundo “¡Sabemos que eres un mentiroso y un hipócrita!”, aunque ni la vergüenza ni los escrúpulos vayan a hacerles cambiar su conducta. Hay que hacerlo por mero compromiso con la verdad y con la ética. También, quizá, para evidenciarlos ante quienes no se han dejado seducir del todo por sus manipulaciones , pero tampoco han terminado de dimensionar su perfidia.

 

No es prioridad para la derecha radicalizada la construcción y observancia de un conjunto de normas básicas que nos regulen a todos por igual, el implícito contrato por el que nos regimos para vivir en sociedad. Para ellos, romper el contrato social es muestra de osadía, de astucia, de poder. Es un “miren lo que puedo hacer y cómo nadie puede detenerme”. Pero si nosotros rompemos ese contrato una sola vez, entonces se trata de una afrenta imperdonable que sólo demuestra la necesidad de nuestro completo exterminio.

 

Los liberales centristas intentan con desesperación mantener el contrato social, pero no tienen ni el poder ni la voluntad para que la derecha lo cumpla y nada más pueden hacer impotentes apelaciones al honor y la decencia. La derecha radicalizada cuenta con que el resto de nosotros siga las reglas para poder violarlas impunemente.

 


Claro, la prospectiva de declarar abiertamente nulo el contrato social es aterradora. Reconocer que ya no existen reglas (políticas, éticas, sociales) comunes que nos gobiernen a unos y otros significaría que todo vale en esta lucha y que el único camino para dirimirla es la fuerza. Si ahora mismo empezara una ola de ataques mortales desde la izquierda hacia la derecha (que, repito, sería sólo tras años de estar bajo asedio) la respuesta de la derecha sería todavía más brutal. Por otro lado, la derecha no necesitaba que la izquierda asesinara a uno de los suyos para querer exterminarnos. Llevan años difundiendo el discurso de odio, planteando a toda la izquierda, a los inmigrantes, a las personas trans, como un peligro existencial. Así, cuando usen la violencia contra nosotros podrán alegar autodefensa.

 

Dejemos algo claro: si la derecha radical no ha caído con toda violencia sobre sus enemigos es porque todavía no está segura de poder hacerlo sin encontrar oposición, sin salir indemne. Por eso ha avanzado de poco a poco, rompiendo un tabú social o desobedeciendo una regla institucional por vez, hasta que llegue el momento en el que haya eliminado todas las barreras para actuar como les dé la gana. Recuerden lo que dice Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo:

 

"En los regímenes totalitarios la oposición política no es el pretexto para el terror, sino el último impedimento para que desate toda su furia."

 

Este escenario podría haber sido evitado. Hace unos días, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro fue condenado a más de 20 años de cárcel por incitar a un golpe de estado. Con estas acciones, perfectamente dentro de los marcos de la ley, se asesta un golpe a un movimiento de extrema derecha. Es lo que debían haber hecho en Estados Unidos tras los disturbios del Capitolio, pero los liberales gringos están muy comprometidos con su propia pusilanimidad, con mantener su falsa equidistancia, con preservar la ilusión de que todo esto es nomás política normal, y que lo único que hay que hacer es convencer a la gente de que vote correctamente.

 

LIBRE EXPRESIÓN Y DISCURSO DE ODIO


Yo solía tener una idea muy ingenua de la libertad de expresión. Creía que hasta al discurso más odioso y falaz se le debe combatir mediante un discurso empático y racional. Creo que eso sigue siendo verdad en circunstancias normales. Pero desde entonces he aprendido que el asunto es más complicado que eso. Me di cuenta, por ejemplo, de que no aceptamos dentro de la “libertad de expresión” las amenazas de muerte o la calumnia… Siempre que se dirijan de individuos concretos a individuos concretos; si por alguna razón va dirigido a grupos enteros (los judíos, las personas trans, los migrantes, la izquierda) no hay problema.

 

Entonces si alguien comienza a decir “las personas trans son un peligro para la civilización y no deben ser reconocidas”, lo único que tenemos para contrarrestarla es un discurso bien respaldado con hechos y lógica, ¿no? Bueno, ¿y qué pasa si eso no funciona? ¿Qué pasa si más y más personas comienzan convencerse? ¿Qué pasa si esta postura llega a ser mayoritaria? ¿Qué pasa si quienes la proclaman llegan a ser electos, y a conformar gobiernos, y a hacer las leyes? ¿Qué pasa si, por medios perfectamente legales, terminan quitándole todos sus derechos a las personas trans? ¿La argumentación sería la única forma legítima de defenderse? ¿En qué punto sería válido pasar a otro tipo de acciones? ¿Cuando les nieguen los documentos legales que validen su identidad, como ya está ocurriendo? ¿Cuando criminalicen a los centros médicos que proporcionen cuidados de afirmación de género, como también ya está ocurriendo? ¿Cuando estén haciendo redadas para llevar a las personas trans a campos de concentración, como ya están haciendo con los migrantes?

 

Es un dilema. ¿Cómo podemos progresar si nuevas ideas no se tienen la oportunidad de circular y ser debatidas, especialmente si son incómodas para las mayorías o para los poderosos? Pero también, ¿cómo podemos progresar si cada generación vamos a tener un gran debate sobre si la esclavitud está bien?

 

Está muy bien documentado que el discurso de odio ha jugado un papel fundamental en los genocidios del siglo XX. En Ruanda, la Radio Télévision Libre des Mille Collines se dedicó a satanizar a la población Tutsi, a difundir discursos de odio y hacer chistes deshumanizantes, movilizando a hombres jóvenes que luego saldrían a cometer asesinatos en masa. Medio siglo antes, en la Alemania nazi, Julius Streicher dirigió el tabloide Die Strumer, dedicado a difundir información falsa y discurso de odio antisemita. En los Juicios de Nurember fue encontrado culpable de genocidio, aunque él personalmente no metió a nadie a una cámara de gas. Esto debería sentar un precedente, pero yo imagino que los liberales centristas estarían pidiendo que a Streicher se le combata sólo en el mercado de las ideas.

 

Es un asunto sumamente complejo. Lo he dicho: por algo se llama “paradoja de la tolerancia” y no “fórmula cien por ciento infalible de la tolerancia”. El punto de la libertad de expresión no es asegurar que todos siempre digan cosas buenas y correctas, sino evitar el peligro de que una sola persona o institución tenga el poder para decidir qué se dice y qué no. Pero el que sea una discusión difícil, y que quizá nunca pueda llevar a una respuesta definitiva que se aplique de aquí a la eternidad, no significa que no debamos tenerla. Que es lo que la derecha quiere: que simplemente no se discuta. “Fijar límites sería muy peligroso, así que no fijemos ninguno y déjenme decir las falsedades y vilezas que yo quiera.”

 

LA LEY DEL EMBUDO


Pero, de nuevo, se ha visto que ni siquiera pretenden que ese principio se aplique de igual manera para todos; es otra cosa que este caso demuestra fehacientemente. Si declarar cosas como “Los niños deberían presenciar ejecuciones públicas”, “Los negros andan merodeando por las ciudades y matan a los blancos por diversión”, “Debemos tener juicios como los de Nuremberg contra los doctores que proveen afirmación de género”, o “La estrategia del gran reemplazo, en curso cada día en nuestra frontera sur, pretende reemplazar a la América rural con algo diferente” es parte del ejercicio de la libertad de expresión, entonces decir  “Qué chistoso que hayan matado a Charlie Kirk” también lo es. Y si la respuesta aceptable a la primera expresión no puede pasar de una educada contraargumentación, lo mismo para la segunda.

 

Ah, pero no. Los despidos contra personas que se han burlado de la muerte de Charlie Kirk se cuentan ya por centenas. Hay personas dedicadas a rastrear a quienes se burlen para procurarles un castigo. El programa de comediante Jimmy Kimmel fue temporalmente suspendido, ni siquiera por burlarse Kirk, sino por señalar que su asesino es también un derechista. ¿No es ésta la cultura de la cancelación con la que la izquierda iba a destruir Occidente? El gobierno trumpista (y otros gobiernos pro-israel) llevan meses persiguiendo como “antisemitismo” o “apología del terrorismo” toda expresión en contra del genocidio en Gaza. Los gobiernos republicanos han prohibido centenares de libros en escuelas y bibliotecas. Es ilegal hablar de identidad de género ni orientación sexual en Florida, y la derecha quiere llevar la prohibición a todo el país. Antes de Kimmel, Stephen Colbert perdió su programa de TV por criticar a Trump, el cual acaba de declarsr el activismo antifascista (lo que incluye las protestas contra la policía antiinmigración), con terrorismo.

 

Tal parece que la libertad de expresión no es ni para todos ni para todo. Pero señalen esto a un derechista y encontrará la manera de justificar toda esta censura: es contra lo woke, y lo woke es una amenaza existencial, así que toda medida es válida para destruirlo. Todo esto es pretexto para ir contra los enemigos que desde hace mucho la extrema derecha quiere destruir: las universidades, los activistas, los medios de comunicación liberales.

 

Así que déjenme decirlo claramente: es la derecha la que incita a la violencia con discursos de odio y que usa el poder institucional para perseguir a sus críticos, al mismo tiempo que descalifica de discurso de odio la crítica a sus posturas y denuncia como violencia la reacción defensiva que provocan. Y esto no es casualidad, no es simple estulticia, es parte del plan. Ya Hannah Arendt nos había advertido de cómo los fascistas abusan de las libertades democráticas para luego destruirlas. La cuestión es: ¿por cuánto tiempo se va a permitir que este proceso continúe?


Hola, gracias por leer. Así como como esta entrada salió una semana antes para mis mecenas de Patreon, ya puedes leer ahí mismo la entrada de la próxima semana (y de paso ayudarme a llegar a fin de mes). Mientras te animas, aquí tienes algunos otros textos relacionados:

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