Niños en jaulas: desinformación y miseria moral - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 20 de julio de 2018

Niños en jaulas: desinformación y miseria moral



La noticia sacudió a buena parte del mundo hace un par de meses: las autoridades estadounidenses, bajo las órdenes del presidente Donald Trump, estaban deteniendo a migrantes hispanos (muchos de ellos de origen mexicano) en la frontera sur y procesándolos como delincuentes, sin importar si eran migrantes económicos o solicitantes de asilo. Si los migrantes viajaban con niños, éstos eran separados de los padres, sin importar su edad, y puestos en centros de detención por tiempo indefinido. Alrededor de 2,000 menores sufrieron los efectos de esta política [aquí, aquí, aquí]. Diversas asociaciones pediátricas y por los derechos de los niños, incluyendo la ACLU y la UNICEF, criticaron duramente estas medidas [aquí y aquí]

Las redes sociales y los medios de comunicación se llenaron de imágenes de niños muy jóvenes en lo que algunos llamaron “campos de concentración”. En particular, la fotografía de un pequeño que lloraba tras los barrotes de una jaula sacudió las emociones de muchas personas. Figuras públicas, políticos y celebridades alzaron la voz para denunciar estas atrocidades.

El asunto acaparó la atención de medio mundo por unos días, hasta poco después de que Trump, presionado por la opinión pública, se vio obligado a firmar una orden ejecutiva que daba fin a esa política. Como ocurre siempre en nuestra época de exceso de información, el tema pasó a un plano secundario.

Pero eso no quiere decir que el fenómeno hubiera perdido relevancia. La cantidad de noticias falsas y desinformación que surgieron a su alrededor es un punto que vale la pena discutir. La postura que muchos usuarios de Internet manifestaron ante este tópico sirven como termómetro de la xenofobia y falta de empatía generalizadas en el actual auge de las ideologías de ultraderecha. Además, las acciones de la administración Trump, aunque escandalosas por su escala, no son necesariamente novedosas ni únicas. En esta entrada vamos a discutir sobre lo verdadero, lo falso, lo importante y lo preocupante del asunto.

Medias verdades


La mayor parte de la desinformación ha venido de fuentes que niegan, minimizan o justifican estas acciones del gobierno de Trump. Para desarmar a estos traficantes de mentiras hay que primero reconocer algunas cosas, como que muchas personas indignadas por estos sucesos también han compartido información falsa o engañosa.

Por ejemplo la imagen que encabeza este texto, y que se convirtió en la más viral, no es lo que la mayor parte de la gente ha creído. El niño de la imagen no es un inmigrante arrojado a una jaula; la foto fue tomada durante una protesta contra la política de Trump [aquí]. Estrictamente hablando, la imagen no es falsa, pero se ha compartido con información falsa.

Es importante hacer esta distinción porque los trumpeteros han dicho que la imagen es “parte de un montaje publicitario”, como si hubiera sido tomada a propósito para engañar a la gente cuando, según ellos, nada de ello estaba pasando. Descalifican la foto y con ello pretenden negar lo que sucede. Otro bulo que se ha dicho es que la mayoría de las fotos compartidas son en realidad de tiempos de Obama. Ésta es una afirmación engañosa.

Vean la siguiente foto:


Los medios de ultraderecha, como Breitbart, han dicho que se trata de los campos de concentración para menores separados de sus padres, iniciados bajo la administración de Obama. Lo irónico es que cuatro años antes, Breitbart compartió la misma foto como evidencia de que Obama estaba introduciendo inmigrantes para inundar a los Estados Unidos con ellos (ya saben, el complot judío para sustituir la población de países blancos con inmigrantes de razas inferiores).

¿De qué se trata realmente? Snopes nos informa:

“Aunque la fotografía es real, no muestra niños separados de sus padres por la administración Obama. En junio de 2014, la imagen fue publicada como parte de numerosas historias noticiosas (y ocasionalmente junto a piezas editoriales que protestaban contra la presencia de niños no acompañados).”

Aunque se han compartido muchas fotos que definitivamente no muestran niños detenidos por la administración Trump, tampoco se muestran a niños separados de sus padres y encarcelados por Obama. Sobre esta clase de noticias escandalosas, de crisis humanitarias o de desastres, se ha vuelto común que circulen por las redes fotografías que no corresponden a los acontecimientos reportados y es difícil determinar la procedencia de cada una.

¿Qué sí es real? Fotos como las que pueden ver en FactCheck y esta grabación de niños llorando Ni siquiera podría decirse que esos campos de detención, donde los menores son concentrados mientras sus padres esperan juicio en prisión, sean jaulas, en un sentido estricto, aunque sin duda su aspecto no es muy amigable, y es cierto que hay rejas y candados. 



Desinformación

Los partidarios de Trump han dicho que esta política de separar a los niños migrantes de sus padres inició con los demócratas. Esto es falso. Es cierto que Trump trabajaba dentro de un marco legal existente, y que su administración no inventó ninguna ley para poder hacer esto. Lo que es inaudito es la política de “cero tolerancia” de este gobierno, que juzga como criminal a cualquiera que cruza la frontera ilegalmente. La persona es arrestada y llevada a la cárcel a esperar un juicio, y como los menores no pueden estar en prisión, se les separa de sus padres y son llevados a los centros de detención que hemos visto.


Ninguna ley hecha por los demócratas dicta que éste sea el procedimiento a seguir, y ningún otro gobierno anterior lo había llevado a cabo de esta manera. La inmensa cantidad de niños separados de sus familias es resultado directo de las decisiones del gobierno trumpista [aquí]. Es cierto que Obama se caracterizó por el gran número de deportaciones que llevó a cabo, pero los migrantes expulsados tenían un perfil distinto, y se trataba principalmente de individuos con antecedentes penales y sospechosos de terrorismo [aquí]. Esto no es para justificar las acciones del gobierno de Obama, sino para dejar en claro cómo se diferencian de las de Trump, y que éste no tiene excusas. Lean la siguiente explicación [fuente]:
 “La política de separar padres e hijos es nueva y fue instituida el 6 de abril de 2018. Fue una creación de John Kelly y Stephen Miller para servir como disuasivo para la inmigración ilegal, aprobada por Trump y adoptada por Sessions. Administraciones anteriores detenían a familias migrantes, pero no practicaron una política de separar por la fuerza a los padres de sus hijos, a menos que los adultos fueran declarados no aptos.”

Con más cinismo aun, los simpatizantes del plutócrata anaranjado han dicho que es él quien puso fin a la política de separación de familias. Sí, es cierto, pero porque él la inició en primer lugar. La orden ejecutiva que firmó para detenerla no es más que un performance de Trump para parecer heroico; no había ninguna necesidad de hacerlo, pues simplemente podría haber ordenado que se detuviera la política de “cero tolerancia” [fuente]: 
“En un giro drástico, los adultos arrestados no serán entregados al Departamento de Justicia cuando enfrenten los cargos penales. En su lugar, permanecerán detenidos con sus hijos detenidos en el Departamento de Seguridad Nacional. El recurso no se dirige a ninguna familia ya separada. Además, las políticas existentes dejan en los padres la responsabilidad de encontrar a sus hijos bajo custodia del HHS y de intentar reencontrarse con ellos. El decreto también ordena a las agencias federales –especialmente al Departamento de Defensa– empezar a preparar instalaciones que podrían albergar a las miles de familias que ahora serán detenidas por el gobierno.”

Como no era posible mantener la política de “cero tolerancia” y al mismo tiempo evitar la separación de las familias, el gobierno trumpista tuvo que abandonar la práctica de detener a toda persona que cruzara la frontera para procesarla criminalmente [aquí].

¿Y ahora?


En teoría, allí acabaría la historia, pero lo cierto es que aún es incierto el futuro que les espera a los niños y sus familiares. Antes de que Trump echara para atrás la política de “cero tolerancia”, muchos niños fueron separados de sus padres y no han tenido contacto con ellos. Algunos adultos fueron deportados mientras los niños permanecieron en los campos de detención. Es decir, todavía hay familias separas que no saben si volverán a reunirse, y otras familias ya reunidas que pueden enfrentar la deportación [aquí].

Durante las últimas semanas se ha estado investigando denuncias de abusos físicos y emocionales contra los menores detenidos en los campos de Trump (las condiciones en los mismos varían mucho, entre lo medianamente decente y lo inaceptable), incluyendo medicación forzada para mantener tranquilos a los niños [aquí]. Las consecuencias de estos hechos van para largo, y aunque el público ya no esté poniendo tanta atención, sigue siendo afectando las vidas de miles de personas.

¿Qué importa todo esto?

¿Por qué se me ha ocurrido hablar de esto un mes después de que la administración Trump diera fin a la política de “cero tolerancia”? Bueno, en parte es que de hecho ya había empezado a trabajar en este texto hace unas semanas, pero se me atravesaron las elecciones, las vacaciones de verano y el mundial de futbol. Sin embargo, sí considero que esto es relevante por varios factores.

De lo más alarmante de todo esto fue encontrar quien defendiera las acciones del gobierno de Trump entre los mismos latinoamericanos. No solamente han aparecido tipos que defienden las mismas causas, sino con los mismos discursos y con las mismas fuentes que la alt-right gringa. Los argumentos eran una clásica “defensa del taladro”: 1.- Eso no está pasando; 2.- Sí está pasando, pero no es culpa de Trump; 3.- Sí es culpa de Trump, pero todo el mundo lo hace y está bien (incluso se difunde un bulo sobre que Obama entregó niños a traficantes).

 

Los trumpeteros intentaban desviar la conversación con un burdo tu quoque, acusando de hipocresía a los que nos indignábamos. A ellos sólo puedo decirles: sí, es posible que el gobierno de Obama llevara a cabo acciones similares, pero si es ése el caso, seguiría estando mal, y si entonces no nos escandalizamos es porque no nos enteramos, no porque pensáramos que estaba bien. Que de todos modos, no hay que olvidar que las acciones del anterior presidente diferían mucho en naturaleza y escala.

En los últimos años, los demagogos de la derecha han recurrido a una de sus viejas confiables: acusar de los males de sus países a los extranjeros de países pobres (y razas no blancas), con todo y que los datos nos dicen que la inmigración favorece la economía de los países huéspedes y que no aumenta la criminalidad [aquí y aquí]. Los demagogos se aprovechan del sentimiento de inseguridad y de los instintos tribales que sobrecogen a las personas en tiempos de crisis.

En Hungría, por ejemplo, el gobierno del ultraderechista de Viktor Orban introdujo una ley para criminalizar la ayuda humanitaria a inmigrantes ilegales y pretende cobrar altos impuestos a ONGs que ayuden a los extranjeros [aquí y aquí]. En Italia, Mateo Salvini anunció que se llevaría a cabo un censo para contabilizar a los gitanos y expulsar a los de origen extranjero. Salvini lamentó que a los gitanos italianos “desgraciadamente” habría que quedárselos [aquí y aquí]. 

Bajo el mandato de la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, fueron expulsados refugiados sirios, se restringió el acceso a la salud pública a miembros de la minoría gitana, y se prohibió dar servicios básicos (salud, vivienda, etc.) a inmigrantes en situación irregular. Como en Hungría, se intentó criminalizar la ayuda humanitaria a estas personas [aquí y aquí]. Cuando he compartido estas noticias, no falta quien las aplaude.


Los mexicanos suelen indignarse mucho cuando saben que sus connacionales son maltratados en Estados Unidos, pero no prestan igual atención cuando los centroamericanos son maltratados en la frontera sur [aquí]. En tiempos recientes, inmigrantes haitianos se han establecido en el norte de México, y también han sufrido discriminación. Cuando un grupo de estudiantes haitianos pasó el examen de admisión para una universidad pública, algunos mexicanos reaccionaron con el mismo discurso xenófobo que se ha escuchado en otras partes [aquí].


El racismo y la xenofobia siempre han existido y ésta no es la primera vez que en años recientes se llevan a cabo acciones indignantes contra poblaciones de origen extranjero en Estados Unidos, Europa o América Latina. Ni siquiera ha sido exclusivo de gobiernos de derechas. Las acciones de Trump o las de sus análogos europeos pueden escandalizarnos por su discurso de odio descarado y el nivel de deshumanización y falta de empatía, pero tienen precedentes en políticas que pasaron desapercibidas o fueron consideradas más o menos aceptables para la opinión pública.

Esto no es para minimizar lo que sucedió con los niños hispanos bajo el régimen de Trump; al contrario, es para hacer ver que lo hemos hecho mal en el pasado al desentendernos de lo que sufren migrantes y refugiados en todo el mundo. El caso del gobierno trumpista es especialmente escandaloso, pero si llegó hasta esos niveles es porque hubo antecedentes que se pasaron por alto en otros gobiernos y otros países. Más aún: éste bien podría no ser el peor caso de abuso que veamos en los próximos años. Sin embargo, que la reacción mundial fuera abrumadoramente en contra de estas injusticias me da algo de alivio y esperanza.

En su libro Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt nos cuenta que lo ocurrido con los refugiados de guerra entre finales del siglo XIX y principios del XX, fueron de las primeras experiencias de lo que bajo el régimen nazi se convertirían en los campos de exterminio. Estos seres sin patria fueron arrojados a campos donde se les sometía a abusos sistemáticos pues carecían por completo de derechos:

"Que los nazis encontraran tan poca resistencia por parte de la policía de los países que ocuparon y que fueran capaces de organizar el terror con la ayuda de las fuerzas policiacas, se debió en parte a la posición de poder que la policía había obtenido durante años de dominio arbitrario e irrestricto sobre los apátridas y refugiados [...] Lo que no tenía precedentes no era la pérdida del hogar sino la imposibilidad de encontrar uno nuevo. De pronto no había lugar en la tierra a donde los migrantes pudieran ir sin las más severas restricciones; ningún país en el que fueran asimilados, ningún territorio en el pudieran fundar una nueva comunidad propia. Esto no tenía que ver con problemas materiales o sobrepoblación; no era un problema de espacio, sino de organización política [...] Los refugiados eran perseguidos no por lo que hubieran hecho o pensado, sino por lo que inalterablemente eran; por haber nacido en la raza o clase social equivocada, o por haber sido conscriptos por el tipo equivocado de gobierno."

Niños armenios refugiados. Primera Guerra Mundial.

Las señales de lo que está ocurriendo las tenemos frente a nuestros ojos y las lecciones de la historia están allí para que nosotros las tomemos: ya sabemos hasta dónde puede llegar este camino. Así que una revisión de nuestros valores, como ciudadanos del mundo, es necesaria. Debemos tener en cuenta que la xenofobia es siempre irracional; que aunque la inmigración plantea algunos problemas, los peores males que se les atribuye (crisis económica, delincuencia) son ficticios. Es preciso recordar que la observancia de una ley no puede estar por encima de los derechos humanos fundamentales y que ninguna persona es ilegal. 

Podemos conceder que las preocupaciones de seguridad nacional pueden ser legítimas y que el terrorismo y la delincuencia organizada son peligros reales, pero que la respuesta no es la criminalización de los otros, los ajenos, los diferentes. Tenemos que estar conscientes de que en un mundo irremediablemente interdependiente como el nuestro, la solución no será cerrar fronteras, sino aliviar los males que afectan a las personas en los países pobres, procurar paz y prosperidad en ellos, para que sus habitantes no tengan que ir buscando mejores condiciones. Finalmente, no podemos olvidar las palabras del filósofo Immanuel Kant en su todavía vigente ensayo La paz perpetua:



Parte de la serie Crónica de un Invierno Fascista (y de la Resistencia). Otras entradas relacionadas con este tema incluyen:

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Si bien no estoy de acuerdo con el trato que Trump ha dado a los inmigrantes, no estoy de acuerdo con la politica de "fronteras abiertas" que propone la izquierda. Aqui en Chile, por ejemplo, se ha aprobado a la fuerza una ley que de todos los bonos y beneficios que a los ciudadanos chilenos, sin necesidad de siquiera vivir petmanentemente aqui, cuando hay miles de chilenos sin recibirlos todavia. Aunque es cierto que todos somos seres humanos, las obligaciones de un estado deberian ser siempre en primer lugar para con sus ciudadanos.

Anónimo dijo...

Y los padres que? No se les va a penalizar de ninguna manera por exponer niños a los peligros de cruzar la frontera?

Exponer a un niño de esa manera (la travesía, caer en manos de traficantes humanos/carteles y el trauma en si de dejar atrás tu hogar, comunidad, amigos, etc.) Acaso los padres no están en el error? Si quieres arriesgarte a cruzar la frontera es tu problema, pero los niños que? Otra cosa es que los quieran usar de chantaje, que no vas a negar que mas de un listillo agarro a un niño de la calle para obtener asilo y chantaje emocional.

Anónimo dijo...

Hola de nuevo. Soy el primero en comentar. Venia a recomendar a Ben Shapiro y su video donde explica claramente este asunto y como no es precisamente desde la extrema derecha de donde viene la manipulacion de lis medios en este caso.
https://youtu.be/qMNDPniAL4Q
Pd: por si no lo conoces, es una de las nuevas figuras de la derecha gringa, alguien que habla con argumentos, se enfrenta a los SJW sin perder un debate y quien ademas ha sido hostigado por el Alt-Right por su postura moderada y por ser judio.

Maik Civeira dijo...

Anónimo 1: Sobre tu primer comentario: estás atacando hombres de paja. Nadie propone fronteras abiertas, ni que se le dé a extranjeros recursos que se le niegan a nacionales. Averigua bien ese asunto, porque la narrativa de "los migrantes se aprovechan de nosotros" es un viejo cuento. Sobre Shapiro, ufff. No es centrado ni moderado. Es de extrema derecha, y sus pleitos con la Alt-Right fueron más personales que ideológicos. Es uno de los intelectuales de la nueva derecha que se dedican a minimizar las alarmas que prenden los liberales y a poco a poco ir vistiendo el extremismo de aceptabilidad.

https://rationalwiki.org/wiki/Ben_Shapiro

Anónimo 2: Tu "whataboutism" (seguido de tu acusación de sin fundamento), son excelentes ejemplos de la desinformación y miseria moral de las que hablo.

Anónimo dijo...

Hola. Primero que nada, muchas gracias por responder.
He revisado mi comentario y realmente mi intención sonar como un fanático ultraderechista ni nada parecido, siempre he tratado de mantenerme como una persona de centro. Ahora, lo que yo queria decir es que todos los seres humanos queremos una vida mejor, y si fuéramos a otro pais querríamos que se nos trate con dignidad y decencia, pero a lo que yo voy es que cuando se trata de inmigración muchas veces se habla sobre todo de derechos pero no de deberes. Lo de Trump es obviamente repudiable, pero mantengo mi postura de que si en un país aun no se satisfacen las necesidades de sus propios habitantes (soy colaborador de Un Techo para Chile y se que aun hay mas de 330.000 familias chilenas sin hogar) no se puede orientar en atender los problemas de los inmigrantes solamente. En cuanto a lo de Ben Shapiro, admito con algo de verguenza que puede que me haya dejado encandilar, pero es que parece ser uno de los pocos que explicaban el asunto mencionando leyes y argumentos en lugar del simple "Trump es malo y ya esta". Ahí va una noticia que explica la situación acá en Chile.

http://www.24horas.cl/politica/pinera-y-beneficios-a-inmigrantes-no-es-logico-que-alguien-venga-solo-a-cobrar-el-bono-marzo-y-se-vaya-2773858

Maik Civeira dijo...

Hola, Anónimo (me gustaría poder llamarte por un nombre), gracias por comentar. Pos leí el enlace que compartiste, y lo que veo son las declaraciones de Piñera, no datos acerca de cuántos migrantes están pasando y cobrando este bono, o cómo eso afecta a los chilenos. Como dice un amigo de allá de tu patria:

"Es la ridícula idea de que un grupo de inmigrantes va a viajar 7 mil kilómetros y dedicar quién sabe cuanto tiempo y dinero en ello, solo para realizar la estafa maestra de cobrar un bono de unos 80 dólares para luego regresar a su país con semejante botín."

Como te dije, desconozco la situación particular en Chile, pero eso de atribuir los males de un país a los que se cuelgan de la beneficencia, es un cuento muy viejo de la derecha para desviar la atención de los problemas. Se trata de que la gente de clase media y trabajadora culpe a los más jodidos en vez de mirar para arriba.

Entiendo la parte en la que la obligación de un gobierno es primero para con sus ciudadanos, pero habría que ver cómo están distribuidos los recursos. No es como si los migrantes estuvieran tomando el dinero que de otra forma se habría usado para darle casa a los chilenos, ¿o sí?

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