Todos los años, alrededor del 14 de febrero, aparecen en las redes sociales muchas publicaciones relacionadas con “los soldados caídos”. Se refiere a esos chavales que eligieron tal fecha para declararle su amor a una chavala con algún gesto grandilocuente y público, para ser inevitablemente rechazados. Tales despliegues de cortejo adolescente suelen ser cosas cursis y trilladas, como sorprender a la susodicha con un montón de flores y globos de corazoncitos cuando ella inocentemente pasea por el parque con sus amigas.
Antaño la mayoría de las publicaciones
en redes iba sobre tenerles lástima o compasión. Miren a este pobre muchacho
con el corazón roto. Desde hace unos años, sin embargo, la banda de Internet,
en especial la feminista y progre, se ha ensañado con estos desafortunados e
impertinentes mancebos, señalando una gran verdad: su actuar no es
romántico, sino incómodo, desconsiderado, incluso agresivo, y por eso merecían
el rechazo.
Si bien estoy de acuerdo con esto último, y con la necesidad de hacérselo comprender a estos jóvenes, la saña y roña que reciben me parece desproporcionada y que poco ayuda. A un chico, un adolescente, que hace algo que de verdad cree que lo que hace es romántico, se le baña de insultos, se le atribuye un montón de defectos morales y se le augura (y desea) un futuro en la soledad más amarga.
El caso es que el tema, me parece, está
siendo abordado de forma muy poco productiva por la progreósfera en redes. Pero a lo
mejor es que, habiendo sido yo un adolescente inadaptado que no ligaba ni con
ayuda de los dioses, estos mocetones me despiertan cierta simpatía. Es que,
digo, están juzgando como monstruos imperdonables a quinceañeros que hicieron cosas
de pena ajena. O sea, no creerán de verdad que un niñato de secundaria o prepa
piensa “voy a declarármele en frente de sus amigas y familiares para usar la
presión social en su contra y que así no tenga más remedio que aceptarme o ser
humillada públicamente, juajuajuajua”, ¿o sí?
Caray, es que me parece obvio que el
chico, lo que está pensando es “seguro esto le parecerá irresistiblemente
romántico, verá cuánto me gusta y lo mucho que la quiero”. Y sí, está
pendejamente equivocado, pero creo que el punto que sus implacables jueces
pasan por alto es que estos muchachos han recibido toda su corta vida, a través
de los medios, de los adultos, de media sociedad, el mensaje de que hacer cosas
así es justamente lo romántico, método cien por ciento real no fake para llegar
al corazón de una doncella. Vaya, lo confieso, una vez hice algo similar, en cuarto
de primaria, aconsejado por mi madre, faltaba más.
Durante toda nuestra juventud, a los vatos nos enseñaron cosas que, con suerte, algún día aprenderíamos que estaban muy mal. De entrada, se nos inculca que una buena parte de nuestro valor como personas depende de nuestra capacidad de conseguir chicas. Que el hombre que más liga es más chingón, y que el que no liga es un fracasado sin remedio. Piensen en cómo esto puede dañar la autoestima de un muchacho: le hace pensar que el ser aceptado y rechazado por una joven determina cuánto vale. Y coño, ustedes no ayudan con sus mensajes “no eres un soldado caído, eres un ridículo que merece morir en soledad”.
Cuando era adolescente y fui al
psicólogo a tratar mis problemas de pesadillas y terrores nocturnos (escribo
cuentos de horror, por si les interesa), y entre otras cosas le platiqué de la
chica que me gustaba y que no me pelaba. Su consejo no fue “chavo, ni modo, acéptalo
y sigue con tu vida”, sino “dinero mata carita, pero tesón mata a todo lo
demás”. O sea, que insistiera sin cejar, porque eso al final resultaría. Y
obvio no resultó. Pero miren las cosas que me decía un profesional de la salud
mental. Imagínense los mensajes que recibía de las películas, las series y
la publicidad; de los otros vatos igual de mecos a mi edad, y hasta de los
adultos en mi vida.
Sí, ya sé que piensan que es
responsabilidad de cada quien deconstruirse y desaprender las cosas tóxicas que
nos enseñaron. Pero no es así como funciona la cosa. ¿Cómo va a deconstruirse
un rapazuelo que no sabe cómo se hace, no sabe que tiene que hacerlo, y no sabe
ni que existe tal cosa?
Coño, que nadie decide deshacerse de
lo que aprendido de la cultura que le rodea y volverse woke espontáneamente por
la pura grandeza de su alma. Eso de “a nosotres nadie nos enseñó nada; un
día abrimos los ojos y salimos a luchar por la justicia” es una patraña,
perdonen. Tiene que haber habido alguna experiencia, algún aprendizaje que nos
encaminara por la senda del bien. Eso puede ser una conversación con una
persona amable que haya tenido la paciencia de explicarnos algo. Puede ser el
topar de casualidad con un libro, programa de TV, un video de YouTube o un
artículo que nos sembrara la inquietud.
Esto no es una defensa de esos chicos que llegan con piolines de peluche y sorprenden con
una declaración de amor a una chica a la que casi ni conocen. Es decir, no es
una defensa de ese acto. Es más bien un argumento a favor de abordar el
problema de otra manera, más pedagógica y empática. Si nuestro sujeto después
pasa a conductas violentas y misóginas, sí merecerá una trompada en la nariz y deberá
ser detenido para que no pueda hacer más daño. Pero si su único pecado fue
hacer el ridículo en el patio de la escuela, aún estamos a tiempo de prevenir
que su dolor y frustración se conviertan en odio y violencia contra otras
personas o sí mismo.
Mi reina Natalie Wynn tiene
un video buenísimo titulado Men, en el que habla, entre muchas otras
cosas, de lo mal que estamos los vatos por culpa de todas las enseñanzas tóxicas
que recibimos sobre lo que es la masculinidad y en qué consiste el ser hombre.
Los roles de género impuestos a los hombres también pueden ser una carga agobiante. Pero no tenemos tantas opciones para acudir por guía y comprensión.
A los vatos de un lado se nos inculcan
un montón de valores abominables. Luego, del otro lado, se nos exige deconstruirnos para ser menos abominables. Pero ¿quién nos los va a
enseñar? Claro que no es justo demandar esa clase de trabajo emocional a las
mujeres, tan ocupadas como están defendiendo sus derechos en una sociedad no
sólo machista, sino cotidianamente feminicida. Pero también es cierto que yo no
hubiera aprendido lo que sé de feminismo y no hubiera cambiado muchas de mis conductas
y actitudes de no ser por la paciencia y generosidad de mis amigas. O sea, que
alguien tiene que hacer ese trabajo.
Idealmente, lo debemos hacer los
vatos, los unos por los otros, pero en los grupos de vatos feministos
aliades he encontrado más un afán por regañar y excluir (y por darse golpes de
pecho) que por comprender y educar. Así que aquí estoy, hombre barbudo de
treintaytantos, con la esperanza de que este mensaje llegue a los jóvenes que
lo necesitan y, de preferencia, que no me contesten con un #OkBoomer…
Así que, chavo, presta atención por un
momento. Empecemos por explicar por qué lo que hiciste está mal. A pesar de lo
que te han dicho las películas, estos despliegues públicos y grandiosos no
tienen nada de románticos. Para las mujeres son súper incómodos, invasivos y
bochornosos. Se podría decir que hasta violentos, porque las hace sentir
acosadas, avergonzadas y exhibidas en público. Nunca han funcionado ni funcionarán.
La chica que te dio el batazo por hacer eso se sentirá tan humillada como tú.
Hay en nuestra cultura una larga
historia de romantizar el acoso que apenas está empezando a ser cuestionada,
y tiene mucho que ver con que la mayoría de las películas, series, libros, etc.
las han escrito hombres sin considerar el punto de vista de las mujeres.
Entonces tenemos escenas en las que un chico irrumpe en la cena familiar de una
chica, que lo ha rechazado dos veces, para recitarle un poema sobre cuánto la
ama, y aunque es un poco embarazoso, al final ella queda tan conmovida que se
entrega a él en un último beso apasionado. Pero esto es pura fantasía, no pasa,
no funciona.
Cuando tengas novia, a lo mejor un día
puedas sorprenderla con actos así y ella lo aprecie. Pero para una chica
cualquiera, sobre todo una que nunca te dio motivos para creer que le gustas,
una cosa así puede resultar hasta aterradora. Casi como si un completo
desconocido la detuviera en medio de la calle para pedirle matrimonio con todo
y anillo, flores, champaña y fuegos artificiales.
Siguiente punto: un rechazo es una experiencia dolorosa. Tus sentimientos de tristeza y duelo son válidos, y nadie te puede decir lo contrario. Eso de “aguantarse como los hombres” es masculinidad tóxica de la más básica. Tómate un tiempo para sanar, habla con alguien de confianza, llora lo que tengas que llorar y después sal con tus amigos o dedícate a tus hobbies. Si, pasado un tiempo, sigues sintiendo que de plano te ahogas en un dolor insoportable, considera consultar con un profesional.
Sea como fuere, no debes perder de vista la proporción de
las cosas. Primero, ésta es una experiencia común en la vida, a todos
nos toca tarde o temprano, y te juro que, aunque ahora sientas que se te va a acabar
el mundo, no es así. Pasará, como todo pasa.
Segundo, este rechazo no dice nada de
ti como persona. No dice que valgas menos, no significa que seas feo o
desagradable, que no merezcas amor, o que nunca encontrarás pareja. No debes dejar
que te dominen esos pensamientos catastrofistas. En general, esa clase de
pensamientos, que te hacen ver las cosas en términos de cataclismos devastadores
e irremediables que te condenan de aquí a la eternidad, son siempre falsos e
irracionales, no se corresponden con la realidad, no tienen sentido, y debes
aprender a identificarlos y rechazarlos (y eso nunca me lo dijo mi psicólogo
chafita, sino los libros de psicología cognitiva).
Tercero, y esto es súper importante, tampoco
dice nada de ella como persona. El rechazo es doloroso, y para evitar
pensamientos destructivos como los de arriba, probablemente sientas la
tentación de culpar de todo a la chica que te dio el batazo. “No es que yo
tenga algo malo, es que ella es una culera sin corazón”. No es así, amigo. Esos
pensamientos son igual de injustos e irracionales, y pueden llevarte por un
camino muy oscuro.
No es que tú seas indigno, no es que
ella sea malvada. Es que simplemente
no son el uno para el otro. No en el sentido cósmico de que existan parejas
predestinadas (eso también son patrañas), sino de que no podía haber relación
allí porque no son compatibles por mil razones diferentes. No estaban
dadas las condiciones para suceder. No le gustas. Ni modo. Tendrás que hacer
las paces con ello. Probablemente te toque vivir otros rechazos, y más
adelante, rupturas o hasta infidelidad. Así es la vida, y eso tampoco significará
que tú valgas menos o que nunca podrás ser feliz. Así como algunas relaciones
no están destinadas a suceder, otras simplemente dejan de suceder.
Ya llegará alguien a quien sí le gustes
y sí te guste y se la van a pasar muy bien. Te lo juro por el Osito
Bimbo, aunque no pueda decirte ni cuándo ni cómo, y no esté yo en posición de
darte consejos para ligar, porque nunca he sabido hacerlo. A lo mucho, te
puedo decir que seas un buen tipo, seguro de ti mismo sin llegar a la
arrogancia, amable y generoso con los demás, aseado y arreglado, buen escucha y
buen conversador, y con sentido del humor. No te lo digo porque eso te vaya a ganar
el amor de las mujeres, sino porque lo contrario te ganará su rechazo sin duda.
Pero, sobre todo, porque siendo así, serás una mejor persona y más feliz,
sin importar cuánto ligues.
A menudo se dice “la friendzone no
existe, es que tú eres un gilipollas”, que es otro cliché progre que en
nada ayuda. Podemos definir “friendzone” como la situación en que una persona
siente atracción o enamoramiento por otra, la cual no le corresponde y a lo mucho
la considera para la amistad. Si la entendemos así, ¿quién negará que existe? Esto
le puede pasar por igual a hombres y a mujeres, heteros o queer. Mis amigas
me han hablado también de la “fuckzone”, la situación en la que una morra está
enamorada de un vato con el que anda, pero él sólo la quiere para coger.
Supongo que eso también puede pasar a la inversa.
Lo que realmente quieren decir con “la
friendzone no existe” es que verte en una situación de crush no
correspondido no es motivo para portarte como un gilipollas. Que no debes
culpar a una chica por no quererte, que no puedes reclamarle nada, que es estúpido
y mezquino acusarla de cruel, desalmada o culera. Porque, y éste es el meollo
del asunto, ella no te debe nada. Si decide corresponderte o no, depende
exclusivamente de lo que a ella le gusta, lo que ella quiere y desea, no de lo
que tú creas que te mereces o te has ganado. No puedes forzar esos sentimientos
en otra persona, no importa lo buen amigo que seas, no importa el mucho apoyo
que le hayas brindado, no importan los regalos costosos que le hayas dado.
Si permanecer como su amigo te es muy frustrante
porque en verdad te gusta, entonces lo mejor es que te alejes de ella
para evitar que tus sentimientos se conviertan en rencor y que ambos terminen
lastimados. Para una chica también puede ser doloroso el tener que estar repite
y repite algo que sabe que lastima a otra persona. Más aun, puede ser muy hiriente
pensar que cuenta con un amigo y luego descubrir que sólo estaba ahí dándole su
apoyo porque se la quería meter.
En tus momentos más vulnerables, es
probable que te encuentres con grupos, sobre todo en Internet, que quieran canalizar
tus sentimientos negativos hacia una ideología de odio. Querrán que tu rencor
hacia una chica en particular se convierta en un rencor contra todas las
mujeres. A lo mejor parece que encuentras pertenencia en estos grupos, y que
puedes desahogarte compartiendo tu odio hacia las femoides. Pero en realidad, a
estas personas no les importas en lo absoluto. No quieren darte apoyo
emocional ni ayudarte a superar tu dolor. Al contrario, quieren alimentarlo, y
por eso se dedicarán a reafirmar tus sospechas de que las mujeres son esencialmente
perversas y que estás condenado a nunca recibir amor. Les interesa
solamente sumar tu rencor al suyo, usarlo como un arma para sus propósitos
destructivos y autodestructivos. Aléjate de ellos apenas los topes, por tu
propio bien. No tomes la píldora roja; es una trampa.
El mejor antídoto para todos los males
aquí descritos es éste: escucha a las mujeres. Pon atención a lo que
piensan, a lo que opinan, a lo que les gusta y no, a lo que te dicen sobre cómo
las hacen sentir ciertas situaciones. Escucha de verdad a tus amigas, a
tus familiares, a tus compañeras de escuela, a tus profesoras. Lee, mira y oye
los materiales que las mujeres crean y publican. Encontrarás una gran
diversidad de formas de pensar y perspectivas, diferentes entre sí, diferentes
a lo que tú pensabas y diferentes a lo que se nos ocurre a los vatos. No podrás
estar de acuerdo con todo, claro, y encontrarás ideas contradictorias, así que
tendrás que usar tu propio criterio para discriminar lo que para ti tiene
sentido. Pero sólo tendrás acceso a esas perspectivas si te sales de ti mismo y
de la vatósfera y te abres a la posibilidad de aprender y cambiar tu pensamiento.
De nuevo, ahí hay una oportunidad de ser mejor persona y más feliz.
Así que ahí lo tienes, amigo. Sé que no
puedo hacer más que compartir contigo lo que he aprendido en esta vida. Espero
que lo encuentres de utilidad y provecho. Ánimo y mejor suerte para la próxima.
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1 comentario:
"señalando una gran verdad: su actuar no es romántico, sino incómodo, desconsiderado, incluso agresivo, y por eso merecían el rechazo"
No soy para nada feminista, eso del sexismo es para pendejos. Pero si se lo merecen, por idiotas, pk saben de antemano que lo q hacen es una forma bastante embarazosa de presionar, y pk no esperaron el "no" como respuesta, eso los hace bastante idiotas.
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