Pero juzgar, realmente hacer un juicio utilizando nuestra razón, tomando en cuenta todos los aspectos a ser considerados, cuestionando lo que creemos saber, dejando a un lado los preconceptos, tratando de ser lo más objetivos posibles (aunque la objetividad total sea inalcanzable), aceptando la responsabilidad de las consecuencias que nuestro juicio pueda tener y, sobre todo, reconociendo que no tenemos la autoridad para condenar, es condenadamente difícil.
Más reflexiones breves y un curso completo:
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