[Lovecraft]
imitó el patético estilo de Poe y escribió pesadillas cósmicas. En sus relatos
hay seres de remotos planetas y de épocas antiguas o futuras que moran en
cuerpos humanos para estudiar el universo o, inversamente, almas de nuestro
tiempo que, durante el sueño, exploran mundos monstruosos, lejanos en el tiempo
y el espacio. De su obra, influida por Poe y Machen, destacan El color que cayó del cielo, El horror de Dunwich y Las ratas en la pared.
El intruso está escrito en primera persona. El anónimo
narrador y protagonista resume en unos párrafos su vida en la perpetua
oscuridad de un castillo en ruinas. Dicho castillo se encuentra rodeado por un
bosque tenebroso de árboles “grotescos, gigantescos, cubiertos de plantas
trepadoras, agitando en silencio sus ramas hacia lo alto”. En las ruinas hay
dos torres; una de ellas es accesible, pero su altura no alcanza a superar
aquélla de los árboles. La otra se alza más allá de lo que el narrador puede
dilucidar, pero está por completo derruia y es inaccesible. Atrapado desde
siempre en esa prisión, no conoce más luz que la de las velas ni más compañía
que la de los libros. En una ocasión, sin embargo, se decide a escapar trepando
por la torre más alta hasta alcanzar la cima. Entonces descubre que había estado
todo el tiempo en un inexplicable bosque subterráneo en algún lugar de Egipto y
ahora, en la superficie, se decide a explorar los alrededores. Así, llega a un
salón donde se celebra una alegre fiesta. Pero a su arribo cunde el pánico y
los convidados salen huyendo y gritando. El narrador ve la causa del espanto,
un monstruo horrible y deforme que está frente a él. Instantes después,
descubre que está mirando un espejo.
La casa de Asterión [leer aquí], de igual forma, está escrito en primera persona. El narrador es el mismo Asterión, que habla de sí mismo y de su vida en una casa con infinitas puertas, corredores, galerías y columnatas. Aunque lamenta con amargura su soledad, Asterión niega ser un prisionero e incluso declara haber salido alguna vez de su casa y haber visto la calle, en donde la gente huyó de él y a su vez él se espantó de la plebe. Poco a poco, el lector se adentra en la psique del personaje y descubre a un ser que sufre y por el que es imposible no compadecerse. Después Asterión revela que cada nueve años entran en su casa nueve hombres para que los “libere de todo mal”. Uno de ellos le profetiza la llegada de su redentor y “desde entonces ya no me duele la soledad”. Termina el monólogo de Asterión y el cuento concluye con un diálogo entre Teseo y Ariadna. Entonces sabemos que Asterión era el Minotauro.
Obra de George Frederick Watts en la que se inspiró Borges |
Hay varios puntos de contacto entre ambos cuentos, como se podrán percatar. Los dos tratan de monstruos que pasan toda su
vida encerrados en sendas prisiones, ante los cuales se espanta la gente cuando
logran salir de su encierro. Incluso se parecen en cuanto su ubicación temporal
y espacial: el antiguo Egipto y la antigua Grecia. Pero más importante, en los
dos relatos se le da una voz al engendro, al monstruo, al marginado, al otro.
Ambos textos pretenden (en mi opinión) que el lector se identifique con la
otredad, para después revelarle su verdadera naturaleza.
Hay otras similitudes y también diferencias. El
Intruso (como llamaré a partir de ahora al personaje de Lovecraft) ignora su
condición de monstruosidad:
“Mi
apariencia física me resultaba igualmente desconocida, ya que no había espejos
en el castillo, y yo sencillamente me creía, de forma instintiva, parecido a
las juveniles figuras que veía dibujadas y pintadas en los libros. Estaba
convencido de ser joven debido a los pocos recuerdos que guardaba.”
En cambio, Asterión se sabe un minotauro, o por lo
menos, se sabe diferente a la gente exterior, como nos lo sugieren un par de
frases. La primera habla de “las caras de la plebe, caras descoloridas y
aplanadas, como la mano abierta”, que se oponen a la cara de Asterión, que es,
como sabremos al final, la de un toro. La otra frase dice:
“Todo
está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen
estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión”.
Las palabras finales de Asterión adelantan la
revelación que después se da por boca de Teseo:
“¿Cómo
será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un
toro con cara de hombre? ¿O será como yo?”
Pero a pesar de saberse único y diferente, Asterión no comprende su propia monstruosidad, no entiende el tamaño de la abominación que su existencia implica. Él se siente filósofo y se vanagloria por ser hijo de una reina. Como dije antes, niega ser un prisionero, así como también rechaza las acusaciones de soberbia, misantropía y locura que sospecha se han hecho en su contra. De cierta forma, Asterión es tan ignorante de su propia condición como el Intruso de Lovecraft.
Hay una diferencia importante: mientras que El
intruso se centra en el escape del protagonista y en el descubrimiento
de su monstruosidad, en La casa de Asterión, lo más importante es
la oportunidad que el lector tiene de asomarse al alma del personaje y conocer
la existencia trágica y solitaria que lleva en el laberinto. Es quizá por ello
que el cuento de Borges resulta más entrañable y conmovedor, a la vez que
perturbador.
No podemos estar seguros de que Borges haya
leído El intruso, aunque existe la probabilidad de que así haya
sido. El propio Borges atribuye su inspiración a una tela del artista George
Frederick Watts, pintada en 1896 y que representa al Minotauro mirando hacia el
mar con tristeza[3]. Pero es posible que, aunque el mismo Borges
lo olvidara, una lectura temprana de El intruso haya influido
en la composición de La casa de Asterión.
10 comentarios:
Me gusto tu ensayo. Y siempre me ha agradado Lovecraft.
Precisamente ayer revisaba tu entrada sobre Borges y me puse a leer el inmortal, debo reconocer que la descripción de la Ciudad de los Inmortales ciertamente me evocó sensasiones similares a la ciudad del polo que se describe en Las Montañas de la Locura.
Saludos desde Zacatecas!
Alex: Gracias!
Syous: Muchos saludos. No te pierdas la próxima entrada, que en la que se trata precisamente de ese cuento. :)
que padre ensayo, y blog, pero ese fondo negro con letras blancas cansa mucho para leerlo.
Ahora que ya es quincena, y que se aproxima mi cumpleaños, estas recomendaciones literarias me caen como anillo al dedo...
Saludos. :D
Sobre la influencia de Lovecraft en Borges, aparecio hace varios años un libro muy recomendable, "Borges y la ciencia ficción" de Carlos Abraham. No recuerdo la editorial. El caso es que alli analiza todas las conexiones entre ambos autores, y las de Borges con otros autores de ciencia ficcion.
Órale, Fancisco, ese libro suena estupendo. Lo buscaré, gracias.
A modo de acotación, hace mucho que leí la casa de Asterión y fue una delicia releerlo. Pero que curiosa resulta la frase "Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida", dentro del contexto del ensayo.Como si Borges se refiriera al texto de Lovecraft.
¡Caramba! ¡Tienes toda la razón! No lo había notado...
valio quesadilla, me detuve no he leido ni madres de esos dos locos, apenas pueda y no se me atraviesen unas leonas estilo munchen compraré o robaré libros de esos autores.
me remitiré a esos autores.
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