Cuenta Ron Rosenbaum en su libro Explaining Hitler, que cuando estaba haciendo sus investigaciones se encontrĂł con mucha hostilidad. Rosenbaum se proponĂa por lo menos empezar a entender por quĂ© Hitler fue como fue e hizo lo que hizo. Pero tratar de explicar a Hitler, decĂan sus detractores, equivalĂa a justificarlo. Si se podĂa decir que Hitler se habĂa convertido en un megalĂłmano genocida debido a factores biográficos, histĂłricos o psicolĂłgicos, entonces daba igual simplemente perdonarlo. Es mejor, decĂan, considerarlo una excepciĂłn histĂłrica, un fenĂłmeno de malignidad surgido espontáneamente (como tampoco se puede explicar, decĂan los mismos, la apariciĂłn de un genio como Shakespeare).
Tales actitudes, afirmaba Rosenbaum, son comprensibles pero absurdas. No se trataba de justificar a Hitler, sino de entender por qué sucedió lo que sucedió. Por ello dedicó su libro no tanto a explicar él mismo al Führer, sino a explorar las diversas hipótesis tentativas que se han planteado para arrojar una luz sobre uno de los personajes más siniestros de la historia.
Al tratar de explicar a Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés; Dáesh por sus siglas en árabe), uno suele encontrar posturas simplistas opuestas. No en los medios que publican análisis serios, por supuesto (al final, una colección de enlaces), sino entre las personas comunes y corrientes que están poco informadas pero muy opinionadas, entre los hinchas ideológicos, los geopolitólogos de Facebook y los verdadosos de las más oscuras esquinas de los internetz.
Dejemos de lado los delirios conspiranoicos, esgrimidos tanto por la extrema derecha como por la izquierda más atarantada, que consideran que el Dáesh fue creado por Estados Unidos o los judĂos o quien sea, para destruir Europa o para quedarse con el petrĂłleo de Siria o algo asĂ. Tales elucubraciones pueriles no sin dignas de la atenciĂłn de personas pensantes e informadas.
La actitud de la derecha (incluso la no tan extrema) en Occidente tras los atentados del pasado viernes 13 de noviembre en ParĂs ha sido dolorosamente predecible. Se podrĂa resumir en "AhĂ está, ¿para quĂ© acogen refugiados?". La xenofobia derechista ve en todo musulmán, sea refugiado de guerra o inmigrante, a un terrorista en potencia. Culpa al Islam mismo como religiĂłn de ser el causante directo del terrorismo. El extremismo islámico, dicen, es sĂłlo una consecuencia lĂłgica de la perversa religiĂłn de la que surge.
Los hechos contradicen estos prejuicios islamĂłfobos. Aunque es perfectamente posible que terroristas puedan infiltrarse entre refugiados sirios que huyen de la guerra, o los emigrantes del Magreb que se arriesgan a cruzar el Mediterráneo en busca de mejores condiciones econĂłmicas, esto es poco probable. De hecho, la mayorĂa de los perpetradores de ataques terroristas relacionados con el Islam en Europa han sido ciudadanos europeos, descendientes de segunda o tercera generaciĂłn de inmigrantes de paĂses árabes. Son reclutados en Europa, viajan a Medio Oriente para entrenarse y adoctrinarse, regresan a Europa en aviĂłn, con el dinero que les proporcionan el Daesh o Al Qaeda, pasan con su pasaporte francĂ©s (o británico, belga, holandĂ©s, etc.) y llevan a cabo el ataque terrorista. Muchas veces, los jĂłvenes ni siquiera son árabes ni de familias cuyo origen cultural sea islámico. Europa no importa terroristas, los exporta.
La parte difĂcil es entender el por quĂ© estos jĂłvenes que han crecido en los paĂses más avanzados del primer mundo se unen a las filas de un grupo con aspiraciones medievales y milenaristas. La respuesta de la derecha es culpar al Islam. Si se le deja a sus anchas, el Islam termina irremediablemente convirtiĂ©ndose en esto.
De nuevo, los hechos contradicen estos prejuicios. Primero, porque, obviamente, la mayor parte de los musulmanes del mundo no son fundamentalistas ni violentos, sino que, como la mayorĂa de los seres humanos, sĂłlo quieren vivir bien y en paz. HistĂłricamente ha habido sociedades musulmanas notoriamente abiertas y tolerantes (el Al-AndalĂşs, el Califato Omeya, el Imperio Otomano) en las que las artes, las ciencias y la filosofĂa podĂan florecer. Hoy en dĂa Irán y Arabia Saudita son teocracias que dan miedo, y los terroristas pueden surgir de cualquier parte en el mundo musulmán, pero tambiĂ©n existen sociedades de mayorĂa musulmana, como las de TĂşnez, TurquĂa o Indonensia, que ni se convierten en teocracias ni exportan contingentes de milicianos cortacabezas. Ciertamente no son democracias liberales al estilo de los paĂses nĂłrdicos, pero tampoco lo son las catĂłlicas naciones de AmĂ©rica Latina, y no suele ponerse en duda si el catolicismo es incompatible con la democracia y la modernidad.
No conozco el Corán, pero conozco la Biblia y sus llamados a someter a las mujeres, apedrear adĂşlteras y asesinar homosexuales. Bien puede ser que el texto fundacional del Islam invite más a la violencia contra los infieles y pecadores de lo que lo hace el texto fundacional judeocristianao (despuĂ©s de todo, el discurso culero del Viejo Testamento queda atenuado por la buena onda general del Nuevo). Pero asĂ como cristianos y judĂos ignoran las partes más barbáricas de su Libro (ya sea porque en verdad las desconocen o porque les hacen caso omiso), veo que histĂłrica y actualmente las sociedades de mayorĂa musulmana pueden hacer lo mismo y adaptarse a los valores de la modernidad, y si no lo han conseguido se debe a la suma de diversos factores ajenos a la religiĂłn.
TambiĂ©n es una necedad hablar de un "choque de civilizaciones", del Islam contra el Occidente. Basta ver los paĂses que integran cada bando en el actual conflicto en Siria: Estados Unidos, Francia y Reino Unido apoyando grupos rebeldes con ayuda de Arabia Saudita y otros estados del Golfo PĂ©rsico; del otro lado, el gobierno de Bashar Al Assad, que recibe apoyo de Irán, Rusia y China; el Dáesh por su cuenta, aterrorizando a todo el mundo. En ambos bandos hay occidentales, en ambos hay sociedades de mayorĂa musulmana, en ambos hay teocracias medievales. No se trata de culturas en conflicto, sino de la asquerosa y cĂnica geopolĂtica de siempre. Los Ăşnicos que quieren entender esto como un choque de civilizaciones son los fanáticos: los del Dáesh y la ultraderecha en Occidente.
Finalmente, no puede olvidarse que las principales vĂctimas del terrorismo islámico son los mismos musulmanes. TambiĂ©n son los principales hĂ©roes, los que más valerosamente luchan contra el Daesh en sus paĂses, natales o adoptivos, para defender a sus familias, amigos y vecinos: el policĂa que muriĂł asesinado por los terroristas de Charlie Hebdo, el joven que escondiĂł a los judĂos en la tienda kosher que esos mismos terroristas tomaron por asalto, el padre que dio la vida para salvar las de cientos en el atentado en Beirut, el mesero que salvĂł a unos comensales el viernes 13 en ParĂs, el eminente arqueĂłlogo que fue capturado y ejecutado por Estado Islámico cuando se negĂł a abandonar las ruinas de Palmira, o las milicias femeninas kurdas que se han organizado para defenderse del Daesh que viola, mutila y esclaviza mujeres. Musulmanes todos, hĂ©roes todos.
Entonces, no se puede esgrimir el Islam como Ăşnica explicaciĂłn para el terrorismo islámico. Satanizar a todos los musulmanes por lo que hacen los extremistas no sĂłlo es errĂłneo y estĂşpido: es una putada inmoral e indecente (y tĂpicamente derechista). Se deben tener en cuenta factores econĂłmicos, polĂticos, sociales e histĂłricos para empezar a entenderlo (empezar, que esto tampoco son ciencias exactas). Es ahĂ donde los derechistas acusan de querer "justificar" al terrorismo, cuando lo que se quiere es arrojar luz sobre un fenĂłmeno muy complejo que ellos quieren simplificar. Pero tambiĂ©n es aquĂ donde se cae en el otro error de simplificaciĂłn, el que se ubica en el extremo opuesto.
A menudo se hace la comparación entre los terroristas musulmanes y los blancos supremacistas en Europa o Norteamérica. Que los primeros no representan a la generalidad de las culturas islámicas como los segundos no representan a la cultura occidental. Me parece una comparación muy válida y necesaria para acallar los discursos racistas y xenófobos de la derecha. Pero funciona en ambos sentidos.
Desde la izquierda, al terrorista musulmán se le considera el producto de las condiciones sociales, polĂticas y econĂłmicas en las que vive. Es una vĂctima de las circunstancias. A un supremacista blanco (como el jovencito que matĂł a un montĂłn de personas negras en una iglesia en Carolina del Sur) se le considera el producto de una ideologĂa perversa, cuyas semillas están en el racismo generalizado de la sociedad blanca en Occidente. ¿Por quĂ©, entonces, ignorar la presencia de una ideologĂa perversa en el caso del terrorista musulmán? ¿Por quĂ© hacer de cuenta que esa semilla es inexistente en el Islam?
Las condiciones de marginaciĂłn y pobreza de los jĂłvenes musulmanes en Europa explica en gran parte por quĂ© son proclives a dejarse seducir por el fundamentalismo islámico. Pero esos factores no son suficientes. Por ejemplo, el por lo general lĂşcido Jorge Zepeda Patterson, en un tĂpico mea culpa titulado No es ISIS, somos nosotros, menciona el hecho de que un nĂşmero desproporcionado de musulmanes están en las prisiones de Francia. Bueno, los negros en Estados Unidos tambiĂ©n viven en condiciones de marginaciĂłn y pobreza, y tambiĂ©n están despropocionadamente representados en las poblaciones carcelarias. Pero no existe un "terrorismo afroamericano" en Estados Unidos. Existe un terrorismo supremacista blanco.
Además, la pobreza y la marginación en la que crecen los jóvenes de ascendencia islámica en Europa, aunque muy real, es relativa. Tampoco es como si vivieran en una misera abyecta, en casas de cartón en favelas. Esas condiciones a menudo empujan a los jóvenes a la delincuencia, el pandillerismo y el crimen organizado. Pero el crimen ofrece poder, dinero, mujeres y emociones en el presente. El terrorismo tiene motivaciones distintas: el fiel converso no quiere "la buena vida", sino que mata y muere por algo más grande e importante que sà mismo, algo que trasciende la vida terrena.
Mientras la derecha suele explicar el terrorismo blanco como casos de locos solitarios y achacar el terrorismo islámico a la religiĂłn musulmana en general, la izquierda suele encontrar las explicaciones al terrorismo blanco en los rasgos más nefastos de la cultura occidental. Pero por alguna razĂłn quita la ideologĂa de las explicaciones del terrorismo islámico, como si las ideas y los valores no tuvieran nada que ver. Decir que "ISIS nada tiene que ver con el Islam" tiene la noble intenciĂłn de no satanizar a los musulmanes, pero es una afirmaciĂłn engañosa.
Peor aun, se achaca la totalidad de la culpa del terrorismo a Occidente. Es claro que más de dos siglos de imperialismo europeo y estadounidense en el mundo islámico han contribuido a crear las condiciones para que el terrorismo florezca. Por ejemplo, sabemos que el caos y vacĂo de poder en la regiĂłn tras la estĂşpida, criminal e ilegĂtima invasiĂłn estadounidense a Irak creĂł un escenario propicio para que el Dáesh se consolidara. Pero sus orĂgenes se remontan a unos años antes de la invasiĂłn gringa. ISIS habrĂa existido con o sin las idioteces imperialistas de George W. Bush.
De alguna forma se considera que los occidentales tienen un poder de elecciĂłn extraordinario. PodrĂan elegir no ser racistas, no ser imperialistas, no marginar a los inmigrantes, no hacer caricaturas ofensivas, no prohibir que se use el hijab en las escuelas pĂşblicas; si toman las decisiones errĂłneas es porque son malvados, necios o estĂşpidos. Pero a los musulmanes no se les concede ese poder de elecciĂłn y se asume que sĂłlo reaccionan, cual animalitos inocentes, a las condiciones adversas que los occidentales malignamente les crean. Los musulmanes nunca podrĂan elegir no odiar, no matar, no ser terroristas, no ofenderse por blasfemias idiotas... SĂłlo son criaturas indefensas, carentes de voluntad o raciocinio, y no son responsables de sus acciones. Los occidentales, por tanto, son los Ăşnicos culpables.
De alguna forma se considera que los occidentales tienen un poder de elecciĂłn extraordinario. PodrĂan elegir no ser racistas, no ser imperialistas, no marginar a los inmigrantes, no hacer caricaturas ofensivas, no prohibir que se use el hijab en las escuelas pĂşblicas; si toman las decisiones errĂłneas es porque son malvados, necios o estĂşpidos. Pero a los musulmanes no se les concede ese poder de elecciĂłn y se asume que sĂłlo reaccionan, cual animalitos inocentes, a las condiciones adversas que los occidentales malignamente les crean. Los musulmanes nunca podrĂan elegir no odiar, no matar, no ser terroristas, no ofenderse por blasfemias idiotas... SĂłlo son criaturas indefensas, carentes de voluntad o raciocinio, y no son responsables de sus acciones. Los occidentales, por tanto, son los Ăşnicos culpables.
Hay pocas actitudes tan paternalistas y etnocentristas que pueda imaginar, mismas que terminan criminalizando a las vĂctimas occidentales del terrorismo, a las que se les niega empatĂa o solidaridad. Eso tambiĂ©n es una putada inmoral e indecente (y tĂpica de la izquierda chaira).
Aceptamos que el nazismo no es representativo de la cultura europea, pero que sus raĂces se encuentran en corrientes de pensamiento que forman parte del bagaje cultural europeo. Aceptamos que el terrorismo blanco en Europa y NorteamĂ©rica no representa a la generalidad de la gente de raza caucásica, pero que el racismo, que justificĂł conquistas, genocidios y esclavitud, forma parte del bagaje cultural de estos pueblos y que apenas el siglo pasado se ha empezado a exorcizar. Hemos de aceptar tambiĂ©n que el Daesh no representa a la generalidad los musulmanes del mundo, pero que detrás de sus acciones está una ideologĂa de muerte que tiene sus raĂces en la "religiĂłn de la paz", aunque sea una versiĂłn corrupta y retorcida de Ă©sta.
Y es que el Daesh no es nada más un montĂłn de personas reaccionado como pueden ante los embates del imperialismo occidental. Reducirlos a un montĂłn de fanáticos que no saben lo que hacen serĂa como decir que los nazis eran sĂłlo una bola de vándalos. Se trata de un grupo bien organizado, con estrategia, con recursos, con infraestructura, con objetivos bien definidos y con una ideologĂa que promete darle sentido a la existencia: gloria en la supremacĂa, la lucha, la muerte y la conquista. Justo como lo hacĂa el nazismo, y una de las razones por las que atrae a jĂłvenes desarraigados y alienados.
Es indiscutible que Occidente tiene su parte de responsabilidad, y yo creo además que tiene la obligaciĂłn moral de hacer lo que estĂ© en sus manos para solucionar las condiciones de pobreza y marginaciĂłn que favorecen el surgimiento de grupos terroristas y el reclutamiento de jĂłvenes europeos. Es claro que no se debe satanizar a los musulmanes, y considero que ninguna persona con un mĂnimo de humanidad abogarĂa por dejar a los refugiados a su suerte en manos de los asesinos. Pero tampoco se puede ignorar el componente ideolĂłgico en este conflicto. Ni las condiciones socioeconĂłmicas ni una religiĂłn apocalĂptica bastan para entender lo que ISIS significa; hay una multitud de factores, y elegir sĂłlo los que convienen a nuestras narrativas preferidas no es más que ceguera.
Es vital en estos tiempos desechar las explicaciones simplistas de una derecha protofascista que quisiera "purificar" a Occidente, se niega a mostrar empatĂa por los musulmanes que sufren a manos de los fanáticos, y que usa el terrorismo como pretexto para establecer estados policiacos. Pero tambiĂ©n hay que desechar los simplismos de una izquierda que quiere perder el tiempo en mea culpas inĂştiles para sentirse muy santa y pura, y que aprovecha la situaciĂłn para culpar de todo a Estados Unidos. Corremos el peligro de satanizar a los inocentes y de perder las libertades que se supone son la esencia de la cultura Occidental por un lado, o de subestimar la que bien podrĂa ser la amenaza más grande para la paz en el mundo en los Ăşltimos años.
Para empezar a entender este conflicto, les comparto los siguientes enlaces. Ya en mi blog habĂa resumido la situaciĂłn de la guerra en Siria aquĂ, y hablado contra la islamofobia tras los ataques a Charlie Hebdo aquĂ. En esas entradas hay muchos otros enlaces para complementar los que pongo a continuaciĂłn:
EN ESPAĂ‘OL:
- En el origen del Estado Islámico de Guerras Posmodernas
- ¿Cuál es la diferencia entre Estado Islámico y Al Qaeda? de Russia Beyond the Headlines
- Respetando a los canĂbales: Europa es cĂłmplice del fundamentalismo islámico de El Confidencial
- Los "buenos muchachos" del Estado Islámico de Proceso
- El antropĂłlogo del IS de El Mundo
- ¿Por quĂ© se radicalizan los jĂłvenes británicos? de El Mundo
- ¿QuĂ© ofrece ISIS a los occidentales? de CNN
- El Califato provoca a Occidente para que envĂe soldados a Siria de ABC
- El Califato del fin del mundo de Sabemos Digital
EN INGLÉS:
- The False Dichotomy of Islamophobia de Massimo Pigliucci
- What ISIS really wants de The Atlantic
- Mindless terrorists? The truth about ISIS is much worse de The Guardian
- You can't understand ISIS if you don't know the history of Wahhabism de The Huffington Post
- Laicitè without Egalitè de Foreign Affairs
- Mothers of Isis de The Huffington Post
- Can terrorists really infiltrate the Syria Refugee Program? de The Atlantic
- Paris is being used to justify agendas that have nothing to do with the attack de The Guardian
Más en este blog para comprender el mundo contemporáneo:
2 comentarios:
Ego'pa presidente de la ONU! ;)
Ego'pa presidente de la ONU! ;)
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