"Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa" dice el viejo y conocido refrán, y otro menos redundante y decoroso pero más directo dice "¿quĂ© tienen que ver el culo con las tetas?". Pero los listillos de Internet gustamos de usar expresiones como "estás confundiendo la gimnasia con la magnesia". ¿QuĂ© significa esto? Se refiere a ciertas falacias que hacen precisamente eso: confundir dos cosas entre sĂ cuya relaciĂłn es irrelevante para lo que se discute. En esta ocasiĂłn veremos algunos ejemplos de esas falacias, para las cuales la respuesta más sensata es recordar que "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa".
LA FALSA ANALOGĂŤA
¿CĂłmo funciona la gravedad? Una de las analogĂas usadas con frecuencia en los libros de divulgaciĂłn cientĂfica va más o menos asĂ. Imagina que tienes una cama elástica, no demasiado tensa, ni demasiado huanga, y en ella colocas una bola de bolos. La bola de bolos hunde la lona hacia el centro, claro está. Ahora deja caer en la cama elástica pelotitas de golf. Éstas rodarán hacia el centro, porque la presencia de la bola ha deformado la lona, ¿correcto? Bien, es asĂ como funciona la gravedad: la presencia de cuerpos con masa provoca una curvatura en el espacio-tiempo lo que resulta en el efecto que conocemos como gravedad. Mientras mayor es la masa del cuerpo, mayor es la curvatura del espacio-tiempo y que afecta incluso a la luz, haciendo que se doblen los rayos, que de otra forma serĂan rectos, lo cual se pudo demostrar observando la luz de las estrellas durante un eclipse solar.
Ahora bien, ¿mi ejemplo de la cama elástica probĂł que la masa deforma el espacio-tiempo? En lo absoluto, lo Ăşnico que hice con esta analogĂa fue explicar cĂłmo funciona la gravedad segĂşn la fĂsica einsteiniana. AsĂ aparece en libros de divulgaciĂłn para que legos como yo podamos entenderlo, pero no sirve como una prueba de que asĂ es como funciona la gravedad.
Éste es un punto importante que mucha gente no entiende: las analogĂas sirven para explicar y para comprender, para invitar a la reflexiĂłn, no para probar ni demostrar, no son evidencias de que lo que uno dice es correcto o falso. Pero las discusiones en Internet y en la vida se llenan de analogĂas que además, no son válidas. Mi favorita es la que me gusta llamar "la falacia del corazĂłn de papel". La vi alguna vez en un video sobre educaciĂłn sexual impartida, obviamente, por conservadores religiosos. En el video una señorita explica a su audiencia los nocivos efectos del sexo premarital. Toma un corazoncito de papel y dice "Éste es el amor de Juan y MarĂa", entonces prende un encendedor "Y Ă©ste es el sexo premarital", acto seguido le prende fuego al corazoncito que arde en cuestiĂł de segundos "AhĂ está lo que pasa con el sexo premarital. ¿Vieron lo que le hizo a su amor? ¿No lo hizo más fuerte, verdad?".
La cosa con las analogĂas es que el que las usa parte del supuesto que una cosa es realmente como la otra, que la relaciĂłn entre sexo y amor es igual que la relaciĂłn entre fuego y papel, y entonces la conclusiĂłn es obvia. ¡Pero no! Antes de pasar a usar la analogĂa, uno tendrĂa que estar seguro de que realmente esas equivalencias son válidas. Por ejemplo, si digo que Batman es al GuasĂłn como Superman es a Lex Luthor, estoy haciendo una analogĂa válida, porque en ambos casos tenemos al superhĂ©roe y su archienemigo. Si digo que la Estatua de la Libertad es a Nueva York como la Torre Eiffel es a ParĂs, estoy haciendo una analogĂa válida, porque Ă©stos son los monumentos más famosos de sus respectivas ciudades. Pero, ¿es realmente el sexo al amor como lo es el fuego al papel? TendrĂas que demostrar eso primero.
En una ocasiĂłn, un viejo jefe, el tipo religioso que se volviĂł loco, me hablaba sobre el infierno. Cuando yo le dije que no creĂa en Ă©l, me empezĂł a echar sus verborrea. "Mucha gente dice que si Dios es infinitamente bueno, no puede haber condenaciĂłn. Pero yo digo que Dios no sĂłlo es infinitamente bueno, sino infinitamente justo. Mira, si una maestra tiene un alumno que siempre cumple y otro que siempre se porta mal, ¿como es muy buena le pone la misma calificaciĂłn a los dos? No, ¿verdad? Por lo tanto, la condenaciĂłn tiene que existir. ¿No te parece lĂłgico?".
"¡No, pinche viejo loco!" pensĂ© para mis adentros, pero no lo dije porque no querĂa que me despidieran y nada más le di por su lado. De entrada, estamos tomando por ciertas algunas cosas que no pueden demostrarse como tales: que Dios existe, que es infinitamente bueno, que es infinitamente justo, que tenemos almas inmortales y que Ă©stas reciben un premio o un castigo dictado por Dios en la otra vida (nĂłtese que cualquiera de estas afirmaciones podrĂa ser vedad sin que las siguientes lo fueran y que ninguna puede demostrarse; son hipĂłtesis ad hoc). Pero los que nos importa ahora es que su analogĂa no es válida: Está asumiendo que la relaciĂłn entre Dios y sus creaciones es la misma que entre una maestra y sus alumnos, y que una mala calificaciĂłn es análoga a la condenaciĂłn eterna.
Los creyentes en el Karma a menudo dicen cosas como "asĂ como una pelota que tiras a una pared rebota, todo lo que haces, bueno o malo, se te regresa". Algunos van más allá citando la ley newtoniana de la acciĂłn y la reacciĂłn. La analogĂa es falsa porque las leyes de Newton se aplican a fenĂłmenos fĂsicos (como la pelota rebotando en la pared), mientras que el bien y el mal son conceptos de tipo Ă©tico, que dependen de la concepciĂłn que individuos y sociedades tengan de ellos y no tienen existencia fĂsica, por lo que no pueden estudiarse mediante las ciencias empĂricas (para eso está la filosofĂa) y mucho menos establecerse leyes al respecto. O sea, si una acciĂłn es buena o mala lo saben las personas, no el universo, los átomos o la energĂa, para los cuales los conceptos Ă©ticos son inexistentes y nuestras nociones sobre ellos son indiferentes. Además, ¿por quĂ© tendrĂa que ser como lanzar una pelota a una pared y no como, digamos, lanzar un frasco de mermelada a una pared, o una pelota a un precipicio, con efectos totalmente distintos?
La falacia de la falsa analogĂa no sĂłlo se presenta en discusiones y argumentos, sino que, como todas las otras falacias, puede ser una forma de autoengañarnos. A menudo encontramos comparaciones entre las relaciones que se dan entre maestros y alumnos, jefes y empleados, padres e hijos, o gobernantes y ciudadanos, sin reparar en que esas relaciones en realidad son diferentes, y no mutuamente intercambiables.
Un ejemplo famoso es el usado por derechairos para "rebatir" las ideas de izquierda: si un maestro suma y promedia las calificaciones de todo un grupo, de forma que a todos les toque lo mismo, los huevones que no trabajaron tendrán una calificaciĂłn más alta, mientras que los aplicados e inteligentes tendrán una calificaciĂłn más baja, lo que no serĂa justo.
En primer lugar, nos enfrentamos a un hombre de paja (más adelante lo veremos), porque no es el propĂłsito de la izquierda tomar lo que todos tienen y repartirlo por igual (y si de verdad crees que de eso se trata la cosa, necesitas aprender más sobre teorĂa polĂtica). Luego es una falsa analogĂa enorme porque asume que a) el maestro es como el gobierno b) los alumnos son como ciudadanos c) las calificaciones son como la riqueza d) el esfuerzo en clases es como el trabajo en el mundo laboral e) las condiciones en las que inicia un curso escolar son como las condiciones en las que uno empieza la vida laboral, etcĂ©tera. Si la analogĂa del "reparto equitativo de las calificaciones" parece ridĂcula, es porque lo es. Pero los invito a hacer una analogĂa de cĂłmo funcionarĂa un salĂłn de clases con un sistema de "libre mercado de calificaciones" con una "intervenciĂłn mĂnima del maestro en la asignaciĂłn de puntos" y verán que es igualmente absurda. Y esto es porque la relaciĂłn entre gobierno y ciudadanos no es análoga a la relaciĂłn entre maestros y estudiantes.
El pensamiento de SĂłcrates, o por lo menos segĂşn lo plantea PlatĂłn en sus Diálogos, está lleno de falsas analogĂas por todas partes. Se le perdona, porque para ese entonces AristĂłteles no le habĂa puesto orden a la lĂłgica. Es natural utilizar analogĂas para tratar de explicarnos el mundo, tomar como punto de referencia lo conocido para entender lo desconocido, lo simple para comprender lo complejo. Lo importante es tener en cuenta si una comparaciĂłn entre dos cosas de naturaleza distinta es realmente válida y que aĂşn asĂ las analogĂas no sirven como prueba ni evidencia.
CULPABLE POR ASOCIACIĂ“N
Monsanto es una corporaciĂłn con un historial bastante negro, que incluye el desarrollo de productos controversiales, incluyendo el terriblemente dañino Agente Naranja, que dejĂł problemas ambientales en Vietnam y problemas de salud tanto para los vietnamitas como para veteranos norteamericanos. Además, se trata de una entidad poderosĂsima cuya influencia se hace sentir en el cabildeo y presiĂłn que ejerce hacia los gobiernos, socavando asĂ las democracias.
Otra cosa son los organismos genĂ©ticamente modificados (OGM), llamados popularmente transgĂ©nicos, que son vegetales con genes injertados artificialmente para que tengan ciertas caracterĂsticas deseadas: un ciclo de vida más rápido que permita más cosechas al año, resistencia a plagas o inclemencias climáticas, o que produzcan nutrientes que de ordinario no producirĂan.
Muchas personas se oponen al cultivo y comercialización de los OGM por diferentes motivos, algunos válidos y muchos otros falaces. Entre los falaces está el suponer que como Monsanto es una corporación malvada, los transgénicos en sà deben ser malvados. Éste es un ejemplo de la falacia de culpable por asociación.
Concluir que los transgĂ©nicos son dañinos sĂłlo porque Monsanto los desarrolla es (aquĂ viene una analogĂa) como concluir que las ruedas son malas sĂłlo porque las usan corruptas compañĂas automotrices. O que las computadoras son malignas porque IBM vendiĂł sus servicios al gobierno Nazi. Es sensato desconfiar de Monsanto con todo su historial, y es prudente no querer dejar en sus manos un cuasi monopolio sobre algo tan importante como lo es nuestra alimentaciĂłn. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y los activistas anti-transgĂ©nicos, al oponerse por de fault a la ingenierĂa genĂ©tica en sĂ están poniendo trabas para que instituciones sin fines de lucro como universidades y ONG desarrollen sus propios cultivos transgĂ©nicos y los pongan a disposiciĂłn del pĂşblico, lo serĂa la soluciĂłn a algunos problemas del mundo contemporáneo.
Otro ejemplo del mismo tipo está en posturas anticientĂficas que consideran que la "ciencia occidental" o la "razĂłn occidental" son falsas o malvadas porque provienen de una civilizaciĂłn que ha estado jodiendo a las demás culturas desde hace 500 años. Bueno, sĂ; en los Ăşltimos siglos los avances cientĂficos más importantes se han dado en Occidente (en los milenios anteriores se dieron en otras culturas como China, India, Mesopotamia, Egipto, Grecia, MesoamĂ©rica y el mundo árabe), y ciertamente ello constituyĂł una enorme ventaja tĂ©cnica y econĂłmica que permitiĂł a los paĂses europeos imponerse sobre todos los demás, aparte de darles un pretexto para creerse superiores cultural o racialmente. ¿Y? Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa: eso no nos dice nada sobre si la ciencia funciona o no, o sobre si es mas efectiva que otras formas de conocimiento o no (la respuesta es, por cierto, un enfático SĂŤ).
Un ejemplo de la falacia de asociaciĂłn era uno que repetĂan los republicanos fanáticos en Estados Unidos, con su odio a Obama. En algĂşn punto de la campaña presidencial de 2008, John McCain dijo que Obama era una celebridad muy popular, como Paris Hilton, una putizorra cabezahueca. McCain le planteaba a los votantes si querĂan ser gobernados por un hĂ©roe condecorado de guerra o por una celebridad como Paris Hilton, dando a entender que Obama es tambiĂ©n una putizorra cabezahueca.
Como ven, la falacia de asociaciĂłn se cruza con la falsa analogĂa (al encontrar similitudes superficiales entre dos asuntos que no tienen nada que ver) y con la falacia ad hominem (al atacar a una persona por caracterĂsticas irrelevantes en vez de concentrarse en sus argumentos).
RecuĂ©rdese que lo importante para detectar una falacia es su relevancia. Si Monsanto es malvada es irrelevante para tratar el tema de los transgĂ©nicos en sĂ. Que Obama fuera famoso y popular como lo era Paris Hilton es completamente irrelevante. Pero si un individuo pertenece a un grupo terrorista, no es insensato esperar de Ă©l que cometa, ayude a cometer o promocione actos terroristas, aunque Ă©l mismo no lo haya hecho aĂşn. Si un joven polĂtico pertenece a un partido con un pasado y un presente de corrupciĂłn, autoritarismo y crimen, lo insensato serĂa esperar de Ă©l otra cosa que corrupciĂłn, autoritarismo y crimen.
Con todo, hay una forma de falacia de asociaciĂłn que se lleva las palmas por ser tan comĂşn hasta la casi omnipresencia, la falacia favorita de los Internetz. Me refiero a:
AD HITLERUM
En la historia reciente de la humanidad, no ha habido nadie más ojete que Adolf Hitler, y las atrocidades cometidas por los nazis, en particular el Holocausto, se han quedado como historias que muestran lo bajo que puede caer la especie humana. AsĂ, cuando detectamos algo que podrĂa estar relacionado con Hitler y los nazis, se activan nuestras señales de alerta.
Un argumento ad Hitlerum es en realidad una forma de falacia de asociaciĂłn, asĂ como una de las formas de argumentaciĂłn más chafa, en especial porque quien la esgrime suele no tener ni puta idea sobre historia. Consiste en condenar o rechazar cualquier cosa sĂłlo porque está relacionada de alguna forma con Hitler y los nazis. La relaciĂłn, por supuesto, suele ser irrelevante o inexistente. En el ámbito de la polĂtica, la forma más facilota y simplona de descalificar a alguien que cae mal es comparándolo con Hitler. Los republicanos en Estados Unidos, que suelen ser el sector más oscurantista e iletrado de la sociedad gringa, lo han hecho con Obama en repetidas ocasiones:
Obama es un gran orador, como Hitler; promete un cambio, como Hitler y hasta tiene su propio sĂmbolo, como Hitler. Ergo, ¡Obama es igual que Hitler! No se necesita ser un genio para darse cuenta del bajĂsimo nivel intelectual de quien habrĂa podido construir tales argumentos. Por ejemplo, Abraham Lincoln y Martin Luther King eran tambiĂ©n grandes oradores y buscaban un gran cambio, ¿eso los hace Hitler? Y como los gringos a menudo no entienden la diferencia entre nazi y comunista y se imaginan que todos son iguales porque son los malos de sus pelĂculas (como McBane, que luchaba contra los comunistas-nazis), a Obama tambiĂ©n se le compara con los dictadores soviĂ©ticos, sin más razĂłn que porque usan la palabra "socialista" en algĂşn lado.
Y claro, los Tea Partiers no son los Ăşnicos derechairos idiotas en el mundo que no entienden ni puta madre de historia o corrientes polĂticas:
Demostrando que la cultura polĂtica en este paĂs está para llorar |
El argumento ad Hitlerum suele ser usado tambiĂ©n por los creacionistas para atacar la teorĂa de la evoluciĂłn. Como Hitler creĂa en la evoluciĂłn, y de hecho era parte fundamental de su ideologĂa racista y de su concepciĂłn de la lucha de razas para que la más fuerte sobreviva, entonces la evoluciĂłn es una creencia nazi y malvada. En realidad, Hitler creĂa en un montĂłn de cosas, pero eso no quiere decir que Ă©stas fueran reales o no. Que Hitler creyera en la evoluciĂłn es irrelevante para determinar si es un hecho.
Quizá ustedes no lo sabĂan, pero Hitler era vegetariano y dictĂł leyes de protecciĂłn para los animales. Esto es algo con lo que los cĂnicos no dejan de chingar a vegetarianos y veganos: "ñaña ñaña, son iguales que Hitler". Pero que Hitler fuera vegetariano no nos dice nada sobre quĂ© tan Ă©tico o saludable es esta opciĂłn alimenticia. A lo mucho, nos muestra que un vegetariano amante de los animales no es necesariamente una buena persona. No obstante, el ad Hitlerum está tan enraizado en la mente de algunos, que hay vegetarianos que niegan que Hitler lo fuera y dicen que todo fue un invento de Goebbels. "El vegetarianismo es bueno y Hitler es malo; luego, Hitler no podrĂa ser vegtariano" nos dicen quienes temen ver su fe alimenticia contaminada por el estigma nazi.
Otros aspectos irrelevantes sobre Hitler: que si los niños lo querĂan mucho, que si le gustaba la mĂşsica de Wagner, que si odiaba el tabaco, etcĂ©tera. Nada de eso significa que un lĂder que le agrade a los niños, o que le guste la mĂşsica clásica o que pretenda regular el consumo de tabaco vaya a ser otro Hitler. Vamos, que hasta el bigote estilo Hitler quedĂł arruinado para siempre por la asociaciĂłn con el tirano.
¡Su bigote es como el de Hitler! ¡Debe ser nazi! |
Claro, hay algunas cosas relacionadas con Hitler que no son irrelevantes. Obviamente, el racismo, el nacionalismo, la homofobia, el militarismo. Si un gobernante empieza a querer culpar de todos los males del mundo a un grupo minoritario y marginado para perseguirlo y oprimirlo aĂşn más, es momento de prender las alarmas y recordar que Hitler hizo lo mismo. De igual forma si un gobernante empieza a censurar contenidos que no le gustan y a ordenar que se prohĂban y quemen libros. Aunque claro, todo ello serĂa alarmante no tanto porque Hitler lo hizo como porque son cosas negativas en sĂ mismas, pero no está demás recordar que esas actitudes son capaces de llevarnos a un abismo hitleriano.
Los nazis ganaron el poder en Alemania electoralmente, no mediante golpes de Estado o revoluciones, y el fĂĽhrer se ayudĂł mediante una campaña publicitaria que fue prácticamente el momento fundador del marketing polĂtico. Eso no significa que todo polĂtico que recurra a estrategias mercadolĂłgicas intensivas y muy bien planeadas sea un nuevo Hitler, pero sĂ nos hace mantenernos en alerta y nos invita a recordar que si no nos ponemos buzos una buena campaña publicitaria nos puede hacer votar por Hitler.
En MĂ©xico y en AmĂ©rica Latina en general somos muy chairos y Hitler no nos impresiona ni nos importa tanto. Nosotros tenemos otro villano favorito: los gringos. Los mexicanos aceptan por de fault que los gringos son los malos y de ahĂ nos viene el pensar que todo aquĂ©l que sea enemigo de los gringos, ya sean gobiernos tiránicos como el de Rusia, Corea del Norte o Irán, son "los buenos". TambiĂ©n culpan a los gringos de todo lo que pasa, especialmente si le pasa a alguien que no se lleva bien con ellos: las guerras en Medio Oriente, la muerte de Chávez, el tsunami en Asia, las protestas en Ucrania, Pussy Riot... En fin, y todo sĂłlo basándose en que los pinches gringos son bien pinches malos, aunque no sepan una mierda de historia o geopolĂtica. A esto me gusta llamar el argumento ad gringum: si tiene algo que ver con los gringos (aunque sea de lejitos) es malo, si se opone a los gringos es bueno, y si algo pasa que podrĂa convenirle a los gringos de alguna manera muy remota, seguro fueron ellos.
LA FALACIA NATURALISTA
Ăšjule, Ă©sta es de las GRANDES. Tanto, que podrĂa escribir una entrada completa sobre ella, pues es una de las más comunes y que más afecta nuestro pensamiento y nubla nuestro buen juicio. Voy a tratar de sintetizar lo más posible. La falacia naturalista consiste en juzgar que algo es bueno, correcto, adecuado (ya sea para la salud, ya sea moralmente) basándose sĂłlo en que es "lo natural".
En su faceta de "es bueno para la salud porque es natural" podemos encontrar esta falacia en los remedios naturales, alimentos orgánicos y otras cosas que venden para engatuzar a gente bien intencionada.
Miren ustedes, no es que la naturaleza humana no cuente para nada a la hora de decidir si algo es bueno para nosotros o no. Por ejemplo, por naturaleza tenemos que comer y dormir, asĂ que no serĂa bueno para nuestra salud dejar de hacerlo. Y por naturaleza algunas substancias nos hacen daño, como el cianuro. El cianuro es natural, en el sentido de que se encuentra en la naturaleza (en microorganismos, plantas e insectos). El cianuro nos puede matar, como bien se sabe. Peeeero, aquĂ lo importante es que puede matarnos sin importar que provenga de una fuente natural o que haya sido sintetizado en el laboratorio.
De todas las "medicinas alternativas" del mundo y de la historia, la Ăşnica que ha demostrado su efectividad es la herbolaria, y esto tiene sentido porque las plantas y hongos tienen substancias que afectan para bien o para mal el organismo humano. Lo que no tiene sentido es asumir que si dichas substancias provienen de la planta como es encontrada en la naturaleza deberán ser mejores para la salud que si provienen de un laboratorio y han sido sintetizadas para ser tomadas en una tableta. Por ejemplo, la aspirina, o ácido acetilsalicĂlico, fue descubierta por primera vez en la corteza de un árbol y despuĂ©s sintetizada para poder tomarla en forma de medicamento. Ir y masticar la corteza del árbol no te va a quitar mejor la cruda que tomar un par de aspirinas. De hecho, será menos eficaz, porque en las pastillas la substancia activa ya está concentrada y medida para lograr el efecto deseado.
El mejor ejemplo de esta falacia se encuentra en la oposiciĂłn a los alimentos transgĂ©nicos. Como decĂamos, nuestro cuerpo por naturaleza ha evolucionado de forma en que algunas substancias le hacen bien o mal, pero no importa si dichas substancias provienen de la naturaleza o no. Por ejemplo, el betacaroteno es un compuesto que se encuentra en las zanahorias y otros vegetales y frutos. Es importantĂsimo para la dieta humana: reduce el riesgo de ataques cardiacos, es un antioxidante, ayuda a la vista y aumenta la eficiencia del sistema inmunolĂłgico, aunque, como todo, en exceso es malo. Ahora bien, lo importante es cuáles son los efectos de esa substancia en el organismo humano, no de dĂłnde proviene. AsĂ sea que provenga de las zanahorias "naturales" (que en realidad son producto de muchos siglos de selecciĂłn artificial) o de arroz genĂ©ticamente modificado, el betacaroteno es esencial para nuestra salud.
Pero muchos antitransgénicos se oponen a los organismos genéticamente modificados con el argumento de que no son naturales, y si no son naturales deben ser malos. Es decir, no les importa saber cuáles genes fueron modificados en cuáles organismos, qué substancias se encontrarán en éstos y cómo afectan estos compuestos al cuerpo humano. No, el crimen de haber modificado algo en la naturaleza es suficiente para considerar que este algo es no sólo malo para la salud, sino maligno.
Los compuestos quĂmicos: no importa si son de origen natural como en esta manzana, o fueron sintetizados en un laboratorio: lo que importa es su efecto en nuestra salud. |
Muchas cosas de las que hacemos no son naturales, desde usar zapatos hasta lavarnos los dientes, desde construir casas con agua corriente y electricidad hasta comer alimentos cocinados. Pero para saber si son buenas para la salud o no, el sĂłlo decir "es natural" o "no es natural" no cuenta como argumento porque no nos dice nada. En todo caso, se deberĂa estudiar cada cosa y saber quĂ© efectos produce en nuestro organismo, sin importar si origen es natural o artificial.
En su faceta como falacia Ă©tica, se sostiene que lo que sucede en la naturaleza es lo correcto, moralmente hablando. El ejemplo más brutal de esta falacia se encuentra en la historia del darwinismo social y la eugenesia: si en la naturaleza los más fuertes sobreviven y lo dĂ©biles mueren quitando sus malos genes de nuestra poblaciĂłn, eso debe ser lo correcto, por lo tanto hay que permitir que esto suceda. AsĂ, no hay que ayudar a los dĂ©biles, ni a los enfermos, ni a las "razas inferiores", porque eso serĂa contra natura.
Esta visiĂłn falaz se dio por una mala interpretaciĂłn de la teorĂa de la selecciĂłn natural de Darwin, quien nunca apoyĂł el darwinismo social y quien sĂłlo explicĂł lo que sucede en la naturaleza, no lo que debe ser una norma moral para los seres humanos. Esta misma idea torcida y pervertida del darwinismo no tiene que llegar a extremos como los campos de exterminio nazis o las campañas de esterilizaciĂłn humana en los Estados Unidos de principios de siglo; se expresa tambiĂ©n en la idea de que no hay que ayudar a los pobres porque si están asĂ es que han sido menos aptos para desarrollarse en un sistema de libre competencia, el cual está bien porque es como la naturaleza, donde todos compiten y sĂłlo los más aptos triunfan.
En la naturaleza no existe democracia, ni equidad de gĂ©nero; la naturaleza es violenta (diversos animales practican la guerra, el canibalismo y el infanticidio) y a la mayorĂa de los seres vivos sĂłlo les interesa comer, coger y sobrevivir. Pero eso no significa que tengamos que vivir asĂ. Afortunadamente somos seres racionales capaces de pensar en lo que nos conviene y lo que no. Nuestros impulsos naturales pueden hacernos querer golpear a un imbĂ©cil que nos hace enojar, pero como seres racionales podemos concluir que eso no serĂa correcto y nos contenemos. Por naturaleza tendemos a buscar el beneficio propio y, cuando mucho, el de nuestros familiares (porque comparten nuestros genes), pero como seres racionales podemos comprender la conveniencia de buscar el bien comĂşn. Tenemos impulsos que nos llevan a la agresiĂłn y al egoĂsmo, pero tambiĂ©n por naturaleza tenemos impulsos que nos permiten negociar y cooperar, y como seres racionales podemos elegir los que más nos convienen y crear las condiciones en que Ă©stos puedan florecer.
No es que la naturaleza humana sea por completo irrelevante en cuestiones morales. De hecho, puede llegar a ser muy relevante. Por ejemplo, somos animales sociales que encuentran satisfacciĂłn en la interacciĂłn con sus congĂ©neres; asĂ, serĂa inmoral condenar a las personas a la completa soledad. Si por naturaleza los pubertos y adolescentes de nuestra especie tienden a masturbarse, serĂa cruel torturarlos con ideas de pecado y efectos secundarios inexistentes. Si por naturaleza hemos evolucionado para comer carne y Ă©sta forma parte de una dieta saludable (más info aquĂ), serĂa absurdo tratar de imponer el veganismo para toda la humanidad, incluso si hay algunas personas a las que les ve bien viviendo asĂ. Si por naturaleza los cada individuo humano nace con diferentes aptitudes, capacidades y rasgos de personalidad, tratar a todos como si fuĂ©ramos lienzos en blanco o masilla Play-Doh que se puede moldear a la voluntad de un sistema ideolĂłgico sĂłlo llevarĂa al desastre y al sufrimiento de miles de personas.
La homosexualidad se da en la naturaleza, y si algunas personas nacen con la caracterĂstica de sentirse atraĂdas sexualmente, y aĂşn más, de amar sĂłlo a otras personas de su mismo sexo, entonces serĂa altamente inmoral negarles la posibilidad de buscar el amor libremente. Pero si resultara que la homosexualidad es de hecho una elecciĂłn libre y consciente, aĂşn asĂ serĂa algo completamente respetable pues en sĂ no tiene nada de malo, porque ultimadamente el argumento de "no es natural" carece de importancia ante cuestiones como "es practicada por adultos conscientes y no le hace daño a ninguno de ellos ni a terceros".
Sobre la falacia naturalista en su variante "si es natural es bueno para la salud" escribĂ una parodia aquĂ. Sobre la idea falaz de que "todo en la naturaleza es moralmente bueno", escribĂ una breve reflexiĂłn aquĂ.
LA FALACIA MORALISTA
Es el gemelo malvado de la falacia naturalista. Si Ă©sta consiste en confundir lo que es con lo que debe ser, la falacia moralista consiste en tomar lo que se considera como moralmente bueno y asumir que por ello es lo natural, o sea confundir lo que debe ser con lo que es.
Por ejemplo, las religiones judeo-cristianas considera a la masturbación un acto inmoral. Ello los hace imaginar que la sana práctica de Onán tiene consecuencias funestas para la salud humana: desde la provervial ceguera hasta graves problemas nerviosos.
Los veganos consideran que comer productos de origen animal es inmoral, lo cual es una postura muy respetable. Es problema cuando algunos de ellos saltan a la conclusiĂłn de que tambiĂ©n es dañino para la salud, inventándose toda clase de consecuencias imaginarias. Obviamente todo en exceso es malo, y es cierto que comemos más carne de la que deberĂamos, pero eso no quita que los alimentos de origen animal sean parte de una dieta saludable. A esto, algunos veganos hacen una extrapolaciĂłn aĂşn más radical: "comer carne no es natural", sino que fue un "invento reciente" y que "el ser humano es herbĂvoro por naturaleza". Se trata de una nociĂłn absurda que se opone a todo lo que sabemos sobre anatomĂa y evoluciĂłn humana (llevamos millones de años comiendo carne, incluso desde antes de ser Homo sapiens), pero que ellos repiten una y otra vez, con la Ăşnica base de que consideran el consumo de carne como un acto inmoral (mis pensamientos al respecto aquĂ).
Otra forma en la que se manifiesta esta falacia en la romantizaciĂłn de la naturaleza, en la que todos los seres viven en paz y armonĂa (lo cual no es cierto) o en el mito del Buen Salvaje. Lo que sucede es que nosotros aspiramos a construir una sociedad justa, pacĂfica y equitativa, lo cual es muy loable y necesario, pero cometemos el error al querer buscar las bases de ese ideal en la naturaleza. Los animales se matan y depredan entre sĂ todo el tiempo, y nunca existiĂł el "buen salvaje": las sociedades tribales de cazadores-recolectores son terriblemente violentas y un alto porcentaje de sus varones muere en actos bĂ©licos, mientras que el rapto y la violaciĂłn son muy comunes. Y la vida de los hombres prehistĂłricos estaba muy lejos de ser un paraĂso (leer aquĂ).
AD CONSECUENTIAM
En un capĂtulo de la serie House, cuando nuestro buen Greg está buscando nuevos patiños para su equipo mientras trata de resolver la enfermedad misteriosa del dĂa (sabemos que no lo hará sino hasta los Ăşltimos cinco minutos, porque cada capĂtulo de esa serie es igual al anterior). Una de sus candidatas es una joven doctora de la sala de emergencias. La verdad no me acuerdo de quĂ© iba la trama, asĂ que no me hagan mucho caso, pero recuerdo bien que House le describe a la joven doctora los sĂntomas del paciente y ella enumera algunas opciones. House le pregunta "¿por quĂ© no la enfermedad X?" No recuerdo el nombre, pero era una condiciĂłn sin cura, a lo que la doctora responde "Porque eso significarĂa... que no tiene salvaciĂłn." La joven doctora estaba buscando opciones que dejaran una esperanza de supervivencia para el paciente; sin quererlo, suprimiĂł la opciĂłn que no daba lugar a esperanzas. Ella estaba cometiendo una falacia ad consecuentiam.
Se trata de elegir una opción como verdadera o descartarla como falsa, sólo basándonos en si deseamos o tememos las consecuencias de que esa opción sea verdadera. En la vida diaria el "seguro que todo está bien", nos sirve para autoengañarnos y no aceptar la probabilidad de algo malo pueda estar sucediendo, porque la opción de que lo malo sea verdad nos asusta demasiado. Pero cuando algo es real, es real sin importar que nos gusten las consecuencias de ello.
Por ejemplo, muchĂsimos negacionistas del cambio climático son libertarianos, randianos o anarcocapitalistas que creen que lo mejor para el mundo es la mĂnima o nula intervenciĂłn del gobierno en los asuntos econĂłmicos y empresariales. Si existe un cambio climático provocado por la actividad humana, entonces el Estado tendrĂa que intervenir regulando la actividad industrial [leer aquĂ y aquĂ]. Como ellos odian ese prospecto, no les queda más que negar que existe un cambio climático. Más aĂşn, llegan a la conclusiĂłn opuesta: que la nociĂłn de un cambio climático es un fraude de los estatistas que quieren un gobierno más fuerte facultado para intervenir en la economĂa. Las evidencias cientĂficas del cambio climático los tienen sin cuidado, porque lo que temen son las consecuencias de que sea verdad. Pero un hecho es un hecho sin importar que nos gusten o no sus consecuencias.
Desde la izquierda, el paradigma del Ăşltimo siglo ha sido asumir que todos los seres humanos nacemos en blanco, y que por tanto tenemos las mismas capacidades, mientras que la personalidad, la inteligencia, los gustos y otros rasgos como la orientaciĂłn sexual pueden no son innatos, sino moldeados por la cultura, la educaciĂłn y el medio ambiente. Pero las investigaciones recientes demuestran que no es asĂ, sino que hay un fuerte (aunque está lejos de ser determinante) factor genĂ©tico que influye en todos esos rasgos: personalidad, inteligencia, orientaciĂłn sexual; o sea, no nacemos todos iguales como lienzos en blanco.
Estos descubrimientos encuentran mucha resistencia porque se teme a las consecuencias de que sean verdad: si no somos exactamente iguales, el ideal Ă©tico de la equidad (de gĂ©nero, de razas, de clases sociales) quedarĂa en peligro. La buena noticia para los izquierdistas (entre los que yo me cuento, por cierto) es que este descubrimiento no tiene que afectar para nada el objetivo de construir una sociedad equitativa: sin importar caracterĂsticas como la inteligencia o la orientaciĂłn sexual, todos merecemos los mismos derechos, las mismas oportunidades y el mismo respeto porque somos humanos, y aunque seamos diferentes en lo superficial, somos iguales en lo importante.
LA FALACIA ETIMOLĂ“GICA
Es una falacia muy chistosa y bastante boba que consiste en tomar como argumento el significado etimolĂłgico de una palabra. La etimologĂa de "etimologĂa" es etymos = verdadero, logos = palabra, sufijo -Ăa = ciencia o arte. EtimolĂłgicamente, la etimologĂa serĂa la ciencia o arte del verdadero significado de las palabras. En la realidad, la etimologĂa de una palabra puede ser muy ilustrativa, pero no necesariamente nos revela el significado verdadero de la misma, sobre todo teniendo en cuenta que los significados cambian con el uso y con el tiempo. Querer, además, argumentar sobre la realidad basándose en la etimologĂa de una palabra es muy estĂşpido.
Un ejemplo clásico lo tenemos en quienes se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo. Uno de los argumentos suele ser que como la palabra matrimonio viene del latĂn mater que significa "madre", entonces es impensable que pueda haber matrimonios sin que hubiera una madre (lo cual harĂa que las parejas sin hijos no contaran como matrimonios, pero que las parejas de lesbianas con hijos sĂ, jo). Desde luego que el argumento es estĂşpido y falaz, porque el origen de una palabra hace dos mil años no tiene por quĂ© determinar las reglas de nuestra sociedad actual. Algunos de estos sofistas piden que a la uniĂłn legal de parejas del mismo sexo se les llame de otra forma, pero no "matrimonio", incluso hasta con los mismos derechos; tanto miedo les da la desacralizaciĂłn de esta palabra.
La palabra rival, que significa "adversario" o "enemigo", viene de rivus = rĂo, y el sufijo -al, que indica relaciĂłn. Se referĂa originalmente a "el que vive del otro lado del rĂo". En tiempos primitivos en los que las sociedades se organizaban en tribus, la que vivĂa más allá del rĂo era una tribu competidora o incluso enemiga. Pero en nuestros tiempos la palabra rival ya no tiene ese sentido etimolĂłgico.
El adjetivo ciclĂłpeo significa "gigantesco". Viene de kyklĂłs = cĂrculo, ops = ojo y el sufijo -eo, que indica similitud. EtimolĂłgicamente significarĂa algo asĂ como "parecido a un ojo redondo". Lo que pasa es que la palabra cĂclope signfica "ojo redondo", porque estos seres mitolĂłgicos tenĂan un solo ojo circular en medio de la frente. La otra caracterĂstica de estos bichos es que eran gigantescos. De ahĂ que la palabra ciclĂłpeo no tenga nada que ver con los ojos ni los cĂrculos sino con un tamaño colosal. Entonces, como vemos, las palabras no tienen que quedarse con su origen etimolĂłgico, sino que su significado va evolucionando con el tiempo. Cualquiera que quisiera argumentar que si alguien no vive del otro lado del rĂo no puede ser tu rival, o que no puedes llamar ciclĂłpeo a un monumento porque no tiene ojos redondos, quedarĂa como un idiota.
Sin relaciĂłn con Scott Summers |
Otro ejemplo de esta falacia es el clásico "no podemos ser objetivos, porque somos sujetos no objetos". A eso se debe responder, "felicidades mi sagaz amigo, acabas de reducir una compleja cuestiĂłn de epistemologĂa a un asunto de etimologĂas, resolviendo incontestablemente el problema; de seguro te sientes muy inteligente ahora".
Los ejemplos para cada uno de estos tipos de falacias son muchĂsimos y no puse todos los que me vinieron a la mente porque de lo contrario el post habria sido interminable. SĂłlo recuerden, cuando se topen con alguien que les salga con alguna de estas burradas, las respuestas adecuadas son cualquiera de estas tres:
-Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
-No confundas la gimnasia con la magnesia.
-¿QuĂ© tienen que ver el culo con las tetas?
2 comentarios:
Me has hecho reĂr mucho y tambiĂ©n pensar Ego. Eso se agradece.
Un par de cosas: confiesome culpable de sacar de sus casillas a vegetarianos con el tema de Hitler, por el puro placer de ver sus caras (Claro, yo también practique el vegetarianismo por una temporada, asi que no siento tanta culpa, se de que se trata). Nunca he tratado el tema de los animales o lo del tabaco, pero siempre les recuerdo a todos lo innatural de las ropas. Me has abierto nuevos campos de diversión. Gracias.
Con respecto a la postura darwinista del nazismo, he leĂdo por ahĂ que Hitler en realidad no usaba el texto de Darwin como base para su teorĂa sino que respondĂa más bien a una idea de base religioso-mĂtica. BuscarĂ© el link (lo tengo bajo una torre de favoritos en la barra de enlaces) para enviártelo porque era todo un estudio que hacĂa un tipo analizando "Mi lucha" y la justificaciĂłn de Hitler a sus ideas.
Volviendo al tema de lo natural, te recomiendo que veas el segundo capĂtulo de cosmos, que enseña la evoluciĂłn de los perros, de la mano del hombre. Tambien hay que recordar que ademas de los perros, ninguna planta o animal domestico existĂa de forma natural, previo al desarrollo de la agricultura. Bah, pero estas son cosas que tu (asumo) ya sabes, disculpa. Me desvie del tema.
Solo me queda felicitarte, tu blog es de una gran ayuda. Lo releere varias veces. Pero ahora debo tomar un aviĂłn. Nos leemos.
Muy atinado incluir el Ad Hitlerium. Es algo tan ciclado en la gente que agota el solo verles usarlo.
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