De los godos a las góticas VIII: Culturas góticas - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 17 de diciembre de 2021

De los godos a las góticas VIII: Culturas góticas


¡Alto! Antes necesitas leer el capítulo anterior, sobre la Música Gótica. O, mejor aún, lee completa nuestra serie De los Godos a las Gótcas desde el principio, porque ésta es la culminación de un recorrido que nos ha llevado a conocer la historia de lo Gótico a través de veinte siglos.

 

A la memoria de Anne Rice (1941-2021)

 

A principios del primer milenio de nuestra era, un pueblo germánico inició un largo movimiento migratorio que lo conduciría desde el sur de la península escandinava hasta las costas del Mar Negro. Esto llevó a estas gentes a enfrentarse con los romanos, quienes los llamaron gothi, godos, y finalmente a destruir el Imperio Romano. Casi dos mil años más tarde, un movimiento contracultural juvenil surgido alrededor de la música post-punk en los barrios de clase trabajadora de las ciudades inglesas recibió de la prensa el nombre de goths. Cómo se relacionan unos con los otros es lo que hemos estado explorando a lo largo de esta innecesariamente luenga serie. Hoy llegamos, así lo espero, al final del recorrido.

 

Éste es el capítulo que me resultó más difícil y que requirió más investigación, porque es el tema del que más ignoraba. Existen muchos malos entendidos y mitos formados alrededor de la subcultura goth (algunos bastante ofensivos), y las fuentes que son ajenas al movimiento suelen entender las cosas muy mal. La única forma de evitar las distorsiones es evitar a los intermediarios (eso incluye a su seguro servidor) e ir directamente a las fuentes para escuchar lo que los goths tienen que decir. Yo tengo demasiada ansiedad social como para, ya saben, hablar con humanos, pero sí me puse a escuchar y leer a los goths; espero haberlo hecho bien y que nadie se ofenda y me mande una maldición.

 

Capítulo Ocho
Culturas Góticas


Lean estos fragmentos y adivinen de qué cultura juvenil está hablando el autor:

 

“La primera aplicación que mi sobrino creyó debe hacer de adquisición tan importante, fue a su propia física persona, esmerándose en poetizarla por medio del romanticismo aplicado al tocador. Porque (decía él) la fachada de un romántico debe ser gótica, piramidal y emblemática.

 

En busca de sublimes inspiraciones, y con el objeto sin duda de formar su carácter tétrico y sepulcral, recorrió día y noche los cementerios y escuelas anatómicas; trabó amistosa relación con enterradores y fisiológicos; aprendió el lenguaje de los búhos y las lechuzas; encaramóse a las peñas escarpadas, y se perdió en la espesura de los bosques; interrogó las ruinas de los monasterios y las ventas (que él tomaba por góticos castillos); examinó la ponzoñosa virtud de las plantas, e hizo experiencia en algunos animales del filo de su cuchilla, y de los convulsos movimientos de la muerte.”

 

Adivinaron (¿o no?): está burlándose del Romanticismo. El autor es Mesonero Romanos, un periodista del siglo XIX, quien, en aquellas líneas, con la clásica actitud del adulto que mira con desdén las tonterías de los mozalbetes, nos cuenta del “carácter tétrico y sepulcral” de moda entre algunos jóvenes de su época. Jóvenes tétricos y sepulcrales veríamos aparecer una y otra vez a lo largo de las décadas, con diferentes nombres y estilos, pero siempre bebiendo, lo supieran o no, de las fuentes del Romanticismo gótico.

 

A. LIBERAD A LOS MURCIÉLAGOS

 


En el capítulo anterior vimos el surgimiento y desarrollo de la música conocida como goth rock y sus subgéneros a partir de la escena post-punk en la Inglaterra de finales los 70 y principios de los 80. Pero, ¿por qué se le empezó a llamar goth, la palabra que en inglés se usa para referirse a los godos? ¿Y qué tanto se relaciona con la tradición gótica que hemos estudiado en esta serie?

 

Las respuestas a la primera pregunta son variadas. Fueron los periodistas y críticos musicales quienes, ya a finales de los 70, empezaron a usar el adjetivo “gótico” (gothic) para describir la música que bandas post-punk como Siouxsie and the Banshees y Joy Division estaban creando. La palabra se usaba como descriptivo, no como el nombre de un género, y las bandas de esa primera generación no la adoptaron.

 

En una entrevista de 1979 entre los miembros de Joy Division y la periodista Mary Harron, ella los describió como “gótico del siglo XXI”. En esa misma entrevista, el guitarrista Bernard Albrecht dijo que su película favorita era Nosferatu y comparó la atmósfera del filme con la de su propia música. Por su parte, el productor de la banda, Martin Hammett, describió su música como “bailable, con tonos góticos”.



En 1977 se inauguró en la ciudad de Leeds el local conocido como F-Club. En un principio orientado al punk y al post-punk, se considera éste un sitio sagrado para el goth, pues muchas bandas emblemáticas, nacidas en aquella ciudad industrial del norte de Inglaterra, dieron sus primeros toquines entre sus paredes.

 

El club fue fundado por el promotor musical John Keenan, quien decidió apuntar todavía más alto e iniciar un festival musical de amplia envergadura, Futurama, iniciado en 1979. Grandes bandas punk, post-punk, new wave, industrial y goth tocaron en las distintas ediciones del festival, entre 1979 y 1983. Es decir, fue en Leeds donde la escena punk y post-punk evolucionó al goth. Reportando sobre la última edición, la prensa local se refirió a Leeds como una “Ciudad Gótica” (Gothic City), y Keenan se atribuye el haber sugerido tal mote a los periodistas.

 

Ian Astbury, vocalista de Southern Death Cult, en por lo menos un par de entrevistas (una de 1994 y otra de 2009) ha revelado una curiosa anécdota. Cuenta que, a principios de los 80, su amigo Andi Sex Gang, el cantante de Sex Gang Children, vivía en un viejo edificio victoriano, un complejo de apartamentos llamado Visigoth Towers, en Brixton. Andi amaba la música de Edith Piaf y otra que Asbury califica como “macabra”, se vestía de forma extravagante “como un fan de The Banshees” y solía tener las cortinas de su departamento siempre cerradas. Eso le ganó que sus amigos lo llamaran Gothic Goblin y Count Visigoth, y a su horda de seguidores, goths, godos. Según Astbury, le compartieron el chiste local a algún conocido que escribía sobre música y éste usó por primera vez goth para referirse al nuevo estilo y a la subcultura juvenil que se estaba desarrollando a su alrededor.

 


Me gusta esta anécdota porque conjuga un montón de elementos relacionados con la historia de lo gótico: lo oscuro y macabro en los excéntricos gustos de Andi, el estilo de vestimenta y cabello popularizado por Siouxie and the Banshees, la torre victoriana y hasta las referencias a los antiguos godos, tanto en el nombre del edificio como en el mote puesto a los seguidores del músico. Así, parece ser que el nombre tiene un origen múltiple, pero que definitivamente se relaciona con lo gótico y, aunque fuera en broma, con los antiguos godos.

 

¿Y qué tan gótico era el goth realmente? Recapitulemos: Bauhaus inició el goth con una canción dedicada a Bela Lugosi, legendario por su interpretación de Drácula. Ya habíamos hecho notar que Siouxsie and the Banshees tomaron su nombre de una película de horror gótico con Vincent Price, y que el videoclip de una de sus canciones más famosas, Spellbound, fue grabado donde se filmaron las películas de Hammer. El negro y el maquillaje cadavérico no son casualidad, ni menos otros símbolos relacionados con la muerte. Aun cuando la música y las letras de las canciones goth no siempre son macabras, sí tienen un halo de melancolía que las hermana con el arte y la poesía del Romanticismo. Como dije en un capítulo previo, el Romanticismo fue el primer movimiento contracultural; el goth es su bisnieto.

 

En 1982 abrió sus puertas el legendario club Batcave en Londres, ex profeso para albergar a la subcultura goth, que ya se había establecido como algo aparte, con su propio sonido y estética. Un murciélago figuraba en la portada del primer disco de Bauhaus; las fans de The Banshees usaban pendientes en forma de quirópteros; una de las primeras canciones proto-goth fue Release the Bats (1981) de The Birthday Party… El murciélago, uno de los símbolos por excelencia de la tradición gótica, lo ha sido del goth desde un inicio, tanto que hasta la fecha alguien nuevo en la subcultura es llamado baby bat.

 


La película de vampiros El ansia (1983) fue muy popular en la escena goth. La canción Bela Lugosi’s Death forma parte del soundtrack, y el creador de la revista más importante del goth, Propaganda, la cita como una inspiración.

 

En la segunda oleada de goth, de finales de los 80 y principios de los 90, tenemos conjuntos como Nosferatu y London After Midnight, que se llaman como clásicas películas del expresionismo gótico; o artistas como Anna-Varney Cantodea, la vocalista de Sopor Aeternus, quien tomó su nombre de la novela Varney, el vampiro. Fields of the Nephilim usó ampliamente símbolos ocultistas en las portadas de sus álbumes y las letras de sus canciones se inspiraron en religiones antiguas, la obra de H.P. Lovecraft y el pensamiento esotérico de Aleister Crowley (volveremos a él más adelante). Andrew Eldritch, a pesar de todo su reniegue del goth, adoptó como nombre artístico el adjetivo más lovecraftiano de todos.

 

Como ven, la tradición gótica sí estaba en el ADN cultural de las primeras bandas de goth, pero también lo estaban el punk y la música electrónica, el arte y la literatura de vanguardia, y la filosofía existencialista. La subcultura goth surgió alrededor del movimiento musical; la apreciación del cine, la ficción y el arte góticos era algo más bien secundario. Sin embargo, esto fue evolucionando, sobre todo en la década de los 90.

 

B. ENTREVISTA CON LOS VAMPIROS

 


El goth había retrocedido hacia el underground a principios de los 90, pero eso no significa que hubiera muerto; era simplemente que el mainstream no le prestaba atención. Clubes y comunidades goth siguieron existiendo y creciendo durante esa década. De hecho, la subcultura se globalizó, y podía encontrarse una variante de la escena goth en cualquier ciudad lo suficientemente grande.

 

Según he podido aprehender de los testimonios de goths que llegaron a la subcultura en los 90, la experiencia podía ser muy distinta según vivieran en grandes ciudades cosmopolitas, o en comunidades más pequeñas. En una gran ciudad se podía tener contacto directo con la escena goth, en clubes, bares, tiendas de música, conciertos y festivales. En estos lugares una generación goth pasó directamente la estafeta a la siguiente.

 

Pero en una ciudad pequeña, especialmente si no estaba en el norte global, el primer contacto con la cultura tenía que haber sido diferente. La música no era tan fácil de conseguir, y aunque se pudieran encontrar los discos de las bandas más famosas, como The Cure, en una tienda promedio, ello no implicaba que hubiera una escena goth propiamente dicha en la localidad.

 


Entonces, lo que sucedía más bien era que chicos y chicas con ciertas sensibilidades descubrían una fascinación por algún producto cultural relacionado con lo gótico. Podían ser las películas de terror, los cuentos de Edgar Allan Poe o la filmografía de Tim Burton. Quizá vieran a algún personaje como Lydia Deetz (Winona Ryder en Beetlejuice, 1988), Merlina y Morticia Addams (Christina Ricci y Anjelica Houston en Los locos Addams, 1991) o Nancy Downs (Fairuza Balk en Jóvenes brujas, 1996) y se enamoraran de su estilo.

 

Sin embargo, creo que, sobre todas las cosas, algo sucedió a principios de los 90 que marcó a la chaviza de aquel entonces: aparecieron Bram Stoker’s Dracula (1992) y Entrevista con el vampiro (1994). Este par de cintas revivieron el gótico en una época en la que parecía haber desaparecido, y además le dieron un glamour y un sex-appeal como nunca se había visto hasta entonces. Aún en el poco probable caso de que los jóvenes conocieran las películas de Hammer y Universal (eran difíciles de conseguir antes de la era del DVD), éstas no podían compararse en cuanto a la calidad de su producción y lo ultramundano de su estética con las nuevas iteraciones. Los libros de Anne Rice ya eran populares y Drácula es parte de cualquier biblioteca, pero las adaptaciones cinematográficas los catapultaron a una fama hasta entonces desconocida y los hicieron el objeto de veneración de nuevas generaciones. Su éxito fue tan descomunal que hasta detonó el inicio de la subcultura vampírica, a la que volveremos más adelante.

 

Dependiendo de si estaban llegando a la adolescencia a principios o finales de los 90, las referencias de los chavales podían ser distintas. Algunos goths, por ejemplo, cuentan haber iniciado maquillándose como el personaje de Brandon Lee en El Cuervo (1994). A mediados de la década Marilyn Manson ya estaba escandalizando a las buenas consciencias desde MTV, y aunque, como vimos, su música no es goth, sí fue la puerta de entrada de mucha chaviza que después encontraría la subcultura. Baby bats de principios de los dosmiles citan a Evanescense como uno de sus primeros acercamientos, y otros a películas como Inframundo (2003). Vaya, me he topado con chavitas góticas jovencísimas que dicen que su primera inspiración fue Mavis de Hotel Transilvania (2012).

 


Como en el discurso mainstream todo lo oscuro equivale a goth, ha sido común que estos chavalillos se identificaran como tales, incluso sin saber gran cosa de la escena goth original. Pero sucedió que algunos de estos baby bats fueron más allá y en su búsqueda se toparon, a veces en vivo pero más probablemente en línea, con la auténtica cultura goth y la música que la originó.

 

Para muchos baby bats, especialmente a partir de la segunda mitad de los 90, Internet fue la clave. En la época antes de las redes sociales, los foros, salas de chat, fanzines digitales y blogs eran las formas en las que una persona podía encontrar información sobre los temas que le interesaran, especialmente si se trataban de cosas que, como el goth, no tenían casi ninguna representación en los medios mainstream. Ahí también se podía encontrar a otras personas con gustos afines para intercambiar ideas, conocimientos y consejos, o hasta entablar amistad y crear comunidades.

 

Para la segunda mitad de los dosmiles todo era mucho más fácil para quien quisiera adentrarse en este inframundo. YouTube y otras redes sociales hacían más sencillo e inmediato dar a conocer música y videos. Aparecieron goths veteranos con sus propios videoblogs para educar a los baby bats en la historia de la subcultura, en la música con sus diferentes estilos y subgéneros, o en los secretos de la moda y el maquillaje.

 


Entonces, las siguientes generaciones de goths han sido muy diferentes a la primera. En vez de ser punks de barrios trabajadores que se fascinaron por una variante gótica de la escena que ya de por sí frecuentaban, los goths de los 90 en adelante fueron a menudo chicos y chicas de clase media que primero se fascinaron por lo gótico y después, al buscar más, encontraron el goth. Los Spracklen, autores de The Evolution of Goth Culture, señalan que los goths contemporáneos (por lo menos en la anglósfera) tienden no sólo a ser clasemedieros, sino tener un nivel educativo más alto que el promedio y en general ser gente leída y escribida. Así, de ser básicamente una subcultura punk con inclinaciones góticas, se convirtió en una predominantemente gótica con ciertas reminiscencias punk.

 

Tan es así, que hoy en día existen blogs y videoblogs de goths que abordan temas que habrían resultado completamente ajenos a sus contrapartes ochenteras, como hacer reseñas de novelas góticas del siglo XVIII, o probar en cámara distintas marcas de ajenjo, bebida más bien de los bohemios del fin de siècle, pero que, como se trata de algo muy de la Era Victoriana, de puro rebote lo relacionan con lo gótico. Y la cosa se pone todavía más rara, confusa y controvertida, pero eso lo veremos en un momento.

 

C. GOTH, GOTHIC, DARK

 


Cada vez que alguien llama “goth” a algo que no lo es, Bela Lugosi emerge de su tumba y mata un gatito negro. Aunque la subcultura goth tiene raíces góticas, esto no significa que cualquier cosa gótica fuera goth. El asunto nos es confuso porque en español tanto gothic como goth (y, como vimos, también Gotham) se han traducido como “gótico”, incluso por los fans del goth en países de habla hispana. La traducción correcta de goth sería “godo”, pero decirlo así estaría bien raro y no creo que a estas alturas la Real Academia Goth vaya a aceptar mi propuesta.

 

Hoy, entre las comunidades goth en línea, se pueden encontrar muchas discusiones acerca de qué cuenta como goth y qué no. Esto ocurre en respuesta a que muchas personas, sobre todo de las nuevas generaciones, se alejan más y más de lo que originó al goth: la música y la escena que se desarrolló a su alrededor. En cambio, personas que sólo se interesan en la moda y la cultura pop reclaman para sí el nombre de goths, aunque sean indiferentes, o incluso rechacen, a la música.

 

Una propuesta conciliadora para solucionar el conflicto ha sido distinguir entre goth, gothic y dark, términos que no son mutuamente excluyentes y muy a menudo se superponen, pero tampoco son sinónimos. Goth sería estrictamente para los fans de la música goth y sus subgéneros, y la cultura desarrollada a su alrededor. Gothic sería para las personas con gusto por lo gótico en general, en el arte, la arquitectura y la ficción, y que expresan esa afición en su forma de vestir, que no necesariamente corresponde con el estilo tradicional goth. Dark o darkly-inclined es el término más amplio, para referirse a quienes gustan de las expresiones culturales que se inclinan hacia lo siniestro y macabro, que no necesariamente es gótico ni goth.

 


Así que no: no cualquier estilo de moda en el que predominen los colores oscuros es goth, ni cualquier señorita voluptuosa vestida de negro es una “goth queen” (¡¿Kendall fucking Jenner?! ¿¡Me están jodiendo?!). Las películas de Tim Burton son a menudo góticas, pero no siempre; y aunque muchos goths las disfruten, en sí mismas no son ejemplos de cultura goth (aunque personajes como Lydia y Edward Scissohands están diseñados claramente para verse como goths). No toda la ficción gótica es de terror ni toda la ficción de terror es gótica. Sólo ser fan del horror o que te gusten los vampiros no te hace goth.

 

Esto no satisface a todo el mundo, sin embargo. Personas a las que los “verdaderos goths” estarían contentos de darles el título de gothic o dark debaten esta clasificación. Muchas de ellas argumentan que “goth” dejó de referirse a la música hace mucho y se ha extendido hacia una gran variedad de gustos e intereses. Si no te gusta la música, dicen, pero sí la moda, el cine, la literatura, los vampiros y la magia, ¿cómo no vas a ser goth? Estas mismas personas sostienen incluso que lo goth se puede aplicar a asuntos del pasado, desde la obra de Poe hasta la moda victoriana.

 

Para los goths tradicionales esto es un sinsentido. Es como querer llamarte punk sin que te guste la música y sólo te interesen los peinados mohawks. O como si te autonombraras otaku, pero nunca vieras anime y sólo es que no quieres bañarte. Querer aplicar retroactivamente el nombre a cosas que existieron antes que el goth es absurdo. Eso a lo que están intentando imponer la etiqueta es simplemente gótico o dark. Si se extirpa al goth de su fundación, corre el riesgo de perder su sentido e identidad.

 


Todo esto es especialmente ofensivo cuando la cultura mainstream está tratando de vender el goth como un atuendo sexi que alguien se puede poner y quitar. Además, hay muchos posers que son unos completos fatuos que nada más se interesan en ropa bonita, sagas juveniles sobre vampiros y coleccionar muñecas de Monster High. Si se les deja apropiarse de la cultura, la reducirán a un fandom consumista como de cualquier friki de centro comercial.

 

Por otro lado, es cierto que las culturas evolucionan constantemente, y que no puedes definir dónde empiezan y dónde acaban. Tanto la música como la moda goth ha recibido a lo largo de las décadas influencias de otros géneros e intereses, sin por ello perder su autenticidad. Lo mismo ha sucedido en sentido inverso. Finalmente, el significado de lo gótico también ha cambiado mucho a lo largo de los siglos, y ni que goth sea tan sagrado como para preservarlo igual por siempre. Al fin y al cabo, ambas expresiones ya tienen poco que ver con los antiguos godos, que es de donde vienen los nombres. Después de todo, la etiqueta fue puesta por los periodistas a raíz de un chiste local entre rockeros.

 

En fin, como asunto es espinoso y aunque como vato blanco cishetero tiendo a pensar que mi opinión es indispensable en cualquier tema, como ajeno a la cultura, mejor me abstengo de ello.

 

D. MITOS Y PREJUICIOS

 


Los medios de comunicación han sido te-rri-bles a la hora de representar a los goths. En películas y series de TV, presentan a personajes supuestamente goths con ropa y música que no es la correcta.  Uno de los estereotipos más comunes es que la chaviza pasa por una etapa goth para luego dejarla atrás al entrar en la vida adulta. Esto puede ser verdad para muchos adolescentes, pero otros tantos no, y siguen formando parte de la subcultura toda su vida, hasta el punto de que hoy tenemos goths sexagenarios. Es sobre todo ofensivo afirmar que uno se vuelve goth tras una ruptura amorosa, como parte de un cuadro depresivo o como expresión de adolescencia conflictiva, y que lo “supera” cuando se resuelve el problema que la desencadenó.

 

El estereotipo de que los goths son amargosos, sombríos, cínicos y demás es falso. Muchas personas goth son alegres, tiernas, extrovertidas y entusiastas. A menudo se les representa como agresivos y violentos, siempre a un paso de volverse locos y arremeter contra la sociedad que los rodea. Incluso se ha querido relacionar a los tiradores escolares (siendo el caso más famoso el de Columbine), con la escena goth, porque para los conservadores siempre será más fácil culpar al arte y entretenimiento que al alienante orden socioeconómico que defienden con sus escapularios. Sin embargo, los goths no suelen ser violentos y, por el contrario, es más probable que sufran de violencia y acoso por parte de la “gente normal”.

 

Parece que hay un mayor porcentaje de personas con depresión y otros padecimientos mentales en la escena goth que entre el público general, pero no hay que confundir las causas con las consecuencias. Más bien es que las personas con estos problemas, o simplemente con carácter melancólico, encuentran pertenencia y acogida en esta subcultura. Las canciones que hablan de la muerte, la depresión o el suicidio no promueven nada de eso, y por el contrario escucharlas y cantarlas puede servir de catarsis para quienes hemos coqueteado con la soga o la navaja.

 


Con su estética marcadamente andrógina y como refugio para individuos que se sienten diferentes, el goth siempre ha dado la bienvenida a las personas de la diversidad sexual (aunque, como siempre digo, cretinos hay en todas partes). Aunque es cierto que hay poca representación de personas racializadas en la escena goth, éstas no se encuentran ausentes y hasta existe un afrogoth.  Es la escena metalera la que ha tenido problemas de violencia, racismo, homofobia y nacionalismo blanco, y aun así hay que decir #NotAllMetaleros.

 

Algunos accesorios de la moda metalera fueron tomados de la escena sadomaso, y a su vez traspasados hacia el goth, cuando ambas culturas comenzaron a retroalimentarse en los 90. Esto no significa que los goths sean todos BDSM, ni mucho menos. Las más de las veces sólo usan esto porque se ve bonito. Pero, como la subcultura es muy abierta a aceptar todas las formas de sexualidad diversas, la bandita sadomaso es más que bienvenida.

 

E. EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS

 


En los 90 hubo una histeria colectiva impulsada por la derecha cristiana en Estados Unidos (pero que se extendió por América Latina) y amplificada por medios de comunicación deseosos de tener rating. Mucha gente creyó o quiso creer que había cultos satánicos por todas partes corrompiendo a los adolescentes para cometer crímenes, consumir drogas o suicidarse, a través de la música rock y metal, los videojuegos y las monas chinas. Marilyn Manson era uno de los cocos favoritos de estos apanicados morales, y por rebote la acusación manchó a los goths, porque los normis no distinguen una cosa de la otra.

 

Algunas personas en la cultura goth pueden estar inclinadas hacia el satanismo, el ocultismo, lo paranormal, la brujería Wicca o el paganismo, pero esto es completamente circunstancial y no forma parte intrínseca del goth. Además, muchas personas sólo adoptan la parte estética, performativa, de estos sistemas de creencias. Después de todo, pentagramas y cruces se ven bonitos. No hay una religión o espiritualidad asociada al goth, y muchas personas incluso pertenecen a cultos monoteístas tradicionales o de plano son ateas. De todas las escenas musicales que hemos estudiado, sólo en el black metal había mucha gente que le entrara seriamente al satanismo.

 

A finales del siglo XVIII, el poeta romántico William Blake reinterpretó a Lucifer, antagonista de El paraíso perdido de John Milton, como un rebelde contra el autoritarismo de Dios. Esta figura se convirtió en una de las más importantes del Romanticismo, un símbolo de subversión y libertad, de búsqueda del conocimiento y de rechazo del orden social existente. ¿No fue Lucifer quien instó a Adán y Eva a comer del Árbol de la Ciencia? Era común que los libertinos románticos, como el famoso Lord Byron, fueran acusados por la sociedad de rendir culto a Satanás. Lo curioso es que el diablo, sus adoradores y la magia negra han tenido presencia recurrente en la ficción gótica, pero casi siempre como antagonistas inequívocamente malvados.

 


Por supuesto, en el rock hay una larga tradición de incluir referencias a Satanás o al Infierno en sus canciones, presentaciones o el arte de sus álbumes. Desde el título de Their Satanic Majesties Request (1967), el álbum psicodélico de The Rolling Stones, pasando por las emblemáticas canciones Highway to Hell (1979) de AC/DC y The Number of the Beast (1982) de Iron Maiden, hasta Antichrist Superstar (1996) de Marilyn Manson. Y eso sin mencionar todo el satanismo, performativo o real, de los grupos de metal extremo, que terminaron convirtiendo al pobre Belcebú en un cliché.

 

En realidad, satanismos hay muchos, y eso sin contar el uso de la figura demoniaca nomás porque está chida. Hay satanismos que son ateos y racionalistas, y toman a Lucifer como un símbolo de rebeldía, individualismo y conocimiento. Otros satanismos son teístas y creen que de verdad existe el Príncipe de las Tinieblas y que sus acólitos pueden hacer magia.

 

Como los cristianos tienden a creer que todo lo que no es su religión equivale a adorar al diablo, confunden el satanismo en sus diferentes variantes junto a otras formas de espiritualidad, como la religión Wicca o el neopaganismo. Pero éstos no tienen nada que ver con aquél, sino que se basan en cultos a deidades y otras entidades supernaturales precristianas.

 


De nuevo, hay un espectro de la intensidad de las creencias. Las brujas pueden ser tomadas como símbolos de empoderamiento femenino ante las opresivas y patriarcales religiones abrahámicas. Los dioses antiguos pueden ser entendidos como representaciones de las fuerzas de la naturaleza, a la que se debe venerar y proteger en vez de explotar. O puede ser que estas personas de verdad crean que pueden lanzar hechizos y que deben adorar a Odín.

 

Aunque muchos de estos cultos reclaman un rancio abolengo, lo cierto es que tienen su origen en interpretaciones medio sacadas del culo que se remontan a, adivinaron, la Era Victoriana. Después explotarían con el boom de esoterismo de la Nueva Era que iniciaron los malditos hippies, y cuyos vergonzosos ecos podemos sentir hasta la fecha cada vez que una morra básica te quiere sacar tu carta astral.

 

El caso es que en la Era Victoriana hubo un renacimiento del interés por el ocultismo y la magia, y surgieron distintas sociedades secretas dedicadas a la investigación de lo paranormal, como la Orden Hermética de la Aurora Dorada, a la que pertenecieron autores del gótico como Bram Stoker, Arthur Machen, Algernon Blackwood y Sir Arthur Conan Doyle. También estuvo por ahí, antes de ser expulsado, Aleister Crowley, quizá el ocultista más famoso de los últimos siglos, y cuyos escritos esotéricos y vida licenciosa siguen siendo fuente de inspiración para muchas personas, incluyendo muchos artistas y creadores en las varias culturas góticas.

 


F. TRIBUS, ESTILOS Y GÉNEROS RELACIONADOS

 

Discutido todo lo anterior, retomemos nuestra historia donde nos quedamos, a inicios del siglo XXI. Distintos géneros musicales, movimientos estéticos y estilos de moda se han desarrollado desde entonces. La confusión del goth con otras expresiones góticas y oscuras sigue dándose a ojos del público general, y lo cierto es que muchos espacios, desde bares locales hasta grandes festivales, sirven como punto de encuentro de los goths con otras tribus urbanas. Éstos son algunos de los términos que vale la pena conocer y aprender a distinguir, aunque sea de forma superficial:

 

Trad goth: Es el estilo de música y aspecto que corresponde al goth clásico nacido en los ochenta. No es que no haya habido cambios desde entonces, pero procura mantenerse fiel a sus raíces en el punk. La facha clásica incluye prendas negras (a menudo de cuero); maquillaje blanco, con negro en los ojos y los labios; cabello alborotado y teñido de un negro innatural; mallas de red para las piernas o los brazos, accesorios como cruces, arracadas, brazaletes y collares con púas. Curiosamente, las famosas botas goth, altísimas y llenas de hebillas, fueron una introducción tardía. Aprovechando el tema, voy a meter uno de los conjuntos clásicos ochenteros que no tuve chance de presentarles en el capítulo anterior:


 

Romantic Goth: Fue el goth noventero, ya con más influencias de la ficción gótica en el cine y la literatura, y con una presentación más acorde con el Romanticismo. Fue esta generación la que empezó a incluir prendas inspiradas en la moda victoriana y medieval, como vestidos largos, corsés, encajes, sombreritos y gabardinas. No es realmente una subdivisión, sino un estilo. Aprovecho para ponerles una pieza de Faith and the Muse, una banda de darkwave que despuntó a mediados de los 90.




Nu Goth: La iteración más reciente de los goths, que recupera mucho del goth tradicional, incluyendo la moda y accesorios, pero mezclándolo con otros elementos contemporáneos. Su fascinación por lo retro, tan típica del nuevo milenio, los ha llevado a un auténtico interés en los orígenes del movimiento y en recuperar la filosofía del goth, en oposición a la reciente tendencia a la frivolidad y las apariencias vacías. Al mismo tiempo, están más a abiertos a incorporar expresiones de otras subculturas y géneros musicales.

 


Emos: Los emos no son goths y cuando surgieron a principios de los dosmiles recibieron el rechazo y hostilidad de las culturas dark, porque eran vistos como una demasiado poperos y comercialones. Con todo, no se puede negar su parentesco con los goths. Para empezar, ambos descienden de la escena punk, lo que los hace por lo menos primos. Pero además ambas culturas expresan amor por lo oscuro y lo melancólico, revelando sus raíces en el Romanticismo.

 


A lo mejor los emos no eran lo suficientemente intensos como para salir a quemar iglesias, pero su presentación andrógina era bastante subversiva en su momento y causó tanto pánico moral entre los conservatontos como los metaleros lo hicieron una década antes. Los emos convirtieron The Nightmare Before Christmas en el hito cultural que es hoy, e introdujeron esta estética que mezcla lo lindo y lo macabro, aprendida del cine de Tim Burton. Además, de haber sabido que la siguiente cultura juvenil dominante iban a ser las e-girls, creo que los habríamos apreciado más.



Rivethead: No son goths, pero se mueven por los mismos espacios. Son los fans del industrial metal, como Marilyn Manson, Nine Inch Nails, Rammstein, Ministry y KMFDM, por mencionar a los artistas más conocidos. El negro también es su color, pero tienen más bien el aspecto de alguien que se iría a pelear contra el agente Smith que el de alguien que se iría a leer poesía de Baudelaire.

 


Cybergoth: La música industrial engendró muchos otros subgéneros catalogados como post-industrial. Yéndonos por la vena más electrónica están la electronic body music, o EBM y demás variantes, como la witch house, que son el tipo de música ideal para bailar como locos en los raves. Los cybergoths mezclan la atracción hacia la oscuridad del goth con el gusto por la música industrial y su fascinación por la ciencia ficción cyberpunk. Junto a las prendas negras típicas del goth usan colores de neón y las famosas cyberlocks, esos como penachos que parecen algo entre rastas y cables eléctricos. Los goths tradicionales a veces no los consideran goths, pero lo cierto es que tanto en su aspecto como en la música que escuchan se puede apreciar que son de la misma familia.



Dark Ambient: Subgénero de música electrónica industrial, enfocada a la creación de atmósferas sonoras inspiradas en el cine y la literatura de horror. Es ideal para acompañar la lectura de un buen libro gótico. Aunque su genealogía es distinta a la del ethereal wave (un subgénero del darkwave, a su vez un subgénero del goth) han llegado a sonar tan parecido que hay artistas sobre los que unas fuentes te dicen que son una cosa y otras te dicen que son otra. Les dejo con una pieza de Nox Arcana.


 

Victorian gothic: Éste es más bien un estilo de moda y quien la practica puede o no formar parte de la cultura goth. Consiste en versiones muy pero muy estilizadas de la moda victoriana, inspiradas no en la historia sino en las películas de terror gótico, sobre todo las de los 90 y 00. Gabardinas para los caballeros, vestidos largos para las damas. Obviamente, prefiere los colores oscuros, en especial el negro, a menudo combinado con rojo, y accesorios como sombreritos, velos de viuda y joyas grandotas. Tienen menos facha de alguien que verías en un cuadro victoriano auténtico que de alguien que va de compras al Callejón Knockturn. También se pueden encontrar goths que prefieren otros estilos (pseudo) históricos: eduardiano, rococó, isabelino o medieval.

 


También hay neovictorianos a secas, que aman esta época en general, sin hacer énfasis en lo oscuro. Estas personas por lo general sí tratan de recrear con precisión la moda y el estilo de vida decimonónico. Tienen en común con sus primos góticos que valoran mucho los modales, la etiqueta y la elegancia. No hay un subgénero de música llamado “victorian gothic”, pero algunos artistas son apreciados porque su estética y sensibilidad es compatible con el gótico victoriano, como Rasputina, una banda tan avant-garde que es muy difícil de clasificar, y a la que a veces también llaman steampunk o dark cabaret.


 

Steampunk: Si los neovictorianos se van por la historia y los victorianos góticos se van por la ficción de terror, los fans del steampunk se decantan por la ciencia ficción, tal como la concibieron titanes como Julio Verne y H.G. Welles. Como subgénero de sci-fi, el steampunk es una forma de retrofuturismo, y a menudo se superpone al gótico victoriano porque algunas obras son ambas cosas a la vez: Frankenstein, Jekyll y Hyde, El hombre invisible



En la moda, los steampunkeros colocan sobre prendas victorianas accesorios de tecnología imposible, basada en el vapor (de ahí el nombre) y otras fuentes de energía arcaicas. Gafas sofisticadas, pecheras de bronce y engranes por todas partes se suman a los corsés y sombreros de copa. Fuera de la lírica y la estética de sus artistas, no hay un sonido que unifique al steampunk. Algunas bandas, como Abney Park y Vernian Process, tienen claros orígenes en el industrial y el new wave. De la segunda les traigo The Curse of White Chappel, inspirada en la historia de Jack el Destripador.


 

Vampiros: Otra subcultura que puede o no superponerse con el goth. Es gente muy, muy fan de los vampiros, especialmente de Entrevista con el vampiro y los libros de Anne Rice. Ah, y también del juego de rol Vampire: The Masquerade. Hay mucha variedad entre los vampiros; los hay que se visten con estilo victoriano u otro de los históricos, o los que se ven más como goths tradicionales o rivetheads. Los hay que se atavían como vampiros todo el tiempo, o los que sólo lo hacen para salir a fiestear. Los hay que se afilan los dientes de forma permanente o los que usan prótesis de quita y pon.

 


Finalmente, hay vampiros que simplemente lo son porque vivir como uno es lo más divertido, hermoso y sexi imaginable (lo único igual de cool son los piratas). Pero hay otros que de verdad creen que son vampiros. De éstos hay de dos tipos, los sanguíneos y los energéticos (aunque no son mutuamente excluyentes). Los sanguíneos de verdad creen que necesitan sangre humana para vivir y hasta se consiguen donantes (porque todo debe ser consensuado). Los energéticos creen que necesitan absorber energía de otros seres vivos. “Eso es lo que haces cuando comes”, respondería cualquier persona sensata, pero ellos se refieren a “energías” en sentido magufo nuevoerero de auras y rayitos que se pueden manipular pensando positivo. Hay vampiros que practican reiki. Yo qué sé, la gente blanca es rara.

 


Dark Cabaret: Como su nombre lo indica, toma inspiración de los cabarets de la primera mitad del siglo XX para su sonido tan peculiar, pero con influencias notorias del punk y el goth. Sus temas suelen ser, cómo no, depresivos y melancólicos, pero a menudo también de humor negro muy divertido. En la moda, veremos a fans y bandas con ropas inspiradas en el cabaret, el vaudeville, el burlesque y hasta el circo, pero todo con un giro dark. A mí me encanta este subgénero, que cuenta entre sus filas a artistas como The Dresden Dolls, Aurelio Voltaire y, la que les presento en esta ocasión, Emilie Autumn:


 

Gothic Lolita: El título de aquella canción me recuerda que éste es el nombre de un estilo de moda nacido en Japón, usado por señoritas que querían parecer muñequitas victorianas, pero con giro gótico. Pronto dio el salto y se popularizó también en Occidente. Como todo lo que viene del Imperio del Sol, esta moda también se superpone con la cultura otaku y la idol. Otros estilos que mezclan lo bonito y lo siniestro incluyen el pastel goth, babydoll goth y el kawaii creepy. Todo esto de “lolita” y el aspecto infantilizado del estilo da pie para problematizar mucho el asunto, pero ahora no tengo ganas. 

 


Gothic lolita no tiene un género musical propio, pero conjuntos tan disímbolos como Lolita KompleX (gothic metal) y Babymetal (kawaii metal) han adoptado la estética. Sé que los trve metaleros van a rabiar porque incluya aquí a Babymetal, pero recuerden que su opinión no importa y además Rob Zombie ya les dio su bendición, que para mí es suficiente. Les dejo con Lolita KompleX en colaboración con la banda de horror punk Kitty in a Casket.



Dark Academia: Llegamos al final de nuestro recorrido con esta nueva subcultura que ha surgido en redes sociales, muy propia de la generación Z. No se relaciona con el goth ni las otras de forma directa, pero tiene un abolengo común: el Romanticismo gótico. Este movimiento recupera la estética de las universidades y academias de élite, con sus edificios góticos, aulas elegantes, bibliotecas llenas de libros antiguos, uniformes pardos y jardines otoñales. Onda La Sociedad de los Poetas Muertos y otras películas sobre internados en los que un profe entusiasta le cambia la vida a sus alumnos apáticos. La parte de dark viene de su predilección por la literatura y música del Romanticismo, los colores oscuros (aunque más los tonos de café que el negro) y los escenarios góticos.

 


Lejos de ser elitista, la dark academia denuncia que toda esa belleza esté reservada para las élites económicas y reclaman que la educación y la experiencia académica deberían estar al alcance de todos. De hecho, éste es un movimiento estético adoptado por una generación que vio representaciones idealizadas de la academia, pero que en su mayoría no tuvo oportunidad de acceder a ella. También creen en el potencial liberador de la educación, en oposición a la visión utilitaria y mercantilista de la misma, y por eso se centran en la literatura, las artes, las humanidades y la filosofía, y no tanto en las asignaturas “útiles”. Románticos hasta la médula, pues.

 


No crean que esto es todo. Hay muchos estilos, subgéneros y artistas de los que no hablé. Sin embargo, esto bastará para quien esté buscando una primera aproximación a las muy variadas escenas góticas que existen hoy en día. Ahora sí, podemos pasar a lo que estaban esperando, bola de pervertidos.

 

G. LAS GÓTICAS CULONAS

 


Lydia Deetz de Beetlejuice, Emily the Stange, las Hex Girls de Scooby Doo, Spooky Suzie de The Oblongs, Rogue y Wanda de X-Men: Evolution, Sam de Danny Phantom, Gwen de Total Drama, Raven de Teen Titans… Todas tienen algo en común: fueron el crush de muchos chavillos y chavillas que llegaron a la pubertad en los noventa o los dosmiles.

 

También tienen en común que se convirtieron en referencia para mucha gente de lo que es una “goth girls”. Lo curioso es que ninguna de ellas lo es en realidad; si acaso, toman algunos elementos de la moda, absolutamente nada de la música y, de hecho, en sus obras de origen nunca se dice que sean goths. Son, eso sí, inclinadas a lo dark y en algunos casos góticas.

 

Son parte del estereotipo de que cualquier chica vestida de negro es goth. Como otro estereotipo es que los goths son cínicos y sarcásticos, algunos personajes que tienen esa actitud a menudo son llamado goths, aunque no tengan nada que ver, como Daria y Jane de Daria o Mandy de Las sombrías aventuras de Billy y Mandy.

 


Varias de estas jóvenes ficticias están diseñadas no sólo para verse “oscuras”, sino como adolescentes atractivas para otros adolescentes. Tienen caras bonitas y cuerpos canónicos, pues. Su estilo es un tanto excéntrico, pero no demasiado extravagante. Eso en sí no tiene nada de malo. Son admiradas igualmente por chicas que ven en ellas una inspiración y, como vimos, fueron la puerta de entrada hacia el auténtico goth para algunas jóvenes. El problema es cuando pasa a formar parte del estereotipo del que quiero hablar aquí: el de las góticas culonas. No ayuda que estos personajes sean casi exclusivamente mujeres adolescentes o veinteañeras.

 

A mediados de los dosmildieces comenzaron a aparecer memes sobre las “goth girlfirends” como ideal de mujer a conseguir, en especial entre hombres nerdosos. Esto evolucionó a “tiddy goth girlfriend” y ya de ahí pasó al español como “gótica tetona” y su variante más común “gótica culona”. Lo más irónico de todo esto es que las imágenes con las que las acompañaban no correspondían con mujeres goths, sino con chicas nomás vestidas de negro.

 

Esto muchas veces reproduce la idea de que las goths sólo son válidas si son tradicionalmente atractivas, lo cual va contra la filosofía del goth, siempre abierta a validar lo diferente, incluyendo la diversidad de cuerpos y de aspectos. También es dañino porque reafirma el estereotipo de que las goths son promiscuas, nifómanas o que siempre están sexualmente disponibles. Lo cual obviamente no es cierto, pero ha dado a muchos onvres la idea de que tienen el derecho de aproximarse a cualquier chica goth (incluso a menores de edad) y hablarle como si fuera un maniquí que sólo existe para cumplir sus fantasías sexuales. De ahí es de donde viene el ofensivísimo término gothot, mezcla de goth con thot: “that hoe over there”. Éste es un problema.

 


Internet está lleno de páginas de modelos esculturales que han hecho carrera con la estética gótica en general o goth en particular. También hay un montón de cosplayers muy guapas que un día se disfrazan de Azuka y al siguiente de “chica goth”, como si fuera un atuendo friki más. No es algo que se les deba prohibir, claro, pero igual entiendo la irritación de quienes sienten que su cultura está siendo apropiada y comercializada, además de que difunden nociones equivocadas de lo que es el goth.

 

A muchos de nosotros el estilo gótico nos parece irresistiblemente atractivo en las damas. Pero esta admiración puede expresarse de forma respetuosa o de manera denigrante. O sea, una cosa es que te gusten las chicas góticas, y otra es convertirlas en un fetiche, validar sólo a las que te parecen atractivas, o sólo al disfraz que te parece sexi, pero no considerarlas seres humanos con sus propios pensamientos y deseos.

 

Por otro lado, los memes de las góticas culonas pueden ser chistosos, sobre todo cuando se aplican de forma a propósito absurda (como cuando llamo “gótica culona” a mi gatita negra). Es decir, cuando no pretenden difundir o explotar estereotipos negativos sobre personas reales. O pueden ser hasta tiernos, como la historia del loro Kiwi y su novia gótica Siouxsie.

 


H. GOTH’S NOT DEAD

 

Desde los godos construyendo círculos de piedras en los bosques de Europa central, hasta las influencers goths reseñando marcas de ajenjo en YouTube, hemos recorrido una muy larga que historia. Sólo nos queda pasar a la conclusión.

 

Lord Byron y sus amigos románticos, Aleister Crowley y sus amigos esotéricos, tuvieron algo en común con los punks y los goths: eran rebeldes. Quizá no encabezaron revoluciones para derrocar gobiernos, pero crearon espacios de resistencia en los que podían vivir y convivir de una forma que retaba las imposiciones de la sociedad en general. Fueron espacios en los que se podía producir y apreciar música, arte y belleza, que en ese momento eran diferentes, incluso opuestos, a los que la sociedad mercantilista imponía. Lugares en los que era posible expresar una forma de ser y de amar opuestas a la cisheterosexualidad obligatoria.

 

Arte por Venin Doré

En la ya mencionada entrevista, Bernard Albrecht de Joy Division describió así Nosferatu, su película favorita: “la atmósfera es realmente malvada, pero te sientes cómodo en ella”. La periodista Mary Harron apuntó que esa descripción, sin quererlo, aplica muy bien al gótico, y creo que cualquiera que tenga inclinaciones por lo siniestro puede estar de acuerdo. Sí, hay algo en la oscuridad que es atrayente para muchos de nosotros.

 

El músico Aurelio Voltaire dijo alguna vez que parte del atractivo del goth es que no niega esa oscuridad del alma humana que gran parte de la cultura mainstream trata de reprimir. Con oscuridad no se refiere a la maldad, sino que pone por ejemplo la tristeza, la melancolía y la depresión. Si el discurso dominante nos exige todo el tiempo estar felices y si no lo estamos, fingirlo para los demás, el goth dice “no, a veces estoy triste, a veces me deprimo, y no tengo que fingir para no incomodarte o para ajustarme a una idea enfermiza de éxito y felicidad”.

 

El capitalismo intentará marcantilizar el goth, querrá reducirlo a la frivolidad, a una identidad consumista o a un disfraz de Halloween, como siempre lo ha hecho con todas las corrientes contraculturales. Pero siempre habrá espacios para resistir a esos intentos. A nivel personal, escogiendo el aprendizaje y el conocimiento por encima de la frivolidad, aprendiendo sobre los orígenes y valores del movimiento, recuperando su música, aunque no se ajuste a las modas comerciales de hoy en día, y regresando a los clásicos de la literatura, el arte y la filosofía que han inspirado por siglos a los amantes de la oscuridad. A nivel colectivo, creando comunidades en las que se rechacen las imposiciones éticas y estéticas del orden social imperante. Mientras haya estos espacios y esta sensibilidad, el gótico no morirá jamás.

 

Fin

 

Con esto hemos terminado nuestra historia. Si quieres recorrerla completa, vuelve al Índice. Quiero hacer un apéndice sobre el gótico en México y Latinoamérica, pero antes me tomaré un largo descanso de esta serie. Mientras tanto, te dejo con estas otras entradas sobre subculturas y contraculturas:

Este capítulo fue posible gracias a los siguientes youtubers goths:

Además, las principales fuentes consultadas fueron:

2 comentarios:

deróvilus murdock dijo...

me quito el sombrero (de copa, of course). excelente serie, larga pero que bien vale la pena leer. me imagino la bola de tinteros que se quedaron llenos y toda la investigación que hubo detrás... buen destilado... simplemente la parte de la música da para un buen de clavadez y estoy seguro que la exploración de las diversas bandas y sonidos debe haber sido -espero haya sido- muy disfrutable.

enhorabuena y gracias hartas.

Maik Civeira dijo...

Muchas, muchas gracias. Sí fue un viaje extraordinario para mí, del que salí con mucho bagaje que no me esperaba; por ejemplo, descargué álbumes completos de bandas que no conocía y que me encantaron. Muchos saludos y de nuevo gracias.

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