En
el siglo V a.C., el médico griego Hipócrates describió la epilepsia como una
enfermedad con causas naturales, relacionada con los fluidos del cerebro. En el
siglo XIV d.C., el médico inglés John de Gaddesden recomendaba leer los
Evangelios al epiléptico mientras le colocaba un pelo de perro blanco.
El
gran naturalista Plinio (23-79 d.C.) describiĂł la Tierra como un orbe, y
declarĂł que con seguridad habrĂa seres humanos en toda su superficie, de tal
forma que los que viven en el otro extremo del globo serĂan nuestras antĂpodas.
Pero en el siglo VIII un sacerdote cristiano llamado Virgilio fue acusado de
herejĂa por creer en ello.
¿CĂłmo se pasĂł de una cosa a la otra? ¿QuĂ©
sucediĂł en el Ănter? La civilizaciĂłn grecolatina colapsĂł y emergiĂł la
civilizaciĂłn cristiana medieval. La famosa, o infame, edad oscura, de
la que a menudo se habla en la conversaciĂłn general o la cultura pop.
Cuando
se habla del Medioevo como una época de oscuridad e ignorancia (el cliché de la imagen que encabeza este texto), los más versados,
con toda razĂłn, suelen hacer notar que aquellos
siglos tuvieron mucho para presumir en cuanto a esplendor cultural. Fue la era
del establecimiento de las primeras universidades, el desarrollo de la
arquitectura románica y la gótica, la construcción de grandes catedrales y
castillos, el florecimiento de la literatura y la poesĂa (el dulce stil nuovo, los cantares de gesta,
las novelas de caballerĂa), de hermosos retablos, vitrales, frescos, tapices y manuscritos iluminados.
Fueron
los siglos de Tomás de Aquino, Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Giovanni
Boccaccio, Leonardo Fibonacci, Geoffrey Chaucer, Hildegarda de Bingen, Roger
Bacon, William de Ockham, Chrétien de Troyes, Leonor de Aquitania, Cristina de
Pizán… Todos esos nombres son señal incuestionable de un esplendor cultural.
Incluso el término Edad Media, una invención de los orgullosos renacentistas,
ha sido cuestionado.
Pero
ello es ignorar que todo ese esplendor se dio a partir del llamado Renacimiento
del Siglo XII[1], a
partir del cual inicia la Baja Edad Media. ¿Y quĂ© pasĂł desde la caĂda del
Imperio hasta entonces? Los siglos entre el V y el VIII fueron la verdadera
Edad Oscura. En el 395 el Imperio Romano se dividiĂł en dos, y la mitad
occidental entrĂł en decadencia para caer definitivamente en el 476. El mundo
romano se descompuso en una multitud de reinos bárbaros, inestables y que
guerreaban constantemente entre sĂ. Ello significĂł el deterioro del magnĂfico
sistema de caminos, la interrupciĂłn del comercio a nivel continental, el
parcial abandono de las ciudades, la reducción demográfica en Europa y, lo que
a nosotros nos interesa, la pĂ©rdida de conocimiento cientĂfico y tĂ©cnico, asĂ
como la desapariciĂłn de incontables obras literarias y filosĂłficas.
Algunos
datos nos dan una idea. En su mejor Ă©poca, Roma tenĂa millĂłn y medio de
habitantes, y en ella habĂa veintinueve bibliotecas pĂşblicas; en el siglo V, la
poblaciĂłn se habĂa reducido a 30 mil y no quedaba biblioteca alguna; casi un
milenio más tarde, sólo quedaban 17 mil habitantes. De las 82 obras que
escribiĂł el poeta griego Esquilo (526-555 a.C.) y las 123 que escribiĂł SĂłfocles
(496-406 a.C.) sĂłlo sobrevivieron siete de cada uno. Los restos Ăłseos nos
muestras que las personas de la época romana eran más altas, más longevas y con
mejor salud que las de la temprana Edad Media. El concreto, bien conocido por
los romanos, desapareciĂł tras la caĂda del Imperio y tuvo que ser redescubierto
hacia el siglo XIII.
Edward
Gibbon (1737-1794), en su clásica Decadencia y caĂda del Imperio Romano, acusa ni más ni menos que al cristianismo de
haber sido una de las causas principales de este declive, pero los
historiadores modernos consideran que en realidad los factores son muchos más y
más complejos. Las causas materiales son más importantes que las culturales.
Pesan más las crisis económicas, las guerras civiles, los malos gobiernos, la
corrupción generalizada y, por supuesto, las invasiones bárbaras.
Pero
lo cierto es que la cristiandad temprana tuvo un papel primordial y directo en
la destrucciĂłn de uno de los pilares fundamentales de la cultura grecolatina:
su acervo de conocimientos y las instituciones encargadas de preservarlo y
transmitirlo. Lo que es más, tenĂa el interĂ©s y el poder para hacerlo.
El
filĂłsofo romano SĂ©neca (4-65 d.C.) se refiriĂł al cristianismo como
“esa nueva supersticiĂłn”. Era una religiĂłn de la plebe, a la cual las clases
dominantes en el mundo romano miraban con desdĂ©n. Los romanos educados veĂan a
los cristianos como bárbaros, primitivos, enemigos del Imperio. Conversamente,
el conocimiento de los autores clásicos grecolatinos, que distinguĂa a los
miembros de la Ă©lite, era rechazado por los cristianos por su relaciĂłn intrĂnseca
con la clase dominante pagana. “SĂ, somos bárbaros”, dijo Clemente de AlejandrĂa (150-217).
El
escritor cristiano Lactancio (245-325) expresĂł: “¿A quĂ©
propĂłsito sirve el conocimiento? ¿Pues en cuanto a las causas naturales, quĂ©
bendiciĂłn me confiere saber dĂłnde nace el Nilo o cualquier otra cosa bajo los
cielos sobre la que los ‘cientĂficos’ desesperan?”. TambiĂ©n se burlĂł de las
ideas de Plinio sobre la redondez de la tierra: “¿Habrá alguien tan insensato
que crea que hay hombres que caminan con los pies hacia arriba y que los
cultivos y los árboles crecen hacia abajo?”
El
obispo Filastrio de Brescia (330-397), se expresĂł de forma similar
sobre el saber cientĂfico: “Hay cierta herejĂa con respecto a los terremotos,
segĂşn la cual Ă©stos no son provocados por el mandato de Dios, sino por la
naturaleza de los elementos… Haciendo caso omiso de los poderes de Dios, estos
herejes pretenden atribuir el movimiento a los elementos de la naturaleza… Como
ciertos filĂłsofos, que, adjudicando esto a la naturaleza, ignoran el poder de
Dios.”
San JerĂłnimo de EstridĂłn (340-420), uno de los Padres de la
Iglesia y el primer traductor de la Biblia al latĂn, se fustigaba a sĂ mismo
por el amor que seguĂa sintiendo a los autores clásicos, un apego que Ă©l y
otros consideraban pecaminoso. Tras una visiĂłn celestial, experimentada durante
una severa fiebre, jurĂł nunca volver a poseer ni leer “libros mundanos”. Su
contemporáneo, el patriarca Juan CrisĂłstomo (347-407), dijo “refrenemos nuestro raciocinio
y vaciemos nuestra mente de conocimiento secular, para que la mente esté limpia
y pueda recibir las palabras divinas”.
Las
palabras de los pensadores cristianos no caĂan en oĂdos sordos. En el siglo IV,
cuando Constantino (272-337) legalizĂł el cristianismo,
mayorĂa de sus habitantes del Imperio no se habĂan unido a la nueva fe y los
que se le oponĂan abiertamente eran muchos. Sin embargo, los cristianos tenĂan
una organizaciĂłn muy superior a cualquier otro grupo, por lo que podĂan hacer
que su influencia pesara mucho más.
Los
gobernantes que abrazaron la nueva religiĂłn usaron su poder polĂtico para
perseguir la herejĂa y el paganismo. Entre las dĂ©cadas de 340 y 380 aparecieron
los primeros textos cristianos que clamaban por una intolerancia religiosa
total; los gimnasios, instituciones educativas para la juventud romana,
desaparecieron por esos años. El cristianismo pasó de ser una religión
minoritaria y perseguida, a ser una empoderada y opresora.
El
emperador Valente (328-378) llevĂł a cabo una persecuciĂłn tan
dura de las prácticas paganas que hasta el mero hecho de poseer libros lo
volvĂa a uno sospechoso. El historiador pagano Amiano Marcelino (330-400) cuenta que los ciudadanos cultos
estaban tan aterrorizados que preferĂan quemar sus bibliotecas que ser objeto
de pesquisas.
En
el 391, el obispo TĂ©ofilo de AlejandrĂa azuzĂł a los cristianos a saquear el
Serapeo, uno de los Ăşltimos herederos de la otrora gloriosa Biblioteca de
AlejandrĂa; en el 415, el nuevo patriarca Cirilo incitĂł a una turba de cristianos al
linchamiento y asesinato de Hipatia, la
Ăşltima gran pensadora de la AntigĂĽedad pagana; el emperador romano Teodosio prohibiĂł los Juegos OlĂmpicos, junto con todas
las celebraciones paganas, en el 393; Justiniano proscribiĂł la enseñanza de la filosofĂa griega
y clausurĂł la Academia de Atenas en el 529.
Lo
que vino después fue la oscuridad. Trescientos años de barbarie y estancamiento
cultural en Occidente que no verĂan su fin sino hasta el arribo de Carlomagno a
finales del siglo VIII. La civilizaciĂłn cristiana tardĂł siglos en refinarse lo
suficiente como para poder producir logros intelectuales que pudieran compararse
a los de la Antigüedad clásica.[2]
Por
regla general, las religiones politeĂstas eran bastante tolerantes unas con las
otras, y la jerarquĂa religiosa sĂłlo reaccionaba cuando el ataque era
directamente en su contra. Las religiones monoteĂstas, en cambio, fueron mucho
más intolerantes. En efecto, cuando ya crees en un montĂłn de dioses ¿quĂ© más da
si tu vecino cree en otro montĂłn? A lo mejor hasta son los mismos con otros
nombres. En cambio, cuando crees que hay un Ăşnico dios verdadero, por lĂłgica
todos los demás son falsos, y sus religiones no sólo están en un error, sino
que son malvadas.
Ésa
es la razĂłn por la cual los romanos persiguieron a los cristianos en un
principio (y con lujo de crueldad); no eran solamente una nueva religiĂłn, sino
una que negaba la validez de todas las demás, incluyendo los cultos en los que
se sustentaba la autoridad del Imperio. Ésa es también la razón por la que el
Mediterráneo, que durante toda la AntigĂĽedad habĂa conformado un solo mundo
interconectado, con el ascenso de las religiones monoteĂstas quedĂł dividido,
como hasta nuestros dĂas, en un norte cristiano y un sur y levante musulmanes.
Hablando
de los musulmanes, no podemos dejar de mencionar que tuvo una historia muy
similar. Durante la Edad Dorada del Islam (siglos VII-XI), que corresponde a
los Califatos Omeya y AbasĂ. En el mundo de los árabes, persas y otros pueblos unificados bajo la religiĂłn de Mahoma, se desarrollaron las matemáticas, la
astronomĂa, la quĂmica, la medicina, la agronomĂa, la arquitectura, la
filosofĂa y la poesĂa, además de que sus pensadores preservaron, tradujeron y
difundieron obras filosóficas de la Antigüedad clásica que en Occidente se
habĂan perdido. La Casa de SabidurĂa de Bagdad fue a esos siglos lo que la
desaparecida Biblioteca de AlejandrĂa habĂa sido al mundo clásico, y hubo otras
tantas instituciones de investigaciĂłn y educaciĂłn a lo largo del mundo
islámico, en tres continentes.
Pero
en el siglo XI se dio una vuelta al fundamentalismo religioso y con ello el fin del enfoque
humanista y racionalista que habĂa hasta entonces caracterizado la cultura
musulmana. En esos años surgieron las madrasas, escuelas teológicas que
predicaban la suspicacia contra las tradiciones intelectuales extranjeras y la
inferioridad de la ciencia y la filosofĂa frente a la religiĂłn. Los nuevos
teĂłlogos, sumamente ortodoxos, consideraban que el Corán era suficiente guĂa
para todo el actuar y el pensamiento humano. En el siglo XII el califa almohade
Al-Mansur decretĂł que aquellos que pensaran que se puede encontrar la verdad a
través de la razón estaban condenados al infierno; Todos los libros sobre
lĂłgica y metafĂsica fueron entregados a las llamas. A partir de ese momento el
mundo musulmán dio una vuelta hacia la cerrazón.
Cuando
se habla de la relaciĂłn entre la religiĂłn y el oscurantismo, nunca falta
quienes (de nuevo, con toda razĂłn), subrayan que el esplendor de la cultura
medieval se dio no sĂłlo en el seno de una cultura profundamente religiosa, sino
impulsado por instituciones eclesiásticas. Las primeras universidades de Europa
fueron catĂłlicas, los monjes preservaron el conocimiento del mundo
clásico durante los siglos de caos, y muchos grandes pensadores de la Edad
Media (y aĂşn de los siglos siguientes) fueron personas de fe que se formaron
y trabajaron en instituciones religiosas.
Todo
ello es cierto, pero también lo es que las religiones, en sus formas más
dogmáticas e intolerantes, contribuyeron a sumir a sus sociedades en largos
inviernos de ignorancia. Aun en la mejor Ă©poca de la cultura medieval, al
mantener un monopolio sobre la preservaciĂłn y transmisiĂłn del conocimiento, la
Iglesia permitiĂł su avance, pero sĂłlo hasta cierto punto; la rigidez
escolástica excluĂa la investigaciĂłn empĂrica, y en cuanto los avances
cientĂficos se oponĂan al dogma religioso, la Iglesia usaba su poder para suprimirlos.
Y no olvidemos que a esos mismos siglos pertenecen la barbarie de las Cruzadas
y la InquisiciĂłn.
Cada
año, en clase de FilosofĂa, planteo el siguiente debate entre mis alumnos: “¿Ha
contribuido la religiĂłn al avance de la humanidad, o al contrario?”. A
propĂłsito dejo el planteamiento ambiguo (¿quĂ© religiĂłn? ¿quĂ© tipo de avance?),
porque lo que quiero es que se den cuenta de que en realidad el asunto es mucho
más complicado de lo que parece a simple vista.
Soy
ateo, pero he dejado atrás esa etapa de adolescente tardĂo en la que creĂa que
todo lo que pudiera venir de la religiĂłn es malo, y que la soluciĂłn a muchos
problemas vendrĂa con eliminar la religiĂłn. Muchas personas e instituciones
religiosas han hecho grandes aportaciones al desarrollo (social, cientĂfico, artĂstico) de
la humanidad. Por otro lado, la intolerancia, la persecuciĂłn y la violencia
contra los que piensan diferente pueden darse tambiĂ©n bajo ideologĂas
seculares, como se ha visto en el siglo XX con la Alemania de Hitler, la Rusia de
Stalin, la China de Mao, o hasta los Estados Unidos de McCarthy. No es
coincidencia que los dictadores persigan y estigmaticen a los intelectuales.
El
punto es menos si hay religiones o no, sino qué tan dogmáticas e intolerantes
son las organizaciones religiosas y, sobre todo, cuánto poder tienen para
ejercer esa intolerancia de forma que daña a las personas y las comunidades. El
progreso social, intelectual y moral es posible, pero nada dicta que sea
inevitable y, lo que es más, puede ser muy frágil. Por eso debemos estar alertas ante el crecimiento de los sectores religiosos que echarĂan para
atrás el avance de la sociedad; debemos mantener a raya el fundamentalismo, sin
ceder ni un centĂmetro a las pretensiones de quienes quisieran imponernos las
reglas de vida de sus jefes imaginarios.
De
ahĂ la importancia de preservar la laicidad y la libertad de pensamiento y
expresión; el imperativo de que un estado democrático se fundamente en principios seculares
y no religiosos, sea cual la sea la fe de sus gobernantes y de la mayorĂa
de su poblaciĂłn. De ahĂ la necesidad de fomentar el pensamiento crĂtico,
impulsar el avance del conocimiento cientĂfico y dar apoyo a la creaciĂłn
artĂstica libre de dogmas, aunque los piadosos puedan sentirse amenazados. En
nosotros queda la posibilidad de impulsar nuevos renacimientos o una nueva edad
de las tinieblas.
FIN
Obras consultadas:
- Historia de la filosofĂa occidental, de Bertrand Russell
- Ideas. Una historia intelectual de la humanidad, de Peter Watson
Gracias por leer. Si te gusta mi trabajo, puedes ayudarme a seguir divulgando el conocimiento con c on una subscripción mensual en Patreon. O también puedes hacer una sola donación en Paypal. Mientras tanto, te dejo con otros temas relacionados:
[2] La cultura clásica también estaba
llena de brutalidad e irracionalidad, y también hubo episodios de persecución
antiintelectual; recordemos que SĂłcrates fue condenado a morir por la democracia
ateniense en plena Ă©poca dorada de la filosofĂa griega.
8 comentarios:
¿Ya leĂste The Darkening Age de Catherine Nixby? Justo habla de cĂłmo el cristianismo sectoso (que no sectario) de los primeros años despuĂ©s de Constantino le acabĂł por dar en la madre a la cultura clásica.
Soy lector de tu blog desde hace ya algunos años, y muchas de tus lecturas me han ayudado a orientar las mĂas. Mi mejor amigo tambiĂ©n lo era; muriĂł hace un par de meses y cada que me encuentro algo tuyo en FB o aquĂ pienso en Ă©l.
Ya está, sĂłlo querĂa agradecerte. PerdĂłn por el tuteo :)
En resumen el problema no es la religion de la persona si no, cuan fundamentalista es en su pensamiento y acciones,esto me recuerda a la tipica frase de "los paises protestantes son ricos y los catolicos pobres" lo cual no es realmente cierto, al analizar ver la situacion vemos que en realidad fue que los paises que se volvieron protestantes los gobernantes pudieron tener mas control sobre la religion y volverse mas seculares, francia es catolica pero el control que tuvo sobre la iglesia Luis XIV y posteriormente Napoleon le permitieron suficiente laicismo que la ayudo a desarrollarse, igualmente la mitad catolica de alemania. En el otro lado de la moneda el Bible belt estadounidense tiene la zona mas religiosa y protestante del pais y tambien de los lugares mas pobres, a diferencia de las zonas mas seculares.
Hace un par de dĂas "descubrĂ" tu blog y me pase un buen rato leyendo, muchas gracias por compartir tanto conocimiento. Hasta hice la concesiĂłn de dejar que Google me rastree para dejarte este comentario, si un dĂa deseas tener este blog sin que Google rastree a tus visitantes, puedo ayudarte. Un abrazo.
Increible y muy ameno, gracias por compartirlo.
Tao: No, no lo he leĂdo. Muchas gracias por comentar. Siento mucho lo de tu amigo; mi más sentido pĂ©same :(
Verreaux: SĂ, justo eso. Excelentes ejemplos.
Anónimo: Gracias. No sé qué es eso del rastreo de Google :|
Unknown: Gracias! :)
Evidentemente usted vive en un mundo sin Dios, no ha leĂdo los evangelios o no los entiende .Usted estará en tinieblas y no sabrá nada de lo que es la ReligiĂłn Catolica, vive en un mundo de elucubraciones que a base de reflexiones y estrujandose el cerebro pretende entender las cosas pero sencillamente no entenderá nada. Deberia usted escuchar las conversiones que muchos como usted que eran tan ateos se convirtieron al cristianismo cuando en su vida tuvieron unas experiencias que le demostraron que la religiĂłn cristiana era simplemente cierta. Usted seguirá igual que hace dos mil años cuando los romanos perseguĂan a los cristianos porque los consideraban locos o fanáticos. Usted tambiĂ©n es fanático, fanático del ateĂsmo, tambiĂ©n tiene creencias ,cree que Dios no existe, pero permanecerá en las tinieblas, pues como dice La Biblia Mateo 11.25 Te alabo Sr. porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los soverbios y se las has dado a conocer a los sencillos. Olvide su cerebro y lea La Biblia si quiere realmente saber!
"Olvide su cerebro y lea la Biblia" es un excelente resumen de la actitud de muchos religiosos frente a la inteligencia y el conocimiento.
De acuerdo, me exprese mal, no he querido decir que olvide su cerebro, lo que he querido decir es que no saque las conclusiones solo de su cerebro, osea solo a base de estrujar su cerebro como por ejemplo hacia Nietszche y al final se convirtio al cristianismo.Olvide predisponer su actitud para automaticamente criticar a la religion porque son todos unos locos fanaticos! asi es como usted esta predispuesto, en lugar de esto adopte una actitud menos predispuesta y sobervia e intente aprender por ejemplo leyendo la Biblia o escuchando a los sacerdotes, mire yo soy ingeniero electronico he estado 60 años alejado de la religión hasta que hace unos 7 años todo cambio cuando intente descubrir la verdad profundamente y esto le a pasado a miles de ateos, se han transformado completamente, pero no son fanáticos, no están locos,no tienen solo creencias sino que saben cosas que usted no ve, que no puede ver mientras su predisposicion sea siempre a criticar.esos miles de personas tienen testimonios cuentan su vida y sus cambios ,atrevase a investigarlo! escuchelos, tenga una actitud dispuesta al aprendizaje no solo a la critica y vera lo que sucede.
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