Donde Hércules conoció a Buda - Parte II - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

martes, 25 de agosto de 2020

Donde Hércules conoció a Buda - Parte II

Indra vs Zeus: dioses del trueno


Leer la Parte I


En la entrega anterior hablamos de cómo el Imperio Persa Aqueménida conectó a la lejana India con las civilizaciones del Mediterráneo, incluyendo a Grecia. Luego vimos cómo las campañas de Alejandro Magno lo llevaron a conquistar no sólo el Imperio Persa, sino territorios en la India misma. Ahora es tiempo de hablar de lo que pasó en los siglos siguientes y de qué tiene que ver China en todo esto y, especialmente, de cómo fue que Hércules conoció a Buda. Empezamos, pero no olvidemos repasar el escenario en el que transcurre nuestra historia:


 

Capítulo III
MAURYA

 

Los soldados de Alejandro Magno se negaron a seguir avanzando hacia el oriente porque escucharon que allí se encontraba un gran y poderoso reino. Se trataba de Magadha, cuya capital, Pataliputra, se encontraba a orillas del río Ganges. En ese entonces estaba gobernado por la Dinastía Nanda, cuyo último rey, Dhana Nanda, era un tirano odiado por el pueblo, que ya no seguía las leyes cósmicas del dharma. Quizá si los hombres de Alejandro no se hubieran intimidado, éste habría podido deponer al rey Nanda, y la historia del imperio griego en Asia habría sido muy diferente. Pero no pasó así. La historia fue otra.

 

Chandragupta y Chanakya, según una
popular serie de TV india

No se sabe bien de dónde salió Chadragupta Maurya. Unas fuentes lo declaran hijo bastardo del rey; otras dicen que fue un simple campesino. Pero lo cierto es que, así como Alejandro había tenido de maestro a Aristóteles, Chandragupta tuvo a Chanakya, un importante filósofo considerado pionero de la ciencia política y la economía. Chanakya había estudiado en Taxila, la gran ciudad cosmopolita en la región de Gandhara, que había estado dominado por los persas y después por los griegos. No sabemos la fecha de nacimiento de Chandragupta, pero los historiadores griegos dicen que, siendo un hombre joven, fue testigo de las campañas de Alejandro en el noroccidente de la India, lo que lo haría por lo menos una década menor que el conquistador macedonio. Quizá Chandragupta estuvo en Taxila con su maestro.


El caso es que este nuevo héroe, alentado e instruido por su gurú, inició una revuelta conta el rey Nanda, pero parece ser que antes de atacar las ciudades de Magadha, se fue directo contra las provincias griegas en noroeste indio. Alejandro había muerto en el 323 a.C., su enorme imperio era disputado por sus generales, y las provincias orientales eran vulnerables al ataque de Chandragupta. Los gobernadores que Alejandro había dejado a cargo fueron fácilmente derrotados por los indios.


 

Ahora, con más poder y recursos, y habiendo sumado soldados griegos e iranios a sus tropas, Chandragupta marchó sobre los dominios Nanda, a cuyas fuerzas derrotó fácilmente. Chandragupta se coronó como rey de Magadha y se convirtió en el fundador del Imperuo Maurya en el 322 a.C. Chanakya se convirtió en su primer ministro.

 

Por ello, en esa misma serie hicieron
de Seleuco el villano

Pero una nueva amenaza se cernía sobre la India. En medio de las guerras entre los sucesores de Alejandro, un ambicioso general había estado escalando poco a poco en el poder, a base de intrigas y traiciones. Su nombre era Seleuco Nicátor. Logró consolidar su poder en Babilonia y a partir del 312 a.C. se expandió hacia el este, sometiendo por la fuerza las provincias alejandrinas en Asia. Finalmente, en el 305 a.C. se coronó rey del flamante Imperio Seléucida.


Seleuco quería recuperar los dominios griegos en el Valle del Indo, en ese entonces gobernado por Chandragupta. Así que, aquí lo tienen, como les prometí, la guerra entre dos grandes imperios de la Antigüedad; uno occidental, el otro oriental; uno griego, el otro indio: el Imperio Seléucida contra el Imperio Maurya.

 

En realidad, la cosa fue menos épica de lo que uno esperaría. Seleuco cruzó el Indo y penetró en los territorios de Chandragupta. Se encontró en una trampa; su ejército había quedado de espaldas a un río caudaloso y difícil de cruzar, y frente a él estaba un imponente ejército indio (que también incluía griegos e iranios). Las batallas fueron breves y la victoria de Chandragupta fue decisiva.

 

Megástenes en la corte, ante Chandragupta
y su esposa griega.

Seleuco decidió que lo mejor sería negociar la paz. Renunció a toda pretensión a las provincias del Valle del Indo y concedió la mano de su hija a Chandragupta. A cambio, el emperador Maurya le dio no diez, ni cien, sino 500 elefantotes de guerra. Ambos imperios quedaron hechos muy amiguitos, establecieron relaciones comerciales y mandaron embajadores a sus respectivas cortes. El primero fue el griego Megástenes, quien pasó cuatro años y escribió un importante tratado sobre la India.

 

En el 301 a.C., Seleuco usó sus centenares de paquidermos en la famosa Batalla de Ipsos. En este blog amamos a los elefantes y vamos a hablar de ellos todas las veces que podamos. Antígono, enemigo de Seleuco y pretendiente al imperio alejandrino, contaba con más hombres y hasta 75 elefantes de guerra, lo cual era ya en sí una barbaridad para esos tiempos y lugares. Los pueblos del Mediterráneo obtenían a sus paquidermos del norte de África, donde habitaba una subespecie domesticable. Casi un siglo más tarde Aníbal llevaría de ésos a través de los Alpes, una hazaña muy famosa, pero quizá no tan impresionante como lo que hizo Seleuco. El macedonio atravesó las vastas distancias entre la India y Anatolia, donde fue el campo de batalla, para ello teniendo que cruzar desiertos y montañas, y aún así logró llegar con la mayoría de sus elefantes vivos y listos para los trancazos.


Batalla de Ipsos


Los elefantes indios eran diferentes, más grandes y más bravos que los norafricanos, a todas luces mejores para la batalla, y además eran un re-chingo, suficientes para aterrorizar hombres y bestias por igual. La mayor fuerza de Antígono era su caballería, pero el "arma secreta" de Seleuco la tomó por sorpresa, neutralizándola y permitiendo que el resto de las tropas de Seleuco acabaran con Antígono y su ejército. Esta victoria determinó cómo quedaría dividido el imperio de Alejandro: a Ptolomeo le tocó Egipto, a Casandro le tocó Macedonia, y Seleuco se llevó la mejor parte: prácticamente todas las conquistas griegas en Asia. Caray, que vale la pena recapitular: lo que hizo Chandragupta en la India marcó el futuro del Mediterráneo helenístico.

 


Mientras, en el Imperio Maurya se quedó una importante población de habitantes griegos, que dejaron huella en la región. No es poca cosa: las fuentes más antiguas sobre la historia de Chandragupta son griegas, no indias. Además, el estilo artístico helénico influyó la arquitectura y la escultura de la India Maurya, incluyendo, pero no limitándose a, uno de los símbolos nacionales de la India moderna: el capitel de los leones de Ashoka.



¿Y quién es ese tal Ashoka? Pues no es la padawan de Anakin, ni una sarcástica piloto de Evas; es el nieto de Chandragupta, y el más grande monarca del Imperio Maurya. Tan es así que pasó a la historia como Ashoka el Grande. ¿Por qué? El abuelo reinó del 322 al 298 a.C.; fue el fundador del Imperio, conquistó el norte del subcontinente indio y se adentró por primera vez en las exóticas tierras del sur; Bindusara, hijo de Chandragupta y padre de Ashoka, reinó del 297 al 272 a.C., y continuó con las buenas relaciones con los seléucidas, pero no conquistó gran cosa. En cambio, Ashoka, quien heredó el trono en el 272 a.C., sometió por la fuerza a prácticamente todo el subcontinente, llevando los dominios Maurya a su máxima expansión, y creando así el imperio autóctono más grande la historia de India.

 

Ashoka también fue el primer emperador en convertirse al budismo. Siddhartha Gautama, Buda pa’ los cuates, vivió entre los siglos VI y V a.C., cuando los aqueménidas ya tenían control sobre el Valle del Indo, y se sabe que por lo menos uno de sus amigos cercanos estudió en Taxila. Sin embargo, ninguno de los sabios que acompañaron a Alejandro hablaron para nada del budismo, así que aún en el siglo IV a.C. esta religión no era muy popular en el occidente de la India.

 


Se cuenta que, después de derramar tanta sangre para someter al último reino rebelde, Ashoka se arrepintió y adoptó la filosofía budista de sólo practicar la buena onda, alrededor del 250 a.C. El tipo se convirtió en un gran impulsor del budismo, y mandó a construir estupas, templos que guardaban reliquias del Iluminado, por todas partes, siendo la más famosa la Gran Estupa de Sanchi. No sólo eso, Ashoka clamaba haber convertido al budismo a todos los yavana, los griegos que vivían en su imperio. Templos budistas incluyen retratos de griegos devotos que donaron para su construcción. Ashoka envió misioneros budistas a tierras lejanas, incluso al Mediterráneo. El budismo acabó así influyendo en la filosofía griega del Periodo Helenístico.


Por desgracia para el Imperio Maurya, tras la muerte de Ashoka en el 232 a.C., vino medio siglo de conflictos intestinos y decadencia, hasta que por fin colapsó en el 184 a.C.

 

Capítulo IV
BACTRIA Y YAVANARAJYA

 


Cuando Alejandro Magno llegó a Bactria (la tierra de Bactra, su ciudad capital) se sorprendió al encontrar ahí a muchos griegos; muchos más que en ninguna otra región del Asia. No había misterio: eran los descendientes de los jonios emigrados y deportados por los persas.

 

Con la división del imperio alejandrino, Bactria pasó a formar parte del Imperio Seléucida. Pero los griegos bactrianos no estaban muy contentos con eso de ser gobernados por los macedonios. Acuérdense que los demás griegos veían a los macedonios como bárbaros arribistas y nuevos ricos. El caso lo que alrededor del 250 a.C., aprovechando los conflictos que los seléucidas enfrentaban en Siria, Bactria se independizó. Poco después haría lo mismo el vecino reino de Partia. Diez años más tarde, los partos se desharían de sus gobernantes griegos, dejando a Bactria aislada del resto del mundo helénico.

 

Paisaje bactriano


Mientras tanto, Bactria inició su expansión, conquistando también Sogdia, el Valle del Ferganá, Aracosia y toda la zona del Hindú Kush. Se convirtió en un reino grande y próspero, altamente urbanizado y con muchas riquezas. También se convirtió en una zona en la confluían múltiples culturas: los misioneros budistas de Ashoka llegaron a la región; los dioses hindúes aparecen en el arte griego, mientras que esculturas de Hércules han sido halladas en la India. Reyes griegos e indios por igual mandaron a acuñar monedas y grabar inscripciones bilingües.

 

Aprovechando el colapso del Imperio Maurya, el rey Demetrio de Bactria vio la oportunidad de expandir sus dominios hacia la India en el 180 a.C. O quizá quería ayudar a los budistas Maurya contra los hinduistas Shunga, la nueva dinastía en el trono de Magadha. El caso es que Demetrio conquistó Gandhara y parte del Punyab, y todo marchaba relativamente bien, hasta que empezó a marchar relativamente mal: fue sorprendido por una rebelión en Bactria, cuando el traidor Eucrátides usurpó el trono. Inició una guerra entre ambos reyes; los descendientes de Demetrio no pudieron reconquistar el trono de Bactria, pero Eucrátides fracasó en su intento de conquistar los territorios indios. Así, quedaron dos reinos, Bactria en Asia Central, y en la India, Yavanarajya, o Reino de los yavana, es decir, los griegos.

 


Bajo su más grande monarca, Menandro (quien gobernó del 165 al 130 a.C.), este reino indo-griego se expandió por la India como sólo Alejandro había soñado, hasta el centro de la Llanura Indo-Gangética. En sus constantes guerras contra los Shunga, las tropas griegas llegaron tan lejos como la capital de Magadha, Pataliputra.

 

Menandro se convirtió al budismo… y aquí es donde Hércules conoció a Buda. ¡Ah, creyeron que lo decía en sentido figurado, ¿no?! Pues es bastante literal. Aquí abajito podrán ver obras de arte que presentan a Hércules como guardián y protector del Iluminado y de sus santos seguidores, un motivo recurrente en el arte greco-budista. Es más, los artistas griegos fueron los primeros en retratar a Buda, que hasta entonces sólo era representado a través de sus símbolos sagrados. El Iluminado fue retratado por los griegos en la misma forma en la que habían sido retratados dioses como Apolo.

 


Más aún, fue este budismo con influencias helenísticas el que finalmente llegaría a China. ¿Que cómo rayos pasó esto? Bueno, pues ése es el tema de nuestro siguiente episodio, en que por fin entran los chinos, los hunos y demás gente antigua en movidas chungas.


CONTINUARÁ...

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