¡Saludos, criaturas de la noche! En esta
serie estamos haciendo un recorrido de dos mil años de historia para comprender
el origen, evolución y significado de lo Gótico. Pueden ir al Índice para checar todos los temas. En el capítulo anterior, el primero de esta serie, hablamos de La Civilización Gótica, el pueblo germánico que destruyó el Imperio Romano y dio
nombre a todo lo gótico. Pero ¿cómo pasamos de esos bárbaros que asediaban Roma
a la chica misteriosa y melancólica toda vestida de negro? Para entenderlo,
tendremos que viajar de regreso a un periodo de la historia occidental conocido
como la Edad Media y explorar el arte y la cultura de aquellos siglos
pretéritos.
Capítulo Dos:
El Arte Gótico
Europa, siglo XII. Los años caóticos que
sucedieron a la caída de Roma han quedado muy atrás. Novedosas técnicas en la
agricultura están rindiendo cosechas riquísimas, lo que ha permitido una nueva
prosperidad y aumento de la población. Las ciudades han crecido y en ellas
se tienen libertades desconocidas para los campesinos en los feudos. Los nobles
y reyes se han refinado; patrocinan a artistas, eruditos y poetas. Se
construyen impresionantes catedrales, castillos y universidades. Florecen las
artes, las ciencias, las letras, la filosofía…
La primera Cruzada ha triunfado al
conquistar Jerusalén y establecer reinos cristianos en Levante. Pero los cruzados
también han llevado de vuelta a Europa cuantiosos botines. El comercio renace a
través de rutas que conectan Europa con el Medio Oriente y de ahí con tierras
tan lejanas como China. Es un mundo más rico, más próspero que el de hace unos
siglos. Les doy la bienvenida a la Plena Edad Media.
A. CIUDADES GÓTICAS
La cosa estaba luciendo tan bien que a ese momento se le conoce como el Renacimiento del
Siglo XII. Fue una época de florecimiento de todo aquello que hoy
consideramos distintivo de la civilización medieval. Y nada es tan
representativo de aquella época como la arquitectura, caracterizada
por su monumentalidad y verticalidad; pensemos en la catedral de Notre-Dame,
con sus torres masivas, sus vitrales coloridos, su altísima bóveda y sus
cornisas llenas de gárgolas. ¿Cómo llegamos hasta aquí?
El estilo arquitectónico dominante en Europa antes de la aparición del gótico era el románico, que se caracteriza por ser sobrio, austero, horizontal pesado y poco luminoso. No es que a la gente le gustara andar en la oscuridad, es para que pudieran sostener el peso de los edificios se requerían muros gruesos, bajos y con unas pocas ventanas estrechas que apenas dejaban pasar la luz. El tipo de arco usado en estas construcciones, el de medio punto, prácticamente obligaba a un tipo de bóveda muy sencilla.
Pero poco a poco se fueron introduciendo innovaciones técnicas que permitieron a los artistas de la construcción hacer cosas cada vez más atrevidas. El arco ojival, que se distingue por la punta angular, podía ser más alto y esbelto que el de medio punto, y además sostenía mejor el peso de los muros. El uso de los arcos ojivales llevó a las bóvedas de crucería, mucho más complejas y elaboradas que las de cañón. Los arbotantes y contrafuertes, estructuras exteriores al edificio, recibían el peso del mismo y liberaban a los muros de gran parte de su función como sostén. Esto a su vez permitió hacer muros cada vez más altos y llenos de ventanales, en oposición a los sólidos muros románicos.
Otro factor crucial en el desarrollo del estilo gótico fue la prosperidad y el crecimiento de las ciudades. El románico era un estilo propio del campo, de las iglesias de aldeas y villas, de los monasterios y abadías aisladas, alejadas de la ciudad. El gótico se volvió un estilo característico de urbes que se iban volviendo más extensas y populosas y que querían demostrar su grandeza.
También hubo un cambio importante en la
mentalidad. La Iglesia llamaba a “predicar con la piedra”; los templos
cristianos no sólo debían poder acoger a feligreses y peregrinos cada vez más
numerosos, sino mostrar la grandeza de Dios y apuntar hacia el cielo. La
monumentalidad de la arquitectura y el arte alojado bajo sus bóvedas debían
transmitir a un pueblo en su mayoría analfabeto los mensajes de la religión.
Un estilo arquitectónico para ser
leído, para pasar los ojos sobre cada escultura en la fachada, sobre cada
relieve tallado, sobre cada detalle; porque cada elemento cuenta una historia,
es símbolo de algo más, diseñado con toda intención para comunicar y
evangelizar; porque una catedral gótica no es solamente un edificio para orar y
adorar al Creador, sino que es un libro sin hojas ni letras, una biblioteca
completa en piedra, un modelo simbólico de la estructura del Universo.
Bueno, por si no conocen este blog,
sepan que yo soy el ateo jacobino comecuras del que te advirtió tu tía
cristera, pero es que el arte gótico me súper ultra mega flipa. Veamos algunos
elementos típicos de su arquitectura:
- Bóveda de crucería o nervada: Conformada por el cruce de dos o más arcos ojivales. Los nervios son los arcos que se cruzan para dar forma a una bóveda, y conforme se cruzan más nervios la bóveda se va volviendo más compleja y ornamentada, dando lugar a las bóvedas estrelladas y las de abanico.
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Bóveda de crucería en la Catedral de Chartres, Francia |
- Arquivoltas: Conjunto de arcos concéntricos que adornan la fachada de un edificio, normalmente sobre las puertas.
- Tímpano: El espacio entre el dintel de la puerta y las arquivoltas. En el gótico ambos espacios solían ser adornados con esculturas.
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Tímpano y arquivoltas sobre la puerta de la Catedral de Burgos, España |
- Rosetón: Ventana circular que se coloca en la fachada; está dotada de vidrieras de colores; las estructuras ornamentales con formas geométricas en piedra son llamadas tracerías.
- Vitrales o vidrieras: Ventanas con vidrios policromados que convierten el interior en un área cubierta de luz etérea. Fue la forma dominante de arte pictórico en el periodo gótico.
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Vista exterior e interior del rosetón de la Catedral de León, España |
- Gablete: Estructura triangular puntiaguda que se coloca por lo general en el remate de alguna fachada.
- Pináculo: Estructura con forma de pilar rematado en punta piramidal o cónica.
- Aguja: Elemento alargado y puntiagudo de gran altura con que remata una torre, campanario o crucero.
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Gablete rematado en pináculo y flanqueado por agujas, Catedral de Nidaros, Noruega |
- Doselete: Estructura como un techito que se colocaba encima de una estatua.
- Laberintos: En el suelo, cerca del coro de la iglesia, simbolizaban las dificultades que un cristiano debe pasar a lo largo de su vida para alcanzar la salvación.
- Cimborrio: Elemento en forma de torre con ventanales que se coloca sobre el crucero, es decir, la parte en donde se cruzan las dos naves principales del edificio con planta de cruz.
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Cimborrio de la Catedral de Burgos, España |
Como ésta era una corriente estética que
dejaba mucho lugar a la innovación y la creatividad, se fueron
desarrollando diferentes estilos góticos a lo largo de los siglos y en las
distintas regiones de Europa, cada uno con sus propias características. Así,
tenemos un gótico inicial, un gótico clásico, un gótico radiante, un gótico
flamante, un gótico perpendicular, y además un gótico francés, inglés, español,
veneciano, alemán, flamenco, báltico, bohemio, balcánico, etcétera.
Y todo era vertical, vertical, esbelto,
puntiagudo, hacia arriba, alto, más alto, hasta tocar el trono de Dios. Hasta
las otras artes estaban marcadas por las tendencias arquitectónicas; las
ojivas, las cresterías, los gabletes y los pináculos aparecen en la
escultura, la pintura, la ebanística y la caligrafía. En la pintura y la
escultura, la figura humana es esbelta, elongada; ya no es hierática ni está
simplificada como la del románico, sino que expresa sentimientos y emociones, a
veces muy intensos.
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Laberinto en la Catedral de Chartres, Francia Retablo en la Catedral de Sienna, Italia Escultura de los Reyes Magos, Catedral de Estrasburgo, Francia |
El color y la luz están por todas
partes. Los vitrales colorean y difuminan la luz del sol que entra por los
ventanales; los dípticos, trípticos y retablos brillan en dorado en los
altares; las grises paredes de los castillos no se dejaban desnudas, sino que
se llenaban de tapices. Hasta la ropa de las gentes de aquella época
está llena de color, a diferencia de lo que nos quieren mostrar las películas
de hoy, en que pareciera que todo el mundo estaba yendo a un concierto de Black Metal.
Los libros, hechos a mano antes de que
existiera la imprenta, valían no sólo por su contenido textual sino que eran
obras de arte en sí mismos. Ilustraciones, miniaturas, decorados en los
márgenes, letras capitales; había color y belleza en cada página. La caligrafía
de aquella época es alta, estrecha y angular, como su arquitectura. Aparecen
devocionarios, cantares de gesta, novelas de caballerías, tratados científicos
y filosóficos, los famosos “libros de las horas”, y bestiarios llenos de
imágenes de criaturas reales o fantásticas.
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Libro de las Horas del duque de Berry |
B. DANZA CON LA MUERTE
Pero, si todo era tan luminoso, ¿por qué
tenemos hoy en día esa idea de que lo gótico es oscuro y siniestro? Por
varias razones. Una de ellas es que el arte gótico que no sólo tenía vírgenes
radiantes y ángeles sonrientes, sino también demonios absolutamente
aterradores. Los artistas medievales no se refrenaban cuando querían asustar a los
pecadores recordándoles lo que les esperaba en el Infierno si no enmendaban sus
vidas. Estos artistas nos dejaron imágenes que son combustible
de pesadillas. Fun fact: al demonio en la Edad Media no se le ponían patas de cabra sino garras de ave.
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Fresco del Infierno, Basílica de Boloña, Italia |
Aquellos demonios no están solamente en
las pinturas e ilustraciones, sino también en uno de los elementos más
característicos de la arquitectura gótica y del cual no he hablado hasta ahora:
las gárgolas, demonios de piedra que observan a los mortales desde las
cornisas.
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Grotesca en la Abadía de Selby, Inglaterra |
Estrictamente hablando, el término gárgola
se refiere a las esculturas que sirven como ductos de desagüe para los
edificios (de ahí el nombre, de la misma familia que garganta y gárgara);
datan desde la Antigüedad y pueden representar cualquier figura, no sólo
monstruos o demonios. Las esculturas adosadas a los edificios que no funcionan
como desagüe son llamadas grotescas o quimeras… Así que
Goliath y sus amigos en realidad son eso y no gárgolas.
A nosotros nos parecerá extraño tener
imágenes de monstruos infernales en las iglesias, y en realidad no sabemos bien
cuál era su propósito. Se ofrecen varias explicaciones: A) Como otras
representaciones del demonio, sirven para asustar a los creyentes y alejarlos
del pecado; B) Son una forma de magia apotropaica, un tipo de
encantamiento en el que se pretende alejar una amenaza con algo que represente
a la amenaza en sí, en este caso, al mal con figuras malignas; C) Son
representaciones de criaturas del folclor popular, que en la cultura medieval
tenían un lugar junto con las creencias cristianas; o D) más probablemente, un
poco de todo lo anterior.
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Gárgola en la Catedral de Salisbury, Inglaterra |
Cuenta la leyenda que san Román de
Rouen, un clérigo del siglo VII, se enfrentó a un dragón acuático escupefuego,
llamado Gargouille, que infestaba la ribera del Sena, devoraba los barcos e inundaba las tierras aledañas. Como solía
ser en estas leyendas, la fe y santidad de Román le permitieron someter a la
bestia sólo con trazar la señal de la Santa Cruz en el aire. Román se dio
muerte al monstruo y luego incineró su cuerpo. Todo se quemó, excepto la cabeza
y el largo cuello, precisamente porque le servían para escupir fuego; en
cambio, éstos se transformaron en piedra, que Román utilizó como la primera
gárgola en una iglesia.
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Gárgolas en la Catedral del Ulm, Alemania |
Simpática leyenda, pero no aparece sino
hasta el siglo XIII, mucho después de la vida de san Román, cuando ya el estilo
gótico estaba consolidado y las gárgolas ya eran elementos por demás comunes.
Por cierto, la idea de que las gárgolas cobran vida por las noches no es
medieval, sino una invención muy posterior de la literatura fantástica. Ya
llegaremos a eso.
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Más gárgolas de la Catedral de Ulm |
No podemos olvidar la danza macabra,
una alegoría de la mortalidad humana, muy común en el arte de la Edad Media
tardía y de la temprana Modernidad. Solía representar a la Muerte o a
esqueletos danzando, junto a personas de diferentes clases sociales y
posiciones, desde papas y reyes hasta campesinos, y desde ancianos hasta niños,
para recordar que la muerte es universal y nos hace iguales.
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Danza macabra en la iglesia de San Nicolás de Talinn, Estonia |
La primera representación de la danza
macabra de la que se tiene noticia estaba, cómo no, en la capilla gótica del
cementerio de los Santos Inocentes, en París, que hoy tristemente ya no
existe. Otras versiones de la danza macabra pueden encontrarse en murales de templos
e ilustraciones de manuscritos.
Por último, pero no menos importante,
está esa costumbre medieval, que a nosotros nos parece mórbida, de venerar
huesos de santos, a veces dispuestos en relicarios muy, pero muy macabros,
que combinan de maravilla con la arquitectura y arte góticos que les rodea.
Para muestra, el cráneo de María Magdalena en la Basílica de San Maximino, en
el sur de Francia. Digo, miren esa wea y díganme si no es una cosa de las más darketas
que han visto en su vida.
Claro, que el arte gótico pueda ser
macabro no implica que tenga que serlo. Para entender cómo lo siniestro llegó a
ser considerado inherente a lo gótico, sigamos leyendo…
C. EL NOMBRE DE LA ROSA
La gente de aquellos siglos llamaba a ese
estilo arquitectónico y artístico opus modernum o novum opus,
o sea, “moderno” o “nuevo”, pos porque era nuevo para ellos, claro. Entonces,
¿de dónde vino el nombre de gótico para referirse no sólo a la
arquitectura sino a todo el arte relacionado de aquella época? Bueno, pues para
entender eso debemos comprender que el estudio de la historia de la Edad Media
también implica el estudio de las ideas que hemos tenido sobre la
Edad Media, y éstas han estado fuertemente influidas por 400 años de una
historiografía muy poco rigurosa y llena de prejuicios. Nuestras nociones sobre
el Medioevo se las debemos a la Ilustración, el Romanticismo y, sobre todo, la Era Victoriana; pero el desmadre comenzó con el Renacimiento.
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Palacio Papal en Aviñón, Francia |
La cosa es que muchos historiadores modernos
opinan que el término “Edad Media” es un sinsentido que a estas alturas sólo
mantenemos por fuerza de costumbre. Son mil años de historia europea que distan
mucho de ser homogéneos. Vamos, que si lo que distingue a una “edad” de otra
son, como dijera Marx, sus modos de producción, tengamos en cuenta que el
feudalismo, lo que supuestamente caracteriza a la Edad Media, no se
consolidó sino hasta el siglo X. Régine Pernoud llama a deshacernos del
nombre por completo. Arnold Hauser apunta que la diferencia entre la
cultura de la Alta Edad Media (siglos V-X) y la de la Baja Edad Media (siglos XI-XV)
es mucho mayor que la que hay entre la Antigüedad y el Medioevo o entre éste y
la Modernidad. Peter Watson piensa que el periodo que inicia en el siglo
XI es menos una “Baja Edad Media” que una temprana Modernidad.
El nombre es una invención de los
renacentistas, que miraban a su propia época de nostalgia retro por lo grecorromano como una continuación de la
Antigüedad clásica y a esos mil años después de la caída de Roma
como un intermedio de oscuridad del que no valía la pena ni hablar. Fue en el
Renacimiento que nació ese prejuicio del Medioevo como una época de
oscuridad, ignorancia y barbarie.
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El triunfo de la Muerte del pintor renacentista Pietr Bruegel |
¿Cómo, viendo todas las maravillas
artísticas y culturales de las que hablamos en el apartado anterior, podían
pensar eso? Bien, hay tres factores importantes. El primero es que los dos o
tres siglos que siguieron a la caída de Roma sí que fueron una etapa de
caos, violencia y pérdida de conocimientos artísticos, literarios y
científicos. El segundo, más importante, es que el siglo inmediatamente anterior
al Renacimiento tampoco fue un muy buen momento para estar vivo: la Guerra
de los Cien Años, la Peste Negra, el colapso del Imperio Bizantino y un enfriamiento global que causó hambrunas por todo el continente.
Así que, aunque fue erróneo asumir que esos momentos de crisis son
representativos de todo el milenio, se entiende por qué a los renacentistas les
dio por generalizar.
Pero, más importante aún, es que los
renacentistas eran unos mamalones insufribles. Mamaban tanto a los antiguos
griegos y romanos que estaban seguros de que ellos eran unos superhumanos que
ya habían alcanzado la perfección absoluta en todo; que ellos no sólo habían
hecho un arte muy bello, sino que habían encontrado la Belleza.
Entonces, mientras más se pareciera algo a lo grecolatino, más perfecto era, y
mientras menos se pareciera, pues era más feo y ya. De modo que veían el arte
de la Edad Media y pensaban que, como no tenía mármol blanco, columnas jónicas
y ninfas encueradas, debía estar hecho por gente estúpida.
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Catedral de Chartres, Francia |
Sí, los renacentistas eran tan obtusos
que miraban una catedral gótica y pensaban “obviamente esto lo hicieron unos
putos salvajes sin gusto que no sabían nada”. La medievalista Régine Pernoud
nos cuenta que, como ellos sólo soñaban con imitar a griegos y romanos,
suponían que las gentes del pasado también habían intentado hacerlo, pero no
podían porque eran muy idiotas. No se les ocurría que los artistas medievales
no estaban interesados en un arte tan mimético como el de los grecolatinos, y
que la estilización y el simbolismo era precisamente lo que buscaban y
conseguían. Además, esa idea de que el arte clásico debe ser el estándar de
todo lo bello es un criterio totalmente arbitrario. ¿Cómo decir que el
Renacimiento, una época marcada por la imitación fue superior al periodo
gótico, marcado por la innovación y la creatividad?
Ahora, recordemos que, de todos los pueblos bárbaros, los godos fueron los que tuvieron un papel más relevante en la caída de Roma y la destrucción del mundo clásico. Así que, como se imaginan, los renacentistas les tenían una roña descomunal (el cristianismo también jugó un papel importante, pero no se iban a poner a despotricar contra la Iglesia porque no eran suicidas). Para artistas como Giorgio Vasari (1511-1574), quien popularizó la palabreja, gótico era sinónimo de bárbaro, y como toda esa cultura medieval era una barbaridad, les dio por llamarla gótica. Según ellos, los godos habían llegado, destruido la belleza clásica y construido edificios puntiagudos en su lugar.
Parece ser que el primero en usar ese
término fue Rafael Sanzio (1483-1520), notable artista del Renacimiento y el más
conflictivo de las Tortugas Ninja, en una carta al Papa. Es más, el mismo
Rafael afirmaba que el estilo angular de la arquitectura ojival derivaba de los
techos puntiagudos de las primitivas chozas que esos bárbaros habitaban en sus
oscuros bosques germánicos. Lo cual, además de ser falso, es una completa
ridiculez. El gótico ni siquiera nació en los países germánicos, sino en la muy latina Francia. Los godos de Crimea, los únicos que todavía existían cuando se
desarrolló y popularizó el estilo gótico, vivían en un lugar a donde éste no
llegó.
Para que vean cómo los italianos del
Renacimiento no tenían idea de lo que hablaban, también llegaron a decir que la
caligrafía gótica fue un invento de los bárbaros, y que en cambio la
minúscula carolingia, creada bajo el auspicio de Carlomagno, era la que usaban
los romanos y que por eso era la más bonita (¡cuando los romanos no tenían ni
minúsculas!).
El caso es que el nombre de gótico
para referirse a todo el arte de ese periodo se quedó, junto con “Edad Media”, “Imperio
Bizantino”, “aztecas” y otras burradas sin sentido que seguimos usando nomás
porque ponernos a cambiarlas sería demasiado esfuerzo. Pero, fuera de los
prejuicios de los renacentistas, ¿qué tanto el arte gótico está relacionado
con los godos? Bueno, echándole muchas ganas, podríamos decir que, en
efecto, los godos y otros pueblos germánicos pusieron fin al mundo grecolatino,
y al hacerlo abrieron paso a que se pudiera desarrollar una cultura medieval
propia. Además, la arquitectura visigótica fue un antecedente del estilo
románico, que a su vez evolucionó hacia el gótico. Es un poco buscarle tres
pies al gato, pero ustedes síganme la corriente.
La cultura de la Ilustración heredó el
desdén renacentista por el gótico y todo lo medieval, y el amor incondicional por lo grecolatino. Tendría que llegar una
nueva generación para revalorizar y darle nueva vida y significado a lo
gótico.
D. EL MEDIOEVO DECIMONÓNICO
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El nombramiento, Edmund Blair Leighton |
Entre finales del siglo XVIII y mediados
del XIX se desarrolló el movimiento conocido como Romanticismo. El lugar
común dice que el Romanticismo es lo opuesto a la Ilustración, aunque en
realidad la cosa es más complicada, ya que uno evolucionó del otro. El
antiautoritarismo, el cuestionamiento del orden social con sus convenciones
arcaicas y sus reglas opresivas, el radicalismo político que llevó a las
grandes revoluciones y el redescubrimiento de los sentimientos naturales no
corrompidos por la perversión de la sociedad, fueron ideales de la Ilustración
que sirvieron como base para el desarrollo del Romanticismo; se puede decir que
los primeros románticos fueron también los últimos ilustrados.
Pero lo cierto es que, una vez
consolidado, el Romanticismo tenía valores diametralmente opuestos a los de la
Ilustración: la luz de la razón se cambia por los sentimientos exaltados; la
certidumbre de la ciencia se troca por lo misterioso y lo sobrenatural; el
anhelo de reformismo social da lugar al ideal supremo de la libertad
individual. Y, sobre todo, Grecia y Roma se dejan en segundo plano para volver a
valorar la Edad Media.
Esto es algo que me verán repetir mucho a lo largo de esta serie: el Romanticismo fue el primer movimiento contracultural de Occidente. Las generaciones románticas crecieron en
un mundo cada vez más industrializado, más burgués, más capitalista y
secular. Esto les parecía horrendo y opresivo, así que se rebelaban contra esta modernidad materialista y porcuraban escapar lo más
que pudieran: a la naturaleza salvaje, al oriente exótico o al pasado medieval.
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San Jorge matando al Dragón, Eugène Delacroix |
Los románticos se creyeron las fake
news renacentistas de que la Edad Media había sido puro oscurantismo,
superstición y barbarie (y que el estilo gótico lo habían inventado los
bárbaros), sólo que ellos dijeron “¡pues qué chido!”. Idealizaron, romantizaron
el Medioevo como una época de magia y misterios, de aventuras y libertad,
de ideales nobles y heroísmo. No les interesaba la Edad Media de las
universidades y la filosofía escolástica, sino la de los caballeros andantes,
las hermosas princesas y las leyendas de castillos embrujados.
Y claro, les requetemamó el arte gótico.
Hay que entender que los románticos no recibieron el gótico como se veía en su
momento de esplender, y menos como lo vemos ahora, con tantas restauraciones e
intervenciones. Tres siglos de desdén renacentista hacia el gótico habían
dejado muchos edificios en el abandono y el deterioro. Las paredes
estaban cubiertas de moho y hollín, y los vitrales, si no se rompieron, se habían oscurecido por el
cochambre; y eso era cuando los edificios no se habían visto reducidos a
ruinas, que a menudo era el caso. Para los románticos, esos vestigios de
arquitectura monumental evocaban sentimientos de melancolía, de la pequeñez
humana ante el poder de la naturaleza y el tiempo, y una atmósfera de misterio
y encantamiento. Quizá nada lo expresa mejor que esta pintura de Caspar
David Friedrich (1774-1840):
Cementerio en la nieve, Caspar David Friedrich |
Así, los románticos pintaron los
edificios góticos en sus paisajes desolados, escribieron relatos siniestros
ambientados entre sus paredes, compusieron música inspirada en la danza
macabra… Algunos se dieron a la tarea de promover la conservación y
restauración de las construcciones medievales, o de plano pusieron manos a la
obra y se encargaron ellos mismos.
Las Islas Británicas fueron el último lugar en el que el estilo gótico pasó de moda y el primero en donde revivió. Sir Walter Scott (1771-1832) recreó en sus novelas históricas una versión idealizada del Medievo, reavivando el interés en la cultura y el arte de la época. No es de extrañar que los escoceses decidieran honrar a Sir Walter con uno de las cosas más neogóticas que se han construido. Por su parte, los eclesiásticos de la Iglesia Anglicana querían restaurar viejas tradiciones católicas para revitalizar el culto nacional, y qué mejor símbolo de esta vuelta a las raíces que la arquitectura gótica, en la que se construyeron los templos anteriores a la ruptura entre catolicismo y anglicanismo.
Monumento a Sir Walter Scott en Edimburgo |
Uno de los románticos a quien más
debemos la revalorización del gótico es el gran escritor Víctor Hugo (1802-1885),
quien en su novela Notre-Dame de París (1831), hizo de la catedral misma
la protagonista, el corazón de la capital francesa, a cuyo alrededor y dentro
de cuyos muros transcurre la vida de la ciudad. Víctor Hugo quería reavivar el
interés de sus contemporáneos en la arquitectura gótica, y especialmente en la
catedral, que en ese entonces estaba muy deteriorada. Lo consiguió, y así fue
como el proyecto inició bajo la guía de Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879), el gran
restaurador de la arquitectura medieval francesa en el siglo XIX.
El romanticismo vino con un fuerte
nacionalismo y un deseo de rescatar la identidad e idiosincrasia de los
pueblos. Franceses, ingleses y alemanes se adjudicaban haber inventado el
estilo gótico y llamaban a sus compatriotas a conservar el “arte nacional”. Lo
irónico es que el gótico era un estilo paneuropeo, pero en fin, ya saben cómo
son de tribales los habitantes de esa península que se cree continente.
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Ruinas de la Abadía de Tintern, Carl Gustav Carus |
Para la segunda mitad del siglo,
preservar y restaurar ya no era suficiente; la fascinación por lo gótico que
los románticos habían despertado llegaba mucho más lejos, y ahora se construían
nuevos edificios góticos, o más bien neogóticos. Estamos
ya en el reinado de Victoria de Inglaterra, la Era Victoriana, todavía más fascinada y obsesionada por la Edad Media como lo estuvo la anterior generación romántica. La
arquitectura neogótica se convirtió en uno de los símbolos más característicos
de esta época, aunque también hubo un estilo neorrománico y el ecléctico estilo
llamado “Reina Ana”, cuyo parentesco con el neogótico salta a la vista. Ésa es
la razón por la cual las escenas del Londres victoriano se ven tan góticas: muchos de sus edificios más señeros están construidos en este estilo, como el Palacio de Westminster, el Big Ben y el Puente de Londres.
Y no es sólo Londres: un montón de edificios actuales en Europa, que tienen aspecto como si hubieran salido de una leyenda medieval, en realidad se remontan al siglo XIX. Y los que no fueron construidos entonces, fueron intervenidos por los artistas decimonónicos, que en sus restauraciones a menudo usaron materiales y técnicas totalmente ajenas a la obra original. Eso incluye a los castillos alemanes de Neuschwanstein y Hohenzollern, la mayor parte del Barrio Gótico de Barcelona (¡y la fachada de la catedral!), técnicamente toda la ciudad de San Marino, la nave principal y las torres de la Catedral de Colonia, el tramo superior de la torre principal de la Catedral de Ulm, la fachada de la Catedral de Nidaros, y prácticamente todas las esculturas en la fachada de Notre-Dame, incluyendo las famosas grotescas. De hecho, más aun que la capital inglesa, la ciudad neogótica por excelencia es Edimburgo, Escocia.
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Castillo de Neuschwanstein Barrio Gótico de Barcelona Catedral de Ulm |
Es que la fascinación romántica y
victoriana por el Medioevo no venía acompañada por un estudio riguroso de la
época, y más que reconstruir el pasado estaban realizando una visión idealizada
del mismo. Por eso que se dice que el siglo XIX manufacturó la Edad Media.
Simulacro y simulación, nenes.
E. GÓTICO AMERICANO
Los edificios de las prestigiosas
universidades de Cambridge y Oxford fueron construidos originalmente en
estilo gótico; era natural que cualquier nuevo edificio que se erigiera en el
campus sería neogótico. Pero la cosa fue más allá: se decidió que el gótico era
el estilo de la academia, y muchas escuelas y universidades nuevas, tanto en
Gran Bretaña como en Estados Unidos y Canadá, fueron construidas así. Esto sería importante para el surgimiento de la subcultura contemporánea conocida como dark academia, pero nos falta camino para llegar ahí.
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Universidad de Princeton, Estados Unidos Iglesia de San Miguel de Allende, México Catedral de San Patricio, Nueva York, Estados Unidos |
Fue de esta forma como el gótico llegó a
las Américas, donde no había ocurrido una Edad Media ni habían existido los
godos. Se construyeron iglesias, universidades y otros edificios neogóticos lo mismo
en Nueva York que en Buenos Aires, en Washington y en Santiago, en Ottawa y
en Sao Paulo. Y también a las ciudades de África, Asía y Oceanía llegó la
fascinación neogótica.
En México, la iglesia neogótica más
conocida es la del pueblo mágico de San Miguel de Allende. En mi Yucatán
tenemos por
lo menos seis capillas en este estilo: la de Nuestra Señora del Carmen y la
de San José (ambas en Chuminópolis), la de San Juan Bautista (Xcunyá), la de
San Ignacio de Loyola (Progreso), la de San José de la Montaña (Cuzamá) y la de
la Inmaculada Concepción (Temax).
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Capillas neogóticas de Yucatán |
En Estados Unidos surgió en el tardío
siglo XIX una tendencia llamada gótico rural, con el que se construyeron
muchas capillas y casas, principalmente edificaciones pequeñas. También llamado
gótico carpintero, trabajaba modestamente en madera lo que los antiguos
constructores de catedrales habían hecho con grandilocuencia en piedra: arcos
ojivales, torres terminadas en agujas y pináculos, muros con ventanales,
fachadas con rosetones y rematadas en gabletes. Elementos de madera de este
estilo se usaban además como ornamentos en edificios de ladrillo o piedra, ya
fueran neogóticos o de algún otro estilo contemporáneo.
Aquella época de rápida industrialización
y creciente desigualdad fue llamada Edad de Oropel. Por aquellos años
las familias más ricas de Estados Unidos querían presumir su opulencia a través
de la construcción de grandes y ostentosas mansiones. Muchas de ellas
fueron construidas en estilo neogótico (¡algunas son prácticamente castillos!)
o en otros similares y emparentados.
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Mansiones victorianas y ejemplos de gótico carpintero en Estados Unidos |
Para la segunda década del siglo XX, el
estilo ecléctico y sobrecargado de las mansiones de la Edad de Oropel se
consideraba pasado de moda y de mal gusto, y varias comenzaron a ser
deshabitadas. La tendencia se agudizó con la llegada de la Gran Depresión en
1929 y muchas de esas mansiones quedaron en el abandono.
Llegamos, por fin, al Gótico
americano, la pintura que Grant Wood (1891-1942) hiciera en 1930. Una casa rural en
estilo gótico carpintero, con su ventana ojival y su gablete puntiagudo, sirve
de fondo para dos personajes góticos ellos mismos; todo en la pintura es
vertical y se proyecta hacia arriba. Rostros severos muestran una vida de pocas
alegrías en un mundo golpeado por la Gran Depresión.
La fascinación por lo gótico no se detuvo con el final de la Era Victoriana. A lo largo de los siglos XX y XXI nuevos edificios que imitan el estilo ojival han sido construido en diferentes ciudades del mundo. Incluso aparecieron rascacielos neogóticos, como el Edificio Woolworth en Nueva York, la llamada Cathedral of Learning de la Universidad de Pittsburg, o la Tribune Tower en Chicago. Todos se ven como lugares en cuyos tejados podríamos encontrar a Batman perchado en una gárgola. Lo cual nos llevaría a hablar de Ciudad Gótica, pero todavía nos falta para eso.
En este capítulo nos enfocamos en la arquitectura y las artes góticas, que son las bases de nuestras referencias visuales para lo que entendemos como lo gótico. Como hemos visto, una misma tradición artística nos dio, evolucionando y divirgiendo a lo largo del tiempo, ruinosos castillos y monasterios en medio del bosque, brumosas calles de ciudades decimonónicas y misteriosas mansiones deshabitadas a lo largo del camino. Son escenarios ideales para que aparezcan fantasmas, vampiros o cosas peores. Pero éstos no llegarían por sí mismos; tendrían que ser invocados por las plumas de los poetas. Para ello tendremos que retroceder en el tiempo, de vuelta al Romanticismo…
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El rascacielos neogótico de la Universidad de Pittsburg |
El próximo capítulo nos adentraremos en los terrenos de La Literatua Gótica. Si prefieres, puedes ir al Índice para buscar los capítulos que más llamen tu atención. También tenemos estas otras entradas sobre temas relacionados que seguro serán de tu interés:
- Historia social de la literatura y el arte de Arnold Hauser
- Para acabar con la Edad Media de Régine Pernaud
- National Geographic: The Devil in Medieval Art
- Sitepoint: The Blackletter Typeface
- Vox: Why the Victorian mansion is a horror icon
- Pero eso es otra historia
- Wikipedia: Gothic architecture
- Wikipedia: Gothic revival
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