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viernes, 29 de diciembre de 2023

¿Cuál será nuestra parte de la noche?



La pluma de Mariana Enríquez me cautivó cuando leí su relato “La casa de Adela” en la colección Insólitas; de hecho, fue mi cuento favorito de la antología. Bien, resulta que el relato está retrabajado en Nuestra parte de noche como uno de sus capítulos más importantes.

 

Vamos, ¿qué puedo decir acerca de este libro? A veces me topo con piezas de literatura tan grandiosas que me hacen sentir como un tonto. No porque la obra sea inaccesible; todo lo contrario. Es que no me siento con la capacidad para hacer el análisis que se merece; ésta es la clase de libros que marcarán un hito en la literatura latinoamericana, que se volverán objeto de estudios y tesis. Es una novela para leer muchas veces, y creo que cualquier comentario que pueda emitir ahora quedaría lejos de hacerle justicia.

 

Oh, pero no quiero que se piense que se trata de algún mamotreto pretencioso que sólo la academia sea capaz de apreciar. Lejos de ello. Una de sus grandes virtudes consiste precisamente en que resulta una obra apasionante, incluso si lo único que deseamos como lectores es dejarnos llevar por la trama, y no penetrar en sus niveles más profundos.

 

Bueno, basta de palabrería estéril. Les debo un análisis profundo y nerdoso como los que nos gustan en este su blog. Baste por ahora algunos comentarios y una enérgica recomendación. Y empecemos por satisfacer una duda: ¿de qué va?

 


Va de muchas cosas, pero podríamos decir lo siguiente: en Argentina existe un círculo de aristócratas que practican el esoterismo y la brujería; se llaman a sí mismos la Orden, y tienen sus raíces en Inglaterra. Durante décadas han probado contactar con entidades sobrenaturales en busca del secreto de la vida eterna; por fin encuentran una que les promete ese don a cambio de adoración y de sacrificios (o así lo han entendido ellos), un ser al que adoran como si se tratara de un dios, a quien llaman la Oscuridad.

 

Entre un coro de personajes vívidamente construidos, nuestros protagonistas son una familia. La madre, Rosario, es la hija rebelde de una de los altos miembros de la Orden. El padre, Juan, es descendiente de inmigrantes suecos empobrecidos, adoptado por la Orden, que codicia sus habilidades como médium. El hijo, Gaspar, ha heredado los poderes del padre y está señalado por la Orden para sucederlo como contacto entre este mundo y la Oscuridad.

 

Vale, hasta ahora no les he dicho casi nada. ¿Qué tipo de novela es? Una muy especial. Tiene momentos de verdadero espanto, y en general una atmósfera muy pesada y tensa, salvo algunos pasajes que sirven de alivio. Se dice que vivimos momentos de un renacimiento de la ficción de horror, tanto en el cine como la literatura. El nombre de Mariana Enríquez suele mencionarse cuando se habla del tema, incluso en lengua inglesa.

 

Pero sería inexacto clasificarla simplemente como una novela de terror, pues la gama emocional por la que se extiende va mucho más allá de sólo el miedo. “Fantasía oscura” podría ser un término más adecuado, aunque con las grandes obras literarias las etiquetas genéricas siempre se quedan cortas. ¿Podríamos hablar de algo así como un “realismo mágico oscuro”? La literatura latinoamericana tiene una muy reconocida tradición de entremezclar los elementos que en otras culturas son considerados fantasiosos con retratos muy precisos (y a veces muy crudos) de la historia y la realidad social. Hay quien afirma que la obra de Enríquez representa un movimiento llamado “nuevo gótico latinoamericano”.

 


Nuestra parte de noche cuenta una historia que se extiende a través de las décadas de los 60, 70, 80 y 90. En ella el horror sobrenatural está siempre acompañado por los muy reales horrores humanos de la historia reciente de Argentina. La dictadura militar, con sus asesinatos en masa y sus desapariciones forzadas, es el telón de fondo de buena parte de la novela. Incluso antes y después del fin de tal régimen, las atrocidades de la desigualdad, la explotación y el colonialismo quedan patentes.

 

Las familias adineradas que integran la Orden son de origen europeo. Son aliadas de la dictadura militar, e incluso sin ésta son intocables. En el aspecto mundano se han hecho ricas a través de la explotación de los pobres y de los indígenas. En el aspecto ultramundano, en la búsqueda de la inmortalidad han utilizado a sus médiums (todos ellos provenientes de entornos empobrecidos) como herramientas, hasta llevarlos al desgaste y la muerte. El colonialismo y la explotación continúan hasta en la magia.

 

Y, sin embargo, reducir los elementos mágicos de la novela a una simple metáfora de las injusticias sociales sería burdo. Nuestra parte de noche es un portento de imaginación. No dejo de preguntarme si Mariana Enríquez ha basado todos sus pasajes en las auténticas creencias de sectas esotéricas, o es que ha metido de su cosecha. Como fuere, sus descripciones de paisajes ultraterrenos y las discusiones de los personajes sobre filosofía mística son impresionantes. Estamos ante una maestra del worldbuilding.

 


Veamos unos ejemplo de su prosa:

 

“La Oscuridad crecía primero alrededor de Juan, como si fuera vapor desprendiéndose de su cuerpo, y de repente -a Tali siempre la tomaba por sorpresa ese momento- se alejaba en todas direcciones y se hacía enorme y líquida, lustrosa más bien. Era difícil mirarla: más oscura que la noche, compacta, tapaba los árboles, las luces de las velas y, mientras crecía, elevaba a Juan, que flotaba, suspendido en la negrura de las alas. Los escribas anotaban, Tali los veía, pero ella no escuchaba nada, nada más que jadeos y ese batir de alas. ¿Qué escucharían los que escuchaban la voz de la Oscurdad?”

 

Y, algunos cientos de páginas después:

 

“El camino después de la curva volvía  ensancharse y se abría a una pasarela flanqueada por árboles. Laura apuntó con el dedo a las ramas y Juan se acercó. Las ramas y el suelo estaban llenos de huesos. Roídos la mayoría, limpísimos, y viejos. En los árboles se armaban extrañas decoraciones, adornos de falanges y fémures entrelazados, unidos con ramas finas, formas delicadas, geometrías de carnívoro. Juan tocó algunas, trató de memorizarlas. Parecen una escritura, le dijo a Laura. En el suelo, los huesos estaban desparramados sin objetivo claro. ¿Vendría alguien, más tarde, a entretenerse armando estos colgantes? Juan tocó una de las decoraciones, que se desprendió y cayó en su mano abierta, como una fruta madura. La observamos. Formaba un signo, un sello. Juan dejó la mano abierta y cayeron tres más. Él agradeció y las guardó en el bolsillo.”

 


Pero el libro es todavía más que eso. Es también sobre lo difícil de las relaciones humanas: entre amantes, entre padres e hijos, entre amigos con los que compartes el mismo trauma… Es un libro sobre la contracultura, desde la psicodelia del Londres sesentero, hasta el undeground lgbt en la Argentina de los 80. Nos habla de lo pesados que son algunos legados generacionales, con los que sin embargo tenemos que aprender a lidiar… Es lo que a menudo se conoce como “novela total”, al mismo tiempo testimonio de una época y una cultura, y testamento de la condición humana universal.

 

Caray, mientras más avanzo con la escritura de este texto más fútiles me parecen mis esfuerzos. Siento que derrochar adjetivos halagüeños tampoco aporta mucho a la conversación que podamos tener sobre Nuestra parte de noche. Reviso mis notas (mentales) en algún momento quería decir que se nota la influencia de Stephen King (lo digo como algo bueno), en especial en los capítulos centrales, que se enfocan en los años de pubertad de Gaspar y sus amigos, pero no hallo dónde hacer ese inserto. Quizá lo mejor ahora sería retirarme humildemente y recomendarles con ahínco la obra de Mariana Enríquez.

 

“Vamos a ver, dijo su padre, y cuando llegaron a las rejas, cerradas con candado, le dijo pasá hijo, pasá si podés, y Gaspar, confundido, le devolvió la caja donde estaba su madre y, cuando intentó empujar la puerta, se dio cuenta de que no necesitaba una llave, que si quería abrirla sencillamente la abría y cómo era posible eso no había manera de entenderlo, pero de pronto la reja estaba abierta y solamente la había tocado -y había pensado, sí, había pensado que podía abrirla- y su padre lo siguió sin decirle nada, como si fuese lo más normal de mundo, y del otro lado, entre pastos altos y sobre un camino embarrado, los charcos brillantes como espejos bajo la luna, le tomó la cara entre las manos, se agachó para mirarlo a los ojos y le acarició el pelo, la caja estaba en el suelo, entre los dos, y le dijo tenés algo mío, te dejé algo mío, ojalá no sea maldito, no sé si puedo dejarte algo que no esté sucio, que no sea oscuro, nuestra parte de noche.”


 

Hola, gracias por leer. Ahora sí, ésta es mi última recomendación literaria del 2023. Si te gusta mi trabajo, me puedes encontrar en YouTubeSpotify y TikTok. También puedes ayudarme a seguir creando con una subscripción en Patreon, o a hacer un donativo en PayPalMientras, te dejo con otros textos:


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