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Arte de François Baranger |
Saludos, mis queridas abominaciones inefables. Hoy vamos a
hablar de En las Montañas de la Locura de Howard Phillips Lovecraft.
O, para mí, las Montañas de la Normalidad. Lovecraft es uno de mis escritores
favoritos y ciertamente de los que más me han influido. He leído literalmente
TODA su narrativa, alguna de ella más de una vez. Siempre vuelvo a sus relatos,
con todo y sabiendo que era un cretino racista y prácticamente un incel, que si lo conociera en la vida real querría golpearlo (o abrazarlo por pura lástima, no
sé).
Esta novela breve, publicada por primera vez en 1936, es una
de las obras más aclamadas de Lovecraft. Es la segunda vez que la leo, y tengo
que confesar que la primera, hace 15 años, no me impresionó gran cosa. En aquel
entonces me cautivaron más obras como La
búsqueda onírica de la desconocida Kadath. Esta segunda vez vine con la
mente abierta para tratar de entender por qué es tan apreciada por los fans de
H.P. Creo que di con ello.
LA CIMA DEL MUNDO
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Arte de Derek Benson |
El relato trata de una expedición la Antártida que
habría tenido lugar en la década de 1930, narrada por un científico de apellido
Dyer. Cuando Lovecraft escribió esto, el continente antártico no había sido
explorado más que superficialmente, lo que lo convertía en un espacio ideal
para poblarlo con las imaginerías del autor. La historia puede dividirse en dos
partes. La primera trata de la preparación e inicio de la expedición, con
profusos detalles que contribuyen a su verosimilitud.
La segunda arranca a partir del suceso catastrófico que
ocurre en un campamento científico y trata de Dyer, en compañía del estudiante y piloto Danforth, explorando las ruinas imposibles de una antiquísima
civilización prehumana, más allá de las epónimas montañas. Lo que aprenden
allí pone de cabeza todo lo que se sabe de la historia de la humanidad y de la
evolución de la vida en la Tierra. Les resumo un poco, sin demasiado espóiler
por si se animan a leerla.
En el Ártico, más allá de una altísima cordillera, se
encuentran los vestigios de una ciudad de los Antiguos o Primordiales
(en inglés, Elder Things). Éstos llegaron desde el espacio a la Tierra
en tiempos precámbricos. La novela insinúa que dieron forma a la vida en
nuestro planeta como parte de sus experimentos, y que la creación de la
humanidad fue un evento fortuito. A Lovecraft le encanta destruir la ilusión de
que nuestra especie tiene un lugar especial en el universo o un propósito
cósmico.
El cuerpo de uno de los Antiguos es descrito así:
“Mide
seis pies de longitud, y tres pies y cinco décimos de diámetro central y
disminuye hasta un pie en cada extremo. Parece un barril con cinco camellones
en lugar de duelas. Roturas laterales, como tallos a mitad de los camellones.
En los surcos llamativas excrecencias: crestas o alas que se despliegan como
abanicos... que llegan a siete pies al estar extendidas.”
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Arte de David G. Forés |
La vista de la megalópolis causa poderosas impresiones en
Dyer:
“Allí,
sobre una altiplanicie diabólicamente antigua, a veinte mil pies cumplidos de
altura, y en medio de un clima mortífero desde una era anterior a la humanidad
de por lo menos quinientos mil años de antigüedad, se extendía hasta donde
alcanzaba la vista un conjunto ordenado de piedra que solamente la defensa
instintiva y desesperada de la razón podía atribuir a otra cosa que no fuera
una causa consciente y artificial. Habíamos ya desechado como ajena a la razón
la teoría de que los cubos y los bastiones de las laderas tuvieran un origen no
natural. ¿Cómo podía haber sido de otro modo, si el hombre apenas se
diferenciaba del mono cuando aquella región sucumbió al actual reino perpetuo
de la muerte glacial?”
Poco más adelante, se describe así la ciudad, en un pasaje
típicamente lovecraftiano:
“Incluso
las fotografías solamente ilustran uno o dos aspectos de su infinita variedad,
de su solidez preternatural y de su exotismo totalmente foráneo. Había formas
geométricas que Euclides difícilmente habría podido definir: conos con toda
clase de irregularidades y truncamientos, configuraciones escalonadas con todo
tipo de sugerentes desproporciones, respiraderos con extraños ensanchamientos
de bulbo, columnas quebradas en curiosos agrupamientos y construcciones de
cinco puntas o cinco lomos de grotesca demencia.
Conforme
nos acercamos pudimos ver lo que había bajo ciertas partes transparentes de la capa de hielo y percibir algunos de los puentes tubulares de piedra que unían
los edificios esparcidos, sin orden ni concierto, a varias alturas. Calles
ordenadas no había, al parecer, ninguna, y la única franja anchurosa y
despejada se hallaba a la izquierda, a una milla de distancia, en el lugar por
donde debió discurrir el antiguo río que atravesó la ciudad para ir después a
hundirse en las montañas. Los prismáticos nos permitieron ver que abundaban las
franjas horizontales de esculturas y grupos de puntos, todas ya casi borradas,
y casi pudimos imaginar el aspecto que la ciudad debió de tener en su día,
aunque la mayor parte de los tejados habían desaparecido y las partes
superiores de las torres habían perecido inevitablemente. En conjunto, había
sido un complejo revoltijo de tortuosas callejas y pasadizos, todos ellos a
modo de profundos desfiladeros y algunos poco mejor que túneles, dada la gran
altura de los edificios y los arcos de los puentes que pasaban sobre ellos.”
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Arte de Stephan McLeroy |
Más allá de la ciudad, pasando una cordillera todavía más
alta e infranqueable se encuentra una tierra que los mismos Antiguos evitaban,
pues en ella existe un Mal indeterminado.
A lo largo de los eones, los Antiguos tuvieron que
enfrentarse con otras razas extraterrestres en distintas guerras por el control
de este planeta. Primero tuvieron que enfrentar a la Progenie de Cthulhu
(Star-Spawn of Cthulhu), versiones miniatura del Gran Dios Primigenio,
al que servían. El final de esta era llegó con el hundimiento de la ciudad de
R’lyeh y el destierro de Cthulhu al fondo del mar, donde aún espera dormido. Este
Dios Primigenio es la creación más famosa de Lovecraft, pero la ley me obliga a
recordarles que no es la entidad más poderosa de su abominable panteón. En La
llamada de Cthulhu (1928) se le describe de la siguiente forma, que se
supone también aplica para su Progenie:
"Un
monstruo de perfil vagamente humano, pero con una cabeza a modo de pulpo cuya
cara era una masa de tentáculos, un cuerpo cubierto de escamas y de aspecto
gomoso, unas prodigiosas garras tanto en extremidades anteriores como
posteriores y unas largas y estrechas alas en la espalda".
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Arte de Loïc Muzy |
Después vino el enfrentamiento con los Mi-Go, quienes
ya habían antes colonizado el planeta Yuggoth (Plutón, para los humanos). Los
Mi-Go son los protagonistas de El que susurra en la oscuridad (1931),
donde se les describe así:
“Una
especie de grandes cangrejos de color rojizo, con muchos pares de patas y dos
grandes alas como de murciélago en medio del lomo. Unas veces caminaban sobre
todas sus patas y otras solamente sobre el par trasero, utilizando las
restantes para transportar grandes objetos de naturaleza desconocida […] Y con
una especie de intrincada forma elipsoide, cubierta con infinidad de
antenáculos, en el lugar en que normalmente se encontraría la cabeza.”
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Arte de Joao Sergio |
En esta misma novela no mencionan a la Gran Raza de Yith,
que aparece por vez primera en La sombra más allá del tiempo (1934).
Pero se supone que estos expertos en el viaje temporal también se enfrentaron a
los Antiguos en la prehistoria y que fundaron, en las llanuras de lo que sería
Australia, la ciudad de Pnakotus; de ahí se originan los malditos Manuscritos
Pnakótilkos, que, junto con el infame Necronomicón, es de los libros
ficticios más famosos de Lovecraft. Los Yithianos son descritos de esta manera:
"Eran
inmensos conos rugosos de unos tres metros de altura, con la cabeza y otros
órganos dispuestos en los extremos de una serie de miembros distensibles, de
unos treinta centímetros de grosor, que se extendían a partir de sus cimas.
Hablaban chasqueando o arañando sus enormes zarpas o garras, articuladas al
final de dos de sus cuatro miembros, y caminaban por la expansión y contracción
de una capa viscosa situada en la parte inferior de sus bases, que a su vez
tenían un diámetro de casi tres metros."
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Arte de Pasi Juhola |
Por último, los Antiguos tuvieron que enfrentarse a los
shoggoth, una forma de vida a la que ellos habían creado para servirles. Se
insinúa que fue la rebelión de los shoggoth lo que finalmente llevó a la caída
de la civilización de los Antiguos y la aparente extinción de su raza. Así es;
ésta es una historia de “creador condenado por sus propias creaciones”. Los
shoggoth son descritos En las Montañas de la Locura como masas informes
y burbujeantes, llenas de ojos, capaces de adaptar la forma que requirieran
para la tarea que hiciera falta, lo que los hacía los esclavos perfectos… Hasta
que se rebelaron y usaron esas habilidades contra sus propios amos.
¡Y falta mencionar a los pingüinos! Monstruosas aves albinas
y ciegas, tan altas como un hombre, adaptadas para vivir en las profundades bajo
las ruinas de la ciudad:
“Después llegó un destello de
decepción, cuando la forma blanca se desplazó silenciosa hasta un arco lateral
sobre nuestra izquierda para unirse a otros dos semejantes que lo habían
llamado con voces roncas. Porque era sólo un pingüino, aunque de una especie
enorme y desconocida, mayor que el mayor de los pingüinos emperador conocidos,
y monstruoso por la combinación de su albinismo con la carencia casi total de
ojos.
Cuando hubimos seguido al ave hasta el
arco y giramos nuestras antorchas sobre el indiferente y distraído grupo de
tres, vimos que todos eran albinos y carecían de ojos, y eran de la misma
especie desconocida y gigantesca. Su tamaño nos recordó a algunos de los
pingüinos arcaicos de las tallas de los Grandes Antiguos, y no nos llevó mucho
tiempo concluir que descendían de antepasados comunes, y que sin duda habían
sobrevivido por haberse retirado a alguna región más templada, cuya oscuridad
perpetua había destruido su pigmentación y les había atrofiado los ojos hasta
convertirlos en rendijas inútiles.”
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Arte de Daryl Toh |
En las Montañas de la Locura es una narración central
en los Mitos de Cthulhu, pues conecta un montón de personajes, conceptos
y eventos que ya habían sido presentados en otros textos. Le da orden a la
mitología que Lovecraft había estado construyendo poco a poco durante años y
esclarece las relaciones entre sus diferentes elementos.
Además, toma inspiración de La
narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Es esta obra, por
demás inusual, los héroes llegan hacia las regiones antárticas, donde
encuentran gentes, criaturas y locaciones extrañas e inexplicables. El extraño
y ominoso grito que Poe describe en su novela con la onomatopeya teke-lili vuelve
a escucharse en el texto de Lovecraft como el anuncio de una fatalidad
inminente…
APRECIACIONES NO EUCLIDIANAS
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Arte de Andrei Sherstuck |
Todo eso es fascinante, visto como mitología, como lore... Pero si se le toma como una narración, como un relato, entonces resulta algo débil. Es uno de esos casos en los que las ideas son más interesantes que la ejeccuión. En sí no sucede gran cosa sino hasta casi el final de la novela. No hay
realmente un conflicto ni grandes obstáculos que tengan que ser superados, sólo
seguimos a Dyer explorando la ciudad y aprendiendo lo que les he resumido. Uno
de los equipos de la expedición sufre un destino terrible, pero no es algo que atestigüemos;
otros personajes que descubren los restos y especulan sobre lo sucedido.
El único episodio verdaderamente intenso se da casi hasta el
final, cuando hace su aparición… Bueno, no les quiero espoilear, pero es en ese
clímax en donde mejor se aprecian las dotes de Lovecraft como escritor. Es tan poderoso
y memorable que casi hace olvidar la relativa monotonía de todo lo
anterior. No extraña que sea uno de los pasajes más comentados e ilustrados en
toda la bibliografía de Eich Pi.
Lo que más me deja ambivalente de En las Montañas de la
Locura, así como de otras obras en esta etapa tardía del autor (como El
que susurra en la oscuridad), es que explica demasiado. Fue el mismo
Lovecraft quien dijo que “El más antiguo e intenso de los miedos es el temor a
lo desconocido”. Precisamente por eso me encantan los relatos en los que no se
sabe a ciencia cierta qué está sucediendo, como Las ratas en las paredes,
El color que cayó del cielo o Los sueños en la casa de la bruja.
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Arte de Craig Spearing |
En Las Montañas de la Locura el autor quita casi
por completo ese velo de misterio a muchas de sus creaciones. Entendemos
quién es cada una, de dónde viene, cómo se desarrolló su historia, etcétera.
Los Dioses Primigenios, incluso el mismísimo Cthulhu, son reducidos a seres
extraterrestres, de gran poder y todo lo que quieran, pero que dejan de ser
incomprensibles. Con eso, me temo, que se pierde una buena parte de lo que
hacía inquietante al universo de Lovecraft: sigue siendo cósmico, pero menos
horroroso. Sólo ciertas sugerencias, de algo maligno e indescriptible que
Danforth atisba más allá de las montañas, salvan un poco de misterio.
Lo que me parece más inverosímil de la novela es que
Dyer y Danforth hayan descubierto todo lo que les conté (y mucho más) viendo
los murales de los Antiguos. Los paleógrafos tardaron décadas en ir descifrando
los jeroglíficos egipcios o la escritura de los mayas, por ejemplo; y ésas
fueron civilizaciones humanas que vivieron hace pocos cientos o miles de años,
que hablaban lenguas emparentadas con algunas que todavía existen. Los Antiguos fueron una raza extraterrestre que vivió millones de años antes de los
humanos; su anatomía, psicología y cultura son totalmente ajenas a las
nuestras. Y, sin embargo, los protagonistas logran descifrar su arte con
exactitud y sin esfuerzo, para reconstruir toda la historia de su civilización
en unas pocas horas.
Como suele pasar con Lovecraft, sus personajes son planos
e intercambiables, no tienen ningún tipo de desarrollo, y son apenas
vehículos para que pueda dar a conocer su mundo y sus criaturas, que es lo que
más le interesa.
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Arte de François Baranger |
Por otra parte, lo que ha hecho clásica a esta novelita
es precisamente la construcción de un mundo imaginario con una mitología que se
remonta a millones de años hacia el pasado, que abarca hechos narrados en varias
obras y que implica la participación de múltiples civilizaciones. En efecto,
esta mitopoesis, esta creación de un lore con una imaginación riquísima, es lo
más interesante, y es algo verdaderamente extraordinario. No me extraña
que haya cautivado las mentes de lectores a lo largo de ya casi un siglo.
Un aspecto que siempre ha destacado a Lovecraft es su imaginación
sin par. Si va a tratar de seres extraterrestres, no los describirá como humanoides
verdes, ni ninguno de esos perezosos lugares comunes. Si toma inspiración de la
vida terrestre, será de los organismos más distantes a nosotros en el árbol de
la vida: crustáceos, moluscos, equinodermos, anélidos, hongos… Y combinará sus
rasgos de formas barrocas, para acentuar el extrañamiento.
Hey, habrán notado que muchas de esas criaturas tenían alas
membranosas como de murciélago o pterodáctilo. Esto es porque a Lovecraft le
parecía ridícula la idea de cohetes o naves espaciales; todos sus
extraterrestres viajan entre mundos y sistemas solares usando sus alas para
navegar por el éter, una hipotética substancia que llenaba el espacio
interplanetario, según las especulaciones de esa época. Hoy sabemos que no
existe tal cosa, pero le da un encanto retro y pulp a la obra del maestro de
Providence.
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Arte de Sebastián Cabrol |
Los Antiguos no eran precisamente malvados, sólo muy
diferentes. Su actitud ante la humanidad no es distinta a la que nosotros hemos
tenido hacia otros animales. Hasta hay una parte en la que el protagonista
empatiza con ellos, pues de cierta forma son personas, aunque no sean humanos: tuvieron
arte, ciencia y civilización, y protegían a los suyos. Esto es inusual para
Lovecraft, quien tiende a considerar todo lo diferente como perverso.
Como siempre, Lovecraft construye muy bien una atmósfera
opresiva en la que un sentimiento de fatalidad pende sobre los personajes y
se contagia al lector. Lo inhóspito e ignoto del mundo antártico resulta un
escenario ideal para ambientar esta historia.
Probablemente lo mejor que ha inspirado la novela se
encuentra en otros medios. Como la imaginación de Lovecraft es portentosa y
estimulante, no es raro que haya motivado a muchos artistas visuales a plasmar
sus propias interpretaciones de las criaturas, lugares y acontecimientos a los
que se hace referencia. Esto incluye una aclamada novela gráfica de Ian
Culbard (2010) un manga de Gou Tanabe (2019) y un par de volúmenes
espectacularmente ilustrados por François Baranger (2020).
Como H.P. creó un mundo que vale la pena explorar, no es
raro que se hayan lanzado videojuegos y RPGs en los que uno puede tomar
el papel de un personaje perdido en esas Montañas de la Locura. Por ejemplo, Beyond
the Mountains of Madness (1999), expansión del RPG Call of Cthulhu;
o el juego de estrategia Mountains of Madness (2014), expansión de Eldritch
Horror.
En 2012 Ridley Scott estrenó Prometheus,
la precuela de Alien (una saga de por sí muy lovecraftiana), que es
básicamente la misma historia, reciclada en el espacio y con parásitos
alienígenas (menos imaginativos que los de Eich Pi). Extraterrestres demiurgos
adorados como deidades; la creación de la humanidad como un mero capricho; la
aparente destrucción de estos falsos dioses a manos de un arma biológica hecha
por ellos mismos; la expedición científica a un lugar remoto en el que hallan
ruinas antiquísimas que guardan un aborrecible secreto… Todo está ahí.
Mucho antes, en 1982, The Thing de John Carpenter
también se inspira bastantito en la obra de Lovecraft: el escenario antártico,
el monstruo titular que tiene mucho de shoggoth, y los temas de horror cósmico.
También de Carpenter tenemos In the Mouth of Madness (1994), que es un
pastiche de varios conceptos lovecraftianos y cuyo título es una referencia
directa a las Montañas.
Como quizá ya saben, hace algunos años Guillermo del Toro
tenía la intención de producir una adaptación directa de En las Montañas de
la Locura. Sin embargo, con la ambivalente recepción de Prometheus, pospuso
el proyecto, y desde entonces no ha podido convencer a los estudios de invertir
las grandes cantidades de dinero que se necesitarían para hacer esto bien. Creo
que para muchos fans ése sería un sueño hecho realidad, pues seguro que don
Memo haría un gran trabajo adaptando y actualizando este clásico.
Por supuesto, un montón de música se ha inspirado en Lovecraft; demasiada como para enlistar acá. Así que sólo mencionaré dos álbumes. Out of Orion tiene uno de música electrónica muy atmosférica titulado At the Mountains of Madness: H.P. Lovecraft. Por su parte, el grupo de dark cabaret Tiger Lillies hizo mancuerna con Alexander Hacke y la directora Danielle de Picciotto para producir el espectáculo multimedia The Mountains of Madness. Les dejo con la canción titular:
¡ïa, ïa! Mi primer propósito era escribir una nota rápida para GoodReads, pero para variar me quedó una wea de muchas páginas. Si les gusta que haga estas ñoñadas pueden apoyarme con una suscripción a mi Patreon, o pueden hacer una sola donación en Paypal. Gracias a mis mecenas pude pagar mis impuestos en enero, como Flanders. Mientras tanto, aquí están otros textos que pueden ser de su erudito interés:
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