¿Por qué los normis no entendieron 'THE BOYS'? - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

jueves, 1 de agosto de 2024

¿Por qué los normis no entendieron 'THE BOYS'?


The Boys es una serie de televisión creada por Eric Kripke y basada en el cómic homónimo de Garth Ennis. Trata de un equipo de superhumanos, supuestamente superhéroes, encabezados por Homelander, y creados por la malvada megacorporación Vought, a quienes se enfrentan los titulares muchachos, humanos normales encabezados por Billy Butcher. En apariencia es una parodia del género de capas y mallas, con mucho humor negro, violencia, gore, desnudos y groserías. Pero bajo la superficie es una ácida y muy ingeniosa sátira de la sociedad en el capitalismo tardío, y en concreto del paulatino declive de los Estados Unidos hacia el fascismo (procesos que se repiten en versión tercermundista en nuestros lares).

 

Ok, no voy a describir a detalle de qué va la serie. Si no la han visto todavía, háganlo. La recomiendo mucho, incluso si no les gustan las cosas superheroicas. De cualquier forma, este ensayo está escrito asumiendo que ustedes ya la vieron, conocen a todos los personajes, se acuerdan de lo más importante que pasó y no le temen a Dios ni a los spoilers.

 

Tampoco voy a hacer un análisis explicando cómo Los chavos aborda un montón de temas relevantes para nuestros tiempos, porque eso ya lo han hecho muy bien otros, por ejemplo Danny Z y Go! El monitor geek (en español), y Jessie Gender (en inglés). De lo que quiero hablar hoy es de las discusiones alrededor de la serie, de cómo ha sido recibida y percibida por cierta parte del público, y cómo ello forma parte de un fenómeno social más amplio.

 

Este verano de 2024, Los pibes estrenó su cuarta y penúltima temporada, y se ha reportado que los fans derechistas reaccionaron negativamente a ella, porque supuestamente se había puesto demasiado progresista, demasiado woke, y traicionado su espíritu original. A ello otros fans han respondido no sólo que el programa siempre ha sido progre, sino que además ya lo habían señalado un montón de veces desde el principio. Este artículo de Julián Ramírez en Shock resume muy bien la situación. Bien, pues lo que yo quiero reflexionar aquí es sobre cómo los normis han interpretado la serie.

 


Ok, aclaremos conceptos. En cuanto a woke y progre (que uso como sinónimos), son términos que la derecha utiliza de forma despectiva para referirse a cualquier persona, movimiento o postura que cuestione, denuncie o combata los sistemas opresivos (racismo, sexismo, homofobia, etc.); es todo lo relacionado con la lucha por la justicia social, o sea las diversas corrientes feministas, antirracistas, pro lgbtq+, y así. Lo que el progresismo denuncia como opresión, la derecha no lo reconoce como tal, y descalifica todo lo que digan los progres como histerismo ridículo, si no de plano como parte de un plan concentrado para destruir la sociedad occidental. Esto es porque el objetivo de la derecha siempre ha sido proteger y fortalecer esos sistemas opresivos, y ahora vivimos en una era del empoderamiento de la derecha extrema, el fascismo.

 

Normi (de “normal”) es un término, también por lo general despectivo, utilizado por diversos grupos para referirse a las personas ajenas a tal. Los nerds lo utilizan para las personas que no son nerds; los miembros de alguna subcultura (goths, punks, bdsm, etc.), para quienes no forman parte de ninguna; los neurodivergentes lo dicen sobre los neurotípicos; los neonazis y los incels, de quien no está radicalizado en sus ideologías de subnormales.

 

Aquí voy a usar normi (así, hispanizado) para referirme a las personas que no están activamente comprometidas con ninguna corriente o discurso político; no son los progres que siempre están en redes, bien preocupades por el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo y demás. Pero tampoco se identifican como conservadores (aunque, como veremos, comparten sin saberlo mucho de su discurso) ni hacen de su vida una cruzada contra el progresismo que “está destruyendo a Occidente”.

 

En general, los normis no parecen muy interesados en la política ni en cuestiones sociales, ni son precisamente la peña más cultosa. Se quejan de los wokes y de la inclusión forzada, pero los consideran más un fastidio que una amenaza existencial y todavía no han oído gran cosa de la teoría del Gran Reemplazo o de QAnon. En general, no están muy involucrados con los temas que absorben a los guerreros culturales de ambos lados, y sólo expresan sus opiniones sobre los casos que más se viralizan. Son tipos cualquiera, a veces con opiniones rancias que sostienen más por ósmosis e inercia cultural que por compromiso con una ideología; es más, quizá piensan que “no tienen ideología”.

 


Hoy se está viviendo una batalla por las mentes y corazones de los normis, y mucho me temo que la extrema derecha es la que la está ganando. Es de lo que habla Ian Danskin en su ya clásico videoensayo How to Radicalize a Normie. En la escala de radicalización que nos presenta este youtuber, los normis son quienes están en la superficie.

 

El problema de que todas tus amistades sean frikis, autistas, gente arcoíris y comunistas de Starbucks es que terminas perdiendo contacto con la forma de pensar de la gente normal… que a veces puede ser atroz. Es bueno salirse de la cámara de eco de vez en cuando y recordar que no todos son o aliades o enemigos.

 

Así, un día me invitaron, no recuerdo quién ni cómo, a formar parte de un grupo de Facebook de entusiastas de las películas y series. No les diré el nombre, porque no quiero funar a nadie, porque la mayoría son buenas y simpáticas personas, y porque no creo que los comentarios que usaré como ejemplos necesariamente representen lo que todos allí piensan. Aunque ya antes recibí una amonestación por exhibir el comentario de un conspiranoico del grupo, y tengo fama de pedero por ser el único que les cuestiona cuando ponen chistes racistas, así que de todos modos es posible que después de publicar esta entrada me expulsen definitivamente. Ni modo.

 

De todos los grupos de feis en los que estoy, éste es definitivamente el más normi. No son cinéphiles mamadeurs, ni exquisitos culturetas, ni mucho menos. El cine y la TV que se comentan son de lo más comercial, hollywoodense y streamero que se puedan imaginar. Principalmente se publican memes, fotos de celebridades, anuncios de próximos estrenos y cosas por el estilo. Hay un par de miembros que suben reseñas propiamente dichas, pero la mayoría comenta con pocas palabras si algo les gustó o no, y en general no es un espacio para análisis profundos o crítica especializada.

 

Y suben el mismo chiste casi cada semana...

En cuanto a sus opiniones políticas, son justo lo que describía más arriba. Me permiten subir mi contenido progre, pero también permiten a otros miembros hacer rabietas sobre la “inclusión forzada”. La sirenita negra quizá haga berrear a algunos, pero al mismo tiempo admiran a Will Smith, a Halle Berry y a Morgan Freeman, y se conmueven con las películas que tratan sobre la esclavitud y la segregación. Varias veces han puesto noticias falsas sobre “progres quieren cancelar tal cosa” (y se molestan conmigo cuando les digo que son falsas). Incluso han llegado a compartir contenidos de páginas auténticamente fachas como el Punisher Rorschach. Una administradora me comentó una vez que “cada quien tiene su ideología y hay que respetar”.

 

En el grupo hay sobre todo GenXers y Millennials viejos (esto es Facebook, después de todo). Hay un par de chavorrucos con un humor muy rancio, ya saben, sexismo y racismo casual; tanto, que llegué a pensar “jolines, éstos son verdaderos fachos”. Pero no. Resulta que era sólo Facebook mostrándome precisamente esos posts, porque el algoritmo está diseñado para enseñarnos lo que más nos enoja y hacernos miserables. Estos vatitos en realidad comparten toda clase de contenidos genéricos e inocuos, y que su sexismo, racismo y transfobia son ni más ni menos intensos que los de cualquier otro vato básico todo meco.

 

Sí había por lo menos un tipo que se había comido completita la narrativa fascista actual, y que decía cosas como que los judíos promueven la inclusión forzada como parte de su plan para reemplazar a la raza blanca o que el cambio climático es un invento de la ONU para imponer el comunismo mundial. Pero fue sólo un tipo, que tampoco participa mucho. Eso sí, sus comentarios eran tan permitidos como los de cualquier otro.

 

En fin, ¿por qué les estoy contando todo esto y qué tiene que ver con Los fuchachos? Bueno, es que este grupo me ha permitido observar cómo es la recepción de ciertas obras mediáticas y temas de cultura pop entre personas a las que, según lo que hemos descrito, podemos considerar normis. Venga, no presumiré de estar haciendo antropología cultural, ni pretendo que mis observaciones tengan más validez que la de una anécdota que desencadena una serie de reflexiones. Puede ser que le esté dando demasiada importancia a dos que tres comentarios del feis, pero creo que el ejercicio de desmenuzarlos sirve para lanzar algunas ideas que ayuden a entender mejor lo que sucede.

 

Vale, volvamos a lo que nos truje. En realidad no empecé a ver Los vatos sino hasta el año pasado, en que me di la tarea de maratonear las primeras tres temporadas. Por esos días me aventé el video de Danny Z, titulado Lo siento, pero ‘The Boys’ es bastante ‘woke’, mismo que compartí en el susodicho grupo. Uno de los miembros me comentó lo siguiente:

 


Este comentario me pareció muy interesante, porque creo que es representativo de lo ciertas personas piensan al respecto; o sea, no es una opinión original, sino que me he encontrado variciones de la misma en distintos espacios. Este individuo no consideraba Los güeyes como algo woke, porque no correspondía con su prejuicio de lo que es lo woke. Y su prejuicio está informado por una retórica que viene desde la derecha. No tiene idea de qué son las cosas que defendemos, criticamos o argumentamos las personas tachadas de woke. ¿Qué sí es lo woke, según este usuario? Trataré de extraer de ahí algunas ideas clave:

 

-Piensa que hay una diferencia entre lo woke, que hace quejas y reclamos absurdos (“nadie pide gilipolleces ridículas”) y una crítica social legítima que ataca las cosas que “obviamente” están mal. Ahora, esta persona respondía al video de Danny Z, sobre cómo la serie habla del poder de las corporaciones, la manipulación mediática, el resurgimiento de la extrema derecha y la masculinidad tóxica. Supongo, pues, que la forma en que lo hace le parece no sólo adecuada, sino “obvia”, algo que “todos entienden”. Como la burla a la Iglesia de la Cientología, sobre la que todos estamos de acuerdo en que es una secta de orates.

 

Lo que este usuario no sabe es que todo eso es propio de lo woke, lo progre. Si es una denuncia de las estructuras de poder y de la opresión sistémica, es progre. No es que no sea woke porque sea sensato; es que esta persona encontró posturas woke que le parecen sensatas. Y no se sorprendería de ello, si se abriera a aprender más sobre los movimientos por la justicia social.

 

Después de décadas de lucha, la sociedad en general ha empezado a aceptar que cosas como el racismo y el sexismo están mal, y ha aprendido a reconocer y rechazar sus expresiones más descaradas y violentas. Pero, al mismo tiempo, todavía normaliza muchas otras. Entonces, cuando desde el progresismo se denuncia alguna de las formas de opresión más ampliamente reconocidas, los normis dicen “sí, claro, eso está obviamente mal”. Si en cambio, se denuncia una que está todavía normalizada, los normis responden a la defensiva, y tachan el reclamo de absurdo, exagerado, etc.

 


-Perdón, pero no puedo evitar que la frase “es protesta lógica” me haga rodar los ojos. Asumo que quiso decir algo así como “crítica sensata”. Para los normis, “lógica” equivale a “sentido común”… y lo que llaman “sentido común” son los criterios sobre lo que es bueno y verdadero que han absorbido a lo largo de su vida sin cuestionarlos, y que aplican de forma intuitiva sin profundizar. Irónicamente, a lo que llaman “lógica” es el sustituto barato del pensamiento racional consciente.

 

Miren, no voy a negar aquí que en la progreósfera hay muchas tonterías, gente dogmática y banda que se pone histérica por nimiedades. El problema está en reducir todo el progresismo a eso. Además, qué es lo absurdo y qué es lo sensato depende mucho de la formación, cultura, y postura ideológica de cada persona. A cada quien le corresponde formar su propio criterio sobre lo que es en realidad una gama muy amplia y diversa de movimientos y posturas. Pero esto no será posible para quien no tiene la disposición para cuestionar sus preconcepciones y aprender.

 

-El usuario menciona el lenguaje incluyente como ejemplo de esas gilipolleces que piden los progres. Obviamente, nadie dice compañere ni amigue porque es una serie en inglés, duh. Esto no quiere decir que Los chavales no exprese sus posturas progresistas a través del lenguaje. Nadie anda por ahí usando la palabra con N, por ejemplo. Y las expresiones sexistas, homófobas y racistas son propias de los villanos.

 

-Los wokes defienden “colectivos”; aquí entiendo que se refiere a minorías raciales y personas de la comunidad lgtbq+. Y pues sí, las personas preocupadas por la justicia social tratamos de apoyar las luchas de grupos históricamente marginados u oprimidos. Lo que no me queda claro es por qué dice que la serie “no los defiende”. De forma bastante clara denuncia toda clase de opresiones sistémicas. El conflicto entre Bluehawk y la comunidad de A-Train, por ejemplo, es un comentario bastante obvio de la brutalidad policiaca racialmente motivada que afecta a las comunidades afroamericanas.

 


Starlight ha sido desde niña presionada para cumplir estereotipos de género y adaptarse a cánones de belleza; cuando llega a los Siete, sufre violencia sexual, es presionada para sexualizar su imagen y encima Vought pretende venderla como símbolo de empoderamiento, justo en el momento en el que ella tiene menos control sobre su vida.

 

-La serie no es woke porque las mujeres “empoderadas” son todas superhumanas… y las que no, son madres… ¿Khé? Esta parte se me hace bien rara. Supongo que le parecerá poco feminista que los protagonistas varones (Butcher, Hughie y Marvin) son humanos normales que se las arreglan contra los superhumanos por sus propios medios, mientras que las mujeres (Annie, Kimiko y Maeve) tienen superpoderes. Pero de la misma forma se puede argumentar a la inversa: que es feminista porque da superpoderes a las heroínas y no a los héroes (y podríamos añadir que la mejor combatiente del grupo es Kimiko). El contexto importa, banda.

 

Lo que me queda claro es que piensa que los wokes no valoran a las mujeres que son madres, o no creen que puedan ser personajes empoderados. Lo cual no es para nada cierto, y esa idea debe venir del prejuicio, también empujado por la derecha, de que las feministas condenan la maternidad, cuando lo que en realidad defienden es que las mujeres elijan libremente si quieren ser madres o no.

 

-La violencia y crudeza es contraria a lo woke. Los wokes quieren contenido sanitizado, que no haga sentir mal a nadie. Aquí no está tan lejos de la realidad. Hay una sección de la progresía bastante mojigata. Cuando Jessie Gender, una videoensayista geek de izquierda (y una mujer trans, para más inri) sacó su video sobre Homelander, varios de sus seguidores (wokes entre los wokes) le reclamaron que no hubiera puesto advertencias de contenido (trigger warning) por las escenas de violencia y gore.

 


En general hay una noción, compartida tanto dentro y fuera de la progreósfera, de que la violencia, la vulgaridad, lo sexoso y el humor negro son opuestos a los valores progresistas. Es una discusión muy tonta que lo reduce todo a la estética: si es edgy, provocativo, chocante u oscuro, es lo contrario de woke; si es wholesome, reconfortante, conciliador o luminoso, entonces es progre (éste es el criterio oligofrénico que aplican tanto los fans del trabajo de Zack Snyder en DC como sus detractores).

 

Yo creo que éstas son tonterías, y precisamente series como Los morros, Harley Quinn y Hazbin Hotel lo demuestran: se puede tener excelentes obras edgy que defiendan valores progresistas. Es lo que se critica y lo que se defiende lo que las posiciona, aunque lo hagan con despanzurrados y orgías en pantalla.

 

-El show no es progre porque critica la hipocresía de la inclusión, que sólo se hace por imagen y mercadotecnia. Éste es un punto muy importante. Los huercos critica las políticas superfluas de diversidad de las corporaciones mediáticas. Hay muchos ejemplos de esto en la serie: Vough usa la identidad queer de Maeve para hacer publicidad, pone una sección del “orgullo” en su parque de diversiones y explota a sus superheroínas para hacer campañas de “girl power”. O, el caso que menciona, de A-Train tratando de capitalizar sus identidad racial para aumentar su popularidad.

 

Ahora, por lo que entiendo del comentario, esta persona cree que esa clase de prácticas vendehumos son lo woke, cuando en realidad desde el progresismo se critica con términos como capitalismo rosa, tokenismo, feminismo girlboss, etc. Pero, claro está, los normis no saben nada de esto. Ellos ven la sirenita negra y se imaginan que eso es lo que los movimientos antirracistas están pidiendo.

 


Por lo visto hay que explicarlo: Los mancebos no se burla de los movimientos por la justicia social, sino del oportunismo de las corporaciones que tratan de cooptarlos y lucrar con ellos. Sí, A-Train es retratado como un payaso cuando trata de usar su raza para levantar su carrera; en contraste, la comunidad afroamericana, y su lucha contra el racismo, son retratados con respeto y dignidad. Por otra parte, las posturas conservadoras o de derecha siempre son presentadas como absurdas o perversas. Lo raro es que Dany Z sí explica esto en su video, lo que me hace pensar que la persona del comentario no lo vio completo.

 

La clave es que lo que los normis y los fachos critican como “forzado” o “impuesto”, desde el progresismo se critica como superfluo, tibio e hipócrita. Mientras que ellos parecen creer que grandes corporaciones como Disney se ponen la máscara de progresistas porque ésa es su ideología, o porque están controlados por los activistas, desde la izquierda sabemos que son estrategias comerciales calculadas para ampliar su público. O a lo mejor sí entienden que las corporaciones lo hacen por vender, pero se imaginan que nosotros nos tragamos el ardid.

 

En cualquier caso, Los mozos es más radical que la mayoría de productos televisivos que reciben los calificativos de woke. Disney o Netflix, por ejemplo, crearían una serie con un reparto multirracial, pero en un mundo en el que el racismo nunca es un problema, así sea la Inglaterra de principios del siglo XIX. Eric Kripke, en cambio, ha creado una serie en la que se habla directamente de racismo… y de sexismo, y de masculinidad tóxica, y de militarismo, y de fundamentalismo cristiano… y que muestra cómo forman parte inherente de la cultura contemporánea.

 

¿Saben lo que es más chistoso de todo? Desde la primera temporada, Los chabones hizo algo que a la tropa anti-progre siempre le causa gastritis: cambió de género y de raza a un montón de personajes del cómic, incluyendo a: A-Train, Black Noir y Stan Edgar (cambio de raza); Madelyn Stillwell, Grace Mallory, Stormfront y Victoria Neuman (cambio de género). ¡Eironeia!

 

En fin, un año más tarde, en el mismo grupo, otro usuario publicó lo siguiente sobre la cuarta temporada:

 


Al igual que con el otro comentario, éste sostiene que la serie, en sus inicios, no era woke, pero que ahora se ha vendido a esta “idiologia” (sic). Veamos qué nos dice y qué es lo que podemos aprender de ello:

 

-Asegún, la serie antes era políticamente incorrecta, brutal, criticona y no le importaba ser ofensiva. Pues no ha dejado de serlo. El humor negro, la violencia desopilante, lo ridículamente gore, lo de plano asqueroso… Todo sigue ahí y, como vimos, eso nunca fue un impedimento para que fuera progresista.

 

-Dice que antes la serie “criticaba a unos y otros”. Éste es un cliché que se repite mucho entre quienes no entendieron Los weones. Como dijmos, pensaron que, al satirizar el banal progresismo corporativo, se estaba burlando de los movimientos feministas, antirracistas, etc. Y bueno, ya vimos que no.

 


-En realidad, el autor del comentario sólo menciona dos aspectos de la nueva temporada que, según su opinión, la hacen woke. Uno es que “cambiaron las tendencias sexuales del francés sin relevancia”. Lo de la relevancia se refiere a que los normis piensan que la existencia de personajes lgbtq+ en una obra requiere una justificación convincente, mientras que los personajes heterosexuales son naturales, la condición humana por default. Esto es un ejemplo de lo que llamamos “heteronormatividad” y, bueno, está mal, qué querés que te diga.

 

Pero además varias veces se había sugerido que Frenchie es bisexual, sobre todo cuando se menciona el ménage a troi en el que vivía con Cherie y Jay. Ciertos comentarios suyos a lo largo de la serie ya dejaban claro que él se siente atraído tanto por hombres como por mujeres. Y su relación con Colin no carece de relevancia: nos muestra su terrible pasado y la culpa que lo corroe, y también todo el asunto sirve para explorar por qué no se siente digno de Kimiko, con quien ha estado desarrollando una profunda pero conflictiva relación a lo largo de cuatro temporadas.

 

-Dice “como siempre los hombres blancos son malos o débiles, las mujeres seres de luz, los lgbt canal+, lo mejor de la especie humana”. Esto es falso. Objetivamente es falso, ya ni siquiera es cuestión de interpretaciones: no es lo que sucede en la serie.

 

Todos los personajes de Los rapazuelos tienen defectos importantes, incluyendo a nuestros héroes. El único personaje queer importante en esta temporada es Frenchie, quien fue asesino de la mafia, se está tirando al hijo de una familia a la que él mismo mató y está tan abrumado por la culpa que abandona a su equipo y a la mujer que lo ama en un momento en que lo necesitan.

 


¿Las mujeres, seres de luz? Hay un buen número de antagonistas: Victoria Neuman, una asesina implacable que se alía con un fascista superpoderoso; Sage, una persona completamente amoral que manipula a todos a su alrededor sólo para poner a prueba su propia inteligencia; Ashley, una lamebotas que por ambición personal se arrastra ante sus jefes y después se desquita rebajando a otros; Firecracker, que es una redneck de ultraderecha completamente servil a Homelander… Y hasta las heroínas tienen cola que le pisen: Kimiko también tiene un pasado como sicaria y torturadora, y Starlight fue una bully miserable en su adolescencia, que todavía justifica sus actos reprobables con la excusa de que era obligada por otros.


Entonces, si una persona con valores socialmente progresistas, como su seguro servidor, ve Los donceles y en seguida se da cuenta de que la serie está en sintonía con su forma de pensar, si nosotros, los que somos tildados de wokes o progres de forma despectiva, hemos abrazado la serie como algo que está de nuestro lado, ¿por qué no lo vieron así los normis?

 

Se dice que el alfabetismo mediático (media literacy) ha muerto; es decir, que se está perdiendo la capacidad del público de analizar y entender los productos mediáticos que consume. Pero yo dudo que alguna vez haya sido una competencia ampliamente difundida. Y tampoco es un defecto exclusivo de la derecha: las redes están llenas de gente que nomás busca lo que le parezca “problemático” en una obra para condenarla enseguida, sin considerar matices ni apreciar otros aspectos (ciertas reacciones a Poor Things de Yorgos Lanthimos me vienen a la mente).

 

Pero, ¿por qué sólo hasta ahora comenzaron a decir que Los mozalbetes es progresista? En parte puede ser porque esta cuarta temporada ha sido bastante más obvia en sus mensajes que las otras. Kripke ha dicho que su creación nunca ha sido sutil, y que, si una sección del público no la ha entendido, entonces no sabe qué hacer. Bueno, pues parece que sí supo: le quitó todavía más sutileza.

 


Pero también creo que en los dos años que pasaron entre la tercera temporada y la cuarta el discurso público se ha ido radicalizando. Vivimos en un momento en el que se producen masivamente contenidos que desalientan una comprensión profunda de la cultura mediática y fomentan reacciones pasionales de furia y temor. Los normis llevan años siendo bombardeados con esa propaganda reaccionaria, la cual adoctrina para identificar y rechazar ipso facto todo lo que tenga la apariencia de woke. La serie no se volvió más progre; los normis se volvieron más fachos.

 

Pero, ¿por qué necesitan insistir en que se ha vuelto progre? Bueno, porque la alternativa sería reconocer que durante años no se dieron cuenta que algo que tanto les gustó estaba todo el tiempo burlándose de ellos, que son unos monosabios incapaces de comprender lo que consumen.

 

Pero sobre todo porque la derecha reaccionaria necesita alimentar la narrativa de la decadencia, que es uno de sus pilares. En el pasado las cosas eran mejores, pero hoy en día están mal por culpa de ciertas modernas tendencias degenerativas. Para los reaccionarios, la causa de la decadencia es la emancipación de los grupos oprimidos y la pérdida de privilegios para el hombre blanco heterosexual. Pero no se lo pueden decir a los normis tan abiertamente, y entonces crean a lo woke, lo progre, como un espantajo para agitárselo en frente y azuzar su miedo y su ira.

 

Los progres tienen aquí una batalla cuesta arriba: necesitan disolver los prejuicios ya existentes en la sociedad, mientras que los reaccionarios sólo tienen que fortalecerlos y radicalizarlos, y a partir de ahí reintroducir otros más rancios que ya se creían superados. Y mientras la derecha extiende el significado de lo woke hasta abarcar lo que ya era considerado simple decencia humana básica, los normis van siguiendo el ritmo sin darse cuenta.

 

Como le dice Stormfront a Homelander: “No necesitas 50 millones de personas que te amen. Necesitas 5 millones de personas encabronadas”. Recuerda: los fascistas no necesitan que compartas toda su ideología de odio; les basta con que detestes a los movimientos que defienden los derechos de los grupos que ellos quieren volver a poner bajo la bota. Y hoy por hoy les está saliendo de maravilla.

 


Hablando de Stormfront, veamos cómo Los chiquis retrata el descenso de la sociedad estadounidense (y del resto del mundo) al fascismo, y qué tiene que ver con todo lo que acabamos de decir:

 

Vought International aparece en un principio una simple parodia de Disney en cuanto a que es una compañía de medios. La sátira de la cultura de las celebridades, de fandoms descerebrados y de corporaciones que lucran con valores en los que no creen es bastante clara. Pero pronto nos ilustra la estrecha relación que existe entre capitalismo y fascismo. La compañía fue literalmente fundada por un científico nazi, lo que nos remite a las empresas capitalistas que cooperaron con el régimen nazi, como Ford e IBM. También nos trae recuerdos de la Operación Paperclip, en la que los estadounidenses rescataron y reclutaron científicos nazis, algunos culpables de crímenes contra la humanidad, para trabajar con el gobierno gringo. [Que la serie es producida por Amazon, una de las corporaciones capitalistas más poderosas y perversas de hoy, es una ironía que no es menester señalar aquí.]

 

Homelander es uno de los grandes villanos de nuestros tiempos. Sí: villano. No es un antihéroe, no es un personaje incomprendido. Es un monstruo absoluto sin ninguna cualidad que lo pueda redimir. El hecho de que muchas personas del público pensaran que Homelander es admirable sólo demuestra que vivimos en una sociedad que fácilmente cae en admirar a los monstruos.

 

Pero, con todo, Homelander no se hizo a sí mismo. Es el producto de Vought, del capitalismo, del patriarcado y del militarismo yanqui. En su camino hacia la maldad y el poder absoluto participaron muchas personas y estructuras sociales, desde los científicos corporativos que en su infancia hicieron de él una rata de laboratorio, hasta los lamebotas que en su adultez se cuidaban de nunca contrariarlo. En la primera temporada, Homelander era ya un psicópata narcisista, un asesino y misógino violento, y al mismo tiempo un pozo sin fondo de inseguridades y necesidad de aprobación. Es un retrato andante de la masculinidad tóxica inherente al ideal del hombre americano. Se ha dicho que él es Donald Trump, pero me parece que esa interpretación se queda corta: Homelander es los Estados Unidos.

 


Si embargo, entonces no era todavía un fascista; de hecho, no tenía muchas ideas propias. Su deriva al fascismo inicia con la segunda temporada, cuando aparece la “superheroína” nazi Stormfront. Su nombre es el del foro neonazi más grande de Internet, creado por supremacistas estadounidenses. Las cosas que dice son tomadas literalmente del discurso de la Alt-Right, la extrema derecha gringa contemporánea. El arco argumental de la seducción de Homelander por parte de Stormfront es una obvia metáfora de la seducción de la sociedad estadounidense por el fascismo.

 

Pero no es un inocente quien resulta seducido; el punto es que la personalidad y los valores de Homelander lo hacían ideal para abrazar el fascismo, así como la cultura estadounidense, con su patrioterismo fanático, su fundamentalismo religioso, su amor por las armas, su culto a la masculinidad tóxica, su antiintelectualismo y su tendencia a la conspiranoia, la hacen un terreno fértil para que se cultive el fascismo. Como dice Stormfront: “A la gente le gusta lo que digo, sólo no le gusta la palabra nazi”. La sociedad es receptiva a ideas fascistas, siempre que no tenga que admitir que lo son.

 

Mientras más el comportamiento y el discurso de Homelander se hacen más extremos, una parte del público se va moviendo junto con él, abrazando incluso sus acciones más criminales como si fueran justas. Después de todo, éste es un público adoctrinado para adorar a las celebridades. Homelander fácilmente capitaliza y al mismo tiempo alimenta su odio contra el progresismo, contra los wokes, encarnados en el movimiento que encabeza Starlight.

 

El capitalismo tiene un historial de alianza con el fascismo; la efectiva brutalidad con la que los fascistas eliminan a sus enemigos suele ser útil a los intereses del capital. Pero tarde o temprano acaba perdiendo el control sobre el monstruo que ha liberado. Mientras Homelander es útil, Stan Edgar, el CEO de Vought, lo deja más o menos a sus anchas. Cuando Edgar se da cuenta de que ha perdido el control de la situación, ya es demasiado tarde: es enviado a prisión mientras Homelander toma el poder de la compañía.

 


Tiempo después Homelander busca una alianza con la élite económica, el 1% más rico, para tomar el gobierno del país. Intenta seducirlos con su discurso anti-progre, pero, como le dicen los ricachones, esos espantajos son para el vulgo idiota. Lo que los ultrarricos quieren es el control total, la abrogación de la democracia que pone límites a su poder, y ven en Homelander una herramienta para conseguirlo. Que eso es de lo que se trata el moderno movimiento de extrema derecha: asegurarle a una masa de zafios atolondrados que el hombre fuerte va a protegerlos de los trans no binaries, para que lo lleven al poder y pueda exentar de impuestos a los ricos y dar todas las libertades al capitalismo más salvaje.

 

Como sea, lo más seguro es que en la siguiente temporada, veremos que esa élite también acaba perdiendo control sobre Homelander y todo se va a la mismísima mierda misma. Al frente de Vought, Homelander se revela como un fantoche sin idea de lo que hace, y seguro que lo mismo pasará cuando quede al frente del gobierno nacional. El fascismo es una bestia bruta, buena para ser el perro de ataque del capital, pero no para administrarlo. Los fantoches siempre acaban llevando a sus países al desastre, ya sea por medio de la guerra total o de la crisis política (véase Milei en Argentina).

 

Y el liberalismo tibio, el luchar dentro del sistema, siguiendo las reglas, tampoco sirve, porque está hecho de tal forma que sirve siempre a hombres como Homelander, quien acaba exonerado tras asesinar a una persona frente a una multitud que lo vitorea. Victoria Neuman, quien al principio parecía la política liberal progresista que encabezaría la lucha contra Vought, se revela pronto como una oposición creada y controlada por el mismo Stan Edgar.

 

Algunos miembros de grupos oprimidos, mujeres y minorías raciales, se integran a un sistema que está en su contra, por ambición personal y por creer que, favoreciendo al macho blanco, podrán participar de su poder. Y sí, el macho blanco los pone por encima de las otras mujeres, de las otras personas racializadas… Pero siempre como un sirviente, como una herramienta, alguien a quien el macho blanco mirará por encima del hombre y que descartará en cuanto deje de ser útil. Esto le sucede a Edgar, a Ashley, a A-Train, y casi seguro le pasará a Sister Sage y a Firecracker, si no escapan de Homelander en cuanto puedan.

 

El camino de Homelander al poder refleja el ascenso de la extrema derecha a los gobiernos de naciones enteras. Y el camino de sus seguidores refleja la ruta que ha recorrido una buena parte de la población común y corriente; es la radicalización de los normis. El hecho de que haya secciones del público que admiren a Homelander, que nunca entendieran los mensajes de esta historia, o que ahora se estén quejando de que “se ha vuelto progre” es una muestra de lo atinada que es Los garzones en su retrato de nuestros tiempos. Y eso da miedo.

 


Pero no quiero terminar con una nota pesimista. De hecho, si algo caracteriza a The Boys es que, a pesar de todo el gore y la irreverencia, nunca ha sido una serie nihilista. Otros clásicos del humor edgy, como South Park o Rick and Morty, parecen decir que preocuparse verdaderamente por algo es de tontos, que el afán de querer mejorar las cosas es una pérdida de tiempo, que al cabo nada tiene sentido… Y presentan este burlón desinterés por todo como si fuera la postura más inteligente, la más ilustrada, la que ve el mundo tal cual es, sin idealismos estúpidos. Pero no es así; es sólo una postura cómoda.

 

The Boys, en cambio, deja lugar a la esperanza. Los personajes aprenden y, aunque nadie es perfecto, el crecimiento personal, incluso la redención, es posible. Los seres humanos podemos aprender, podemos cambiar, y hasta quienes habían formado parte del sistema pueden rebelarse contra él. Podemos resistir al poder, podemos devolverle los golpes.

 

Hay una famosa cita de Nietszche: “Si combates con monstruos debes tener cuidado de no convertirte en uno, pues cuando miras fijamente hacia el abismo, el abismo te devuelve la mirada”. Billy Butcher ha pasado toda la serie caminando al borde del abismo y tristemente para el final de la cuarta temporada parece que se ha arrojado de lleno. Pero la obra ya había dejado claro que ni convirtiéndose en monstruo con V24 ni usando a otros monstruos como Soldier Boy podrá vencer a Homelander.

 


Hughie, su contraparte, inicia la serie en una búsqueda de venganza por la muerte de su novia y cree que para obtenerla tendrá que ser más como Butcher: violento, frío, desinteresado, pragmático. Mas en la tercera temporada aprende que ese camino sólo lleva a la soledad y la miseria, y entonces renuncia a él. Encuentra que hay más de una manera de ser fuerte, y que a veces ello consiste en permitirse ser vulnerable.

 

Necesitamos conexiones, necesitamos permitirnos depender de los demás, compensar nuestras flaquezas con las fuerzas de nuestros compañeros y viceversa; necesitamos aprender a perdonarnos a nosotros mismos y los unos a los otros. No es posible creer que el mundo puede ser mejor si no crees que una persona puede ser mejor. En esta cuarta temporada, al final es Hughie quien dice: “Perdonar, dejar ir, un poco de jodida misericordia, eso es valiente. Es de locos, pero es valiente. Eso fue lo último que me enseñó mi padre y se me ocurre que, si vamos a vencer a los monstruos, entonces tenemos que empezar a actuar como humanos”.

 

Les dejo con eso.



¡Uff! Si llegaste hasta aquí, gracias por leer. Publico una entrada nueva cada semana, ésta me tomó el doble de la usual. Por un momento pensé en dividirla en dos partes, pero fuck it, ya había hecho a mis lectores esperar demasiado. En fin, si quieres echarme la mano con esta chamba, por favor considera sacar una subscripción mensual a Patreon. O puedes hacer una sola donación en Paypal. Mientras, aquí tienes otros textos relacionados:

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Escribes esto: «[...] A cada quien le corresponde formar su propio criterio sobre lo que es en realidad una gama muy amplia y diversa de movimientos y posturas. Pero esto no será posible para quien no tiene la disposición para cuestionar sus preconcepciones y aprender.» ¿No te parece que te falta aplicar ese mismo criterio a las personas que se asumen de derechas? En tu escrito, no haces más que caricaturizarlos y armar hombres de paja. Me parece intelectualmente deshonesto.

Ojito. Soy de izquierdas. No de tu corriente, pero de izquierda al fin y al cabo.

Maik Civeira dijo...

He invertido un montón de tiempo y atención estudiando la forma de pensar de la derecha. Si te parece que hago algún hombre de paja, tendrías que ser más específico: señalar el ejemplo y explicar por qué es un hombre de paja, pues sólo decir nombres de falacias no es argumentar. Saludos.

Antonio dijo...

Excelente entrada. Creo que te faltaron algunos sinónimos...

Maik Civeira dijo...

Gracias, Antonio. Hace mucho que no te veía por acá...

Maik Civeira dijo...

Rayos, ahora me voy a obsesionar con los sinónimos que me faltaron :|

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