Nadie escuchará tus gritos - Dios ha muerto - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 6 de septiembre de 2024

Nadie escuchará tus gritos - Dios ha muerto



En otro tiempo el delito contra Dios era el delito más grande. Pero Dios ha muerto.
Friedrich Nietzsche 

 

Saludos, habitantes del espacio profundo. Estamos a finales del verano de 2024 y Romulus, la última entrega de la saga de Alien ha sido un éxito en crítica y taquillas, en contraste con las divisivas precuelas de Ridley Scott y las abismales películas de Alien vs Predator.

 

Por supuestísimo, como niño que creció temiéndole a los xenomorfos, apenas tuve la oportunidad fui a ver Romulus… Y me dejó con sentimientos muy fuertes, pero muy contradictorios. Para saciar mi nueva hiperfijación me puse a ver y leer mucho acerca de la película y la saga completa, ya fuere análisis, reseñas e historias detrás de su producción.

 

Una cosa me llevó a la otra, como suele pasar cuando me obsesiono, y terminé investigando sobre todo lo que ha pasado con la franquicia de Alien desde 2012. Aquel año redacté un par de análisis de la saga, con el título de Nadie escuchará tus gritos. Creo que esos textos no han perdido su validez y todavía los recomiendo como introducción al tema, pero me pareció necesaria una actualización, y es que las cosas han cambiado mucho en estos doce años. En términos de vida para una franquicia tan popular, una década es ya bastante, pero en cuanto a tiempo de Internet, son eras geológicas completas. Mucho ha cambiado el panorama mediático de la cultura geek, y concretamente en la franquicia de Alien, incluyendo, pero no limitándonos a, la compra de Fox por parte del megalopolio Disney.

 

El descenso por el agujero de gusano me llevó a revisitar las dos precuelas que dirigiera Ridley Scott: Prometheus (2012) y Covenant (2017), y sobre todo a conocer la historia más allá de lo que vemos en las cintas mismas, desde su concepción y producción, lo que pudieron a haber sido y no fueron, y cómo transformaron la saga de los xenomorfos para siempre. Así pues, antes de hablar de Romulus en la próxima entrada, hoy quiero volver a detenerme en las precuelas y su legado.

 

La introducción de esta dupla transformó radicalmente el lore de Alien y amplió el enfoque de los temas que explora. Según he podido reconstruir a partir de decenas de horas de material explicativo (sobre todo la Xenopedia y el canal Frontera Geek), la cosa está más o menos así…

 

I. TEOGONÍA

 


Los Ingenieros fueron una antiquísima raza extraterrestre de apariencia humanoide, aunque de talla gigantesca, así como gran fuerza y resistencia, además de una longevidad increíble, llegando a vivir por cientos de miles de años. Hace eones, ellos crearon o aprendieron a dominar el líquido negro, una substancia tan versátil como impredecible, que interactúa con la materia orgánica para crear, destruir o transformar la vida de formas incomprensibles. Sabemos que existen diversas cepas de esta materia que tienen distintos efectos en diferentes organismos y que, en suficientes cantidades, tiene la capacidad de aniquilar o modificar por completo la biósfera de un planeta entero.

 

En algún momento de su historia, los Ingenieros dejaron de reproducirse sexualmente y comenzaron a emplear métodos menos ortodoxos. Con el tiempo, dejaron de reproducirse por completo. Parece ser que esto tiene que ver con el culto antiguo que rendían a una deidad a la que llamaban el Ángel Destructor, “un horror cósmico que aniquilaba poblaciones enteras y daba origen a oscuros emisarios de la muerte”. Éstos tendrían un ciclo de vida y reproducción muy peculiares, que los Ingenieros veneraban como algo sagrado. Así, desarrollaron una filosofía en la que la creación implica sacrificio, de ahí que para sembrar la vida entregaran la suya con el líquido negro.

 

En su intento de recrear al Ángel Destructor, los Ingenieros usaron el líquido negro para sembrar la vida en muchos mundos, incluido nuestro planeta. En efecto, en la secuencia inicial de Prometheus vemos cómo un Ingeniero ingiere la substancia, que desintegra su cuerpo y modifica las moléculas de su ADN para iniciar el camino de la evolución que daría lugar a todas las formas de vida de la Tierra, hasta llegar a la humanidad. Se supone que ése era su método preferido, y que así también dieron origen a los Arcturianos, la primera raza extraterrestre sentiente que los humanos encontraron al explorar la Galaxia, y que fueron mencionados por primera vez en Aliens.

 


Otra de las creaciones de los Ingenieros fueron los Fulfremmen, o ‘los perfeccionados’, una raza humanoide con ciertos rasgos biomecánicos que recuerdan a los xenomorfos. Los Fulfremen también veneraban al Ángel Destructor, pero su devoción alcanzaba el fanatismo, y pensaban que debían preparar el universo para la llegada de esa deidad, forzando a todas las formas de vida en todos los mundos a ajustarse a su idea de perfección. Para ello, cómo no, utilizaron el líquido negro, del cual crearon una variante que absorbía y transformaba la vida, e incluso la tecnología, asimilándola en gigantescas estructuras biomecánicas llamadas ‘proto-colmenas’.

 

Los Fulfremmen y los Ingenieros iniciaron una guerra galáctica que llevó prácticamente a la extinción de ambas razas. La mayoría de los Ingenieros escapó de la Galaxia a través de una megaestructura espacial llamada Lychgate, mientras que los Fulfremmen sobrevivientes entraron en un estado de hibernación y todavía se encuentran desperdigados por ahí, al igual que algunas de sus armas de destrucción masiva. Todo esto habría ocurrido unos mil años antes de Prometheus, que transcurre a finales del siglo XXI.

 

Por ahí del primer siglo de nuestra era, es decir, dos milenios antes de los eventos de Prometheus, los Ingenieros empezaron a preparar una misión, cargada con vasijas del líquido negro, para viajar de nuevo a la Tierra y exterminar a la humanidad. La misión debía partir de una base en el planeta que luego sería designado por los humanos como LV-223, pero algo salió mal: el arma se volvió contra los Ingenieros y murieron todos menos uno, que se criogenizó para sobrevivir, y que fue el encontrado por la tripulación de la nave Prometheus.

 


¿Por qué los Ingenieros decidieron repentinamente destruir a la humanidad? Es una pregunta que jamás obtendrá respuesta, ¿está claro? Tampoco se sabe por qué los Ingenieros no continuaron con esos planes tras la pérdida de la primera misión ni por qué nunca volvieron a LV-223. O, para el caso, por qué dejaron en nuestro planeta mapas estelares que guiarían a la humanidad hacia esa base militar.

 

Hay un guion apócrifo que circula por ahí como si fuera un borrador temprano para la película Prometheus, pero oficialmente ha sido refutado. En ese guion falso se da al último Ingeniero un monólogo en el que explica que los humanos eran demasiado violentos y no paraban de matarse unos a otros. Es aquí donde se insinúa que Jesús había sido educado por los Ingenieros para llevar un mensaje de paz a la humanidad, y que había sido la crucifixión del profeta nazareno lo que habría colmado la paciencia de nuestros creadores. Esto último se basa parcialmente en una idea que Ridley Scott había considerado en etapas tempranas de la concepción de Prometheus, pero que fue pronto descartada. ¡Y por fortuna!, pues la verdad se trata de algo muy cutre que le mete a la obra un dejo moralino innecesario. El caso es que las motivaciones de los Ingenieros siguen siendo un misterio.

 

El origen de los xenomorfos tampoco está del todo claro. Ridley Scott ha dicho en entrevistas que su idea en Covenant era plantear al androide David como el creador de esta especie a partir del líquido negro, pero incluso en aquella película hay varios detalles que contradicen esta premisa. Otros materiales de la franquicia sugieren que David había estado intentado recrear a los xenomorfos a partir de documentos y especímenes hallados entre los vestigios de los Ingenieros. De hecho, el par de monstruos que aparecen casi al final de Covenant presentan importantes diferencias con el xenomorfo clásico, en cuanto anatomía, aspecto y ciclo de vida, y se le conoce oficialmente como praetomorfo.

 


Por cierto, también se debate si el planeta al que llegó David, a cuya población aniquiló con el líquido negro, es realmente el mundo hogar de los Ingenieros. Varios fans señalan diferencias en el aspecto, estatura y nivel tecnológico de los habitantes de este mundo, llamado Paraíso o Planeta 4, y los Ingenieros que vimos en Prometheus. Podría tratarse de una de tantas humanidades creadas por los extraterrestres, o una población remanente de éstos que, tras muchos siglos de aislamiento, habría regresado a un estado más primitivo. Quizá es por esto último que David se refiere al planeta como un ‘paraíso podrido’. De cualquier forma, no eran ellos lo último de los Ingenieros que quedaba en la Galaxia.

 

Si David no creó a los xenomorfos, entonces ya nada contradice la información que se nos da en la primera película, en la que los tripulantes del Nostromo estiman que la nave extraterrestre, con los restos fosilizados de su piloto y las decenas de huevos de alien, debía tener millones de años de antigüedad. David habría estado intentado recrear a los xenomorfos ignorante de que quedaba un buen número de ellos en el mundo llamado LV-426.

 

¿Son los xenomorfos una creación de los Ingenieros? ¿Son los oscuros emisarios de la muerte que sirven al Ángel Destructor, o son sólo otro de los intentos de los Ingenieros de recrear a estos seres? Los diversos materiales de la saga dejan suficiente ambigüedad para especular, por lo menos hasta ahora.


Si las precuelas mostraron que es posible crear a los xenomorfos (o por lo menos acercarse mucho) a partir del líquido negro, la reciente Romulus revela que se puede seguir el camino inverso, y extraer la substancia a partir de los xenomorfos (o, más concretamente, de los abrazacaras). Esto plantea, claro está, un problema del huevo o la gallina, ¿qué fue primero? ¿Cuál de los dos fue encontrado por los Ingenieros y cuál fue creado por ellos a partir del otro?

 

Lo que nos lleva a hablar del diácono o protomorfo, y a preguntarnos qué relación tiene con todo esto. Nos referimos la criatura que al final de Prometheus emerge del cuerpo de un Ingeniero, impregnado por un calamar del infierno (llamado “trilobite”, aunque los trilobites eran artrópodos y esta cosa parece un cefalópodo), a su vez engendrado en Elizabeth Shaw por su marido Charles Halloway, el cual había sido infectado con el líquido negro por el malvado androide David. Sí, es un ciclo de vida que no tiene el menor sentido, pero ya qué.

 

Como muchos fans, cuando vi la película por primera vez, pensé que este bicho era un antecedente del xenomorfo clásico, pero resulta que es más bien una especie hermana de aquél y que tiene una larga historia detrás. Los protomorfos serían la creación de los Fulfremmen, usados como armas en su guerra contra los Ingenieros. Las proto-colmenas tenían la capacidad de usar los cuerpos de seres vivos para transformarlos en vainas que a su vez darían a luz a trilobites, los cuales podían impregnar a otros seres para producir a los protomorfos, controlados telepáticamente por los Fulfremmen, y que sería su propia versión de los oscuros emisarios de la muerte.

 


Muchos pensamos que el mural tallado que aparece en el planeta LV-223 representaba a un xenomorfo, y probablemente a la reina, pero varios fans han señalado que se parece más a la del protomorfo. Por otra parte, la misma imagen presenta lo que parecen ser abrazacaras, que forman parte del ciclo de vida de los xenomorfos, pero no de los protomorfos. De cualquier forma, está clarísimo que la imagen forma parte de un altar religioso (y evidentemente inspirado en el altar católico de la Eucaristía).

 

Eso no es todo: por lo que sabemos, los Fulfremmen fueron creados al hacer mutar a criaturas humanoides con el líquido negro; de ahí que compartan rasgos antropomórficos y de aliens. Y lo que es más, todo indica que es posible transformar a seres humanos de la Tierra en Fulfremmen, aunque no es cosa fácil, y el proceso puede causar la muerte del sujeto o dar lugar a abominaciones.

 

Esto indica que los dos híbridos humano-alien que ya hemos visto en la pantalla grande, el Vástago de Romulus y el Neonato de Resurrection, no serían una coincidencia, sino el resultado esperable de mezclar el material genético de estas especies. También explica qué era lo que David estaba tratando de hacer al experimentar inhumanamente con Elizabeth. De hecho, una de las escenas de la película muestra su cuerpo, mutilado y mutado de tal forma que asemeja la pintura de H.R. Giger en la que también se basó el aspecto de los Fulfremmen.

 


Por último, tenemos que mencionar a la Dama en la Oscuridad, una deidad femenina que se ha aparecido en las visiones de diversos personajes. Se dice que mientras los abrazacaras tienen sujetas a sus víctimas, éstas sueñan con ella. La Dama en la Oscuridad mezcla rasgos humanos y de xenomorfo, y sería algo así como la diosa de los aliens. ¿Se trata de una entidad real o de una pesadilla colectiva? ¿Es ella el Ángel Destructor al que veneraban tanto Ingenieros como Fulfremmen? Es otro asunto del que no tenemos certeza.

 

Una facción de androides, que siguen las ideas retorcidas de David, aguardan y profetizan la llegada de la Dama en la Oscuridad, como lo que marcará el fin de la humanidad. Según ellos, el contacto de los humanos con el líquido negro y los xenomorfos es sólo el primer paso de un ciclo que se ha repetido muchas veces en la historia del cosmos cuando una especie desarrolla la capacidad del viaje espacial. Primero tratarían de usar a los aliens como armas, luego intentarían fusionarse con ellos para dar un salto evolutivo, y al final acabarían aniquilándose.

 

II. TEOGRAFÍA

 


Uff, eso escaló rápido. Lejos estamos ya de la sencilla historia sobre un monstruo extraterrestre con biología análoga a la de ciertos endoparásitos reales. Desde que Ridley Scott introdujo a los Ingenieros y al líquido negro, éstos han pasado a tener un papel central en prácticamente todas las obras relacionadas con Alien. ¡Ya hasta encuentros entre los Ingenieros y los Depredadores!

 

Mis opiniones sobre Prometheus y Covenant en general no han cambiado. Creo que en cuanto a la realización siguen siendo estupendas, que Scott sigue siendo un maestro para filmar secuencias de acción, suspenso y horror, y que lo mejor de las pelis es Michael Fassbender como el androide David. También sigo pensando que cojean del pie de un guion dominado por lo que sea que convenga a la trama, premisas que no tienen mucho sentido, personajes que actúan cual adolescentes idiotas en un slasher barato y agujeros argumentales enormes.

 

Pero sí he adquirido un nuevo respeto por lo que Ridley Scott pretendía hacer con esa dupla, sobre todo porque se atrevió a intentar algo nuevo. Convierte al alienígena titular casi en una nota al pie, hace del androide David su villano principal (¡y qué villanazo!), y prefiere explorar otros temas y expandir una nueva mitología. Scott mismo dijo que la historia de los xenomorfos ya estaba agotada después de las cuatro películas (seis, si cuentas las de AvP, y no deberías). No quería simplemente volver al esquema de “pobresdiablos siendo acechados por monstruos en espacios estrechos y muriendo uno a uno” (aunque parece que eso es lo que habían estado esperando los fans de Romulus).

 


Además, conocer el nuevo lore de la serie me hace apreciarlas de una manera distinta, comprender mejor lo que Scott quería decir con ellas. No creo que el cineasta tuviera mucha injerencia en el ‘universo expandido’ de Alien, pero definitivamente éste tiene que ajustarse a lo que Scott decidió para sus películas. ¿Lo apreciamos por haber creado un lore muy rico e interesante, o lo criticamos por haber complicado en exceso una historia que era muy simple? ¿Está chido que exista una mitología detallada que lo conecte todo, o era mejor mantener el misterio y evitar explicaciones innecesarias? Creo que ahí depende del gusto de cada quien.

 

A mi parecer, el verdadero problema es que no debería ser necesario acudir a materiales externos para entender las películas, que deberían bastarse a sí mismas. Para entender las primeras dos películas de Alien, y hasta las primeras cuatro, no es necesario revisar ningún material ajeno a ellas. En cambio, para entender y apreciar bien la dupla de precuelas hay que conocer lo que se ha dicho en cómics, videojuegos, novelas y manuales de juegos de rol. Con frecuencia la información relevante apareció mucho tiempo después que las películas.

 

Por ejemplo, el caso del diácono en la escena final de Prometheus. Está presentada como una revelación muy importante, la culminación o el inicio de algo… Pero luego no se vuelve a hablar de este bicho en la película siguiente. Si queremos saber qué fue de él hay que checar el cómic Prometheus: Fire and Stone, de 2014 (dos años después de la peli). Y la mayor parte del lore que les conté viene de Alien: The Roleplaying Game, que empezó a publicarse en 2019.

 


Incluso hay que tener en cuenta escenas eliminadas, cortometrajes de acompañamiento, versiones alternas de los guiones y declaraciones de los realizadores. Escenas que se eliminaron del corte final de Prometheus explican mejor qué era la base encontrada en LV-223, las motivaciones de Peter Weyland y el porqué de la reacción hostil del último Ingeniero. La versión original del guion de Covenant (titulada Paradise Lost) permite entender mejor los temas filosóficos que Scott quería explorar.

 

Todo esto se ha vuelto un problema cada vez más común en las franquicias de la cultura pop; es precisamente una de mis mayores críticas a las precuelas y secuelas de Star Wars. Ugh, extraño los tiempos en que para entender una saga sólo necesitabas ver la trilogía de Canal 5.

 

Una cosilla que me molesta del nuevo lore es que resulta tremendamente etnocentrista. Scott no parece capaz de salirse de su burbuja de señor blanco occidental. No sólo se imagina a sus dioses creadores altos, mamados y con rasgos notoriamente caucásicos, sino que pidió específicamente que los Ingenieros estuvieran modelados según la Estatua de la Libertad y el David de Miguel Ángel… O sea, de todas las representaciones del ideal de belleza humana, las que cree que corresponden con la apariencia de los creadores de toda la humanidad, son estrictamente occidentales y clasicistas.

 

Como vimos, Scott incluso consideró por un momento incluir la revelación de que Jesús de Nazaret estaba vinculado con los Ingenieros. O sea, que de todos los profetas que han existido en la historia humana, de todas las religiones que se fundaron, la que resulta que fue dictada por los creadores de la humanidad es el cristianismo. Lo que sí se quedó fue lo de hacer paralelismos entre la imaginería religiosa de los Ingenieros y las del cristianismo.

 


Oh, y no olvidemos que el idioma que hablan los ingenieros está basado en el proto-indoeuropeo. De todas las familias lingüísticas que existen en este planeta, es justo la que dio origen a las lenguas europeas la que trajeron los creadores… Y que además es una familia muy reciente, que apreció como 3000 años a.C., cuando los egipcios y los sumerios ya estaban construyendo ciudades. Ash. Pero bueno, éste es el director que en pleno siglo XXI contrató a un montón de actores blancos para interpretar a egipcios y hebreos de la Edad del Bronce.

 

No olvidemos que las narrativas de ‘alienígenas ancestrales’ siempre tienen un tufo racista. ¿Según Prometheus, a qué culturas les dejaron sus mensajes los extraterrestres? Antiguas y estrictamente no occidentales. ¿Por qué? Bueno, era necesario que fueran culturas ‘enigmáticas’ sobre las que no se sepa bien qué están diciendo. Pues si los Ingenieros se le fueran a aparecer a, digamos, los romanos, tendríamos libros diciendo clarísimo “nos visitaron nuestros creadores, nos enseñaron esto y viven allá”, tan fácil como nos cuentan la conquista de las Galias, y entonces no sería un misterio tan misterioso.

 

Y si me dicen “es de que los Ingenieros sólo visitaron a culturas muy antiguas, cuyas lenguas e historia no conocemos muy bien”. Lol, no. Primero, en Prometheus muestran que visitaron a los mayas, porque se ve algo parecido a la lápida del rey Pakal, el cual vivió en el siglo VII después de Cristo, o sea cuando en Europa ya estaba la Edad Media; si los pitufos espaciales contactaron a los mayas, bien podrían haber visitado a los bizantinos.

 


Lo cierto es que esas culturas a las que se les aparecieron los azules no son ni todas antiguas, ni “misteriosas de las que casi no sabemos nada”. Sólo lo son para el carapálida promedio ignorante de todo lo que no sea occidental y que agrupa todo lo de ‘gente morenita’ como si fuera una misma cosa. Agarren un maldito libro y verán que de hecho sabemos bastantito sobre todas esas culturas y tenemos sus historias y literaturas muy bien reconstruidas.

 

Y bueno, todo esto son tonterías que podría aceptar en algo de Marvel o Star Wars. Pero Scott a todas luces estaba tratando de hacer ciencia-ficción seriesota y profunda, y por eso me causa una disonancia que difícilmente puedo ignorar…

A menos que… A menos que acepte que Scott no estaba tratando de especular realistamente sobre cómo podrían ser razas y culturas extraterrestres, sino que pretendía retomar elementos reconocibles de la cultura occidental para explorar ciertos temas. Que es lo realmente importante y de lo que hablaremos en el siguiente apartado.

 

Covenant terminó en un cliffhanger tremendo, con David en control de la nave titular y todos sus pasajeros. Quién sabe si algún día sabremos qué fue de ellos. Aunque tengo varios problemas con las dos precuelas de Ridley Scott, sí pienso que es una lástima que su historia haya quedado inconclusa y que Disney prefiriera “regresar a lo básico” con Romulus. Ojalá el éxito de esta película anime a los estudios a producir una conclusión para la trilogía del androide David; me decepcionaría que la relegaran a un cómic o algo así.

 

III. TEOCIDIO

 


Si tuviera que reducir Alien a sus temas principales, serían estos:

  • El horror cósmico: La insignificancia y vulnerabilidad de la especie humana en el cosmos.
  • El horror del capitalismo: La insaciable codicia corporativa que convierte a las personas en recursos utilizables y desechables
  • El horror de la violencia sexual: Codificada en el ciclo de vida del xenomorfo.

 

Me enfoqué en el tercer punto cuando hice mis ensayos previos, y voy a centrarme en el segundo en la próxima entrega de esta serie. Hablemos hoy del horror cósmico, y cómo la nueva mitología planteada por Scott cambia las cosas…

 

Soy de la opinión, compartida por muchos fans, de que revelar el aspecto de los Space Jockeys, hoy llamados Ingenieros, le quitó mucho de misterio a la serie. Les dio un aspecto humanoide, en vez de la anatomía incomprensible que H.R. Giger nos había sugerido en 1979. Al hacerlos creadores de la humanidad, y posiblemente de los xenomorfos, les quita lo que los hacía aliens, palabra que viene del latín alienus, que significa extraño, ajeno.

 


“De todas las emociones humanas, la más antigua y más poderosa es el miedo, y de todos los miedos, el más antiguo y más poderoso es el miedo a lo desconocido” decía el maestro del horror cósmico H.P. Lovecraft. Bueno, pues al explicar y sobreexplicar todo, Scott ha hecho que el universo de Alien sea mucho menos desconocido.

 

Sobre todo, le da un enfoque antropocentrista que antes no tenía. Al relacionar a los Ingenieros con los humanos y los xenomorfos, este universo queda más pequeño. Las primeras películas nos dejaban con la sensación de que los aliens son uno de tantos posibles horrores que pueblan el cosmos y que lo hacen un lugar hostil para la humanidad. Ahora resulta que todo está conectado y hasta se da a entender que los humanos estaban destinados a encontrarlos.

 

¿Pero esto implica el abandono del horror cósmico? No lo creo. Si la esencia de éste es la insignificancia de la humanidad ante el universo, este lore sigue siendo horroroso. Los seres humanos siguen estando bajo el poder de fuerzas contra las que no pueden defenderse. ¿Qué ha cambiado realmente? Que la expresión de ese horror se ha vuelto más compleja (o complicada).

 


A lo largo de la historia, los humanos han creado mitologías y religiones para dar sentido a su existencia. Nació la creencia en dioses, seres de poder insondable, superiores a nuestra naturaleza material, ajenos a la muerte y, si no perfectos, por lo general mejores que los humanos, más sabios y nobles. Los dioses pueden ser terribles, pero también están estrecho contacto con nosotros: nos crearon, nos guían y nos cuidan; nos otorgan su favor si sabemos ganárnoslo, nos indican el propósito de la existencia, y nos enseñan lo que son el bien y el mal.

 

Ridley Scott toma imaginería y referencias de las mitologías y las religiones (especialmente las dos fundamentales para la cultura occidental: la griega y la judeocristiana) y las usa para poner esas reconfortantes creencias de cabeza y revelar los verdaderos horrores de la existencia en un cosmos no sólo indiferente, sino directamente hostil.

 

Por ejemplo, Prometeo fue el titán que dio a la humanidad el fuego. Como dice el mismo Peter Weyland (interpretado por Guy Pearce), ésta fue la primera pieza de tecnología, lo que comenzó a distinguir a los seres humanos de los animales y los que llevaría en camino de volverse dioses. En cambio, la expedición de la nave Prometheus puso en contacto a la humanidad con el líquido negro, que sería responsable de mucho sufrimiento y horror para nosotros, y probablemente de nuestra destrucción final. En la mitología, Prometeo es encadenado a una montaña y torturado diariamente por años, pero al final es rescatado por Heracles, así que hasta para él existía la esperanza de redención y alivio. No así para los tripulantes de la Prometheus, que todos encontraron su final de formas de horribles.

 


En Covenant, la nave titular llevaba miles de futuros colonos y una tripulación formada de parejas, Adanes y Evas (y algunos Adán-y-Esteban), para fundar una nueva comunidad en un mundo distante. En cambio, un accidente los obliga a descender en el Planeta 4, apodado Paraíso. Pero no está ahí la tierra prometida; casi todos los miembros de la tripulación mueren a manos de los monstruos creados por David, que al final toma control de la nave y del resto de los colonos.

 

El guion original se titulaba Paradise Lost, referencia al poema épico de John Milton que narra la rebelión de Lucifer y la caída del hombre tras el pecado original. En esta película, David representa una figura satánica, en oposición al ángel protector que es su contraparte, el androide Walter (también interpretado, magistralmente, por Fassbender). Son unos nuevos Lucifer y Miguel, y David hasta cita casi textualmente una de las líneas más famosas del ángel caído: “Prefiero reinar en el Infierno que servir en el Cielo.” Pero, a diferencia del santo arcángel, Walter no logra vencer a David ni expulsarlo del paraíso. El diablo triunfa en esta historia.

 

Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) en Prometheus y Christopher Oram (Billy Crudup) en Covenant son personajes que se caracterizan por su religiosidad. Las películas los retratan de una manera bastante respetuosa, como buenas personas, profesionales competentes e individuos dignos de simpatía. Pero en ambos casos, se muestra que la fe no puede salvarlos de destinos horrendos. El nombre ‘Christopher’, por cierto, es significativo, pues quiere decir ‘El que lleva con Cristo’; pero él es quien lleva a su tripulación a caer a las garras de David, el diablo.

 


En este universo, los ‘dioses’, a pesar de su fuerza física, su longevidad y su tecnología avanzada, son al cabo seres materiales, tan mortales como nosotros. No son padres sabios y amorosos, sino que pueden ser tan crueles e irracionales como los seres humanos lo son a su vez con sus creaciones, los androides.

La creación no es un acto de amor ni de potencia divina, sino de soberbia y de ciencia demente. Los creadores desdeñan a sus creaciones, y éstas resienten a los autores de su existencia y acaban rebelándose contra ellos, a veces causando su destrucción. Más aun, el creerse un dios siempre lleva a la perversidad. Los Ingenieros estaban listos para exterminarnos sin ninguna explicación. Peter Weyland se creía digno de la inmortalidad, y sacrificó a sus empleados sin remordimientos en la búsqueda de la vida eterna. David llegó a equipararse a un dios, y en su delirio cometió actos atroces, desde la tortura hasta el genocidio. No hay dioses, sólo monstruos.

 

¿Y en qué consiste el ‘organismo perfecto’ con el que se obsesionan y al que veneran las varias facciones de este universo? Un ser que lo único que hace es matar y reproducirse, incapaz de raciocinio, reflexión moral, individualidad o creación verdadera. ¿A esto aspiran? ¿A eliminar todo aquello que nos hace humanos para alcanzar esto? ¿Este monstruo es a lo que rinden culto los Ingenieros y los Fulfremmen y los androides? Han tomado una criatura que encarna el nihilismo absoluto y la han elevado al propósito y sentido del universo.

 

A fin de cuentas, la esencia del horror cósmico que Scott nos presenta está sintetizada en la frase que dice Peter Weyland antes de morir: no hay nada. No hay un propósito, ni una razón de todo nuestro sufrimiento, ni una tierra prometida en la que encontraremos alivio. Nadie absolverá tus pecados, ni recompensará tus virtudes. Nadie responderá a tus preguntas, ni atenderá tus plegarias. Nadie escuchará tus gritos.



¡La próxima vez hablaremos de Alien: Romulus!


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