Saludos, engendros de la evolución, y feliz inicio de año, o
feliz momento en el que lean esto. Dado que el 2024 lo dediqué al estudio de
los paleofuturos
y retrofuturos (y todos los punks), quise cerrar con una serie de libros a
la que ya desde hace tiempo le había echado el ojo: la trilogía de Leviathan,
de Scott Westerfeld. Se trata de una aventura épica juvenil retrofuturista,
mitad dieselpunk y mitad biopunk, ambientada en la Primera Guerra
Mundial. Compuesta por la epónima Leviathan, más sus secuelas Behemoth
y Goliath, se publicó originalmente entre 2009 y 2011. Hoy vengo a
hacerles una sencilla recomendación sin spoilers.
La cosa está así: estamos en una línea temporal alterna
en la que Charles Darwin no solamente descubrió la evolución, sino que también
creó la ingeniería genética y por eso el mundo ahora está lleno de criaturas
fabricadas para servir a la humanidad en toda clase de necesidades, desde
el transporte y la guerra, hasta la comunicación y la medicina. Las naciones
que han adoptado esta biotecnología son conocidas como los Darwinistas, y
corresponden a los Aliados en la Primera Guerra Mundial: Reino Unido, Francia y
Rusia.
Del lado opuesto están las naciones llamadas Clankers, que
corresponden a las Potencias Centrales: el Imperio Alemán, el Imperio
Austro-Húngaro y el Imperio Otomano. Rechazaron la biotecnología por
considerarla una blasfema abominación, y en cambio desarrollaron máquinas
colosales, incluyendo androides tripulados, buques terrestres, naves
aéreas, cañones eléctricos y demás. El mapa que sirve como portada de este
texto nos muestra a cada bando.
En medio de todo esto tenemos a nuestros dos héroes
adolescentes. Aleksandar, o Alek, es el único hijo del archiduque
austriaco Franz Ferdinand, cuyo asesinato detona el inicio de la guerra. En
este libro se plantea que no fueron los serbios, sino los alemanes, quienes
querían deshacerse del archiduque, pues éste quería la paz y aquéllos provocar
una guerra. Como Alek es el único heredero de Franz Ferdinand, los agentes del
káiser están tras él para eliminarlo, y el joven tiene que escapar de Austria
guiado y protegido por un puñado de hombres leales.
Del otro lado de Europa, Deryn Sharp es una joven que
sueña con formar parte del Servicio Aéreo británico, y para eso se disfraza de
varón, adoptando el nombre de Dylan. Astuta, hábil y valiente, pronto se
convierte en uno de los cadetes más valiosos de la Leviathan, la
aeronave más grande y avanzada del imperio. A bordo, como agente especial,
viaja la brillante Nora Barlow, la nieta del mismísimo Charles Darwin y una
gran científica ella misma. La doctora Barlow adopta a Dylan como su asistente
y pupilo.
Con el estallido de la guerra, los destinos de estos
personajes se verán entrelazados como nunca imaginaron. El azar, o quizá la
providencia, los llevan a distintas misiones diplomáticas y de espionaje,
épicas batallas y acciones peligrosas de las que parecería difícil salir con
vida. Se encontrarán con muchos personajes históricos, desde Nikola Tesla hasta
Pancho Villa; se toparán con sucesos que marcaron la historia y ellos mismos
harán su parte para cambiar su rumbo.
Primero tengo que decir que hace mucho tiempo que no
disfrutaba unos libros así: con encanto y fascinación, con diversión lúdica y
ensoñación pura que me hicieron revivir lo que sentía en mi adolescencia leyendo
a Julio Verne. Hubo una época en la que creí haber superado la literatura
juvenil… Pretensiones pueriles, ahora me doy cuenta. La ficción juvenil es
también un arte, y no menor. No es fácil ejecutar una narrativa llena de
emociones y apasionante de principio a fin. Quizá la trilogía de Leviathan
sea principalmente literatura de evasión, pero eso no quita que esté muy bien
escrita, o que sus personajes estén muy bien caracterizados. Para nerds de la
historia hay un gran plus al entrar con conocimientos previos.
Lo que me atrajo a Leviathan fue precisamente su reinterpretación
en clave retrofuturista de la Primera Guerra Mundial, una mezcla de dos
temas que, si siguen este blog, sabrán que me apasionan. Sin embargo, la guerra
en sí figura muy poco. Cada libro contiene algunos combates menores y alguna
gran batalla climática, pero hay menos acción bélica de la que cabría esperar.
Son más importantes (y más interesantes) las relaciones entre los personajes,
sus conflictos internos y externos, y su desarrollo individual, así como la
intriga política y las maravillas (o monstruosidades) mecánicas y
biotecnológicas de este mundo ficticio.
Por añadidura, casi la totalidad de la acción
transcurre en la periferia de los imperios en guerra. Los Alpes suizos, los
guetos de Constantinopla, la tundra de Siberia, las calles de Tokio, las
afueras de Nueva York, el desierto de México… Sí, admito que fue un poco
decepcionante que Westerfeld no nos llevara al frente occidental, ni nos
describiera las devastadoras batallas entre miles de soldados acompañados por
sus decenas de máquinas y bestias de guerra. Pero entiendo que ése no era el
propósito del libro, y que es más que suficiente apreciarlo por lo que sí es.
No sería una historia tan interesante si no fuera por sus
protagonistas, su relación y sus contradicciones. Alek es un hijo de la
nobleza, muy bien educado y algo tradicionalista en su visión del mundo.
Deryn/Dylan es de clase trabajadora, ruda y osada, que desafía con su misma
existencia todo tradicionalismo. Al principio Alek tiene ideas bastante
machistas (aunque correspondientes a su época), y será su amistad con Deryn, (y
otros personajes), lo que le haga reconsiderar sus arcaicas nociones.
Hay cierto tema de fluidez de género a lo largo de la
trilogía, aunque es bastante sutil, nada forzado ni restregado en la cara.
Deryn vive como un varón y hasta es elogiada como un joven ejemplar para los
otros muchachos. Es descrita como más alta y fuerte que Alek. Pero también está la doctora Barlow, que en su profesión
científica y su mente calculadora rechaza los roles y estereotipos de género
tradicionales. Lo mismo se puede decir de Lilit, la audaz revolucionaria
armenia, que lleva una vida de heroísmo sin ocultar su identidad.
Es curioso: Deryn quisiera poder haber tenido una vida
parecida a la de Lilit, mientras que Alek piensa que Dylan es la clase de joven,
valiente y apuesto, que le gustaría ser. No les voy a decir quiénes, pero hay
un beso entre dos chicas, una de ellas vestida como chico; y hay un beso entre
un chico y una chica, con él vestido como chica. Curioso, nomás digo, en estos
tiempos en que la solidez del género se pone en cuestión.
Claro, no todo de estos libros me gustó. Su visión de la
Primera Guerra Mundial es demasiado parcial. Se asume que los alemanes
son, como siempre, los malos. Ustedes saben que yo no minimizo las
atrocidades cometidas por el Reich, y que estoy lejos de una postura
equidistante. Pero no habría estado mal reconocer que el Imperio Británico no
era mucho mejor, en especial en aquella época, en el apogeo del colonialismo
y la explotación de los pueblos del mundo (una débil crítica es puesta en boca
de Lilit). Además, faltan auténticos antagonistas con nombre y rostro: los
alemanes son siempre una fuerza anónima, casi tan inhumanos como las máquinas
que pilotan. Por último, las implicaciones éticas del poder genético que
blanden los Darwinistas apenas y son planteadas, mucho menos exploradas a
profundidad.
Entiendo que el autor intenta evitar temas demasiado
complejos por tratarse de una obra dirigida a un público juvenil, pero yo no
creo que haya que subestimar a los niños o adolescentes. Ultimadamente, fue
Westerfeld quien escogió un escenario tan sombrío para ambientar su
trilogía de aventuras; si crees que puedes hablar a los niños de guerras
mundiales, puedes decirles que no todo fue en blanco y negro.
Por otro lado, cada volumen de la trilogía está
espléndidamente ilustrado por Keith Thompson. Lo cual es de gran ayuda,
tratándose de una obra tan visual, con descripciones de aparatos y criaturas
fantásticas, y narraciones de hechos emocionantes. Las ediciones en general
están muy bonitas, con tapas metalizadas y con relieve. Yo me compré el boxset
completo, pero cada libro se vende por separado. Y sí, existen ediciones en
español. También hay una guía visual, The Manual of Aeronautics,
ilustrada por Thompson, que explica el mundo y la tecnología de esta saga. Una adaptación
en anime está programada para estrenarse este 2025.
Por último, existe un capítulo adicional que
Westerfeld publicó
en su blog, a manera de epílogo. No es estrictamente necesario, pero
créanme que después de haber concluido la trilogía les servirá para paliar un
poco las ganas de más. En verdad, la serie está tan padre que me sorprende no
tenga un fandom más grande, aunque el que existe es leal y bonito. Por ejemplo,
vean este fanart de VeyZ:
De cierta forma, Leviathan es una suerte de antítesis
para la
victoriana Angel of the Revolution, una novela de George Griffith,
publicada por primera vez en 1893. Si la obra de Westerfeld reinterpreta el
pasado con la lente del retrofuturismo, Griffith había pretendía adivinar cómo
sería su futuro próximo, también con máquinas imposibles y resultados capaces
de cambiar el rumbo de la historia. Pero los libros de Griffith, aunque tienen
ideas muy interesantes, no son muy buenos que digamos (de hecho, son bastante
aburridos), mientras que la trilogía de Westerfeld casi no tiene desperdicio.
Para terminar un año que dediqué a recapitular visiones
pasadas sobre el futuro, no hubo mejor forma que explorando una visión
futurista sobre el pasado. Leer esta saga me ha llenado de un tipo de alegría
que creía olvidada. Quizá esto significa que ya maduré lo suficiente para
volver a la literatura juvenil.
¡Gracias por leer! En este blog hablamos de ciencia ficción, historia, literatura y muchas otras cosas. También ando publicando reseñas de libros en GoodReads. Si te gusta mi trabajo, puedes ayudarme a seguir creando con una suscripción a mi Patreon, o puedes hacer una sola donación en Paypal. Mientras tanto, chécate estas otras entradas:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario