Heil Musk! - Ego Sum Qui Sum

Breaking

PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

lunes, 27 de enero de 2025

Heil Musk!

Esta entrada es de enero de 2025 y forma parte de la serie El Invierno Fascista; visita aquel índice para conocer la historia completa


Estoy muy cansado. El espectáculo de estupidez y miseria moral ha sido interminable desde hace días. Es imposible estar al corriente de tantas noticias horribles y al mismo tiempo mantener la ecuanimidad. Trataré de sacar un texto coherente de la maraña de pensamientos y emociones que tengo en este momento…

 

¿Saben? Honestamente yo no creí que fuera a ganar Trump. No imaginé que después de ver a nazis marchando con antorchas, después de ser el país con más muertes por covid, después de los motines del 6 de enero, después de tantos desastres relacionados con el cambio climático, los votantes dirían “sí, otra vez esto”. Pero bueno, gringos gonna gring.

 

Además, hasta finales de 2024 la extrema derecha parecía en retroceso desde hacía un par de años. En España, Chile y Colombia gobierna la izquierda. A Brasil regresó Lula da Silva. En el Reino Unido ganó el Partido Laborista y en Francia una alianza de izquierdas bloqueó el avance del Frente Nacional. En Argentina reina Milei, pero con resultados tan desastrosos que no necesitaría mucho para derrotarse solito. En mi México el gobierno de Claudia Sheinabum ha demostrado estar más a la izquierda y ser todavía más progresista que el de Amlo y es tremendamente popular. Ahora, gracias a los votantes del país más adoctrinado del mundo, todos estos avances se tambalean.

 


A una semana de haber iniciado su segundo mandato, esto es un poco de lo que ha hecho Donald Trump:

 

Ha armado un gabinete que incluye a multimillonarios, negacionistas del cambio climático, antivacunas, agresores sexuales y abiertos opositores de los derechos lgbtq+. Todo un equipo de supervillanos.

 

Planea deportar a miles de migrantes, para lo que declaró un estado de emergencia y ha militarizado frontera sur. Los vuelos transportando a migrantes en cadenas ya han comenzado. También autorizó redadas en iglesias, escuelas y hospitales. Hasta pretende retirar el derecho de nacionalidad por nacimiento a personas nacidas en Estados Unidos cuyos padres sean de origen migrante.

 

Retiró a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París contra el cambio climático y declaró una emergencia energética nacional para permitir la expansión de la industria de combustibles fósiles, incluyendo en áreas otrora protegidas de Alaska. Esto, después de que 2024 rompiera el récord, una vez más, del año más caliente registrado, y justo mientras incendios incontrolables devastan California.

 


Su gobierno oficialmente niega la existencia y los derechos de las personas transgénero, ha puesto fin a todos los programas de diversidad e inclusión en la administración pública, y ha echado para atrás numerosas reglas contra la discriminación, algunas de las cuales datan de tiempos de la lucha por los derechos civiles. Esto abre las puertas a que el gobierno y las empresas puedan discriminar por cuestiones de género, raza y sexualidad. En nombre de la “meritocracia” se fortalece la supremacía blanca.

 

Anunció un indulto a los insurrectos de extrema derecha que participaron en los disturbios del Capitolio el 6 de enero de 2021. Ésos que asesinaron a un policía y entraron por la fuerza al edificio del Congreso, cantando consignas sobre ejecutar a políticos del Partido Demócrata, con el objetivo de subvertir una elección democrática legítima, motivados por ridículas teorías conspiratorias. El mensaje es claro para los seguidores y opositores de Trump: cualquier acción en nombre del líder, por más atroz o contraria a la ley que sea, permanecerá impune.

 

Nombró a tres actores (viejos rancios cuyas películas ya sólo ven otros viejos rancios) como sus “embajadores” ante Hollywood. Dice que quiere recuperar la “era dorada” de la industria fílmica nacional. O sea, de películas de machos muy machos ejerciendo violencia, con mujeres como objeto de deseo del héroe, amigos negros que sean sólo el alivio cómico y ningún gay a la vista. Esto responde claramente a la narrativa paranoide de que Hollywood se ha vuelto “demasiado woke”, impulsando “agendas ideológicas” e “inclusión forzada”. Si cualquier otro gobierno planeara influir en la industria del cine para ajustarlo a su propia ideología, los que ahora aplauden esto lo repudiarían. Pero claro, la forma de pensar de los otros es “imposición ideológica”, mientras que la suya propia es “la verdad”, y por eso es legítimo imponerla.

 

Por todas partes resonó el valeroso sermón de la obispa Mariann Budde, quien en la misa inaugural de la presidencia de Trump, suplicó al magnate que tuviera misericordia por los inmigrantes y las personas lgbtq+ que temen por sus vidas y sus familias. Después de la ceremonia Trump demandó en redes que la ministra se disculpara, y sus seguidores pronto expresaron cólera y odio. Ésta es la versión del cristianismo que predica y practica la derecha gringa contemporánea, una en la que la empatía es un pecado y el odio es una virtud.

 


Como el primer mandato de Trump tuvo un carácter aislacionista, muchos pensamos que éste también lo sería. Nos equivocamos con esa esperanza. Desde su triunfo electoral en noviembre, se la ha pasado lanzando amenazas de intervenir militarmente en Panamá, Groenlandia y hasta Canadá. Y no ha tardado en tener conflictos diplomáticos con Dinamarca y Colombia. Asimismo, ya ha expresado su apoyo a la limpieza étnica de Palestina, a expulsar a todos los palestinos hacia Jordania y Egipto, para que el estado de Israel tenga su “espacio vital”.

 

Parecen disparates absurdos, pero también lo parecían otras promesas de campaña que ya ha cumplido en sus primeros días. Las comparaciones de este tipo se antojan trilladas, pero en este caso son inevitables: también las amenazas expansionistas de Hitler fueron tomadas en su momento como meras bravatas. Tenemos que prepararnos para lo peor: el imperio yanqui está moribundo y una bestia herida es más peligrosa que nunca.

 

¿Será México la Polonia del Reich Trumpista? Su gobierno ya designó a los cárteles del narcotráfico como “grupos terroristas”, abriendo las puertas a una intervención militar, o incluso una ocupación territorial. Si pretende acusar a la presidenta Claudia Sheinbaum de colaborar con el narco, ello significará también declarar que su gobierno patrocina terroristas y le dará el pretexto para promover su derrocamiento.

 

La derecha mexicana ya se ha apresurado a expresar públicamente sus simpatías a Trump, y a pedirle que invada el país para deshacerse del gobierno morenista. Nada nuevo; los conservadores también se aliaron con los invasores franceses contra Juárez en el siglo XIX, y conspiraron con la embajada de Estados Unidos para derrocar al gobierno de Madero durante la Revolución.

 


Para quienes creen que una intervención gringa sería algo positivo y la solución a nuestros problemas de seguridad, por favor no sean tan ingenuos. No creerán que cualquier gobierno de Estados Unidos, ni hablar el de Trump, tendrían las mejores intenciones para México y cuidarían de nuestros intereses. Y, por favor, no vayan a salir con la simplonería de que oponerse a una invasión es defender a los cárteles. Que, en todo caso, en pocos meses el gobierno de Sheinbaum ha reforzado la lucha contra el narco de forma espectacular, lo cual sabrían si se informaran en vez de repetir sin pensar la narrativa de “éste es un narcogobierno”.

 

Dejemos de lado que, por más horribles que sean, según las definiciones oficiales los cárteles no pueden considerarse grupos terroristas. Aunque lo fueran, la historia reciente nos muestra que para vencerlos no se necesita simplemente tener un ejército grande y poderoso. Recordemos la desastrosa guerra contra el narco de Felipe Calderón. O, para hablar de terrorismo, veamos los resultados de las intervenciones gringas en Afganistán y en Irak. Después de años de destrucción, violencia y crímenes de guerra cometidos por el ejército yanqui, en Afganistán volvió a reinar el Talibán, y el surgimiento de ISIS es consecuencia directa de esas invasiones. Y aún si fuera posible resolver este problema mediante la fuerza militar, esta operación tendría que llevarse a cabo con suma inteligencia y planificación, algo que no cabe esperar de un mandatario errático y ocurrente, con gusto por hacer alardes de fuerza. No, no hay escenario posible en que una intervención estadounidense salga bien para los mexicanos.

 

En un mundo en el que los ultrarricos se hacen cada vez más ricos mientras todos los demás padecemos para llegar a fin de mes, Trump está consolidando un gobierno de millonarios para millonarios: menos impuestos a las grandes fortunas, menos regulaciones a las empresas, menos derechos para los trabajadores, menos protecciones para el medio ambiente. Los empresarios también apoyaron a Mussolini y Hitler para que desaparecieran los sindicatos y otros estorbos, para que pudieran ser cada uno “un führer en su propia empresa”.

 

Sobresalen los tecnomillonarios de Silicon Valley que se han aliado con el magnate anaranjado. Es que no se trata sólo el saludo aparentemente nazi de Elon Musk. Fuera de contexto, podría haber parecido cualquier cosa. Es que Musk lleva años promoviendo discursos cada vez más extremistas. Se muestra obsesionado con las tasas de natalidad de la gente blanca, y ha expresado su acuerdo con la teoría conspiranoica del “gran reemplazo. En entrevistas ha señalado las políticas de inclusión como causa de varios problemas de Estados Unidos, implicado que las personas racializadas no pueden hacer tan buen trabajo como las blancas. Ha expresado su apoyo al partido neonazi Alternativa por Alemania y propuesto la invasión del Reino Unido para derrocar al gobierno laborista. Y claro, cuando compró Twitter, permitió el regreso de personalidades de la extrema derecha que antes habían sido expulsadas.

 


Al principio pareció que la compra de Twitter por Musk había sido un desatino, un traspié al que él había sido obligado por hablador. Pronto quedó claro que él echaría a perder la plataforma con sus decisiones caprichosas, pero creímos que se arruinaría a sí mismo en el proceso, quedando como un idiota y perdiendo dinero. Resulta que lo que quería era controlar uno de los medios de comunicación más influyentes de nuestra época y usarlo para ganar el poder político. Lo logró. ¿Y cuál espera que sea la recompensa de este logro? Pues absolutamente todo.

 

Musk y X se han convertido en los mayores difusores de desinformación del mundo. Pero Mark Zuckerberg y Meta no se quedan muy atrás. Poco antes de la toma de posesión de Trump, Zuckerberg anunció el fin de la moderación y el fact-checking en sus plataformas, efectivamente abriendo Facebook e Instagram a los discursos de odio y las noticias falsas. Esto ha sido visto como un regalo de buena voluntad del multimillonario para el nuevo régimen, y también responde a la radicalización de Zuckerberg.

 

No es de extrañar que sean los derechistas quienes más celebran esta medida; son ellos quienes se benefician directamente de ella. Se sabe que la gente de derechas consume y difunde la mayor parte de la información falsa. Han demostrado ser completamente impermeables a los datos y la razón; pásale a un derechista una información que desmienta lo que acaba de decir, y sólo reaccionará con burlas. Habitan una realidad paralela en la que el mundo está gobernado por el comunismo, la ideología de género, lo woke (que son incapaces de definir, pero que temen y odian), y ellos son unos rebeldes que, encabezados por algunos de los hombres más ricos y poderosos del mundo, librarán a la humanidad de esa tiranía. Esto va más allá de opiniones equivocadas: son delirios peligrosos.

 


Y no es casualidad o simple ignorancia; la falsedad, o más bien, la irrealidad, forma parte fundamental de su ideología, como nos dice Jason Stanley en Cómo funciona el fascismo. No se trata ni siquiera de crear una visión del mundo construida con mentiras, sino de destruir el concepto mismo de verdad, hacer que carezca de sentido. Por eso Trump y su calaña no dudan en decir las mentiras más disparatadas; por eso no tienen empacho en decir una cosa, luego la contraria y rematar con “yo siempre he dicho eso” Por eso Elon Musk últimamente ha estado apuntando contra Wikipedia. Como dice Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo: “El súbdito ideal del totalitarismo no es el nazi convencido, sino un pueblo que ha perdido la facultad para distinguir la mentira de la verdad”.

 

Una nota histórica: Julius Streicher fue un miembro del partido nazi y fundador del periódico Der Stürmer. Esta publicación se dedicaba a difundir noticias falsas y teorías de la conspiración antisemitas, y fue uno de los medios principales de propaganda para el régimen de Hitler. Todo esto hizo a Streicher multimillonario. Tras la caída del Tercer Reich, fue juzgado en Nuremberg por crímenes contra la humanidad y encontrado culpable de haber incitado al genocidio. Fue condenado a la horca y ejecutado.

 

La desinformación difundida por redes, en particular Facebook, ya tiene por lo menos un genocidio en su haber: el de los rohinyá en Myanmar. Y luego tenemos el problema del terrorismo estocástico, de cómo el lenguaje de odio y las teorías de la conspiración en línea han motivado actos de violencia en distintos países. ¿Cuántos más habrá antes de que Zuckerberg y Musk se sienten en el banquillo?

 

Va a ser horrible. Va a ser mucho peor que el periodo 2017-2021, y nada asegura que se vaya a terminar en cuatro años.

 


Creo que es importante asumir que la inmensa mayoría de los votantes de Trump en Estados Unidos y la gente que simpatiza con él en cualquier lugar del mundo, están más allá de toda apelación a la razón, la moral o la empatía. Estas personas están tan cegadas por los prejuicios odiosos que no hacen más que reír ante la desgracia y sufrimiento de los otros. Aceptan con gusto la posibilidad de nuevas guerras y la certeza de daño ecológico irreversible, con tal de que pongan fin a la existencia de las personas trans, con tal de que “destruyan a los progres” a los que tanto odian. Si alguna persona con mínima decencia expresa alarma ante el sufrimiento de los otros o la catástrofe ambiental no hacen más que reír: “miren cómo lloran los progres”.

 

Después de las elecciones salió la noticia de que la fortuna de Elon Musk (y de otros multimillonarios) había crecido en miles de millones de dólares. En Facebook, un enlace a aquella nota se llenó de “me encanta”. Un comentario (que lamento no haber capturado, pero en ese momento me ofusqué) decía algo así como: “Qué bueno. Usará ese dinero para luchar contra lo woke”. El comentario me pareció revelador pues sintetiza perfectamente la cosmovisión de esta gente: otorgarle todo el poder y todo el dinero a los multimillonarios con tal de que los salven del terrible destino compartir el mundo con personas que no sean hombres blancos cisheterosexuales. Tal es su nivel de estupidez y mezquindad.

 

Quiero aclarar a qué me refiero cuando digo que los simpatizantes de la derecha contemporánea son abismalmente estúpidos. No quiero decir que tengan algún defecto orgánico en el funcionamiento del cerebro, alguna discapacidad cognitiva de nacimiento o alguna otra justificación capacitista. No creo que la inteligencia o falta de ella dependan mucho de eso. Quiero decir que se han llenado la mente de ideas tan estúpidas, de convicciones tan absurdas, de criterios tan incoherentes y antivalores tan miserables, que han perdido toda capacidad para distinguir la verdad de la mentira, la sensatez de la estulticia, la crueldad de la virtud. La propaganda les ha atrofiado todo sentido de la realidad y de la decencia humana. Y éste ha sido un proceso paulatino, masivo y diabólicamente eficiente.

 

Creo que ya quedó muy atrás la etapa en la que valía la pena tratar de llegar a estas personas con argumentos e información. Ya no tiene caso seguir intentado que entiendan que las posturas y acciones que apoyan son fascistas, que son dañinas. A estas alturas si no se han dado cuenta es que son muy imbéciles o muy malvadas, o ambas cosas. Lo que sigue es entonces bloquear a esta turba toda la posibilidad de actuar. Estorbarles en todo lo que se pueda, interponerse en todos los propósitos y pretensiones, de cualquier forma que resulte efectiva, por cualquier medio que sea necesario.

 


Sé de primera mano que es posible desradicalizar mentes que han sido lavadas por los discursos de la extrema derecha. Sí creo que todavía hay muchos individuos a quienes se pueda persuadir, y que ése nunca será un esfuerzo inútil, en especial en ambientes y entre personas que todavía no estén del todo dominadas por la ideología reaccionaria. Pero tampoco es algo que vayamos a lograr en los números y tiempos que hacen falta, y por eso ya no puede ser nuestro objetivo prioritario.

 

Siempre será valioso compartir y difundir información y argumentos. Pero ya no tanto para tratar de convencer a los niños rata de abandonar la ultraderecha, sino para educarnos los unos a los otros. Si acaso, para llegar a algún indeciso o despistado. También para lanzar el mensaje a todas las personas que se oponen al fascismo de que no están solas, que no somos sólo unos cuantos, que todavía hay quienes se niegan a normalizar estos horrores, que la falsedad y la maldad no se quedarán sin respuesta, que nuestras voces no se acallarán ante la marejada de odio y perfidia.

 

Pero (y no soy el primero en decirlo), Internet y los medios no pueden seguir siendo nuestro principal campo de batalla. Después de un rato llega el momento en que, de verdad, como individuo, no tiene caso leer una nota más, compartir un artículo más. Ni hablar de leer las secciones de comentarios o ponerse a discutir con extraños: es una pérdida de tiempo. Hay cosas que necesitan más de tu tiempo y tus energías.

 

La atomización y el individualismo alienante crearon las condiciones propicias para el resurgimiento del fascismo. Recuperar la comunidad será una de las condiciones necesarias para derrotarlo. Nuestro poder no es, nunca ha sido, individual, sino colectivo. Tenemos que crear redes y estructuras de apoyo mutuo, para que, cuando llegue el momento, hagamos sentir nuestra fuerza e influencia en forma de números.

 


En México el peligro inminente serían la agresión extranjera por un lado y el crecimiento de la ultraderecha nacional por el otro. En el primer caso podemos ir construyendo redes de solidaridad internacionales, como las que surgieron para enfrentar al fascismo histórico. En el segundo, será bloquear por todos los medios los proyectos y grupos reaccionarios de la propia localidad, en donde quiera que asomen la cabeza. Pensar global, actuar local.

 

Únete a un movimiento, pacífico o de acción directa, legalista o underground, dependiendo de tus inclinaciones, habilidades y posibilidades. O únete a un sindicato de tu profesión, a una ONG con la que simpatices, a la asamblea de tu barrio, a un centro cultural, a un club estudiantil o deportivo, aprende sobre autogestión y organización. Si no tienes el tiempo, dona lo que puedas a las organizaciones con cuyas causas más simpatices, y si no tienes los recursos, entonces sí, compartir información y argumentos puede ser tu estrategia. Sí, sé que nada de esto impedirá que Trump meta inmigrantes en campos de concentración o invada Panamá; pero cuando la lucha llegue hasta tu comunidad, tendrás ya los lazos y alianzas que necesitas para ella.

 

No estoy nomás predicando sin poner el ejemplo. Yo tengo el propósito de pasar menos tiempo en Internet, de abandonar el doomscrolling, que de todos modos es malo para la salud. Pronto voy a dejar X; no podemos seguir jugando en el patio de un supervillano. Ya pueden encontrarme en BlueSky y Mastodon. De Facebook no me iré todavía (pero ya eliminé mis cuentas de Instagram), sino hasta que encuentre una alternativa que funcione bien. Ya me estoy involucrando más con la vida de mi comunidad, y tengo proyectos para participar con organizaciones culturales y educativas. No parece mucho, pero es la suma de todos estos esfuerzos lo que va a hacer la diferencia. El invierno ya está aquí. El futuro depende de lo que hagamos ahora.

 


¡Hola, gracias por leer! Necesitamos prepararnos para enfrentar este Invierno Fascista. Si crees que mi blog aporta ideas de valor, por favor considera ayudarme a seguir creando con una suscripción a mi Patreon, o puedes hacer una sola donación en Paypal. En cualquier caso, aquí tienes algunos otros textos relacionados:

1 comentario:

Anónimo dijo...

de seguro la izquierda y el progresismo o wokismo son perfectos sin errores y sin cosas que dañan al mundo verda? de seguro tu lado y tu gente no tiene violencia y locura y destruccion y fijacion con censurar y acabar con lo que no les guste. ay lo que le criticas a la derecha terminas escupiendo pa arriba

el mundo regreso al menos malo en vez del malisimo asi de simple. y como decian esa frase y la queso, amigo bye

Apóyame en Patreon

Apóyame en Patreon
Si te gusta mi contenido, pudes ayudarme a seguir creando