Ciao a tutti! Sí, estoy saludando en italiano, en vez
de latín, porque si a Ridley Scott no le importa a mí tampoco. Hace algunas
semanas les compartí mi
extenso análisis de Gladiador, una de mis películas favoritas de
toda la vida. El recorrido no podía quedar completo sin una reseña de su tardía
secuela, así que vámonos a hablar de Gladiador II. Para no hacerles
largo el cuento: está bien chafa. Si les interesa saber por qué lo pienso,
sigan leyendo, pero cuidado que hay espóilers.
I. SOLITUDINEM FACIUNT
Podemos asumir que a estas alturas Gladiador II no
pretende ser un drama histórico, o siquiera una ficción ambientada en un
contexto histórico real. Vendría a ser una ucronía, una historia alternativa,
un universo paralelo en el que el desarrollo histórico se dio de una forma
diferente al nuestro. Esto era inevitable dados los hechos con los que terminó
la primera película, que empieza a divergir de nuestra línea temporal a partir
de la muerte de Cómodo a poco tiempo de iniciado su mandato.
Como les conté, Cómodo de hecho gobernó 12 años tras
la muerte de su padre Marco Aurelio. Su hermana Lucila, por su parte, murió 10
años antes que Cómodo. Su hijo Lucio Vero murió siendo un niño, antes incluso
de que falleciera Marco Aurelio. Si hubiera vivido para tiempos del reinado de
Cómodo, habría sido mucho mayor de lo que aparece en las películas. Entonces,
tener a Lucila y a Lucio vivos y como protagonistas de los eventos ocurridos en
Roma durante el reinado de Caracalla cambia por completo de la historia.
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Busto de Cómodo caracterizado como Hércules |
El prólogo de Gladiador la ubica en el año 180 d.C., que corresponde con el de la muerte de Marco Aurelio en la historia real. Gladiador II ocurre 16 años después, en el 196. En la película gobiernan en conjunto Caracalla y su hermano Geta. En la historia, sin embargo, en aquel entonces todavía gobernaba su padre, Septimio Severo, emperador entre 193 y 211. Éste fue fundador de la dinastía Severa, la última del Alto Imperio. Aunque no fue tan exitosa como la dinastía Antonina, fue estable comparada con lo vendría después.
Septimio hizo corregentes a sus hijos Caracalla y Geta, que
no eran gemelos, en sus últimos años de reinado. Cuando murió en el 211,
quedaron ellos dos. Es cierto que Caracalla mandó a asesinar a su hermano menos
de un año después, pero luego él reinó durante otros seis años. Es cierto que Caracalla
fue considerado un mal emperador, pero también fue él quien dio ciudadanía
romana a todos los habitantes del Imperio, con derechos que hasta entonces sólo
gozaban los oriundos de la península itálica. Y no era el alfeñique paliducho y esquizofrénico que nos muestran; era un hombre rudo, violento y austero que pasó la mayor parte de su reina dirigiendo a sus tropas en campaña, mientras su madre Julia Domna (que no sale en la peli) administraba el gobierno. Por cierto, Caracalla no hizo
cónsul a su mono; ésta parece ser referencia a la leyenda de que Calígula, un
emperador muy anterior, nombró cónsul a su caballo.
El retatro de Caracalla y Geta que ofrece esta película reafirma la idea espuria de que Roma entró en decadencia porque "se afeminó", porque estuvo gobernada por hombres débiles que sólo se interesaban en los lujos banales, en vez de por soldados fuertes y viriles movidos por el honor. Una tontería que sigue repitiendo la gente inculta. En realidad, uno de los principales problemas para Roma en sus últimos siglos fue que militares fuertes y viriles sin ningún respeto por la autoridad civil se hacían la guerra y asesinaban unos a otros a otros por el trono a cada rato.
Excepto por Septimio, todos los Severos murieron asesinados. Caracalla reinó hasta el 217, año en que fue asesinado por órdenes de Macrino, quien no era nada más un ricachón intrigoso, sino el prefecto de la Guardia Pretoriana (y no tuvo un pasado como esclavo). Él a su vez gobernaría como emperador poco más de un año, hasta el 218, cuando fue derrocado y hecho ejecutar por Heliogábalo, supuesto hijo natural de Caracalla. A él a su vez lo mandó a matar su propia abuela, Julia Maesa, hermana de Julia Domna. Luego vinieron cincuenta años de guerra civil conocida como la Crisis del Siglo III (235-284), con la escición de Galia y de Palmira, la reunificación por Aureliano en 274; la división del Imperio en cuatro por Diocleciano en 293, otra reunificación por Constantino en 324; la división final en dos por Teodosio en 395 y la caída de la mitad occidental en 476.
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Septimio Severo y su familia. La tradición pictórica romana representaba a mujeres y niños con piel pálida, y a los hombres con su color real. |
Hey, ¿mencioné que Severo, Geta y Caralla eran de piel oscura? Mucha
gente estaba escéptica por la presencia de Denzel Washington en la película.
Como ya es costumbre en nuestros tiempos cuando hay un personaje no-blanco en
cualquier cosa, no faltaron los que hicieron berrinche contra la “cultura woke”.
Es gente ignorante, por supuesto. El Imperio Romano no era homogéneamente
blanco, como nos han querido hacer creer las películas de Hollywood por
décadas. El Mediterráneo era una carretera que conectaba tres continentes, y las
gentes se movían de un lado al otro de su litoral todo el tiempo. Los conceptos
raciales con los que estamos familiarizados son muy recientes, y en tiempos
romanos no se clasificaba ni discriminaba a la gente de la misma manera que hoy.
Como era costumbre de Roma reclutar legionarios en un lado y
mandarlos a hacer su servicio en otro, y como muchos de ellos se establecían
luego en el mismo lugar donde habían servido (y formado familias), no era raro
ver que hubiera, por ejemplo, ciudadanos romanos de origen africano en
Britania. Había gente de todos los orígenes y colores a lo largo y ancho
del Imperio, incluso en posiciones de poder.
Ok, para ser exactos, no es del todo seguro que Caracalla y
Geta fueran negros, pero por tres de sus cuatro costados tenían ascendencia
árabe, púnica y bereber, así que por lo menos habrían sido morenos, para
nada los pelirrojos paliduchos que vemos en la película. Además, los bereberes
o amaziges varían mucho en su color de piel, y van desde moreno claro hasta lo
que consideraríamos negro. En sus retratos Caracalla es representado con
piel oscura, cabello rizado y nariz ancha. Es menos probable que Macrino
fuera negro, pero tampoco es descartable, pues era originario del norte de
África. Vamos, que aquí tenemos un caso en que un personaje histórico de piel
oscura ha sido reemplazado por un pelirrojo en la adaptación cinematográfica,
pero “por alguna razón” eso no le molesta a la turba anti-woke.
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Busto de Caracalla |
Otros datos curiosos:
Numidia, en el norte de África, había sido anexada
por Roma desde el 40 a.C.; no tiene sentido que fueran a conquistarla en
tiempos de los Severos. Yugurta, el líder de los númidas, lleva el
nombre de un rey histórico que combatió a Roma, pero que murió en el 180 a.C.
Sí se llenaba el Coliseo con agua para realizar naumaquias, representaciones
de batallas navales, pero para tiempos de la película ya no se hacían. Y
eso de los tiburones es una estupidez: ¿cómo se supone que los transportaron?
Supuestamente se recrea la batalla de Salamina, que fue entre persas y
atenienses; pero por alguna razón incomprensible lo cambian a troyanos
contra persas. Además, la nave “troyana” tiene escudos espartanos, con sus
características lambdas.
En el Coliseo sí hubo combates y espectáculos con toda
clase de animales exóticos: simios, leones, tigres, elefantes, jirafas y
hasta rinocerontes. Lo que es completamente ridículo es que alguien cabalgara a
un rinoceronte; estos animales no se pueden domar.
Al principio de la peli Hanno dice un par de frases
históricas. La primera, “Los romanos crean desolación y la llaman paz”, es del
historiador Cornelio Tácito, quien supuestamente citaba a un líder britano. La
otra, “Cuando nosotros somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros
ya no somos”, es del filósofo griego Epicuro. Fueron bonitos detalles.
[Edit: Después de publicar esto descubrí este bonito episodio del podcast Historians at the Movies, en donde hablan a profundidad de todas las flasedades históricas de esta película.]
II. NONNE ESTIS OBLECTATI?
Entonces, lo que vimos en Gladiador II no sólo no
pasó, sino que la mayor parte ni siquiera podría haber pasado. Pero ya
hemos visto que a Ridley Scott la exactitud histórica le importa un bledo, y
que podemos apreciar estas películas como ucronías. Ahora bien, desde ese punto
de vista, ¿qué tal se sostiene la secuela? Meh, muy poco. O sea, está por lo
menos entretenida, palomera. Pero muy lejos del clásico que es su predecesora.
Primero habríamos de preguntarnos, ¿cuál es el punto de
hacer una secuela de Gladiador? Fuera de que se trata de una cinta muy
popular y que una segunda parte garantizaba un éxito económico, y que vivimos
en una era de reciclaje cultural en la que las grandes compañías de
entretenimiento son alérgicas a la innovación. Aparte de eso no veo la
justificación, a menos que Scott fuera a realizar algo extraordinario, cosa que
no fue así.
Gladiador contaba un relato redondito y
autocontenido. Había un protagonista, un antagonista y un conflicto que se
resolvió sin que nada quedara pendiente. El objetivo de Maximus y sus aliados
era restablecer la justicia en Roma, algo que el final de la primera cinta
implica que se logró. La segunda inicia diciendo: “Ay, ¿qué creen? Siempre no
se logró”, y entonces pasamos las siguientes dos horas y media viendo cómo un
nuevo héroe ahora sí lo va a lograr.
Claro, nosotros conocemos la historia y sabemos que tras la
muerte de Cómodo las cosas sólo fueron de mal en peor para Roma por los
próximos doscientos cincuenta años. Desde ese punto de vista, entonces ningún
relato que tenga como objetivo “restablecer la justicia en Roma” tiene caso, a
menos que se quiera crear una saga por demás pesimista y deprimente.
Ahora, si lo tomamos como mera ficción, pues tampoco tiene
caso. Deshacer el final de un relato nomás para meter una continuación en la
que los personajes vuelven a hacer lo mismo, con el mismo conflicto y con
los mismos objetivos, es la clase de actitud que nos da cosas como la trilogía
de secuelas de Star Wars.
En efecto, se repite casi todo más o menos igual,
excepto con algunas variantes. De nuevo inicia con una batalla entre Roma y
unos bárbaros, sólo que ahora lo vemos desde el punto de vista de los
conquistados (y hay acción naval). De nuevo tenemos a un valiente romano
reducido a esclavo que se vuelve gladiador y a un noble general que quiere
deshacerse de un emperador corrupto; sólo que ahora el gladiador y el noble
general son dos personajes diferentes. De nuevo matan a la esposa del
gladiador, sólo que ahora por lo menos es una chica ruda que da pelea. De nuevo
hay un malvado emperador degenerado, pusilánime y medio psicópata, sólo que
ahora son dos y se ven más degenerados, pusilánimes y psicópatas.
De nuevo hay un complot entre Lucilla y los senadores romanos para deshacerse de los emperadores, sólo que ahora todos se ven más viejos. De nuevo la conspiración es descubierta porque uno de ellos es chantajeado por el villano, y las cosas salen mal. De nuevo está Derek Jacobi como el noble senador Graco, sólo que ahora sale como diez segundos, no hace nada y lo matan de forma ignominiosa. De nuevo el héroe inspira a los otros gladiadores a pelear por la justicia, sólo que ahora ocurre en otro momento de la trama. De nuevo hay un combate final entre el héroe y el antagonista, sólo que esta vez es bastante anticlimático e insatisfactorio. Y así, y así.
Con sus constantes referencias y call-backs a la primera película, se convierte en otra secuela que requiere de parasitar a una película muy superior para tener algo de relevancia. "Lo que hacemos en vida tiene eco en la eternidad" es una frase que Maximus enuncia UNA VEZ, a un grupo de sus oficiales. Pero como era la tagline en el póster de la película en el 2000, aquí la reiteran como si fuera un mantra sagrado. ¡Hasta la misma canción se repite al final!
El único añadido interesante es el Macrino de Denzel
Washington, que la verdad es lo mejor de la peli, como actor y como
personaje. Es un poco como Próximo en la primera, pero juega un papel muy
diferente, revelándose al cabo como el verdadero villano. Este Macrino es un
brillante manipulador que controla los hilos del poder sin ejercerlo
directamente. No obstante, él no deseaba el poder por sí mismo, sino como
instrumento para destruir a Roma, pues había sido su esclavo y la consideraba una
entidad perversa y decadente.
El youtuber
F.D. Signifier compara a Macrino con Killmonger, de Black Panther,
en cuanto a que ambos son villanos que en realidad tienen toda la razón.
¿Es que acaso el inicio de la película no nos muestra que Roma es una fuerza
destructora y opresiva que “crea desolación y la llama paz”? Para que el
público no se confunda y crea que el villano es el bueno, entonces hay que
ponerlo a cometer atrocidades de la nada. En el caso de Macrino, lo que lo
coloca más allá de toda redención es el ejecutar a Lucila, algo para lo que ni
siquiera tenía motivos.
Creo que lo que más me molestó de esta secuela fue esa
tontería de que Lucio fuera en realidad hijo de Maximus. Es un giro
argumental cursi, trillado y que además no tiene sentido. En Gladiador
se dice que Lucila y Maximus habían tenido un romance en su juventud. Pero, ya
que Lucio y el hijo de Maximus tenían más o menos la misma edad, se infiere que
para cuando fueron concebidos cada respectivo matrimonio estaba ya formado. Y
de ninguna manera me pueden convencer de que alguien tan recto y honorable como
Maximus se enredaría con Lucila estando ambos casados. Además, Lucila habría tenido
todas las razones para decírselo a Maximus en la primera película. No, no, no.
Es una tontería.
Otra cosa que me decepcionó fue lo anticuada que se
siente. Ya no estamos como para que haya un solo personaje femenino
relevante, ni que las mujeres sólo sirvan para morirse y motivar al protagonista
masculino. Ya no estamos para codificar a los villanos como ambiguamente queer,
ni oponer una masculinidad tradicional heroica a una villanesca masculinidad
fallida. Casi un cuarto de siglo no debería pasar en vano.
Por último, ya nada más quería despotricar sobre lo mal
que se ve el CGI, en especial los animales. Esos tiburones parecen sacados
de Sharknado.
III. NOMINA NUDA TENEMUS
Hace muchos años, cuando Scott y Russell Crowe acariciaban
la idea de una secuela, Nick Cave (sí, ese Nick Cave) planteó un guion en el
que Maximus pelearía contra dioses en el más allá para luego volver a la vida y
convertirse en un guerrero inmortal. Es una locura, pero sería divertido echar
un ojo al universo paralelo en el que esa película sí se hizo.
No esperaba gran cosa de Gladiador II, porque ya
estaba convencido de que la primera no necesitaba una secuela. Sin embargo,
cuando empecé a escuchar por ahí que no estaba mal, comencé a emocionarme. De
cualquier forma, no me la iba a perder. Bueno, pues sí estuvo más chafa de lo
que esperaba, aunque por lo menos no me aburrió. Es cierto que la primera
también tiene algunas cosas bien tontas, pero no son ni tantas ni tan tontas. A
fin de cuentas, la nueva es una película que no aporta nada, excepto un rato de
distracción.
No sé, quizá es que una la vi a la impresionable edad de 15
años, y la otra a la desencantada edad de 40. A lo mejor los quinceañeros de
hoy se impresionen tanto por esta segunda parte como yo por la original. Pero
lo dudo; no me parece material de clásico. Creo que quedará como nota al pie,
como curiosidad. No necesita ni merece más. Scott nos amenaza con una entrega
más, para cerrar una innecesaria trilogía. Creo que de plano la brincaré.
Hola, gracias por leer. Empiezo este año con reseñas de pelis y libros que tenía pendientes. También escribo en GoodReads y Letterboxd, por si gustas. Si quieres, puedes ayudarme a seguir creando con una suscripción a mi Patreon, o puedes hacer una sola donación en Paypal. Mientras tanto, aquí están otros textos que pueden ser de tu interés:
3 comentarios:
Muy buena entrada. Aun no veo la película porque estoy en una fase de mi vida en la que ir al cine es un lujo de uso de tiempo. Solo hago una corrección: creo que hay algún error en:
"...Luego vinieron cincuenta años de guerra civil conocida como la Crisis del Siglo III (235-284), con la escisión de Galia y de Palmira, la reunificación por Aureliano en 274; la división del Imperio en cuatro por Diocleciano en 293, otra reunificación por Constantino en 324; la división final en dos por Justiniano en 295 y la caída de la mitad occidental en 476."
Porque la división definitiva del imperio se dio en 395, a la muerte de Teodosio I, y Justiniano I (el impresionante Justiniano) reinó de 527 a 565 sólo en el lado oriental, aunque logró una especie de reunificación que más fue una campaña de conquistas en el occidente.
Un Abrazo.
Chale, se me cuatrapearin Teodosio y Justiniano, jajaja. Lo del año fue un dedazo.
Gracias, ya corregido
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