Ésta es una historia real, por más increíble que parezca.
Corría el año de 1946. Estados Unidos había ayudado a derrotar al fascismo en
la Segunda Guerra Mundial, y muchas personas veían este triunfo como la
oportunidad para impulsar una sociedad más abierta, equitativa y tolerante. No
así Samuel Green, quien creía que era necesario resucitar al Ku Klux Klan.
Esta organización de blancos supremacistas había declinado algunos
años antes, tras que algunos de sus líderes fueran arrestados, no por crímenes
de odio, sino por delitos comunes como robo, fraude y soborno. Por lo menos un
par fueron condenados por asesinar a uno de sus cófrades. De hecho, además de
sus actos de violencia barbárica, la organización del Klan tenía mucho de
estafa piramidal y los dirigentes vivían de desfalcar a sus propios miembros.
Green quería volver a ponerlo de pie con un espectáculo siniestro: la quema de una cruz en la cima de una montaña. Los medios cubrieron ampliamente la noticia y, como Green esperaba, la popularidad del Klan se disparó. Muchos nuevos miembros se unieron a sus filas.
Entra aquí Superman. Como les he contado en diferentes
ocasiones, el
Hombre de Acero fue desde su origen en 1938 bastante progresista; fue
presentado como “el campeón de los oprimidos” y en sus primeros dos números salva
a un hombre injustamente condenado a la ejecución, detiene a un bravucón que
azotaba a su mujer, zarandea a un montón de gángsters, y detiene los planes de
un industrial para sobornar políticos corruptos. Es decir, se erige como un
protector de la gente común contra los poderosos, no pocas veces enfrentándose
directamente contra la clase capitalista. En otra ocasión les platiqué de
las veces que Superman
había combatido al racismo. Para más inri, no dejen de leer el ensayo de
Art Spiegleman sobre el
origen antifascista de los superhéroes.
En ese entonces, el Azulote había dado el salto de los cómics
a la radio, con un programa sumamente exitoso que lo hizo aun más popular y
conocido por el público estadounidense. Hoy casi olvidado, este show fue el primero
en introducir elementos clásicos del mito de Superman, como Jimmy Olsen, la kryptonita
o la frase “es un pájaro, es un avión…”. ¡Es más, fue en este programa de radio
en el que Superman voló por primera vez!
Jerry Siegel y Joe Shuster, los creadores de Superman, eran
hijos de inmigrantes judíos, provenientes de la clase trabajadora, y conocían
muy bien la intolerancia y el racismo de la sociedad americana. Lo mismo Bob
Maxwell, productor del programa. Cuando supo de la reaparición del Ku Kux Klan,
le vinieron a la mente las atrocidades cometidas por los supremacistas en
Europa durante la guerra. Sintió que era su deber combatir la intolerancia como
pudiera.
Otro ciudadano con un alto sentido del deber era Stetson
Kennedy, un joven periodista que había pasado semanas como infiltrado en el Ku
Klux Klan, y reunido un montón de información sobre sus creencias, programa,
rituales y símbolos secretos. Intentó entregar estos datos a las autoridades,
pero mientras el Klan no rompiera una ley, no había nada que se pudiera hacer
al respecto.
No se sabe si fue Kennedy o Maxwell quien tuvo la iniciativa
de llevar la historia al programa de Superman, pero el caso es que se
contactaron y pusieron de acuerdo. Superman enfrentaría a los racistas en un serial
de nada menos que 16 episodios. Para evitar demandas del KKK, que era una
organización legalmente reconocida en varios estados, este nuevo enemigo del
Hombre de Acero sería llamado el “Clan de la Cruz Ardiente.”
A lo largo de los 16 episodios, el show fue revelando los secretos
del Ku Klux Klan, que el intrépido Kennedy había recolectado. Uno de los
aspectos más interesantes del show fue que mostraban no sólo el racismo del
Klan contra los afroamericanos (su blanco principal), sino contra todos los
grupos a los que odiaba: judíos, árabes, latinos, asiáticos… Es más, los
protagonistas de la historia eran los Lee, una familia chino-americana que se
ve acosada por el Klan cuando se muda a vivir a Metrópolis.
Los americanos de origen chino fueron uno de los grupos más
marginados por las leyes estadounidenses, y de hecho fueron víctimas de la
primera ley que prohibía la inmigración con base en el origen étnico. En la
Costa Oeste, donde había menos afroamericanos que asiáticos, el Ku Klux Klan
dirigió sus linchamientos y matanzas en contra éstos últimos durante el siglo
XIX.
Stetston Kennedy, infiltrado en el Klan |
Hay quien afirma que el programa de radio ayudó al declive del KKK en la década de los 40. Al desmitificar el aura de misticismo que tenía, y presentar a sus miembros como bufones ignaros llenos de odio, y a sus dirigentes como cínicos estafadores, la imagen pública del Klan se fue en picada. Los racistas, por supuesto, montaron en furia y llamaron por un boicot al programa y sus patrocinadores, mientras que Maxwell recibió amenazas de muerte. De nada les sirvió: a pocas semanas de la transmisión, los nuevos reclutas del Klan se redujeron a cero; a los pocos años la gente asistía a las reuniones del KKK para burlarse abiertamente de sus miembros. Este grupo de odio sólo renacería varios años más tarde, como reacción contra el Movimiento por los Derechos Civiles, pero ésa es otra historia.
La historia que ahora nos truje es la actual. En la segunda mitad de la década de lo 2010, los grupos de odio de extrema derecha experimentaron un resurgimiento, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo occidental. Éste es un fenómeno del que he escrito ya muchas veces.
Pero para oponerse a este odio creciente, ha surgido también
una resistencia. Mientras escribo estas líneas, el movimiento Black Lives Matter
está en su apogeo en los Estados Unidos, y ha encontrado voces
de apoyo en muchos lugares de Europa y América Latina, encontrando causa
común en la lucha contra el racismo sistémico y la discriminación. Era ya
tiempo de que Superman volviera al tema.
No hace mucho me enteré de que en un número de Action Comics que no había leído (de 2015), Superman se enfrentó a la policía para defender a unos manifestantes, haciendo claros ecos de los movimientos Black Lives Matter y Occupy Wall Street, y de la crítica contra la brutalidad policiaca. Ahora Supes acaba de hacer otro de esos gestos que lo posicionan como un símbolo de las causas justas.
Entre octubre de 2019 y febrero de 2020 se publicó una nueva
novela gráfica en tres tomos, titulada Superman Smashes the Klan. Es
hermosa. El escritor es Gene Luen Yang, un autor americano de origen chino. Yang
incluyó en cada tomo una nota en la que narra paralelamente la historia de
Superman, la trayectoria del Ku Kux Klan, y su propia historia de vida,
creciendo como un chico de origen asiático en Estados Unidos, que inevitablemente
tuvo sus encuentros con el racismo.
El arte es absolutamente bello, con claras notas de animación
japonesa y de CalArts. Es obra de las japonesas Chifuyu Sasaki y Naoko Kawano, que
firman como Gurihiru. Ellas han trabajado en muchos cómics en Estados Unidos y
Japón, incluyendo la continuación de Avatar: La Leyenda de Ang. Así, un
escritor y dos artistas, todos de origen asiático, abordan uno de los mitos modernos
más queridos, uno que hace mucho dejó de ser solamente estadounidense y se
volvió universal.
Yang, el escritor, y Gurihiru, las artistas |
Esta nueva aventura se ubica en 1946 y sigue con mucha
fidelidad la trama del programa de radio, excepto que ahora la protagonista no
es el joven Tommy Lee, sino su hermana menor Roberta, un gesto relevante en un
mundo en el que se señala la importancia de protagónicos femeninos, en especial
que conecten con las niñas geek. Tommy, Roberta y su familia se mudan desde el
Barrio Chino a un agradable suburbio de Metrópolis, gracias a que el padre de
ambos, el Dr. Lee, ha conseguido un nuevo trabajo en un centro científico. El problema
es que el Klan of the Fiery Kross no tarda en aparecer para acosar a la
familia Lee.
Para ser una obra con un tono familiar, su aproximación
a los temas que trata no es simplista ni ingenua. Explora el racismo y los
prejuicios existentes, y subraya que no son sólo asunto de los fanáticos
encapuchados de blanco. En mayor o menor medida, toda la sociedad está
atravesada por una cultura en la que prevalecen múltiples prejuicios. Ello
incluye las muestras de xenofobia en la cultura pop y los estereotipos que se
expresan sin mala intención por parte de vecinos y conocidos. El mismo Dr. Lee
no está exento de prejuicio racial cuando se topa por primera vez con unos
afroamericanos.
Como el programa de radio, este cómic se ocupa de
desromantizar al Klan, presentando a sus miembros ya sea como ignorantes
resentidos que culpan de sus males a aquellos que son diferentes, o como
taimados farsantes que se aprovechan del fanatismo de sus seguidores para
obtener poder y dinero. Pero también revelan que cualquiera, literalmente
cualquiera, puede ser un fanático supremacista de clóset; no sólo los patanes
majaderos que expresan sus prejuicios sin tapujos, sino los agradables ciudadanos
de buenos modales.
El cómic derriba y ridiculiza varios tópicos repetidos
siempre (incluso estos días) de la retórica racista, como eso de que “a las
minorías les dan toda clase de ayudas, mientras a los buenos ciudadanos blancos,
los verdaderos americanos, se les deja en la miseria”. Al mismo tiempo, aclara
que las actitudes racistas son algo de lo que una persona puede reformase, que
el camino del odio no siempre es irreversible, y que hasta una persona inocente
y de buen corazón puede ser arrastrado a él por situaciones fuera de su
control.
Además de todo esto, una de las líneas argumentales principales
constituye una de las mejores exploraciones del origen de Superman. No es
simplemente una repetición de la historia que ya conocemos: la destrucción de
su mundo natal, la crianza por los Kent, el descubrimiento de sus poderes… Aquí
Superman tiene que lidiar con el hecho de saberse un “otro”, un alienígena,
eterno extraño en un mundo al que anhela pertenecer, pero en el que de alguna
manera no encaja por completo. La historia de Superman, el arquetípico
inmigrante americano, encuentra un paralelo en la de la familia Lee. Por añadidura,
la escena del circo, en la que el joven Clark encuentra inspiración en la
figura del “hombre fuerte” con su traje entallado y su calzón por fuera, me
pareció un detallazo precioso.
En fin, éste es uno de los mejores cómics de Superman que he
leído, y eso no es poco decir (les debo, desde hace varios años, un Top). Es
simplemente hermoso, capta a la perfección la esencia de un personaje que encarna
los mejores valores humanos, y es una obra muy relevante y necesaria en el
mundo en que vivimos.
No soy, ni mucho menos, de los que se escandalizan por la
piratería, pero éste es un cómic que vale la pena tener en físico. Como puedan,
pero no
dejen de leerlo.
Fuentes consultadas:
- How Superman Defeated the Ku Klux Klan
- Así tumbó Superman al Ku Kux Klan
- Superman vuelve a pegarle al Ku Kux Klan
2 comentarios:
¡Estas son cosas que me gusta descubrir! No sabía que había una historia antigua ni una reciente sobre Superman vs. el KKK, y menos que en la versión actual se haya presentado con diferentes matices. Estas son las cosas que mencionaba en mi última entrada: es un cómic basado en una historia previa, pero dándole un toque personal para crear una buena historia, sin tener que forzar mensajes o personajes de forma torpe (claro, ayuda que manejan la misma temática).
Muchas gracias por compartir este dato. Saludos.
Publicar un comentario