Y bueno, ahora que estamos hablando de nimiedades, no quería que se fueran a sus casas (o que se fueran DE sus casas; deberían salir más, nenes), sin que se llevaran en sus corazones mis reseñas y comentarios de los parques de atracciones de Orlando, en nombre de la frivolidad más frívola de la vida, para que todos mis amigos socialistas, cuando vayan, sepan cómo disfrutarlo mejor, para luego quejarse (como yo) de lo horripilante es que se inviertan tantos recursos en entretenimiento vacuo, aún sabiendo que lo disfrutaron como enanos (como yo).
Bien, pues como decía en la entrada anterior, algunas cosas han mejorado desde la última vez que fui, como que el lugar es más hispanic friendly, de modo que te las puedes arreglar sin tener que soltar una palabra en inglés. También que la comida es mucho mejor, para nada como esas ínsipidas harinas engordativas de antes. Ahora son deliciosas harinas engordativas. En porciones gigantosaúricas. Lo cual quizá explica que los gringos estén tan enormes.
Las otras cosas buenas eran que todo el mundo estaba alegre como el enano Tontín y que la organización y logística funcionan de maravilla, por lo que las filas de espera ya no son tan monstruosas y por lo tanto uno puede subirse a más atracciones.
Ah, sí, me subí a muchas más cosas que cuando había ido con mi familia hace 12 años. Es una ventaja ser el adulto que decide y no el niño al que le deciden (como le tocó ser a mi chiqui). Sucede que las dos veces anteriores los adultos se cansaban del parque y querían irse temprano, y había atracciones a las que no daba tiempo de subirse o a la que los adultos no querían subirse o qué sé yo. Sin mencionar que la vez en la que fui con mis primas (hace 15 años), ellas querían irse de puro shopping a los malls de Miami, sólo visitamos dos parques, e hice poco más que cargar bolsas todo el viaje.
MAGIC KINGDOM
Ok, empecemos con Magic Kingdom, que no es el favorito de mis parques. Llegamos el primer día por la tarde. Resulta que la mayor parte de la gente comienza a abandonar el lugar a eso de las 6:00 pm, de modo que conforme avanzó la noche tuvimos más parque para nosotros. Lo malo es que algunas atracciones cierran temprano. Ese primer día nos fuimos directo a Tomorrowland, creo que porque estaba cerca.
La primera atracción a la que nos subimos fue a una de Stitch. El público se coloca en unos asientos en un escenario; de repente Stitch aparece, se escapa, las luces se prenden y se apagan y el pequeño mostrenco le juega bromas pesadas al público. En mich tiempoch, ésa era una atracción sobre un monstruo tipo Alien que asustaba mucho. Ahora lo volvieron adecuado para los pequeños. Qué bueno, porque las atracciones que dan miedo me dan miedo. Entramos también a un show de comedia de Monsters Inc., muy divertido. Y a la atracción de Buzz Lightyear en la que vas en un carrito y hay que dispararle a los extraterrestres para acumular puntos. Luego paseamos por un trenesito que nos muestra todo Tomorrowland.
Después, sólo porque había poca cola para ello, se nos ocurrió meternos al Carrusel del Progreso. ¿Que qué era esa onda? Bueno, pues era un poco de esa propaganda futurista a la que le metía Walt Disney. Mire usté, Walter Elias Disney era algo así como Howard Stark (ése es el papá de Iron Man), y no solamente imaginó películas de princesitas, como ya dijimos en esta entrada, sino que de plano soñaba con construir la sociedad del futuro. Optimista sobre el progreso, pensaba que la vida sería mejorada por la tecnología. La vida de la gente blanca, anglosajona, patriarcal y heterosexual que pudiera permitirse el acceso a ese progreso, obvio. De lo que se trata es de ir sentado en unas gradas giratorias mientras vemos cómo cambia la vida de una familia de animatrónics gracias a los inventos desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Disney concibió este aburrido paseo como una forma de promover su optimismo tecnológico en una de esas Ferias Mundiales (les digo, era como Howard Stark). Lo interesante de este paseo es que es una ventana a la ideología de su creador. Antropólogos y sociólogos van a amar odiándolo.
Dejando eso nos pasamos a Fantasyland, que es la parte del parque donde está todo lo de los cuentos de hadas. Mi chiqui y yo nos subimos a las Tazas Locas del Sombrerero. No recordaba que uno podía hacerlas girar más rápido, ¿siempre ha sido así? Luego nos fuimos a los clásicos Dumbos voladores. Resulta que ahora tienen controlitos para hacerlos subir y bajar a voluntad. Entramos también a sendos paseos de Winnie the Pooh y La Sirenita, de ésos en los que vas en un carrito y te sumerges dentro de la película con ayuda de animatrónics y otros efectos espaciales. Muy bonito.
No pudimos dejar de visitar el carrusel mágico del Príncipe Encantado. Finalmente, nos metimos a un espectáculo en 3D muy padre, Philarmagic, en el que Donald se pierde en diversos números musicales de películas clásicas de Disney mientras trata de recuperar el sombrero de mago de Mickey. Por cierto, no subestimen ese tipo de atracciones "bonitas". A los adultos no nos parecerán la gran cosa, pero a un niño de ocho años lo transportan a mundos maravillosos.
Una vez nos metimos a algo que no sabíamos que era, pero en donde había poca cola. Resultó que era para entrar a conocer a Blanca Nieves y a Rapunzel. Fíjese usted que ahora los personajes disfrazados, sean princesas sonrientes, sean infelices atrapados en botargas, ya no andan deambulando por los parques para que usted cumpla su sueño de meterle la mano a uno de los Tres Cochinitos. Ahora tienen lugares específicos para que los niños puedan saludarlos, tomarse fotos con ellos y pedirles sus autógrafos (Sí, venden álbumes para coleccionar los autógrafos de gente que finge ser criaturas que no existen. Eras un genio diabólico, Disney).
Salimos justo a tiempo para apreciar el espectáculo de fuegos artificiales. Mi chiqui nunca había visto algo parecido y fue tanta su emoción que olvidó su cansancio y se puso a brincar y a gritar de alegría. Fue algo maravilloso, ciertamente. Eso fue lo último por el día. Después nos fuimos del parque para regresar al hotel y estar listos para lo que seguía.
Al día siguiente visitamos los Disney Hollywood Studios que en mis tiempos se llamaban MGM. Es un parque pequeño, pero cometimos el error de querer ir a las atracciones que tuvieran filas de espera más cortas, de modo que estuvimos de un lugar a otro todo el día y nos cansamos innecesariamente. Pero estuvimos en atracciones muy geniales.
Lo primero a lo que fuimos OBVIAMENTE fue a lo de Star Wars. Es un paseo en 4D por algunos de los escenarios más geniales de una galaxia muy, muy lejana... Mejor aún, pudimos subirnos dos veces, descubriendo que existen por lo menos dos recorridos diferentes. Además, mi peque tuvo la oportunidad de construir su propio sable de luz y su propio astrodroide, y tomó un curso rápido de entrenamiento Jedi con otros pequeños padawans, y hasta pudo pelear contra Vader y toda la cosa. Fue IN-CRE-Í-BLE.
El espectáculo de Indiana Jones con dobles de riesgo también le emocionó mucho. Igualmente asistimos al espectáculo en 3D de los Muppets, ¡divertidísimo! Hubo dos paseos simpaticones, pero no espectaculares: uno en el que te metes (en un carrito) por algunas de las películas clásicas de MGM que sólo los ancianos y los cinéfilos hipsters (como su seguro servidor) conocen. Otro es un recorrido por la "parte de atrás" del parque, para conocer cómo funciona. Incluye una exhibición de efectos especiales muy chida.
En la noche nos subimos a lo que quizá es lo más genial del parque: la montaña rusa de Aerosmith. Es una montaña rusa bajo techo, rapidísima, que se tuerce y pone de cabeza en un escenario que brilla con luces de neón y motivos rockeros mientras suena la música de esa genial banda.
Lo otro más genial es la torre de la Dimensión Desconocida. Todo es súper cool en ese breve paseo: la ambientación, los efectos especiales, el elevador que se cae y en el que sientes que vas a morir... ¡Magnífico!
Como nos quedamos hasta tarde, pudimos disfrutar del espectáculo de luces navideñas bailarinas, de una tal familia Osborne, sin relación con Ozzy o con Norman... Bueno, y si ustedes aguantan la constante humillación a la que se ve sometido Darth Vader tomándose fotos junto al castillo de Cenicienta o comprándose orejitas para ponerse por encima del casco, Disney Hollywood Studios es un parque pequeño que seguro disfrutarán.
El día siguiente visitamos el parque que sí me gustó desde la primera vez que fui: Universal Studios. Bueno, para mi decepción, algunas de mis atracciones favoritas ya no existían: Hitchcock, Tiburón y King Kong (que la de Volver al Futuro ya no estaba lo sabía desde antes). Y miren que de Tiburón y King Kong lo entiendo, porque eran del año del caldo, falsos y aburridos, pero que hayan quitado el de Hitchcock es imperdonable. Sobre todo para poner cosas de Mi villano favorito y Shreck.
En vez del clásico Volver al Futuro, quedó una atracción de Los Simpson que es básicamente igual de chida, pero más chistosa. En serio, es muy graciosa, como meterse de verdad a un capítulo de esta serie. Además, en el área que rodea esa atracción construyeron Springfield. Puedes visitar la taberna de Moe, la tiendita de Apu y la tienda de rosquillas del Mantecón (donde desayunamos rosquillas, faltaba más). Hay otras miniatracciones simpsonianas en esa zona: unos platillos voladores de los Khan y Kodos, y varios juegos de feria tipo de Krustyland. Fue mi parte favorita del parque.
Tras dejar Springfield visitamos el clásico paseo de E.T., encantador, como siempre; y nos subimos a una pequeña, pero divertida montañita rusa del Pájaro Loco. Hombres de Negro fue nuestra siguiente parada: un paseo en el que tienes que disparar a los alienígenas y anotar puntos. Aprovechamos que había poca gente y no nos perdimos del show en 3D de Terminator (todo eso de Skynet ya se hizo realidad, we: se llama Google) y el de efectos especiales de Twister. ¿Neta? ¿Twister? ¿Se llevaron a Hitchcock y dejaron Twister? ¿Alguien se acuerda de esa película? Digo, ¿alguien que no haya sido un adolescente despistado en los 90 la vio?
Una sorpresa muy grata fue lo que hicieron con la atracción de Terremoto. Como ya nadie se acuerda de esa película, remodelaron la atracción para hacer una parodia de películas de desastres. Es HILARANTE. Te guía una proyección en 3D de Christopher Walken, voluntarios del público filman escenas trilladas frente a pantallas verdes, y luego nos toca sufrir el terremoto mientras viajamos en subterráneo y al final, con grabaciones de todo el recorrido, hacen el tráiler de una película ficticia estelarizada por The Rock. ¡Imperdible!
Pero lo mejor del día fue definitivamente la atracción de Transformers. Tenía la cola más larga que hicimos ese día (dos horas), pero valió cada segundo. Es un tipo de atracción relativamente nuevo (el primero de su tipo al que me subí fue en mi última visita, 12 años antes), que mezcla un paseo en carrito por escenarios con efectos mecánicos, más imágenes en tercera dimensión y movimientos bruscos, que hacen que la experiencia sea lo más parecido posible a estar dentro de la película. En este caso, Transformers. Dos pulgares arriba.
Terminamos rápido el parque y nos fuimos a descansar, porque al día siguiente teníamos todo un reto por delante: Islands of Adventure. Un parque que es casi tan grande como Magic Kingdom, pero sin la ñoñez de Disney; está dividido en "islas", cada una lo suficientemente grande como para ser un parque por sí misma: Marvel, Dr. Seuss, The Lost Continent (???), Harry Potter, Jurassic Park y Toon Lagoon.
Lo primero fue ir a lo de Harry Potter, en donde construyeron réplicas hermosas e impresionates de Hogwarts y Hogsmead. Increíble. La atracción principal de la isla es un muy genial paseo 4D (o 5D, qué se yo; cada vez que le agregan alguna otra característica a esas cosas le suben a un número, como si contar con movimiento u olores fuera tener más dimensiones), en el que te metes al universo de la película. La fila es larga, pero uno la hace en Hogwarts; es decir, esperar hasta llegar a la atracción es realmente en sí un recorrido por el castillo y ya por eso valdría la pena hacerla.
Las otras atracciones (además de las tiendas) son una montaña rusa pequeñina de Buckbeak el hipogrifo, y otra montaña rusa, ésta muy azotada, de ésas en las que vas con los pies colgando y que se pone de cabeza y da muchas vueltas. Amo las montañas rusas con todo mi corazón y ésta me encantó.
Del resto, hay muchas tiendas en Hogsmead, pero no soy fan del shopping, porque se me hace puro consumismo insensato (en algún punto de todo este viaje tenía que mantener mi orgullo chairo). Eso sí, tomé cerveza de mantequilla; sabe igual a como lo imaginaba cuando leía los libros, lo que fue impresionante. O.O
Transportámonos de inmediato a Jurassic Park, donde mi chiqui y yo, par de nerds de los dinosaurios, nos deleitamos con todo lo que tenía. Quizá es la isla más grande del parque. Su atracción principal es un paseo por el río con dinosaurios animatrónicos que termina en una caída tipo montaña rusa (que te moja más que un poquitín). La otra es un paseo en teleféricos de pteranodones, pero no pudimos subirnos porque la cola siempre estuvo larguísima.
Pero hay un área de juegos (o playground, como denominan a estas zonas) IM-PRE-SIO-NAN-TE. Un espacio lleno de subidas y bajadas, puentes colgantes, senderos rodeados de vegetación o que se insertan en cavernas, lagunitas y riachuelos. Es tan grande que uno podía quedar desorientado y perderse en su laberinto tridimensional. Un viajesote. Literal.
Una segunda área de juegos, mucho más pequeña, se encontraba debajo de un restaurante de hamburguesas jurásicas (tan rico como suena). También valió la pena visitarla, pues allí vimos nacer a un velocirraptor bebé. :')
Toon Lagoon es la isla de las caricaturas. Disney y Warner tienen los dibujos animados más famosos (Warner además posee Hanna Barbera), y se ve que aquí tuvieron que hacerle como pudieran. Así, todo en la isla es referente a caricaturas viejitas de las que nadie se acuerda: Popeye, Betty Boop, Hagar el Horrible, Lorenzo y Pepita, Dudley Do-Right... La isla estaba bien bonita, eso que ni qué, llena de colores brillantes y con dibujitos por todas partes. De cualquier forma, sólo nos subimos a la atracción de Dudley Do-Right, que es el equivalente local a Splash Mountain. O sea, es para mojarse. Con agua.
Tras ello entramos a la isla de Marvel Comics, que como se imaginarán nos tenía alucinados. La atracción de Spider-Man es genial... aunque es exactamente igual que la de Transformers. De hecho, sospecho que son la misma, sólo le cambian la decoración... Aún así, la recomiendo muchísimo: es uno de esos paseos 5D (¿o 6D? Ya perdí la cuenta) que están tan de moda y que te hacen sentir como si de verdad te metieras a la historia... Y está basada en la serie animada de los 90, de modo que tiene mucho de alegre nostalgia.
En familia nos subimos a unas tazas locas giratorias de Storm y, mientras los demás repetían ese paseo, yo me fui a la montaña rusa de Hulk, la cual, según la publicidad, corre con la potencia de una bomba gamma. ¡No es broma! Es una de las montañas rusas más intensas a las que me he subido. Rápida, azotada, larga... Como si fueras Thor y Hulk te hubiera soldado un madrazo que te sacara disparado hacia el espacio sin saber qué pasó. La animación introductoria que uno se chuta a lo largo de la fila de espera está muy interesante, por cierto.
De ahí pasamos a la isla del Dr. Seuss. Bueno, imagínense caminando por un cuento del buen Seuss, con esas figuras de ensueño y todo el colorido. El paraíso para alguien que viene ácido (imagino...). Nos subimos a un carrusel con criaturas de Seuss, a un paseo del Gato en el Sombrero, a unos peces voladores que disparan agua y a un trenecito que nos paseó por toda la isla de Seuss. Fue un lugar muy mono y alegre.
Lo último fue El Continente Perdido, la isla más pequeña del parque, basada en fantasía y mitología. Sólo alcanzamos a ver un espectáculo de efectos especiales llamado La Furia de Poseidón. Los grandes ya estábamos cansados y nos molestó bastante que el show fuera a pie, pero a mi peque le encantó (los shows de efectos especiales son de lo que más le emocionó en este viaje) y verle feliz hace que todo valga la pena.
Con eso terminamos Islands of Adventure y nos regresamos al hotel. Cansadísimos, empapados, fríos, acalambrados y muy felices.
Todos los días anteriores nos habíamos levantando muy temprano y estado en los parques hasta bastante avanzada la tarde (en el caso de Islands, nos quedamos hasta que nos sacaron). Que, por cierto, eso fue una nueva experiencia para mí, acostumbrado como estaba a visitarlos durante las horas pico; recorrer las "calles" vacías de los parques durante las mañanas tiene algo de espectral, y durante la noche aún más.
El día que íbamos a ir a Animal Kingdom nos levantamos tarde para reponernos. De la misma forma, volvimos relativamente temprano del parque, y mientras estuvimos allí lo hicimos todo con mucha calma, de forma que ese día nos sirvió como descanso.
Animal Kingdom es una especie de zoológico de Disney, con el agregado de juegos mecánicos. Pero, como llegamos tarde, casi no pudimos ver a los animales, debido a que los paseos que incluyen verlos cierran a eso de las 4.30 de la tarde. Con respecto a los animales, alcanzamos a ver a algunos en el pabellón de Asia: tigres, monos, aves y lo que más nos emocionó: los grandes zorros voladores, que son unos bichos encantadores. En otra sección pudimos ver algunas especies pequeñas: invertebrados, peces, reptiles y anfibios; incluso un axolote bien simpático.
Antes de visitar a los animales anduvimos un buen rato por una sección del parque dedicada a los dinosaurios. Un paseo de la película "Dinosaurio" de Disney es la atracción principal de esa zona, y uno muy divertido y emocionante (con algunos sustos, cortesía de los carnotauros). Hay también una pequeña montaña rusa bastante suave que recrea un cómico viaje en el tiempo hacia momentos antes de la caída del meteorito. No podían faltar los dinosaurios voladores y los juegos de feria.
Había también un playground muy divertido, parecidón al de Jurassic Park, con las clásicas resbaladillas, puentes colgantes, laberintos de soga y demás; pero lo más emocionante era un arenero donde los chicos podían jugar a desenterrar un esqueleto de mastodonte. A mi peque, por cierto, le dieron un "cuaderno de explorador", en el que podía tomar nota de lo que aprendía, resolver acertijos, contestar preguntas y ganar medallas (calcomanías) que los siempre sonrientes empleados del parque le daban por cumplir misiones. Lo completó casi todo, a pesar de la falta de tiempo.
Como decía, nos retiramos temprano esa tarde porque al día siguiente tendríamos que ir a Magic Kingdom... y era 31 de diciembre.
El día que íbamos a ir a Animal Kingdom nos levantamos tarde para reponernos. De la misma forma, volvimos relativamente temprano del parque, y mientras estuvimos allí lo hicimos todo con mucha calma, de forma que ese día nos sirvió como descanso.
Animal Kingdom es una especie de zoológico de Disney, con el agregado de juegos mecánicos. Pero, como llegamos tarde, casi no pudimos ver a los animales, debido a que los paseos que incluyen verlos cierran a eso de las 4.30 de la tarde. Con respecto a los animales, alcanzamos a ver a algunos en el pabellón de Asia: tigres, monos, aves y lo que más nos emocionó: los grandes zorros voladores, que son unos bichos encantadores. En otra sección pudimos ver algunas especies pequeñas: invertebrados, peces, reptiles y anfibios; incluso un axolote bien simpático.
Antes de visitar a los animales anduvimos un buen rato por una sección del parque dedicada a los dinosaurios. Un paseo de la película "Dinosaurio" de Disney es la atracción principal de esa zona, y uno muy divertido y emocionante (con algunos sustos, cortesía de los carnotauros). Hay también una pequeña montaña rusa bastante suave que recrea un cómico viaje en el tiempo hacia momentos antes de la caída del meteorito. No podían faltar los dinosaurios voladores y los juegos de feria.
Había también un playground muy divertido, parecidón al de Jurassic Park, con las clásicas resbaladillas, puentes colgantes, laberintos de soga y demás; pero lo más emocionante era un arenero donde los chicos podían jugar a desenterrar un esqueleto de mastodonte. A mi peque, por cierto, le dieron un "cuaderno de explorador", en el que podía tomar nota de lo que aprendía, resolver acertijos, contestar preguntas y ganar medallas (calcomanías) que los siempre sonrientes empleados del parque le daban por cumplir misiones. Lo completó casi todo, a pesar de la falta de tiempo.
Como decía, nos retiramos temprano esa tarde porque al día siguiente tendríamos que ir a Magic Kingdom... y era 31 de diciembre.
AÑO NUEVO EN MAGIC KINGDOM
Esa noche sería nuestra última en Diney World, y nos habríamos de quedar en el parque por lo menos hasta las 12 de la noche para recibir el Año Nuevo. Tendríamos que volver al hotel sólo para recoger nuestras cosas e irnos hacia el aeropuerto, donde debíamos estar a las 5 de la mañana. De modo que más nos valía dejarlo todo listo desde antes de irnos al parque.
Ese día Magic Kingdom estaba hasta la madre de gente, lo cual no es de extrañarse, puesto que todos querían ver el espectáculo de Año Nuevo en el sitio más emblemático de Disney World: el castillo de Cenicienta. Se llenó tanto y tan rápido que a partir de las 9 de la mañana ya no dejaban a nadie pasar. Fue una suerte que nosotros llegáramos poco antes de las 8, pero nuestros planes de volver al hotel y descansar un rato en la tarde se vieron frustrados cuando nos enteramos que debido al gentío se estaba aplicando una política de "si sales, ya no entras, mano".
En esta ocasión lo primero que hicimos fue subirnos al tren que nos llevaría a Frontierland, en donde no pudimos, para mi mala fortuna, subirnos a la Thunder Mountain, porque siempre estuvo muy llena. Tampoco nos tocó subir a Splash Mountain, porque con el frío habría sido muy mala idea mojarse. Pero visitamos algo que era totalmente nuevo para mí: la isla de Tom Sawyer. En medio de la laguna se erige un islote al que se va en un pequeño ferry. La isla tiene senderos entre el bosque, puentes colgantes, molinos, faros, juegos de parque y un fabuloso fuerte desde el que se puede disparar o escapar por un túnel subterráneo secreto. La verdad estuvo padrísmo y mi chiqui anduvo muy feliz.
De regreso a tierra firme nos trasladamos a Adventureland, donde viajamos en las alfombras voladoras de Aladín y visitamos el árbol de la familia Robinson (un recorrido muy padre por los detalles). Hicimos una fila de dos horas para un paseo bastante ñoño en el río. Sólo tiene algunos animales animatrónicos y una guía que hacía chistes malos. Para nada valió la pena la espera.
Por supuesto, allí mismo subimos a la atracción de Piratas del Caribe, ahora actualizada con mejores efectos especiales y referencias a Jack Sparrow. Está mejor que nunca. Por esa misma zona, los chicos obtienen mapas de pirata y pueden completar "misiones", encontrando objetos y símbolos escondidos entre los estantes de la tienda de recuerdos y las calles aledañas. Fue muy divertido.
Una rápida visita a Futureland nos permitió subir a Space Mountain, la montaña rusa que te hace sentir como si viajaras en el espacio. Resultó que era mucho menos azotada de lo que lo recordaba, pero más divertida. En Liberty Square visitamos la genial Haunted Mansion, una joya de divertidísimo humor macabro y espectaculares efectos especiales. Al final nos subimos a descansar al barquito de vapor que recorre la laguna del parque, y desde el que pudimos ver no solamente el desfile, sino algunos escenarios con animatrónics que no se ven desde ningún otro lado.
De regreso a Fantasyland nos subimos de nueva cuenta a las Tazas Locas, además de una montaña rusa pequeñina de Goofy, y repetimos el show 3D de Philarmagic. Me tocó enfrentar mis temores y reconciliarme con el Pequeño Mundo. Y mire usté si será porque me estoy volviendo ruco y más ñoño, pero resulta que me gustó y lo disfruté mucho. Quizá porque ahora lo veía no como adolescente cínico, sino como papá. Por cierto, el paseo de Peter Pan tenía una cola de 3 horas que no se redujo en todo el día. Yo no sé por qué tanto alboroto por Peter Pan, que ni está de moda, ni su paseo está tan chido que digamos...
Después de cenar, nos quedamos descansando en una banca del restaurante de Pinocho. A las 11.50 empezó el espectáculo de fuegos artificiales de Año Nuevo. Fue realmente hermoso, pero la verdad no es muy distinto del que se hace cualquier noche a las 8.00, así que si alguien está interesado en ir para pasar ahí el 31, de verdad no se pierden de nada si se van después de ver el espectáculo de las ocho de la noche.
Luego iniciamos la odisea de regreso al hotel, al aeropuerto, a Cancún y a Mérida (todo en las primeras horas del 1 de enero de 2014) cansados, pero muy felices. Porque, de alguna forma, Disney World no deja de ser el lugar más feliz de la Tierra...
Más anécdotas y contenido relacionado en este blog:
2 comentarios:
Wow. Vuelvo a decir: definitivamente debo ir.
con suerte me lanzaré pasando año nuevo. ¿has ido al space center de cabo cañaveral? por ahí leí que es algo que te puede consumir todo un día, pero no tendría problemas en dedicarle toda una jornada a un centro de la nasa.
Publicar un comentario