No me preguntes, sólo soy una chica - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

jueves, 17 de agosto de 2023

No me preguntes, sólo soy una chica


No sé cómo empezar este texto. Ni siquiera estoy seguro de si tiene mucho caso que lo escriba. Creo que muy buenos comentaristas ya han dicho casi todo de Barbie, dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Margot Robbie. No sé si tenga algo nuevo o valioso que decir, y estoy consciente de que, siendo un vato todo meco tratando del tema feminista del momento, camino sobre hielo delgado.

 

Pero también es que éste es un blog de cultura pop, me gusta subirme al tren del mame, me encanta echar choros y si no publico un texto cada semana mi súper ego me castiga por mi falta de productividad. Trataré, pues de hacer una síntesis de lo que he reflexionado, no sólo a partir de la película, sino de lo que he visto y leído sobre ella. No se preocupen, que antes de decidirme a escribir cualquier cosa, ya puse atención a lo que un montón de mujeres han tenido que decir al respecto. Les juro que no trato de mansplainear.

 

VIVIR EN PLÁSTICO ES FANTÁSTICO


El caso es que un buen día entré a Twitter y me encontré con que Barbie, la muñeca, se había convertido en un ícono feminista. No sólo eso, sino que, según me decían, Barbie siempre había sido feminista. Raro asunto, pensé.

 

Mis acercamientos con Barbie en la infancia fueron muy limitados, especialmente por la advertencia parental de que, si usaba cosas de niña, se me caería el pollín. Eso no impidió que en más de una ocasión jugara a las dichosas muñecas con alguna prima o amiga. O que desnudara a alguna de ellas (las muñecas, no las amigas) para tener una idea muy equivocada de la anatomía humana. No se me cayó el pollín.

 

Si en casa Barbie era mala para mí porque “era de niñas”, de los medios obtuve un mensaje muy diferente, en especial por el capítulo Lisa contra la Babie Malibú de la mejor época de Los Simpson (1994) y la icónica canción Barbie Girl de Aqua (1997), que le valió a la banda una demanda por parte de Mattel.

 

Estas dos obras alimentaron en mí la idea de que Barbie era el epítome de una cultura que reducía el ser mujer a la frivolidad descerebrada. Como dice Lisa Simpson:

 

“Muchas niñas van a crecer queriendo hablar como ella, pensando que no pueden ser más que adornos cuya única meta en la vida es verse bonitas, casarse con un rico y pasarse el día en el teléfono hablando con sus igualmente vacías amigas de lo fantástico que es ser bonitas y conseguir un esposo rico.”

 

En ese mismo episodio Lisa busca a la creadora de la muñeca, Baby LaBelle, quien había sido expulsada de su propia compañía porque enviaba sus utilidades al Viet Cong.  Juntas se proponen diseñar a la anti-Baby Malibú, una muñeca que…

 

“Tendrá la sabiduría de Sor Juana Inés de la Cruz, la fuerza del espíritu de Hellen Keller, la agudeza de Simone de Beauvoir, la inteligencia de Isabel I y además de todo eso el cuerpo de Michelle Pfeiffer.”

 

Ni Los Simpson ni Aqua inventaron el hilo negro. En los 90 el discurso feminista habitual atacaba a Barbie por todo lo anterior y además por promover estándares de belleza imposibles. El caso es que, para mí, durante muchos años la muñeca representaba todo lo contrario al empoderamiento femenino y pensé que todos estábamos de acuerdo.

 

No obstante, la gente de Twitter, en su mayoría mujeres, insistía en que Barbie siempre había sido feminista. ¿Por qué? Bueno, porque fue el primer juguete para niñas que no era una bebé. No era para que las niñas fingieran ser mamás y amas de casa, sino que podían jugar a ser mujeres con una profesión y una vida social glamurosa. Barbie enseñaba a las niñas que podían ser lo que quisieran y que su vida no se definía por su relación con los hombres.

 

Nunca lo había pensado así, así que me puse a investigar. Aquí les recomiendo dos videos que tratan de la historia de Barbie. Uno de Bully Magnets, sobre la muñeca en sí, y el otro de La Filmoteca Madita, sobre la evolución de su imagen en las películas. En ellos pude constatar que, a grandes rasgos, esa versión de los hechos es cierta, pero incompleta. Resulta que Barbie tiene una historia llena de contradicciones. No ha sido la misma a lo largo del tiempo ni ha sido interpretada de la misma manera. Ha cambiado con los años, siempre en respuesta a los cambios en la sociedad en general.

 

Por ejemplo, Barbie ha tenido mil profesiones, pero sólo después de que se volviera normal que las mujeres las tuvieran, y al principio sus ocupaciones eran las típicamente femeninas. Hace unos cuantos años se empezaron a hacer Barbies con otros tipos de cuerpos, pero apenas se puede decir que se desvíen de los cánones de belleza, y eso tras décadas de críticas.  Y es cierto que la primera Barbie que habló decía cosas de rubia cabezahueca como “Qué difícil es la clase de matemáticas”.

 

Así que bien puede ser que Barbie sea un ícono feminista hoy, pero decir que siempre lo ha sido es deshonesto e implica hacerle un lavado a la historia de la muñeca. Pero bueno, ¿qué hay de la película?

 

¡PERO EL SOMBRERO ES NUEVO!


Cuando la YouTuber Broey Deschanel anunció que se sentía algo cínica respecto a Barbie recibió varios comentarios un poco agresivos en sus redes. La acusaban de hacer un feminismo superficial, de sólo querer llevar la contraria y de no dejar que la gente la pasara bien. Incluso alguien le amenazó con que si su reseña no era positiva dejaría de seguirla.

 

Esa reseña y la de Verity Ritchie son las que pongo como ejemplos y recomendaciones de la mirada crítica a Barbie, la película. Mattel, explican, llevaba por lo menos dos décadas tratando de hacer un rebranding de Barbie. Las ventas de la muñeca habían caído desde finales de los 90; se le consideraba un juguete pasado de moda, un atavismo de tiempos pretéritos. Los intentos de hacer a Barbie más “incluyente” habían sido bastante tibios e infructuosos. La película de Gerwig, en cambio, la ha devuelto a un lugar central en la cultura contemporánea y, quizá lo más importante, disparado las ventas de la muñeca.

 

Esta cinta es culpable de cimentar a Barbie como “ícono feminista”, lavando así la imagen de Mattel, que no sólo ha lucrado durante décadas promoviendo estándares de belleza imposibles, sino que a la fecha se caracteriza por la explotación laboral de sus trabajadoras y por el enorme costo ambiental de sus productos de plástico.

 

La película sí recoge las críticas que se han hecho a Barbie, pero ultimadamente esto ocurre en un producto controlado por la misma corporación a la que se critica. Siguiendo el ejemplo reciente de Disney, Mattel ha logrado que toda crítica quede en poder de la entidad criticada, la cual decide qué tan lejos puede llegar. Es la vieja estrategia del representante de Elvis Presley que vendía tanto los botones de “Amo a Elvis” como los de “Odio a Elvis”.

 

El discurso feminista de Barbie termina siendo el más superficial y menos controvertido, expuesto de la forma más directa y menos sutil. Es el feminismo “girlboss”, que vende la idea de que una mujer puede ser lo que sea… Dentro de las estructuras jerárquicas del capitalismo. Es “progre” porque hay Barbies de diferentes razas y tipos de cuerpo (hasta incluye a una Barbie trans), pero el filme no reconoce la existencia del racismo, la gordofobia o la transfobia.

 


Es cierto que Barbie no es una secuela ni un refrito, ni tampoco una cinta de superhéroes de las que han inundado el mercado desde hace dos décadas. Pero elogiarla como “la salvadora del cine” es otra forma de hacer lavado de imagen, pues no deja de ser propiedad intelectual de Mattel, que ya había hecho películas sobre ella (si bien animadas), y que ahora quiere posicionarse no como una empresa de juguetes, sino de cultura pop, con su propio universo cinematográfico. Tampoco deja de formar parte de un ambiente cultural marcado por la capitalización de la nostalgia, pues claramente está dirigida al público adulto que creció con la muñeca.

 

Las corporaciones de entretenimiento están impulsando prácticas que implican una mayor explotación de sus trabajadores a cambio de menores recompensas. Una de ellas es la amenaza de sustituir actores, artistas y escritores con inteligencia artificial. Esto, sumado a la precarización del gremio, ha llevado a la actual huelga de los sindicatos de actores y escritores. La idea de una huelga es demostrar que las corporaciones dependen de sus trabajadores para funcionar. En el bando opuesto, los ejecutivos han dicho que están dispuestos a esperar a que los trabajadores se rindan cuando empiecen a quedarse sin casas. En este ambiente crucial, llega Barbie para hacer ganar cientos de millones de dólares a Warner Bros.

 

Por añadidura, al presentar a Barbie como una mujer, una persona, y no el producto de una corporación multimillonaria, la cinta hace de toda crítica que se le pueda hacer un ataque a “esta pobre mujer que sufre tanto como cualquier otra” por no poder estar a la altura de lo que se espera de ella. Así, su mayor éxito ha sido lograr que cualquier crítica a Barbie sea rechazada como una falta de sororidad, si viene de otras mujeres, o como pura misoginia, si viene de hombres.

 

En fin, la especialidad del capitalismo tardío consiste en apropiarse de discursos subversivos o contraculturales, en este caso el feminismo, y volverlos inocuos al presentar versiones diluidas que no pongan en peligro los principios centrales del orden socioeconómico. El hecho de que sea una buena película, que indiscutiblemente lo es, la hace más peligrosa como pieza de propaganda capitalista.

 

IMAGINACIÓN, LA VIDA ES TU CREACIÓN


Estas críticas no erran, me parece, pero tampoco cubren el panorama completo. Y es aquí donde tomo como ejemplo la respuesta de Carolina Afrofémina y la entusiasta reseña de Kat Blaque. Vi y leí muchas otras cosas, pero creo que con esto tenemos una muestra bastante representativa de los puntos de vista en conflicto.

 

Primero, que no subestimen a Greta Gerwig, quien dentro de la máquina corporativa hizo una película de autora, y que tuvo que pelear por algunas escenas que Mattel quiso quitar de la cinta, ya fuera por razones comerciales o políticas.

 

El feminismo de Barbie puede parecer súper obvio para la bandita de sociales y para los progres de Twitter que se la pasan cancelándose unos a otros, pero no así para la gente común y corriente. Por algo los conservadores están echando humo por la nariz, considerándola una muestra más de propaganda ideológica metida a fuerzas en la cultura contemporánea.

 

El tipo de crítica feminista súper profunda y compleja que satisficiera a la más radicala sólo podríamos encontrarlo en una película de esas de cinediarte que proyectan en cinetecas y que sólo ven veinte personas. Barbie está apuntando a convertirse en la película más taquillera del año, la primera dirigida por una mujer y que trata de temas femeninos en lograr esta hazaña. Su mensaje está llegando a millones de personas en todo el mundo.

 

¿Cuál es este mensaje? Oh, aguanten, que hay mucho que desempacar aquí.

 


Uno de los momentos más célebres de Barbie es cuando el personaje de Gloria (America Farrera) habla de las contradictorias e inalcazables expectativas sociales que pesan las mujeres. Esto parecería ser muy obvio, pero hay quienes nunca habían visto un mensaje así de claro articulado en el mainstream. Además, ha hecho enojar profundamente a los conservadores, que lo consideran basura radical, lo cual siempre es digno de celebrarse.

 

“Es literalmente imposible ser mujer. Eres tan hermosa y tan inteligente, y me mata que no creas que eres lo suficientemente buena. Como, siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo estamos haciendo mal.

 

Tienes que ser delgada, pero no demasiado delgada. Y nunca puedes decir que quieres ser delgada. Tienes que decir que quieres estar sana, pero también tienes que estar delgada. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedir dinero porque eso es grosero. Tienes que ser una jefa, pero no puedes ser mala. Tienes que liderar, pero no puedes aplastar las ideas de otras personas. Se supone que te encanta ser madre, pero no hables de tus hijos todo el maldito tiempo. Tienes que ser una mujer de carrera, pero también estar siempre pendiente de otras personas. Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, que es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte.

 

Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tanto como para tentarlos demasiado o amenazar a otras mujeres porque se supone que eres parte de la hermandad. Pero siempre destaca y siempre sé agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está amañado. Así que encuentra una manera de reconocer eso, pero también sé siempre agradecida. Nunca hay que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca salirse de la raya. ¡Es muy difícil! ¡Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla o dice gracias! Y resulta que, de hecho, no solo lo estás haciendo todo mal, sino que además todo es culpa tuya.

 

Estoy tan cansada de verme a mí misma y a todas las demás mujeres enredándose en nudos para gustarle a la gente. Y si todo eso también es cierto para una muñeca que solo representa a mujeres, entonces no tengo idea.”

 



Los conservadores dicen que la película es misándrica, pero esto es porque critica expresiones de masculinidad que son dañinas para las mujeres, y también, de cierta forma, para los mismos hombres. Como esa clase de masculinidad es la única que el conservadurismo acepta como válida, interpreta su rechazo como odio a todos los hombres.

 

En realidad la relación entre hombres y mujeres es uno de los temas centrales de la película. Barbie y Ken, que pensaríamos que son la pareja perfecta, ni siquiera son realmente novios aquí. Está claro que ella no tiene sentimientos románticos hacia él. Lo que es más, Barbie Land es una especie de reflejo invertido del Mundo Real, en donde las mujeres lo son todo y lo tienen todo, mientras los hombres son apenas ornatos y compañía.

 

Esto podría parecer una utopía feminista, pero no puede serlo porque causa infelicidad y resentimiento en una parte de su población. ¡Y eso que Barbie Land no tiene tan mal a los hombres como están las mujeres en el Mundo Real! Ellos son irrelevantes y no tienen voz ni voto, pero tampoco son objeto de todos los tipos de violencia, como sí lo son las mujeres. Sin embargo, al final las mismas Barbies reconocen que el orden previo es injusto y que no se puede simplemente volver a la normalidad; es necesario hacer cambios.

 

¡Ah! Pero estos cambios serán de a poquito, con algunos puestecillos de poder por aquí y por allá. ¿Por qué no terminar la peli con una completa igualdad entre hombres y mujeres en Barbie Land? Porque la igualdad no se ha alcanzado en el Mundo Real, y mientras no suceda, no sería justo dar a los hombres ese final satisfactorio. Es necesario que el público masculino se quede con esa pequeña incomodidad que le obligue a reflexionar.

 

Quizá en general no se habla lo suficiente de cómo los hombres hacemos depender tanto de nuestra autoestima en la aprobación femenina. Ni siquiera los hombres mismos nos sentimos cómodos cómodos admitiendo esto. En cambio, tendemos a reaccionar de forma violenta o excesivamente dramática al rechazo. El hombre que desea a una mujer y no es correspondido es objeto de burlas. El hombre incapaz de “conseguir mujeres” es objeto de desdén.

 

Barbie nos muestra que ni siquiera un hombre como Ken (Ryan Gosling), el hombre perfecto, literalmente creado con el único propósito de ser el compañero de una mujer, puede evitar verse en la friendzone. Esto hace a Ken muy infeliz, y cuando descubre que en el Mundo Real son los hombres los que tienen el poder, encuentra la manera de desquitar ese dolor. Pero la peli nos muestra que los hombres tampoco son felices ejerciendo dominio sobre las mujeres ni estando de competencia contra sí mismos.

 

Ken necesita aprender que es suficiente por sí mismo y no necesita definir quién es por su relación con las mujeres, ni como pagafantas ni como amo. El mensaje es que hombres y mujeres debemos trabajar juntos porque somos parte de una misma comunidad, no porque necesitemos relacionarnos de forma romántica.

 


Pero la cinta tampoco se limita a cumplir con una lista de puntos progres de moda. Es también una obra existencialista en la que su protagonista se cuestiona sobre su rol en el mundo y el sentido de su vida ante la mortalidad y el cambio inevitables. Barbie apela a la última generación que realmente creció amando a la muñeca, y que ahora está llegando a la mediana edad, en la que las señales de la vejez (que a su vez son recordatorios de la muerte), empiezan a aparecer. La crisis existencial de Barbie es un reflejo de las angustias de esa generación, representada en la cinta por Gloria. O sea, no es pura nostalgia vacía

 

No es casualidad tampoco que los personajes más “normales”, es decir, los que cumplen mejor con el papel que se ha establecido para ellos (tanto Barbies como Kens), sean quienes caen más fácilmente ante un poco de propaganda ideológica. Ya desde antes estaban muy cómodos, acostumbrados a sólo seguir un rol predeterminado, y básicamente sólo hacía falta que se les impusiera una nueva serie de roles. Son, en cambio, los personajes rechazados, los bichos raros, especialmente Allan (Michael Cera) y la Barbie Rarita (Kate McKinnon), quienes resultan inmunes y salvan a todos los demás.

 

Una crisis existencial nos obliga a enfrentarnos con la verdad de que no existe un significado preestablecido para nuestras propias vidas, lo cual nos deja flotando en el vacío. Pero también nos da la libertad de construir ese significado. “Soy lo que quiera ser” un lema simplón de consumismo plástico, es transformado en una proclama existencialista.

 

Así que las críticas negativas contra Barbie como producto de consumo capitalista son certeras, pero también lo son sus defensas como texto feminista y existencialista. ¿Cómo le encontramos sentido a estas contradicciones?

 

AHORA NO, ESTOY MUY EBRIA


Quizá la mejor manera de entender Barbie es a través del concepto del “cine metamoderno”. ¿Qué es eso? Para comprender el tema les recomiendo este videoensayo de Thomas Flight, pero si no tienen tiempo o les da mucha flojera, se lo resumo así nomás:

 

El cine moderno es el más clásico y tradicional, el que te cuenta una historia lineal y determinada, con principio, desarrollo, clímax y desenlace. Es en el que existen los géneros fácilmente identificables y personajes que cumplen roles claros.

 

En cambio, el cine posmoderno se caracteriza porque deconstruye la modernidad por partida doble. Por un lado, proyecta una mirada crítica, incluso a veces cínica o de plano nihilista, sobre los valores de la modernidad, en especial la fe en el progreso, la racionalidad humana y el poder del individuo y su voluntad para enfrentar a su destino.

 

Por otro lado, pone el foco sobre el arte mismo, sus herramientas narrativas, sus arquetipos o sus lugares comunes y hasta la ilusión de la ficción; por eso recurre a subvertir las expectativas, rompe con la estructura narrativa tradicional, juega con el tiempo y la causalidad, lleva la parodia hasta el punto de la farsa, juega con los tropos establecidos, etcétera.

 

El cine metamoderno hace eso mismo… Pero va más allá. Pues resulta que, si el cine posmoderno es muy bueno para deconstruir y criticar los valores de la modernidad, es muy malo para ofrecer respuestas a las interrogantes que plantea y soluciones a los problemas que señala, lo que puede llevar a un pesimismo paralizante. Y la verdad, con las diversas crisis de nuestros tiempos, no es eso lo que necesitamos.

 

No pudiendo simplemente ignorar las críticas y la deconstrucción que dejó la posmodernidad, el cine metamoderno tiene que abrazarlas y a partir de ellas ofrecer un poco de esperanza, hacer un llamado a la acción, subrayar la necesidad de un cambio. Y si el cine posmoderno pone en evidencia las limitaciones del arte al hacernos muy conscientes de que presenciamos una ficción, el cine metamoderno evidencia las limitaciones de las deconstrucciones al hacernos conscientes de que estamos viendo una.

 

A diferencia de Lady Bird, que es un Bildungsroman bastante clásico temática y estructuralmente, y de Mujercitas, que es una adaptación muy fiel a una novela clásica, Barbie es una obra típicamente metamoderna, en la que los géneros se mezclan, el humor surreal raya en lo absurdo, y no hay siquiera un intento de dar una explicación coherente de cómo funciona el mundo de Barbie Land. En ese sentido, recuerda mucho a Todo en todas partes al mismo tiempo.

 


A diferencia de las películas animadas de Barbie, en las que ella es una persona en su propio universo, en la cinta de Gerwig está bien claro que ella es un juguete y que su mundo no es el real. Pero tampoco es simplemente una muñeca, como las Barbies de Toy Story, que cobran vida cuando ningún humano las ve, sino que es una especie rara de avatar en un mundo que a su vez es una manifestación física de los juguetes que existen en la realidad, a la que puede ir y venir sin muchas complicaciones. En ese sentido recuerda a La gran aventura LEGO.

 

Barbie, la película, intenta incluir en sí misma todas las contradicciones de Barbie, la muñeca. Y, al mismo tiempo, está muy consciente de sus propias contradicciones como película. Vamos, hasta rompe la cuarta pared en algún momento para decirnos que es absurdo que Margot Robbie nos esté diciendo que se siente fea.

 

Otro ejemplo: el presidente de Mattel (Will Ferrell), y toda su junta directiva son presentados como un montón de hombres bobalicones y ridículos. Esto parecería ser una crítica demasiado tibia para una compañía con un historial como el de Mattel, pero hay un metacomentario muy bueno hacia el final, en el que el personaje dice algo como: “ahora ya puedo superar esta crisis existencial mientras me aferro a mi muy real posición de poder”. La película se las ingenia para criticar el uso que Mattel le está dando: como una forma de lavar su imagen mientras nada cambia.

 

Al principio de la cinta, una voz narrativa nos dice que gracias a Barbie todos los problemas de las mujeres se habían resuelto. Esto es obviamente absurdo, claro está, y es algo que la audiencia capta desde el primer momento. Pero es algo que la misma Barbie cree y se lleva un gran chasco cuando llega al Mundo Real y descubre que no es así. La película se burla de esa ingenuidad.

 

No, por supuesto que la muñeca con todo su discurso de empoderamiento femenino y con todos sus esfuerzos para hacerse progre y diversa jamás iba a resolver todos los problemas de las mujeres. Pero, hey, tampoco era justo pedírselo. Es, después de todo, sólo una muñeca. Una celebración acrítica del supuesto feminismo de Barbie es ingenua hasta lo risible. Sin embargo, exigirle más también se vuelve medio ridículo.

 

¿Y no es eso lo que la cinta nos está diciendo de sí misma? Greta Gerwig puede tratar de incluir todo lo que se ha discutido sobre Barbie, pero no puede encontrar respuestas a todas sus contradicciones, ni menos resolver los problemas de las mujeres del mundo real. Porque, al fin y al cabo, es sólo una película.

 

Así que, como lo ven, Barbie es mucho más de lo que aparece a simple vista. Sí, su discurso principal está dado de forma tan directa que parece la moraleja al final de una caricatura ochentera (He-Man también es de Mattel, por cierto). Pero debajo de esto hay tantas capas de significado, tantos niveles metaficcionales y autorreferenciales que no sé si algo así se había visto en el cine comercial nunca antes.

 

LET’S GO PARTY!


Las críticas a Barbie, la muñeca y la película, me recordaron mucho a las que siempre he escuchado respecto a las dos cosas que más me gustan en esta vida: Superman y Star Wars. Son, al fin y al cabo, productos de cultura pop y propiedad de corporaciones capitalistas. Sin embargo, yo siempre he sabido que Superman y Star Wars son mucho más que simplemente encarnaciones de la ideología hegemónica que sirven para perpetuar el statu quo. Con todo lo que he visto y leído en las últimas semanas, he aprendido que Barbie tampoco lo es.

 

Creo firmemente que, por lo menos en ciertos momentos, los cómics de superhéroes y las diferentes entregas de Star Wars llevan dentro de sí mensajes verdaderamente críticos, incluso radicales. Y si de algo trata este blog, es del potencial de éstos y otros productos pop para, a través del análisis y la reflexión, motivar el aprendizaje y la transformación de la cultura. Pero también sé que no puedo hacerme ilusiones al respecto, que su alcance es limitado y que sí, mucho en ellos también sirve para perpetuar el statu quo. Por eso no es suficiente con celebrarlos, es necesario el pensamiento crítico.

 

Creo que lo mismo aplica para Barbie. Abstenernos de criticarla porque “es de mujeres”, acallar el pensamiento crítico por miedo en incurrir en el pecado del sexismo, sería estúpido y contraproducente. Antes bien, hay que incorporar esas críticas a la conversación, porque sólo así podemos despertar el potencial de la película como parte de un proceso dialéctico de cambio.

 

Mattel quisiera que la actitud ante la película fuera sólo celebratoria, que pudiera, como el personaje de Will Ferrell, parecer que ha hecho algo mientras todo queda igual. Pero Barbie de Greta Gerwig obliga a mantener viva la conversación, a abordar tanto la crítica como la apología de la muñeca y su legado cultural. Ése, creo ha sido su mayor éxito.

 

Y bueno, ya no sé qué más añadir. Supongo que sólo podemos decir… Come on, Barbie, let’s go party!

 


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