Publicado originalmente en Voz Abierta
Un extraño enemigo
Los ataques de Trump contra
México iniciaron mucho antes de que anunciara sus planes para competir por la
presidencia de los Estados Unidos. Cuando nuestro paisano Alejandro González
Iñárritu ganó su primer Oscar por Birdman
en 2015, el hombre de las manos pequeñas refunfuñó que él no hacía tratos con
México. Apenas inició su precampaña nuestro país fue el blanco de insultos,
como cuando llamó a nuestros compatriotas violadores y asesinos. Y claro, como
buen demagogo que es, ha usado el miedo al extranjero como plataforma desde un
inicio, siendo la construcción del muro fronterizo uno de sus promesas más
populares (sin importar lo dañino y absurdo de la misma). Ahora que Trump es
presidente y ha firmado la orden para construir el mentado muro, y además
querer intimidarnos para pagarlo, muchos mexicanos, con toda razón, se sienten
indignados.
Pero ojo, que esta indignación no
nos obnubile. Éste no es un conflicto entre naciones y no se resuelve con despliegues
de patrioterismo visceral. Éste es un conflicto entre dos visiones del mundo,
entre dos sistemas de valores opuestos. En la visión de Trump y su gente todo
aquel que es diferente constituye una amenaza y los problemas se resuelven con
“mano dura”, mediante la intimidación y la agresividad. Sus valores son
racistas, xenófobos, sexistas, homófobos, chauvinistas, autoritarios y
antiintelectuales. A ellos es imperativo oponer los ideales de la cooperación y
el diálogo entre culturas, la democracia y la tolerancia, la ilustración y la
racionalidad, el aprecio por la diversidad, la equidad y la decencia básica, y
una defensa intransigente de la dignidad y los derechos humanos.
México no ha sido la única
víctima de Trump. Lo han sido también las mujeres, a quienes está determinado a
quitarles el derecho a decidir sobre sus cuerpos; los musulmanes, a quienes
pretende impedir la entrada al país; los científicos, a los que quiere
amordazar para que no hablen del cambio climático; los artistas, a quienes
pretende quitar los fondos gubernamentales; en general cualquier persona que no
se alinee con sus políticas, pues ya está purgando las instituciones
gubernamentales y poniendo a sus leales en puestos estratégicos; y no me parece
aventurado pronosticar que pronto otros grupos minoritarios (afroamericanos,
pueblos indígenas, personas LGBTQ) serán victimizadas por su gobierno.
Que quede claro, Trump es un
egomaniaco ignorante y psicológicamente inestable, rodeado de fanáticos
oscurantistas y protonazis, que además está inspirando y envalentonando a los
blancos supremacistas y fascistoides en todo el mundo. Representa un peligro
global, no sólo para México. Nuestro pleito puede ser con el gobierno de Trump
y sus esbirros, pero no con el pueblo
estadounidense, no con “los gringos”, como siempre decimos. Los ciudadanos
estadounidenses que oponen resistencia a Trump se han manifestado también
contra su racismo antihispano y sus planes para construir el muro. Han
expresado solidaridad con los mexicanos, de la misma forma en la que lo han
hecho con los migrantes musulmanes y se han sumado a las luchas de las mujeres
y los científicos.
Sin embargo, en México no hemos
dado muestras de solidaridad con los otros grupos victimizados por Trump. El
gobierno mexicano ha dicho que no pagará el muro (¡Faltaba más! ¡Debería
protestar contra su misma construcción, aunque la pagara Trump de su
bolsillo!), pero no ha dicho “esta boca es mía” sobre el decreto
antiinmigratorio, mientras otros gobiernos han declarado su rechazo a ambas
cosas, mientras los mismos estadounidenses protestan con el lema “No Ban, No
Wall”.
Me da la impresión de que si no
fuera porque el Hitler anarajando ha insultado específicamente a los mexicanos,
a muchos de nuestros compatriotas les caería bien. De hecho, algunos hasta
justifican las declaraciones racistas del magnate porque “la neta los mexicanos
sí somos bien ratas y desmadrosos”. La visión del mundo de la que Trump es
abanderado está muy presente en nuestro país: en el racismo hacia los pueblos
indígenas, la xenofobia contra los migrantes centroamericanos, el
fundamentalismo religioso, la misoginia, el desprecio hacia los derechos
humanos, y en la creencia de que lo que se necesita es un hombre fuerte con
mano dura que haga lo que hace falta… De poco sirve oponerse a la ideología de
Trump cuando nosotros somos la víctima, si permitimos que esa misma ideología
victimice a muchas otras personas dentro y fuera de nuestras fronteras.
¿Adiós Starbucks?
Nos vemos afectados por una
ceguera que se manifiesta de dos formas. Una es la de pensar que el asunto es
un pleito entre México y los Estados Unidos, al que hay que responder con un
patrioterismo análogo. “Si los gringos le dan la espalda al mundo nosotros
hacemos lo mismo”. De ahí los llamados a boicotear a todas las empresas gringas
y consumir local.
Apoyar a las empresas mexicanas y
locales es en general un buen consejo, como lo es voltear a ver hacia nuestros
vecinos de América Latina para no depender tanto de los Estados Unidos. Pero
entiendan esto: la construcción de un mercado interno fuerte o de un área de
libre comercio que abarque a los países latinoamericanos no se va a dar de un
día para otro. Es una solución a largo plazo que no desparece el peligro que
implica una guerra comercial con Estados Unidos.
Como parte del llamado a consumir
local y apoyar lo nuestro, me invitaron a preferir cierta cadena de cafeterías
yucatecas. Pero yo sé que ésta, propiedad de una familia adinerada y
conservadora, manifestó, a través de mantas colgadas en sus locales, su apoyo a
“la familia tradicional” y en contra de los derechos de las personas LGBTQ. Pues
que se jodan. No voy a apoyarlos sólo porque son locales, cuando representan el
mismo tipo de nefastos antivalores que Trump. Por otro lado, algunas
empresas estadounidenses (Google, Amazon, Budweiser y Starbucks, a la que
algunos mexicanos quieren boicotear sin pensarlo mucho) han manifestado su
rechazo al bravucón.
Hay buenas razones por las que
podríamos boicotear empresas, extranjeras o nacionales, si sus acciones nos
parecen poco éticas (si dañan al medio ambiente, si explotan a sus
trabajadores, si corrompen a los gobiernos, etc.), pero el país de origen de
dichas empresas no es muy buen criterio. Si de lo que se trata es de oponernos
a Trump, hay que asegurarnos de que las empresas a las que vamos a boicotear
sean de las que apoyan a ese imbécil, y no solamente fijarnos en si son gringas
o no (que además muchas son franquicias de origen extranjero, pero de dueños
mexicanos, con empleados mexicanos y que usan materias primas mexicanas). Aquí
hay una lista de algunas corporaciones que hacen negocios con Trump, a las
que el movimiento de resistencia en Estados Unidos ya está boicoteando. Y no
olvidemos otras como Uber, GE, IBM y las empresas de Elon Musk, cuyos
funcionarios están trabajando directa o indirectamente con el régimen
trumpetero.
¿Estamos unidos, mexicanos?
Ahora se maneja un discurso de
unidad nacional en contra de los abusos de Trump. Eso está bien, siempre y
cuando esa unidad no pretenda ser homogeneidad ni una lealtad incondicional con
el gobierno de Peña Nieto. Si la presidencia se mantiene firme en la defensa de
nuestros derechos frente al tirano con tupé, en cuanto a ello debemos estar unidos. Pero esto no implica
suspender nuestras críticas y cuestionamientos a un gobierno que ha sido
bastante criticable y cuestionable. En el momento en el que Peña doble la
rodilla debe dejar de contar con nuestro apoyo. Un gobierno que no defiende a
su pueblo de los abusos de un tirano extranjero no puede ser legítimo.
Cuando Trump se puso en plan de
“si no vas a pagar el muro, ni vengas”, Peña Nieto hizo bien al cancelar la
visita. Pero eso era lo mínimo que
demandaba la dignidad, y no por ello debemos olvidar las indignidades que la
administración peñista ha cometido. No olvidemos, para empezar, que invitó a
Trump a México cuando éste era candidato y que ello sirvió para posicionar al
millonario como un estadista presidenciable a los ojos del electorado gringo; o
sea, Peña ayudó a Trump a llegar a la Casa Blanca.
Dicho esto, tampoco hay que caer
en una segunda forma ceguera, diametralmente opuesta. No ha faltado quien acuse
que los escándalos de Trump son sólo distracciones para olvidar los problemas
del país. No, señores, Trump representa un peligro muy real para México. Sus
acciones disparatadas pueden afectar gravemente nuestra economía, pero además
no podemos descartar una intervención militar (porque Trump mismo no la descarta). Quienes dicen que no hay que hacer caso de lo que pasa en
Estados Unidos sino recordar la lucha contra el gobierno corrupto en México
plantean una falacia de falso dilema. En realidad debemos estar atentos tanto a
nuestros problemas internos (¡que no son pocos!) y a lo que está pasando en el
país más poderoso del mundo, bajo cuya sombra vivimos.
Con el Hitler yanqui, que quiere
hacer de nuestro país su Polonia, nadie puede darse el lujo de adoptar una
política de apaciguamento, o de enfrentarlo sólo cuando nos afecta directamente
e ignorarlo cuando los golpes le tocan a alguien más. No es digno, ni va salir
bien, tolerar que abuse de otros con la esperanza de que si no me meto me va a
dejar en paz a mí. Tarde o temprano nos va a tocar a todos, de una forma u
otra, y sólo unidos podemos combatirlo. Si todos los que estamos siendo
amenazados por Trump no oponemos una resistencia enérgica desde ahora tendremos
que hacerlo por separado, uno por uno, conforme llegue nuestro turno.
Esta entrada forma parte
de la serie Crónica
de un Invierno Fascista (y de la Resistencia). Otros textos sobre temas relacionados
incluyen:
7 comentarios:
Una realidad aterradora de todo eso es que esas mismas ideas discriminadoras de Trump son compartidas no sólo entre mexicanos, sino entre muchos países latinoamericanos. La puja entre Trump y la jueza que se enfrentó a la medida antiinmigración da un respiro de alivio al ver que no todos van a tragarse lo que hace el presidente, pero aún es pronto, y hay que seguir paso a paso lo que hace ese gobierno, y cómo oponerse a las ideas que pregona.
Muy buena entrada como siempre, Ego.
Yo siempre noté una curiosa similitud entre las ideas de Trump y el pensamiento de un amplio sector de la sociedad yucateca: ¿cuántas veces no hemos oído que "los chilangos sólo traen crimen, drogas y violencia"? Que nos quitan el trabajo, que pervierten nuestras costumbres y que, si quieren venir a vivir a Yucatan, tendrán que adoptar la idiosincrasia yucateca o mejor que ni vengan. Para más similitudes, estas palabras son dichas en ocasiones por empresarios que, entre otras cosas, también hicieron su fortuna en el mercado inmobiliario y también son descendientes de migrantes (españoles, libaneses y hasta chinos y coreanos). Si bien repudio las ideas de este sujeto, reconozco que al oír sus discursos no oigo nada que no haya oído antes en el contexto local. Saludos
"Como parte del llamado a consumir local y apoyar lo nuestro, me invitaron a preferir cierta cadena de cafeterías yucatecas. Pero yo sé que ésta, propiedad de una familia adinerada y conservadora, manifestó, a través de mantas colgadas en sus locales, su apoyo a “la familia tradicional” y en contra de los derechos de las personas LGBTQ. No voy a apoyarlos sólo porque son locales, cuando representan el mismo tipo de nefastos antivalores que Trump."
A menos que los hayan llamado degenerados o hayan invitado a la gente a decapitarlos, esta es mi respuesta:
http://alchemisterius.blogspot.mx/2016/09/estar-contra-el-matrimonio-homosexual.html
O en un video, si da flojera leer mucho:
https://www.youtube.com/watch?v=ZSr4WmErhDQ
Leído, joven. Sírvase:
http://egosumqui.blogspot.mx/2016/06/tu-opinion-se-llama-homofobia.html
Ese nacionalismo barato que hace tanto mal, muchas de las empresas que intentan boicotear tienen produccion en mexico y dan trabajo a muchos mexicanos y empleos de calidad con todas las prestaciones de ley (a diferencia de varias empresas nacionales) pero con ese sentimiento antiestadounidense que se encuentra entre tanto compatriota las idioteces de trump y su equipo solo ayudan a darles excusas, sin ver que este hombre se a peleado con sus propios compatriotas, su prensa, cientificos, vamos hasta con miembros de su propio partido.
Y como dices se olvidan de los muchos defectos de mexico, el racismo y clasismo que tienen muchos orgullosos miembros de la raza de bronce, empresas nacionales que tratan a sus empleados como de su propiedad, funcionarios con ideas tan retrogradas como las del mismo trump, lo siento yo no apoyare una empresa mala solo por ser nacional.
Ya había leído y tomado en cuenta ese artículo cuando hice el mío.
Igual, los que se oponen a eso van a perder, en Occidente por lo menos, porque generalmente son muy incompetentes para defender esa postura, la mayoría usan o razones religiosas o falacias lógicas, y quienes dan argumentos buenos son excepciones muy raras. Sin embargo, no necesariamente son "homofóbicos", la mayoría ni siquiera les tiene odio o desprecio, y sin embargo serán todos recordados así. Ya son incompetentes para debatir, a menudo son representados principalmente por fanáticos religiosos e intolerantes de verdad, son fáciles de criticar y ridiculizar y están retrasando algo inevitable, agregarles algo más está de sobra. Detesto cuando la reputación de algo se debe a las razones equivocadas, y de no ser por eso no me importaría ese decadente movimiento.
Aún así, aún no veo la respuesta a todo lo que argumenté en el artículo y en el video (que por cierto es un resumen pero tal vez agregué un detalle o dos), como por ejemplo que no va contra los derechos humanos (y de hecho la Corte Europea de Derechos Humanos concluyó que no es así necesariamente), o que hay diferencias entre la oposición al matrimonio gay y cosas que sí son intolerantes como la penalización de la homosexualidad o las leyes racistas.
Y cuál es esa cafetería yucateca? Para no ir
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