Así que hoy toca hablar del
pinche futbol. Porque ustedes saben que me gusta subirme al tren del mame, y
hacerlo de un solo salto, sin rodeos. Pues esto se trata de un mame, ¿eh? No
voy a hablar del juego en sí, del “único deporte en el que podemos ver muchas
patadas, pocas anotaciones y empate”, sino de tanta mala leche que hay
alrededor.
Ok, pues va: no me gusta el
futbol. Nunca me ha gustado. De hecho, aunque disfruto hacer ejercicio (como ir
al gym o salir a correr), nunca he sentido particular interés por el deporte
competitivo, ya sea por practicarlo o por verlo. La cultura alrededor de las
actividades deportivas siempre me repelió: los entrenadores eran vulgares y
autoritarios, los chavos que hacían deporte eran bien bravucones, los padres de
familia se ponían bien pinches locos. Pero sé que ésa es sólo mi triste experiencia personal (aunque estoy seguro que otros las tuvieron similares).
Mis padres me metieron a clase de
futbol en primero de primaria. Lo odié y no duré dos sesiones. En parte porque
no tenía la habilidad para dar pie con bola y en parte porque no entendía nada
(muchos años más tarde conocí el placer de jugar una cascarita sin compromisos
ni presiones con los cuates). Como tenía que hacer algún deporte, aunque fuera
por salud, el resto de mis años de primaria practiqué tennis y después de
básquetbol en secundaria y prepa. Con mucho desgane, nomás por no dejar, y con
cero interés en el mundo del deporte profesional.
Ser el único niño al que no le
interesaba el futbol, no seguía los partidos y no se sabía los nombres de los
jugadores, siempre me hizo sentir solo. Flotaba sobre mí la idea de que como no
me gustaba ese deporte no era “un hombrecito como debía” (puta masculinidad
tóxica). Así que naturalmente, para proteger mi frágil autoestima, me creé una
coraza de superioridad intelectual absurda. Yo era más inteligente que esos a
los que sí les gustaba el futbol, que era una actividad para tontitos y
analfabetos.
Obviamente eso no podía
sostenerse, ni entonces ni ahora. Los que alardean de ser muy listillos por
negarse al fucho merecen las burlas que les hacen. Muchas personas brillantes y
muy cultas han disfrutado del futbol, o de los deportes en general, con
verdadera pasión. Eso incluye a escritores, artistas, filósofos, eruditos, etc.
No hay, ahora lo sé, relación alguna entre ser un apasionado del fucho y ser
listo, culto, buena gente o socialmente comprometido.
Por otro lado, mucho
entretenimiento de nerds, como los cómics y los videojuegos, es disfrutado por zafios
totales, ignorantes de casi cualquier otro tema, y completamente inconscientes
de su realidad social. Muchos cultosos que alardean de los libros que leen, la
música alternativa que oyen y el cine de arte que ven, tienen la cabeza
bastante hueca, y cuando uno los oye hablar, queda clarísimo que nada más
consumen cosas cultis para poder ponerlas en su lista y presumirlas.
Desde hace algún tiempo me he
puesto a observar esto del deporte como espectáculo y creo haber entendido,
como fan de la narrativa, por qué despierta tantas pasiones. Un partido de futbol
tiene cuenta una historia muy básica, un conflicto entre dos fuerzas, con una
de las cuales se identifica el espectador. Además, detrás de muchos jugadores
hay verdaderas narraciones de lucha, tragedias superadas y esfuerzos para
vencer obstáculos, que culminan en gloriosos triunfos, terribles derrotas o
apacibles retiros. Es decir, verdadero drama, pero sin guión, así que no se
puede saber a ciencia cierta qué es lo que va a pasar, y no le faltan sorpresas,
suspenso ni emociones.
Además está bonito ver a la gente
contenta (en especial a los niños), y comparto ese sentimiento de pertenencia
cuando juega la Selección Mexicana. Es tribal, instintivo y básico, pero no
tiene por qué ser negativo. Cómo no, sí me gustaban los videojuegos de soccer
para Super Nintendo, allá cuando no ponían nombres de jugadores verdaderos (después ya se pusieron muy complicados esos juegos para mí). Pues
tampoco voy a decir que todas las cosas que me gustan son súper sofisticadas e
intelectualmente elevadas.
Tampoco creo que el futbol tenga
la culpa de los problemas sociales de México y el tercer mundo en general.
Ingleses y alemanes son igual muy aficionados al balompié y viven en condiciones
que nosotros envidiamos. Así que querer arruinar la diversión a quienes la
pasan bien con el espectáculo, diciéndoles que “por su culpa México no avanza” es mamón,
pretencioso y no sirve de nada para hacer avanzar a México.
Dicho lo anterior, sí hay mucha
pendejez alrededor del futbol, desde el bullying
que nos tocó a los niños a los que no nos interesaba, hasta el frenesí que
lleva a los aficionados a comportarse como animales salvajes.
Es cierto que mucha gente le da
una importancia absurda al futbol en sus vidas. Es cierto que esa misma gente
luego tiene nulo interés en temas sociales y políticos, o en cultivarse y salir
de su ignorancia, o siquiera en ser buenas personas con el prójimo. Que
alrededor de este espectáculo hay mucha superstición y fanatismo casi religioso.
O sea, cosas que sí están relacionadas directamente con nuestro subdesarrollo
se encuentran ligadas a la cultura futbolera. Y como la cultura cívica mexicana
está de la chingada, entre nosotros el fucho tiene mayor potencial de generar
esas reacciones. No más vean la
de cosas que mexicanos han armado en el mundial.
Pero no creo que ése sea el
problema del futbol en sí: es que los humanos somos bien mierderos y estúpidos
en general. Cualquier cosa puede despertar los instintos tribales más oscuros
de la gente; cualquier entretenimiento puede apendejarnos y apartarnos de las
cosas importantes; ninguna afición está exenta de estar llena de personas
horribles. ¡Coño, vean lo tóxicos que han
resultado ser los fans de Star Wars,
con sus despotriques y acosos racistas y sexistas! ¡Y esto de un fandom lleno
de geeks, que se supone somos más sofisticados que el hincha promedio! ¡Qué
vergüenza!
Aún me siento como un alien
cuando empieza la conversación sobre futbol y dura horas y horas (o lo que me
parecen horas y horas), o cuando se espera que por ser hombre, por default me
guste el fucho y sepa de él, o cuando conozco a algún extranjero y de lo primero que quiere hablarme es de jugadores mexicanos. Así que aprecio enormemente cuando encuentro a
personas con las que puedo tener una conversación que no vaya por allá.
Los mames vienen y van por ciclos, y la
gente se sube a ellos sin pensarlo mucho. A principios de los dosmildieces, lo que
estaba bien visto era ser un hípster pretencioso con gustos alternativos que
hace alarde de erudición y buen gusto. Desde finales de esa misma década venimos
experimentando el backlash a esa
tendencia y ahora lo que toca es denostar a esos mamadores y reivindicar el
gusto populachero. Un día está bien burlarse de los palurdos, al otro ya no, y
en cambio está bien burlarse de los cultosos.
Así, ahora vemos meme tras meme
contra “los listillos a los que no les gusta el futbol” y terminamos con
acusaciones de “si no te gusta eres clasista y elitista y te crees mucho”, lo
cual puede ser cierto (como puede ser cierto que “los fans del futbol son machistas
homófobos e ignaros”), pero no es justo andárselo aplicando a la gente por
cualquier cosa y sin conocer. Además, sí se ve un cierto resquemor por parte de
los fans del futbol, como si también estuvieran acomplejadillos. Y mientras la
Policía del Mame sigue acusando de “elitismo” a los que no nos gusta el futbol,
los hinchas más tradicionales siguen diciendo que somos putos por lo mismo.
Hace alarde superfluo y absurdo
de superioridad intelectual quien cree parecer listo por el puro hecho de
denostar aquello que las masas disfrutan. Hace alarde superfluo y absurdo de
superioridad moral quien acusa de clasismo y elitismo a los que no disfrutan lo mismo que el pueblobueno, anunciando a todo mundo que su propia alma está pura de tales
pecados. Por eso no podemos tener nada bonito.
Y, pues, que viva México, o algo.
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5 comentarios:
Creo adivinar que a lo mejor te pasó como a mí y te hartó leer a tanto intelectualoide con su "Mientras México le ganaba a Alemania, nos privatizaron el agua.
Mira Ego
¿Por qué tantos aman el futbol?
https://youtube.com/watch?v=ZXxywmhbe6s
Los gifs que pusiste se refieren al mundial pasado no a el que esta ahorita :/
Cuando era chico estaban de moda los supercampeones y La liga el dragón, que eran animes basados en el fútbol, esas me gustaban, pero nada me resultaba más aburrido que interrumpieran la programación normal de un canal por poner un partido de fútbol, también era divertido jugar fútbol con los compañeros de la escuela durante el recreo, pero en otro tipo de entornos no me gustaba porque nunca fuí muy hábil, y si pareceira los deportes competitivos le sacan a relucir lo peor del carácter a muchos, de forma similar cuando juega la selección nacional aveces veo algunos minutos del partido, es bonito ver a la gente alegrarse cuando juega y cuando gana su equipo.
Perdí el interés por el fútbol el día que Francia ganó el mundial '98 cuando yo esperaba que fuera Brasil. Pero aprendí las reglas del fútbol americano recientemente para poder jugar NFL Blitz 2000 de PlayStation (que me había recomendado un amigo) y terminé apreciando el lado más estratégico de ese deporte; lo de anticipar qué va a tratar de hacer la defensiva para que la ofensiva pueda contrarrestarla bien, pensar si conviene más un despeje, un gol de campo, o arriesgarse a perder el balón en cuarta oportunidad... esas cosas. Nadie pareciera prestarle atención a eso tanto como a los golpes y las embestidas.
Aunque sí pienso que me vendría bien encontrar una forma de reinstalar FIFA 98 y ver si todavía soy un manco de mancos en él. =U
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