Tan lejos de Dios... - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

jueves, 7 de noviembre de 2024

Tan lejos de Dios...

Esta entrada es de noviembre de 2024 y forma parte de la serie El Invierno Fascista; visita aquel índice para conocer la historia completa


Pobre de México, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos, dicen que dijo Porfirio Díaz alguna vez (pero probablemente no). Hoy, sin embargo, siento pena por los ciudadanos del vecino del norte, en especial por los camaradas de izquierda y las personas de los grupos vulnerables. Donald Trump ha ganado la presidencia, y esta vez tendrá más facultad de hacer daño, y será más difícil sacar a la extrema derecha del poder.

 

Entre tanto D I S C U R S O en los últimos meses, me ha exasperado la actitud de muchos izquierdistas: “da igual gane quien gane”. Me parece, perdonen, una postura simplista y pueril. Es cierto, en muchos aspectos sí da igual; el capitalismo y el imperialismo no se detendrían por una elección. Sobre todo, para las víctimas del genocidio que Israel lleva a cabo en el Medio Oriente, habría sido más o menos lo mismo, aunque Trump promete ser peor que Kamala Harris y por algo Netanyahu se alegra su regreso.

 

Pero para muchas personas no daba igual. Para personas gestantes a quienes se le seguirán retirando sus derechos de autonomía corporal, para las personas trans cuya misma existencia los Republicanos pretenden borrar, para los científicos y activistas climáticos que llevan meses advirtiendo lo que estaba en riesgo, para inmigrantes y minorías raciales viviendo en Estados Unidos, no daba igual.

 

Tampoco les daba igual a los neonazis, a los seguidores de QAnon, a los antivacunas, a los negacionistas del cambio climático, a las milicias cazamigrantes, a los supremacistas blancos ni nacionalistas cristianos de cualquier denominación. Éstos apoyan a Trump porque saben que es lo que más favorece a sus causas. Y lo mismo va para todos aquellos líderes y grupos de extrema derecha alrededor del mundo, que están celebrando la victoria de Trump y envalentonados para continuar.

 


Da igual a quienes es lo mismo todo lo que no sea la utopía con la que sueñan, y a la que pueden estar esperando tranquilamente con su taza de café en mano y presentando podcasts en los que defienden dictadores de países en los que no viven. Da igual, o hasta resulta promisorio, a quienes tienen fantasías aceleracionistas de que, ahora sí, la revolución estallará cuando las cosas queden tan mal, pero tan mal, que no haya de otra, y la gente que sufra o muera en ese proceso, pues ni modo, pero los sobrevivientes vivirán en el paraíso.

 

Durante la primera presidencia de Trump (2016-2020) aumentaron los crímenes de odio y las organizaciones de extrema derecha en Estados Unidos. Ese primer triunfo inspiró a figuras fascistoides en todo el mundo, desde Bolsonaro y Milei hasta Vox. Decenas de leyes que criminalizaron a las personas lgbtq+ en general, a las personas trans en particular, se promulgaron por todo el país, durante su mandato y los de los gobernadores Republicanos que forman parte de su movimiento. Los jueces ultraconservadores designados por Trump echaron para atrás el derecho al aborto. El país más poderoso del mundo se salió del Acuerdo de París y el combate al cambio climático sufrió un retroceso de cuatro años. Millones murieron por el manejo trumpista de la pandemia de Covid-19.

 

En los últimos cuatro años, Trump y su movimiento se han radicalizado. Normalizaron las teorías de la conspiración más absurdas, así como un discurso en el que llaman vermin (alimañas, plagas) a sus enemigos políticos, y prometen aplastarlos y deshacerse de ellos. No temen inventar calumnias contra los migrantes (“comen perros y gatos”) porque sabe que su público creerá todo lo que él diga. Hasta se ha atrevido a decir que si ganaba esta elección los estadounidenses “no tendrían que volver a votar nunca más”.

 


Ahora Trump gobernará con control total de la Suprema Corte leal, el Senado y quizá de la Cámara de Representantes, con planes concretos para llevar a cabo todas las descabelladas reformas que no pudo hacer durante su primer mandato. El ultraconservador Proyecto 2025, que detalla los planes para un gobierno de extrema derecha, incluye:

  • Despedir a miles de servidores públicos profesionales y reemplazarlos por empleados leales al presidente. Concentrar más poder en la figura del presidente, prácticamente convirtiéndolo en un dictador.

  • Abolir el Departamento de Educación. Eliminar de los programas educativos todo lo que pueda clasificarse como “ideología de género” o “teoría crítica racial” (prácticamente, cualquier cosa que denuncie el racismo o la misoginia, o diga que la esclavitud fue mala).

  • Reducir las regulaciones ambientales, impulsar la industria de los combustibles fósiles, y dar carta libre a las corporaciones para contaminar y destruir lo que quieran.

  • Endurecer las políticas migratorias. Aumentar la vigilancia gubernamental y limitar el derecho a la protesta.

  • Criminalizar el aborto en todo el país. Eliminar las protecciones a las personas lgbtq+; eliminar los conceptos “orientación sexual” e “identidad de género” de todos los documentos oficiales.

 


No presumo de saber tanto como para poder explicar por qué Trump derrotó a Harris esta vez ni qué debieron haber hecho diferente los Demócratas para que la elección tuviera otro resultado. Sólo podemos atenernos a los hechos y aventurar algunas suposiciones a partir de ellos. Todo apunta que se trata de algo multifactorial, como todas las cosas importantes. Aquí hay algunos números interesantes [fuentes acá, acá, acá, acá y acá]:

 

En general, menos personas votaron en estas elecciones que en 2020. Trump no recibió más votos esta vez, pero Harris sí recibió muchos menos votos que Biden. En pocas palabras, no aumentó tanto el apoyo a Trump, sino que cayó el apoyo a los Demócratas. No hay todavía datos de por qué esas personas decidieron no participar en la elección, pero sí sabemos que en su mayoría son hombres blancos de clase media; es decir, el grupo que menos tenía que arriesgar ganara uno u otro candidato.

 

Desde el centro se acusa que Harris se movió demasiado hacia la izquierda. En la izquierda se dice que no fue lo suficientemente izquierdista. Me parece que estas hipótesis responden a lo que estas personas quisieran que hubiera pasado. No creo probable que muchos de los que votaron por Trump en apoyo a sus ideas más extremistas se habrían conformado con un programa derechista más moderado propuesto por el partido Demócrata, al que de todos modos odian.

 

Tampoco creo que las personas preocupadas por el genocidio en Gaza hubieran preferido votar por Trump antes que por Harris. Es más probable que hayan engrosado las filas de quienes no votaron; esto parece ser cierto de los estadounidenses musulmanes y de origen árabe. Pero no parecen ser tantos como para haberle costado la elección a Kamala.

 


Según las encuestas, el tema económico era el más importante para los votantes de Trump. Pero, por lo que he visto, la presidencia del neoyorkino no fue mejor que la de Biden para la economía del gringo promedio. Parece ser que tiene más que ver con la percepción: el país está tan polarizado que los ciudadanos sienten que la economía está mejor cuando el presidente en funciones es de su partido. En cualquier caso, quien votara por Trump pensando sólo en su bolsillo, lo hizo a sabiendas del proyecto misógino, lgbtfóbico, xenófobo y racista que representa, y eso quiere decir que, o está de acuerdo con él, o por lo menos no le molesta que se chinguen a grupos vulnerables si con ello “mejora la economía”.

 

Los tres grupos que más votaron por Trump fueron los hombres blancos, las mujeres blancas y los hombres latinos. Es difícil creer que esto no sea una cuestión de raza y género. Me inclino a pensar (aunque reconozco que no es demostrable), que muchos votantes de Trump respondieron “economía” porque decir en público “odio a las mujeres, los maricas y los morenos” todavía no es completamente aceptable (aunque para allá vamos).

 


Creo que el estado actual del capitalismo, con las crisis continuas y las enormes desigualdades que ha traído, son la principal causa del crecimiento de la extrema derecha. Pero eso no es lo mismo que decir que quienes votan a la derecha lo hacen sólo por “ansiedad económica”. Tenemos que ir asumiendo que una buena parte del electorado gringo simplemente es receptivo al fascismo en nuestros tiempos, y que la gente no siempre es tan pragmática, votando menos por sus intereses materiales que por sentirse representada en un discurso, más cuando ha sido bombardeada por años de propaganda ultraderechista que fomenta la paranoia contra el “comunismo”, lo “woke”, el “genocidio blanco” y demás espantajos.

 

Se habla mucho de la radicalización hacia la derecha de los varones de la Generación Z. Es cierto que es un problema, pero resulta mucho menos determinante de lo se plantea. Un mayor porcentaje de varones GenZ, en comparación con los Millennials, se identifican como derechistas y votaron por Trump. Pero siguen siendo minoría dentro de su propia generación, y siguen siendo menos en proporción que los hombres GenX y Boomers que votaron por Trump. En todo caso, la GenZ fue apenas algo así como el 15% de los votantes. El pánico por una GenZ fascista no tiene muchos fundamentos ni explica la victoria trumpetera, y los Millennials progres deben evitar caer en los clichés rancios de “es culpa de los jóvenes y sus nintendos”.

 


Lo que debería quedarnos claro es que el liberalismo centrista no sirve para nada. En el mejor de los casos, podía ser una opción para evitar que el fascismo se encumbrara de inmediato, y así dar tiempo a la izquierda para organizarse. Pero en los hechos, cuando el liberalismo está en el poder hace de todo para estorbar cualquier movimiento hacia la izquierda, al tiempo que se ve completamente incapaz de frenar a la ultraderecha y de resolver los problemas socioeconómicos que le dieron origen. Al final, invariablemente los liberales terminan derrotados y entregando el poder a los fascistas.

 

¿Y qué hay de México? En cuestiones migratorias, el gobierno de Amlo fue vergonzosamente servil con el de Trump, utilizando la Guardia Nacional contra migrantes centro y sudamericanos. Como se ha dicho antes, nosotros nos convertimos en el muro de Trump. Es probable que Sheinbaum siga por el mismo camino. Pero como Trump es más aislacionista, y por lo tanto menos injerencista, que los presidentes Demócratas, si se le satisface en esas cuestiones es probable que deje a nuestro país en paz en otros aspectos. 


[Nota de enero de 2025: En las últimas semanas el discurso de Trump se ha radicalizado todavía más, ahora haciendo declaraciones amenazantes contra otros países, incluyendo Canadá, México, Panamá y Groenlandia. Si ésas resultan ser más que fanfarronadas, la segunda presidencia del plutócrata anaranjado amenaza con ser violentamente expansionista e imperialista. Adiós a una de los pocos consuelos que nos quedaban].

 

Los fachos mexicanos están muy felices con el triunfo de Trump, pero la derecha nacional ha demostrado ser incapaz de crear un movimiento populista análogo a los que han aparecido en otros países. El fervor populista está del lado de Morena. Las causas socialmente progresistas que en otros países son motivo de “guerras culturales”, para este gobierno son, en el mejor de los casos, secundarias, por lo que la oposición realmente no tiene mucha oportunidad construyendo una plataforma contra ello. Y luego están los morenistas que también son trumpistas, porque su chingada visión del mundo carece de sentido.

 


En medio de tanto caos e incertidumbre, con todo lo que me preocupa sobre el cambio climático y la violencia contra grupos vulnerables, me queda el consuelo de saberme, por ahora, comparativamente a salvo de este lado de la frontera, con un gobierno de izquierda, una izquierda relativa y chafita, con una peligrosa veta autoritaria, pero izquierda a fin de cuentas, que ha servido como dique contra la extrema derecha.

 

Es curioso. El mismo año en que México elige a su primera mujer presidenta, Estados Unidos reelige a un misógino y agresor sexual. El mismo año que México refrenda un proyecto político de izquierdas, Estados Unidos acelera su deriva hacia la extrema derecha. El mismo año que México elige a una científica y anterior miembro del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, Estados Unidos reelige a un negacionista del clima, apoyado por antivacunas y tierraplanistas. El mismo año que México pone en la presidencia por primera vez a una persona que no es religiosa y que es de origen judío, Estados Unidos eleva al puesto de poder más alto del mundo a un hombre que viene respaldado por fundamentalistas cristianos y neonazis antisemitas. De pronto no se siente que seamos nosotros quienes están tan lejos de Dios…


¡Hola, gracias por leer! En este Invierno Fascista será necesario organizarnos para resistir los embates de la extrema derecha. Si crees que mi blog aporta ideas de valor, por favor considera ayudarme a seguir creando con una suscripción a mi Patreon, o puedes hacer una sola donación en Paypal. También ando en Mastodon y BlueSky. En cualquier caso, aquí tienes algunos otros textos relacionados:

8 comentarios:

Elián de Jesús dijo...

Hola, me gustó mucho tu artículo y estoy completamente de acuerdo contigo, he seguido tu blog desde hace un buen tiempo y como consecuencia del auge de la extrema derecha deberíamos formar una resistencia, pero para que esa resistencia se logre necesitaremos más gente y diseñar tácticas para reinventar a la izquierda.

Creo que deberías hacer un servidor de Discord para interactuar con tu comunidad y ahí poder recibir las publicaciones además de unos cuántos clics y vistas inmediatos a tus artículos.

Yo también estoy preocupado por la extrema derecha, ha sido capaz de "enamorar" a millones de personas en todo el mundo y creo que lo más importante ahora es DETENERLA Y CONTENER LA AMENAZA QUE REPRESENTA. (Disculpa las mayúsculas, quería enfatizar)

Si la izquierda no adapta nuevas tácticas, estará condenada y la ultraderecha se alzará en todo el mundo.

Maik Civeira dijo...

Hola, muchas gracias por leer y comentar. Y sí, creo que tienes razón, las izquierdas necesitan repensar sus tácticas en todos los niveles. Creo que en este punto lo más importante es organizarnos. La parte de nomás discutir ya pasó.

Fíjate que tengo servidor de Discord, para mis mecenas en Patreon, pero la verdad casi no lo usamos, jajaja.

Saludos y que estés bien.

alexmansiz dijo...

"Latino", vaya termino que cae como patada en los eggs. A cualquier negro le dicen asi, siendo que es un termino mas racial que cultural, segun algunos. Y Morena no es que digamos de izquierda, mas bien es un partido bastante mojigato y derechoso, nada menos q el Cacas es cristiano evangelico y pro-naciento

Maik Civeira dijo...

No entiendo lo primero sobre negros y latinos...

Sobre Morena, sí dije que es relativamente de izquierda, y en efecto lo es, comparado con los otros partidos políticos. Es el único que plantea legislación que protege a los trabajadores, por ejemplo.

alexmansiz dijo...


Cubano/dominicano hispanohablante= latino. Negro angloparlante ≠ anglosajon. Porque sera?

Maik Civeira dijo...

Hmm, porque el de "raza" es una construcción cultural y las categorías varías mucho en cada época y sociedad. Y sí, hasta en Gringolandia lo de "latino" es confuso, porque no aplica tanto a algo étnico, sino como dices, a la herencia cultural, ya que hay latinos que son caucásicos y otros afrodescendientes. En fin, que también existe el concepto de "afrolatino".

Elián de Jesús dijo...

¿Tienes un medio de contacto para comentarte una estrategia que podría ser realmente efectiva? No quiero que alguien fuera del grupo la robe y también quiero saber tu opinión.

Maik Civeira dijo...

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