A HUEVO, TRIUNFÓ EL MAL
Saludos, habitantes de la flamante República Soviética
Bolivariana de México. Estamos a junio de 2024, la mayor elección en la
historia del país ha pasado y es momento de reflexionar sobre todo esto. Me han
preguntado cómo es que esta vez no saqué antes de las elecciones un análisis de
la situación política de nuestro país. En parte, lo que sucede es que estos
años otros asuntos han acaparado mi atención, tales como el
auge de la ultraderecha a nivel mundial, la
crisis climática y los dos
años de pandemia. En parte es que estas elecciones me generaban mucha
apatía y no poca pereza. La victoria de Claudia Sheinbaum estaba cantada
desde hace meses, y ninguna de las opciones me repelía ni entusiasmaba
particularmente; aunque sigo pensando que Morena es el mal menor, no es
como que me hubiera rasgado las vestiduras si ganaba Xóchitl Gálvez,
abanderada de la esperpéntica alianza PRI-PAN-PRD. Eso sí, creo que podemos congratularnos de no
ser Estados Unidos: preferiría a cualquier de nuestros tres candidatos (sí, les
recuerdo que Jorge Álvarez Máynez existió), que a cualquiera de los dos
posibles presidentes gringos.
En preparación a estas elecciones podría haber hecho una
recapitulación de lo que me ha parecido bueno y malo en el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador. Pero eso habría sido repetir las mismas críticas que le
hecho en estos textos, y la verdad mi postura sigue siendo básicamente la misma.
Aquí les van de nuevo:
- Mi Peje no es comunista
- La fiesta de la Kakistocracia
- Cuando eres tan chairo que eres facho
- La destrucción de Yucatán
Ahora que si quieren resúmenes más concretos de la
trayectoria de Morena y de Amlo, les puedo recomendar estos videos:
- Bully Magnets: La historia de Morena
- Edy Lebat: Historia y análisis de Amlo y la 4T
- Mientras tanto en México: Los claroscuros del sexenio de López Obrador
Si desean un análisis más profundo, académico y profesional
que permita darle sentido a lo que han sido estos últimos años, les recomiendo
enérgicamente el artículo del sociólogo político
Enrique Pineda, titulado Hegemonía
y 4T.
En todo caso, mi camarada escéptico Daniel Galarza ha hecho
una lista bastante sucinta de todo lo admirable y reprobable con el gobierno de
Amlo, en un texto titulado Carta
a mis amigos amlovers, que yo suscribo por completo:
“Creo que no puede negarse que la 4T ha prestado atención a
aquellos asuntos que para los prianistas se les hacía bien continuar justo como
se hacía desde hace décadas. Un ejemplo: el salario mínimo. Por décadas,
prianistas y sus amigos empresarios bloquearon todo intento por aumentar el
salario mínimo. Yo solo viví los últimos años de ese salario mísero que no
duraba ni tres días, cuando era estudiante y trabajaba en lugares que pagaban
3200 pesos al mes, una cantidad risible e inmunda que me servía para salir con
alguna amiga un día a la quincena y el resto a dedicarlo a camiones y copias
para hacer la tarea de la escuela. Si mi vida de universitario hubiera sido
como la que pintan en películas gringas, donde los padres casi echan de la casa
a los hijos a patadas en cuanto asisten a la universidad, creo que habría
muerto de hambre. No me imagino que significaba mantener una familia con
sueldos como ese o, muchas veces, menor.
No creo que hoy se pueda decir que estamos todo lo mejor que se
puede estar, pero puedo admitir que es palpable el cambio en este aspecto
específico, donde el salario mínimo sigue siendo insuficiente, pero al menos
llega a cubrir la quincena. El poder adquisitivo de los pobres no ha mejorado
mucho, sobre todo debido a la inflación, pero se está yendo por un camino que,
creo yo, gane quien gane no debe bloquear, sino impulsarlo para que cada vez
sea más equitativa la redistribución de la riqueza. En materia laboral nuestro
gobierno actual sigue siendo muy criticable por lento y porque es obvio que
también le hace "favores" a los empresarios (como el apostar por el
olvido a la reforma de 40 horas laborales que tantos trabajadores pedimos a
gritos, por no mencionar una nula voluntad por incrementar impuestos a los más
ricos), pero ha hecho reformas que deben reconocerse.”
Por supuesto, también habla sobre lo malo, que no es poco, y
del afán de los amlovers incondicionales por justificarlo o minimizarlo:
“Me tocó verlo cuando se hicieron tantos
recortes en ciencia y tecnología, así como con la desintegración y persecución
de los integrantes del Foro Consultivo Cientifico y Tecnológico (acusados de
ser una "mafia de la ciencia" y cosas peores, que ni con denuncias
elaboradas se lograron demostrar); me tocó verlo cuando el completo reemplazo
del sistema de salud comenzó a causar una escasez de medicamentos
(especialmente para niños con cáncer) que ni el propio AMLO se atrevía a negar,
aunque algunos (como su sub-secretario de salud) nos aseguraron que todo era un
intento por golpear al gobierno; me tocó mirarlo durante la época de pandemia,
cuando el presidente (y algunos diputados memorables, como Fernández
Noroña) insistían en negarse a dar el ejemplo en las medidas sanitarias más
básicas, como el uso de cubrebocas (y no, no me refiero a los primeros meses de
pandemia, cuando la OMS y la OPS mismas aseguraban en sus portales que no era
necesario el uso de cubrebocas, sino a los tiempos posteriores en los que la
polarización política se materializaba con los políticos que invocaban el
cubrebocas y aquellos que se negaban a entrar a cualquier lugar si los
obligaban a ponérselos); en esos mismos tiempos, me tocó mirar esa misma
actitud cuando se supo que la Ciudad de México (al mando de la que seguro será
nuestra nueva presidenta, Claudia Sheinbaum) se llevó a cabo un
cuasi-experimento con los ciudadanos, sin su conocimiento, otorgándoles
ivermectina para combatir la COVID-19, aunque desde hacía un año que se sabía
que la ivermectina no era funcionaba contra el nuevo coronavirus y que ya
figuraba como una pseudoterapia emergente (junto a la
hidroxicloroquina como antiviral); o cuando la infame línea 12 del Metro de la
Ciudad de México, cuya historia estaba plagada de tantas "anomalías"
que la hacían la principal razón de sospecha por la que Marcelo Ebrard saliera
del país en algún momento, terminó desplomándose. Recuerdo cómo la
investigación independiente que responsabilizaba tanto a administraciones
pasadas como a los recortes y falta de mantenimiento durante el mandato de
Sheinbaum, fue casi inmediatamente desprestigiada; lo vi cuando salieron a la
luz casos de corrupción tan indignantes, como las casas del impresentable Manuel
Bartlett, el caso del Sardinero (destapado inicialmente como una
investigación especial por el pequeño grupo independiente del canal Mientras
tanto en México) o el robo multimillonario en Segalmex (la "estafa
maestra" de la 4T); lo miré con los escándalos de impunidad, opacidad y
despilfarro en los proyectos faraónicos del Tren maya y la refinería Dos Bocas,
y del primero lo veo seguido cada que alguien señala que se ha hecho un
ecocidio del que aún no tenemos todos los datos del daño a varios ecosistemas
de la zona (recurriendo a razonamientos tan malos como "pero dónde estabas
cuando x causó daños en y zona", como si
reconocer aquellos eventos y que en el pasado no se prestaba tanta atención al
cuidado de la naturaleza negaran el actual ecocidio)…”
Voté por Amlo en 2018. A pesar de las muchas cosas que me
han decepcionado de la 4T, no me arrepiento ni me avergüenzo,
simplemente porque estoy convencido de que la alternativa no habría sido mejor.
Así que este 2024 voté por Sheinbaum (por lo demás, he anulado la mayor parte
de mis boletas en estos últimos seis años). Lo que nunca, NUNCA dejaré de hacer
es criticar lo que me parece criticable en sus actuares. Esto les parece
intolerable tanto a los hinchas de Amlo que demandan nada menos que una lealtad
incondicional al caudillo y el reconocimiento de su grandeza infalible, como a
los enajenados anti-Amlo que ven en el tabasqueño poco menos que al Anticristo.
Este texto les va tirar cascajo a ambos.
Creo que Claudia Sheinbaum será mejor gobernante que López
Obrador. Es una figura mucho menos divisiva y más profesional. Ella no estará
en las mañaneras (si es que mantiene el formato) diciendo ocurrencias ni
peleándose a dimes y diretes con un tercio del país. Es científica, y fue
miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, por lo que quiero
creer que no seguirá los sueños petrolíferos de Amlo ni ignorará la crisis
climática tan inconscientemente como el Cabecita de Algodón.
Pero Morena no es sólo Claudia. El partido está lleno
de conservadores descarados, oportunistas que sólo buscan el poder y el dinero,
pseudofeministas transfóbicas, comunistas antiprogres, jalifans antisemitas,
evangélicos oscurantistas, magufos negacionistas de la ciencia… y, en fin, un
grupo variopinto y aberrante que resulta cuando admites a tu partido a
cualquiera, sin importar su ideología o su historial, con tal de sumar números.
Habrá que oponerse a todo eso, pero a través de movimientos
de la sociedad organizada, no de los viejos partidos que han sido derrotados y
a los que la mayor parte de los mexicanos han expresado su rechazo. Que es a lo
que voy a continuación…
PERO EL PRI ROBÓ MÁS
Lo que no acepto es que vengan a decirme que Amlo es lo
peor que le ha pasado al país, que estamos en la crisis más profunda de
nuestra historia, o que ahora mismo vemos cómo “la libertad muere bajo un
aplauso atronador” (miren, que puedo perdonar muchas cosas, pero no que los
conservadores se apropien de Star Wars), y que la forma de salir de este
agujero del infierno es… ¡votando por el PRIAN!
Si mi problema con Morena es que no ha sido lo
suficientemente distinto a los otros partidos, que está llena de chapulines e
impresentables del PRIAN, que se la pasa haciendo alianzas con rémoras como el
PVEM (que ya ni debería existir), no voy a buscar la solución regresando a
esas otras viejas mafias. Es más, cuanto más pronto se terminen de morir,
mejor. Quizá entonces podrán surgir alternativas que compitan contra Morena con
agendas que estén a su izquierda, con una nueva generación que no está
maleada por las prácticas de la partidocracia tradicional.
Yo sí me acuerdo del sexenio de Calderón y de la
violencia omnipresente; me acuerdo de la recesión del 2008 y de que los
esbirros de Televisa salieran a decirnos “ni modo, hay que seguirle chingando,
no hay de otra”; me acuerdo de Atenco, de Ayotzinapa, de la Narvarte, de Javier
Duarte y los otros gobernadores priistas delincuentes. Estoy consciente de que la
desigualdad aumentó como nunca en el periodo 2000-2018. Era un niño, pero me
acuerdo del Nuevo Peso y del Fobaproa, de la cuenta en Suiza, de Acteal.
Sin mencionar que, como alguien que gusta de estudiar historia, también tengo
muy presentes los 70 años de PRI que pasaron antes. No me pueden venir a decir
que eso estuvo mejor.
Voy a poner un ejemplo. Mi santo padre se quejaba de que Amlo
no ha cambiado su pensión de jubilado de UMAs a salarios mínimos; si se
cotizara en salarios mínimos, su pensión sería casi del doble y no batallaría
tanto. Y tiene toda la razón, pero: 1) Fue el gobierno priista de Peña Nieto,
por el cual mi papá votó, quien cambió los salarios mínimos a UMAs; 2) No tiene
razón alguna para pensar que Xóchitl, por quien pretendía votar, tuviera
intenciones de deshacer este cambio; y 3) A menos que se haga una reforma, ni
yo ni nadie de mi generación tendrá pensión, porque en 1997 el gobierno del
priista Ernesto Zedillo, por también quien mi papá votó, nos las quitó para en
cambio dejarnos con el régimen de afores (que tampoco tienen todos mis
coetáneos). Entonces, lo siento, pero no hay forma en que me puedan convencer
de volver a eso.
(Mis papás son muy buenas personas, muy respetuosos, y no
son de pelearse ni insultar a nadie por sus opiniones políticas, o intentar
imponer las suyas propias. Esto no es una funa.)
Ojo, que no estoy tratando de hacer una falacia tu
quoque ni un burdo whataboutismo. Al mencionar las barrabasadas
del PAN y el PRI no pretendo ni excusar ni justificar las barrabasadas que
cometen Amlo y Morena. Sus errores, corruptelas y abusos deben ser criticados,
protestados y resistidos, independientemente de lo malos o peores que hayan
sido o sean sus enemigos políticos. Lo que pretendo es más bien dar a entender
por qué el votar por esos enemigos no me parece la solución a todo lo
que está mal con la 4T. ¿Me explico? No estoy negando el problema, estoy
negando la supuesta solución que me están proponiendo. El contrapeso de un
partido corrupto no puede ser una alianza de partidos más corruptos.
O sea, no me vengan a decir que lo que hay que hacer es
regresar al pasado, que este gobierno ha sido catastróficamente peor que
cualquiera de los anteriores; no me vengan a decir que los escenarios
apocalípticos que proyectan tienen otro sustento más que su imaginación.
HAIGA SIDO COMO HAIGA SIDO
Me preocupan la militarización, la corrupción, el
autoritarismo, la desaparición de los organismos autónomos, la concentración de
poder en un solo partido (lo que no me preocupa: comunismo, dictadura, circuncisiones
masivas…) Y me preocupa lo que he dicho siempre: que los seguidores
incondicionales de Amlo dediquen sus fuerzas a negar, minimizar o justificar
estos problemas.
Les puedes enumerar los escándalos de corrupción, los
megaproyectos que salieron mucho más caros de lo que se anunciaba, los
impresentables expanistas y expriistas que ahora han ganado puestos con Morena…
Y nada más se ríen, como si fueran trolls de 4chan.
Toda crítica, toda oposición es desestimada, aunque
venga de grupos y movimientos izquierdistas (en ocasiones, muy a la izquierda
de la 4T). Defensores del medio ambiente, madres buscadoras, padres de Ayotzinapa,
estudiantes normalistas, profesores, periodistas, científicos, feministas… Sus
reclamos son denostados sin miramientos; basta sólo con declararlos fifís,
conservadores, parte de la mafia del poder, o manipulados por ésta, para
deslegitimar cualquier cosa que pudieran decir, cualquier problema que
pudieran señalar. Los seguidores más fanáticos ya creen que el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional es una creación del PRIAN y que las feministas
están financiadas por George Soros.
Como he dicho, en algunos aspectos Morena es más parecida
al PRI de mediados del siglo XX o al Peronismo argentino que a otra cosa. Maneja
un discurso populista de izquierda, pero sus políticas son bastante centristas,
e impide que cualquier cosa que esté más a su izquierda se pueda desarrollar (lo
único bueno es que, como esos regímenes, también anula cualquier iniciativa de
movimiento hacia la derecha).
Amlo se proclama representante de la voluntad del pueblo,
pero niega la calidad de “pueblo auténtico” a quien no se sume a su proyecto.
Hace sentir representadas a las mayorías agraviadas por la clase política, pero
esa representación se da sobre todo en lo simbólico y apenas se traduce
a políticas concretas que las beneficien en lo material. Es muy bueno
movilizando a las masas, pero para objetivos decididos por él mismo. Como dice Enrique
Pineda:
“A pesar de su
discurso, la cuarta transformación no es un proceso de protagonismo desde
abajo. De hecho, el obradorismo no es autodeterminación popular sino su
negación. El polo popular es instrumentalizado para lograr los fines
presidenciales: López Obrador mantiene su centralidad personal, obstruyendo que
el sujeto de cambio social sean los de abajo. La 4T pierde así la dimensión
emancipatoria de lo político, dirigiéndose hacia el modo tradicional que hizo
colapsar a otros progresismos, degradando el polo popular a mero apoyo al
verdadero sujeto de cambio: el presidente mismo.
De no madurar y
fortalecerse las clases subalternas, bien podría restaurarse el régimen de la
alternancia, degradarse en un giro autoritario de derechas, o ser el polo
popular subsumido en una nueva hegemonía estatalista que lo subordine.”
En fin, me preocupa que la izquierda de Amlo y Morena se pretenda
erigir como la única izquierda legítima, que todas las demás sean
tachadas de “falsas izquierdas” al servicio de “la mafia del poder”, y que así
dificulte o imposibilite la construcción de proyectos de izquierda más radicales
y auténticamente anticapitalistas. Y que, al hacerlo, vaya sumiéndose en la
corrupción y derivando lentamente hacia la derecha, como lo hizo PRI.
Pero algo me tranquiliza. La mayoría de las personas que
votaron o han votado por Amlo y Morena NO son fanáticos incondicionales. Si las
promesas no se cumplen, si las condiciones de vida empeoran, si la corrupción
se hace demasiado descarada, las personas (personas reales y concretas, no esa
entelequia a la que llaman “el pueblo”), protestarán, harán voto de castigo, se
organizarán para resolver sus problemas sin o a pesar del régimen. Así como el
discurso de miedo de la derecha acerca de “comunismo y Cubazuela” ya dejó de
tener efecto en la mayoría de la población, lo mismo sucederá con el discurso
de “todos los que nos critican son fifís del PRIAN”.
Eso sí: la oposición con su discurso clasista, que no se
centra en las acciones reales de la 4T, sino en fantasías distópicas y pánico
rojo, lo hace todo más fácil para Amlo: ayuda a crear la impresión de que
ninguna crítica a su régimen puede ser legítima. Y es de esa oposición de la
que tenemos que hablar…
CON LA CABEZA METIDA EN EL OMBLIGO
Terminemos esto con una nota jocosa. Más que celebrar el
triunfo de Claudia, he encontrado regocijo en el desconcierto de la gente más
desubicada del país. Ha sido divertidísimo ver a tanto señor rancio y señora
encopetada perder piso y colapsar. No caben en sí de la sorpresa, la
incredulidad y el desamparo.
Es claro que están desconectados de la realidad. Este sector de la población pone en segundo plano, si es que no ignora por completo, lo mucho de verdaderamente criticable en el régimen de la 4T. En 18 años desde las elecciones de 2006 no han hecho más que cultivar el mismo discurso: comunismo, dictadura, Cubazuela; se repiten los mismos temores irreales y absurdos: van a expropiar tu casa, van a perseguir la religión; se reiteran los mismos prejuicios clasistas: votan por Morena porque son pobretones, perezosos, ignorantes y vagos que quieren todo regalado. Tras la derrota, no han hecho más que redoblar esta narrativa.
No entienden que mucha gente se siente representada por
Amlo. Sí, puede ser que al final sus políticas no beneficien mucho a la
gente pobre, pero su discurso sí que le llega. ¿Cómo culparlos? A lo
largo de las décadas, el discurso político ha ninguneado a la mayoría de la
población de este país. Desde las “lavadoras de dos patas” de Fox, pasando por
el “proles pendejos” de la hija de Peña Nieto, hasta el “si a los 60 no has
podido hacer un patrimonio estás bien wey” de Xóchitl Gálvez, la mayoría de las
personas comunes y corrientes han recibido el mensaje de que la clase
política las desprecia y mira por encima del hombro. ¿Cómo no iban a
sentirse identificadas con el discurso de Amlo? Casi lo único que tenía que
decir es “lo naco es chido”.
Entender esto requiere un mínimo de voluntad reflexiva que
los tíos y tías panistas no tienen. Llaman ignorante a la gente, y creen
que el socialismo es cuando el profe le pone la misma calificación a todos.
Llaman manipulable a la gente, y se creyeron que Morena iba a clausurar la
Basílica de Guadalupe y otras tonterías que les llegaron por WhatsApp. Son las personas más ignorantes, inconscientes
y prejuiciosas, que se creen las mejor educadas, informadas y más críticas. ¿Y
cómo no? De alguna forma tienen que justificar el relativo privilegio en el que
viven, y si no es por la meritocracia, por la creencia inamovible de que están
ahí porque son mejores que los demás, no les queda nada.
Y luego andan hablando de “resistencia” y tonterías así.
Chavo, ¿qué te ha quitado Amlo? ¿Qué libertad has perdido o crees que vas a
perder? ¿Dónde están esas personas que según tú no trabajan y reciben tu
dinero…? Digo, además de los políticos, incluyendo a los de partidos por los
que votaste. ¿Cuánto dinero te quitaron a ti, aparte de impuestos que ya
pagabas de todos modos, para dárselo a alguien que según tú no hace nada?
La única ofensa contra esa clase media-alta que ha hecho la
4T ha sido totalmente simbólica: construir un discurso que no se dirige
a esta clase, sino a las clases subalternas, dar la apariencia de ser un
gobierno que representa a los nacos, indios, pobretones y no a la “gente bien”.
Se sienten desplazados del lugar que les corresponde en la jerarquía social y les
emputa la idea de que alguien a quien consideran inferior y sin méritos esté
gozando de algo que no se merece. Como dice el dicho: cuando estás acostumbrado
al privilegio, la igualdad se siente como opresión, y el gobierno de alguien
por quien no votaste se siente como dictadura.
Conforme teorías conspiratorias absurdas sobre fraudes y
hackers cubanos empiezan a circular, queda claro que, en vez de aprender la
lección de este golpe de realidad, en lugar de reconocer que ellos y su
visión del mundo representan a una minoría privilegiada, han decidido
hundir las cabezas más profundo en sus ombligos. La realidad ha desmentido sus
creencias, así que no les queda más que negar la realidad, declararla un
engaño, un montaje que oculta la verdad verdadera, aquélla que sí corresponde
con sus prejuicios. Como dijo un amigo, esto bien podría ser el inicio del
QAnon mexicano.
Pero algo me tranquiliza. A diferencia de la derecha gringa
o de otros países, la derecha mexicana no ha sabido ser populista. El
PAN y la clase media-alta están muy comprometidos con su aporofobia como para
adoptar un discurso populista. Amlo, en cambio, es un maestro en esto de
movilizar a las masas. Trump puede movilizar a los racistas endógamos del Bible
Belt, que son muchos. Xóchitl puede movilizar a los niños de la Anáhuac, que
son pocos, y no veo a JuanPa y AniSofi tomando por asalto el Congreso.
Por su parte las élites (las élites de verdad, no tu tía
panista del Club Campestre, sino la gente que se codea con Carlos Slim), están
muy cómodas con Morena, y no creo que tengan más apoyo desde arriba que el de uno
que otro empresario que prefiera la ideología que las ganancias o que se haya peleado
personalmente con el régimen (quizá Salinas Pliego, que en el último par de
años empezó a tener roces con la 4T). Entonces, es posible que esta derecha
de suburbio se radicalice, pero no creo que llegue a masificarse. De todos
modos habrá que estar vigilantes, porque en los últimos años la gente con la
percepción de la realidad bien alterada nos ha dado muchas sorpresas
desagradables.
¿Y AHORA QUÉ?
Supongo que ahora toca hacer una conclusión algo así. Nomás
tengo que añadir algunas cosillas. Que no panda el cúnico, las cosas van a
seguir más o menos igual que hasta ahora, y quizá hasta puedan mejorar, pero
eso dependerá más de las acciones de la ciudadanía que de lo que haga la clase
política. Recuerden que la democracia no se limita a ir a votar cada tres años
ni se reduce a elegir a nuestros gobernantes de entre una preselección escogida
por alguien más, sino que requiere ser construida todos los días. Cosas
importantes ocurren a diario; al momento de escribir estas líneas se está
registrando una
horrible matanza en Chiapas, mientras que en mi Yucatán los
profesores de escuela pública luchan por sus derechos laborales. Se vienen
tiempos interesantes, banda, y la forma que tomarán depende en parte de
nosotros.
FIN
Holi, gracias por leer. Si te gustan mis debrayes sobre política, quédate en este blog porque hay mucho de eso. Si quieres ayudarme a seguir propagando el comunismo satánico circuncidado, puedes hacerlo con una subscripción a mi Patreon. A Alazraki sí le donan sus televidentes y la verdad él no hace nada de provecho. Mientras, puedes seguir paseándote por acá:
2 comentarios:
Yo también vote por Claudia por qué considero que, si bien no va a realizar cambios dramáticos, si se va a distanciar del peje en la medida de lo posible y ojalá que se apoye realmente a la clase trabajadora. Y que dentro de la oposición surjan personas con una propuesta real de cambio que apele a nuevas rutas y no a viejas fobias de señores rancios
Gracias por comentar, Alfonso. Sólo puedo añadir: x2
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