"Cuando el mundo se sumió en la vejez, y la maravilla rehuyó la mente de los hombres; cuando ciudades grises se elevaron hacia cielos velados por el humo de torres altas, temibles y feas, a cuya sombra nadie podía soñar con el sol ni las praderas floridas de la primavera; cuando el conocimiento despojó a la tierra de su manto de belleza, y los poetas no cantaron sino a distorsionados fantasmas, vistos a través de ojos cansados e introspectivos; cuando tales cosas tuvieron lugar y los anhelos infantiles se hubieron esfumado para siempre, hubo un hombre que empleó su vida en la búsqueda de los espacios hacia los que habían huido los sueños del mundo".
La obra del autor norteamericano Howard Phillips Lovecraft (1890-1937)
puede dividirse en cuatro etapas:
- Los relatos macabros: cuentos de terror inconexos entre sí y en los que aún se ve muy clara la influencia de Poe y otros escritores góticos.
- La primera fase de los Mitos de Cthulhu: en la que Lovecraft crea una compleja y coherente mitología, en la cual dioses oscuros, criaturas extradimensionales, saberes arcanos y civilizaciones perdidas son los protagonistas.
- La segunda fase de los Mitos de Cthulhu: en la que reinterpreta su propia mitología desde un paradigma de ciencia-ficción: los "dioses oscuros" son extraterrestres antiquísimos y poderosos.
- Los relatos oníricos: de los que trataré a continuación.
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Así nació Cthulhu |
La originalidad de Lovecraft, que hace
que se le considere el maestro del terror, se debe sobre todo a sus rasgos
únicos: la imaginación y sensibilidad de este autor son poco usuales y si
hubiese aplicado estas virtudes a la literatura realista o a la filosofía, el
buen Eich Pi no se encontraría tan relegado del canon literario occidental como
lo está por haber cometido el pecado de dedicarse a la literatura fantástica.
Lovecraft va más allá de los vampiros y fantasmas que pululaban en la
literatura de horror de la época. Él observa las esquinas oscuras del tiempo y
el espacio y atisba el entramado de la realidad misma. Y lo que ve es algo abominable.
Lovecraft nació en Providence, Rhode
Island, en el seno de una familia aristócrata venida a menos. La enfermedad mental
corría por las venas de su familia y su padre enloqueció y fue recluido en un
manicomio cuando el pequeño Howard tenía apenas tres años de edad. Lovecraft
fue criado por su madre, una mujer dura y dominante que, como había deseado que
su vástago fuese niña, lo vistió como tal hasta que él cumplió los seis años. Además,
la señora Lovecraft mantenía a su hijo apartado de todo contacto con gente
externa. Así, sus únicos amigos en la primera infancia fueron sus excéntricas
tías y su abuelo, quienes le inculcaron un absurdo sentido de orgullo por su
ascendencia aristocrática.
Howard fue un niño débil y
constantemente enfermo, que además sufría de espantosas pesadillas y terrores
nocturnos que duraron hasta la muerte del autor. También fue un niño prodigio;
recitaba poemas de memoria a la edad de tres años y componía los propios desde
los seis. Como adulto, conoció penurias económicas, pues su trabajo creativo
nunca fue valorado durante su vida. Fue amigo de otros prominentes autores de
literatura fantástica, entre ellos Robert E Howard y Clark Ashton Smith. Murió
entre terribles dolores ocasionados por un cáncer de colon, que el autor nunca
quiso tratarse debido a su extraño sentido del pudor y del orgullo.
Lovecraft, crecido entre dolor, locura
y pesadillas, se burla de todas las esperanzas humanas. Critica con dureza los
ideales de la Ilustración, del Romanticismo y del humanismo cristiano. "El
humor", nos dice "es un hombre que silba para darse coraje mientras
transita a través de una carretera oscura"[1]. Esa carretera oscura es
la vida, y el silbido son todas esas cosas grotescas y risibles con las que
tratamos de llenarnos de valor mientras atravesamos la existencia. Lovecraft
entiende esto y por eso es un maestro del horror: porque él vio el lado oscuro
de la vida. Pensamos ridículamente en un Dios bondadoso, como un hombre
barbado, sabio y benévolo, pero Lovecraft nos revela que Dios es un gigante
monstruoso con cabeza de pulpo... que te quiere comer.
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Lovecraft se asomó más allá de la realidad visible |
Lovecraft era un escéptico
estricto. Tenía amplios conocimientos científicos y no creía en ningún dios. La
religión le parecía grotesca y ridícula, con sus rituales, sacrificios y su
pretensión de solemnidad. La rechazaba no sólo por su falsedad sino por razones
estéticas. Por lo mismo rechaza el ocultismo y el esoterismo, a los que
considera carentes de imaginación.
“Le fueron mostradas
la pequeñez y vanidad de oropel de los pequeños dioses de la Tierra, con sus
insignificantes y humanos intereses y conexiones; sus odios, rabias, amores y
vanidades, su avidez de rezos y sacrificios, y sus demandas de fe contraria a
la razón y la naturaleza.”[1]
Los horrores de Lovecraft no son, pues,
una simple invocación a lo sobrenatural, sino alegorías de los aspectos más
terribles de la existencia, que él conoce muy bien. Sus personajes (cuando
sobreviven) quedan traumatizados y, conscientes de los horrores del mundo, no
pueden entender que la gente a su alrededor, ignorantes de la abominación acechante,
pueda sobrellevar una vida repleta de espantos.
Cuando Lovecraft utiliza sus socorridos
adjetivos, "indescriptible", "inenarrable",
"innombrable", "inefable", no se trata sólo de un recurso
para evocar ciertas emociones en su lector; yo creo que Lovecraft concibió cosas
que no podía explicar con palabras. Pues sí, ha habido genios que pudieron
pensar más allá de las limitaciones del lenguaje.
Pero el genio de Lovecraft va aún más lejos. Su sabiduría es producto de la
observación, no con los sentidos, sino con la mente, de la realidad, no
simplemente de una "realidad social", a la que normalmente se
circunscribe este concepto en la literatura, sino más allá, a una realidad
cósmica, metafísica. Entonces, Lovecraft deja atrás la primera y la segunda
etapa de sus mitos de Cthulhu (esta última, considero, bastante mediocre) y va
más allá, hacia los relatos oníricos.
“Todo en la vida no
es más que un grupo de imágenes del cerebro, no hay diferencia entre las
provenientes de cosas reales y las nacidas de sueños interiores, y no existe
motivo para dar preeminencia a unas sobre otras”.[2]
Los relatos oníricos tienen su centro
en el ciclo de Randolph Carter, personaje que es un reflejo del autor. Carter,
al igual que Lovecraft, creció en la misteriosa Nueva Inglaterra, para después
desarrollarse como autor de “ficción extraña”. Randolph Carter comparte las
ideas de su creador y le sirve a éste para expresarlas y pregonarlas. La
historia de los viajes de Carter a través de los diferentes planos de la
existencia pueden ser interpretadas como alegorías del mismo proceso de
aprendizaje de Lovecraft, empezando por el espanto y pasando por la maravilla
hasta que llega a la comprensión de la realidad.
Carter aparece en cuatro relatos: Lo
innombrable (1923), La
declaración de Randolph Carter (1926)[3], La Llave de Plata (1926) y A través de las puertas
de la Llave de Plata (1933).
Pero la obra más importante de las que tienen como protagonista a Carter es la
novela corta La búsqueda onírica de la Desconocida Kadath (1927).
En sus relatos oníricos, y sobre todo
en el ciclo de Randolph Carter, Lovecraft supera los conceptos imperantes en
sus relatos anteriores: del bien y del mal, del orden y el caos y nos hace
conscientes de la pequeñez y mezquindad de tales conceptos en la inmensidad del
cosmos. Lovecraft, no más horrorizado, se maravilla ante la grandiosidad de lo
que existe y puede existir y nos revela que nuestra realidad, la que
percibimos, la que somos capaces de comprender, no es más que una nimiedad y
que nuestros temores no son más que pesadillas infantiles. Todo esto llegó a
ver Lovecraft antes de morir a los 47 años. ¿A qué conclusiones habría llegado
de vivir un poco más?
La búsqueda onírica de la Desconocida
Kadath es la culminación de los relatos oníricos y, quizá, de toda la ficción
de Lovecraft. El protagonista, Randolph Carter, se aparta de la grosera
realidad cotidiana para entrar en la realidad onírica, en la que otras leyes y
conceptos imperan. Hay una "Tierra Onírica", más o menos material,
pero el Cosmos Onírico es mucho mayor, poblado por criaturas y entidades
incomprensibles. Carter está en busca de la ciudad de sus sueños:
"Toda dorada y
magnífica, resplandecía en el crepúsculo, con sus murallas, templos, columnatas
y puentes curvos de mármol veteado, fuentes con jarrones de plata y surtidores
con los colores del arcoíris en amplias plazas y perfumados jardines, anchas
calles corriendo entre delicados árboles y jarrones cargados de flores, y
estatuas de marfil dispuestas en hileras resplandecientes; mientras, por la
empinada ladera norte, ascendían hileras de tejados rojos y viejas buhardillas
picudas cerniéndose sobre pequeñas callejas de adoquines entre los que crecía
la hiedra. Era una fiebre de dioses, una fanfarria de trompetas sobrenaturales
y un resonar se címbalos inmortales. El misterio pendía sobre ella como una
nube sobre una montaña fabulosa nunca hollada..."
Y para encontrar esto que soñó (¿hay
algo más propio y nuestro que los sueños?), Carter viajará por múltiples
ciudades y puertos, (cada uno diferente y especial), surcará los mares,
atravesará el inframundo y bosques encantados y se enfrentará a los mismos
dioses y a su mensajero, el Caos Reptante, Nyarlathotep, para al final
descubrir que... Bueno, léanla ustedes mismos.
Como se ve, en esta odisea onírica ya
no está el Lovecraft espantado hasta casi perder la razón. Hay un Lovecraft
maravillado con las infinitas posibilidades de la mente, con un asombro casi
infantil, pues sabe bien el autor que no somos más que niños ante la Realidad,
con mayúsculas. Y por ello, Kadath es una especie de cuento de hadas
macabro. ¿Sería posible que Lovecraft, al final de su vida, a pesar de sus
traumas infantiles, sus pesadillas perennes, su terror al mar y sus atroces
dolores causados por el cáncer, dejó de lado el horror y encontró la maravilla?
La búsqueda onírica de la Desconocida Kadath parece sugerirnos que sí, y
deja un asomo de esperanza entre todas las abominaciones que el escritor de
Providence nos había heredado. Pero para contemplar esa maravilla, primero
debemos enfrentarnos, como él, a lo innombrable, lo indescriptible, lo
inenarrable, lo inefable, el horror absoluto que proviene de los primeros atisbos
de la Realidad definitiva. Después de la pesadilla, vendrá el sueño.
Posdata: A continuación se
presenta una lista de otros relatos pertenecientes al ciclo onírico, pero en
los que no figura Randolph Carter. Todos ellos tienen en común una prosa pausada
y exquisita, magníficas descripciones que atiborran los sentidos, y la
insistencia sobre la validez del sueño por encima de la realidad vigil:
“Cuando somos niños
oímos y soñamos, albergamos ideas a medio cuajar, y cuando al hacernos hombres
intentamos recordar, nos vemos estorbados y convertidos en seres prosaicos por
el veneno de la vida.”
Estos relatos se ubican
en la Tierra Onírica y en ellos aparecen personajes, lugares y sucesos
mencionados en Kadath, por lo que se
lectura se recomienda a quienes quieran comprender cabalmente la novela. Estos
relatos, junto con los de Carter, constituyen una maravillosa cosmogonía de la
Tierra Onírica.
- La
nave blanca
(1919)
- La
maldición que cayó sobre Sarnath (1920)
- Los
gatos de Ulthar
(1920)
- Polaris (1920)
- Celephaïs (1922)
- Azathoth (1922)
- Los otros dioses (1933)
- La búsqueda de Iranon (1935)
Más de Lovecraft, horror y pulp en este blog:
10 comentarios:
Lovecraft Rocks
¿Que te puede decir este humilde fan de Lovecraft?
Me has ganado todo lo que yo tenía que decir. Y es que pensaba hacer un post sobre Lovecraft en relación al nombre de mi blog, próximamente, pero creo que ahora solo podré referenciar a tu post o buscar darle otro giro al tema. Estuvo magnífica la descripción. Me gustó mucho el post.
Oye, ya leíste el comic de el joven lovecraft?
oie tengo unos comics de lovecraft, uno de los cuales es mas satirico que fiel a su esencia,pero son buenos.
La entrada es una buena aproximación a Lovecraft, una de las mentes más incomprendidas del "largo siglo XIX"
Kyuu y Stuka: no he leído tales cómics, ahí los rolan, ¿no?
Búscalo en mi blogroll; aparece simple y sencillamente como "El Joven Lovecraft". Es buenísimo. En serio.
Uno de mis adjetivos favoritos de Lovecraft: Ominoso.
El joven Lovecraft está chido, ahora bien, el otro cómic que menciona Stuka no lo conozco. Que pongan el link para todos no?
Parece que George RR Martin es otro fan de Lovecraft. En los mapas de "The Lands of ice and Fire" igualmente aparece Kadath. El final de ASOIAF será que Ojo de cuervo despierte a Cthulu
Ok, no soy fan, pero tal vez les de una leída a algunos libros de Lovecraft
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