Los griegos fueron los inventores de la democracia, pero la democracia griega diferĂa mucho de la nuestra. SĂłlo podĂan votar los hombres libres pertenecientes a la polis. El voto estaba vedado a los extranjeros, a los esclavos y a las mujeres. AristĂłteles, el gran filĂłsofo de Atenas, consideraba a mujeres y a esclavos como seres naturalmente inferiores a los hombres libres.
El comediĂłgrafo AtistĂłfanes (446-386 A.C.) fue uno de los grandes escritores de la antigĂĽedad. En sus obras satĂricas condenaba la misoginia y sus personajes femeninos eran tanto o más valientes e inteligentes que los masculinos. Dos de sus obras, LisĂstrata y La asamblea de las mujeres, tratan del papel de las fĂ©minas en la vida pĂşblica. En la primera, las mujeres de Atenas ponen en huelga de sexo a sus hombres para que dejen de hacer la guerra con Esparta (un sacrificio que tambiĂ©n resulta oneroso para las atenienses).
En la segunda las mujeres se hacen con el gobierno democrático de Atenas y resultan ser mejores gobernantes que los insensatos hombres, además de que terminan con la guerra (AristĂłfanes era tambiĂ©n un pacifista). Al final de cada obra, hombres y mujeres terminan reconciliados como iguales que necesitan unos de los otros. Las ideas de AristĂłfanes son interesantes, pero recordemos eran sĂłlo libretos para puestas en escena, farsas sobre situaciones que el pĂşblico y el mismo autor sabrĂan que nunca se harĂan realidad.
Durante el Imperio Romano y a lo largo de la Edad Media la democracia quedĂł adormecida. Existieron algunas expresiones democráticas, como las que se daban en algunos burgos medievales (los ediles eran electos por voto popular), pero de nuevo en ella sĂłlo participaban algunos varones. La primera de las revoluciones burguesas fue la de Inglaterra, que se dio en la segunda mitad del siglo XVII. El paĂs se convirtiĂł en una monarquĂa parlamentaria, en la que el poder del rey (o reina) estaba regulado por una ConstituciĂłn, y en la que los miembros del Parlamento eran electos por voto. Pero sĂłlo los hombres adinerados podĂan votar.
Una segunda ola revolucionaria se dio en las Ăşltimas dĂ©cadas del siglo XVIII. Los Estados Unidos de AmĂ©rica, las antiguas Trece Colonias Inglesas, se convirtieron en la primera democracia moderna, en el primer Estado en gobernado por un presidente electo democráticamente. Pero sĂłlo los varones blancos acaudalados tenĂan derecho al voto.
La RevoluciĂłn Francesa, ese otro magno evento que inaugurĂł la Edad Contemporánea, tiene a figuras femeninas como sĂmbolos alegĂłricos. Pero la cĂ©lebre DeclaraciĂłn de los Derechos del Hombre y del Ciudadano era precisamente eso: excluĂa a las mujeres por completo. Cuando Olympia de Gouges propuso los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, fue encarcelada y despuĂ©s guillotinada por el Tribunal Revolucionario. Su delito: una antinatural tendencia hacia la polĂtica, impropia del sexo dĂ©bil. Antes de ser ejecutada, preguntĂł "Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por quĂ© no podemos subir a las tribunas pĂşblicas?"
En 1872, Susan B. Anthony fue arrestada y despuĂ©s juzgada por el delito de haber votado en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Como era mujer, no se le enviĂł a la cárcel, sino que se le impuso una multa de $100 dĂłlares. Susan se negĂł a pagarla y ninguna fuerza en la tierra pudo obligarla a hacerlo. El gobierno de los Estados Unidos, avergonzado, dejĂł el caso por la paz. Susan B. Anthony introdujo en los EUA el movimiento sufragista, cuya meta era obtener igualdad de derechos polĂticos para hombres y mujeres.
En la segunda mitad del siglo XIX, en el mundo anglosajĂłn se dieron con fuerza estos movimientos, en especial en el Reino Unido, donde las sufragistas eran especialmente agresivas y determinadas. Pero no fue ni en suelo británico ni americano donde las mujeres votaron por primera vez. Nueva Zelanda fue el primer paĂs del mundo que le concediĂł el voto a sus mujeres en el año 1893. Australia le siguiĂł poco despuĂ©s.
En 1914 estallĂł la peor guerra que la humanidad hubiera conocido hasta entonces. Miles y despuĂ©s millones de hombres fueron movilizados hacia los campos de batalla para ser masacrados o mutilados por las ametralladoras de otros hombres igualmente asustados y condenados. Las mujeres se quedaron en el hogar, pero no en la casa, pues la patria necesitaba de mano de obra en las fábricas y granjas, para suplir a los hombres que habĂan marchado al frente. La guerra acabĂł en 1918 pero ya no se podĂa volver a la normalidad. Las mujeres de Europa y Estados Unidos ya habĂan probado una nueva experiencia: trabajar por sĂ mismas, tener su propio dinero, administrarlo como quisieran... ser independientes de sus hombres, que estaban lejos muriendo en las trincheras. En la dĂ©cada siguiente, las sufragistas de Inglaterra, Francia y Estados Unidos hicieron su sueño realidad.
En MĂ©xico el primer estado en el que las mujeres participaron en la polĂtica fue Yucatán. SucediĂł durante el gobierno del revolucionario Felipe Carrillo Puerto (entre 1922 y 1924). Carrillo Puerto fomentĂł la creaciĂłn de asociaciones feministas y fueron yucatecas las primeras tres diputadas mexicanas, entre las que se encontraba su propia hermana Elvia Carrillo. Ah, pero Carrillo Puerto era socialista, y cuando estallĂł la rebeliĂłn delahuertista, la oligarquĂa hacendada yucateca aprovechĂł la situaciĂłn para destruir su gobierno. Felipe Carrillo Puerto fue aprisionado y fusilado, y eso de la participaciĂłn de la mujer en la polĂtica, locuras y herejĂas de sucios comunistas, fue abandonado en el estado.
Elvia Carrillo, sin embargo, sobreviviĂł a su hermano. La Monja Roja del Mayab, como la llamaban, siguiĂł luchando por los derechos sociales y polĂticos de las de las mujeres a lo largo de las dĂ©cadas, hasta que sus esfuerzos, y los de otras mujeres mexicanas lograron que en 1953 el gobierno federal mexicano les otorgara el derecho al voto.
AsĂ que, como ven, las mujeres han recorrido un largo camino a travĂ©s de la historia de la humanidad para lograr que se respete su derecho a votar y a participar en las decisiones que conciernen a todos los habitantes de una naciĂłn. Un derecho, sĂ, pero tambiĂ©n un poder y una responsabilidad muy grande. AsĂ es que ya conoces la lucha de las mujeres que hicieron posible que ahora tengas la facultad de salir ejercer el sagrado derecho de elegir...
¿Y tĂş votaste por este pendejo porque "está guapo"?
¡¡NO MAMES!!
Despotrique publicado en el contexto de la transición presidencial de 2012. Más contenido relacionado:
7 comentarios:
no, ni loca, yo votar por ese perfecto idiota ni a madrazos xD
Muy buen texto, Mike. Saludos.
No se porque desde el principio sabĂa que Peña Nieto iba a hacer acto de presencia en este post. Concuerdo con lo ya escrito.
P.D. Dato para la trivia, yo salĂ en la obra de LisĂstrata.
Habeis dado en el clavo mi estimado... Hay ocasiones en las que quisiera que MĂ©xico fuese Korugar y yo quisiera ser Sinestro...
Saludos.
Ego!
muy buen texto, el tema da para bastante, en Alemania fueron las mujeres comunistas las que empezaron el movimiento proderecho al voto, sin embargo, Ă©ste fue copado por los nazis (voto pasivo, podĂan votar pero no postularse para ningĂşn cargo) y rechazado por buena parte de la izqierda.. Por ser mujeres? no, en lo absoluto, simplemente estaban conscientes que la mayorĂa no tenĂa la menor cultura polĂtica, y tenĂan razĂłn, buena parte de ellas votaron al lĂder fuerte y carismático. Claro, una vez en el poder los nazis les dieron vuelta y redujeron a las mujeres a un papel de madres y pilares del hogar.
Recuerdo haber escuchado que en mexico no se permitia el voto femenino por miedo a que este fuese influido por los parrocos de sus iglesias, ya que las mujeres hacian todo lo que los parrocos decian.
Me gustó mucho tu texto Mike, sufragismo express jaja, muy fácil de entender y leer.
Las mujeres debemos de entender el valor que tenemos en la sociedad y nuestra capacidad para cambiarla. Un buen principio serĂa no menospreciar el poder de nuestro voto.
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