Con el feminismo de tercera
ola… oh, me informan que ya estamos en la cuarta… Bueno, con el feminismo de la
cuarta ola a todo lo que da, se ha revivido el interés por las luchadoras
feministas a lo largo de la historia, pero sobre todo por las sufragistas, la primera ola.
Algunas personas han querido
contraponer los movimientos sufragistas de antes con las feministas de ahora.
Que “feministas eran las de antes”, que luchaban por cosas
verdaderamente importantes, sin hacer alharaca ni mostrar las bubis (ésas sólo
se muestran en revistas para caballeros,
faltaba más).
Bien, a eso se les ha
respondido una y otra vez que las sufragistas no conquistaron el derecho al
voto (que no era lo único que demandaban, por cierto), levantando educadas
peticiones a los señores opresores, sino que hicieron un montón de desmadre: pintaron paredes, rompieron ventanas,
irrumpieron en eventos públicos, incomodaron a mucha gente y en varias
ocasiones se liaron a golpes con las autoridades.
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¡Pero ésas no son las formas! |
Lo que pasa es que a la
gente bien le
encanta darle lavadas y enceradas a las revoluciones de antaño, ésas que
permitieron que vivamos en un mundo un poco menos injusto que antes, con
derechos y valores que ahora son de sentido común, pero que para conseguirlos
hubo que derramar sangre, sudor y lágrimas. Nos quieren vender esas gestas
como si hubieran sido ordenaditas y educadas, y no las luchas a puño limpio y
nariz ensangrentada que en realidad fueron. Se hace así para que no vayamos
a pensar que meter desorden es la manera de cambiar el mundo, jesusbenditono,
ni se nos vaya a ocurrir intentarlo.
Pos bueno, que lo de
recuperar el sufragismo también ha hecho que vuelvan a resurgir las viejas caricaturas antifeministas de entre los siglos XIX y XX, que
demuestran lo poco que ha cambiado el discurso contra del progreso de las
mujeres: que si son feas y nadie las quiere (porque una mujer vale por cómo la
desean los onvres, obvio), que si son unas malas madres que abandonan a sus
hijos y provocan disolución familiar, que si son “machorras y poco femeninas”,
que si lo que realmente quieren es oprimirnos a los onvres, que si ahora
quieren igualdad luego la van querer también los animales o que van a causar el
colapso de la civilización occidental (ellas, claro, no los políticos y
militares machísimos que estaban a punto de sumir a la humanidad en dos putas
guerras mundiales).
Esto nos muestra que no sólo
siempre habrá vatos todos mecos, sino que la imbecilidad es la misma. Si
algo hay distinto es que por lo menos esos caricaturistas tenían que saber
dibujar, mientras que hoy en día cualquier mentecato hace memes pegando
imágenes en Paint.
La cosa es que es bien
fácil aplaudir un movimiento revolucionario cuando creciste en un mundo
producto de las transformaciones que trajo. Lo difícil es darte cuenta de
cuáles son las transformaciones que hacen falta ahora, especialmente si esas
transformaciones implican que vamos a perder privilegios.
Ah, pero el título de este
texto habla de LAS antisufragistas. Y es que leyendo sobre estos temas me topé
con una historia que fue recogida por la NPR: el caso de las mujeres que estaban en
contra del movimiento sufragista.
¿Quiénes eran estas señoras
que estaban en contra de sus propios derechos? Mujeres privilegiadas de
clase alta, hijas o esposas de hombres influyentes en el mundo de los negocios
y la política. ¿Por qué no querían tener derechos civiles, políticos,
económicos y jurídicos? Siendo honestos, me esperaba argumentos rebuscados,
algo que retara al análisis, pero nel: son decepcionantes en lo huecos y lo
trillados… Y ominosamente similares a los de hoy.
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No necesito feminismo porque mi esposo es rico |
Ellas creían que el
sufragismo amenazaba a la feminidad de las mujeres, en especial al poner en
riesgo su rol como madres, y que las enfrentaba como enemigas a los hombres.
Igual que la morra que hoy dice que ella no es feminista porque le gusta usar
vestidos rosas y que no odia a los hombres, sino que los ama.
Las antisufragistas temían
que al meterse en el mundo de la política las mujeres se “contaminarían” con su
corrupción… Como la chava que dice que no es feminista porque no le gusta
hacerla de pedo. También temían que al conquistar esos derechos perdieran sus
“privilegios femeninos”, básicamente el ser mantenidas por sus maridos
ricos. Como tu amiga, que dice que no es
feminista porque le gusta que su novio la consienta.
Pero lo importante aquí es
que estas señoras podían prescindir de los derechos por los que las
sufragistas luchaban porque de por sí estaban en una posición de privilegio. Su maridos y familias tenían
dinero y ellas no sólo no tenían que tener un empleo, sino que en sus casas
tampoco tenían que mover un dedo, pues contaban con toda la servidumbre
necesaria. Es fácil romantizar la maternidad cuando tienes nanas y nodrizas que
te echen la mano.
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¡No, las paredes! |
Si querían sentir que tenían
influencia más allá de sus hogares, no tenían necesidad de votar o participar
en debates públicos: podían dedicarse a la filantropía. Después de todo, las
obras de caridad sí eran consideradas actividades dignas de las mujeres, pues
implicaban extender el amor maternal más allá del círculo familiar.
O sea, pensaban que como
a ellas no les faltaba nada y no les iba mal, a ninguna mujer tendría que
estarle yendo mal. En fin, como las amikas que dicen que no necesitan
feminismo porque no se sienten víctimas.
Puedo imaginar a un señor
decimonónico leyendo el diario en su club de caballeros local y topando con la
historia de las antisufragistas. “¡Oh, por Jove! ¡Al fin unas mujeres de
verdad, no como esas revoltosas de ahora! ¡Mandadle una botella de ajenjo a
estas damas!”, tras lo cual le pintaba un pulgar arriba al periódico y se lo
pasaba al milord de al lado.
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Conservadores amenazándonos con cosas buenas |
La cosa con las
antisufragistas es que ya nadie las recuerda, y hoy en día hasta nos parece
increíble que haya habido personas como ellas. No hicieron una película sobre
ellas, no pusieron sus perfiles en monedas, no son honradas como precursoras de
nada, ni como grandes pensadoras ni luchadoras. Sucede que se pusieron en el
lado equivocado de la historia… Da para pensar, ¿no?
Publicado originalmente en Antes de Eva
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