Esta entrada es una continuación de esta otra: La ciencia en rebeldía
El pasado 22 de abril se celebró
un evento inaudito, una Marcha
por la Ciencia. Por primera vez en la historia, científicos y legos,
estudiantes y entusiastas, salieron a las calles de más de 600 ciudades en todo
el mundo para defender a la ciencia del avance de las ideologías irracionales y
las políticas anticientíficas que vienen con la oleada demagógica que está
cerniendo su sombra sobre todos nosotros.
Se trataba de defender la
importancia de los hechos científicamente comprobables y comprobados ante la
imposición de ideologías que los niegan y que desde el poder buscan silenciar
las voces de la razón y el conocimiento.
Se trataba de defender la
importancia de la inversión en proyectos investigativos y educación de calidad,
frente a acciones de políticos que, sin entender la importancia de la ciencia
para el bienestar de las sociedades, recortan el presupuesto público a estas
áreas.
Se trataba de abogar por una
política basada en evidencias y no en ocurrencias, de defender una visión
racionalista y naturalista del mundo frente al avance de la superstición, el
negacionismo, las teorías conspiratorias, el fundamentalismo religioso y el
fanatismo ideológico. De exigir que los políticos basen sus decisiones y
acciones en el mejor conocimiento disponible y con vistas en el bien común.
Se trataba, finalmente, de
defender a la Tierra, el único hogar que hemos conocido, en su día, pues la
humanidad, nos indica el consenso científico, colectivamente la está volviendo
inhabitable, destruyendo sus ecosistemas y alterando su clima.
Como les conté en
un texto anterior, todo inició con los Rogue
Scientists, los científicos rebeldes. La administración de Donald Trump, lo
sabíamos desde su candidatura, se iba a caracterizar por una pobre apreciación
del conocimiento científico. Trump ya había declarado no creer en el cambio
climático y apoyar la conspiranoia de los antivacunas. La resistencia, pues,
inició desde antes de que el anaranjado asumiera el poder.
Un grupo de científicos, hackers,
bibliotecarios y archivistas de la Universidad de Pensilvania se dieron a la
tarea titánica de descargar información al respecto de los sitios
gubernamentales y ponerlos a salvo en servidores a los que podría accederse
libremente [aquí].
Sólo se necesitó una chispa para
iniciar la ignición de una resistencia: una modesta cuenta de Twitter del
Parque Nacional de Badlands, en Dakota del Sur, se dedicó a compartir
información sobre el cambio climático en las redes sociales. Las autoridades
del parque retiraron los mensajes, así que el rebelde creó una nueva cuenta: @AltBadlandsNPS. Luego
se dio un efecto dominó: comenzaron a aparecer cuentas de Twitter rebeldes de
las agencias científicas gubernamentales, incluyendo la NASA y la EPA (@Alt_NASA, @RogueNASA y @altUSEPA), para burlar la orden
presidencial y continuar informando al público sobre lo que debe ser informado
[aquí, aquí y aquí].
La marcha por la ciencia era el
siguiente paso. En un principio el proyecto sólo contemplaba una gran
manifestación en Washington, pero la solidaridad internacional no se hizo
esperar. Marchas hermanas comenzaron a ser organizadas en diferentes ciudades
del mundo y, para mi sorpresa y alegría, en mi natal y provinciana Mérida.
Personalidades de la ciencia, la educación y la divulgación dieron su
espaldarazo al proyecto.
Siempre he pensado que toda
protesta tiene, además de ser una lucha guiada por el sentido de justicia, un
poco de celebración. Incluso antes de topar físicamente con otros en las calles,
al ver cuántas personas en todo el mundo se sumaban a la lucha, es imposible no
contagiarse del entusiasmo de descubrir que no estamos solos, que no somos sólo
unos pocos a los que nos importa la causa, que estamos dispuestos a unir
nuestros esfuerzos.
Hubo críticas a la marcha, por
supuesto. La comunidad científica no suele ser políticamente activa y algunos
temían que esto pudiera politizar la ciencia aun más. De por sí en Estados
Unidos temas como el cambio climático y la evolución son considerados por los
conservadores como agendas de izquierda; ideología liberal y no hechos
objetivos. Una marcha que obviamente se dirigía en contra de la administración
Trump sólo reforzaría esa imagen. Ante ello algunos respondieron que tal daño
ya estaba hecho; la ciencia ya estaba politizada, y ahora había que defenderla
por medios políticos. De cualquier forma, como dije en un tuit por ahí, cuando
la política es anti-ciencia la ciencia no puede ser apolítica.
En México -y en Mérida- la Marcha
por la Ciencia se enfocó en los recortes a las becas de posgrado del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnlogía (Conacyt) y el incumplimiento del presidente
Peña Nieto de su promesa de aumentar paulatinamente el gasto público en ciencia
hasta alcanzar el 1% del PIB.
En la capital yucateca la marcha partió
a las 4 de la tarde (bajo un sol abrasador) desde el Monumento a la Patria
hasta llegar al Remate de Paseo de Montejo. Fue breve, rápida y festiva. Al
final, algunos científicos establecieron pequeños puestos para exponer y
platicar con el público interesado acerca de sus investigaciones y por qué son
importantes. También hubo un micrófono abierto para quien quisiera compartir
sus pensamientos.
En esta batalla contra el
oscurantismo del que Donald Trump es el heraldo más notorio ya ha habido
algunas victorias parciales. Sus proyectos para imponer una prohibición a
personas de algunos países musulmanes, para quitar presupuesto federal a las
ciudades santuario que protegen a los migrantes, y para recortar los fondos
para la ciencia han sido bloqueados por jueces de la Suprema Corte y por el Congreso
[respectivamente, aquí,
aquí
y aquí].
Pero el riesgo permanece mientras
los paleoconservadores y criptonazis que acompañan a Trump en la Casa Blanca
sigan en el poder. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en
inglés), ahora bajo el control de un negacionista del cambio climático, ha
despedido a cinco científicos de su panel de expertos, y anunciado que planea
sustituirlos con representantes de las industrias a las que se supone que esa
institución debería regular [aquí].
El proyecto para construir un oleoducto en territorio sioux en Dakota del
Norte, que gracias a las protestas de los indígenas americanos y otros
activistas aliados fue echado para atrás por la administración Obama, ha sido
revivido autoritariamente por Trump [aquí].
Otro proyecto detenido por Obama, para acabar con la neutralidad de red y
desregular la actividad de las empresas proveedoras de servicios de Internet,
también ha sido revivido por Darth Orange [aquí].
Una cosa que me sorprendió –y
decepcionó un poco- en la Marcha por la Ciencia que tuvo lugar en Mérida fue la
falta de una visión global por parte de algunos de los manifestantes. Estaban concentrados
en los temas de las becas del Conacyt y del presupuesto federal en ciencias y
algunos hasta desconocían por completo las causas de la lucha en otros países o
los antecedentes con los Rogue Scientists.
Es la misma decepción que sentí cuando en las marchas locales por el movimiento
Yo Soy 132 muchos participantes ignoraban o tenían un interés nulo en cómo ello
se insertaba en el clima de movimientos okupa y primaveras democráticas a nivel
global.
Es importante que aquí superemos
nuestro provincianismo y hagamos conciencia de que estas luchas son globales e
históricas, y que el éxito de los capítulos locales contribuye y depende en
gran parte al éxito de los demás. Podríamos aprender de algunas estrategias que
han sido adoptadas en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos se están
organizando encuentros entre científicos y personas de a pie, teniendo en
cuenta que, fuera de sus médicos, la mayoría de las personas no conocen ni a un
científico [aquí].
También algunos profesionales de la ciencia están lanzando sus candidaturas a
puestos de elección popular [aquí]. Dada la
tendencia a ser gobernados por analfabetos
funcionales y completos ignaros, y dada la oportunidad recién abierta a
candidaturas independientes, podemos pensar que ya es tiempo que profesionistas
preparados, libres de las agendas partidistas, empiecen a presentarse para
cargos públicos en nuestro país.
Su seguro servidor en la marcha de Mérida |
El día de la manifestación,
aprovechando el micrófono abierto, y ya que estaba marchando con el libro de mi
sensei Carl
Sagan, El mundo y sus demonios,
quise leer un pasaje de éste, que reproduzco a continuación, pues me parece muy
relevante para los tiempos que estamos viviendo:
El etnocentrismo, la xenofobia y
el nacionalismo están actualmente en boga en muchas partes del mundo. La
represión gubernamental de puntos de vista impopulares todavía está muy
extendida. Se inculcan recuerdos falsos o engañosos. Para los defensores de
estas actitudes, la ciencia es perturbadora. Exige acceso a verdades que son
prácticamente independientes de tendencias étnicas o culturales. Por su naturaleza,
la ciencia trasciende las fronteras nacionales. Si se pone a trabajar a los
científicos del mismo campo de estudio juntos en una sala, aunque no compartan
un idioma común, encontrarán una manera de comunicarse. La ciencia en sí es un
lenguaje trasnacional.
Los científicos tienen una actitud
natural cosmopolita y son más conscientes de los esfuerzos que se hacen por
dividir a la familia humana en muchas facciones pequeñas y enfrentadas. “No
existe la ciencia nacional –dijo el dramaturgo ruso Antón
Chéjov-, como no existe la tabla multiplicar nacional”.
Luego Sagan
cuenta algunos casos de científicos comprometidos con causas de justicia social
y cómo se enfrentaron al poder que quería imponer su propia versión de la
verdad (o, como la llamaríamos ahora, posverdades y hechos alternativos). El
pasaje termina con el siguiente párrafo:
Los poderes sin precedentes que la
ciencia pone ahora a nuestra disposición deben ir acompañados de una gran atención
ética y preocupación por parte de la comunidad científica… además de una
educación pública basada fundamentalmente en la importancia de la ciencia y la
democracia.
La ciencia es más que un cuerpo
de conocimientos, es más que un método; sus beneficios van más allá de la
mejora material en nuestra calidad de vida. La ciencia es una actitud ante la
existencia, que funciona mediante la construcción colectiva del conocimiento,
que derriba dogmatismos y prejuicios, celebra la duda y la curiosidad; es una
empresa humana que, como el arte, exalta nuestro potencial como individuos y
especie, traspasa fronteras y va más allá de las divisiones artificiales que
nos hemos creado. Desde tiempos de la Ilustración se sabía fundamental para la
construcción de sociedades más prósperas, libres y justas. Es increíble, aterrador y excitante a la vez,
que nos toqué vivir, en estos tiempos, una de las grandes batallas para
defenderla.
Esta entrada es parte de la serie Crónica de un Invierno Fascista. Otros textos incluyen:
9 comentarios:
La discusión ciencia-política sólo fue una de las críticas a la Marcha. Hubo más y, en mi opinión, más importantes, como el hecho de que la Marcha por la Ciencia adoptara posturas que no sólo no están soportadas por la evidencia sino que a veces son contrarias a la misma y hostiles a la investigación: http://de-avanzada.blogspot.com/2017/02/Marcha-Ciencia.html
O el hecho de que adopte la postura de EEUU es el culpable de todos los males del mundo, que los llevó a defender al Daesh (y culpar a la ciencia, eso que se supone que defienden, de la existencia de la MOAB): http://de-avanzada.blogspot.com/2017/04/marcha-por-la-ciencia.html
No sé si no estabas enterado, o estos temas te parecen poco importantes, o no crees en la auto-crítica y en mantener nuestro propio lado limpio de lo que detestamos que hacen los demás, pero no está de más que toques estos temas. Es tu blog, y tú verás lo que escribes y a qué le dedicas entradas, por supuesto.
Lo que quiero decir es que me parece que esos temas eran pertinentes para la Marcha, y la ciencia, y la defensa de una cosmovisión basada en la evidencia, y me asombra que brillan por su ausencia.
Lo dicho, igual es tu blog y no le debes explicaciones a nadie. Si hay un motivo por el que los omitiste en la entrada y lo quieres compartir, muy bien, si no, en todo caso queda la invitación a no pasar de puntitas cuando se trata de la izquierda regresiva y cómo, poco a poco, van adoptando los métodos y (curiosamente) las posturas de esa derecha paleoconservadora que tanto detestamos.
Un saludo, Maik!
Sí, vi tu énfasis en ello. Ningún movimiento social puede ser homogéneo; siempre habrá alguien que diga alguna tontería o haga algo fuera de lugar.
Me pareció extraño que te concentraras tanto en descalificar a la marcha por algunos detalles, a TODO un movimiento por algún desliz o tontería sin importancia, o por posturas políticas que no compartes. Me parece nit-picking, nada más.
No creo que se pueda decir con justicia que la Marcha por la Ciencia era un simple movimiento de chairos, magudos y posmodernos, cuando esos detalles que mencionas son menos que secundarios; que si hubiera sido como lo describes en tus textos, no habría habido tantas asociaciones, medios y personalidades del mundo de la ciencia que le dieron su apoyo.
No lo digo como una simple apelación a la autoridad, sino como muestra de que quienes formaron el grueso, la avanzada y cara pública de este movimiento no son los posmodernos idiotas sobre los que concentras tus reflectores.
Maik, concentré mis reflectores sobre lo que hicieron los *organizadores* de la Marcha, lo que hacen con su página oficial y sus redes oficiales. No son magufos que llegaron ahí, sin más, sino los encargados del asunto, los que lo pusieron en movimiento.
Si lees bien, yo dije que yo no marcharía aunque no esperaba que otros se sumaran a mi decisión, que si alguien iba a marchar, que muy bien, y que ojalá lo hiciera con conocimiento de causa. Yo no diría que eso sea ni remotamente descalificar la Marcha en su totalidad (fíjate que no recrimino que hayas salido a marchar, me parece bien).
Ya en cuanto al tema del nit-picking, pues estamos en desacuerdo. No sólo esto no es un desliz sin importancia. Es algo sistemático que viene ocurriendo hace varios años y cada vez ha cobrado mayor relevancia. El autoritarismo vuelve a estar de moda y aunque ningún movimiento puede ser homogéneo, y siempre habrá quien diga alguna tontería, para mí, lo responsable es criticar esas tonterías, tanto cuando lo hacen los otros como cuando lo hace nuestro equipo. Bajar el estándar de conducta que esperamos de nuestros enemigos para nuestros amigos no es la forma más coherente de abogar por un tema. (Y puedo tener muchas diferencias políticas con alguien, y no por eso me iré lanza en ristre contra ellos; pero lo que sí me parece dable, y es a lo que le apunto, es a pedir un mínimo de coherencia.)
De acuerdo, va. Sí deben criticarse las declaraciones o acciones que consideramos erróneas dichas por las personas de nuestro bando. Sin embargo, también me parece malicioso descalificar a todo el movimiento como tú lo hiciste. Te cito:
"A medida que pasaban los días, fue claro que la "Marcha por la Ciencia" realmente era un nido de posmodernismo y anticiencia cuya única relación con la ciencia es que admite la existencia del cambio climático y su componente antropogénico — lo que siempre resulta curioso, viniendo de gente que insiste que la realidad objetiva no existe o que hay diferentes tipos de realidades."
Eso me cayó muy mal, la parte de "no es más que...", que me parece del todo desproporcionada. Como si algunos cuantos tuits fueran suficientes para ignorar las posturas fundamentales de la Marcha por la Ciencia y de quienes la apoyaban. Como si desde las revistas Science y Scientific American hasta Jane Goodall y Bill Nye, pesaran menos que los posmodernos anticiencia que dices que pueblan el movimiento. Siguiendo el movimiento en diversos medios y habiendo participado en las marchas y escuchado los discursos, sólo me he topado con los ejemplos que tú has espulgado. Igual y es muy experiencia anecdótica, pero me parece que la abrumadora mayoría de declaraciones, comunicados, desplegados y pancartas sobre y desde el movimiento dejan en claro que se trata de algo pro-ciencia, y no "nido de posmodernismo y anticiencia" como lo has querido categorizar.
Pero veamos las acusaciones que le haces al movimiento. Esto lo discutimos en el grupo de geopolítica. La interseccionalidad no es como la caracterizas, ni el párrafo de Pinker que citas es una refutación del concepto. Puede ser un paradigma de ciencias sociales debatible, pero difícilmente es una postura anticientífica.
El párrafo que mencionas en tu entrada, sobre la ciencia como un arma de la hegemonía, sí me parece lamentable. Que aunque históricamente es correcto que hipótesis disfrazadas de ciencia se han usado como armas ideológicas (especialmente las relacionadas con raza y sexo), el fraseo del párrafo puede contribuir a una idea errada de la ciencia. Sin embargo, ten en cuenta que ése fue uno de los primeros textos al respecto, y que el discurso del movimiento no siguió por esa línea.
El Tuit sobre el bombardeo también es lamentable (y también lo borraron posteriormente). Pero cuidado: lo podemos considerar una tontería, producto de la ingenuidad política (asumir que los terroristas son simplemente personas pobres), pero eso tampoco es anticientismo. Es una postura política ingenuota, nada más. El tuit, me parece, lamenta que la ciencia se use en tecnología bélica, pero decir que DEFIENDE al Dáesh es otra vez malicioso.
Una vez más, ten en cuenta que la página de donde obtienes -no la información sobre el tuit, que objetivamente existe sin importar la fuente que lo difunda- sino la INTERPRETACIÓN de lo que supuestamente significa y dice sobre el movimiento, es un sitio con un sesgo ideológico notorio, y con un historial de hostilidad hacia las posturas "liberales" en la política estadounidense.
https://en.wikipedia.org/wiki/American_Council_on_Science_and_Health
My bad: no dijiste "no es más que..." sino "realmente era..."
Llevas razón, tal vez recurrí a la hipérbole al denunciar la intromisión posmoderna en la Marcha. Es claro que no todos los marchantes ni quienes apoyaron la marcha son magufos. No estuvo bien de mi parte descalificar la marcha en su totalidad.
En cuanto a la fuente de la interpretación, yo me enteré por Jerry Coyne quien difícilmente tiene un historial de hostilidad hacia las posturas 'liberales'. El propio Coyne señala (y es lo que he dicho ya en comentarios anteriores) que tocó recurrir a fuentes conservadoras porque ninguna fuente 'liberal' se atrevió a criticar o interpretar el tweet.
Y me temo que eso es lo que pasa: cuando no hacemos house cleaning, le estamos regalando munición al enemigo. También es cierto que tal vez se podía hacer una interpretación más favorable del tweet; gracias por señalármelo. Intentaré tener más cuidado si me llego a encontrar una situación parecida.
Un saludo y, como de costumbre, me alegra poder tener conversaciones constructivas a pesar de (y gracias a) los desacuerdos.
Gracias, camarada. Y en esto tienes toda los dedos llenos de razón:
"Y me temo que eso es lo que pasa: cuando no hacemos house cleaning, le estamos regalando munición al enemigo."
Sí, hay que estar atentos de los errores que los de nuestro lado puedan cometer. A veces tememos que al criticar a los nuestros debilitemos nuestras posturas, pero por el contrario hace falta hacerlo, en especial en estos tiempos de polarización. Gracias por comentar.
Saludotes.
Un detallito pequeño, pero significativo: los médicos como tales no son científicos (a menos que hagan investigación).
Gran post. Un abrazo.
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