El día en que marchamos por la ciencia - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

martes, 9 de mayo de 2017

El día en que marchamos por la ciencia



Esta entrada es una continuación de esta otra: La ciencia en rebeldía

El pasado 22 de abril se celebró un evento inaudito, una Marcha por la Ciencia. Por primera vez en la historia, científicos y legos, estudiantes y entusiastas, salieron a las calles de más de 600 ciudades en todo el mundo para defender a la ciencia del avance de las ideologías irracionales y las políticas anticientíficas que vienen con la oleada demagógica que está cerniendo su sombra sobre todos nosotros.

Se trataba de defender la importancia de los hechos científicamente comprobables y comprobados ante la imposición de ideologías que los niegan y que desde el poder buscan silenciar las voces de la razón y el conocimiento.

Se trataba de defender la importancia de la inversión en proyectos investigativos y educación de calidad, frente a acciones de políticos que, sin entender la importancia de la ciencia para el bienestar de las sociedades, recortan el presupuesto público a estas áreas.

Se trataba de abogar por una política basada en evidencias y no en ocurrencias, de defender una visión racionalista y naturalista del mundo frente al avance de la superstición, el negacionismo, las teorías conspiratorias, el fundamentalismo religioso y el fanatismo ideológico. De exigir que los políticos basen sus decisiones y acciones en el mejor conocimiento disponible y con vistas en el bien común.

Se trataba, finalmente, de defender a la Tierra, el único hogar que hemos conocido, en su día, pues la humanidad, nos indica el consenso científico, colectivamente la está volviendo inhabitable, destruyendo sus ecosistemas y alterando su clima.


Como les conté en un texto anterior, todo inició con los Rogue Scientists, los científicos rebeldes. La administración de Donald Trump, lo sabíamos desde su candidatura, se iba a caracterizar por una pobre apreciación del conocimiento científico. Trump ya había declarado no creer en el cambio climático y apoyar la conspiranoia de los antivacunas. La resistencia, pues, inició desde antes de que el anaranjado asumiera el poder.

Un grupo de científicos, hackers, bibliotecarios y archivistas de la Universidad de Pensilvania se dieron a la tarea titánica de descargar información al respecto de los sitios gubernamentales y ponerlos a salvo en servidores a los que podría accederse libremente [aquí].

Sólo se necesitó una chispa para iniciar la ignición de una resistencia: una modesta cuenta de Twitter del Parque Nacional de Badlands, en Dakota del Sur, se dedicó a compartir información sobre el cambio climático en las redes sociales. Las autoridades del parque retiraron los mensajes, así que el rebelde creó una nueva cuenta: @AltBadlandsNPS. Luego se dio un efecto dominó: comenzaron a aparecer cuentas de Twitter rebeldes de las agencias científicas gubernamentales, incluyendo la NASA y la EPA (@Alt_NASA@RogueNASA y @altUSEPA), para burlar la orden presidencial y continuar informando al público sobre lo que debe ser informado [aquíaquí y aquí].


La marcha por la ciencia era el siguiente paso. En un principio el proyecto sólo contemplaba una gran manifestación en Washington, pero la solidaridad internacional no se hizo esperar. Marchas hermanas comenzaron a ser organizadas en diferentes ciudades del mundo y, para mi sorpresa y alegría, en mi natal y provinciana Mérida. Personalidades de la ciencia, la educación y la divulgación dieron su espaldarazo al proyecto.

Siempre he pensado que toda protesta tiene, además de ser una lucha guiada por el sentido de justicia, un poco de celebración. Incluso antes de topar físicamente con otros en las calles, al ver cuántas personas en todo el mundo se sumaban a la lucha, es imposible no contagiarse del entusiasmo de descubrir que no estamos solos, que no somos sólo unos pocos a los que nos importa la causa, que estamos dispuestos a unir nuestros esfuerzos.

Hubo críticas a la marcha, por supuesto. La comunidad científica no suele ser políticamente activa y algunos temían que esto pudiera politizar la ciencia aun más. De por sí en Estados Unidos temas como el cambio climático y la evolución son considerados por los conservadores como agendas de izquierda; ideología liberal y no hechos objetivos. Una marcha que obviamente se dirigía en contra de la administración Trump sólo reforzaría esa imagen. Ante ello algunos respondieron que tal daño ya estaba hecho; la ciencia ya estaba politizada, y ahora había que defenderla por medios políticos. De cualquier forma, como dije en un tuit por ahí, cuando la política es anti-ciencia la ciencia no puede ser apolítica.


En México -y en Mérida- la Marcha por la Ciencia se enfocó en los recortes a las becas de posgrado del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnlogía (Conacyt) y el incumplimiento del presidente Peña Nieto de su promesa de aumentar paulatinamente el gasto público en ciencia hasta alcanzar el 1% del PIB.

En la capital yucateca la marcha partió a las 4 de la tarde (bajo un sol abrasador) desde el Monumento a la Patria hasta llegar al Remate de Paseo de Montejo. Fue breve, rápida y festiva. Al final, algunos científicos establecieron pequeños puestos para exponer y platicar con el público interesado acerca de sus investigaciones y por qué son importantes. También hubo un micrófono abierto para quien quisiera compartir sus pensamientos.

En esta batalla contra el oscurantismo del que Donald Trump es el heraldo más notorio ya ha habido algunas victorias parciales. Sus proyectos para imponer una prohibición a personas de algunos países musulmanes, para quitar presupuesto federal a las ciudades santuario que protegen a los migrantes, y para recortar los fondos para la ciencia han sido bloqueados por jueces de la Suprema Corte y por el Congreso [respectivamente, aquí, aquí y aquí].


Pero el riesgo permanece mientras los paleoconservadores y criptonazis que acompañan a Trump en la Casa Blanca sigan en el poder. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), ahora bajo el control de un negacionista del cambio climático, ha despedido a cinco científicos de su panel de expertos, y anunciado que planea sustituirlos con representantes de las industrias a las que se supone que esa institución debería regular [aquí]. El proyecto para construir un oleoducto en territorio sioux en Dakota del Norte, que gracias a las protestas de los indígenas americanos y otros activistas aliados fue echado para atrás por la administración Obama, ha sido revivido autoritariamente por Trump [aquí]. Otro proyecto detenido por Obama, para acabar con la neutralidad de red y desregular la actividad de las empresas proveedoras de servicios de Internet, también ha sido revivido por Darth Orange [aquí].

Una cosa que me sorprendió –y decepcionó un poco- en la Marcha por la Ciencia que tuvo lugar en Mérida fue la falta de una visión global por parte de algunos de los manifestantes. Estaban concentrados en los temas de las becas del Conacyt y del presupuesto federal en ciencias y algunos hasta desconocían por completo las causas de la lucha en otros países o los antecedentes con los Rogue Scientists. Es la misma decepción que sentí cuando en las marchas locales por el movimiento Yo Soy 132 muchos participantes ignoraban o tenían un interés nulo en cómo ello se insertaba en el clima de movimientos okupa y primaveras democráticas a nivel global.

Es importante que aquí superemos nuestro provincianismo y hagamos conciencia de que estas luchas son globales e históricas, y que el éxito de los capítulos locales contribuye y depende en gran parte al éxito de los demás. Podríamos aprender de algunas estrategias que han sido adoptadas en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos se están organizando encuentros entre científicos y personas de a pie, teniendo en cuenta que, fuera de sus médicos, la mayoría de las personas no conocen ni a un científico [aquí]. También algunos profesionales de la ciencia están lanzando sus candidaturas a puestos de elección popular [aquí]. Dada la tendencia a ser gobernados por analfabetos funcionales y completos ignaros, y dada la oportunidad recién abierta a candidaturas independientes, podemos pensar que ya es tiempo que profesionistas preparados, libres de las agendas partidistas, empiecen a presentarse para cargos públicos en nuestro país.

Su seguro servidor en la marcha de Mérida

El día de la manifestación, aprovechando el micrófono abierto, y ya que estaba marchando con el libro de mi sensei Carl Sagan, El mundo y sus demonios, quise leer un pasaje de éste, que reproduzco a continuación, pues me parece muy relevante para los tiempos que estamos viviendo:

El etnocentrismo, la xenofobia y el nacionalismo están actualmente en boga en muchas partes del mundo. La represión gubernamental de puntos de vista impopulares todavía está muy extendida. Se inculcan recuerdos falsos o engañosos. Para los defensores de estas actitudes, la ciencia es perturbadora. Exige acceso a verdades que son prácticamente independientes de tendencias étnicas o culturales. Por su naturaleza, la ciencia trasciende las fronteras nacionales. Si se pone a trabajar a los científicos del mismo campo de estudio juntos en una sala, aunque no compartan un idioma común, encontrarán una manera de comunicarse. La ciencia en sí es un lenguaje trasnacional.
Los científicos tienen una actitud natural cosmopolita y son más conscientes de los esfuerzos que se hacen por dividir a la familia humana en muchas facciones pequeñas y enfrentadas. “No existe la ciencia nacional –dijo el dramaturgo ruso Antón Chéjov-, como no existe la tabla multiplicar nacional”.

Luego Sagan cuenta algunos casos de científicos comprometidos con causas de justicia social y cómo se enfrentaron al poder que quería imponer su propia versión de la verdad (o, como la llamaríamos ahora, posverdades y hechos alternativos). El pasaje termina con el siguiente párrafo:

Los poderes sin precedentes que la ciencia pone ahora a nuestra disposición deben ir acompañados de una gran atención ética y preocupación por parte de la comunidad científica… además de una educación pública basada fundamentalmente en la importancia de la ciencia y la democracia.


La ciencia es más que un cuerpo de conocimientos, es más que un método; sus beneficios van más allá de la mejora material en nuestra calidad de vida. La ciencia es una actitud ante la existencia, que funciona mediante la construcción colectiva del conocimiento, que derriba dogmatismos y prejuicios, celebra la duda y la curiosidad; es una empresa humana que, como el arte, exalta nuestro potencial como individuos y especie, traspasa fronteras y va más allá de las divisiones artificiales que nos hemos creado. Desde tiempos de la Ilustración se sabía fundamental para la construcción de sociedades más prósperas, libres y justas.  Es increíble, aterrador y excitante a la vez, que nos toqué vivir, en estos tiempos, una de las grandes batallas para defenderla.


Esta entrada es parte de la serie Crónica de un Invierno Fascista. Otros textos incluyen:

9 comentarios:

David Osorio dijo...

La discusión ciencia-política sólo fue una de las críticas a la Marcha. Hubo más y, en mi opinión, más importantes, como el hecho de que la Marcha por la Ciencia adoptara posturas que no sólo no están soportadas por la evidencia sino que a veces son contrarias a la misma y hostiles a la investigación: http://de-avanzada.blogspot.com/2017/02/Marcha-Ciencia.html

O el hecho de que adopte la postura de EEUU es el culpable de todos los males del mundo, que los llevó a defender al Daesh (y culpar a la ciencia, eso que se supone que defienden, de la existencia de la MOAB): http://de-avanzada.blogspot.com/2017/04/marcha-por-la-ciencia.html

No sé si no estabas enterado, o estos temas te parecen poco importantes, o no crees en la auto-crítica y en mantener nuestro propio lado limpio de lo que detestamos que hacen los demás, pero no está de más que toques estos temas. Es tu blog, y tú verás lo que escribes y a qué le dedicas entradas, por supuesto.

Lo que quiero decir es que me parece que esos temas eran pertinentes para la Marcha, y la ciencia, y la defensa de una cosmovisión basada en la evidencia, y me asombra que brillan por su ausencia.

Lo dicho, igual es tu blog y no le debes explicaciones a nadie. Si hay un motivo por el que los omitiste en la entrada y lo quieres compartir, muy bien, si no, en todo caso queda la invitación a no pasar de puntitas cuando se trata de la izquierda regresiva y cómo, poco a poco, van adoptando los métodos y (curiosamente) las posturas de esa derecha paleoconservadora que tanto detestamos.

Un saludo, Maik!

Maik Civeira dijo...

Sí, vi tu énfasis en ello. Ningún movimiento social puede ser homogéneo; siempre habrá alguien que diga alguna tontería o haga algo fuera de lugar.

Me pareció extraño que te concentraras tanto en descalificar a la marcha por algunos detalles, a TODO un movimiento por algún desliz o tontería sin importancia, o por posturas políticas que no compartes. Me parece nit-picking, nada más.

No creo que se pueda decir con justicia que la Marcha por la Ciencia era un simple movimiento de chairos, magudos y posmodernos, cuando esos detalles que mencionas son menos que secundarios; que si hubiera sido como lo describes en tus textos, no habría habido tantas asociaciones, medios y personalidades del mundo de la ciencia que le dieron su apoyo.

No lo digo como una simple apelación a la autoridad, sino como muestra de que quienes formaron el grueso, la avanzada y cara pública de este movimiento no son los posmodernos idiotas sobre los que concentras tus reflectores.

David Osorio dijo...

Maik, concentré mis reflectores sobre lo que hicieron los *organizadores* de la Marcha, lo que hacen con su página oficial y sus redes oficiales. No son magufos que llegaron ahí, sin más, sino los encargados del asunto, los que lo pusieron en movimiento.

Si lees bien, yo dije que yo no marcharía aunque no esperaba que otros se sumaran a mi decisión, que si alguien iba a marchar, que muy bien, y que ojalá lo hiciera con conocimiento de causa. Yo no diría que eso sea ni remotamente descalificar la Marcha en su totalidad (fíjate que no recrimino que hayas salido a marchar, me parece bien).

Ya en cuanto al tema del nit-picking, pues estamos en desacuerdo. No sólo esto no es un desliz sin importancia. Es algo sistemático que viene ocurriendo hace varios años y cada vez ha cobrado mayor relevancia. El autoritarismo vuelve a estar de moda y aunque ningún movimiento puede ser homogéneo, y siempre habrá quien diga alguna tontería, para mí, lo responsable es criticar esas tonterías, tanto cuando lo hacen los otros como cuando lo hace nuestro equipo. Bajar el estándar de conducta que esperamos de nuestros enemigos para nuestros amigos no es la forma más coherente de abogar por un tema. (Y puedo tener muchas diferencias políticas con alguien, y no por eso me iré lanza en ristre contra ellos; pero lo que sí me parece dable, y es a lo que le apunto, es a pedir un mínimo de coherencia.)

Maik Civeira dijo...

De acuerdo, va. Sí deben criticarse las declaraciones o acciones que consideramos erróneas dichas por las personas de nuestro bando. Sin embargo, también me parece malicioso descalificar a todo el movimiento como tú lo hiciste. Te cito:

"A medida que pasaban los días, fue claro que la "Marcha por la Ciencia" realmente era un nido de posmodernismo y anticiencia cuya única relación con la ciencia es que admite la existencia del cambio climático y su componente antropogénico — lo que siempre resulta curioso, viniendo de gente que insiste que la realidad objetiva no existe o que hay diferentes tipos de realidades."

Eso me cayó muy mal, la parte de "no es más que...", que me parece del todo desproporcionada. Como si algunos cuantos tuits fueran suficientes para ignorar las posturas fundamentales de la Marcha por la Ciencia y de quienes la apoyaban. Como si desde las revistas Science y Scientific American hasta Jane Goodall y Bill Nye, pesaran menos que los posmodernos anticiencia que dices que pueblan el movimiento. Siguiendo el movimiento en diversos medios y habiendo participado en las marchas y escuchado los discursos, sólo me he topado con los ejemplos que tú has espulgado. Igual y es muy experiencia anecdótica, pero me parece que la abrumadora mayoría de declaraciones, comunicados, desplegados y pancartas sobre y desde el movimiento dejan en claro que se trata de algo pro-ciencia, y no "nido de posmodernismo y anticiencia" como lo has querido categorizar.

Maik Civeira dijo...

Pero veamos las acusaciones que le haces al movimiento. Esto lo discutimos en el grupo de geopolítica. La interseccionalidad no es como la caracterizas, ni el párrafo de Pinker que citas es una refutación del concepto. Puede ser un paradigma de ciencias sociales debatible, pero difícilmente es una postura anticientífica.

El párrafo que mencionas en tu entrada, sobre la ciencia como un arma de la hegemonía, sí me parece lamentable. Que aunque históricamente es correcto que hipótesis disfrazadas de ciencia se han usado como armas ideológicas (especialmente las relacionadas con raza y sexo), el fraseo del párrafo puede contribuir a una idea errada de la ciencia. Sin embargo, ten en cuenta que ése fue uno de los primeros textos al respecto, y que el discurso del movimiento no siguió por esa línea.

El Tuit sobre el bombardeo también es lamentable (y también lo borraron posteriormente). Pero cuidado: lo podemos considerar una tontería, producto de la ingenuidad política (asumir que los terroristas son simplemente personas pobres), pero eso tampoco es anticientismo. Es una postura política ingenuota, nada más. El tuit, me parece, lamenta que la ciencia se use en tecnología bélica, pero decir que DEFIENDE al Dáesh es otra vez malicioso.

Una vez más, ten en cuenta que la página de donde obtienes -no la información sobre el tuit, que objetivamente existe sin importar la fuente que lo difunda- sino la INTERPRETACIÓN de lo que supuestamente significa y dice sobre el movimiento, es un sitio con un sesgo ideológico notorio, y con un historial de hostilidad hacia las posturas "liberales" en la política estadounidense.

https://en.wikipedia.org/wiki/American_Council_on_Science_and_Health

Maik Civeira dijo...

My bad: no dijiste "no es más que..." sino "realmente era..."

David Osorio dijo...

Llevas razón, tal vez recurrí a la hipérbole al denunciar la intromisión posmoderna en la Marcha. Es claro que no todos los marchantes ni quienes apoyaron la marcha son magufos. No estuvo bien de mi parte descalificar la marcha en su totalidad.

En cuanto a la fuente de la interpretación, yo me enteré por Jerry Coyne quien difícilmente tiene un historial de hostilidad hacia las posturas 'liberales'. El propio Coyne señala (y es lo que he dicho ya en comentarios anteriores) que tocó recurrir a fuentes conservadoras porque ninguna fuente 'liberal' se atrevió a criticar o interpretar el tweet.

Y me temo que eso es lo que pasa: cuando no hacemos house cleaning, le estamos regalando munición al enemigo. También es cierto que tal vez se podía hacer una interpretación más favorable del tweet; gracias por señalármelo. Intentaré tener más cuidado si me llego a encontrar una situación parecida.

Un saludo y, como de costumbre, me alegra poder tener conversaciones constructivas a pesar de (y gracias a) los desacuerdos.

Maik Civeira dijo...

Gracias, camarada. Y en esto tienes toda los dedos llenos de razón:

"Y me temo que eso es lo que pasa: cuando no hacemos house cleaning, le estamos regalando munición al enemigo."

Sí, hay que estar atentos de los errores que los de nuestro lado puedan cometer. A veces tememos que al criticar a los nuestros debilitemos nuestras posturas, pero por el contrario hace falta hacerlo, en especial en estos tiempos de polarización. Gracias por comentar.

Saludotes.

Mario dijo...

Un detallito pequeño, pero significativo: los médicos como tales no son científicos (a menos que hagan investigación).

Gran post. Un abrazo.

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