ANTIFA: ¿Quiénes son los verdaderos fascistas? - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

jueves, 24 de septiembre de 2020

ANTIFA: ¿Quiénes son los verdaderos fascistas?



Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos anti-fascistas

Winston Churchill, no lo dijo, nunca.

 

En América, la lucha se hacía más nebulosa por el hecho de que los peores fascistas renegaban de la palabra “fascismo”, y predicaban la esclavitud al capitalismo bajo el estilo de la Constitución y la tradicional libertad americana.

Sinclair Lewis, sí lo dijo.

 

Si el fascismo llega a América, no será como uno de esos movimientos de “camisas” ni “insignias”, sino, probablemente, envuelto en la bandera americana y anunciado como un llamado a la libertad y al rescate de la constitución.

James Waterman Wise, Jr., también lo dijo.

 

 

A finales de agosto de 2020, Aaron J. Danielson, miembro del grupo ultraderechista Patriot Prayer, murió a causa de un disparo. El contexto: los disturbios en Portland, Oregón, como consecuencia del asesinato de George Floyd a manos de la policía. El conflicto: las batallas campales entre manifestantes por un lado, y policías y milicias armadas por el otro. El tirador: Michael Forest Reinoehl, quien se describía a sí mismo como antifascista y quien aseguraba haber actuado para defender a un amigo de color. Días más tarde, Reinoehl fue abatido a tiros por agentes del FBI.

 

Justificada o no, la acción de Reinoehl es la primera instancia de alguien identificado como antifascista que mata a un miembro de un grupo de ultraderecha… o a cualquiera, para el caso. La primera. ¿Cuántos asesinatos a manos de la ultraderecha ha habido en Estados Unidos desde 2001? Con datos de septiembre de 2020: ciento catorce llevados a cabo por grupos extremistas de derecha, más otros nueve perpetrados por incels y misóginos. Ciento veintitrés asesinatos en los últimos veinte años; cincuenta y uno de ellos desde 2015, año en el que se empieza a apreciar el ascenso de la ultraderecha en el mundo. Solamente UNO llevado a cabo por un antifascista en todo ese tiempo.

 

Milicias armadas de extrema derecha se han presentado a “proteger la propiedad privada” en el contexto de las protestas y disturbios de Black Lives Matter. Armados con rifles de asalto, “patrullando” las calles e intimidando a los manifestantes. Unos miembros de la milicia Boogaloo Bois asesinaron a dos policías en Oakland. Documentos de la policía revelan que estos grupos armados han sido los que más han cometido actos violentos y quienes representan una auténtica amenaza en el contexto de los disturbios. Por su parte, algunos manifestantes pro-BLM han sido vistos con pistolas de mano.

 

Más de un centenar de muertes de víctimas indefensas contra una sola ocurrida en el contexto de un enfrentamiento. Decenas de milicianos armados hasta los dientes contra un puñado de pistolas avistadas. Y, aun así, la derecha quiere hacernos creer que el verdadero peligro es Antifa.



En 2017 los neonazis marcharon por las calles de Charlottesville cantando “¡Los judíos no van a reemplazarnos!”, referencia a una teoría conspiratoria de ultraderecha según la cual los judíos están impulsando un “gran reemplazo” de la raza blanca por otras “razas inferiores”. La creencia en este delirio ha llevado a la comisión de actos terroristas.

 

Para oponerse a los neonazis, contra-manifestantes se dieron cita en Charlottesville; por momentos se armaron los golpes. Uno de los neonazis arremetió con su auto contra una multitud, matando a una activista. Sobre el incidente, Donald Trump dijo que “había excelentes personas” entre los ultraderechistas, que la violencia había venido “de muchos lados” y que la “izquierda alternativa” había atacado a los manifestantes.

 

Fue a partir de aquellos sucesos que se popularizó el concepto de Antifa, abreviatura de “antifascista”. Con ello, la derecha tenía a un espantajo para aterrorizar a sus crédulos seguidores: decirles que el país, el mundo, se encontraba en peligro por culpa de esta “organización terrorista”. Antifa, se dice, está atacando a cualquiera “que no piense como ellos”; está detrás de los disturbios y los saqueos; ¡quieren derrocar al presidente, quieren establecer una dictadura comunista, están financiados por George Soros, están reduciendo ciudades enteras a ruinas!

 

Todas éstas son mentiras, y es de lo que tratará el siguiente texto, con datos y fuentes de información fidedignas. No es que eso pueda cambiar la opinión de un fanático de Trump, cuyo único criterio de veracidad es cualquier cosa que sea compatible con la narrativa que ya se compró. Pero puede resultar útil para quienes buscan información con una mente abierta. Nadie tiene que simpatizar con Antifa ni aprobar sus métodos, pero es importante separar los mitos de los hechos, y opinar basándose en la mejor información disponible, no en lo que nos gustaría creer que fuera verdad.



Primero, hay que aclarar que Antifa no es UNA organización. No existe una dirigencia, ni un comité central, ni siquiera un plan de acción detallado, o un ideario concreto en común. Antifa no tiene voceros, ni publicaciones oficiales, ni siquiera hay cuentas en redes sociales que puedan ser verificadas (y muchas son falsas, creadas a propósito para desprestigiar). Hay, cuando mucho, células antifascistas organizadas a nivel local. Existe cierta solidaridad internacional que se expresa a través del uso de símbolos, narrativas difundidas en redes sociales, inspiración mutua e información compartida; pero no hay, ni de lejos, una sola coordinación para todos los grupos.

 

Independientemente de lo que uno pueda pensar sobre Antifa, definitivamente no es una organización terrorista; primero porque ni se trata de una organización, y segundo porque no ha cometido ni un solo acto que se pueda catalogar como terrorismo. Un reportaje de Chris Jones para 100 Days in Appalachia toma la palabra del investigador Mark Pitcavage, experto en temas de extremismo; de hecho, reprueba sus tácticas, pero también explica que:

 

“Antifa no es un grupo, punto”. Con la excepción de activistas locales que coordinan acción antifascista contra supremacistas blancos, “la forma en la que te identificas como Antifa es simplemente presentarte en un evento de supremacistas blancos para confrontarlos y luego te regresas a hacer lo que sea que estabas haciendo”.

 

Si bien el actuar de Antifa se define básicamente por el uso de violencia contra los supremacistas, “nunca han cometido un ataque terrorista, nunca han asesinado a nadie. Han golpeado gente, a veces malamente, y sí llevan a cabo tácticas negativas y contraproducentes, pero no son un grupo terrorista ni nada por el estilo,” dijo Pitcavage.

 


Los medios de comunicación (especialmente los de derecha) han hecho un énfasis desproporcionado en los saqueos y actos de vandalismo llevados a cabo en el contexto de las protestas a favor del movimiento Black Lives Matter. Lo cierto es que la inmensa mayoría de las protestas han sido pacíficas, según nos muestran los datos (resumen aquí). 

 

Hay muchísima desinformación y muchísima gente dispuesta a creerla porque confirma sus prejuicios.  La cantidad de artículos que Snopes ha tenido que sacar desmintiendo bulos sobre Antifa y BLM es impresionante. Es que, en este mundo de posverdad, los manipuladores han aprendido que pueden decir mentiras cada vez más descaradas, infundadas, absurdas e infamantes, y que no importa cuánto se refuten, cuánto fact-check se haga, siempre habrá quien lo crea todo a pies juntillas.

 

No, éstos no fueron policías asesinados por manifestantes. No, Antifa no está iniciando incendios forestales en Oregón. No, Antifa no está promoviendo que sus camaradas se disfracen como simpatizantes de Trump para cometer disturbios. No, Antifa no está haciendo un llamado a asesinar niños blancos. No, no hay caravanas de guerrilleros Antifa siendo transportados a pequeñas ciudades para sembrar el caos. No, matones de Antifa no están atacando gente inocente sólo por tener “cortes de cabello neonazis”.

 

Incluso la Casa Blanca tuiteó un mensaje que acompañaba un video que resultó ser falso; el gobierno de Trump es muy dado a mentir sin escrúpulos, pero esto era tan obviamente falso que tuvo que borrar el tuit. Esperar una disculpa ya sería demasiado de individuos que carecen de decencia básica, y de todos modos el daño ya estaba hecho: el video fue compartido más de un millón de veces. El mensaje, como de costumbre, incitaba al pánico respecto a Antifa como una suerte de ejército invasor:

 

Antifa y anarquistas profesionales están invadiendo nuestras comunidades, implantando ladrillos y armas para instigar a la violencia. Estos son actos de terrorismo doméstico. Las víctimas son los manifestantes pacíficos, los habitantes de estas comunidades y los valientes oficiales de la ley que montan guardia.

 


Y por último: no, George Soros no financia Black Lives Matter ni Antifa. En la cultura conspiranoica de la derecha (ultra y “normal”), Soros se ha convertido en el chivo expiatorio al cual culpar de todo lo que les asusta. Todos los movimientos sociales de los últimos años, todos los cambios culturales que hemos venido experimentando tan rápido, todas las protestas y manifestaciones, pueden ser deslegitimadas si simplemente se satanizan como parte de un complot orquestado por un judío malvado para destruir a Occidente. Es decir, se trata de una conspiranoia típicamente fascista, y el pensamiento conspiratorio es no sólo irracional sino peligroso.

 

Lo que es cierto es que ha habido saqueos, incendios y actos vandálicos varios en el contexto de las protestas a favor de Black Lives Matter. No voy a condonar aquí los daños a propiedad pública o privada, pero sí hay que entender que: a) no son representativos del grueso del movimiento de protesta que se está viviendo; b) es un fenómeno difícil de evitar cuando se tiene un movimiento de masas así de amplio y un descontento social así de profundo; c) no hay ni una sola evidencia de que células identificadas con Antifa hayan cometido saqueos, ni de que los saqueos estén “organizados” por nadie en particular. Todo apunta a que fueron los mismos habitantes de la localidad aprovechando el caos y una minoría de manifestantes radicales. De nuevo, Mark Pitcavage explica:

 

“Hay más bien una presencia de anarquistas que de Antifa, pero la mayor parte de la violencia parece ser llevada a cabo por gente local”, notó Pitcavage. De acuerdo a su investigación, Antifa no ha tenido un rol importante en las protestas relacionadas con el asesinato de George Floyd. “Como muchos grupos y movimientos diferentes han participado en algunas de las protestas, estoy seguro de que ha habido gente en ellas que también ha participado con Antifa”, dijo. “Pero no hay una presencia organizada de Antifa en estas protestas. No es realmente lo suyo”.

 

La información falsa tiene consecuencias reales. Personas comunes, ni siquiera ultraderechistas comprometidos, se tragan lo que les llega de los medios, y caen en el pánico al creer que su país está siendo invadido por terroristas de extrema izquierda:

 

En Leitchfield, Kentucky, Michael Johson y su hijo montaron guardia toda la noche afuera de su casa, armados con una escopeta, sólo en caso de que fueran reales los rumores sobre Antifa que vio circulando en las redes sociales.

 

“No hay razones para no creer en ello, después de lo que se ve en la TV, con lo que está pasando”, dijo Johnson.

 

Esta escena se ha repetido en muchas otras ciudades y pequeños poblados este año, producto del miedo y conflicto alimentado por publicaciones mendaces en las redes sociales, noticieros de derechas e incluso algunos de los líderes más poderosos de la nación.

 


Tomemos a Kyle Rittenhouse, un muchachito de 17 que mató a dos manifestantes e hirió a un tercero en Kenosha, Wisconsin. No parece que el joven se asumiera como racista, o como un militante de extrema derecha. Admiraba a las fuerzas policiales y le gustaban las pistolas, como a tantos gringos. Quizá de verdad se sintió intimidado por los manifestantes que se le aproximaron y disparó por miedo. Dudo que lo motivara la sed de sangre. Creo que lo que sucedió es que él, como muchos, se creyó la historia de que hay terroristas de Antifa y BLM destruyendo las ciudades americanas y que la policía necesitaba apoyo de patriotas armados. De hecho, Rittenhouse estaba respondiendo al llamado del grupo miliciano “Kenosha Guard”, a “tomar las armas para defender nuestra libertad”. 

 

En retrospectiva, hasta me da lástima: un niñato manipulado por discursos de odio se convirtió en asesino. Y he ahí el peligro: en un país lleno de gente armada, ¿cuántas de estas personas estarán dispuestas a tomar las armas y combatir lo que les han hecho creer que es una amenaza contra su patria y libertad? Mientras tanto, la derecha ha convertido a Rittenhouse en un héroe y se ha dedicado a difundir desinformación sobre sus víctimas, para impulsar la narrativa de que “se lo merecían”.

 

Pero, ¿por qué esta obsesión con Antifa? ¿Por qué hacer de ellos un espantajo y chivo expiatorio?  Michael Bray, autor de Antifa: The Antifascist Handbook opina que Trump y sus aliados satanizan a Antifa para obtener ventajas políticas. Después de todo, ha sido con él que tanto el fascismo y la reacción en su contra han emergido.

 

Los trumpeteros pueden arrojar al Partido Demócrata, a Joe Biden y a medios como CNN en la misma canasta, como si estuvieran respaldando a Antifa, algo completamente absurdo. Naomi Schalit, de The Conversation explica:

 

Equiparar movimientos de protesta con terrorismo o extremismo violento implica numerosos riesgos para una sociedad democrática. Para empezar, socava uno de los pilares centrales de todo sistema democrático funcional: el derecho a la protesta.

 

También sataniza el disenso legítimo para para favorecer a una agenda secundaria; en este caso, de Trump, quien pretende pintar a las ciudades gobernadas por el Partido Demócrata como si estuviera fuera de control.

 

Cuando la administración de Trump amenaza con designar a Antifa como una organización terrorista, o con enviar fuerzas federales para suprimir protestas violentas, también desvía recursos de otras amenazas de alto nivel. Éstas incluyen el extremismo de derechas, que ya ha cobrado docenas, en lugares como Christchurch, El Paso y demás.

 


Mientras Trump y la derecha concentran sus discursos en asustar al público con el fantasma de Antifa, los datos nos muestran una realidad muy distinta. La amenaza de grupos terroristas de extrema derecha ha estado creciendo en los últimos años, 55% más en la era de Trump: Boogaloo Bois, Patriot Prayer, the Proud Boys, milicias varias y en general todo el movimiento MAGA. Pero desde la Casa Blanca no se han tomado en serio las advertencias de agentes del FBI y expertos en seguridad doméstica. Vera Bergengruen y W.J. Hennigan, en un reportaje para Times, nos dicen:

 

El terrorismo de derechas es un problema global, que ha resultado en ataques devastadores desde Nueva Zelanda hasta Noruega. Pero es particularmente peligroso en E.U.A., donde hay más armas per capita que en ningún otro lugar del mundo, una epidemia de tiroteos masivos, una rígida tradición de libre expresión que protege los discursos de odio y leyes que hacen difícil confrontar un movimiento disperso que existe principalmente en las sombras del ciberespacio.

 

“El supremacismo blanco es ahora mismo una amenaza más grande que el terrorismo internacional” dice David Hickton, quien dirige el Pittsburg Institute for Cyber Law, Policy and Security. “Nos están comiendo desde adentro”.  

 

El Partido Republicano incluso repudió un reporte sobre el ascenso del extremismo de derecha de analistas del Department of Homeland Security. El repudio vino porque el reporte señalaba a los conservadores y sus posturas ideológicas como puntos de partida hacia el extremismo. En el caso de Trump, él mismo ha girado instrucciones para no vigilar a esta amenaza y ha desmantelado la infraestructura dedicada contrarrestar el terrorismo doméstico. Mientras, con su retórica inspira e instiga a la ultraderecha.

 

Eso no es lo peor: las mismas fuerzas policiacas a lo largo y ancho de todo el país están infiltradas por milicias armadas y grupos de extrema derecha, como lo reveló Michael German, un exagente del FBI. The Guardian informa:

 

Oficiales de la ley en Estados Unidos han estado vinculados con acciones de racismo militante en más de una docena de estados desde el año 2000, y cientos de oficiales de policía han sido sorprendidos publicando contenido racista e intolerante en las redes sociales.

 

El reporte señala que, a lo largo de los años, vínculos de la policía con milicias y grupos de supremacistas blancos han sido descubiertos en estados incluyendo Alabama, California, Connecticut, Florida, Illinois, Luisiana, Michigan, Nebraska, Oklahoma, Oregón, Texas, Virginia, Virginia del Oeste y Washington.

 

La policía en Sacramento, California, en 2018 trabajó con neonazis para presentar cargos contra activistas anti-racistas, incluyendo algunos que habían sido apuñalados por los mismos neonazis. Apenas este verano, escribe German, un alguacil del condado Orange y un policía de Chicago fueron sorprendidos portando símbolos de ultraderecha. En Olimpia, Washington, un oficial fue fotografiado posando con un grupo de milicianos; policías de Filadelfia fueron filmados mientras permanecían tranquilos y dejaban que turbas armadas atacaran a manifestantes y periodistas.

 



Con todo lo anterior, no es de extrañar lo que nos informa The Intercept (aquí y aquí), acerca de cómo los informes de inteligencia de la policía alertaban que los actos de violencia y el mayor peligro provienen de las milicias de extrema derecha, mismas a las que muchos policía recibían con los brazos abiertos:

 

Mientras la Casa Blanca batía los tambores para reprimir a un movimiento izquierdista sin líderes, oficiales de la ley a lo largo del país estuvieron compartiendo reportes detallados de extremistas de derecha que pretendían atacar a los manifestantes y a la policía durante las históricas protestas, como muestran documentos recién filtrados.

 

Entre el constante flujo de amenazas desde la extrema derecha estaban repetidos encuentros entre oficiales de policía y seguidores fuertemente armados de los llamados Boogaloo Bois, que buscan el enfrentamiento con los policías como una forma de desencadenar una nueva guerra civil. Con mucho del aparato policial cazando a Antifa, esas aspiraciones violentas parecen haberse materializado en una serie de ataques en California, que dejaron a dos oficiales muertos y varios otros heridos.

 

Si se adentran en la historia del fascismo, verán que la policía siempre jugó un papel fundamental en su ascenso, haciéndose de la vista gorda ante las acciones de los fascistas, o de plano atacando a los que serían sus víctimas (judíos, migrantes, minorías) y opositores (es decir, las encarnaciones anteriores de Antifa).

 


En entradas anteriores, vimos cómo los movimientos sociales, incluso aquéllos que hoy son canonizados y considerados heroicos, en su momento también fueron tachados de extremistas y peligrosos. Asimismo, hemos hablado de diversas estrategias discursivas que sirven para normalizar posturas fascistoides como si no lo fueran, al tiempo que tildan de “verdaderos fascistas” a quienes se oponen a ellas. A empeorar las cosas contribuyen quienes quieren verse como centristas, racionales y moderados, que trazan falsas equivalencias entre una extrema derecha que está matando gente y tiene abiertos planes de exterminio, y una izquierda que simplemente pretende oponerse a ello, pero que “ha ido demasiado lejos” para el gusto de algunos. Todo esto contribuye a crear un ambiente de suspicacia y recelo contra Antifa, mientras se ignora o minimiza el verdadero peligro.

 

¿Por qué esto es importante? Aquí he hablado principalmente de Estados Unidos, pero el fenómeno del ascenso del fascismo es global, como también es la organización de diversas resistencias para oponérsele, muchas de las cuales se identifican como Antifa. Eso incluye a América Latina. Desde hace unos meses he estado buscando material en habla hispana sobre Antifa y Black Lives Matter. En su inmensa mayoría, sobre todo en YouTube, son contenidos infamantes que difundían los mismos tópicos y desinformación que circula en inglés. Es claro que los influencers de derecha en la hispanósfera están muy interesados en el asunto y quieren que sea cierta narrativa la que predomine. Lo malo es que casi no existe material en español que sirva de contrapeso.

 

Entonces, si Antifa no es una secta extremista con miembros infiltrándose por todas partes y a punto de tomar el poder mediante un golpe comunista, ¿qué es? Antifa es un concepto, un ideal con el cual individuos y grupos se identifican, y se reconocen por valores en común, principalmente la resistencia contra el fascismo en todas sus formas y por cualquier medio que sea necesario. No se puede ser “miembro de Antifa” en sentido estricto; pueden una o varias personas identificarse como Antifa, pero el grado de esa identificación puede variar, desde simplemente adoptar sus símbolos y eslóganes, pasando por difundir información, hasta organizarse en grupos para actuar. Antifa no es una creación nueva; es tan viejo como el fascismo y tiene una historia fascinante, a menudo heroica, a lo largo de casi un siglo. De eso hablaremos en la próxima entrada.



Esta entrada forma parte de la serie Crónica de un Invierno Fascista (y de la Resistencia). Otros textos sobre temas relacionados incluyen:

5 comentarios:

El Guajolote dijo...

Aunque este artículo es un tanto defensor de los antifa, yo pienso que la mayoría de sus simpatizantes que ahorita se encuentran enfrentándose con los populistas en Estados Unidos principalmente, les hace falta volverse más radicales y más violentos, de alguna manera su idea pacifista de no agredir y demás no es suficiente contra la ideología fascistoide del populismo de derecha, además de que es totalmente reprobable que muchos de los antifa apoyen completamente a las políticas de la identidad (que son una forma de protofascismo), ya que en parte ahí les están abriendo cancha a los fascistas. Creo que deben ser más violentos y ahora sí tomar las armas, no dejarse intimidar por los otros.

Sexto Empirico dijo...

Maik, he notado tu interés de los últimos meses con el Fascismo. En lo personal, me parece un tema fascinante y a la vez atemorizante, pero lo siento un tanto alejado de la realidad nacional. En lo personal, me preocupa ahora más el panorama nacional, en donde se observan tendencias de un retroceso hacia el viejo autoritarismo priista o quizá un autoritarismo de otro tipo. El único movimiento ultraderechista que percibo es el de Frena, que no me parece tenga mucho sustento social. Aunque ciertamente se está fortaleciendo, sacando ventaja del discurso populista y polarizarte de la actual administración; capitalizando el descontento social hacia las cuestionables decisiones políticas de los últimos años y dibujándose como la única alternativa viable. Pero a la vez, esto legitima el autoritarismo de la administración actual que presentará la política futura como la disyuntiva entre elegir entre un autoritarismo de (seudo)izquierda y uno de ultraderechismo.

Aunque en el penúltimo párrafo abordas un poco la cuestión de como el problema del fascismo gringo nos afecta, sería interesante que desarrollaras un poco más la cuestión. Quizá te mueves en grupos sociales donde es más común de lo que es para mí. Saludos.

Iron Chef dijo...

No al progresismo. No al radicalismo postmoderno y torcidas ideas.

https://bigmaud.com/2020/06/30/john-cleese-contra-el-progresismo/

https://newdiscourses.com/2020/09/no-science-isnt-social-construct/

Maik Civeira dijo...

Jorge Laris: Sí, me preocupa al igual que a ti todo eso que dices. Un poco de ello lo abordé aquí:

https://www.maikciveira.com/2020/05/mi-peje-no-es-comunista.html

Si me enfoco tanto en el nuevo fascismo en Estados Unidos es porque su alcance es global y porque hay muy poco contenido en español al respecto, pero pronto volveré a abordar los problemas de México.

Al anónimo del puntito: Tu comentario y tus enlaces no tienen nada que ver con nada. En este blog apoyamos a la ciencia y yo antes he denunciado las excenctricidades del posmodernismo al respecto. Alguien te ha confundido los conceptos gravemente. Antes bien, el afán de insistir de que "los progres y posmodernos hay llegado demasiado lejos y son el verdadero peligro" es un ejemplo de la retórica de la que hablé en este otro texto:

https://www.maikciveira.com/2020/09/como-hacer-fascismo-sin-ser-funado-por.html

Sexto Empirico dijo...

Gracias, Maike, por tu respuesta. Quería agregar que de alguna manera el comentario del anónimo ayudó a confirmar la pertinencia de tu entrada.

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