¿Cuál es la ideología de Marvel? Parte III - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

martes, 18 de mayo de 2021

¿Cuál es la ideología de Marvel? Parte III

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En las entregas anteriores hemos estado revisando la ideología de Marvel, según se trasluce en sus películas, especialmente las de Iron Man y Captain America. Entonces hemos podido concluir los siguientes principios ideológicos del MCU:

 

  1. El mal existe porque hay gente que es mala.
  2. La solución es procurar que la gente buena tenga siempre el poder.
  3. Las fuerzas armadas estadounidenses constituyen una entidad benévola, y por lo tanto está bien que ostenten el poder.

 

A estos principios pudimos agregar uno que se opone directamente al segundo, que coexiste con él y al que a veces se le da la razón, dependiendo de la película:

 

Nadie debería tener un poder irrestricto sobre las demás personas, porque ese poder se corrompe fácilmente.

 

Y también un par de corolarios al tercer principio:

 

3.A Es posible hacer crítica y denuncia del imperialismo yanqui y las instituciones de poder americanas, siempre y cuando se haga de forma indirecta y metafórica a través de entidades ficticias.

 

3.B Es posible retratar a miembros de las clases poderosas e instituciones de poder como personas que hacen el mal, siempre y cuando se les presente como individuos personalmente malvados y no como parte de un sistema injusto.

 

Ahora vamos a explorar otros temas, a ver qué es lo que las pelis de Marvel tienen que decirnos al respecto…

 

PARTE III
UN MUNDO, UN PUEBLO

 


En la primera película de Iron Man se alardea mucho de lo mujeriego que es Tony Stark y de cómo había coshado con todas las playmates del año. En esa misma película, Tony se acuesta con la reportera Christine Everheart, que luego recibe un montón de slut shaming ahí y en la secuela. Tony y Pepper se refieren directamente a ella como “slut” y en su primera aparición Pepper se refiere a ella (y a las mujeres con las que Tony tiene sexo casual) como “sacar la basura”.

 

Es claro que en las películas de Iron Man hay un tipo de mujeres que son para coger, que no importan, que son unas zorras, la basura que Pepper saca por las mañanas; y luego está Pepper, la mujer respetable que es para el romance verdadero del héroe. Pero ojo, por cómo lo plantea la peli, las mujeres que se acuestan con Tony serán unas putonas, pero Tony es un chingón por acostarse con tantas de ellas. Doble estándar, pues.

 

En Iron Man 2 un grupo de edecanes baila con bikinis inspirados en la armadura del Hombre de Hierro, preparándose para recibir a Tony Stark, que aterriza entre ellas. En esa misma película, cada vez que Scarlett Johansson, la mujer perfecta, aparece en pantalla, las tomas y encuadres están pensados para resaltar su impresionante físico. O sea, en esta peli tenemos ejemplos típicos de male gaze, la mirada masculina en el cine, que es la tendencia a enfocar a las mujeres en función de que resulten atractivas y placenteras para los hombres heterosexuales.

 


No traigo esto a colación nomás para despotricar, y lo aclaro porque no vaya a ser que un redactor malpagado de El Universal lea esto y escriba un artículo diciendo “Buscan cancelar Iron Man en redes por machista”. Lo que quiero es apuntar cómo la cosa fue cambiando poco a poco para llegar mostrarnos un enfoque muy distinto, y que esa evolución del MCU se nota muchísimo si te maratoneas todas las pelis desde 2008 hasta hoy (cosa que al día de hoy he hecho ya dos veces porque soy bien ñoño). En las primeras dos fases los personajes femeninos estaban ahí nomás para verse bonitas y/o ser el interés romántico de los protagonistas. Las únicas películas que cumplían con tener más de dos mujeres con nombre, diálogo y acciones que aportaran a la trama fueron las de Thor y las de Guardians of the Galaxy.

 

Para la tercera etapa la cosa ya iba cambiando. Hay muchos más personajes femeninos activos y relevantes, incluso cuando los protagonistas son vatos; por ejemplo, en Black Panther, Spider-Man: Homecoming o Doctor Strange. Por supuesto, esa misma etapa es la que nos da, por fin, una película protagonizada por una superheroína, Captain Marvel, en 2019. Sin embargo, siempre he dicho Marvel tardó mucho, y que ésa debió haber inciado con Black Widow por lo menos desde la segunda fase.

 

Como fuere, se puede apreciar que esas muestras de sexismo tan casuales que veíamos en la primera fase fueron reemplazadas gradualmente por celebraciones del poder femenino, girl power, que alcanza su clímax en aquella escena de Endgame que hizo llorar a los fifas del mundo porque está “muy forzada”.

 


También empezamos a ver un poco más de diversidad racial conforme avanzaba el MCU. Todo esto fue presentado siguiendo la fórmula más segura de la cultura pop gringa: sí, pon un reparto diverso, pon a mujeres empoderadas y a personajes de color haciendo cosas chingonas, pero no menciones que el sexismo y el racismo existen. Es “tener el pastel y comértelo”: pones diversidad suficiente para que no digan que a tu obra le falta, pero sin hacer críticas sobre el racismo y el sexismo que podrían incomodar a los conservadores. Tal es la marca del capitalismo incluyente: mucha diversidad, pero sin cuestionar las estructuras de poder.

 

Ni hablar de temas LGBTQ, que prácticamente no existen en el MCU, excepto en las series de TV, algún que otro extra, y ciertos personajes como Loki y Valquiria que sabemos que son del arcoíris, pero hasta la fecha no lo han demostrado. Esto empezó a cambiar apenas en pelis como Captain Marvel, en la que se deja claro que nuestra heroína ha tenido que enfrentarse al sexismo a lo largo de su vida. Pero tampoco se hace mucho énfasis en ello.

 

La primera obra del MCU en reconocer siquiera que el racismo es un problema en el mundo fue Black Panther, pero The Falcon and the Winter Soldier, la más política de Marvel hasta ahora (y que analicé con detalle por acá), va todavía más lejos y reconoce otras formas de injusticia, en particular las que enfrentan los migrantes y refugiados. Ambas obras nos dan un nuevo principio ideológico para Mavel: Es moralmente incorrecto ignorar las injusticias que existen en el mundo.

 


En Black Panther esto se le recrimina a T’Chaka y los reyes que gobernaron antes de T’Challa, pues teniendo el poder de ayudar a los otros africanos y afrodescendientes alrededor del mundo, prefirieron ignorarlos y no meterse en problemas. En The Falcon and the Winter Soldier, el reclamo se hace a los directivos del Global Repatriation Council, que toman decisiones sobre los refugiados sin tener en cuenta a la misma gente a la que afectan. Es más, podemos rastrear esta enseñanza desde la primera Iron Man, en cuanto a que a Tony le explotan en la cara todos esos problemas que él contribuyó a crear por su inconsciencia.

 

Precisamente, lo interesante es que ninguno de estos personajes es lo que se dice malvado. Se les presenta más bien como personas que tomaron malas decisiones por desconsideración, falta de visión o de consciencia social. La primera Iron Man aceptaba más tonos de gris que la mayoría del MCU subsecuente, que ha desplegado una visión maniquea en blanco y negro. Parece que la cosa va cambiando conforme este universo evoluciona, y con ello añade un corolario al segundo principio: A veces el problema no es sólo que haya gente mala, sino que la gente buena no hace lo que debería.

 

Ignorar el racismo y el sufrimiento de los refugiados no sólo perpetúa esos problemas, sino que produce una reacción violenta en forma de Killmonger y los Flag Smashers. Estos antagonistas son el resultado de injusticias y opresiones sistémicas que las películas denuncian. Pero, aunque tienen la razón al criticar esas injusticias, estos personajes se vuelven villanos desde el momento en que empiezan a usar la violencia, en especial cuando rompen el tabú de matar inocentes.

 


Sujetos así sirven para exponer otro principio ideológico de Marvel, que se podría formular de la siguiente manera: La violencia es legítima contra quienes atacan el statu quo, nunca contra las injusticias inherentes al statu quo. Es válido usar la violencia contra criminales, terroristas e invasores extraterrestres (y si hay pérdidas colaterales, pues ni modo, es una tragedia inevitable de la vida). Pero no se puede usar la violencia contra las instituciones de poder.

 

Veamos el statu quo del mundo contemporáneo, el cual lleva inherente una atroz desigualdad socioeconómica que posibilita la existencia de un puñado de billonarios, mientras condena a millones de personas a la pobreza. Peor, esa minoría que acumula recursos es directamente responsable del cambio climático y de bloquear las medidas necesarias para enfrentar un problema que ya afecta la vida y el bienestar de millones de personas en todo el mundo.

 

Un sistema que crea estas condiciones constituye una forma de violencia mucho peor que cualquier cosa que puedan hacer la mayoría de los villanos de Marvel (sólo aquellos que representan amenazas a escala planetaria estarían a ese nivel). Pero estas injusticias, estas violencias, son parte del sistema mismo, parte de “la normalidad”; están dentro de las leyes y las instituciones existentes, y por lo tanto la violencia no es legítima para combatirlas.

 


Los antiguos reyes de Wakanda hicieron mal al ignorar la opresión de los negros en el mundo (como comenté por acá), pero Killmonger hizo mal al querer cambiar esa situación mediante la revolución violenta. T’Chaka aprende del error, escucha los reclamos de su primo, reconoce las injusticias y actúa… Mediante la diplomacia, la caridad y la creación de centros comunitarios.

 

Después de salvar a los miembros del GRC, Sam Wilson les da una muy buena regañiza, y les dice que tienen que incluir en la toma de decisiones a las personas a las que afectan. Vamos, representación democrática básica, eso está muy bien. Lo curioso es que Sam le espeta a los senadores que tienen tanto poder como Thanos (un ecofascista), ya sea para talar bosques enteros o para alimentar a los hambrientos. Pero si es válido ir a matar a Thanos mientras se toma su caldito, a los de GRC sólo se les puede sermonear con vehemencia. Las películas nunca cuestionan por qué existe un organismo que tiene tanto poder como el GRC o porqué está bien que Wakanda sea una monarquía hereditaria, sólo exhorta a quienes tienen el poder a “hacer un mejor trabajo”.

 

Lo cual nos lleva a otro principio ideológico de Marvel, derivado del anterior: Se debe combatir a las injusticias inherentes al sistema dentro de las reglas del sistema, nunca mediante la revolución. O sea, las pelis de Marvel admiten que hay injusticias en el mundo, pero para combatirlas hay que armar caridades, establecer ONGs, dar discursos públicos, educar a la gente, generar conciencia y escribir a nuestros representantes. Reforma sí, nunca revolución.

 

Así, de todo esto, y de lo que hemos discutido en las primeras entregas, podemos inferir uno de los más fundamentales principios ideológicos de Marvel, uno del que dependen casi todos los demás, a tal grado que lo podríamos llamar el principio cero: El sistema sociopolítico que constituye el statu quo, con todo y sus deficiencias, es fundamentalmente legítimo.

 


Ahora bien, yo siempre he pensado que villanos “con una causa” son de los más interesantes. Que si tienen algo que decir contra las injusticias sistémicas no es para que entendamos que dejan de ser villanos porque sus críticas son válidas, ni que sus críticas dejan de ser válidas porque son villanos; es para hacer a los personajes más profundos y a su conflicto con los héroes más interesante.

 

Pero las observaciones de varios contactos míos me han hecho percatarme de algo: los personajes con resentimiento válido contra las injusticias sistémicas casi siempre son villanos (antihéroes, en el mejor de los casos). Al menos, así ha sido la regla en el MCU. Nunca vemos a personajes que tengan las mismas causas, los mismos reclamos o los mismos objetivos que Killmonger o Karli Morgenthau, pero que no lleguen a cometer homicidios.

 

Más aun, nunca vemos en el MCU movimientos masivos contra esas injusticias; no hay marchas, plantones, protestas o boicots. O está el tibio gradualismo de los héroes, o el radicalismo violento de los antagonistas. No hay puntos medios. Esto puede ser porque no se les ocurre, o no quieren que a ti se te ocurra. Pero más probablemente tiene que ver con que éstas son historias de superhéroes y lo que queremos ver es a sujetos con habilidades extraordinarias pelear unos con otros.

 


No obstante, no podemos ignorar que esto conlleva un principio ideológico común a todo el género de superhéroes, ya sea intencional o no: Los hechos importantes son realizados por personajes extraordinarios. Es lo que se conoce como la “teoría de los grandes hombres”, una concepción muy decimonónica del devenir histórico, según la cual los grandes cambios sociales son realizados por personalidades fuera de lo común, a quienes la gente normal nomás va siguiendo. Esto no es algo que ningún estudioso de la historia se tome en serio, pero tiene mucha influencia en la ultraindividualista ideología estadounidense: quienes hacen al mundo son los grandes hombres, y si quieres dejar tu huella, para bien o para mal, tienes que convertirte en uno. Y así es en las películas de Marvel: no existen fuerzas sociales, no hay grandes logros colectivos: son los héroes y los villanos quienes hacen todo.


Tan es así que, cuando aparecen masas, son ejércitos en batalla, comandados por los héroes o villanos extraordinarios. Y el ejército de los malos son seres sin individualidad, sin humanidad, y a los que es completamente legítimo no sólo matar, sino exterminar por completo como hace Iron Man al final de Endgame. Y sí, estos ejércitos sin mente existen para que nuestros héroes puedan tener batallas épicas sin que nosotros, como espectadores, tengamos que pensar si a lo mejor ese chitauri al que Hulk acaba de aplastar era un buen padre de familia que se unió al ejército de Thanos para poder pagar la hipoteca.

 

Empero, esta idea de que existen razas completas que son intrínsecamente malvadas y a las que podemos aniquilar sin remordimientos, aunque tenga todo el sentido y validez del mundo dentro del universo ficticio, manda sin querer una moraleja muy problemática que, trasladada a nuestro mundo, se traduce en atrocidades. Ojo: no estoy diciendo que la intención o el efecto de este tropo (tan trillado en la fantasía, por cierto) sea que apoyes o apruebes el genocidio, sólo que hay que poner atención porque lo que es válido en una ficción no siempre es válido para el mundo real.

 


Esto último es importante porque no se trata sólo de establecer la ideología de Marvel, sino de saber qué haremos con ella. Estas entradas han ido revelando a qué nos enfrentamos, pues incluso con sus contradicciones se puede ir armando un perfil más o menos coherente. ¿En qué consiste con exactitud? Ya lo veremos en la próxima entrega.

 

CONCLUYE EN LA PARTE IV

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