Leer la Parte I
Leer la Parte II
En las entregas anteriores hemos estado
revisando la ideología de Marvel, según se trasluce en sus películas,
especialmente las de Iron Man y Captain America. Entonces hemos
podido concluir los siguientes principios ideológicos del MCU:
- El mal existe porque hay gente que es mala.
- La solución es procurar que la gente buena tenga siempre el poder.
- Las fuerzas armadas estadounidenses constituyen una entidad benévola, y por lo tanto está bien que ostenten el poder.
A estos principios pudimos agregar uno
que se opone directamente al segundo, que coexiste con él y al que a veces se
le da la razón, dependiendo de la película:
Nadie debería tener un poder
irrestricto sobre las demás personas, porque ese poder se corrompe fácilmente.
Y también un par de corolarios al tercer
principio:
3.A Es posible hacer crítica y
denuncia del imperialismo yanqui y las instituciones de poder americanas,
siempre y cuando se haga de forma indirecta y metafórica a través de entidades
ficticias.
3.B Es posible retratar a miembros de
las clases poderosas e instituciones de poder como personas que hacen el mal, siempre y
cuando se les presente como individuos personalmente malvados y no como parte
de un sistema injusto.
Ahora vamos a explorar otros temas, a
ver qué es lo que las pelis de Marvel tienen que decirnos al respecto…
En la primera película de Iron Man
se alardea mucho de lo mujeriego que es Tony Stark y de cómo había coshado con
todas las playmates del año. En esa misma película, Tony se acuesta con
la reportera Christine Everheart, que luego recibe un montón de slut shaming
ahí y en la secuela. Tony y Pepper se refieren directamente a ella como “slut”
y en su primera aparición Pepper se refiere a ella (y a las mujeres con las que
Tony tiene sexo casual) como “sacar la basura”.
Es claro que en las películas de Iron
Man hay un tipo de mujeres que son para coger, que no importan, que son unas
zorras, la basura que Pepper saca por las mañanas; y luego está Pepper, la
mujer respetable que es para el romance verdadero del héroe. Pero ojo, por cómo
lo plantea la peli, las mujeres que se acuestan con Tony serán unas putonas,
pero Tony es un chingón por acostarse con tantas de ellas. Doble estándar,
pues.
En Iron Man 2 un grupo de
edecanes baila con bikinis inspirados en la armadura del Hombre de Hierro,
preparándose para recibir a Tony Stark, que aterriza entre ellas. En esa misma
película, cada vez que Scarlett Johansson, la mujer perfecta, aparece en
pantalla, las tomas y encuadres están pensados para resaltar su impresionante
físico. O sea, en esta peli tenemos ejemplos típicos de male gaze, la
mirada masculina en el cine, que es la tendencia a enfocar a las mujeres en
función de que resulten atractivas y placenteras para los hombres
heterosexuales.
No traigo esto a colación nomás para
despotricar, y lo aclaro porque no vaya a ser que un redactor malpagado de El
Universal lea esto y escriba un artículo diciendo “Buscan cancelar Iron
Man en redes por machista”. Lo que quiero es apuntar cómo la cosa fue
cambiando poco a poco para llegar mostrarnos un enfoque muy distinto, y que esa
evolución del MCU se nota muchísimo si te maratoneas todas las pelis desde 2008
hasta hoy (cosa que al día de hoy he hecho ya dos veces porque soy bien ñoño). En las
primeras dos fases los personajes femeninos estaban ahí nomás para verse
bonitas y/o ser el interés romántico de los protagonistas. Las únicas películas
que cumplían con tener más de dos mujeres con nombre, diálogo y acciones que
aportaran a la trama fueron las de Thor y las de Guardians of the
Galaxy.
Para la tercera etapa la cosa ya iba
cambiando. Hay muchos más personajes femeninos activos y relevantes, incluso
cuando los protagonistas son vatos; por ejemplo, en Black Panther, Spider-Man:
Homecoming o Doctor Strange. Por supuesto, esa misma etapa es la que
nos da, por fin, una película protagonizada por una superheroína, Captain
Marvel, en 2019. Sin embargo, siempre he dicho Marvel tardó mucho, y que ésa
debió haber inciado con Black Widow por lo menos desde la segunda fase.
Como fuere, se puede apreciar que esas
muestras de sexismo tan casuales que veíamos en la primera fase fueron
reemplazadas gradualmente por celebraciones del poder femenino, girl power,
que alcanza su clímax en aquella escena de Endgame que hizo llorar a los
fifas del mundo porque está “muy forzada”.
También empezamos a ver un poco más de
diversidad racial conforme avanzaba el MCU. Todo esto fue presentado siguiendo
la fórmula más segura de la cultura pop gringa: sí, pon un reparto diverso, pon
a mujeres empoderadas y a personajes de color haciendo cosas chingonas, pero no
menciones que el sexismo y el racismo existen. Es “tener el pastel y
comértelo”: pones diversidad suficiente para que no digan que a tu obra le
falta, pero sin hacer críticas sobre el racismo y el sexismo que podrían
incomodar a los conservadores. Tal es la marca del capitalismo incluyente:
mucha diversidad, pero sin cuestionar las estructuras de poder.
Ni hablar de temas LGBTQ, que prácticamente no existen en el MCU, excepto en las series de TV, algún que otro extra, y ciertos personajes como Loki y Valquiria que sabemos que son del arcoíris, pero hasta la fecha no lo han demostrado. Esto empezó a cambiar apenas en pelis como Captain Marvel, en la que se deja claro que nuestra heroína ha tenido que enfrentarse al sexismo a lo largo de su vida. Pero tampoco se hace mucho énfasis en ello.
La primera obra del MCU en reconocer
siquiera que el racismo es un problema en el mundo fue Black Panther,
pero The Falcon and the Winter Soldier, la más política de Marvel hasta
ahora (y que analicé con detalle por acá), va todavía más lejos y reconoce otras formas de injusticia, en
particular las que enfrentan los migrantes y refugiados. Ambas obras nos dan un
nuevo principio ideológico para Mavel: Es moralmente incorrecto ignorar las
injusticias que existen en el mundo.
En Black Panther esto se le
recrimina a T’Chaka y los reyes que gobernaron antes de T’Challa, pues teniendo
el poder de ayudar a los otros africanos y afrodescendientes alrededor del
mundo, prefirieron ignorarlos y no meterse en problemas. En The Falcon and
the Winter Soldier, el reclamo se hace a los directivos del Global
Repatriation Council, que toman decisiones sobre los refugiados sin tener en
cuenta a la misma gente a la que afectan. Es más, podemos rastrear esta
enseñanza desde la primera Iron Man, en cuanto a que a Tony le explotan
en la cara todos esos problemas que él contribuyó a crear por su inconsciencia.
Precisamente, lo interesante es que
ninguno de estos personajes es lo que se dice malvado. Se les presenta más bien
como personas que tomaron malas decisiones por desconsideración, falta de
visión o de consciencia social. La primera Iron Man aceptaba más tonos
de gris que la mayoría del MCU subsecuente, que ha desplegado una visión maniquea
en blanco y negro. Parece que la cosa va cambiando conforme este universo
evoluciona, y con ello añade un corolario al segundo principio: A veces el
problema no es sólo que haya gente mala, sino que la gente buena no hace lo que
debería.
Ignorar el racismo y el sufrimiento de
los refugiados no sólo perpetúa esos problemas, sino que produce una reacción
violenta en forma de Killmonger y los Flag Smashers. Estos antagonistas son el
resultado de injusticias y opresiones sistémicas que las películas denuncian.
Pero, aunque tienen la razón al criticar esas injusticias, estos personajes se
vuelven villanos desde el momento en que empiezan a usar la violencia, en
especial cuando rompen el tabú de matar inocentes.
Sujetos así sirven para exponer otro principio
ideológico de Marvel, que se podría formular de la siguiente manera: La
violencia es legítima contra quienes atacan el statu quo, nunca contra las
injusticias inherentes al statu quo. Es válido usar la violencia contra
criminales, terroristas e invasores extraterrestres (y si hay pérdidas
colaterales, pues ni modo, es una tragedia inevitable de la vida). Pero no se
puede usar la violencia contra las instituciones de poder.
Veamos el statu quo del mundo contemporáneo,
el cual lleva inherente una
atroz desigualdad socioeconómica que posibilita la existencia de un puñado
de billonarios, mientras condena a millones de personas a la pobreza. Peor, esa
minoría que acumula recursos es directamente responsable
del cambio climático y de bloquear las medidas necesarias para enfrentar un
problema que ya afecta la vida y el bienestar de millones de personas en todo
el mundo.
Un sistema que crea estas condiciones constituye
una forma de violencia mucho peor que cualquier cosa que puedan hacer la
mayoría de los villanos de Marvel (sólo aquellos que representan amenazas a
escala planetaria estarían a ese nivel). Pero estas injusticias, estas
violencias, son parte del sistema mismo, parte de “la normalidad”; están
dentro de las leyes y las instituciones existentes, y por lo tanto la violencia
no es legítima para combatirlas.
Los antiguos reyes de Wakanda hicieron
mal al ignorar la opresión de los negros en el mundo (como comenté por acá), pero Killmonger hizo mal
al querer cambiar esa situación mediante la revolución violenta. T’Chaka
aprende del error, escucha los reclamos de su primo, reconoce las injusticias y
actúa… Mediante la diplomacia, la caridad y la creación de centros
comunitarios.
Después de salvar a los miembros del
GRC, Sam Wilson les da una muy buena regañiza, y les dice que tienen que
incluir en la toma de decisiones a las personas a las que afectan. Vamos,
representación democrática básica, eso está muy bien. Lo curioso es que Sam le
espeta a los senadores que tienen tanto poder como Thanos (un ecofascista), ya sea para
talar bosques enteros o para alimentar a los hambrientos. Pero si es válido ir
a matar a Thanos mientras se toma su caldito, a los de GRC sólo se les puede sermonear
con vehemencia. Las películas nunca cuestionan por qué existe un organismo que tiene
tanto poder como el GRC o porqué está bien que Wakanda sea una monarquía
hereditaria, sólo exhorta a quienes tienen el poder a “hacer un mejor trabajo”.
Lo cual nos lleva a otro principio
ideológico de Marvel, derivado del anterior: Se debe combatir a las
injusticias inherentes al sistema dentro de las reglas del sistema, nunca
mediante la revolución. O sea, las pelis de Marvel admiten que hay
injusticias en el mundo, pero para combatirlas hay que armar caridades,
establecer ONGs, dar discursos públicos, educar a la gente, generar conciencia
y escribir a nuestros representantes. Reforma sí, nunca revolución.
Así, de todo esto, y de lo que hemos discutido
en las primeras entregas, podemos inferir uno de los más fundamentales
principios ideológicos de Marvel, uno del que dependen casi todos los demás, a
tal grado que lo podríamos llamar el principio cero: El sistema
sociopolítico que constituye el statu quo, con todo y sus deficiencias, es
fundamentalmente legítimo.
Ahora bien, yo siempre he pensado que
villanos “con una causa” son de los más interesantes. Que si tienen algo que
decir contra las injusticias sistémicas no es para que entendamos que dejan de
ser villanos porque sus críticas son válidas, ni que sus críticas dejan de ser
válidas porque son villanos; es para hacer a los personajes más profundos y a
su conflicto con los héroes más interesante.
Pero las observaciones de varios
contactos míos me han hecho percatarme de algo: los personajes con
resentimiento válido contra las injusticias sistémicas casi siempre son
villanos (antihéroes, en el mejor de los casos). Al menos, así ha sido la
regla en el MCU. Nunca vemos a personajes que tengan las mismas causas, los
mismos reclamos o los mismos objetivos que Killmonger o Karli Morgenthau, pero
que no lleguen a cometer homicidios.
Más aun, nunca vemos en el MCU
movimientos masivos contra esas injusticias; no hay marchas, plantones,
protestas o boicots. O está el tibio gradualismo de los héroes, o el
radicalismo violento de los antagonistas. No hay puntos medios. Esto puede ser
porque no se les ocurre, o no quieren que a ti se te ocurra. Pero más
probablemente tiene que ver con que éstas son historias de superhéroes y lo que
queremos ver es a sujetos con habilidades extraordinarias pelear unos con
otros.
No obstante, no podemos ignorar que esto
conlleva un principio ideológico común a todo el género de superhéroes, ya sea
intencional o no: Los hechos importantes son realizados por personajes
extraordinarios. Es lo que se conoce como la “teoría de los grandes
hombres”, una concepción muy decimonónica del devenir histórico, según la cual
los grandes cambios sociales son realizados por personalidades fuera de lo
común, a quienes la gente normal nomás va siguiendo. Esto no es algo que ningún
estudioso de la historia se tome en serio, pero tiene mucha influencia en la
ultraindividualista ideología estadounidense: quienes hacen al mundo son los
grandes hombres, y si quieres dejar tu huella, para bien o para mal, tienes que
convertirte en uno. Y así es en las películas de Marvel: no existen fuerzas
sociales, no hay grandes logros colectivos: son los héroes y los villanos
quienes hacen todo.
Tan es así que, cuando aparecen masas, son ejércitos en batalla, comandados por los héroes o villanos extraordinarios. Y el ejército de los malos son seres sin individualidad, sin humanidad, y a los que es completamente legítimo no sólo matar,
sino exterminar por completo como hace Iron Man al final de Endgame. Y
sí, estos ejércitos sin mente existen para que nuestros héroes puedan tener
batallas épicas sin que nosotros, como espectadores, tengamos que pensar si a lo
mejor ese chitauri al que Hulk acaba de aplastar era un buen padre de familia
que se unió al ejército de Thanos para poder pagar la hipoteca.
Empero, esta idea de que existen razas
completas que son intrínsecamente malvadas y a las que podemos aniquilar sin
remordimientos, aunque tenga todo el sentido y validez del mundo dentro del
universo ficticio, manda sin querer una moraleja muy problemática que,
trasladada a nuestro mundo, se traduce en atrocidades. Ojo: no estoy diciendo
que la intención o el efecto de este tropo (tan trillado en la fantasía, por cierto) sea que apoyes o apruebes el genocidio, sólo que hay que poner atención
porque lo que es válido en una ficción no siempre es válido para el mundo real.
Esto último es importante porque no se trata sólo de establecer la ideología de Marvel, sino de saber qué haremos con ella. Estas entradas han ido revelando a qué nos enfrentamos, pues incluso con sus contradicciones se puede ir armando un perfil más o menos coherente. ¿En qué consiste con exactitud? Ya lo veremos en la próxima entrega.
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