¡Habitantes del multiverso! Estoy
aquí para negociar. Negociar nuestras impresiones y lecturas de la nueva
película del Universo Cinemático de Marvel, Doctor Strange in the Multiverse
of Madness. Esta peli ha sido tan divisiva como fue esperada, con muchas
personas celebrando su alucinante creatividad y otras quejándose de muchos
aspectos diferentes. Y algunas de esas quejas están mal y no tienen sentido.
Excepto las mías, que son cien por ciento válidas, claro que sí. En esta reseña
voy a empezar por lo que menos gustó para ir avanzando poco a poco hacia lo que
me pareció lo mejor, para al final dar un balance.
¡Cuidado! ¡El
Darkhold me obligó a poner spoilers!
De toda la película, la parte más
polémica es el tratamiento que se le da Wanda Maximoff como personaje. La
actuación de Elizabeth Olsen como la nueva antagonista es increíble, y además
se ve que la actriz se está divirtiendo horrores. En todo el MCU, la Bruja
Escarlata es el villano más aterrador que hemos visto. Con un poder tremendo y
una determinación total que la lleva a ser cruel en exceso, no duda en masacrar
de las formas más inhumanas a todos los que se ponen en su camino. Ni siquiera
Thanos, quien mataba con cierta frialdad e indiferencia, se sentía tan implacable
en su momento máximo. De hecho, me he estado preguntando si no habría sido
mejor hacer de Wanda la antagonista de un arco que abarcara varias películas,
aunque luego me he respondido que estuvo mejor así.
Peeero, tengo dos problemas con
hacer de Wanda una enemiga tan malvada y tan temible. El primero es que ya
cansa ese cliché en el que una mujer tiene mucho poder, pero es peligrosa
porque “no puede controlar sus emociones” y por lo tanto lo único que pueden
hacer los héroes es eliminarla. Ya lo vimos con Jean Grey en X-Men, ya
lo vimos con Vanessa Ives en Penny Dreadful y ya lo vimos con Daenerys
Targaryen en Game Of Thrones, sólo para enunciar algunos ejemplos
recientes. Y pues es algo bastante sexista, vamos: implica que a las mujeres
no se les puede dar mucho poder porque son unas histéricas que en cuanto se
les bote la canica nos van a arruinar a todos.
Lo único que lo atenúa un poco en
este contexto es saber que varios Doctor Strange de otros universos habrían
hecho lo mismo: volverse locos y destruirlo todo. De hecho, eso es parte
importante del arco del personaje, y ya volveremos a ello más adelante.
Entonces les creo que el MCU no estaba tratando de decir, en este caso
particular, “bro, bitches be crazy”, pero igual sigue siendo un cliché con un
bagaje de misoginia que ya no tendríamos por qué estar reciclando.
Mi otro problema es el papel de WandaVision
en esta continuidad. Las experiencias sufridas por Wanda en esta serie se
presentaban como el proceso por el cual ella aprende a lidiar con la pérdida y
el trauma. Al final de WandaVision, nuestra bruja sakoviana ha ganado
control sobre sus emociones y hasta sacrifica su felicidad personal para hacer
lo correcto. Encima de todo, supera a Agatha Harkness y asume su papel como la
Bruja Escarlata. Es decir, WandaVision se leía como una historia de
superación del dolor y empoderamiento.
Ahora, ¿qué debemos entender
después de Multiverse of Madness? La última vez que vimos a Wanda, ella
había renunciado a su familia porque se dio cuenta de que el precio de tenerla
a su lado era condenar a unos inocentes a una tortura sin fin. La siguiente vez
que la encontramos, es una desquiciada dispuesta a masacrar a quien se le ponga
en frente para robarse a los hijos de otra persona. ¡De otra persona! Ni
siquiera son los hijos que ella creó y crió, sino los de alguien más. Entonces,
o este cambio es un retroceso brutal en el desarrollo del personaje que deshace
su crecimiento anterior, o debemos reinterpretar WandaVision como la
historia de origen de un supervillano. Y no sé qué es peor. La escena final de
la serie, en la que Wanda usa el Darkhold para escuchar a sus hijos, parecía
anunciar una misión heroica para rescatarlos de algún inframundo. Ahora la
veremos como el instante en el que Wanda decide emprender una masacre.
Ok, podemos decir la culpa de todo esto la tiene el Darkhold, el libro maldito que corrompió la mente y
el alma de Wanda, y solamente utiliza su dolor y su deseo para lograr sus
propios fines malvados; de ahí su crueldad tan gratuita y sus acciones tan
delirantes. Tiene sentido, pero entonces ésta ya no es Wanda, no es la misma
persona a la que hemos visto desarrollarse, sino un ente al que se le ha
quitado toda agencia; un monstruo desconocido con el cuerpo y los poderes de
la joven Maximoff. Así, ella prácticamente queda eliminada como personaje, como
individuo. Y no sé cuál opción es peor. De todos modos, se maltrata al
personaje de Wanda, se le traiciona. Se le hizo pasar de ser víctima mortificada
a directamente supervillana, sin haber tenido más que unos instantes para
brillar como heroína por derecho propio.
Entonces, por un lado, tienes un
villano absolutamente aterrador que hace de ésta una de las películas más
intensas del MCU. Por otro, para conseguir a ese villano tuvieron que deshacer
al personaje y su desarrollo, que habíamos visto en otro de los mejores
productos del MCU. A final de cuentas eso me deja ambivalente.
Cuando vi los primeros avances,
que anunciaban a la Bruja Escarlata como villana, especulé si no se trataría de
una otro universo, precisamente porque no se me hacía coherente ese cambio tan
extremo en el personaje. Ahora me pregunto si no habría sido mejor idea: que
una Wanda de un universo paralelo estuviera poseyendo el cuerpo de nuestra
Wanda, y que viéramos la lucha de esta Wanda buena, que ya había aprendido a
superar su dolor, para librarse del influjo de la otra Wanda, una bruja malvada
que nunca pudo. ¡Qué historia tan diferente habría sido! Sé que cada vez que
hay una película así, todo el mundo da su opinión sobre lo que debió haber
pasado, y quizá ninguna de esas propuestas tenga valor o si quiera sentido,
pero no quería quedarme sin decir la mía. No sólo habría sido más respetuoso
con nuestra Wanda, sino que habría hecho más fácil su redención.
Porque lo que hizo la Bruja
Escarlata en esta película es imperdonable. Una cosa es atrapar gente en una
realidad ficticia por accidente y otra es atravesar multiversos asesinando personas
a diestra y siniestra con lujo de crueldad, sin pensar tantito en las
consecuencias ni detenerse ante consideración alguna. El MCU ya tiene un
historial muy problemático de personajes que hacen cosas terribles y luego
nomás son perdonados porque “se volvieron buenos”. Y no digo que necesariamente
tuvieran que recibir un castigo terrible, pero sí creo que para construir un
arco de redención no basta con que el personaje cambie de actitud: tiene que
rendir cuentas ante la comunidad que ha lastimado, enfrentar las consecuencias
de lo que ha hecho, reconocer el dolor que ha causado y reparar el daño de
alguna manera.
Me quedé pensando en los estragos
que causó la Bruja Escarlata en el universo de los Illuminati. No sólo masacró
a sus principales defensores, sino que dejó viuda a Sue Storm, y huérfanos a
Franklin y Valeria (y, probablemente, también a Monica Rambeau). Dejó a los
Hombres-X sin su líder y mentor. Hasta dejó sin jefes a la Christine de ese
universo. ¿Qué va a pasar ahí? ¿Habrá consecuencias, potencialmente complicando
la situación multiversal? ¿No querrán los héroes castigar a la Wanda de ese
universo, o eliminarla para no correr el riesgo de ser poseída por alguna
contraparte malvada? ¿O nomás nos vamos a olvidar del asunto? Y es que hasta
ahora el MCU ha tenido una actitud medio culera hacia los otros universos, tipo
“meh, lo que pase ahí no importa, porque no es el nuestro”.
De hecho, el MCU ha tenido una
actitud muy preocupante hacia lo que le sucede a cualquier ser humano que no
sea uno de los héroes principales. Las vidas de las personas normales quedan
arruinadas todo el tiempo, pero la narración casi nunca les dedica atención (a
menos que vaya a ser la historia de origen de algún villano), ni parece que los
superhéroes piensen mucho en ello. Es casi como si dijeran que lo único que
importa es lo que le pasa a la élite superpoderosa. Y ése es un mensaje muy
inquietante; es esta interpretación del superhéroe la que ha sido denunciada
por autores como Alan Moore como inherentemente fascista.
Lo cual se contrapone al espíritu
de Marvel en los cómics, donde las personas normales casi siempre han sido muy
importantes. No sólo me refiero a los civiles relacionados a los superhéroes,
sino a los héroes mismos, que suelen tener problemas de persona normal, en
cuanto asuntos como el trabajo, la familia y la comunidad en la que viven. Últimamente,
los protagonistas del MCU son superhéroes de tiempo completo, y hasta los
personajes de apoyo son soldados, espías, millonarios o súper científicos.
Hasta ahora sólo Falcon
and the Winter Soldier, probablemente la serie más infravalorada de la
nueva etapa, ha querido explorar algo sobre las personas normales y sobre la
vida de los héroes en cuanto a personas normales que son.
Excepto que el arco de personaje
de Stephen Strange parece ser que quiere ir a explorar esos terrenos. Al
principio de la película, Stephen es confrontado por un viejo colega, alguien
que desapareció cuando Thanos chasqueó los dedos. Este hombre perdió a su hermano
durante esos cinco años (y podemos imaginar a personas que perdieron mucho
más), y le cuestiona a Strange: ¿era ésa la única manera? Y es buena pregunta,
porque creo que hasta ese momento yo mismo no lo había pensado mucho.
Consideraba que el Blip había sido culpa exclusiva de Thanos, y no reparé en
que fue el Dr. Strange quien tomó la decisión de dejar que eso pasara. Sí,
según su plan, al final los héroes derrotarían al titán loco y regresarían a
todos los desaparecidos. Pero el Blip fue evento traumático que dañó a
muchísimas personas, y vale la pena preguntarse si hacer pasar a humanidad por
todo eso era la única forma de vencer a Thanos.
El Dr. Strange está muy seguro de
que sí cuando le entrega la Gema del Tiempo a Thanos, y todavía lo está cinco
años después. Y esta arrogancia, este sentirse por encima de todos, es el gran
defecto de Stephen Strange. Está dispuesto a sacrificar a quien sea con tal del
“bien mayor”, y se arroga la autoridad de decidir cuál es ese bien mayor y qué
acciones son las que lo favorecen.
Es tan arrogante Strange que se
niega hacerle reverencias a Wong, quien, sin ser tan habilidoso, es mucho mejor
como Hechicero Supremo, simplemente por ser más mesurado y modesto. Uno de los
momentos en los que se ve lo poco que Strange considera a los demás es cuando
castiga de forma completamente desproporcionada a un vendedor de comida (¡hey,
Bruce Campbell!) que tenía todo el derecho de estar molesto. Que sí, que
América Chávez le robó una pizzabola, pero él es un don nadie y me hizo enojar,
así que ahora lo torturaré un rato y además manejaré este momento como si fuera
comedia.
Pero su arco como personaje
consiste precisamente en enfrentarse a las consecuencias de esa arrogancia y
esa obsesión con tener el control. Una y otra vez, los Strange de otros
universos son derrotados o de plano se convierten en unos monstruos genocidas precisamente por ello. No es difícil pasar de justificar cualquier acción en
nombre del “bien común”, a hacerlo por motivos puramente egoístas. Después de
todo, ambas parten de creer que eres el único cuyo punto de vista importa. Así
tenemos tanto al Sinister Strange de esta película como al Superior Strange de What
If…?
Ésa es la razón por la que Wanda
es tan perfecta como antagonista para Strange: ambos tienen el mismo defecto.
Están obsesionados con tener el control y que todo se haga a su manera, se
ponen por encima de todos los demás y tanto ella como los Strange alternos
ultimadamente se entregan a la locura y la destrucción por no poder manejar
sanamente la pérdida y el duelo. Sucede que en el MCU principal, ahora
confirmado como el 616, Wanda se convirtió en lo que Strange fue en muchos
otros universos, trayendo muerte y destrucción a incontables mundos.
Enfrentar las consecuencias de
esas actitudes en Wanda y los Strange de otros universos, hace que nuestro
Stephen se dé cuenta de que para vencer tiene que ceder el control, depositar
su confianza en las otras personas y aceptar cuando las cosas lo superan. Sí,
es una tontería cursi que Stephen logre motivar a América con un discurso mamón
sobre “el poder de creer en ti misma”, pero es que éste no es el arco de
personaje de América, sino de Strange. No es climático el momento porque
América haya aprendido a controlar sus poderes, sino porque él ha aprendido a
ceder el control y trabajar junto a los otros, no por encima de ellos. El
momento que simboliza cuánto ha crecido Stephen con esta aventura es en el que
por fin le hace una reverencia a Wong. Espero, eso sí, que esa consideración se
extienda no sólo a sus colegas superpoderosos sino a todas las personas.
Y como arco de personaje está tan
bien armado que me hace perdonar que América Chávez no estén tan desarrollada o
que Wanda haya sido transformada en una abominación irredimible para propósitos
de la trama: éste es el viaje de Stephen Strange. Ya habrá películas para hacer
evolucionar a América hacia la pateaculos indomable de los cómics, y para que
se intente arreglar el cagadero que hicieron con Wanda. Pero ésta es la
película del Doctor Strange, no de América Chávez ni de la Bruja Escarlata ni
de los Illuminati. Ah, que ya toca hablar de ellos.
Los Illuminati encarnan estos
mismos defectos con los que Strange lucha a lo largo de toda la cinta. Aparecen
como una élite de superhumanos, a los que nadie eligió y que no rinden cuentas
a nadie, un equipo conformado por individuos encargados de “tomar las
decisiones que nadie más puede”. De nuevo: ponerse por encima de los demás con
la presunción de que saben que es lo que conviene a todos, y llevar a cabo
acciones bastante cuestionables con el pretexto del bien común. Esta misma
arrogancia es su propia destrucción, pues subestiman el peligro que encarna
Wanda y no confían en Stephen, con quien debían haber unido fuerzas.
En el viaje de nuestro Dr.
Strange, el encuentro con los Illuminati es otra muestra de la necesidad de abandonar
su actitud arrogante, ese hubris, como llaman los griegos a ese orgullo
que lleva a un protagonista a la destrucción en toda buena tragedia. Su otro
propósito es mostrarnos cuán poderosa y monstruosa se había vuelto Wanda, en
una secuencia tan impactante que la única referencia reciente que se me ocurre
es ésa en la serie animada Invincible, cuando Omniman masacra a
todos los otros Guardianes.
Aunque los Illuminati no son las
versiones que hemos visto en otras obras, sí son nombres y rostros familiares;
conocemos a estos personajes. Ya que hayan traído de vuelta a todos esos
actores es un gran regalo, pero que hayan conseguido a Sir Patrick Stwart es un
agasajo total. El único rostro completamente nuevo es el Reed Richards de John
Krazynzky, y aun así sabemos muy bien quién es el patriarca de los Cuatro
Fantásticos…
¡Y a todos los despanzurran
inmisericordemente frente a nuestros ojos! Es el momento más horrorífico y
atrevido del MCU, rivalizando en impacto con el chasquido que desintegró a más
de la mitad de los héroes en Infinity War. Aunque ya sabía lo que iba a
pasar por los malditos memes spoileros (¿no podían esperar un par de semanas,
culeros?), no deja de ser una secuencia shockeante, y no puedo pensar qué tan
insensibilizada está la audiencia que no se conmocionó con ella. Es que, si te
gustan los cómics, no puedes quedarte impasible cuando matan de esa forma
Míster Fantástico y al Profesor X.
Parece que una parte del público
quedó decepcionada con “lo poco” que salieron los Illuminati. Pero es que no
tenían por qué salir más. Es, repito, la película del Doctor Strange, y ellos
cumplieron su función en la historia. Yo no sé por qué no les parece suficiente
que una película del MCU confirme que los Cuatro Fantásticos y los X-Men
existen ya en otros universos, y por lo tanto habrán de llegar tarde o temprano
al 616. Que ése es el tercer propósito de esos personajes.
También he leído a gente
decepcionada porque hubo muy poco multiverso en la película. Yo creo que están
siendo víctimas de sus propias expectativas infladas y rumores basados en pura
fantasía. Apenas estamos empezando la saga del multiverso, las fichas están
colocándose en su lugar para lo que viene. Ésta no podía ser la aventura en la
que se cruzaran todos los personajes de todas las versiones de Marvel que han
existido desde 1998 o antes. Que además no sé por qué ni para qué quieren eso.
Se me hace que lo que les satisfaría sería un churro como Ready Player One,
repleto de cameos de Fulanitos para que el público pueda emocionarse y decir
“¡Mira, es Fulanito!”.
En cambio, Sam Raimi nos ha dado
una de las películas más espectaculares del MCU. Desde el momento en el que
empieza la peli, la acción no se detiene, excepto para darnos uno que otro
respiro. Es un conflicto que escala sin detenerse, lleno de bruscos cambios de
situación uno detrás de otro, nuevos peligros que aparecen a cada momento, y
todo con mucho suspenso de principio a fin. No es para nada predecible, nunca
pude adivinar lo que iba a suceder, ni siquiera habiendo visto spoilers.
Benedict Cumberbatch interpreta
sin problemas a tres versiones de sí mismo, y a un cuerpo zombi. Xóchtil Gómez
totalmente la rompe como América Chávez. Y además encuentran la forma de
incluir orgánicamente al Mordo de Chiwetel Ejiofor, y la Christine Palmer de
Rachel McAdams. Además, tenemos la hermosa partitura de Danny Elfman, el primero en 22 años que tuvo la sensatez de incluir el tema clásico de la serie animada de X-Men en una película.
Doctor Strange in the
Multiverse of Madness es la película del MCU con un sello autoral más
notorio, junto a las de Thor de Taika Waititi. Creativo como él solo en el uso
de la cámara, de las transiciones, de la imaginería que se puede crear con
efectos especiales, Sam Raimi es todo un maestro que deja en todo lo que hace
una visión artística única. La peli está llena de momentos loquísimos, muchos
de ellos auténticamente aterradores, con múltiples referencias a pelis de
horror clásicas. Tiene un montón de peleas y secuencias de acción, ninguna de
ellas se ve como ninguna otra, y todas son innovadoras para el MCU. Y sí, me
gustó lo del duelo mágico con música; nunca habíamos visto algo así. Es cierto
que la trama es medio básica (héroe huye de aquí para allá protegiendo a un ser
indefenso de un mal que les persigue), pero a cambio la realización de la
película es de lo mejor que se ha visto en este universo tan dado a seguir
fórmulas. Marvel debería dar esa clase de libertad creativa a todos sus
realizadores.
Entonces, haciendo un balance, no
puedo más que expresar lo alucinado que me dejó esta película. Sigo adolorido
por las muertes de los Reed Richards y Charles Xavier, y creo que voy a tener
pesadillas con Wanda. No cualquier cosa logra ese efecto en mí. A final de
cuentas me gustó mucho y me dejó con ganas de ver para dónde va la saga del
multiverso. El futuro promete ser más grande y alocado de lo que hemos visto
hasta ahora.
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