¡Hola, supervivientes de la Orden
66! Por fin, después de tantos años de rumores y deseos se nos hizo realidad:
¡una serie sobre Obi-Wan Kenobi, con Ewan McGregor de regreso en el
papel! Y no sólo eso, sino que también nos trajo de regreso a Hayden
Christensen como Anakin / Darth Vader. Parecía un regalo hecho a la medida
para los fans. ¿Qué tal salió al final? Vamos a ello…
ES COMO UN POEMA
Bueno, para sacarme la roña de
adentro, voy a empezar señalando cosas que no me gustaron de esta serie.
Creo que su mayor problema está en la escritura. Me parece que no le echaron
muchas ganas al guion, o no se dieron el tiempo suficiente de escribir con
calma, revisando y discutiendo cada decisión para lograr lo mejor posible. El
guion tiene dos grandes defectos: repite mucho y tiene muchas
inconsistencias.
Sobre lo primero, no me refiero
tanto a que la trama en general esté trillada, sino a que se reiteran muchas
situaciones que ya hemos visto antes en otras entregas recientes de Star
Wars. Para empezar, eso de “veterano endurecido por la vida tiene que
encargarse a regañadientes de un niño voluntarioso que se mete en problemas”,
ha sido la premisa de Rebels, The Mandalorian y The Bad Batch.
No sé si Disney piensa que a huevo tiene que meter niños para atraer a un
público infantil, pero la Trilogía Original prescindió de prepúberes y aun así
se hizo la cosa favorita de la chiquillada. En todo caso meter chavillos no
está mal, lo que me cansa es repetir la misma dinámica de “lobo solitario y
cachorro” que hemos visto demasiado en muy poco tiempo.
Entre otras situaciones que se
han vuelto demasiado comunes está el episodio en el que hay que infiltrarse
a una base imperial, algo que Mando y sus amigos hacen dos o tres veces por
temporada. O ese momento en el que los héroes están completamente rodeados y
parece que ya no tienen escapatoria cuando de pronto se oyen disparos y llegan
los amigos al rescate. Creo que cada dos capítulos de The Mandalorian terminan
así.
Y vale, es algo muy Star Wars,
pero volver a pasar por momentos tan familiares en una serie de sólo seis
episodios sí me hizo sentirlo mucho. A lo mejor si Obi-Wan Kenobi no
hubiera salido después de la Trilogía de Secuelas, dos temporadas de The
Mandalorian y otros tantos productos de la era Disney, no la habría sentido
tan repetitiva. Vamos, hasta el duelo final con Vader se sintió reminiscente
del reencuentro entre éste y Ahsoka en Rebels. Y eso de “personaje
heroico a punto de ser vencido, pero saca fuerzas de último momento gracias
a la magia de la amistad” ya es cliché en toda la cultura pop
contemporánea, no sólo en Star Wars.
Y no me vengan con esa mamada de “es
que es como un poema y todo rima”. Eso te lo acepto para entender que
Anakin y Luke pasen por la misma clase de pruebas, pero que mientras uno se va
al Lado Oscuro el otro encuentra la iluminación. No es para que repitan a lo
menso las mismas situaciones una y otra vez. Eso se llama “falta de
imaginación”, nada más.
¡QUÉ INCIVILIZADO!
El segundo tipo de defecto que
tiene el guion de la serie se nota en las muchas inconsistencias y casualidades
forzadas, nomás porque convienen a la trama o porque quedan chidas. Y a lo
mejor es puro nitpicking de mi parte, pero cuando muchas minucias se acumulan
empiezan a pesar. Por ejemplo, en el primer capítulo, si los troopers ya habían
entrado al Templo Jedi y comenzado a disparar, ¿qué hacían los younglings y su
maestra practicando katas? ¿Cómo puede ser que no se hubieran enterado de nada
hasta que los clones estuvieran literalmente a las puertas de su salón? ¿No
sólo no oyeron el escándalo, sino que no sintieron en la Fuerza que un chingo
de Jedi estaban muriendo?
Cuando Vader por fin se
enfrenta a Obi-Wan, prende un incendio, luego usa la Fuerza para zarandear
a su viejo maestro de un lado a otro sobre las llamas y finalmente apaga el fuego.
Pero luego Tala vuelve a provocar una ignición y por alguna razón, Vader
ya no puede o no quiere controlar las llamas, ni tampoco detiene con la Fuerza
a Obi-Wan, quien fácilmente escapa de ahí.
Vader sí usa la Fuerza para detener
una nave que estaba despegando (que, pensaríamos, está más difícil que
controlar a un güey todo madreado a través de una fogata). Pero resulta que lo
habían engañado: la nave buena no era ésa, sino otra que aprovecha la
distracción de Vader para escapar… Eh, ¿dónde exactamente estaba esa segunda
nave? Cuando la primera está despegando no se ve ninguna otra de esas dimensiones en el hangar
ni en el aire. Simplemente “aparece” detrás de la primera nave cuando ésta ya cayó
a tierra. ¿De dónde salió?
¿Por qué Reva dejó escapar a
Obi-Wan? Si lo que quería era atraer a Vader a una trampa, lo que habría tenido
que hacer era exigir a Kenobi que se quedara y la ayudara a pelear con el
Sith a cambio de dejar ir a los refugiados. ¿Por qué le permitiría irse sin
que le diera nada a cambio? En todo caso, ¿por qué Reva no atacó a Vader
mientras estaba ocupado usando la Fuerza para retener la nave fugitiva?
El Imperio está persiguiendo la
nave de los refugiados y Obi-Wan sale en una nave más pequeña para atraer su
atención, obligando a Vader a perseguirlo a él y dejar ir a los refugiados. Pero,
¿no un Star Destroyer imperial de ese tamaño estaría lleno de TIE-fighters? ¿No
podrían enviar a sus naves de caza contra Kenobi y al mismo tiempo continuar la
otra persecución? Si de todos modos al final Vader salió a perseguir a su
viejo maestro en su propia nave, ¿no podría haberlo hecho desde el
principio y así dejar que los demás siguieran a los refugiados?
¿Por qué Reva tardó tanto en
encontrar la granja de los Lars? Va, asumamos que los vecinos de por ahí le
dieron indicaciones confusas adrede para hacer tiempo y poder alertar a Owen…
Pero cuando éste le notifica a Beru que la Tercera Hermana está en camino, ella
dice muy segura “Llegará cuando los soles se pongan”… ¡¿Cómo sabía eso?!
En fin, se siente que las cosas
pasan no como consecuencia natural de los sucesos anteriores, ni por las
decisiones lógicas que tomarían los personajes según su carácter y situación,
sino porque la trama quiere que pasen. Falta de imaginación, les digo, y de
cuidado también.
NUESTRA ÚNICA ESPERANZA
Dicho todo lo anterior… ¡me
gustó mucho la serie! Tengan en cuenta que yo estoy muy feliz con regresar
a la galaxia muy, muy lejana. Hasta una serie dos-dos como The Book of Boba
Fett la pude disfrutar, y creo que su único error imperdonable es que dos
capítulos son de otra serie completamente distinta. Realmente se necesita un
insulto del tamaño de El ascenso de Skywalker para que no me guste.
Con Obi-Wan Kenobi, a
pesar del guion irregular, la directora Deborah Chow y todo el reparto hicieron
un gran trabajo. Con toda naturalidad, como si nunca se hubieran ido, Ewan
McGregor y Hayden Christensen regresan a los papeles que les dieron fama a
principios de este siglo y marcaron las infancias y juventudes de muchos de
nosotros.
Lo cual me lleva a decir que, a
pesar de que hemos visto muchas de estas situaciones en otras obras, aquí se
sienten mucho más intensas, porque conocemos a los personajes, sabemos de
dónde vienen y hacia dónde van. Esto le da mayor peso a cada momento, a la
aparición de cada personaje y a sus interacciones.
Por ejemplo, al inicio de esta
serie Obi-Wan está en una situación similar a la de Luke en la Trilogía de
Secuelas. Ambos son viejos maestros Jedi en el exilio, destrozados por los
fracasos de su pasado y la traición de alguien querido. Pero hay una enorme
diferencia. Obi-Wan lo perdió todo, sus amigos, la familia que eran para él los
Jedi; incluso la República a la que había jurado proteger había caído. Todo su
mundo había dejado de existir. Estaba destrozado por la tragedia y por lo que sentía
como su culpa y su fracaso. Ahora tenía una sola misión: proteger a Luke.
En las secuelas Luke había
perdido a su sobrino y a sus aprendices. Pero todavía tenía a su hermana, que
estaba luchando una batalla en donde lo habría necesitado; todavía existía una
República a la cual defender, y seguro a esas alturas (¡pasaron 30 años!) habría
entrenado ya a más de una generación de Jedi, no todos los cuales habrían
estado en la Academia cuando a Kylo Ren le dio por hacer un tiroteo escolar al
estilo Texas. Había muchas personas que lo necesitaban, y que le podrían
acompañar en su dolor, mientras que no tenía ningún asunto que hacer al
exiliarse. O sea, es más difícil justificar por qué Luke está convertido en
un ermitaño cínico en la Trilogía de Secuelas.
Me gusta mucho Los últimos
Jedi, y creo Ryan Johnson hizo maravillas con el escenario que le dejaron
(incluida la situación de Luke) pero detesto la premisa de la Trilogía de Secuelas,
en la que nada más querían repetir las mismas situaciones de la Trilogía
Original, pero con personajes jóvenes como protagonistas, y con los viejos
personajes regresando nada más para hacer fan service y luego morir.
Convertir a Luke en macguffin en El despertar de la Fuerza responde
simplemente a ese afán.
Cuando vemos a Obi-Wan en el
desierto de Tatooine, apartado del mundo, desconectado de la Fuerza, pidiendo
desesperado la guía de Qui-Gon, como audiencia ya sabemos qué es lo que lo ha
llevado hasta ahí; conocemos la historia y sabemos cuál es el peso con el
que está cargando. Cuando vemos a Luke en Los últimos Jedi no
tenemos ni idea de quién sea ese señor.
Lo cual me lleva a hablar de que Disney
tardó mucho en entender que los fans no queríamos ver la misma historia
repetida con nuevas caras, sino explorar aspectos hasta ahora desconocidos
de la saga que ya amábamos: ¿Y qué pasó después de eso? ¿Qué sucedió con ese
personaje mientras tanto? ¿Cómo se vio tal acontecimiento desde este otro punto
de vista? ¿Qué es lo que nos llevó de este punto a este otro?
EL REGRESO DEL JEDI
De ahí el potencial de esta serie,
que a pesar de los defectos en su escritura tiene un muy buen arco de
redención para Obi-Wan. Nunca había pensado que necesitásemos que nos
contaran cómo evolucionó Obi-Wan desde el final de La venganza de los Sith hasta
Una nueva esperanza. Tras haber visto la serie, ahora creo que tiene
sentido. En el Episodio III ha sufrido grandes tragedias y tiene roto el
corazón, pero en el IV lo vemos ya convertido en un maestro Jedi en completo
control de sus emociones y sus poderes. Y aunque podíamos intuir que había
crecido gracias a los años y el entrenamiento con el fantasma de Qui-Gon en el exilio,
teníamos sólo una idea vaga.
Me parece precioso que haya sido
el volver a salir al mundo, encontrar una nueva causa por la cual luchar,
y, sobre todo, conocer a la joven Leia, lo que haya logrado despertar en
Obi-Wan su conexión con la Fuerza. Por cierto, que amé la actuación de la
pequeña Vivien Lyra Blair como Leia, y la dinámica que tiene con
Obi-Wan.
La serie tiene muchos momentos
conmovedores, especialmente cuando Obi-Wan recuerda su pasado como un Jedi de
la República, y de su amistad con Anakin y Padmé. Estas líneas llegan al
corazón:
Princesa Leia Organa: eres lista, sensata y
compasiva, virtudes que heredaste de tu madre; pero también eres apasionada,
valiente y honesta, dones que son de tu padre. Eran personas excepcionales que
tuvieron una hija excepcional.
En Una nueva esperanza, Luke
encuentra a Leia en la celda de la Estrella de la Muerte y le dice “Estoy
aquí con Ben Kenobi”; ella reacciona con un entusiasmo inesperado: “¡¿Ben
Kenobi?!”. Ahora veremos ese momento de una forma muy diferente.
Uno de esos momentos más conmovedores
es la pelea final con Darth Vader. Creo que a todos nos partió el corazón ver a
Obi-Wan llorar y decir “Lo siento, Anakin, lo siento todo”. Pero también era
importante que Obi-Wan entendiera por fin que no estaba en sus manos redimir
a Anakin, que ya era tiempo de dejar atrás la carga de esa culpa. “No soy
tu fracaso” le dice un deforme Anakin tras la máscara de Vader, anunciando que,
como todo un Lord Sith, se hace responsable de su propia oscuridad (o así
quiere creerlo).
Que, por cierto, aunque casi no
vimos su cara, amé saber que todo el tiempo era Hayden Christensen bajo esa
armadura. Es que él se lo ha ganado esto a pulso. Mucho se hablaba de la
mala actuación del joven Christensen en las precuelas, pero no era su culpa,
sino de los diálogos acartonados de Lucas. En ciertas escenas en las que actúa
sin diálogos, expresando emociones puras con la expresión y la mirada, se puede
ver la fuerza de su interpretación. Además, siempre tuvo una química perfecta
con el Obi-Wan de McGregor; las escenas en las que están juntos son las
mejores.
HELLO THERE
También me gustó mucho el
personaje de Reva, la Tercera Hermana, interpretada por Moses Ingram.
Me habría gustado ver una secuencia retrospectiva completa del día en que
sobrevivió a la Orden 66, y me habría gustado también que le dieran más tiempo
para desarrollarse, porque cuando se establece el conflicto entre Obi-Wan y
Vader ella como que empieza a sobrar ahí. En general la serie necesitaba un
poco más desarrollo de personajes y menos momentos de relleno, pero de todos
modos al final estuvo bien.
Igual me encantó que los tíos Owen
y Beru pudieran mostrarse como unos pateaculos, y que se nos mostrara el
amor que le tenían a Luke. Esto también hará que su muerte en el Episodio IV
sea más dolorosa. De verdad es un gran acierto que hayan traído a los actores
originales, Joel Edgerton y Bonnie Piesse, que con su excelente
interpretación ayudan a visualizar la transición entre los jóvenes inocentes de
El ataque de los clones y los viejos granjeros de Una nueva esperanza.
Hablando de regresos, creo que
todos habíamos estado esperando ver a Qui-Gon Jinn como un fantasma de
la Fuerza desde 1999. Escuchar la voz de Liam Neeson en ese momento me
removió un montón de cosas por dentro.
Mención aparte merece el
diseño de producción. Desde hace tiempo que en las entregas de acción en
vivo se siente que todos los planetas son muy similares entre sí, y además casi
nunca aparecen ciudades, algo que era común tanto en las precuelas como en la
serie de Clone Wars. Aquí hay un poco más de variedad. Sobre todo, me
gustaron dos escenarios: la ciudad a la que llevan cautiva a Leia, y el planeta
rocoso y nebuloso en donde pelean Obi-Wan y Darth Vader. La primera tiene un
sabor muy cyberpunk que ya se echaba de menos, y el segundo me hizo recordar la
estética de las películas de fantasía de los 80, cuando casi todo se filmaba en
sets.
Desde las precuelas, Obi-Wan
Kenobi ha sido mi personaje favorito de toda la saga, y su interpretación
por Ewan McGregor es uno de los aspectos más celebrados, que hasta los más
amargos detractores reconocen. Quizá esta serie no es tan buena como debería
serlo para hacerle honor al personaje; después de todo, sus defectos en la
escritura se vuelven difíciles de ignorar mientras más los piensas. Pero, como
me sucede con las precuelas, no me cuesta tanto trabajo darle mayor peso a sus
cualidades: las actuaciones, la dirección y, sobre todo, la gran emotividad que
transmiten estos seis capítulos, la colocan en un lugar muy alto en mis
preferencias, y la obra queda como un magnífico puente entre una trilogía y la
siguiente.
Esta entrada fue estrenada con varios días de anticipación para mis mecenas en Patreon. Si te gusta lo que hago, puedes suscribirte para ayudarme a seguir creando y de paso recibir adelantos exclusivos. También tengo otros textos que seguro te interesarán:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario