Antes de la compra de Lucasfilm por Disney, hubo un copioso
acervo de obras literarias que expandían el universo de Star Wars… Se le
llamaba, eh... El Universo Expandido, de hecho. Con Disney como nuevo
amo y señor de la galaxia muy, muy lejana, todas estas historias serían
descanonizadas (o sea, dijeron “ya no cuentan”) bajo la etiqueta Legends,
para dar espacio a nuevas obras que pudieran ser vendidas al fandom más consumista
del mundo. En una entrega anterior les platiqué de los
viejos cómics de Clone Wars y en qué se diferencian de la serie animada
que conforma la columna vertebral de la nueva continuidad. Hoy les quiero
platicar de la Trilogía del Señor Oscuro, una de las obras más celebradas del antiguo
Universo Expandido.
La trilogía está formada por las novelas Labyrinth of
Evil, Revenge of the Sith y Dark Lord: The Rise of Darth Vader.
Juntas forman un volumen de más de 1000 páginas que relatan la transformación
de Anakin Skywalker en Darth Vader, en el contexto de la caída de la República
y los primeros días del Imperio.
En Labyrinth of Evil, Obi-Wan y Anakin se topan
con una pieza de información importante que conduce al rastro del elusivo Darth
Sidious, lo que los lleva a buscar pistas en diferentes lugares de la Galaxia.
La novela culmina con el ataque separatista a la capital Coruscant, un
evento importantísimo para el lore de Star Wars, y que hasta ahora no ha
sido representado en ningún material del nuevo canon.
Labyrinth es un
libro de aventuras en el que cada episodio mete a nuestros héroes en nuevas
peripecias. Es aquí donde nos narran "ese asunto en Cato Nemodia que no cuenta" del que habla Obi-Wan. Lo más interesante del libro son los perfiles que hace del General
Grievous y del Conde Dooku, pues conocemos sus historias, sus pensamientos,
sus verdaderas personalidades.
Revenge of the Sith es obviamente la novelización de la película, aunque
con algunas diferencias menores (más bien detalles) y muchas "escenas
adicionales". Ya mientras leía estas dos primeras entregas me di cuenta
del potencial de SW en los libros: la creación de mundos. En la novela un escritor
puede permitirse lo que al cineasta le es muy difícil. Cada vez que hay un
personaje, la acción puede detenerse para que conozcamos sus antecedentes y sus
pensamientos. Cada lugar, institución o artefacto tiene su historia y su
descripción detallada. Los libros permiten conocer a profundidad el universo de
SW.
En particular me gusta un pasaje en el que se explora la
ideología de Dooku, incluyendo lo que él creía que era el plan de Darth Sidious
para la creación de un Imperio basado en el supremacismo humano. Claro
que el viejo Conde no se imaginó que Sidious sólo lo estaba utilizando como a
un monigote, y que desde el principio planeaba desecharlo a la primera
oportunidad. ¿Qué se imaginaba Dooku que iba a pasar y qué papel jugaría?
El nuevo
gobierno…
Éste había la
estrella de su destino por todos estos años.
Un gobierno limpio,
puro, directo: nada de esa caótica lucha por el favor de la chusma ignorante y
las criaturas subhumanas que conformaban la República que él depreciaba. El
gobierno al que él serviría sería la Autoridad encarnada.
Una autoridad humana.
No era un
accidente que los principales poderes de la Confederación de Sistemas
Independientes fuese neimoidianos, skakoanos, quarren y aqualish, muun y
gossam, y myrthianos y koorivar y geonosianos. Al final de la guerra los
alienígenas serían aplastados, privados de todas sus posesiones, y sus sistemas
y su riqueza serían entregados a los únicos seres en los que podía confiarse.
Seres humanos.
Dooku serviría
a un Imperio del Hombre.
Otro
momento que me gusta mucho de esta novelización es el diálogo que tiene Palpatine
con Mace Windu cuando éste va a arrestarlo tras recibir la noticia de que
se trata un Lord Sith. Me parece muy chistoso, pero a la vez extremadamente
realista, que Palpatine apele a su “libertad de creencias” y luego actúe como
si él fuera el perseguido y oprimido. Y es que eso es justamente lo que hacen los
reaccionarios y fascistas cuando los señalan.
MACE WINDU: Está bajo arresto.
PALPATINE: Realmente, maestro Windu, no puede hablar en serio.
¿Cuáles son los cargos?
MACE WINDU: ¡Usted en un Lord Sith!
PALPATINE: ¿Lo soy? Incluso si es verdad, eso difícilmente es un
crimen. Mis posturas filosóficas son un asunto personal. De hecho -la última
vez que revisé la Constitución, en todo caso- tenemos leyes muy estrictas
contra esta clase de persecución. Así que pregunto de nuevo: ¿cuál es el
supuesto crimen? ¿Cómo esperan justificar su motín ante el Senado? ¿O pretenden
arrestar al Senado también?
MADE WINDU: No estamos aquí para discutir con usted.
PALPATINE: No, están aquí para encarcelarme sin un juicio. Sin
siquiera la pretensión de legalidad. Así que éste es el plan, al fin: Los Jedi
están tomando control de la República.
Finalmente, un momento que rescato porque me
parece que da una mucho mejor perspectiva de la derrota los Jedi y de por qué
su orden estaba condenada al fracaso, se da durante el duelo entre Yoda y
Palapatine:
Finalmente, vio
la verdad.
Esta verdad:
que él, el avatar de la luz, el Maestro Supremo de la Orden Jedi, el más feroz,
el más implacable y el más devastadoramente poderoso enemigo que la oscuridad
había conocido jamás…
No era
suficiente.
Nunca había sido
suficiente. Había perdido antes de empezar.
Había perdido
antes de nacer.
Los Sith habían
cambiado. Los Sith habían crecido, se habían adaptado, habían invertido mil
años de estudio intensivo en cada aspecto no sólo de la Fuerza sino de la
sabiduría Jedi también, preparándose para este preciso momento. Los Sith se
habían rehecho a sí mismos.
Se habían convertido
en algo nuevo.
Mientras, los
Jedi…
Los Jedi habían
pasado el mismo milenio entrenando para volver a pelear aquella última guerra.
Los Sith no
podían ser destruidos con un sable de luz; no podían ser inmolados con las antorchas
de la Fuerza. Mientras más brillante fuera la luz, más oscura sería la sombra.
¿Cómo puede uno ganar una guerra contra la oscuridad, cuando la guerra es el
arma misma de la oscuridad?
Dark Lord resultó ser más interesante de lo que parecía al principio.
En ella Roan Shryne y un puñado de Jedi sobrevivientes a la orden 66 se
enfrentan con la nueva mano derecha del Emperador, Darth Vader. Me gustó sobre
todo porque la mitad de los capítulos están narrados desde el punto de vista
del nuevo Lord Sith. Cómo se siente Anakin en el traje de Darth Vader,
el dolor en su cuerpo mutilado, la claustrofobia bajo el casco, la impotencia
al comparar su nueva situación con lo que tenía ante sí unos días antes. Trata
de cómo lidia con la muerte de Padmé, con saber que fue un peón de Sidious todo
el tiempo, pero que no hay marcha atrás y que ahora necesita a su nuevo amo.
Por cierto, algunos se han quejado de que, en la nueva
serie de Disney, Obi-Wan se entera de que Anakin sigue vivo porque se lo
dice la Tercera Hermana. Pero tengan en cuenta que, en este libro, Ben
literalmente lo ve en las noticias, mientras está sentado en un bar en Tatooine.
Y es que uno de los cambios importantes entre Legends y el Nuevo Canon es el
papel de Vader en el Imperio: Darth Sidious había tenido a su aprendiz casi
en secreto y lo enviaba a misiones muy especiales, hasta antes de que estallara
la Guerra Civil Galáctica. Es por eso que pocos sabían de su existencia y menos
aún conocían su identidad. Era más bien un rumor, una leyenda de pesadillas, un
monstruo que aparecía en ocasiones repartiendo muerte de forma inexplicable. Y
la verdad eso quedó más chido.
La novela central es de la autoría de Matthew
Stover, mientras que la pluma de James Luceno se encargó de las
otras dos. El estilo narrativo de Luceno es sencillo y directo, muy cinemático
en las secuencias de acción. Stover tiene ciertas pretensiones poéticas que en
ocasiones lo llevan a escribir prosa poderosa, pero en otras se siente
ridículo. Ya pudieron ver en los extractos que les puse esa inexplicable manía
de escribir párrafos de una sola línea. Se siente como leer acotaciones de
cómic más que una prosa propiamente dicha, y no estoy seguro de que me guste.
Prefiero la modestia de Luceno.
Si algo no me gustó de las primeras dos novelas es
el manejo de Padmé como personaje. En la primera casi no aparece (y en
todas tiene mayor participación Bail Organa) y en la segunda su caracterización
es patética. Desde el primer momento la vemos suspirando por Anakin, que es
todo su mundo. Si Stover usa sendos párrafos para presentarnos a cada
personaje, de Padmé dice que lo más importante de ella no es haber sido reina,
o senadora o una brillante diplomática, sino que es la esposa de Anakin
Skywalker y la madre de su hijo nonato. Incluso cuando pasa a describir su vida
interior, más bien habla sobre qué piensa de Anakin. En realidad, el personaje
está construido en función a su relación con Anakin y todo el libro se la pasa
llorando y suspirando por él como protagonista de novela rosa decimononica. Es
terrible, ejemplo de los peores vicios de “vatos escribiendo mujeres”.
Milagro que no hiciera como Stephen King y se pusiera a dedicarle largos
párrafos a describir sus tetas.
La verdad es que Padmé es uno de los personajes peor
tratados en la Trilogía de Precuelas. Se supone que es esta hábil y valerosa
líder, pero en cuanto aparece el bueno para nada de Anakin se le nubla la
cabeza. Por eso aquí presento algo que llevo mucho tiempo masticando: ¡Cómo
mejorar al personaje de Padmé en un 80%!
Primero, en El
ataque de los clones: Una de dos, o Anakin no comete genocidio total contra
la gente de las arenas (tipo, mata a unos cuantos de sus guerreros, pero se
detiene ahí), o de plano no le dice a Padmé. Porque, así como están las cosas,
tienes a un personaje que le perdona a su onvre que haya masacrado a mujeres y
niños en un arranque de furia. Es que, o piensas que para Padmé matar nativos “no
es tan malo” o que está tan meca por su macho que se las deja pasar todas. De cualquier
forma deja al personaje muy mal parado.
Segundo, en La
venganza de los Sith, que es de lo que hablábamos: Eso de que Padmé se deje
morir porque “perdió la voluntad de vivir” es una mamadota. Como han señalado
muchas mujeres, ninguna que acabara de dar a luz a sus hijos, ponerles nombre y
ver sus rostros, se dice “ay, pero mi macho se volvió malo, bai”. Eso es lo
que los onvres hacen cuando escriben mujeres, porque piensan que son lo más
importante de su universo. La forma de corregirlo es simplemente hacer que los
droides médicos indiquen que, de hecho, las heridas que Anakin le causó a Padmé
eran mortales, y que en realidad seguía viva por pura fuerza de
voluntad para poder tener a sus hijos. Le das un giro de 180° a la escena.
A manera de compensación, de lo mejor logrado,
tanto en las películas como en la novelización, es la amistad o, mejor dicho, el
bromance entre Anakin y Obi-Wan. Cada momento en que están juntos es
entrañable, divertido o conmovedor. Hablando de lo cual, debo hacer una
confesión: mientras leía Revenge me encontré llorando a lágrima suelta
en más de una ocasión, en especial durante aquella icónica Batalla de los
Héroes.
Entonces, ¿recomiendo el libro? Sí, pero sólo a
los fans de Star Wars. No creo que pueda ser del interés del público en
general, y finalmente su calidad literaria no es mucha (son novelas
comercialonas, regulares, no mal escritas). A los fans sí les gustará, porque
nunca está de más visitar esa galaxia muy, muy lejana que tanto amamos.
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