Ash, me choca tener que hacerle
publicidad gratuita a Disney, me choca que cada vez que esta compañía hace
algún gesto mínimamente decente en cuanto a inclusión, tenga la atención
de todas las redes sociales. Especialmente cuando siento que llevo la mitad del
dos mil tíjiri dos hablando de propiedades intelectuales del Ratón Miguelito.
Pero bueno, esto es lo que pasa cuando permitimos que una megacorporación
salida de una pesadilla cyberpunk sea dueña de todas nuestras fantasías.
Quiero darme un descanso de todo lo que sea Disney, pero antes hay que dejar
bien amarrados algunos cabos.
Bueno, si no han estado al tanto
del actual tren del mame, pos qué envidia. Les cuento que, en la más reciente
película de Pixar, Lightyear (2022), una de los personajes de apoyo es
una mujer que está emparejada y criando un hijo con otra mujer. En un montaje
de esos en los que “el tiempo es todo el tiempo”, Buzz ve que su amiga se
reencuentra con su amada y la saluda con un besito en los labios. Esto
es lo que tengo entendido que pasa; no he visto la mentada película, y no creo
que vaya a verla al cine, porque hasta un millennial chavorruco como su seguro
servidor, que creció con Toy Story, tiene que ponerle límites a tanta
y tan desvergonzada capitalización de la nostalgia.
Y pos nada, yo nomás voy a decir
que es muy bueno representar en los medios, incluyendo y sobre todo a los
dirigidos a un público familiar o infantil, que existen personas que no son
hetersexuales, y que eso es normal y está bien. Que tener a dos mujeres o a
dos hombres dándose un inocente quico en pantalla no tendría por qué ser más
escandaloso ni más polémico ni más “obsceno” que tener a un hombre y a una
mujer haciendo lo mismo. Si princesas y príncipes besándose jamás ha sido un
problema para los persignados que ahora se rasgan las vestiduras y anuncian el
fin de la civilización occidental, entonces lo otro tampoco debería serlo.
A menos que… A menos que no
quieran que las personas de la diversidad sexual y sus relaciones sean
representadas en los medios con la misma normalidad con la que se representa
a las personas heterosexuales y sus relaciones… Porque no quieren que esas
mismas personas sean consideradas como parte normal de la vida cotidiana… Quieren
que sigan siendo vistas como anormales y su sexualidad como perversa… Porque
ultimadamente no quieren que esas personas existan.
Veamos por ejemplo esta publicación, que me parece muy característica de esa gente que no se cree mojigata, pero que se la pasa tirando roña contra la “inclusión forzada” (suelen ser chavorrucos frisando la cuarentena, aunque hay de todo). La burlita pendeja de “los progres creen que hacen cosas nuevas xd”. Esto viene de la misma mentalidad que disparates como “para qué otro héroe negro, si tenemos a Blade”, o “ya teníamos a Ellen Ripley como la heroína de acción empoderada”. Pero por supuesto, nunca dicen “ash, otro héroe blanco heterosexual”. ¿Por qué? Porque esta gente no se da cuenta, pero el que los héroes sean vatos blancos heterosexuales es lo natural para ellos, no son rasgos que distingan a los personajes. En cambio, consideran el ser mujer, o el ser de otra raza, o el no ser heterosexual como lo que define a un personaje. Si ya tienes a un personaje que tiene esas características, no necesitas a otro, como no necesitas más de un superhéroe que corre muy rápido.
Así, para estas personas, si ya había habido un beso entre mujeres, pues la cosa ya
estaba hecha. Sólo tiene caso si va a hacerse la primera vez. Los besos
heterosexuales, en cambio, no tienen que ser novedosos para ser válidos,
porque son lo normal y lo natural. Así que podemos tener de ellos cuantos se
quieran. No conciben que el punto es que los besos entre personas del mismo
género deberían ser normales, incluso habituales, en la cultura pop, porque la
gente que se da esos besos existe en el día a día.
El otro punto es: el beso entre
Madonna y Britney está hecho para verse sexi para los vatos heteros,
quienes dicen “oie zi, ke rico”. Por eso es aceptable, y hasta tienen a los básicos
diciendo “estaba mejor, pero no en una película para niños”. Estaba mejor
porque podía ser consumido por hombres heterosexuales como una fantasía
erótica, un fetiche sexual. Y no debe estar en algo para niños, precisamente
porque es erótico, sexual. Volvemos a lo mismo. A estas personas no les
molestan los besos entre princesas y príncipes porque eso es normal, bonito,
inocente. Pero los besos entre parejas homosexuales son por definición
sexuales, eróticos, pervertidos, y entonces no tienen cabida en los
productos infantiles. O sea, al fin y al cabo, el problema es que estos
individuos no pueden y no quieren concebir a las personas
de la diversidad sexual como parte normal de la vida.
Además, encima de todo, estos
sujetos se conciben a sí mismos y al mundo de forma
delirante y desapegada de la realidad. No solamente creen que ellos son los rebeldes contra una “dictadura progre”, en vez de las heces de ideologías primitivas que se niegan a morir en un mundo que no deja
de cambiar. Encima de lloriquear por el beso en Lightyear se han
construido esta narrativa en la que ellos no son los lloricas, sino los machos
de concreto. Según ellos, si vemos más diversidad en los productos culturales,
no es porque la sociedad esté cambiando, sino porque unos cuantos radicales
tienen a los productores agarrados de los huevos. Sólo ellos, con su
testosterona, se resisten a estos chantajes progres. Pretenden hacerse a los
burlones, cuando en realidad se la pasan haciendo rabietas y corajes, desconcertados
porque su misma concepción de lo que es normal, natural y correcto está siendo
abandonada.
Diré una cosa más: Cuando se
habla de que “esta película impone la
ideología de género”… ¿Qué significa esa frasesucha? Muchas cosas, según la
conveniencia, pero en este caso significa simplemente “representar la
existencia de las personas de la diversidad sexual como normal y respetable”.
Pero es que si lo dices así suena a deber moral de cualquier persona decente.
En cambio, si dices “ideología”, suena perverso plan para lavar cerebros por
nefarios propósitos. Porque eso es de lo que trata la cosa, gente, las
etiquetas importan.
Dicho todo lo anterior, lo que
más me sorprende de este asunto es que… Parejas lésbicas ha habido ya varias
en los dibujos animados en el último lustro o algo así, y no recuerdo haber
visto a tanta gente tan contrariada. ¿Será que las series animadas no tienen
tanto impacto? ¿Será que los niños de los hoy ofendidos no las vieron? ¿O que
las vieron sin que los adultos se dieran cuenta? Porque cuando tiras a tus
hijos frente a una pantalla puedes no enterarte de qué están consumiendo, pero
cuando los llevas al cine a huevo tienes que ver lo mismo que ellos.
Sabrá Cthulhu. Pero el caso es
que, así a botepronto, puedo pensar en algunas parejas sáficas que han
aparecido en series animadas para toda la familia: Korra + Asami de La
leyenda de Korra, a las que creo que podemos agradecer por haber trazado el
camino; la Dulce Princesa + Marceline de Hora de Aventura, cuya relación
fue sugerida por años hasta que se confirmó al final de la serie; Zafiro + Rubí
en Steven Universe (y, de cierta forma, supongo, Perla + Rose Cuarzo);
Spinerella + Netossa, y por supuestísimo, Catra + Adora en She-Ra, que
es una de las mejores series animadas de los últimos años; Luz + Amity en The
Owl House, otra serie muy aclamada y dr las mejores… Eso
sin contar que, entre personajes más secundarios se pueden ver algunas otras
parejas mujer + mujer, como las mamás de Jeff en Clarence o Jackie
Lynn + Chloe en Star vs. Las fuerzas del mal. Y hasta se han visto algunas
parejas hombre + hombre, como los papás de Bow en She-Ra, los papás
de Violet en Patoaventuras, y los papás de Clyde en The Loud House.
Todo esto me parece maravilloso.
Yo vi She-Ra completa con mi hijo mediano y jamás tuvo una inquietud por
las parejas homosexuales. Sabe que hay personas que andan con otras de su mismo
género, y personas que andan con las de un género distinto y ya, se acabó. Y nunca
hay cachondeos innecesarios ni escenas que se pudieran considerar
“eróticas”; si dos personajes se toman de la mano o se dan un beso, se trata
con la misma candidez si son hetero u homo o lo que sea.
¿Saben qué si era cachondo y
erótico y sobresexualizado? Ver a Lola Bunny entrar contoneándose a la
cancha de básquet, mientras recibe un montón de chiflidos como si tal cosa
fuera agradable para una mujer. Y por supuesto que ése fue el primer ejemplo
que me vino a la mente porque soy un pinshi furro. Pero hablando de momentos
muy cachondos en caricaturas para niños, se me ocurren: el baile de
Esmeralda en El jorobado de Notre Dame, todas las escenas con Chel en Camino
hacia el Dorado, cuando la señorita Bellum se pone ropa de campirana en Las
chicas superpoderosas, cuando Dexter contrata una suplente para Deedee en El
laboratorio de Dexter, casi cualquier cosa que hiciera la enfermera de Animaniacs…
En fin, todo esto me recuerda que tengo
pendiente escribir algo sobre que los vatos de mi generación crecimos con
dibujos animados demasiado cachondos y sobre si a lo mejor eso impactó
nuestras psiques.
Hablando de lo cual, precisamente
lo que tienen en común todos estos ejemplos es que se tratan de mujeres
canónicamente sexis, con diseños y en situaciones pensados para ser del
gusto y placer de los vatos heteros. Cuando hablé de la
hipersexualización de los personajes femeninos en los cómics puse en duda
la afirmación de que ésta tuviera como resultado hacer a los lectores
misóginos. Ahora pongo en duda mi puesta en duda. Creo que un efecto notable de
este fenómeno fue el hacer que los vatos se creyeran con razones para exigir
que todos los personajes femeninos que vean en los medios sean sensuales, y
que se sienten vulnerados en sus derechos si los descachondizan. Vean el drama
que armaron los bros cuando descachondizaron a Lola y a Cortana…
En fin, a lo que quería llegar es
que hace ya varios años escribí un texto titulado Girl on
girl action, en el que hablaba de la proliferación de escenas de
besos (o más) de morra contra morra en películas y series desde finales de
los noventa hasta mediados de los dosmildieces. Desde ese mismo beso entre Brintney y Madonna, pasando por el video de las T.A.T.U.
besuqueándose bajo la lluvia vestidas de colegialas, hasta Shakira y Beyonce
emulando movimientos sexuales en el videíto de Beautiful Liar. Decía yo
que esto respondía, en parte, a un relajamiento de los tabúes morales de la
sexualidad, pero que también era un fenómeno heteroandrocentrista, porque estos
cachondeos estaban diseñados sobre todo para el placer y estímulo de hombres
heterosexuales.
Lo que ahora vemos en las parejas
lésbicas de todas esas caricaturas infantiles, desde La leyenda de Korra hasta
Lightyear es algo muy, pero muy diferente. Ya no se presenta esto como
“órale, bro, mira qué sepsi”, sino como “esto es normal y bonito, amixes”. O
sea, he aquí la diferencia que existe entre la fetichización y la
representación. ¿Qué fue lo que pasó? Pues bueno, yo creo que pasamos, tan
gradualmente que no nos dimos cuenta, de una época edgy a una época woke.
Edgy es un adjetivo en
inglés que se aplica a alguna persona, obra o estilo atrevido, provocativo e
irreverente hasta rayar con el nihilismo. A finales de los noventa y
principios de los dosmiles se dio un apogeo de la cultura edgy, con aquellos
productos que empleaban mucho humor negro, ridiculizaban todo y a todos, adoptaban
sin tapujos lo violento, lo escatológico y lo sexual. La cultura edgy ayudó
a romper muchos tabúes y eso estuvo bien, pero muchas veces lo hizo de
forma que se podría considerar irresponsable. Por ejemplo, en el tema que nos
ocupa, sucedió que esas rupturas se hacían desde el punto de vista de un
grupo privilegiado: el de los varones cisheterosexuales. Casi nunca se
consideraban los intereses ni los puntos de vista de todas las demás personas.
Sí, era una forma de retar la mojigatería de la época, pero sólo en beneficio
de un grupo.
Así, poner una escena de besos entre dos chicas en una película o serie equivalía a mostrar lo sexi, atrevido, en onda y “para adultos de mente abierta” que era el producto (y además de aumentar los ratings). Es por lo mismo que casi nunca se veían parejas de hombres gays, y por qué además los arrumacos eran siempre entre mujeres que se ajustaban a los cánones de belleza. Claro que lo edgy no se manifestaba igual en todas partes. No es lo mismo el humor de Married… With Children que el de la película de Disney de los 90; pero sabemos que hoy en día no se podría estrenar esa serie tanto como no se podría tener a un personaje como la mucama francesa de La Bella y la Bestia, precisamente porque el clima cultural ha cambiado.
Como eso de chica + chica era
algo eminentemente erótico en la era edgy, se veía sólo en productos para
adultos, o adolescentes cuando mucho. Pero luego los tiempos cambiaron y poco a
poco pasamos a una cultura woke. Esta palabreja se ha usado de
muchas formas, para bien y para mal, pero creo que podemos intentar darle un
significado meramente descriptivo, ateniéndonos a su sentido original: el de
estar despiertos o conscientes respecto los temas de justicia social.
Eso implica tener en consideración a los grupos cuyos puntos de vista han sido
subrepresentados, o de plano ignorados, en la cultura popular: mujeres,
minorías raciales y personas de la diversidad sexual. En especial, las de este
último grupo tenían que dejar de aparecer como fetiches, estereotipos, malos
chistes o personajes token de los que sólo ponen “pa’ que nadie se
queje”. Tenían que dejar de ser “material para adultos” y ser
representadas como lo que son: parte normal de nuestra sociedad. Y eso implica
que aparezcan con toda naturalidad hasta en productos infantiles.
Por cierto, gente de Internet con
buenas intenciones pero que quizá no se ha pensado las cosas demasiado: tienen
que dejar de comparar esa escena de Lightyear con Bugs Bunny besando a
Elmer, o con Pedro Picapiedra vestido de mujer, o con las relaciones
interespecies entre Burro y la Dragona en Shrek. Lo digo porque todo eso
se hacía en un sentido cómico, con el afán de decir “miren que ridículo y
absurdo es esto, juajuajua”, que es algo que los conservadores pueden
aceptar. Es completamente distinto a lo que pretende esta nueva forma de
representación, que es respetuosa y normalizada.
Ahora bien, el wokismo de
Disney es bastante tibio y convenenciero, por no decir hipócrita.
Es probable que esta escena de unos segundos en Lightyear no hubiera
visto la luz de no ser porque hace poco se supo que la
dirigencia de Disney activamente había estado reprimiendo los esfuerzos de
sus creadores por poner más representación lgbtq+ en sus obras y que ejecutivos
de la compañía habían estado donando
dinero a las campañas de políticos homófobos. El que la empresa se vea
obligada a ir cediendo de a poquitos se debe más al cambio en las actitudes de
sus creativos y de su público consumidor que a la bonditud corporativa.
Esto refleja la evolución en
valores sociales que se ha dado en nuestras sociedades en cosa de treinta
años. Que no es tan rápida como se necesitaría, pero que en escala histórica
eso es poquísimo tiempo. Aunque, claro, sólo estoy cubriendo una brevísima
etapa que va de “vamos a poner a chicas besándose porque eso es sexi y ya nadie
puede detenernos” a “por fin podemos poner una pareja homosexual sin que sean
chiste ni morbo”. Para tener un panorama más completo de la representación
lgbtq+ en el cine y la cultura pop, chequen el video Heterosexualidad forzada de Quetzal.
Quienes se quejan de esto
simplemente quisieran regresar a una época en la que sólo el punto de vista
del hombre blanco heterosexual (y, a veces, su karenesca esposa) tenían
validez. Pero no creo que eso vaya a suceder, así que no les quedará más que hacer
lo mismo que siempre hacen los conservadores: refunfuñar mientras la historia
avanza sin ellos.
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